Mientras los demócratas siguen pidiendo "trabajar con" Trump…

Trump sigue adelante con equipo fascista y amenazas fascistas

8 de diciembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Quien piensa que Trump no se portará como el fascista que prometió ser durante su campaña tiene que ver la realidad tal y como es.

Como subrayamos hace dos semanas, con su equipo de Pence, Bannon, Flynn, Sessions y Pompeo, Trump ha forjado un núcleo muy sólido de fascistas. Desde ese entonces, lo va completando con secuaces de la misma calaña, como la fascista cristiana DeVos (Vea la galería de canallas en "Trump configura su equipo fascista".)

Esta semana hizo dos cosas más: hubo más nominaciones ominosas; y continuó sus descaradas bravuconadas fascistas, como la amenaza de arrebatarle la ciudadanía a quien queme la bandera yanqui en protesta.

Promover el militarismo, concretar una alianza

Esta semana Trump nombró al general jubilado de la Infantería de Marina James Mattis a la posición de secretario de Defensa. Eso, después de nombrar al general jubilado Michael Flynn a la posición de asesor de seguridad nacional, que concuerda con su muy público coqueteo con el general jubilado David Petraeus, para la posición de secretario de Estado.

De aprobarlo, Mattis será el primer general jubilado en más de 60 años que encabeza el Pentágono. Eso sí que está sumamente fuera de lo ordinario, y llama la atención sobre qué sería el papel directo de los militares en la vida cívica y política. En Estados Unidos, por ley, los oficiales militares tienen que esperar siete años después de jubilarse antes de asumir la posición de secretario de Defensa, pero todos están de acuerdo con que en esta ocasión el Congreso aprobará una exención a esa disposición. El último general que lo hizo era conocido más como un administrador capaz que como un guerrero.

Por otro lado, Mattis se enorgullece de que aparentemente es conocido como un “monje guerrero” y su apodo es “perro rabioso”, y Trump no se aguantaba, no contenía su júbilo al pronunciar ese apodo. Los comentaristas están de acuerdo de que Mattis favorece una posición más belicosa en el Medio Oriente y otras partes. Está claro que la nominación de Mattis manda un mensaje y a la vez allana el camino para una posición más beligerante y agresiva hacia otros países, y para ser fieles al apodo de Mattis, se podría decir que sería una postura más rabiosa también.

Pero aquí lo importante podría rebasar cuestiones de política o protocolo. En su artículo “La verdad sobre la conspiración derechista… y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta”, Bob Avakian hace un análisis sumamente importante sobre el papel de las fuerzas armadas en la constelación política fascista:

Además, cabe señalar que desde hace cierto tiempo se ha cultivado una situación en las fuerzas armadas en la cual la política de los reaccionarios fundamentalistas ocupa una posición importante, particularmente en el alto mando. En su libro Making the Corps (que, como indica el título, se enfoca en la Infantería de Marina, además de abordar otras ramas castrenses) el autor, Thomas E. Ricks, comenta: “Al parecer las fuerzas armadas están optando por un conservadurismo partidista”. A manera de ejemplo, cita a varios militares y las siguientes frases de una condena típica de “radicales culturales, individuos que odian nuestra cultura judeocristiana... [cuyo] proyecto se está plasmando paulatinamente en una nueva ideología conocida como ‘multiculturalismo’ o ‘ser políticamente correcto’; fundamentalmente, es la traducción del marxismo de la economía a la esfera social y cultural”. Ricks señala que ese comentario “suena a la retórica relativamente típica de la derecha estadounidense de los años 1990”, tal como lo plantearía Robertson o Pat Buchanan, pero lo llamativo es que los autores son dos reservistas de la Infantería de Marina y William S. Lind, “un analista militar quien ha influido en el desarrollo de la doctrina castrense de la Infantería de Marina”; además, su “asombrosa conclusión” (palabras de Ricks) es que “es probable que la próxima guerra que combatamos sea aquí mismo en Estados Unidos”1.

