Cómo una fallida incursión israelí en Gaza casi provocó una masiva matanza de palestinos,
y lo que enseña sobre el intolerable estado del mundo

| Periódico Revolución | revcom.us

 

El 11 de noviembre de 2018, un equipo de agentes israelíes se infiltró en el encerrado sector palestino de Gaza para llevar a cabo una operación secreta. Pero antes de que pudieran ser extraídos por helicóptero, fueron descubiertos y enfrentados por las fuerzas de seguridad de Hamás, el movimiento fundamentalista islámico que es la fuerza política dominante en Gaza. En respuesta, los israelís abrieron fuego y mataron a por lo menos seis personas, y en el tiroteo también murió uno de los agentes israelíes. En los días que siguieron, Hamás y otros grupos armados de Gaza lanzaron misiles y proyectiles de morteros contra Israel, y por su parte Israel bombardeó Gaza con aviones y fuego de tanques, destruyendo una emisora de radio y TV, oficinas de Hamás y torres de apartamentos.

La situación llegó a un pelo de desatar una enorme matanza por Israel contra los dos millones de palestinos que viven en Gaza. En los últimos 10 años (en 2008 y 2014) dos guerras de esa clase dejaron a miles de civiles muertos en Gaza. Sin embargo, a mediados de la semana, Israel y Hamás llegaron a un acuerdo de un cese del fuego que, en el momento de escribir esto, sigue en tenue vigor.

El hecho de que Israel no ha lanzado (por lo menos por ahora) una guerra total contra Gaza a partir de estos incidentes recientes desató una gran crisis en la coalición gobernante de Israel, encabezada por el sionista derechista de mano dura Benjamín Netanyahu. Su ministro de “defensa”, un sionista aún más extremista, renunció en protesta, despotricando contra el cese el fuego con Hamás, diciendo que “Israel perdió su efecto disuasorio contra todos sus enemigos”. El partido del ministro se retiró de la coalición gobernante dominante y muchos creen que habrá nuevas elecciones. No está del todo claro cómo se resolverá todo esto, y podría abrir la puerta para un papel mayor para las fuerzas aún más a la derecha que Netanyahu, y/u otra masacre israelí de la gente de Gaza.

Para entender cómo es que casi hubo otra matanza en Gaza, y lo que hay que hacer por el bien de la humanidad, tenemos que arrojar luz sobre tres realidades básicas.

1. Israel está cometiendo genocidio contra el pueblo palestino en Gaza

Gaza es una pequeña franja de 9.6 kilómetros de ancho por 40 kilómetros de largo, habitada por los palestinos que perdieron sus tierras durante la limpieza étnica, la Nakba (“catástrofe” en árabe) de 1948 que resultó en la fundación del estado de Israel.

Decir que Gaza es la mayor prisión al aire libre del mundo no es ni metáfora ni hipérbola. Tanto Israel (que en gran parte rodea a Gaza por tierra y mar) como Egipto (con quien Gaza comparte una pequeña frontera) en efecto han encerrado a la gente. El bloqueo israelí impide que la gente reciba medicina, máquinas de diálisis y monitores de corazón. Gaza tiene tierras fértiles y acceso al mar Mediterráneo para pescar, pero Israel no lo permite, disparando periódicamente a los granjeros cerca de la frontera con Israel y atacando a pescadores palestinos. Un informe de las Naciones Unidas señala que más de la mitad de los residentes de Gaza padecen “una inseguridad alimentaria moderada o grave”. Solo hay electricidad unas pocas horas al día, y las plantas de agua potable y de aguas negras están abrumadas porque Israel no permite entrar suficiente combustible para operar la maquinaria. La “guerra” de 2014 entre Hamás e Israel (en realidad una masacre unilateral por parte de Israel) dañó 547 escuelas, jardines de infantes y universidades, muchos de los cuales aún no han sido reparados porque Israel no permite entrar suficiente material de construcción.

Gaza tiene el promedio de desempleo más alto que casi cualquier país del mundo, de 44%, y la gran mayoría de la gente sobrevive por medio de ayuda pública. A los encerrados en Gaza les privan de la asistencia médica esencial y el accesso a la educación, y los separan de sus seres queridos en Cisjordania (una parte más grande de Palestina, físicamente separada de Gaza). Tan recientemente como hace cuatro años, miles de palestinos cruzaban de Gaza a Egipto para atención médica, pero desde la masacre de 2014, la única entrada a Egipto está casi completamente cerrada. (Para la documentación de esto, y más sobre las horripilantes condiciones en Gaza, vea el documental de la BBC “Israel-Palestinian conflict: Life in the Gaza Strip” [El conflicto israéli-palestino: La vida en la Franja de Gaza], 15 de mayo de 2018.)

