Pregunta: ¿Qué se hace con un sistema que no les ofrece ningún futuro a millones de jóvenes negros y latinos; cuyo policía los brutaliza, encarcela e incluso mata a sangre fría, y luego lo encubre?

Respuesta: Derrocarlo.

| Periódico Revolución | revcom.us

 

En septiembre de 2018, procesaron a un policía de Chicago (Jason Van Dyke) por matar a Laquan McDonald mientras estaba de servicio. El juicio fue poco común, la condena del jurado por homicidio en segundo grado fue aún menos común. El juicio no fue poco común porque en Chicago los policías rara vez maten a jóvenes negros, sino porque nunca los procesan por hacerlo. De 2010 a 2016 en Chicago, los policías mataron 92 personas e hirieron 170. Cuatro de cada cinco de estas eran personas negras. Antes de Van Dyke, nunca habían llevado a juicio a ningún policía por balear a una persona negra mientras estaba de servicio (Chicago Tribune, 26 de agosto de 2016).

Ahora, están procesando a dos ex policías y un policía activo en un juicio ante una jueza (sin jurado) por conspiración, obstrucción de justicia y mala conducta oficial, es decir, mentir en informes policiales oficiales para encubrir y justificar el asesinato de Laquan por Van Dyke. La fiscalía y la defensa han terminado sus argumentos y la jueza dijo que rendirá su decisión el 19 de diciembre.

Laquan McDonald tenía tan solo 17 años. (Sus amigos transformaron su apodo, “Quan Dog”, en un cariñoso “Corn Dog”). Había hecho un nuevo comienzo en una escuela secundaria alternativa en el Barrio Sur de Chicago, cuyo director lo describió como una persona que solía sonreírse fácilmente y abrazar a sus maestros. En una noche de octubre de 2014, Laquan ya estaba rodeado de múltiples policías en una calle importante de un distrito industrial del Barrio Sur, cuando Jason Van Dyke llegó a la escena. Unos segundos después, se bajó apresuradamente de su patrullero y abrió fuego. Laquan se desplomó. Van Dyke se detuvo un momento y reanudó los disparos una y otra vez. 16 disparos. Los ocho policías en el lugar de los hechos no le proporcionaron a Laquan ni primeros auxilios ni confort.

***

La historia de Laquan McDonald y, en realidad, de los millones de Laquan en los barrios urbanos empobrecidos no comienza esa noche en una calle del Barrio Sur de Chicago. No comienza con la dura vida que vivió de niño. La historia realmente comienza décadas e incluso siglos antes de que naciera. Da una imagen profunda de esto el discurso de Bob Avakian Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución, así como las preguntas y respuestas que ahora están en línea. Pero aquí va un breve resumen de eso:

Estados Unidos se fundó sobre la esclavitud y el genocidio. Después de que terminó la larga pesadilla de la esclavitud tras la Guerra Civil, en lugar de una libertad auténtica y duradera para la gente negra, se dio en el Sur una violenta reafirmación de la esclavitud bajo otro nombre: la aparcería, en la que por ley se mantuvo a los negros en una condición de ciudadanía de segunda clase, con décadas de terror del Ku Klux Klan (KKK) y Concejos Ciudadanos de blancos para que se quedaran “en su lugar”, obligados a trabajar de esclavos en las prisiones por “delitos” como la vagancia, donde muchos presos de hecho se murieron de trabajos forzados.

Cuando ya no se necesitaba a los negros para hacer ese trabajo rompelomo en el Sur, fueron expulsados de la tierra y seducidos con la posibilidad de la libertad y una vida mejor en el Norte de Estados Unidos, solo para ser súper-explotados ahí en los trabajos peores y más sucios de las fábricas, las acerías y las empacadoras de carne, si es que pudieran encontrar trabajo. En Chicago, al igual que en las ciudades de todo Estados Unidos, segregaron al pueblo negro en barrios marginados empobrecidos, hacinados y destartalados. Las turbas blancas se amotinaron contra los negros una y otra vez en las décadas siguientes cada vez que las personas negras se atrevieran a mudarse al “vecindario equivocado” o a integrar las escuelas, todo esto gestado por las grandes empresas inmobiliarias de la ciudad, una vez más en beneficio de su sistema capitalista.

