Las turbas fascistas en Chemnitz y la necesidad de un camino radical hacia adelante
| Periódico Revolución | revcom.us
Nota de la redacción: Este reporte noticioso se basa en pasajes revisados del artículo del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar del 20 de septiembre de 2018.
La gente en Alemania y en el mundo se horrorizó con las imágenes que destellaban en las pantallas de sus televisores a finales de agosto, no estaban seguros si presenciaban el retorno del siniestro pasado o el adelanto de un horrible futuro. En la ciudad de Chemnitz, ubicada en el estado de Sajonia en la antes Alemania oriental, hordas de hinchas nazis y otros golpeadores de ultraderecha cazaron a transeúntes que parecieran “extranjeros”, manifestantes de izquierda (a quienes los nazis llaman “garrapatas”) y periodistas. Algunas personas en la chusma exhibían el saludo nazi (oficialmente prohibido en Alemania) y coreaban, “¡Alemania para los alemanes!”, “¡Fuera los extranjeros!”, “¡Esta es nuestra ciudad!”, el lema nazi: “¡Libre, social y nacional!”, “Somos fanáticos del futbol, hinchas de Adolfo Hitler” y “Por cada alemán muerto, un extranjero muerto”.
El detonante inmediato de estas turbas de linchamiento fue la muerte de un alemán de 35 años, presuntamente apuñalado hasta la muerte en una riña de borrachos en un festival callejero. Dos solicitantes de asilo fueron arrestados casi inmediatamente. Uno de ellos, descrito por la policía como el “principal sospechoso”, por fin fue liberado por falta de evidencia. Pese a esto, este era el tipo de incidente que los fascistas esperaban. Al igual que las turbas de linchamiento en Estados Unidos, un virulento rumor afirmó que de alguna manera la muerte tenía conexión con agresiones sexuales contra mujeres por parte de los refugiados.
Según los informes de los medios de comunicación, unas 800 personas respondieron a un llamado de los cabezas rapadas de ultraderecha espontáneos y el entorno de los hinchas del fútbol, marcharon por las calles esa misma noche. La noche siguiente unas 6.000 personas se concentraron en el centro de la ciudad. Los golpeadores callejeros nazis se unieron con los neonazis organizados y partidarios de Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán), un partido fascista y actualmente la tercera fuerza nacional en el parlamento. Hubo muchos que se hicieron llamar “ciudadanos preocupados”, que rechazaban la etiqueta nazi, aunque no tuvieron ningún problema con los otros manifestantes que exhibían el saludo nazi, ni al tomar parte de sus lemas.
La policía le permitió generosamente a la turba hacer lo que quisiera, inclusive cuando amenazó y atacó personas. La transcendencia política de lo sucedido en esos días se describió así en un artículo periodístico: “Pero si usted ha prestado atención al ambiente de pogromos que se ha propagado desde el crimen, tanto en el mismo Chemnitz como en el Internet, si ha visto las escenas en las que turbas cazan a todo el que parezca extranjero, se ve claramente que los manifestantes están menos preocupados con la justicia y el duelo que con enviar un mensaje. Un gentío de varios miles de ultras y extremistas de derecha desfilaba por la ciudad, lanzaba rocas y exhibía el saludo nazi… Ha surgido algo en Sajonia cuyas dimensiones no tienen precedentes. Y debe ser fuente de gran preocupación. En las calles de Chemnitz, neonazis, hinchas, partidarios del ultraderechista y populista AfD y ciudadanos desprovistos de los privilegios a los cuales creen que tienen derecho se han fundido en una turba de linchamiento que se ve a sí misma como soldados de choque en las líneas del frente de la identidad alemana… ¿Cómo pudo suceder algo así?” (Die Zeit, 30 de agosto de 2018).
Los días inmediatamente siguientes, políticos tradicionales reaccionaron con vacilación. Tardaron días para que el primer ministro de Sajonia, Michael Kretschmer, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán) de la cancilleresa Angela Merkel y un ministro federal fueran a Chemnitz. Cuando el sábado siguiente no menos de 8.000 participantes respondieron al llamado del AfD a una “marcha fúnebre” hacia Chemnitz, los contramanifestantes, los cuales ni siquiera llegaron a ser la mitad de los ultraderechistas, pudieron bloquear la ruta por tanto tiempo que al final se disolvió la marcha. Pero esto no puede ser motivo para volver a una agenda tradicional como si no hubiese pasado nada.
