La nueva ley fiscal: Amarran programas y una política de crueldad, impulsan una agenda ideológica y política FASCISTA

27 de deciembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Esta semana, los republicanos en ambas cámaras del Congreso promulgaron a martillazos la última versión de su proyecto de ley fiscal y la entregaron a Trump para que la firmara y entrara en vigor. Luego se reunieron en la Casa Blanca para revolcarse en una celebración al estilo estadounidense feo y depredador, y para alabar al führer Trump.

Esta nueva ley, el primer cambio importante de la legislación tributaria federal en tres décadas, tiene una extensión de cientos de páginas e incluye muchas disposiciones diferentes, a menudo ocultas o complicadas. Si bien todo lo relacionado con sus disposiciones y efectos aún no se conoce ampliamente, algunas dimensiones importantes son claras. Uno no tiene que ser economista, abogado o contador para entender lo básico: este es un plano cuyo propósito es de fortalecer a los capitalistas estadounidenses más grandes y más depredadores y al dominio económico global de Estados Unidos. Al mismo tiempo, la ley impulsa programas y una política de crueldad que perjudican severamente a los sectores pobres y más vulnerables de la sociedad. La nueva ley de hecho aumenta los impuestos a partes de la sociedad como las zonas urbanas, los estados liberales y las universidades que no forman parte de la base social fascista. Lo que sustenta a estos programas y política es una ideología de “responsabilidad personal” y una segmentación de la sociedad entre aquellos que se considera que “contribuyen y son merecedores” y aquellos que no. Esta ley es una expresión fea de objetivos políticos fascistas y una concepción del mundo fascista.

La ley fue engañosamente titulada “Ley de Empleos y Reducción de Impuestos”. A corto plazo, le da a muchas personas que trabajan y de la clase media reducciones temporales de impuestos y quizá hasta impulse la economía. Esto podría considerarse una maniobra deliberada del régimen de Trump y Pence y los republicanos para comprar aquiescencia y apoyo a esta ley y al régimen de Trump y Pence, y hacer que se trague este veneno.

En realidad, como afirma Raymond Lotta en el artículo acompañante: “Tres puntos esenciales sobre la lógica imperialista, y fascista, de la ley fiscal de Trump”, esta ley “acelerará la redistribución hacia las capas sociales superiores y la concentración de ingresos y riquezas. El Tax Policy Center (el Centro de Política Fiscal) ha calculado que para 2025, el uno por ciento de los hogares más ricos recibiría casi el 85 por ciento de la reducción total de impuestos’”. Como demuestra Lotta, los imperativos competitivos de la clase capitalista-imperialista impulsan el eje central de esta ley, las reducciones impositivas corporativas permanentes, según las perciben aquellos que actualmente están en el poder. Y el costo social y económico compensatorio de estas reducciones se impone a los sectores de la sociedad de acuerdo a la ideología y la política de aquellos que actualmente están en el poder.

A mediano plazo, y en muchos casos muy inmediatamente, la ley aplastará a muchas personas pobres, empobrecerá a millones más y agredirá a amplios sectores de la clase media. Inmediatamente asestará un golpe frontal a la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA por las siglas en inglés, u “Obamacare”) y, potencialmente, a la atención medica para millones de personas. Se acumulará una deuda masiva y causará y sentará las bases para recortes drásticos adicionales a la red de seguridad social básica ya tenue de la sociedad, incluido Medicare (el programa gubernamental que cubre los costos del tratamiento médico para la gente mayor) y el Seguro Social. Socavará los cimientos del sistema de educación pública —que ya se está desmoronando en muchas partes de Estados Unidos— al mismo tiempo que favorecerá a las escuelas privadas y religiosas. Y definitivamente no recompensará el “trabajo duro”. En otras palabras, las reducciones de impuestos para las corporaciones y los súper ricos tendrán un precio: para los pobres y los vulnerables.

Las reducciones permanentes de impuestos para las corporaciones y el narcótico temporal para las masas antes de que comience el dolor

La ley fiscal de Trump y los republicanos se construye en torno a una reducción impositiva masiva para las corporaciones y empresas, cuyas tasas impositivas se reducirán a casi la mitad, así como para los ultra-ricos. Durante los próximos 10 años, esto transferirá 1.5 millones de millones de dólares a los mayores explotadores de Estados Unidos, cuya riqueza se exprime a la explotación brutal de cientos de millones de personas en redes de producción y explotación que abarcan todo el planeta. Nótese bien: esta reducción de impuestos es permanente.