Lea el completo COMO PODEMOS GANAR — Cómo en concreto podemos hacer una revolución AQUÍ

Bob Avakian comenta y analiza esta tendencia en Hacer la revolución y emancipar a la humanidad (Segunda parte), de un discurso de 2007. Cabe citarlo en cierta extensión:

Esto destaca lo importante que es para la clase dominante tener un movimiento fundamentalista religioso —un movimiento fascista cristiano— que dice que Estados Unidos debe tener, y tiene que tener, una relación especial con “Dios” y tiene que imponer su “misión ordenada por Dios” al mundo, a punta de fusil (o por medio de sus fuerzas armadas de alta tecnología). Además, explica (y “ubica”) la propugnación muy ferviente de parte de un sector de la clase dominante de esa orientación y ese programa fascistas cristianos como una fuerza de cohesión, en el contexto de la campaña de guerra y represión en que está encaminado el gobierno de Bush.

De mucha importancia, existen dos fuerzas e instituciones principales en Estados Unidos hoy que, en oposición al individualismo desenfrenado que caracteriza a la sociedad en general, encarnan un polo opuesto. Es decir, existen dos fuerzas e instituciones principales que representan los intereses de la clase dominante y encarnan un polo opuesto al individualismo extremo de esa manera — un polo opuesto de colectivismo reaccionario con una orientación fascista y una jerarquía extrema. ¿Cuáles son esas dos instituciones? Las iglesias fascistas cristianas y las fuerzas armadas. He aquí otra base del fuerte entrelazamiento de estas dos instituciones y de la gran influencia que ejercen los fascistas cristianos en particular en el cuerpo de oficiales de las fuerzas armadas estadounidenses.

Si bien el propio Trump pone un “modelo” de un individualismo extremo, ambas fuerzas han aprendido a “hacer ajustes” al respecto y están muy “emperradas en el programa”. Ahora esas dos fuerzas tienen una fuerte representación en el núcleo de Trump y se están fundiendo más ahí, en lo que se vislumbra como un camino aún más férreo.

Además del fanatismo teocrático de Mike Pence (lea “Mike Pence: Un fascista cristiano que se encuentra a un latido de corazón de distancia de la presidencia de Estados Unidos”), está el aspecto fascista cristiano menos conocido de Steve Bannon, el consejero principal de Trump. Con Bannon es difícil saber por dónde empezar para analizar sus ideas reaccionarias, y con mucha razón muchas personas recalcan sus relaciones y promoción de la llamada “derecha alternativa”, y, como nosotros y otros han dicho, más bien hay que llamarla “neonazi”.

Hace poco se dio a conocer una conferencia que Bannon pronunció hace dos años en el Vaticano, en la que deja muy claro que lo que propone es una “guerra santa” del “capitalismo judeocristiano” en contra del islam. Y la vincula a las guerras religiosas del pasado y al hacerlo acusa al “laicismo” de minar la “fuerza” del Occidente2.

Bannon reúne el fascismo cristiano con la promoción descarada de la supremacía blanca y la increíble misoginia pútrida, aborrecible y abierta traficada por Breitbart.com, que él encabezó antes de unirse a Trump. Flynn, y Mattis y quienesquiera que tal vez se suban a bordo proveniente de las fuerzas armadas, aportan importantes sectores de las fuerzas armadas del imperialismo estadounidense. Una alianza vil y tóxica.

El New York Times promueve con “matices” al verdugo de Trump ante los liberales

No obstante, la burguesía liberal sigue intentando “normalizar” y legitimar a Trump. El New York Times, en un artículo de primera plana de la semana pasada que con razón se podría llamar un “artículo de exageradas loas”, promovió a Bannon como un “populista combativo” (“In Trump, Populist Provocateur Found a Man For His Mission” [En Trump, el provocador populista encontró a un hombre para su misión], Scott Shane, 28 de noviembre de 2016). El artículo está repleto de referencias de carácter “íntimas y personales” (aunque a veces anónimas) que argumentan por la supuesta falta de racismo de Bannon en sus tratos personales, junto con un material irrelevante sobre qué tan duro que él trabaja, etc., pero incluye solamente una mención relativamente mínima de las tendencias políticas que él promovía en su misión, como lo puso en julio, de darle a la “derecha alternativa” una plataforma en Breitbart.com. El método de marras es de presentar una versión muy matizada y no muy sustantiva de la crítica a Bannon, luego ofrecer una respuesta con anécdotas y testimonios personales, y de ahí pasar a otros asuntos, evidentemente con la esperanza de dejar al lectorado en una confusión, hacerle creer que las anécdotas personales de alguna manera refutan las denuncias políticas o que este tipo es un poco complicado. Para decirlo de otra manera, había apenas suficiente sentido negativo en el artículo como para darles la impresión de ser “equilibrado” a los lectores liberales del New York Times, incómodos con Bannon, mientras que el efecto neto fue para “humanizarlo”. Mientras tanto, este tipo es un monstruo que metódicamente va poniendo en marcha a gente monstruosa y va promoviendo cosas monstruosas.

