Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN
Durante las primeras horas de la mañana del 24 de noviembre de 2012, 600 de los más de 1.400 trabajadores en la fábrica de la costura de nueve pisos de Tazreen Fashions cerca de Daca, la capital de Bangla Desh, se quedaron trabajando horas extras produciendo prendas confeccionadas para Walmart, Sears, Walt Disney Co. y otros grandes minoristas transnacionales.
Un incendio que aparentemente comenzó cerca de generadores eléctricos en la planta baja en un área de la fábrica utilizada ilegalmente como almacén se extendió rápidamente hacia arriba por todo el edificio.
Los trabajadores quedaron atrapados dentro de la fábrica abarrotada porque no había salidas de emergencia y las tres escaleras estrechas entre los pisos daban al almacén en llamas en la planta baja y las ventanas estaban bloqueadas con rejas. Los pisos superiores, recién construidos de prisa encima de los seis pisos legales, estaban en construcción y cerrados con candado, bloqueando todo acceso al techo. Muchos cadáveres se quemaron hasta estar irreconocibles, y muchos sufrieron la inhalación y sofocación de humo.
Un sobreviviente, que trabajaba en el quinto piso, informó que escapó a través de una ventana del tercer piso y bajó por el andamio de bambú de construcción. Dijo que perdió a su madre, que también trabajaba en el quinto piso, cuando intentaban bajar. “Las escaleras estaban atestadas porque todos los trabajadores trataban de salir de la fábrica. No había electricidad; estaba oscuro, y perdí a mi madre en la oscuridad. Traté de buscarla por 10 o 15 minutos pero no la encontré”. Poco después de que se prendió el incendio, los gerentes dijeron a los trabajadores que hicieran caso omiso de las alarmas de incendio y que volvieran al trabajo porque se trataba de un simulacro de incendio. De hecho, a nueve funcionarios de nivel medio los acusaron de cerrar con candado las salidas y de impedir que los trabajadores salieran del edificio.
Para cuando las llamas y el humo finalmente se despejaron, al menos 112 trabajadores habían muerto en la fábrica de Tazreen esa noche o durante los dos días siguientes, y al menos 200 resultaron heridos.
Las pruebas encontradas en el edificio incendiado junto con los registros de la fábrica mostraron que al menos seis empresas suministraban prendas de Tazreen a Walmart en 2012 y que Walmart fue el mayor cliente en los meses previos al incendio.
Si bien el incendio de la fábrica Tazreen Fashions es el más mortífero en la historia de Bangla Desh, los incendios en fábricas y otras catástrofes prevenibles no son infrecuentes en ese país. Las normas de seguridad laxas, el cableado deficiente y el hacinamiento son los culpables de muchos incendios industriales letales y decenas de muertes cada año, más de 600 entre 1990 y 2012, y siguen ocurriendo. Apenas seis meses después del desastroso incendio de Tazreen, y a diez kilómetros del mismo, el edificio Rana Plaza, que albergaba cinco fábricas de la costura en cuatro de sus ocho pisos, colapsó repentinamente y mató a al menos 1.133 personas y lesionó a otras 2.500, haciéndolo el desastre más letal del mundo de una fábrica de la costura desde que se tiene registro.
Actualmente, alrededor de cuatro millones de personas (en su mayoría mujeres de las zonas rurales más pobres) trabajan en unas 4.500 fábricas (y muchas también trabajan en el hogar, a menudo en la fuerza de trabajo “informal”) fabricando prendas para exportar en todo el mundo, pero principalmente en Estados Unidos y los países de Europa Occidental. Bangla Desh es el segundo mayor exportador de prendas de vestir del mundo después de China, y Estados Unidos es el mayor importador de prendas listas para llevar confeccionadas en Bangla Desh (constituyendo alrededor del 25 por ciento de las exportaciones de Bangla Desh), seguido por Alemania, el Reino Unido y Francia. Los salarios y las condiciones de trabajo están entre los peores del mundo, con un salario apenas de subsistencia (en 2012, generalmente menos de $ 37 por mes) agravado por turnos largos (de hasta 19 horas). Los edificios de fábrica con frecuencia son inseguros y construidos y / o modificados ilegal y apresuradamente para que los propietarios puedan prometer y cumplir con cantidades mayores y plazos más cortos que los compradores les exigen.