Importante concentración de tendencias agobia a Alemania
Los acontecimientos en Sajonia son una importante concentración de las tendencias que han venido agobiando a toda Alemania. De hecho, la chusma de ultraderecha en Chemnitz fue impulsada con una campaña de calumnias emprendida los últimos meses por políticos de fuerzas tradicionales, importantemente la Unión Social Cristiana (CSU, por sus siglas en alemán), la hermana bávara de la CDU de Merkel, contra los solicitantes de asilo (llamados “turistas buscadores de asilo”). Por este motivo, los racistas podían sentir que se confirmara su visión de la situación y se fortaleciera su demanda de que se pase de las palabras a los hechos.
El pogromo fascista encuentra a descarados aliados en la coalición gobernante de Merkel y dentro de la CSU. Uno de los vicepresidentes del parlamento alemán declaró que “la raíz de la violencia” fue la política “Podemos hacerlo” de la cancilleresa, cuando su gobierno decidió aceptar cerca de un millón de inmigrantes en 2015. El ministro del Interior de Merkel, Horst Seehofer, de la CSU, llegó a expresar su “comprensión” para con los manifestantes racistas en Chemnitz y señaló que él mismo habría participado.
Convergen la justificación de la turba de linchamiento en Chemnitz y los ataques políticos contra Merkel. En reacción a la repugnancia enorme y amplia ante los videos aficionados que muestran a los fascistas en acción, y en defensa de su gobierno y el actual sistema político de Alemania, Merkel emitió una declaración de que su gobierno no toleraría “la cacería a las personas que parezcan ser de origen inmigrante”. De forma directa y deliberadamente contradictoria en contra de Merkel, Hans-Georg Maassen, el jefe de servicio de seguridad interna del país, replicó públicamente que su agencia “no tiene suficiente evidencia sólida para concluir que tal cacería a inmigrantes realmente tuviera lugar”. “Hay buenas razones para creer”, agregó, que los videos fueran “noticias falsas para distraer la atención pública del crimen cometido en Chemnitz”.
Esa repetición deliberada de la propaganda del AfD y de tomar partido con la turba fascista desde dentro del gobierno de Merkel lo deja tambaleando. Inmediatamente después de las elecciones de 2017 y la entrada de 93 soldados de choque del AfD en el Bundestag, el parlamento alemán, Merkel había anunciado abiertamente que ella y su partido virarían hacia la derecha para recapturar a los partidarios del AfD —una maniobra que ha resultado, una y otra vez en los países imperialistas, en darles únicamente más legitimidad a los fascistas— como también ha pasado hoy en Alemania. Estalló una pugna entre Merkel y los Social Demócratas (SPD, por sus siglas en alemán) en su coalición, que exigía el despido de Maassen, y la CSU y fuerzas en torno a Seehofer, el ministro del Interior, el jefe de Maassen, que lo protegían. Al final, se permitió que Maassen se dimitiera cómo director de seguridad nacional, ¡pero lo premiaron con una posición más alta en el Ministerio del Interior! Se dice que Seehofer tuvo que ir a la ofensiva contra Merkel para impedir que el AfD conquistara su base electoral de la CSU, y que Merkel cedió terreno. Pero los grandes ganadores fueron el AfD y los nazis abiertos cuyas posiciones políticas, una vez consideradas fuera de lugar, han sido legitimadas por las fuerzas tradicionales, y cuya sed de poder sólo se pudo haber estimulado con este viraje de la marcha de los acontecimientos.