Cuando algunos lectores correctamente protestaron por lo que hay que llamar un “embellecimiento”, uno dijo que “al decir populista como un eufemismo para la supremacía blanca, el Times sigue fallando a sus lectores”, y lo hicieron un número suficientemente grande de lectores como para requerir que el diario emitiera una defensa pública: la “directora de relaciones públicas” criticó a los lectores. (“When the Language of Politics Becomes a Minefield” [Cuando el lenguaje de la política se convierte en un campo minado”, Liz Spayd). Los lectores, dijo Spayd, no aprecian la “valentía” del uso de “matices” por el autor. Con esa actitud, tendrán que poner justificaciones con “matices valientes” mientras cargan de gente los trenes que van a los campos de concentración, con reflexiones sobre la complejidad de Trump y sus golpeadores y la “sordidez” de la verdad sobre él. De ahí Spayd defiende al diario trivializando las críticas de aquellos que piensan que el diario es partidario de “engañar” (su palabra) al público para que éste le conceda legitimidad a Trump. Ella lo hace dando la impresión como si los críticos se discutieran sobre las definiciones y el uso de la palabra (lo que sí SON importantes), ignora las críticas más amplias a su postura y cobertura general (lea, por ejemplo, “El New York Times se reúne con Trump: Un paso peligroso en la ‘normalización’ del fascismo” en www.revcom.us.)

Ella termina por mencionar que para el viernes, después de que varias otras organizaciones noticiosas de peso se habían decidido a continuar con el uso del término suavizado “la derecha alternativa” pero solamente con definiciones, el diario dijo que en adelante describiría “la derecha alternativa” como un “movimiento marginal racista de la ultraderecha que abraza una ideología de nacionalismo blanco y es antiinmigrante, antisemita y antifeminista”. Dejemos de lado el hecho de que esta definición en sí es algo suavizada. ¿Qué carajos es el “nacionalismo blanco” SI NO el racismo y la supremacía blanca llevados a los extremos genocidas de la segregación y la limpieza étnica, como mínimo, y, en el peor de los casos, los campos de concentración sin tapujos? Y no olvidemos que esa gente le daba “vivas” a Trump en su mitin, y al decir que Bannon y Breitbart.com, su “plataforma de la derecha alternativa”, son “antifeministas”, el diario suaviza muchísimo la misoginia extrema de dicho sitio web. ¿En verdad se cree que saldrá próximamente en el New York Times un reportaje de dos páginas y media sobre “En Trump, el provocador populista encontró a un hombre para su misión”?3

¿Un sistema de controles y equilibrios? Ni en sueños

Pero para regresar al componente fascista cristiano de la camarilla de Trump, aunque con razón se ha prestado mucha atención a la Corte Suprema —a la cual no cabe casi ninguna duda de que Trump podrá llenar con jueces ultraderechistas y abiertamente fascistas cristianos—, se ha prestado muy poca atención a los tribunales federales de menor instancia, mismos que rinden decisiones en muchos casos más que la Corte Suprema y cuyas decisiones, entre ellas las que “van en contra de los precedentes” (es decir, las que cambian la interpretación de lo que la Constitución permite o no) — con frecuencia “ponen la mesa” para la Corte Suprema. Actualmente, el 30 por ciento de esas judicaturas están vacantes debido a que por seis años los republicanos se han negado a permitir que Obama nombrara a nuevos jueces. Trump, con un Congreso republicano dócil, llenará todas las instancias de esos tribunales con fascistas cristianos.

¿Cómo lo sabemos? Dado que el mismo Trump, para ganarse a los fascistas cristianos, publicó en la primavera una lista de aquellos que contemplaría para la Corte Suprema y otras judicaturas federales, una lista que fue nada más que una lista de deseos de los fascistas cristianos.