LOS CRIMINALES
Las empresas imperialistas multinacionales de Estados Unidos y otros países, con el apoyo del sistema política estadounidense: los “compradores” (marcas grandes, minoristas transnacionales) que contratan a varios proveedores que por su parte subcontratan las fábricas para producir las prendas confeccionadas de acuerdo con las especificaciones y plazos exigidos por estas marcas grandes. De esta manera, dirigen y coordinan la cadena económica de producción en la industria RMG, contratando fabricantes que violan o pasan por alto las medidas de seguridad, y de ese modo continúan las condiciones de abusos contra trabajadores y mujeres, así como los inseguros edificios y condiciones de trabajo.
Walmart, siendo un comprador líder entre las empresas transnacionales de marcas grandes, y su “director de contratación ética”, Sridevi Kalavakolanu, quienes, al mismo tiempo que afirmaban que ya no contrataban la bien-conocida-por-estar-insegura fábrica de Tazreen Fashions y afirmaban que hacían todo lo posible para promover condiciones de trabajo más seguras en Bangla Desh, encabezó un movimiento entre los compradores aun después del incendio para negarse a invertir en mejoras eléctricas y de seguridad en las fábricas de Bangla Desh. El propio Walmart había auditado repetidamente la fábrica de Tazreen Fashions y había identificado condiciones de grave peligro de incendio que nunca se abordaron eficazmente. Aunque aseveraron que antes del incendio habían dicho a los proveedores que dejaran de usar esa fábrica, la evidencia demostró lo contrario. Y, poco después del incendio, Walmart admitió que se necesitarían reparaciones y renovaciones “muy extensas y costosas” en Tazreen y en muchas otras fábricas en Bangla Desh. Pero Walmart dijo que no tenía ninguna intención de pagar tales mejoras, e insistió en que “no es económicamente factible que las marcas hagan tales inversiones”.
Los gerentes de la fábrica de Tazreen, que mintieron a los trabajadores sobre la realidad del incendio, los impidieron escapar y hasta les bloquearon con candados algunas de las rutas de escape.
Delwar Hossain, dueño de la fábrica, que negó que el edificio fuera inseguro. Según se informó, luego de ser arrestado al intentar huir a la India, dijo: “Fue mi culpa. Pero nadie me dijo que no había salida de emergencia que pudiera ser accesible desde el exterior. Nadie aun me aconsejó instalar una de ese tipo, aparte de las ya existentes”.
Funcionarios del gobierno de Bangla Desh, que rara vez aprueban, y aún más raramente monitorean y hacen cumplir, leyes para defender los derechos de los trabajadores, los salarios mínimos y la seguridad, o para combatir el continuo acoso y abuso sexual de las trabajadoras.
LA COARTADA
Se echaba la culpa en muchas direcciones con respecto a la causa específica del incendio y quién tenía la culpa. Después de un informe inicial de que el cableado defectuoso era probablemente el problema (como es el caso en aproximadamente el 80 por ciento de los incendios en las fábricas de Bangla Desh), el gobierno emitió una declaración que sostenía que fue un “acto de sabotaje” por parte desconocida (que activistas y grupos de trabajadores sospechan que fue una mentira deliberada para disculpar al gobierno por su falta de acción contra los propietarios y gerentes). En 2001, después de que un incendio similar en una fábrica mató a 24 personas, el Tribunal Superior de Bangla Desh había ordenado al gobierno que formara un comité para monitorear la seguridad de los trabajadores de la costura. Pero jamás se implementó esa directiva. Los funcionarios del gobierno afirman que es difícil llegar a un acuerdo entre los propietarios para implementar reformas asequibles, y aún más difícil monitorear y hacer cumplir los reglamentos. Los propietarios de estas fábricas (muchos de los cuales también tienen poder en el gobierno como legisladores o administradores) afirman que no tienen control sobre el proceso y que es demasiado costoso hacer más que los compradores requieren para obtener y mantener un contrato. Los compradores transnacionales de marcas grandes, por su parte, afirman que los salarios y la seguridad son la responsabilidad de los propietarios, e insisten en que ellos, los compradores, están haciendo todo lo posible para promover el cumplimiento de las expectativas de seguridad del gobierno, y que no contratan a propietarios e instalaciones de fabricación inseguros.
Además, todos afirman que este desastre fue un accidente desafortunado y que están haciendo lo mejor que pueden para proteger la industria textil económicamente crucial y que continúan proporcionando empleos a un sector de la población (principalmente mujeres de áreas rurales pobres) que de otra manera no tendrían ningún trabajo y no podrían contribuir a los ingresos de su familia.
EL VERDADERO MOTIVO
Pero la verdad es que este incendio mortal en la fábrica de Tazreen Fashions (y otros que se repiten cada año con un saldo de más de 600 muertes entre 1990 y 2012) no es simplemente un accidente desafortunado, y la realidad es que los verdaderos beneficiarios del sistema de producción en Bangla Desh no son las trabajadoras mal pagadas y agobiadas por el trabajo, sino los compradores transnacionales de marcas grandes que son la fuerza motriz fundamental de todo el proceso.
