Baltimore: ¿Adónde fueron los empleos, y por qué?
19 de mayo de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Con el brutal asesinato policial de Freddie Gray, el levantamiento y las protestas, se ha arrojado algo de luz sobre la situación de la gente pobre y negra en Baltimore.
Baltimore es la sexta ciudad más pobre de Estados Unidos. Su población de más de 600.000 personas es 63 por ciento afroamericana. Los barrios negros pobres de la ciudad manifiestan las cicatrices de décadas de empobrecimiento y abandono del gobierno: fila tras fila de casas vacías abandonadas, edificios tapiados entre lotes baldíos, apartamentos deteriorados, un montón de tiendas de licores, pero pocas o ningunas tiendas con verdura y fruta frescas. La tasa de desempleo es alta, especialmente entre la juventud. La gente ha padecido recortes en los cupones de alimentos, el cuidado de salud a bajo costo y otros servicios sociales. En una noche cualquiera, hay por lo menos 3.000 personas sin hogar en la ciudad. (Health Care for the Homeless, hchmd.org)
La situación es un escándalo. ¿Cómo han llegado a este punto las cosas? ¿Y cuál es la solución?
Sandtown-Winchester
En la sección de Sandtown-Winchester en Baltimore, la expectativa de vida es igual a la de Irak y Kazajistán. Las tasas de desempleo y pobreza son aproximadamente 50 por ciento, más o menos el doble de las de toda la ciudad. Las violaciones de las reglas sobre el plomo en la pintura en los hogares eran cuatro veces el promedio de la ciudad, al igual que el porcentaje de edificios tapiados — más de 30 por ciento de las propiedades residenciales están vacantes o abandonadas. El ingreso medio es de sólo $24.000 al año, lo que está bajo la línea de la pobreza federal para una familia de cuatro. (New York Times, 28 de abril de 2015)
Ralph Moore, quien creció en Sandtown-Winchester y trabaja en un refugio para jóvenes sin hogar, dijo: “La gente quiere trabajar y vivir en una casa que no les vaya a derrumbarse y no esté infestada de ratas. Quiere una vida normal, quiere lo que todos los demás quieren, y no parecen ser capaces de acercarse a eso”. (New York Times, 3 de mayo de 2015)
Actualmente, Sandtown-Winchester tiene más residentes en las cárceles y prisiones que cualquier otro barrio de la ciudad.
¿Adónde fueron los empleos, y por qué?
En 1950, Baltimore fue la sexta ciudad más grande en el país, con una población de 950.000 personas. La manufactura, en especial la producción de acero, proveyó el 75 por ciento de todos los puestos de trabajo a los trabajadores de la región. La economía de Baltimore estaba en auge, basada en gran parte en la industria acerera. La empresa Bethlehem Steel llegó a la ciudad en el año 1900 y construyó la enorme acería de Sparrows Point. La industria acerera alcanzó su punto máximo durante la Segunda Guerra Mundial, pero después de la guerra las empresas buscaron la producción de acero más barata en otras partes de Estados Unidos y en otros países. Así “desaparecieron” decenas de miles de puestos de trabajo en ciudades como Baltimore. Desde la década de 1950 a 2000, la ciudad perdió más de 100.000 empleos en la manufactura. La fuerza de trabajo industrial se agotó en un 75 por ciento.
Ahora bien, cuando los negros tenían empleos en las fábricas de Baltimore sí padecieron la explotación y opresión brutal. En esta edición, Carl Dix habla de las condiciones al estilo Nuevo Jim Crow en la acería de Baltimore donde trabajó en la década de 1970. Describe cómo segregaron a los trabajadores negros y los dieron los trabajos más sucios y peligrosos. (Vea: “Carl Dix: La nueva segregación Jim Crow en la acería Sparrows Point de Baltimore”.)
Pero ahora las condiciones son aún peores. De 1970 a 2010, el número de barrios de alta pobreza en Baltimore aumentó de 38 a 55. (“City Report: Lost in Place” en CityObservatory.org)
Las voces de la clase dominante, como Obama, la alcaldesa de Baltimore y las portavoces burguesas de los medios de comunicación, llaman a la gente “maleantes”. Al mismo tiempo, hacen promesas vagas de devolver los puestos de trabajo. Y diferentes voces, desde otras perspectivas aunque todavía atrapadas en la mentalidad básica del sistema, proponen diversos planes y proyectos para devolver los puestos de trabajo a Baltimore.