Hoy, desde hace mucho que esas fábricas han cerrado y los gobernantes no tienen ninguna forma de sacar ganancias del trabajo de grandes sectores de las masas del pueblo negro. Chicago es una ciudad en donde, años después del movimiento por los derechos civiles, la segregación sigue siendo el pan de cada día, en los casos de que de hecho no estén expulsando a los negros de la ciudad… donde, cuando no cierren las escuelas, de hecho las convierten en prisiones y en cauces hacia las prisiones o las fuerzas armadas... donde consignan a las masas de jóvenes a una vida de tanta desesperanza y desesperación que el crimen, en las palabras de uno de los defensores del sistema capitalista, es una “opción racional”, y “la vida pandillera” sirve de fuente de sentido para los jóvenes de modo que se vean impelidos a matar, disparar y lisiar unos a otros.

Así que ¿qué hace este sistema con los jóvenes a los que roba de todo futuro o perspectiva digna? Los contiene con la violencia por medio de fuerzas policiales fuertemente armadas que los brutalizan y matan. El uniforme azul de la policía ha reemplazado a la sábana blanca del KKK y las patrullas y milicias montadas de cazadores de esclavos. El papel de la policía “es para servir y proteger el sistema que gobierna sobre la gente. De reforzar las relaciones de explotación y opresión, las condiciones de pobreza, miseria y degradación que el sistema ha impuesto sobre la gente y está determinado a mantenerla allí…” (de Lo BAsico 1:24).

Este es el mundo en el que nació Laquan y que lo condenó aun antes de que naciera. Esta es la historia real de los millones de Laquan, y de los cerdos policías que lo mataron y encubrieron el asesinato y del gobierno de la ciudad y todos sus organismos que protegieron a esos policías. Esta es la historia que no se contará en el tribunal ni en los medios de comunicación.

Si usted quiere entender POR QUÉ esto sigue sucediendo una y otra vez durante generaciones; si quiere entender por qué la opresión de los negros se vierte en los cimientos de este sistema capitalista-imperialista y por qué este sistema no le ofrece ningún futuro a la juventud; si quiere entender por qué el decreto de consentimiento del Departamento de Policía de Chicago fue producto de la lucha contra la brutalidad policial pero no solucionará el problema de manera fundamental; si quiere entender por qué una revolución es la solución y cómo se podría hacer... si se angustia por esta situación, pues tiene que ver el discurso filmado de Bob Avakian Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución y escuchar su respuesta acerca del decreto de consentimiento durante la sesión de preguntas y respuestas de Chicago.

Anatomía de un encubrimiento

La opresión genera la resistencia y la gente sí se levanta... y eso obliga al sistema a tanto reprimir como maniobrar al hacerlo. Estos juicios en Chicago solo están ocurriendo ahora debido a lo que hizo la gente en Ferguson y Baltimore y en las demás ciudades donde la gente se puso de pie para exigir ¡ALTO! al terror policial. Y como parte de esto, salieron todas las denuncias de los periodistas y el creciente temor de las autoridades de que la ciudad, incluidas las personas que quieren creer que la policía es “equilibrada”, se sacudieran y convulsionaran en respuesta a la divulgación del video de la ejecución a sangre fría de Laquan y el encubrimiento generalizado por parte de todo el gobierno municipal.

Craig Futterman, un profesor de derecho de la Universidad de Chicago, explica: “El procedimiento operativo estándar del Departamento de Policía de Chicago es, y ha sido durante años, cuando un policía es acusado de mala conducta, cuando un policía usa la fuerza, para justificarlo y agruparse y proteger al policía. Ni siquiera se requiere una conspiración; son simplemente los procedimientos operativos estándares”. Es, dijo, “investigación como encubrimiento”.

La policía había comenzado a rodear a Laquan en medio de la calle, cuando paró un automóvil con un hombre latino y su hijo adulto adentro. Desde su auto, observaban claramente los sucesos en torno al asesinato. La policía obligó a estos testigos presenciales a irse sin pedirles ninguna información como posibles testigos. Esa noche, según el gerente del vecino Burger King, los policías entraron y, tras acceder al video de vigilancia relevante, borraron la parte del video del asesinato.