Muy a menudo se oye a la gente decir que en lo concreto Trump no podrá instituir el fascismo en Estados Unidos debido a los “controles y equilibrios”. ¿De veras? Se supone que la esencia de los supuestos controles y equilibrios son los tribunales — pero Trump llenará estos tribunales con sus nombramientos. Por lo que ¿qué pasará con todo, desde los derechos de libre expresión y las garantías jurídicas para los acusados hasta el derecho al aborto y el control de la natalidad, desde el derecho de votar, viajar o estudiar de los negros, latinos y otra gente de color, hasta el derecho de los gay a casarse, y así sucesivamente?

Aunada a lo anterior ha sido la enorme expansión del poder ejecutivo instituida por George W. Bush y luego Obama, en la que los presidentes de Estados Unidos literalmente se han adjudicado el poder de ordenar la muerte de ciudadanos estadounidenses sin juicio, sin cargos, sin siquiera admitir que lo han hecho.

Trump vuelve a desmandarse

Desde las elecciones, Trump ha seguido usando su cuenta de Twitter para desvariar contra sus críticos. Sean las críticas blandas o férreas, melladas o puntiagudas, que nadie se atreva a decir algo en contra del emperador.

Sin embargo, el martes 29 de noviembre, Trump fue más allá — al parecer incitado por una controversia en la universidad Hampshire College donde los estudiantes quemaron una bandera estadounidense en protesta. Trump exigió la encarcelación de los quemadores de la bandera o el retiro de su ciudadanía. Como escribimos en “Trump amenaza a quemadores de la bandera estadounidense... Un reto para todos los que tomarán partido con la HUMANIDAD”: “Pero ahora el presidente electo de los Estados Unidos, el siguiente comandante en jefe, decretó, sin justificación jurídica alguna, que semejante acto de disentimiento y libertad de expresión resultara en que las personas fueran a la cárcel o llegaran a ser apátridas sin ciudadanía, sin ninguna protección jurídica en absoluto. La amenaza de Trump suena a la legislación nazi, y a la mentalidad nazi, que hacía que fuera delito ‘profanar’ la esvástica. Lo anterior es muy grave. Es un indicio, junto con tantos otros atropellos, del tipo de régimen fascista que Trump pretende imponer. Es otra razón por la cual la gente no puede normalizar la actual situación, sino que tiene que emprender una seria resistencia sin precedentes para impedir que Trump consolide su régimen”.

Por lo que es importante señalar que Trump no es el único que quiere encarcelar a los que participan en una protesta protegida por la Constitución — Hillary Clinton, en 2005, presentó un proyecto de ley que exigía un año de prisión por quemar la bandera estadounidense, lo que ya es muy malo. Trump “da un paso aún peor” al exigir de manera totalmente ilegal que se clasifique de parias apátridas a los que protestan contra el patriotismo obligatorio, sin derechos en ninguna parte.

Luego, el jueves, Trump celebró un mitin popular en Cincinnati con todas las características de sus mítines preelectorales: los coros de “a meterla a la cárcel” y “a construir el muro”, las bravuconadas y pavoneos, las declaraciones y jactancias sin sustento en los hechos. En ese asqueroso brebaje, Trump reiteró su llamado para aplicar “consecuencias” a aquellos que queman la bandera estadounidense. (Los seguidores de Trump, organizados por el fanático fascista Alex Jones, previamente habían intentado impedir que el Club Revolución y Joey Johnson quemaran la bandera estadounidense fuera de la Convención Nacional Republicana, con ataques físicos, algo que admitieron en YouTube, y luego, cuando fracasaron, complotaron con la policía de Cleveland para arrestarlos bajo cargos falsos. Lea "Joey Johnson y los RNC 16 enjuician al sistema en Cleveland".)

Ese mitin en Cincinnati no fue sólo egomanía, la que es un elemento, sin duda, pero hay método y propósito en esta locura. Trump pretende seguir azuzando a su base social para mantenerse a la ofensiva como parte central de la forma en que considera que va a gobernar.

Lápiz labial en un cerdo: En Trump, los demócratas encuentran algo que amar o al menos algo con lo que acomodarse

Pero hay otro punto que es importante no perder de vista: El proceso electoral burgués más reciente ha requerido, por parte de los que representan a esta clase dominante, un énfasis en la importancia de esta "transferencia pacífica de poder", mucho más allá de lo que ha ocurrido en tiempos "normales". Lo anterior ilustra por un lado qué tan importante sea la "transferencia pacífica de poder" como una parte central de la mitología aglutinante del presente sistema en tanto un "bastión de la democracia", y por otro lado, el hecho de que en el proceso electoral burgués actual, a un grado importante ha resultado desgarrada y hecha jirones dicha transferencia, particularmente mediante las acciones de Trump y las fuerzas fascistas que él ha activado y cohesionado.

