El huracán Harvey azota la costa de Texas: Un desastre natural, una crisis de un sistema
Actualizado 30 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
El 25 de agosto, el Huracán Harvey azotó la Costa del Golfo en Texas. Esta tormenta, y el diluvio sin precedentes que aún continua, ya es una catástrofe de proporciones gigantescas. La vida de millones de personas se ha convertido en una lucha desesperada por sobrevivir. Muchas de estas personas son chicanos, inmigrantes y negros de bajos ingresos que han trabajado en los muelles y en las refinerías de la zona, o se han quebrado el lomo en los sembradíos de arroz, algodón y caña, o se han quedado relegadas a zonas marginadas urbanas y colonias rurales no incorporadas. O personas en Houston que ya viven al margen, entre ellas miles de desamparados.
Una de las razones por las inundaciones enormes, y la incapacidad del suelo de absorber las lluvias torrenciales, es el desarrollo capitalista desenfrenado —una expansión al parecer interminable de estacionamientos, centros comerciales, y subdivisiones residenciales de clase media que ha arrancado praderas y pasturas, ha arrasado pastizales y humedales, ha pavimentado y canalizado pantanos, y ha tallado bosques. Lo anterior es un factor importante porque la oficina del Servicio Meteorológico nacional en Corpus Christi dijo que la inundación probablemente dejará a muchas zonas “inhabitables durante un período extendido”.
Algunos oficiales recomendaron una evacuación. Pero nunca hubo ningún plan para organizar a cientos de miles, o millones, de personas y llevarlas hasta dónde estén seguras, ni de proveer alimentos, albergues ni servicios de salud. Antes de caerles encima la tormenta, el alcalde de Corpus Christi dijo, “No voy a poner en peligro nuestro personal de policía y bomberos para sacar arrastrando a una persona de su casa si no quiere ir”. Ahorita, por lo menos decenas de miles de personas están desesperadas para albergue, alimento, servicios de salud, y agua.
Corpus Christi y la “Curva Costeña” de Texas tienen una carretera y otra carretera estatal paralela a la costa. No hay servicio ferrocarrilero, y casi ningún transporte público. Los numerosos pueblos y zonas rurales aisladas en la costa son aún más desprovistos. Toda esa zona ya queda, o pronto quedará, bajo el agua.
El enfoque reinante en la respuesta oficial a las terribles inundaciones sigue la ética capitalista — “sálvese quien pueda”. Si uno tiene carro, si tiene dinero para manejar cientos de millas, quizás se salve. De lo contrario, que se joda. Y aunque tenga carro, salir de la zona es casi imposible. Incluso para los que cuenten con recursos para salir manejando, no hay manera realista para hacerlo. Cuando el Huracán Rita pegó a Houston en 2005, el tráfico se atascó por cientos de millas rumbo a San Antonio, Austin, y Dallas.
En la Costa del Golfo, los huracanes no son inesperados. De hecho, son comunes. La gente alude a acontecimientos como “Ike”, “Rita”, “Allison”, y saben que todos conocen esa experiencia. Pero las autoridades no han hecho ni siquiera lo que aparentarían ser preparativos necesarios para huracanes a nivel social; asegurarse de tener planes adecuados de evacuación, de que las personas de la tercera edad y personas en zonas vulnerables y propensas a inundaciones tengan y conozcan un plan para responder a la tormenta; de que los albergues sean provistas de agua, alimento, y lugares para dormir, y sean capaces para atender a un influjo grande de damnificados; de preparar a los hospitales y otras facilidades médicas para bregar con una enorme crisis de salud pública, y de cumplir otras medidas vitales que son urgentes — y que son muy predecibles y posibles para cumplir. No hacen falta grandes innovaciones en tecnología, análisis de la devastación inminente, ni producción de albergues, alimento ni agua para lograr eso. Ya existe la capacidad de determinar todo lo anterior y proveerlo.
Bajo este sistema capitalista, lidiar con estas necesidades humanas y estas crisis ambientales extremas ni siquiera entra en los cálculos.