Las reducciones de impuestos para la inmensa mayoría de las personas, sin embargo, no son permanentes. Se reducen con el tiempo y es probable que terminen en 2027 cuando todos menos los más ricos verán aumentar sus impuestos. A una década de hoy, se proyecta que las personas que ganan alrededor de 50.000 de dólares al año, en muchos casos la gente con familias que sobreviven a duras penas, pagarán miles de millones de dólares adicionales de impuestos, mientras que aquellos que ganan un millón dólares o más pagarán miles de millones de dólares menos.

Se proyecta que estas masivas reducciones impositivas corporativas harán aumentar la deuda del gobierno de un estimado de 1 millón de millones a 2 millones de millones de dólares. Se espera que esto causará (y tal vez se ha redactado deliberadamente así para causar) recortes automáticos y fuertes de las erogaciones para los programas sociales como Medicare, Medicaid y Seguro Social. Esto pondría a muchísimos millones de personas, especialmente a los negros, latinos y otros oprimidos o empobrecidos, al borde de la supervivencia, o algo peor. Básicamente, Trump y los republicanos están declarando la guerra a casi todas las concesiones económicas de los últimos 90 años.

Muchos están denunciando la ley fiscal como un “dádiva” para los ricos, o como la avaricia desbocada. Sí, la repugnante avaricia está presente y patente, y el régimen fascista de Trump y Pence y sus huestes republicanas corren desbocados. Pero como analizó Bob Avakian (BA) en su análisis previsor, “La verdad sobre la conspiración derechista… y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta”, todo esto se deriva de algo mucho más profundo y su impulso es algo mucho más profundo, la propia naturaleza y compulsiones más profundas del sistema capitalista-imperialista:

En la situación actual y en el “ambiente global” actual, los requisitos del sistema económico y social capitalista exigen no sólo que los señores del capital tengan la capacidad de cumplir su mandamiento supremo, “adorarás al dios de las ganancias sobre todas las cosas”, es decir, dominar y explotar, de una manera más desenfrenada y más “móvil” por todo el planeta. También exigen que, en la propia sociedad estadounidense, se recorten fuertemente importantes programas sociales y se fortalezcan los poderes represivos del gobierno, junto con fomentar una atmósfera social opresiva. Exigen lo que la organización ¡Rehusar & Resistir! ha llamado la política de la crueldad, o sea, una política de pobreza, penalidades y patriarcado.

Esto se ha confirmado con creces desde que BA lo escribió hace 20 años. Como demuestra Lotta, esta ley fiscal de Trump y los republicanos tiene como objetivo disminuir la carga impositiva sobre las corporaciones y empresas a fin de fortalecer su capacidad de competir y dominar en el mundo. La ley fiscal impulsa las inversiones, pero no necesariamente la creación de empleos. Y está ocurriendo en el contexto de una expansión  militar masiva y crecientes amenazas de guerra. Así se parece “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”.

El ataque ideológico perverso de los fascistas a los pobres y los vulnerables

Para apuntalar este asalto económico, hay un ataque ideológico, con el propósito de eviscerar más las normas sociales y de gobernanza cohesionadoras: que el gobierno sea responsable de alguna especie de “red de seguridad” para los necesitados. Bajo asalto y en vías de erosión por largo tiempo, esta ley fiscal representa otro salto en este sentido.

En primer lugar, en la concepción del mundo del núcleo republi-fascista imperante de la clase dominante de Estados Unidos está integrada una segmentación fundamental de la sociedad. Creen que las corporaciones y los bancos, y aquellos que los manejan y poseen, son aquellos que contribuyen, y hacen que funcione esta sociedad. Y por otro lado están los otros... aquellos que no contribuyen y no son merecedores. Escuchen lo que algunos de los republicanos de peso dicen:

Charles Grassley, senador por Iowa, sobre las enormes reducciones de impuestos para los ultra-ricos: “Creo que no tener el impuesto de sucesión [para patrimonios hereditarios de un valor de más de $11 millones] reconoce a las personas que están haciendo inversiones, en lugar de las personas que simplemente gastan cada centavo que tienen, ya sea por trago, mujeres o películas”.