Pero estas llamadas “soluciones” no llegan a LA RAÍZ del problema. Esta situación de opresión no surgió de la noche a la mañana o debido a algún tipo de “cultura de la pobreza” o porque la gente simplemente no trabaja lo suficientemente duro. Hay razones profundas y dinámicas detrás de esta situación que estriban en la naturaleza misma del capitalismo.
La fuerza impulsora del sistema capitalista-imperialista en que vivimos son las ganancias. Y en el mundo actual, esa dinámica a escala global ha afectado profundamente la situación en ciudades como Baltimore. La razón por la cual los jóvenes negros de Baltimore no tienen empleos no tiene nada que ver con la necesidad de que “se suban los pantalones” o “permanezcan en la escuela”. Es porque las leyes de este sistema dictan que en la economía globalizada los distintos capitalistas compitan entre sí, en la constante búsqueda de formas de reducir los costos y aumentar las ganancias — para quedarse a flote.
Esta caza constante de maneras de hacer más ganancias es lo que ha estado detrás de la dinámica de la desindustrialización de las ciudades de Estados Unidos, donde las fábricas se han clausurado, quitando decenas de miles de puestos de trabajo. Esas empresas acereras se trasladaron de Baltimore a las zonas del planeta donde explotan a los trabajadores con aún más saña, donde la inversión es más rentable — porque si no, se hubieran ido a pique.
Y esas mismas leyes que ocasionaron esta desindustrialización son las mismas que aún están al mando, lo que significa que esos empleos NO van a volver.
Hoy en día, este sistema ve a los millones y millones de jóvenes pobres negros y latinos como un “excedente” que no puede explotar de modo rentable. Ve a este sector de la sociedad como una fuerza volátil que tiene que dominar y reprimir. Por esa razón existe esta historia en Baltimore de caso tras caso de brutalidad y asesinato policial sin fin durante décadas y generaciones — y el sistema absuelve con regularidad a los policías asesinos.
No hay ningún futuro para la juventud bajo este sistema
Los empleos desaparecieron y en su lugar la gente recibió la “guerra contra las drogas”, la encarcelación en masa, el asesinato y brutalidad policial. Este sistema no tiene ningún futuro para los millones y millones de jóvenes negros que no puede emplear de modo rentable. Sus escuelas no están orientadas a proveer una educación. No preparan a los jóvenes para empleos — los que no existen de todos modos. Las escuelas funcionan cada vez más como cauces a las prisiones, alimentando la encarcelación en masa en Estados Unidos.
Datwain, un joven de secundaria en Baltimore, habló de la experiencia de estar en una escuela donde someten a los estudiantes a condiciones de “encierro”: “Me siento como que tengo que hacer una pausa. No nos permiten salir para refrescarnos. Hay policías andando por la escuela armados con pistolas, Mace, porras y puños... tratándo[nos] como criminales”. (Iris Kirsch, “Baltimore’s School-to-Prison Pipeline and the New Youth Jail”, 5 de noviembre de 2012)
En septiembre de 2014, el Baltimore Sun reveló que en los últimos cuatro años, más de 100 personas habían ganado demandas judiciales o acuerdos con relación a denuncias de brutalidad policial y violaciones de los derechos civiles. “Los oficiales han golpeado a docenas de residentes los que sufrieron huesos rotos —mandíbulas, narices, brazos, piernas, tobillos— trauma de cabeza, fallo de órgano, hasta la muerte, sucediendo durante arrestos cuestionables. Golpearon a algunos residentes mientras estaban esposados; arrojaron a otros al pavimento. Y en casi todos los casos, los fiscales o jueces desestimaron los cargos en contra de las víctimas — si siquiera les presentaron cargos”.
La fuente de todo esto es el sistema capitalista-imperialista bajo que vivimos — cual sistema, con todos sus crímenes contra el pueblo, no puede reformarse, ajustarse o repararse con curitas porque es la propia naturaleza y leyes del sistema las que causan todo esto en primer lugar. Sólo se puede poner fin a estos horrores al acabar con este sistema, eliminarlo por medio de la revolución, nada menos, y reemplazarlo con un sistema y sociedad radicalmente diferentes y mucho mejor donde se pueda poner fin a estos horrores de una vez por todas. Tal sistema, una sociedad socialista que no sea impulsada por las ganancias, desataría la energía y creatividad ahora aplastadas de millones y millones de personas para proveer empleos para todos, y para satisfacer las necesidades de la gente.
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