No tiene que ser así
Antes de caer el huracán, Trump se reunió con el gobernador de Texas Abbott — un compañero fascista. Dijeron que estaban preparando para la tormenta — ¡que estaba a punto de azotar una ciudad importante! Lo que en realidad estaban preparando era para controlar a los seres humanos sobre los cuales un desastre mayor está a punto de caer e inundar sus vidas. Estaban preparando para mantener algún sentido de estabilidad de su sistema. También estaban preparando para mantener las refinerías y la producción petrolera cruciales que existen en Corpus Christi y en toda la Costa del Golfo de Texas y Luisiana, que son una importante fuente de ganancias y poder para todo su sistema global de saqueo y opresión.
Trump tuiteó que el gobierno, en particular FEMA (Agencia Federal para el Manejo de Emergencias), estaba “listo” para lidiar con Harvey. Pero no habían hecho casi nada para preparar, aparte de movilizar a la policía y la Guardia nacional. Y no hicieron nada por adelantado para movilizar y organizar a las masas de gente para enfrentar esta catástrofe y ayudar unas a otras a sobrevivirla.
No tiene que ser así.
Pongámoslo claro – esta tormenta es un desastre natural. Pero la mayoría del sufrimiento, muerte y dislocación que resulta sería por causa del sistema capitalista-imperialista. Cada muerte, cada damnificado, cada vida destruida por Harvey y sus secuelas será un crimen de este sistema.
EXIGIMOS
- Por cuenta del gobierno: Que los damnificados reciban alojamiento y cuidado hasta que puedan regresar con seguridad a sus casas; que se les provean hoteles, centros de convenciones y otros edificios a los que necesitan albergue; que se les facilite comunicaciones gratis para conectarse con parientes. Inmediatamente, que se les proporcione cuidado médico de emergencia y medidas para prevenir epidemias generalizadas y muertes innecesarias. Nada de detener a la gente por supuestos saqueos. Asistencia de emergencia inmediata – que provean agua, alimento, medicina y otras necesidades básicas de inmediato y SIN COBRO ALGUNO.
- Que tomen medidas extraordinarias para distribuir los recursos necesarios de tiendas y almacenes a la gente, por cuenta del gobierno — y que no baleen ni arresten a los que se lleven los recursos necesarios, bajo ninguna circunstancia.
- Si bien hay que hacer uso de todos los recursos para albergar a la gente, que no se permita que el gobierno trate a la gente como animales, como hacían cuando Katrina – que manejen todos los albergues de manera digna y humana, desencadenando lo más posible el ingenio de las masas y permitiendo, lo más posible, que participen en decisiones sobre su manejo.
- Que los noticieros cubran plenamente la situación de la gente y sus opiniones sobre la situación, dándole a la gente misma un acceso a los medios de comunicación y una oportunidad de contar sus propias historias.
- Que satisfagan las necesidades de todos, priorizando a los con las necesidades más urgentes. Que efectúen evacuaciones inmediatas, ordenadas, y seguras. De ser necesario, que cancelen eventos en ciudades cercanas para alojar a la gente. Que no evacúen a personas para meterlas en situaciones que reproducen las enfermedades y el peligro.
- Que cumplan esfuerzos intensos de búsqueda y rescate en todas las zonas. Que NO permitan que la gente muera. Que movilicen todos los recursos necesarios, incluidos los voluntarios, para lograrlo. Que el gobierno no reprima a los que se ofrecen de voluntarios ni les estorbe, sino al contrario, que ayude en estos esfuerzos.
- Que no se permita que los tiburones de las compañías de seguros, los monopolios petroleros, promotoras inmobiliarias, etc., lucren y especulen con el sufrimiento de la gente.
- Que mantengan alejado al ICE de hospitales, albergues, escuelas, cárceles y otros lugares claves durante esta emergencia – y que anuncien públicamente esta política. Que no obliguen a las personas a decidir entre ahogarse o morir en las anegaciones o perder a sus hijos por una separación permanente de sus seres queridos, y ser aventados hacia otro lado del mundo.
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