Junto con la frenética y persistente deshumanización y satanización del pueblo palestino por parte de Israel y los gobernantes de Estados Unidos, así como las maniobras estadounidenses en varios escenarios judiciales internacionales para deslegitimar la existencia del pueblo palestino, todo eso quiere decir que un verdadero genocidio se está intensificando.

2. Las “guerras” entre Israel y Gaza son matanzas unilaterales

El pueblo palestino en Cisjordania, en Gaza, dentro de las fronteras de Israel, y en la diáspora alrededor del mundo jamás ha dejado de luchar contra el desalojo de sus tierras ancestrales, la deshumanización y el genocidio. Y desde su fundación, Israel ha respondido a esa resistencia con la muerte, la tortura y el terror. Esa violencia genocida continua es el marco de la situación específica actual en Gaza.

En 2007 Hamás, la organización fundamentalista islámica, ganó el control político de Gaza. Hamás y la corriente a la que pertenece son reaccionarios que se basan en una interpretación draconiana del islam. Sin embargo, el ascenso de Hamás representó una amenaza grave para Israel, y abrió puertas para que la República Islámica de Irán, el país que Estados Unidos e Israel consideran la máxima amenaza a sus intereses en el Medio Oriente, extendiera su influencia en la región.

A fines de 2008 y principios de 2009, esencialmente como respuesta al ascenso de Hamás, Israel lanzó una “guerra” unilateral que impuso sobre los dos millones de palestinos en Gaza un castigo colectivo, destruyendo escuelas, bombardeando hospitales con artillería, y matando a 1400 personas.

Seis años después, en 2014, Israel lanzó una segunda matanza que fue aún peor. Respecto a esa matanza, un informe de la ONU señaló: “[L]a magnitud de la devastación no tiene precedentes. El saldo de muertos por sí solo lo dice todo: 2.251 palestinos muertos, entre ellos 1.462 civiles palestinos, de los cuales 299 eran mujeres y 551 eran niños; y 11.231 palestinos heridos, incluidos 3.540 mujeres y 3.436 niños... de los cuales el 10 por ciento quedó discapacitado de manera permanente como resultado”. Las bombas, misiles y buldóceres de Israel destruyeron apartamentos, escuelas, hospitales, y vecindarios enteros. Atacaron por lo menos siete veces las escuelas de las Naciones Unidas que habían sido designadas refugios seguros, dejando muertas a decenas de personas que se habían refugiado en ellas. (Vea: “Informe de la ONU pone al descubierto los crímenes de guerra de Israel en su asalto a Gaza en 2014: ‘En tiempos de guerra, no existe una población civil, solo un enemigo’, en revcom.us).

Los apologistas de los crímenes de Israel defienden estas matanzas refiriéndose a los cohetes lanzados desde Gaza a Israel. Durante la “guerra” de 2014, esos ataques de cohetes mataron a seis personas en Israel. Es un pretexto obsceno que niega la naturaleza sumamente unilateral de la muerte y devastación, y oculta los verdaderos y fundamentales factores implicados, empezando por el violento desalojo del pueblo palestino.

Esas dos guerras sí destacan el sanguinario terror que Israel ha desatado contra Gaza, pero hay mucho más. La fallida incursión de la semana pasada, cualquiera que fuera su objetivo específico, fue parte de un patrón a diario de interminables secuestros, asesinatos de manifestantes, tortura de niños, ataques con aviones no tripulados, asesinatos de funcionarios y otros actos de terror para mantener al pueblo palestino, y a la población de Gaza en particular, en un perpetuo estado de shock, y para aporrear a Hamas con el fin de someterlo y obligarlo a colaborar con Israel.

¿Por qué, a raíz de la fallida incursión, Israel estaba a punto de lanzar otra de esas matanzas? Porque, a los ojos de poderosos sectores de la clase dominante de Israel, sin esa clase de matanza, la muerte de un solo agente israelí en Gaza podría minar el estado de terror que Israel impone sobre Gaza.

3. Trump y Pence y los demócratas concuerdan: Israel es un aliado indispensable para un imperio en crisis

Desde mediados de la década de los años 1960, Israel ha sido una base, y defensor, del imperialismo estadounidense en el Medio Oriente y más allá. Ahora, en un momento cuando la posición de Estados Unidos en la cima de un mundo de explotación y opresión enfrenta desafíos y está bajo estrés desde muchas direcciones, los gobernantes estadounidenses consideran la “relación especial” entre Estados Unidos e Israel más indispensable que nunca. Y, a medida que el régimen de Trump y Pence hace añicos toda clase de acuerdos, alianzas y normas internacionales, se ha esforzado para reforzar la alianza con Israel. Desde el primer día que de su mandato, Trump y Pence descartaron por la borda toda apariencia de ser “neutral” en algún “proceso de paz” con los palestinos, y emprendió medidas para deslegitimar oficialmente cualquier reconocimiento del pueblo palestino, lo que incluyó recortar la ayuda económica a agencias de socorro que reconocen el estatus de refugiados de los palestinos expulsados de sus tierras.

