Temporada de tormentas:

El capitalismo-imperialismo: Un sistema que nunca se encontró con un desastre que no podía hacer que fuera PEOR

20 de septiembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Huracanes —así como terremotos, tornados, anegaciones, y sequías— son parte del planeta en el que vivimos.

En las etapas tempranas de la sociedad humana, la gente vivía en general a la merced de los desastres naturales. Esas sociedades no contaban con el conocimiento científico para entender las causas de estos desastres, ni predecirlos; sin la capacidad tecnológica para responder, casi no les quedaban más que rezar a dioses imaginarios que las salvaran.

Por contraste, el capitalismo-imperialismo ha desarrollado la ciencia, forjado la capacidad tecnológica, y acumulado fuerzas productivas potentes y gran riqueza (mucho de ella a base de la opresión y saqueo de las naciones caribeñas) que potencialmente podría ser ejercido —en una sociedad socialista— para minimizar el impacto destructivo de desastres naturales, y para aliviar y reparar rápidamente el sufrimiento y la destrucción cuando se den.

Pero las dinámicas subyacentes del capitalismo —un sistema que descansa en última instancia sobre la competencia encarnizada entre diferentes unidades y grupos de capital, y entre diferentes países capitalistas, para acumular ganancias— no sólo resultan en que siempre prioriza las ganancias encima de necesidades humanas, sino que ejercen estas fuerzas productivas potentes de tal manera que de hecho empeoran los desastres naturales y su impacto sobre la humanidad.

Todo lo anterior se destacó agudamente —a gran costo humano— en la crisis en torno al Huracán Irma (así como la del Huracán Harvey.) He aquí algunos ejemplos:

Uno. SÍ, el calentamiento global ESTÁ empeorando estas tormentas

Como resultado del calentamiento global causado principalmente por la quema extensa e imprudente de combustibles fósiles en la producción capitalista, actividad militar, etc., lo que libera a enormes cantidades de dióxido de carbono que atrapa calor en la atmósfera, los océanos se están calentando mediblemente. Agua tibia es lo que alimenta a huracanes, por eso se forman en los trópicos. Entre más caliente el agua donde se forma una tormenta y donde pasa, más grande y más fuerte se pone.

Pues NO, carajo, no es una “coincidencia” que un año Texas experimentó una anegación de frecuencia de “una en 500 años”, y el próximo año un huracán de frecuencia de “uno en mil años” que traía la mayor precipitación en la historia de Estados Unidos. Tampoco es coincidencia que lo siguió Irma, que azotó el Caribe como una tormenta de categoría 5 durante días, y luego entró en tierra en Estados Unidos como una tormenta de categoría 4 que por su parte rompe récord por ser el más grande, y por sostener fuertes vientos durante más tiempo, de cualquier huracán de la cuenca del Atlántico, desde que haya registro. Tampoco el hecho de que otra tormenta de categoría 4 (José) formó directamente detrás de Irma.

El calentamiento global no es la causa de huracanes, pero sí causa que sean más grandes y poderosos.

Científicos —que incluyen científicos en el gobierno estadounidense— han entendido, estudiado, y medido esto, y han advertido de ello, durante décadas. Pero el capitalismo es incapaz de lidiar con eso, porque es un sistema que se basa en “la ganancia al mando” — considera “externalidades” a cosas como la salud de la gente y el bienestar del medio ambiente, y no puede permitir que ellas afecten la taza de ganancia.

El estado capitalista, aunque pretexta servir “el bien mayor de todos”, principalmente existe para crear condiciones políticas, militares, y económicas favorables —a nivel nacional e internacional— para la acumulación y expansión del capital estadounidense. Y es por eso que no ha tomado, no puede tomar, ni tomará medidas para detener el calentamiento global si esas medidas minen la rentabilidad del capital estadounidense, su “posición competitiva” frente a naciones capitalistas rivales, o su poderío militar.

Por lo que Estados Unidos ha mantenido el rumbo, como el segundo contaminador de carbonos más grande en el planeta, y esto se acelerará con el régimen fascista de Trump y Pence, que ¡hasta niega que existe el calentamiento global!

Dos. Impulsado por las ganancias y los intereses estratégicos del imperio, el capitalismo-imperialismo literalmente remodela el mundo de manera que la gente quede más vulnerable a los huracanes

En una sociedad socialista, el gobierno, con el asesoramiento de científicos y de las masas del pueblo, planearía el desarrollo económico y social para asegurar la seguridad y satisfacer las necesidades de la gente (no sólo en el país dado, sino para la humanidad en conjunto, en el contexto de “Proteger, preservar y mejorar los ecosistemas y la biodiversidad del planeta para las actuales y futuras generaciones” (Constitución para la Nueva República en América del Norte, p. 82.) En zonas de huracanes, esto implicaría organizar las cosas para minimizar el impacto social y económico de tormentas mayores.

Eso no es lo que pasa bajo el capitalismo-imperialismo. Todos saben que hay huracanes en el Caribe, pero planear de verdad para evacuar, albergar o cuidar a la gente durante un desastre no produce ganancias ni sirve al capitalismo — por lo que nunca se hace.