Orrin Hatch, senador por Utah, en referencia a un programa federal que eroga fondos para la atención médica para nueve millones de niños: “Me cuesta mucho trabajo desembolsar miles de millones y millones de millones de dólares para ayudar a las personas que no se ayudan a sí mismas, que no se mueven ni un dedo y esperan que el gobierno federal haga todo”.

¿A quiénes se refieren cuando hablan de las personas que “esperan que el gobierno federal haga todo”? Se refieren a los de abajo, a aquellos que siempre han estado atrapados en el infierno en este sistema, especialmente los negros y los latinos. ¿A quiénes se refieren Hatch y la gente de su calaña al hablar de personas “que no se ayudan a sí mismas”?

  • Son los 44 millones de personas, que en su mayoría trabajan por salarios de pobreza, que pasarán hambre sin cupones de alimentos, o las familias empobrecidas que dependen del crédito tributario por ingreso del trabajo, lo que van a reducir en unos 19 miles de millones de dólares [en inglés]. Son los pobres, los empleados a tiempo parcial o los desempleados, las personas que se esfuerzan por llegar al fin del mes con tres empleos, es la gente que se deja en el olvido cuando las operaciones de las fábricas se trasladan a otros países o el centro comercial donde trabaja se clausura de la noche a la mañana. Estas son las personas que el “honorable” Senador Grassley degrada tan cruelmente.
  • Son las personas como la gerente de una tienda que alquila muebles que percibe un salario tan mísero que ella se ve obligada a depender del CHIP (Programa de seguro de salud para niños) para pagar la atención médica de sus dos hijos. Los fondos del programa se agotaron en septiembre y ahora Hatch dice que “no hay dinero” para este programa de 14.5 mil millones de dólares que provee cobertura médica a nueve millones de niños. Estas son las personas que el “honorable” Senador Hatch insulta con tanta saña.
  • Son las personas que compran su propia cobertura de salud. La ley fiscal elimina el requisito del ACA u Obamacare de que todos adquieran un seguro de salud. Esto significa el potencial de que un estimado de 13 millones de personas jóvenes y sanas elijan no adquirirlo, lo que haría aumentar los costos para aquellos que realmente necesitan este seguro. Para millones de personas, quizá aumenten sus primas ya exorbitantes, tal vez disparen. Estas son las personas que el piadoso Pence y sus secuaces fascistas cristianos dejan para morir.
  • Son los 3.5 millones de personas que viven en Puerto Rico, azotadas hace poco por el huracán María y ahora azotadas de nuevo en su economía por la disposición de la ley fiscal que trata a las empresas estadounidenses en la isla como si operaran en un país extranjero (con un impuesto de 12.5 por ciento sobre los ingresos provenientes de la propiedad intelectual). Un “golpe devastador” según el gobernador. Estas son las personas que Trump ha abandonado tan cruelmente y luego insultado, una y otra vez.
  • Estos son los inmigrantes indocumentados que dependen de los créditos fiscales para niños, pero que ahora, para recibirlos, tienen que presentar un número de Seguro Social, en otras palabras, las personas que limpian los edificios de oficinas hasta las 4 a.m., las personas que siguen las cosechas para recolectar la fruta bajo el sol del verano, las personas que trabajan sin seguro y viven con seis personas en una habitación, que construyen casas en las extensas subdivisiones de la “Franja del Sol”, el Sur de Estados Unidos.
  • Son los 57 millones de personas de la tercera edad, muchas de las cuales han trabajado como esclavos para este sistema durante toda su vida, y las personas discapacitadas que dependen de Medicare, el cual se podría recortar en 400 mil millones de dólares durante la próxima década.

Todas estas personas, los explotados de cuya sangre se exprime esta riqueza y que el sistema ha desechado cuando ya no puede explotarlos de manera rentable, son los “que no son merecedores”.

¿Y quiénes son estas corporaciones e “inversionistas” a quienes Trump y los republicanos alaban y por quienes hablan? Los explotadores capitalista-imperialistas1 cuya riqueza, poder e imperio global se ha construido esclavizando a la gente negra, cometiendo el genocidio contra los pueblos indígenas, superexplotando a los obreros en las maquiladores en todo el mundo y emprendiendo guerras y asesinando a millones de personas de Hiroshima a Vietnam a Irak, para que puedan dominar y controlar el planeta.