¿En serio? Dejemos de lado quién manipula a quién, el efecto objetivo de dar a conocer la cooperación de Obama con Trump es, de hecho, no sólo el de normalizar a Trump, sino el de desarmar políticamente a aquellos que admiran a Obama, entre ellos un gran número de negros, así como personas progresistas en general, respecto la amenaza grave que representa Trump. A lo anterior lo ha acompañado mucha palabrería sobre el respeto del proceso de “nuestra gran tradición de la transferencia pacífica del poder”.

Lo que evidencia una verdad importante: la tan proclamada “transferencia pacífica del poder” en realidad no es sino la entrega relativamente ordenada de las riendas del gobierno y los organismos del poder estatal entre las facciones rivales al interior de la misma clase dominante capitalista-imperialista, en la que el proceso electoral burgués sirve de vehículo central mediante el cual se ejecuta dicha entrega. Obama, sin saberlo, ofreció un servicio importante cuando, al hablar de por qué es apropiado y necesario aceptar los resultados de tales elecciones, aun cuando son decepcionantes, invocó la siguiente metáfora: Se trata de una competencia “interna” entre personas en el mismo equipo.

Lo anterior es precisamente así, para usted, señor Obama, y el resto de “las damas y los caballeros” asesinos de la clase dominante capitalista-imperialista, y gracias por aclarar una vez más dónde, con quiénes y con qué ustedes toman partido en realidad. Pero esto no es un juego para las masas de la humanidad, que no están en el mismo “equipo” con ustedes y con los que ustedes representan. Los intereses de las masas, en estos momentos y en un sentido fundamental, están en profunda y antagónica oposición a todas las atrocidades y horrores perpetrados y reforzados por el “equipo” de ustedes y por el sistema al que dicho equipo sirve.

Asimismo, las acciones de Bernie Sanders, que habla de trabajar con Trump “donde estamos de acuerdo y oponérsele donde no estamos de acuerdo”, lo que equivale a votar por Hitler para construir los campos de concentración, pero votar en contra de meter a los judíos en ellos... o a las acciones de aquellos que hablan de encontrarse con los partidarios de Trump en un punto intermedio y escuchar sus quejas legítimas, como si la defensa abierta o, al mínimo, la tolerancia del racismo descarado, el odio por las mujeres y la xenofobia, no deslegitimaran lo que ellos hacen o dicen... todo lo anterior impulsa la conciliación, el acomodacionismo y la colaboración. La verdadera infraestructura que se construye es la arquitectura del infierno.

Para esas personas, está claro: preferirían ver a un Trump cómodo en el cargo, “prosperando”, sometido, al máximo, a unas pequeñas quejas de los políticos demócratas, que ver a las masas en las calles con la exigencia de detener e impedir este programa y de expulsar a Trump. Lo BAsico 3:11 explica muy bien lo anterior, por lo que la presentamos a continuación:

Estos políticos derechistas (en general agrupados en el Partido Republicano) pueden movilizar, movilizarán y sí movilizan enérgicamente a esta base social esencialmente fascista... pero, por otro lado, los sectores de la clase dominante que el Partido Demócrata en general representa están muy renuentes a movilizar y en efecto se resisten a movilizar a… la base de personas cuyo voto y apoyo en la arena política burguesa la quieren ganar los demócratas. Este lado (el Partido Demócrata) de la clase dominante generalmente no quiere movilizar a esa base en las calles y de hecho rehuye a la idea de llamar a esa base a las calles, a movilizarla para oponerse a las fuerzas opuestas en la clase dominante y su base social, o en general para luchar por los programas que el mismo Partido Demócrata dice que representa y que en cierta medida trata de implementar….

Como amplificación del punto básico en consideración, es importante reconocer lo siguiente: en el marco del sistema capitalista imperialista y con la dinámica subyacente de este sistema que en lo fundamental determinan las pautas y los límites de la política “oficial” y “aceptable”, el fascismo —o sea, la imposición de una forma de dictadura que se basa abiertamente en la violencia y el terror para mantener el dominio y los imperativos del sistema capitalista imperialista— es una posible resolución de las contradicciones que enfrenta este sistema, una resolución que en cierto momento podría corresponder más o menos a las necesidades imperiosas de este sistema y su clase dominante — mientras que la revolución y el auténtico socialismo que se proponen alcanzar el objetivo final del comunismo por todo el mundo también constituyen una posible resolución de estas contradicciones, ¡pero es una que muy claramente no será aceptable para la clase dominante capitalista imperialista ni compatible con los imperativos de este sistema!