En las islas caribeñas —muchas de las cuales siguen siendo, en 2017, colonias de Estados Unidos o países europeas— se han organizado las economías para servir los intereses de esas potencias. Por tanto, frecuentemente desarrollan toda la economía en torno al turismo. Por ejemplo, en San Martín, 85 por ciento de la fuerza laboral trabaja en el turismo (hoteles y restaurantes costeros, etc.).

Como resultado, la mayoría del desarrollo y de la gente terminan por concentrarse en las regiones costeras vulnerables, que son —de manera previsible— devastadas en las tormentas fuertes. Por lo que el desastre a corto plazo de la tormenta crea una crisis económica aún más profunda, porque el colapso temporario del turismo (u otras industrias de servicios) también quita todos los ingresos necesarios para importar casi toda la comida y otras necesidades básicas de la vida.1

En países como Haití, la República Dominicana, Jamaica, Trinidad, y Puerto Rico, los imperialistas explotaban salvajemente a trabajadores desesperados durante décadas, en las minas y los cañaverales, en plantas farmacéuticas y yacimientos petrolíferos. Pero ahora el capital imperialista, en gran medida, se los salta para ir en busca de mano de obra aún más barata y condiciones más favorables en otro lado, dejando atrás cinturones de miseria apiñadas sin drenaje, deudas gubernamentales que no permiten recuperar de desastres, y una infraestructura deteriorada que se desmorona ante tormentas fuertes. En el caso de Puerto Rico, donde el Huracán Irma apenas lo rozó, un millón de casas quedaron sin electricidad, y ¡quizás no se repara durante meses!

En Estados Unidos, hay un patrón diferente, pero es impulsado por el mismo sistema — un exceso de construcción en las franjas costeras vulnerables, donde sacan grandes ganancias en “zonas playeras”, y la dispersión urbana desenfrenada, con la construcción de zonas residenciales, centros comerciales, y calles reemplazando los humedales, bosques y sembradíos que podrían absorber el agua y minimizar las anegaciones. (Vea “La devastación en Texas: Nueve sentidos en que es un crimen del sistema actual”.)

Por encima de todo lo anterior, bajo el capitalismo colocan peligros ambientales graves donde sea que les sea más rentable, incluso en zonas bien conocidas por desastres.

¿Qué tipo de sociedad toleraría semejante locura? Una sociedad que prioriza la ganancia sobre las necesidades de la humanidad, todas las veces.

Tres: Una sociedad impulsada por el lucro se niega a dedicar el tiempo y los fondos necesarios para hacer preparativos, aunque la pregunta sobre las grandes tormentas no es “¿Caerán o no?” sino “¿Cuándo?”

Piensen en esto: cada vez que se acerque una de estas tormentas grandes, las autoridades improvisan albergues en estadios, escuelas, iglesias, etcétera, como si “¿quién iba a saber que podría caer un huracán algún día?”. Cada vez que cae un huracán, cunde el caos en grande; la gente no sabe dónde ir, llega a los albergues para toparse con largas filas o falta de cupo, y frecuentemente los propios albergues no son adecuados para resistir a la tormenta o para proveer un lugar digno para los damnificados. Esta es una razón importante por qué muchas personas no se evacuan durante una tormenta, a pesar del riesgo.

Para las personas que tratan de salirse de la zona, este sistema no organiza el transporte (autobuses, trenes, etc.), ni tan siquiera asegura que haya petróleo disponible en la ruta. Por lo que millones de personas se atascan en embotellamientos de tráfico, apagan el aire acondicionado para no quedar sin gasolina, no tienen acceso al agua potable, etc. Durante la evacuación caótica antes del Huracán Rita en 2005, 107 de las 113 muertes relacionadas al huracán en Texas ocurrieron en la misma evacuación, la mayoría por las insolaciones y causas relacionadas.

Tampoco hay planes para evacuar sistemáticamente a las personas vulnerables, ni para asegurar que los lugares donde están tengan sus propios sistemas de generación fiables, y que los visiten inmediatamente tras la tormenta para asegurar que se satisfagan sus necesidades vitales. Semejantes esfuerzos prevendrían, en gran parte, desastres como el del asilo de ancianos Hollywood. Pero nada de eso ni siquiera aparece en el radar del sistema capitalista-imperialista.

Es obvio que las zonas en Hurricane Alley (callejón de huracanes)2 necesitan albergues pre-posicionados y planes de evacuación cuidadosamente desarrollados… bueno, es obvio si uno se base en el punto de vista de la humanidad.

Cuatro: Las opresivas relaciones sociales y de clase impregnan la respuesta de los de arriba a los desastres naturales

Algunos dicen que un huracán es un “gran nivelador” porque devasta al rico y al pobre por igual. Pero, sin minimizar el verdadero sufrimiento de las personas con más recursos en estas tormentas, bajo este sistema incluso esa igualdad es un mito.