No hay duda que estos específicos gerentes y dueños de fábricas y funcionarios del gobierno jugaron un papel en las laxas medidas de seguridad, el cableado defectuoso, las condiciones de trabajo abarrotadas, la construcción y diseño deficiente del edificio, y la mala dirección para las personas que intentaban desesperadamente escapar de las llamas y el humo — las causas de las horribles muertes y heridas de ese día. Pero los compradores de marcas grandes impulsan el proceso. Definen los productos que desean, eligen contratar a los proveedores y subcontratar a los fabricantes, y establecen los términos de cuándo y cómo se producen y entregan los productos. Como dijo la coordinadora internacional de la Clean Clothes Campaign (Campaña de Ropa Limpia), Ineke Zeldenrust, “Estas marcas saben desde hace años que muchas de las fábricas con las que eligen colaborar son trampas mortales. Su falta de acción constituye la negligencia criminal”.
Esa falta de acción es el resultado del verdadero motivo subyacente de todas estas decisiones: la incesante búsqueda de ganancias, mercados nuevos y especialmente fuentes de mano de obra más barata, el mismo motivo que indujo las crecientes empresas transnacionales de costura de Estados Unidos a establecer firmemente el papel importante de Bangla Desh en la industria de la costura a finales de los años 1970. “La razón por la cual Bangla Desh pasó de cero a héroe en el sector de la confección es porque no hay un país con costos laborales y otros costos tan bajos”, dijo Arvind Singhal, presidente de Technopak Advisors, consultora minorista con sede en la India. “Ningún comprador tiene prisa en trasladarse de Bangla Desh porque los minoristas occidentales se preocupan si cualquier aumento de precio minorista pasara a los clientes. Actualmente, no hay ningún sustituto por Bangla Desh donde, para limitar los costos, los fabricantes aun se arriesgan a operar en estructuras desvencijadas”.
Fuentes y lectura adicional
“Bangla Desh: Obreros quemados vivos en la trampa mortal de una fábrica de ropa”, Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar, 26 de noviembre de 2012
“Incendio en Bangla Desh deja a 121 muertos: Si tu camisa podría hablar…”, Revolución, 9 de diciembre de 2012
“Bangla Desh: The Human Cost of Cheap Clothes” (en inglés), Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar, 29 de abril de 2013
“El infierno de Daca, Bangla Desh” Revolución, 16 de junio de 2013
“La oda al imperialismo de Nicholas Kristof. ¿Qué clase de mundo celebra? ¿Qué clase de mundo podría emancipar a la humanidad?”, Raymond Lotta, Revolución, 20 de octubre de 2013
“Todos hablan de la desigualdad — Hablemos del sistema que la causa. Una lección desde Bangla Desh” Revolución, 6 de enero de 2014
“Documents Indicate Walmart Blocked Safety Push in Bangla Desh”, Steven Greenhouse, New York Times, 5 de diciembre de 2012
“Bangla Desh factory fires: fashion industry’s latest crisis”. Jason Burke, Guardian, 8 de diciembre de 2013
“The Effects of Globalization on Bangla Desh’s Ready-Made Garment Industry: The High Cost of Cheap Clothing”, Alexandra Rose Caleca, Brooklyn Journal of International Law, vol. 40, núm. 1, artículo 7, 2014
“Rags, Riches, and Women Workers: Export-Oriented Garment Manufacturing in Bangla Desh” Naila Kabeer y Simeen Mahmud, Chains Final en www.wiego.org/publications
“Sabotage, really?”, The Daily Star, 19 de diciembre de 2012
“Bangla Desh factory owner: I didn’t know fire exits were needed”, CTV News, 29 de noviembre de 2012
“For cost-crunching retailers, Bangla Desh reigns supreme” Reuters, 9 de julio de 2013
“Gap and Walmart in Bangla Desh: A History of Irresponsibility and Empty Promises” cleanclothes.org, julio de 2013
“Spinning the Chain; Lost in the Queue. International Restructuring and Bangla Desh Women Garment Workers”, Rashed Al Mahmud Titumir, Solidarity Forum for Garment Workers of LDCs Dhaka, 18-19 de agosto de 2003, The Innovators
“Special Report: How textile kings weave a hold on Bangla Desh”, John Chalmers, Reuters, 2 de mayo de 2003
“Bangla Desh’s ready-made garments landscape: The challenge of growth”, informe de McKinsey & Company Report en Apparel, Fashion & Luxury Practice, noviembre de 2011