Apoyo para los fascistas proveniente de sectores importantes de la clase dominante
Se inicia desde hace décadas la historia de la intervención del Estado alemán y especialmente de sus servicios secretos en operaciones fascistas. El anterior ministro del Interior de Merkel fue acusado de apoyar al AfD. Por fin admitió haberse reunido con el líder del AfD, aunque rechazó las acusaciones de haberles asesorado sobre la manera de burlar la vigilancia del gobierno. Quizás el caso más significativo sea el del grupo terrorista nazi, la Clandestinidad Nacionalsocialista (CNS) que en el trascurso de 13 años mató al menos nueve inmigrantes a sangre fría, realizó ataques con bombas y robó bancos. Varias docenas de informantes de varios organismos estatales de seguridad y vigilancia se circularon por el grupo, pero supuestamente seguía sin detectar hasta que por fin se puso al descubierto en 2011, cuando seguro se calentaran muchísimo las trituradoras de archivos de las distintas autoridades de seguridad. En el transcurso del proceso de cinco años de duración contra algunos de miembros y partidarios de la CNS en Múnich, el tribunal se negó repetidas veces a investigar la intervención del Estado o a otros partidarios más allá de los cinco acusados. Los recientes veredictos relativamente leves formulados contra estos nazis hacen que la cuestión sea aún más indignante. Un observador del juicio lo resume: “La señal fatal que se envió de Múnich a la escena nazi alemana fue: este Estado no evitará que ustedes hagan lo que hacen”. Y además: “Chemnitz podría entenderse como la implementación de esta señal legal”.
El auge del AfD y el más amplio desarrollo de la derecha en Alemania sería impensable en tal forma si este partido no siguiera recibiendo un creciente respaldo de las filas de sectores importantes de la burguesía alemana, en parte abierto, en parte encubierto. Hay mucho más en esto que tolerancia y/o respaldo encubierto para los nazis de parte de ciertos sectores del aparato estatal. El fascismo está en auge en muchos países en todo el mundo, y Alemania, por mucho tiempo considerado por mucha gente como un país “inmune” debido a su pasado nazi, ha comprobado que no es ninguna excepción. En Estados Unidos, el país imperialista más poderoso del planeta, el régimen de Trump y Pence está trabajando para consolidar su poder. En Europa, los fascistas están entrando en un gobierno tras otro, a menudo en posiciones determinantes, y trabajan con persistencia para transformar a sus países según sus aspiraciones. Chemnitz es un punto de viraje, no solo debido al nivel de la violencia racista que ha escalado ahí, sino particularmente debido al viraje en el marco político en el mundo y en Alemania, y lo que eso augura.
Mientras que la participación del AfD en el gobierno no está a debate en este momento, está cayendo bruscamente el número de los que la declararían fuera de lugar en el futuro. A muchos alemanes les cuesta crear lo que pasa con el despertar inesperado de los fantasmas del pasado cobrando nueva vida. Al parecer han caído las barreras que antes existían contra la colaboración entre los neonazis combativos, el AfD como un brazo parlamentario, los intelectuales de la “nueva derecha” y los “ciudadanos preocupados”. Mientras en los últimos años Merkel ha jugado un papel decisivo en el reaccionario endurecimiento de las leyes, como las medidas para expulsar a los inmigrantes y otras medidas severas que desmienten su imagen de “Madre Merkel”, la totalidad del espectro político de la derecha en Alemania se está uniendo contra ella. La determinación, la brutalidad y la cínica crueldad con la que esta derecha unificada ha tomado la iniciativa han asustado a muchas personas y las ha dejado sin palabras.
En una entrevista reciente con el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung [Diario General de Fráncfort], el líder del AfD Alexander Gauland anunció públicamente que la meta es hacer caer el “sistema de Merkel” en Alemania. No se trata únicamente de desbancar a una jefa gobierno, sino esencialmente de deshacerse de la forma liberal-democrática de gobierno que ha existido en la República Federal de Alemania durante las últimas décadas y su reemplazo por una dictadura más abierta de la burguesía. Ya se evidencian contradicciones cada vez más agudas. Parece más incierto que nunca quiénes imperarán a la larga.
