Orden de Trump da luz verde al oleoducto Dakota Access — pisotea los derechos de los pueblos indígenas y la lucha popular

29 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 24 de enero, después de que Trump ordenó la rápida terminación de la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, surgieron protestas esa misma noche. Más de mil manifestantes en Washington, D.C., más de 500 en Nueva York. Protestas tuvieron lugar en San Francisco y Nebraska, y en otros lugares. He aquí unas fotos y videos de esos eventos.

Nebraska — protesta contra el oleoducto Keystone XL

Protestas contra el oleoducto Dakota Access

Washington, D.C.

Washington, D.C.

ENORME multitud de más de mil activistas frente a la Casa Blanca corea contra Trump: "¡Estamos aquí para quedarnos! ¡Bienvenido a su cuarto día!"

No existen "hechos alternativos".
No existe ningún planeta alternativo.
No tenemos ninguna alternativa salvo oponer resistencia

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A principios de diciembre, frente a la lucha de varios meses de la gente de la tribu sioux de Standing Rock y decenas de miles de personas que habían acudido a apoyarla, el gobierno de Estados Unidos aplazó temporalmente la aprobación final a la construcción del oleoducto Dakota Access (DAPL por las siglas en inglés). DAPL plantea una enorme amenaza al agua de que dependen los sioux de Standing Rock y viola los derechos de los tratados de la tribu, así como contribuye de manera importante al cambio climático que avanza rápidamente hacia una catástrofe global.

Menos de dos meses después, hay un régimen fascista en Washington, D.C. Sigue siendo el mismo sistema capitalista-imperialista, pero los responsables del gobierno tienen nuevas reglas, nuevas prioridades, nuevas formas de hacer las cosas. En el cuarto día de este régimen, Trump firmó una orden ejecutiva que invirtió la acción anterior de Estados Unidos y dio luz verde para que la DAPL se completara. Al mismo tiempo, Trump firmó una orden que allana el camino para la reanudación del oleoducto Keystone XL, invirtiendo la decisión que Obama tomó frente a protestas masivas (véase “Trump revive el oleoducto Keystone XL — un desastre ambiental”).

La orden de Trump ordena al Ejército (cuyo Cuerpo de Ingenieros supervisa la construcción de oleoductos a través de tierras federales) a “revisar y aprobar de manera acelerada... solicitudes de aprobación para construir y operar el DAPL”. Observe la frase “de manera acelerada”. Trump y su camarilla no anticipan un proceso largo y prolongado a través de la burocracia gubernamental.

Con esta orden, Trump dejó clara la intención de su régimen de pisar brutalmente los derechos de los pueblos indígenas y destrozar todo impedimento al impulso loco de los capitalistas-imperialistas por obtener beneficios a costa de un desastre ambiental.

La intensificada brutalidad policial en Standing Rock

Cuando el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos anunció en diciembre que iba a retirar, por el momento, la aprobación para que el DAPL cruce un embalse que el Cuerpo controla en el Río Misuri, los funcionarios de las empresas detrás de DAPL dijeron que estaban seguros de que Trump lo aprobaría.

Después de la parada temporal, la mayoría de las decenas de miles de personas abandonaron los campamentos de Standing Rock, pero unos cientos de personas han permanecido y mantenido en guardia contra actividades para reanudar la construcción del oleoducto. Las fuerzas policiales han continuado con la represión contra estos manifestantes, la cual se ha intensificado en las últimas semanas.

       

El 18 de enero, guardian.com informó: “Las versiones de primera mano de los nativos americanos que luchan contra el oleoducto de Dakota Access... junto con imágenes en directo de los enfrentamientos en el Día de Martin Luther King Jr., dan a entender que la policía en equipo antidisturbios desplegó spray de pimienta, gases lacrimógenos y otras armas “menos que letales” contra personas sin armas, en algunos casos causando lesiones graves. Algunos temen que las duras tácticas de la policía en dos manifestaciones —que los activistas insisten en que fueron pacíficas— son una señal de que la policía estén preparándose para reprimir las protestas masivas que probablemente surjan si Trump, como se espera, aprueba el oleoducto petrolero”.