La gran mentira de la “responsabilidad personal”

En segundo lugar, lo que apuntala esta política de crueldad es una ideología de la “responsabilidad personal”. Aquellos vampiros que llevan siglos chupando la sangre de los pobres, los explotados y los oprimidos afirman que la situación de estas personas fundamentalmente es su propia culpa, y que el sistema, la sociedad y el gobierno no tienen ninguna responsabilidad de remediarla. Los republi-fascistas sostienen este concepto muy descarnadamente acerca del “gobierno pequeño” que incluye la eliminación del “estado-niñera” y sus programas de bienestar social y redes de seguridad, por muy inadecuados y erosionados que sean, en nombre de “elegir”, “la privatización” y “la responsabilidad personal”. Es por eso que Paul Ryan se refiere constantemente a la red de seguridad como “programas de prerrogativas”, una frase cifrada para los programas a los que las personas se sienten que tienen el “derecho”, pero los que no “se merecen” aquellos que no los han pagado o no pueden pagarlos.

Esta noción de responsabilidad personal, implementada en estos programas y política de crueldad contra los más vulnerables, cunde fuertemente entre los republicanos, pero también la comparten y expresan los demócratas, Clinton y Obama de distintas maneras. Durante la administración de Clinton, Avakian escribió lo siguiente:

Tal como lo manejan Clinton así como los conservadores, este tema de la “responsabilidad personal” es un arma ideológica con la cual se culpa al pueblo por la disparidad entre la realidad de la sociedad burguesa y las promesas y los principios que pregona, y en particular culpa a aquellos que viven en las comunidades marginadas de las ciudades por la situación de pobreza y opresión en que han sido dejados y confinados. Trata de ubicar la causa de esta situación —y de las acciones de la gente obligada a vivir así— en alguna supuesta “falla moral” de parte de la gente misma, y trata de negar y ocultar la verdadera causa: el funcionamiento del sistema y las políticas de los de arriba. (¿A poco la gente de los ghettos y barrios sacó la industria de las ciudades o impuso la segregación de la vivienda, o a poco la gente de las zonas rurales es responsable de que el capital bancario y corporativo domine el sector agropecuario?) Hablar de la “responsabilidad personal” es poner sal en la llaga y más que eso, es el “sermón moral” que acompaña la política de castigo, las palabras mojigatas pronunciadas por los verdugos.

El liberalismo, el secularismo y los “estados azules” en la mira y bajo castigo: “Hacer que paguen. Oremos...”

Esta ley fiscal también incluye disposiciones para ayudar a impulsar la dominación republicana —fascista— del gobierno de Estados Unidos. La ley es un golpe político en términos económicos.

Con precisión, pone en la mira y bajo castigo a los estados y a los sectores de la población donde el apoyo al régimen fascista de Trump y Pence es más débil: Nueva York y los estados de Nueva Inglaterra, California y las llamadas zonas “azules” (inclinadas hacia los demócratas) en el sentido más amplio. Es un asalto a los centros del liberalismo, el secularismo y el pensamiento científico. Como dice un artículo en el New York Times, la ley es “una daga económica apuntada a las zonas con una tasa impositiva alta, un alto costo de vida y en general que se inclinan por los demócratas, especialmente la Ciudad de Nueva York y sus vecinos”.

En la ley fiscal, la reducción de las deducciones por intereses hipotecarios afectará fuertemente a muchos dueños de casa propia, pero ese cambio y el tope a las deducciones para los impuestos de los estados y las localidades sobre los ingresos golpearán aún más duro a Nueva York, California y algunos otros estados “azules”. Esto afectará fuertemente a mucha gente de la clase media alta en estos estados y limitará la capacidad de esos estados de recaudar los impuestos para costear los programas sociales patrocinados por los estados en materia de la salud, programas sociales y educación. En California, esto podría afectar severamente a las escuelas de los grados K a 12 las cuales podrían perder 4.6 mil millones de dólares al año, y los proyectos de infraestructura (carreteras, vías navegables, construcción de escuelas, etc.). La ley fiscal fomenta el matrimonio tradicional y la opresión patriarcal de las mujeres aumentando los créditos tributarios por hijos y eliminando la deducción por pagos de pensión alimenticia, lo que desalentaría el divorcio. Mientras tanto, los republicanos del Senado agregaron un crédito fiscal de 10.000 dólares para costear la educación religiosa, privada y en el hogar, todo lo que son elementos fundamentales del movimiento fascista cristiano.