Para empezar, ¿quién es el que tiene la posibilidad de abandonar la zona de peligro? ¿Te falta un vehículo, o dinero para comprar la gasolina o para quedar en un hotel? ¡Probablemente te vas a quedar! ¿Cuidas a familiares ancianos o enfermos que no pueden ser mudados sin asistencia? De nuevo, estás varado en la zona de peligro.

Antes de que cayera Irma, el gobernador Scott de Florida declaró todo santurrón, “podemos reconstruir su casa… pero no podemos reconstruir su familia”. Pero la realidad es que para los de abajo que apenas viven al día, no les es tan fácil “reemplazar” su casa y sus posesiones básicas como ropa — especialmente porque muchos quedarán desempleados tras el desastre. De hecho, bajo este sistema la pérdida de propiedad puede hundir a la gente inmediatamente en una indigencia de vida o muerte. Por lo que la gente pobre y de clase obrera se siente mucho más obligada a quedarse en casa y tratar de proteger su propiedad, aunque se arriesga la vida.

Otro ejemplo grotesco de las relaciones opresivas de esta sociedad fue la cobertura de la muerte y destrucción en el Caribe por los medios de comunicación estadounidenses. Principalmente, lo cubrieron muy poco, especialmente al acercarse la tormenta a Florida, a pesar de que esos países eran mucho más vulnerables a la devastación de la tormenta que Estados Unidos. Al grado en que la cubrían, el objetivo principal era ilustrar el peligro potencial para Estados Unidos continental.

La indiferencia patrioterista por la vida de personas que no son “estadounidenses” (o incluso si los son —como puertorriqueños— pero son de piel moreno) era tan cruda que un meteorólogo de MSNBC describió la posibilidad de que la máxima fuerza de Irma cayera sobre Cuba como “nuestra única pequeña esperanza…”, ¡porque al destruir la vida de la gente cubana debilitaría el ataque de Irma contra Florida! En el canal CNN, otro meteorólogo expresó su alivio cuando el Huracán Katia se giró hacia el sur para devastar a Veracruz, México.

Otros ejemplos agudos son la negativa de la Patrulla Fronteriza en Texas de suspender sus redadas contra indocumentados, aún a sabiendas de que esto podría huir a los inmigrantes de la seguridad de los albergues, y la decisión del sherifato de Florida de pedir identificación a todos los que acudían a los albergues y mandar a la cárcel a los que tenían órdenes pendientes.

¡Este sistema no puede dejar de oprimir y degradar a las masas incluso en medio de una crisis humanitaria!

Cinco: El punto de vista anticientífico del régimen fascista deja a la gente más vulnerable a la próxima crisis.

Además, ante esta ola de tormentas devastadoras, el régimen fascista de Trump y Pence y sus compinches no dejan de atacar la ciencia. En medio de la tormenta, el jefe de EPA Scott Pruitt (que ha trabajado tiempo extra para desmantelar las regulaciones de la EPA las que tenían el objetivo de disminuir la velocidad del calentamiento global) dijo a CNN que hablar del vínculo entre el calentamiento global y el empeoramiento de las tormentas “en este momento sería muy, muy insensible a esta gente en Florida”. En efectivo, los medios, en líneas generales, se adhirieron y no trataron el tema.

Trump, claro está, se retiró de los acuerdos de Paris sobre el clima porque “mata empleos”, quitó la página web de la Casa Blanca que trataba el calentamiento global, anda triturando las reglas que restringen las emisiones de anhídrido carbónico, y otra contaminación, y, lo que es increíble, ha propuesto recortar fondos para el programa de pronosticar y predecir tormentas de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional. Pues, no conforme con difundir mentiras e ignorancia sobre la realidad del calentamiento global, y con eliminar reglas que podría disminuir la velocidad del calentamiento global, ¡este régimen de hecho está aplastando la capacidad de científicos de predecir y monitorear esas tormentas devastadoras fomentadas por el calentamiento global!

Todo esas cosas —y muchas más en las que no podemos adentrarnos en este artículo— indican que desde este ángulo también (además de todos los otros crímenes y horrores de este sistema), el capitalismo-imperialismo es un grillete en el cuello de la humanidad, que amenaza con arrastrar a toda nuestra especie al abismo de la destrucción, y que urge la revolución, o sea una revolución comunista, para derrocar este sistema y reemplazarlo con otro fundamentado en los intereses de la humanidad y en un enfoque científico de entender y cambiar el mundo. 

 


1. Debido a que muchas de estas islas son bastante pequeñas, incluso bajo el socialismo no será posible que cada una sea relativamente autosuficiente. Pero sería posible que el pueblo de la región caribeña desarrolle un planeamiento en conjunto de tal manera que satisfaga la mayoría de las necesidades básicas desde el interior de esa región, a diferencia de la situación actual donde son dependientes de importaciones de países a una distancia de miles de millas —y muchos días. [regresa]

2. Hurricane Alley, (enlace en inglés) es una zona de agua tibia en el Atlántico que extiende desde la costa occidental del norte de África hasta la costa oriental de Centroamérica y la costa del Golfo del sur de Estados Unidos. [regresa]

 

 

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