Es posible derrotar al trumpismo. Pero sólo se puede hacer por medio de salirse de los límites de lo que el presente sistema y sus representantes, sean demócratas o republicanos, consideran admisibles.

La profundidad de la crisis

Pero hay otro punto que es importante no perder de vista: El proceso electoral burgués más reciente ha requerido, por parte de los que representan a esta clase dominante, un énfasis en la importancia de esta “transferencia pacífica de poder”, mucho más allá de lo que ha ocurrido en tiempos “normales”. Lo anterior ilustra por un lado qué tan importante sea la “transferencia pacífica de poder” como una parte central de la mitología aglutinante del presente sistema en tanto un “bastión de la democracia”, y por otro lado, el hecho de que en el proceso electoral burgués actual, a un grado importante ha resultado desgarrada y hecha jirones dicha transferencia, particularmente mediante las acciones de Trump y las fuerzas fascistas que él ha activado y cohesionado.

En resumen, el ascenso de Trump muestra por un lado, los colmillos reales del presente sistema y la unidad fundamental entre aquellos que lo dirigen, cualesquiera que sean sus diferencias y por muy agudas que sean. Es preciso no subestimar el daño que Trump puede causar, en todo el mundo y aquí mismo en Estados Unidos. Trump ha atacado a cientos de millones de personas en todo el mundo, amenazándolas y degradándolas, y entra en funciones con una serie de programas que llevan los horrores del imperialismo a un nivel más grotesco y horrible. Las amenazas de guerra, de la destrucción sumamente acelerada del medio ambiente, la embestida generalizada de denigración y retroceso contra las mujeres, una actitud infrahumana y brutal hacia los inmigrantes y toda persona diferente, y un programa de descarada represión fascista para los negros y otras nacionalidades oprimidas en Estados Unidos, junto con las constantes amenazas de ataques judiciales y extrajudiciales contra todos los que se oponen a este programa, constituye el fascismo. Además, constituye el trumpismo.

En nombre de la humanidad,
nosotros nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista

Pónganse de pie... Tomen las calles... Súmense a las personas en todas partes para impulsar la resistencia en todas las formas que puedan

No se detengan: No se concilien... No se acomoden... No colaboren

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Al mismo tiempo, es preciso no subestimar el potencial de la resistencia a lo anterior. Para repetir, tenemos la realidad de que, como se señaló anteriormente, la legitimidad del “proceso” a un grado importante ha resultado desgarrada y hecha jirones. El que los políticos y los periódicos capitalistas liberales tengan que actuar de manera apresurada para normalizar a Trump, y luego decir en tono defensivo que no lo hacen, demuestra qué tan volátiles que lo son las cosas para ellos. Existe una enorme reserva de gente para quien Trump es ilegítimo: lo cual es un problema para la clase dominante, en torno al que ésta se ha puesto a trabajar; pero lo que es un punto fuerte potencial para las personas que quieren un mundo mejor y más liberado y que, como parte de eso, se nieguen a aceptar a un Estados Unidos fascista. Además, lo anterior es algo en torno a lo que todos nosotros tenemos que trabajar.

Se necesita: Una resistencia de alturas completamente nuevas

Lo que está claro de las últimas semanas es lo siguiente: Trump tiene la intención de instituir un Estados Unidos Fascista; hay grandes fuerzas, instituciones y personas empeñadas en la normalización de esta situación; y se necesita con urgencia establecer términos diferentes y oponer resistencia.

Hay que impedir que Trump consolide este régimen fascista. Hay que expulsar a Trump. Además, hay que derrocar un sistema que engendra a un Trump — el que no sólo engendra a Trump, sino que, tal como Bob Avakian explica tan convincentemente en “La verdad sobre la conspiración derechista… y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta” y “Los fascistas y la destrucción de la 'República de Weimar'... y qué la va a reemplazar”, ha allanado el camino para lo anterior y ahora requiere algo de esa especie para seguir adelante.

Hay que llevar este proceso mucho, mucho más lejos. Ya.