La ley incluye un impuesto indirecto sobre las ganancias provenientes de las inversiones de ciertos fondos universitarios, que afectará al menos tres docenas de universidades y colegios importantes. De nuevo, esto pone en la mira a los centros de liberalismo, secularismo y pensamiento crítico. La versión anterior del proyecto de ley de la Cámara de Representantes habría tratado los ingresos de los beneficiaros de ayudantías para graduados como ingresos gravables, haciéndolas inasequibles, lo que atacará quirúrgicamente a un sector demográfico importante y un ámbito que en gran parte odia el rumbo fascista de la sociedad. Si bien en esta versión, no se logró adoptar esta disposición, considérenla como un tiro de advertencia.

Esto no es el toma y daca normal de la política electoral burguesa. Su propósito es reconfigurar la sociedad durante años por venir.

¿Y dónde estaban los demócratas en todo esto? Si bien se oponen a esta ley, no generaron movilizaciones masivas en su contra, parecidas a las acciones en contra de los esfuerzos republicanos anteriores para destripar Obamacare. A partir de una proyección electoral para 2018, la dirigencia demócrata principalmente habla de la ley fiscal, y la devastación que causará, como algo que les podría beneficiar, ¡porque para los republicanos se les saldrá por la culata y les quitará votos en 2018! “Esta ley fiscal será una piedra atada al tobillo de cada republicano... van a enterarse de ello en el noviembre que viene”, declaró un dirigente del partido Demócrata, Chuck Schumer durante el proceso. Mientras tanto, los ataques crueles, devastadores y largoplacistas al pueblo se convierten en ley y política, y además, el narcótico temporal de las reducciones fiscales cortoplacistas de hecho podría tener el potencial de influenciar a algunos sectores de la población a favor de los fascistas republicanos, inclusive en las elecciones, ¡y así impulsar la trayectoria fascista!

Una vil ley fiscal de un vil sistema

Esta vil ley fiscal nueva no surgió fundamentalmente de la codicia de unos pocos individuos, de la imaginación de los cabilderos o de la presión de los donantes políticos. De fondo, surge de la naturaleza básica y las compulsiones impulsoras del capitalismo-imperialismo. Esto no es una palabrota, no es mera retórica. El capitalismo-imperialismo es un sistema económico y político que genera enormes riquezas en las manos de unos pocos, pero deja a miles de millones de personas en la indigencia y cada vez más desesperadas. Para mantener y expandir este sistema, emprenden guerras de devastación descabellada y amenazan con aniquilar a la humanidad, mantienen encadenadas a regiones enteras del mundo, fomentan y refuerzan la asesina supremacía blanca nacida hace siglos para justificar la trata de esclavos y sus genocidios contra los pueblos indígenas en todo el planeta, perpetúan el milenario abuso, degradación y esclavización de la mitad femenina de la humanidad, y desgarran vorazmente el tejido de la vida en el planeta. Ahora un régimen fascista preside ese sistema en Estados Unidos.

Este es un sistema que hay que derrocar mediante la revolución a la mayor brevedad posible. Tenemos la estrategia, la dirección para una revolución así y un plano concreto y visionario para una sociedad radicalmente diferente y mucho mejor, con el objetivo de emancipar a toda la humanidad. Pueden encontrarlo AQUÍ, y AQUÍ.

En este momento, el régimen fascista de Trump y Pence es una forma de gobierno más monstruosa y grotesca de este sistema, que inflige horrores y amenaza al futuro de la humanidad. Para detenerlo, y para la posibilidad de luchar por cualquier tipo de futuro diferente y mejor, es urgente unir a millones de personas para sacar del poder a este régimen, por medio de protestas políticas no violentas masivas. El régimen ha logrado superar muchos desafíos, y en cada ocasión ha redoblado sus esfuerzos por consolidar el fascismo. Esa dinámica continuará a menos que sea sacado del poder.

Trump ha firmado una ley fiscal que será un asalto aplastante a decenas de millones de personas. Hará que la vida sea intolerable, y nadie debería tolerarla. De nuevo, esto subraya la urgencia de sacar del poder a este régimen mediante el tipo de protestas y resistencia política no violenta de masas a que ha llamado Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org).

 


1. En cuanto a la justificación de que ellos son “creadores de empleos”, vea el pasaje acompañante de Bob Avakian sobre la lógica subyacente de esta afirmación. [regresa]

 

 

 

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