El proyecto “Ponerse de Pie”: una respuesta peligrosa e incorrecta
Una respuesta particularmente mala a estos acontecimientos es el proyecto Aufstehen (Ponerse de Pie), en buena parte iniciado por Sahra Wagenknecht, una política de peso de Die Linke (el Partido de Izquierda). En esencia, Die Linke busca ganar otra vez a una mayoría de votantes hacia un potencial gobierno de “izquierda” en Alemania combinado con los social demócratas, o el SPD, ahora en la coalición de Merkel, y fuera de esta, con los Verdes. El objetivo es generar un rechazo a la orientación “neoliberal” (“libre mercado”) en los negocios y en la política y volver al clásico modelo socialdemócrata del “estado de bienestar” de los años ochenta.
El proyecto Aufstehen de Wagenknecht podría llevar a una escisión en Die Linke. Esto muestra qué tanto el fortalecimiento del AfD está desbaratando y reconfigurando todo el espectro político burgués. Wagenknecht y Cía. quisieran ganar a los votantes que han cambiado del AfD de vuelta a un programa “de izquierda”. Pero ella no quiere hacerle frente al racismo y el chovinismo pro alemán de ellos, para los que expresa aprecio y a los que constantemente les resta importancia. Wagenknecht preferiría mostrar que el AfD en sí en realidad persigue un programa neoliberal, y que solo una agenda política de “izquierda” puede responder a las necesidades y preocupaciones materiales de la gente. Básicamente, el credo es: un fuerte estado de bienestar es la mejor respuesta al auge del AfD. Sin embargo, buscar atraer a esos votantes valiéndose de sus intereses “materiales” inmediatos es peligroso por diversas razones.
En primer lugar, ninguna política emancipadora real puede evitar desarrollar con la gente una lucha ideológica sin tregua sobre el racismo, el chovinismo y otras ideas reaccionarias que la influencian. Rechazar ese enfoque, y en su lugar, meramente apoyar a unos intereses “inmediatos” entendidos estrechamente, no solo es un rechazo a cualquier declaración de una perspectiva política liberadora, sino que, al mismo tiempo, de una manera paternalista da por sentado que la gente no está en posición de aumentar sus aspiraciones y ponerse de pie por metas que son más altas que su más estrecho egoísmo. De no menos importancia, eso significa desafiar al patriotismo “Alemania para los alemanes” desde la perspectiva más amplia de los intereses de la humanidad oprimida.
En segundo lugar, innumerables estudios refutan la suposición de que la gente vota por los partidos de derecha principalmente debido a las consecuencias económicas y sociales de la política neoliberal. Al contrario, los partidarios del AfD basan sus decisiones electorales más fuertemente en factores “culturales” como el miedo a una islamización (imaginaria) de la sociedad alemana, la “alienación social” (la pérdida de valores, costumbres y otras cosas sociales compartidos y el desgarre del tejido social percibido) y su oposición a la desintegración de las relaciones familiares y de género tradicionales. En la medida en que se pudiera ganar a unos partidarios individuales del AfD a un enfoque político verdaderamente radical, pues sería posible únicamente por medio de un fuerte choque ideológico sobre estas cuestiones.
En tercer lugar, no está fuera de las posibilidades el que en última instancia el AfD pueda cambiar su programa neoliberal por una redoblada demagogia social. Esta no sería la primera vez en la historia, y tales esfuerzos ya existen dentro del AfD. ¿Y si en algún momento el AfD exigiera un salario mínimo más alto? ¡¿Qué pasaría entonces, Sahra Wagenknecht?! Durante los últimos años de la República de Weimar (1919-1933), el Partido Comunista de Alemania (KPD, por sus siglas en alemán) intentó erigir un muro contra el creciente movimiento nazi, diciéndoles a los trabajadores que, a la larga, los nazis iban a romper su promesa de eliminar el desempleo. Tal política resultó trágicamente errónea, e inútil.
Oposición a los fascistas
También están obrando acontecimientos positivos contra el auge de los fascistas y el viraje del país hacia la derecha. A donde sea que marchen los fascistas, por lo general hay muchos más contramanifestantes (al menos fuera de Sajonia). Durante los últimos meses ha habido enormes manifestaciones contra las propuestas leyes policiales reaccionarias, especialmente en Baviera y Renania del Norte-Westfalia. Hace poco, decenas de miles se manifestaron por toda Alemania por el rescate de los refugiados en el Mediterráneo, y contra las cínicas políticas europeas que deliberadamente aceptan que miles de personas mueran ahogadas. Se programaron protestas en Hamburgo el 29 de septiembre y en Berlín el 13 de octubre.