 

1. Los demócratas, y algunos liberales, entre ellos el propio Ricks, han aplaudido la nominación de Mattis, desde la perspectiva de que ese “perro rabioso” le hará ver a Trump una pizca de realismo. Eso es hacerse más ilusiones, de la mano con la idea de que el realismo que Mattis representa, es decir, la brutal aplicación más eficaz del poderío militar yanqui al servicio del sanguinario dominio mundial, es en realidad algo bueno. En efecto, o el “perro rabioso” obedecerá el mando de su amo o lo despedirán. De hecho, Trump se jactaba abiertamente durante la campaña cuando le preguntaban qué haría con los generales que se nieguen a cometer crímenes de guerra, diciendo que “ellos cumplirán con las órdenes”, con un tono tan nefando que claramente daba por sentado “o si no, verán”. Mientras tanto, el militarismo tan característico y necesario del fascismo se ha ido reforzando, acompañado de las quimeras ilusas de los liberales y el adelantado acomodacionismo con los horrores por venir. [regresa]

2. Para tener una idea al respecto, lea la siguiente pregunta y respuesta de esa conferencia:

Entrevistador: Una de mis preguntas tiene que ver con cómo el Occidente debería responder al islam radical. ¿Cómo, específicamente, deberíamos nosotros como Occidente responder al jihadismo sin perder nuestra propia alma? Dado que podemos ganar la guerra y perdernos a nosotros al mismo tiempo. ¿Cómo es que el Occidente deba responder al islam radical y no perderse en el proceso?

Bannon: Desde una perspectiva, pues puede que sea un poco más militante que otras. Creo que definitivamente se necesitará un aspecto que es [ininteligible]. Creo que hay que adoptar una postura muy pero muy agresiva contra el islam radical. Y me doy cuenta de que hay otros aspectos que no son tan militantes y no son tan agresivos, lo que está bien.

Si repasamos la larga historia de la lucha del Occidente judeocristiano contra el islam [nota de la redacción: dice, “islam”, punto, y no el “islam radical”], creo que nuestros antepasados mantuvieron su postura y creo que hicieron lo correcto. Creo que lo mantuvieron fuera del mundo, ya sea en Viena, Tours u otros lugares... Se nos legó la gran institución que lo es la iglesia de Occidente.

Además, yo pido que todos en el público hoy, en vista de que en verdad ustedes son los motores, los conductores, los agitadores y los líderes de pensamiento en la Iglesia Católica hoy, piensen, cuando la gente de aquí a 500 años vaya a pensar en lo de hoy, piensen en las acciones ustedes han tomado, y creo que todos los que están asociados con la iglesia y que están asociados con el Occidente judeocristiano que creen en los puntales de eso y creen en los preceptos de eso y quieren ver que se legue a las futuras generaciones tales como se legó a nosotros, sobre todo en vista de que ustedes se encuentran en una ciudad como Roma, y en un lugar como el Vaticano, que vean lo que nos han legado, y pregúntense, ¿a partir de hoy a 500 años, qué es lo que las personas van a decir de mí? ¿Qué van a decir sobre lo que hice en los comienzos de esta crisis?

Dado que se trata de una crisis, y no va a desaparecer. No tienen por qué aceptar mi palabra. Lo único que tienen que hacer es leer las noticias todos los días, vean lo que se aproxima, vean lo que sale en Twitter, lo que sale en Facebook, vean lo que está en la CNN, lo que está en la BBC. Vean lo que pasa y verán que estamos en una guerra de inmensas proporciones. Es muy fácil que manipulen nuestros instintos más bajos, y no podemos permitirlo. Pero nuestros antepasados tampoco lo hicieron. Y lograron evitarlo y lograron derrotarlo, y pudieron legarnos una iglesia y una civilización que de veras es la flor de la humanidad, por lo que creo que nos incumbe a todos hacer lo que yo digo es escuchar su fuero íntimo, de contemplar en serio lo que nuestro papel es en esta batalla ante nosotros. [regresa]

3. Por ejemplo, el director de tecnología de Breitbart, Milo Yiannopoulos, encabezó la promoción de “GamerGate”, una vil campaña misógina que, entre otras cosas, lanzó un diluvio de ataques degradantes y amenazas terroristas contra el pequeño número de mujeres prominentes en la comunidad del desarrollo de videojuegos. [regresa]

 

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