Estos ataques crecientes justo antes de la inauguración de Trump son ominosos. El régimen de Trump ya dejó claro en los primeros días que iban a dar riendas sueltas a los policías y otras fuerzas de seguridad para brutalizar y aterrorizar al pueblo. (Vea “Del régimen de Trump a los policías en todas partes: ‘A darles duro!’”).

Sin duda, la policía local, los sheriffs, la policía estatal y otros que se han desplegado contra las protestas de Standing Rock han recibido el mensaje de Trump.

La lucha justa en Standing Rock

El DAPL es una monstruosidad de 1.900 kilómetros que comienza donde el petróleo se extrae a través del método que destruye el medio ambiente, el fracking, en el norte de Dakota del Norte cerca de la frontera canadiense. Cuando se haya completado, el DAPL introducirá en el medio ambiente 500.000 más barriles de petróleo cada día, agravando la crisis del cambio climático global. La longitud y capacidad de petróleo del DAPL es similar a las del oleoducto Keystone XL. La ruta del oleoducto DAPL cruza el Río Misuri muy cerca de la reserva de los sioux de Rock Permanente. El río es la principal fuente de agua de la gente de Standing Rock, y de millones de otros en la región. Como la tribu de Standing Rock y otros han señalado, estos oleoductos tienen fugas todo el tiempo. Por lo tanto el DAPL representa una amenaza mortal para el agua —y la salud y la vida— de toda la tribu y muchos otros. Y pisa el cementerio que los sioux de Standing Rock consideran sagrado e importante para su patrimonio cultural.

Comenzando a principios del año pasado con un pequeño núcleo de personas de la reserva, la resistencia en Standing Rock contra el DAPL creció hasta incluir a cientos de personas indígenas de todo Estados Unidos y miles de otros, entre ellos celebridades, veteranos militares estadounidenses, activistas ambientalistas y otros — de todos los ámbitos de la sociedad. Desafiaron cientos de arrestos y golpizas, Mace, balas de goma y brutal hostigamiento por parte de las diversas fuerzas policiales y los mercenarios de las compañías de oleoductos. Los ojos del mundo entero miraban esta lucha justa, que arrojó la luz sobre el continuo genocidio moderno en contra de la gente indígena y la naturaleza depredadora del sistema capitalista-imperialista adicto al petróleo.

Todo esto tenía mucho que ver con el por qué Obama se vio obligado a retroceder por el momento respecto al DAPL. En cuanto a Trump, expresar un gran “que se jodan” a los combatientes indígenas y a decenas de miles de otros que se mantuvieron firmes de pie, así como a los millones de personas en Estados Unidos y en todo el mundo que los apoyaron —y amenazar toda protesta política y pensamiento crítico— es una parte del por qué firmó la orden ejecutiva.

No Trump, no DAPL, no Estados Unidos fascista

Dentro de unas horas de la firma de Trump de la orden ejecutiva que dio luz verde al DAPL, hubo más de 1.000 manifestantes frente a la Casa Blanca y muchos más en varias ciudades a través de Estados Unidos. Los resistentes en el campamento de Oceti Sakowin en Standing Rock hicieron un llamado para “levantarse donde están, la desobediencia civil masiva como una muestra de solidaridad para Standing Rock”.

La orden ejecutiva de Trump en DAPL es parte de la larga y fea historia de Estados Unidos: el gobierno yanqui ha roto todos los tratados que ha hecho con las tribus indígenas. La única promesa que cumplió fue cuando prometió robarles la tierra a los pueblos indígenas, y se la robó. Al mismo tiempo, su acción es parte de algo nuevo y extremadamente peligroso, para toda la humanidad: el surgimiento del fascismo en el gobierno de Estados Unidos. Es preciso hacer frente a la orden ejecutiva y a cualquier otra acción del gobierno contra los resistentes de Standing Rock con una resistencia amplia, determinada y urgente — como parte de la batalla para expulsar al ilegítimo régimen fascista.

 

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