Unos días después de la cacería nazi en Chemnitz, se celebró un gran concierto al aire libre de conocidas bandas. Según los medios de comunicación, unas 65 mil personas asistieron para alzar la voz contra la agitación y violencia de la derecha.
Cabe apoyar a tales protestas, y a las expresiones de oposición en el mundo del arte y la cultura, todo lo cual se ha vuelto más fuerte.
En Chemnitz, el lema del concierto era Wirsindmehr: “Somos más”. Quizá eso sea muy cierto. Los fascistas sí representan una minoría, según nuestro mejor entendimiento.
Al mismo tiempo, es importante no subestimar los peligros del fascismo y hace falta que crezca políticamente la resistencia, y algunas lecciones de la historia son pertinentes: cuando el 1933 se entregó el engranaje del poder estatal supremo a Hitler y Cía., sólo una minoría de la población constaba de nazis convencidos. No obstante, los fascistas pudieron consolidar su poder en un tiempo muy corto, mediante una combinación de terror, fraude, demagogia, abrumamiento y soborno. Demasiadas personas, incluidas no pocas víctimas posteriores del régimen nazi, mantuvieron la calma en ese momento, por miedo, por oportunismo, por una ilusoria confianza en las leyes y la tradición de la Alemania “civilizada”, por avaricia o por la engañosa esperanza de que las cosas “no llegarían a ser tan malas”. Tenemos que aprender de esa experiencia histórica —lo antes posible.
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Mucha gente que sale a las calles por tan justas demandas, una y otra vez tiende a buscar un nicho seguro bajo “el ala de la burguesía”, para citar a Lenin. De esta manera, se lucha contra la “fortaleza Europa” y el auge de las fuerzas fascistas con la ilusoria tentación de una mejor “Europa de derechos humanos y justicia social”. Ya que amplios círculos de personas no ven o no conocen una alternativa radical al orden gobernante, demasiadas personas que tienen cierto entendimiento de que el fascismo crece en las entrañas de la sociedad capitalista, a la larga terminan por oponerse al peligro fascista con una defensa de la democracia burguesa.
Pero las décadas de funcionamiento cotidiano de la democracia burguesa alemana, como durante los años en que el SPD gobernaba al país, presenciaron la intensificación de la desigualdad, los mega burdeles regados por las ciudades, las leyes Hartz de fuertes recortes salariales, millones de jóvenes a los cuales se les ofrece ningún futuro salvo futuros sin salida, a la vez que la burguesía alemana siempre se ha mantenido los colmillos empapados de sangre en su alta posición en la cadena alimenticia imperialista, y todo esto ha allanado el camino para la disminución de la legitimidad de la política tradicional liberal y el auge del desafío fascista rabioso. Hoy, los demócratas liberales en Alemania, pese a que chillen y protesten, están cediendo ante los fascistas una y otra vez. Como se evidenció vívidamente en la última concesión de Merkel, les importa más el orden que la justicia.
Todo esto recalca la importancia crítica de la tarea de los comunistas revolucionarios de propagar su visión de la emancipación de la humanidad —para la que el nuevo comunismo de Bob Avakian ha abierto nuevas perspectivas— de manera más enérgica y amplia entre las personas que están buscando una alternativa real, junto con el análisis materialista de Avakian respecto al auge de las fuerzas fascistas en Estados Unidos — los peligros críticos que esto presenta, y la apremiante necesidad de entrar osadamente en el tumulto y la turbulencia de los levantamientos de hoy con una alternativa auténticamente emancipadora. (Vea y lea el discurso de Avakian ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! ¡En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista! Un mundo mejor ES posible en: revcom.us.)
Lea el texto completo en español, y vea y comparta en inglés la película completa, el tráiler, las preguntas y respuestas y unos cortos selectos.
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