En mayo de este año, el régimen de Trump y Pence trasladó la embajada estadounidense en Israel de la ciudad de Tel Aviv (la mayor ciudad de Israel donde casi todos los países tienen sus embajadas) a Jerusalén, cual acción pisoteó los acuerdos que se remontan a la fundación de Israel que prometieron que Jerusalén sería la capital de un futuro estado palestino. Esa medida prendió indignación a nivel mundial, incluidas protestas en Gaza que dejaron muertos a docenas y heridos a miles de palestinos (Vea “Gaza Semana 5: Palestinos embisten contra los muros del campo de concentración”). El traslado de la embajada a Jerusalén también cumplió con la exigencia que ha sido uno de los principales temas en la agenda de los lunáticos fundamentalistas cristianos apocalípticos, como el vicepresidente Mike Pence, para quienes un choque apocalíptico en Israel sería un paso hacia la segunda llegada de Jesucristo.

Hablando del traslado de la embajada, y después de que Israel había baleado a miles de manifestantes palestinos, el líder demócrata, el senador Chuck Schumer, dijo lo siguiente con respecto al traslado de la embajada: “Yo auspicié legislación para hacer esto hace dos décadas, y le aplaudo al presidente Trump por haberlo hecho”. Y en marzo, ante una conferencia de AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estadounidenses-Israelíes), Schumer invocó la mitología fundamentalista judía y los intereses de Estados Unidos para declarar: “[N]osotros, aquí en Estados Unidos, tenemos que defender firmemente a Israel en las buenas y en las malas”. La demócrata Nancy Pelosi (probablemente la próxima presidenta de la Cámara de Representantes), los senadores demócratas Ben Cardin y Amy Klobuchar, y el representante Adam Schiff también pronunciaron ante la conferencia de AIPAC. Ninguno de ellos criticó la continua opresión y terror de Israel contra los palestinos. Y en 2017, 14 senadores demócratas se unieron a 29 republicanos para auspiciar legislación para ilegalizar el boicot de instituciones y compañías israelíes.

¿Por qué existe esta vergonzosa y beligerante complicidad de parte de los demócratas con estos crímenes que Israel comete contra los palestinos?

Unos opinan que la razón que el Partido Demócrata apoya sin reservas a Israel se debe a votantes y contribuyentes judíos. Pero eso encubre el verdadero papel de los demócratas como partido de la clase dominante, y de hecho converge con las teorías de conspiración antisemíticas muy dañinas. La verdadera razón por la que los líderes del Partido Demócrata dicen el tipo de cosas que dijo Schumer es que, aunque tienen agudas diferencias con Trump sobre su repudio de otras alianzas y relaciones, son diferencias sobre cómo mantener a Estados Unidos en la cumbre de un mundo de explotación y opresión. Y desde esa perspectiva, no hay otro aliado como Israel. Si bien Estados Unidos procura tener alianzas con países como por ejemplo Arabia Saudita y Egipto, las condiciones en esos países son mucho más inestables, y la opinión pública está más dispuesta a identificarse con el pueblo palestino. En contraste, esa no es la situación en Israel (por lo menos ahora). Israel juega un papel para los intereses del imperio estadounidense que ningún otro aliado en la región puede jugar.

Sí, urge expulsar al régimen fascista de Trump y Pence. Pero los demócratas y lo que representan no son, y no pueden ser, una alternativa positiva desde el punto de vista de lo que necesita la humanidad.

Una situación explosiva y peligrosa que exige urgentemente la revolución

El hecho de que una fallida redada israelí en Gaza casi causó una matanza colosal, y que todavía podría darse, y que ha provocado una grave crisis en la alianza gobernante en Israel indica lo extremadamente tensa que es la situación en el Medio Oriente, y si vamos al caso, en el planeta; e indica los enormes peligros que esta situación plantea.

El mundo pende de un hilo. Un bravucón demente está en la Casa Blanca con el dedo en el gatillo nuclear, y el segundo en mando es un lunático que espera el Apocalipsis, y el Partido Demócrata que —aunque no está de acuerdo, se opone y se preocupa seriamente por mucho de lo que Trump hace a nivel internacional— está comprometido a mantener el mismo orden mundial infernal y está de acuerdo con Trump y Pence sobre Israel. El punto de vista de los demócratas es, para volver a citar a Schumer, que Estados Unidos tiene que “defender a Israel en las buenas y en las malas”.

La opresión del pueblo palestino por Israel es un foco de un mundo que clama por la revolución real. Y desenmascarar y oponerse a la opresión de los palestinos por Israel es una parte importante de preparar el terreno, preparar al pueblo y preparar a la vanguardia para la revolución, y un reto crucial para todos a quienes les importan la humanidad y la justicia.

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