Choques en la cúpula… 
Sin embargo, los fascistas luchan por tener la iniciativa

2 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Vista por el prisma de la política “normal”, la última semana podría parecerse a una semana caracterizada por la derrota y el desorden para el régimen de Trump y Pence. Trump despidió a su jefe de personal después de un ataque feo y público. Pocos días antes, el régimen no logró, al menos por ahora, su plan de privar de asistencia médica a decenas de millones de personas en Estados Unidos. Y este fracaso sí constituyó una derrota, y el conflicto al interior del régimen ha estado, y sigue estando, extraordinariamente agudo.

Pero Donald Trump no es normal, y tampoco lo es el régimen que encabeza. Como Bob Avakian ha señalado, Trump ganó la nominación y la presidencia precisamente sobre la base de promesas de desbaratar las “normas”. Por lo que, con eso en mente, examinemos de nuevo la última semana.

Veamos los discursos de alto perfil de Trump ante los Boy Scouts (los niños exploradores), ante sus partidarios en Youngstown, Ohio y ante los policías en Long Island, Nueva York. Estos discursos satanizaron y deshumanizaron a grupos enteros de personas así como a sus oponentes en la clase dominante. Trump llamó para una represión extraordinaria y alentó abiertamente a la policía a golpear y poner en peligro la vida a aquellos que arreste. Quizá los funcionarios asociados con esos grupos hicieran unas leves críticas después, pero el público en cada caso ardió con entusiasmo.

A nivel internacional, el régimen de Trump y Pence maniobró para impulsar sus políticas extremadamente agresivas y extremadamente peligrosas, sobre todo respecto al riesgo de hacer una guerra nuclear. Las medidas de Trump contra la gente LGBTQ eran despiadadas, desalmadas e iban hacia los triángulos rosados de la Alemania nazi. Y mientras tanto, en el terreno y a menudo lejos de las cámaras, un daño indecible continúa contra millones y millones de personas, en la forma de maniobras administrativas.

Trump también ha utilizado la semana para azuzar y poner en forma a su base-núcleo, humillando a unos y despidiendo a otros, pisoteando los conceptos del estado de derecho y de la dignidad del individuo. En su manera de hacerlo, su comportamiento burdo, humillante e ignorante al estilo gangsteril fue una parte esencial del mensaje, una parte del objetivo, a cualquiera que se le opusiera. Luego nombró al primer militar a la posición más alta de la Casa Blanca (jefe de personal) desde la administración de Richard Nixon. Algunas fuerzas alineadas con los demócratas de hecho aplaudieron esta acción, como si un fascismo más organizado y estable sería algo bueno.

Todo esto es malo. Muy malo. Ya se ha hecho un daño indecible a millones de personas en todo el mundo y al medio ambiente; hacen aún más daño cada día que continúe; y a menos que esto se sea detenido, un daño inimaginable y verdaderamente horroroso casi seguramente ocurrirá. Aun en respuesta a las derrotas y el desorden, el régimen sigue fijando los términos; no “entra en razón” sino que acelera la intimidación e intensifica la movilización de sus leales seguidores, azuzándolos a perseguir a los que el régimen considera enemigos.

Los términos que este régimen fascista fija, sus maniobras para recuperar la iniciativa y pelear por ventajas —las maniobras que, de hecho, más sobresalieron en la última semana— deben despertar de nuevo y profundizar exponencialmente el presentimiento y la angustia que sentían decenas de millones de personas la mañana del 9 de noviembre de 2016. Ante esta realidad, se necesita con urgencia profundizar nuestra comprensión política de la monstruosidad que enfrentamos y de ampliar nuestras imaginaciones políticas sobre cómo luchar en su contra; de retar y juntar a millones de otros y de elevar el nivel de lo que todos estamos dispuestos a arriesgar para detenerlo.

Con eso en mente, éntrele a este número de revcom.us. Lea los artículos que enumeran y analizan lo que ha estado sucediendo. Aprenda sobre el movimiento, y más que eso, sea parte del movimiento, que se moviliza para resistirse, pero lo que es aún más importante y de hecho crucial, para expulsar a este régimen. Y éntrele, explore con seriedad y forcejee con el análisis más profundo acerca de la causa del problema y de la solución definitiva que necesitamos: la revolución, y un mundo completamente nuevo.

 

 

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