Pocas horas después del asesinato, Van Dyke y otros policías que habían estado en el lugar del asesinato de Laquan, junto con el detective a cargo de investigarlo para el Departamento de Policía (DPC), se reunieron en el cuartel central. Allí hablaron del asesinato y vieron el video de la cámara de la radiopatrulla. Los policías redactaron sus informes únicamente DESPUÉS de esa reunión y cuando fueron entrevistados individualmente por David March, a cargo de la investigación para el DPC. Dos de los informes afirmaron falsamente que Van Dyke actuaba en defensa propia para impedir un ataque de parte de Laquan McDonald, utilizando un lenguaje idéntico a la descripción de la situación por Van Dyke: que McDonald había cometido una agresión violenta justo antes de que Van Dyke lo baleara y que McDonald estaba blandiendo agresivamente un cuchillo hacia los policías, y que después de balear y dejar Laquan en el suelo, éste seguía siendo una amenaza porque seguía intentando levantarse con el cuchillo en la mano.

Una policía en el lugar de los hechos ha testificado que el detective March la había presionado para mentir en su informe sobre lo que había visto, y que cuando ella se negó, March revisó su informe sin su conocimiento para que pareciera que Laquan representara una amenaza.

La investigación de March encontró que todas las versiones de los policías concordaron con el video y concluyó que se justificaba el asesinato a balazos. Un jefe adjunto de alto rango revisó la investigación y le dio el visto bueno, absolviendo a Van Dyke de cualquier acto indebido. (Posteriormente, se permitió que este jefe adjunto se jubilara con una pensión completa).

El video de la cámara de una patrulla que grabó el asesinato a balazos contrasta marcadamente con todas las mentiras de la policía. (Oportunamente, previo a esto se inutilizó el audio y video de las cámaras de algunas de las patrullas). El video muestra claramente a Laquan alejándose a pie de la policía en medio de una amplia calle de cuatro carriles. Nunca cometió ninguna agresión. Sus brazos estaban a los lados; nunca los levanta. Nunca se abalanzó. De hecho, Van Dyke avanzó hacia él al abrir fuego. Laquan nunca intentó levantarse mientras una bala tras otra le daban en el cuerpo y yacía en el suelo. Fue, como el mundo entero iba a ver, una despiadada ejecución de un adolescente negro.

A raíz del asesinato a balazos, toda la maquinaria del gobierno municipal se puso a todo vapor para proteger al policía asesino y ocultar la verdad para que nunca viera la luz del día. Poco después del incidente, el jefe de policía vio el video de la cámara de la patrulla, al igual que la Autoridad de Veeduría “Independiente” de la Policía, la fiscalía de distrito, el abogado municipal y el alcalde, Rahm Emanuel, el ex jefe de gabinete de Obama. La investigación del organismo “independiente” no resultó en nada, en connivencia con la del alcalde (que se documentó en los intercambios de correos electrónicos que el gobierno municipal tuvo que divulgar). En medio de la campaña electoral de Emanuel para la alcaldía, el ayuntamiento ratificó un acuerdo de $5 millones en literalmente cinco segundos, sin discusión, sin preguntas — antes de que la familia de McDonald siquiera hubiera presentado una demanda. El acuerdo estipulaba que no se divulgara el video. El alcalde continuó luchando en las cortes para impedir que se divulgara el video. Se debía haber presentado cargos contra todos los que estaban involucrados en este encubrimiento por su papel de ayudar y secundar el asesinato de Laquan, pero únicamente están procesando a tres policías.

Cabe recordar que el encubrimiento casi lo logró al igual que un sinnúmero de otros. La versión policial (es decir, las mentiras) se presentó debidamente como un hecho en todos los medios de comunicación principales. Un médico forense incluyó en su informe oficial que Laquan se había abalanzado hacia el policía, según una llamada telefónica del detective March. (¡El abogado de March ahora sostiene fantasiosamente que alguien se hizo pasar por él en la llamada a la oficina del médico forense!) Nadie siquiera cuestionó el asesinato al principio, hasta que se filtraron al periodista Jamie Kalven del Invisible Institute (Instituto Invisible) unas pistas sobre el verdadero horror del asesinato. Casi un año después del asesinato, un juez por fin ordenó que se divulgara el video. Escandalizadas por lo que vieron y por su marcado contraste con la versión de la policía, personas de todas las nacionalidades se tomaron las calles indignadas noche tras noche durante semanas.

¿Un encubrimiento, o todo sigue como si no pasara nada?

El abogado del compañero de Van Dyke, uno de los policías bajo juicio, reveló la verdad de que así es cómo funciona la cosa. Argumentó que no había nada de malo en que los policías se reunieran después del incidente o que coordinaran la manera en que iban a manejar la situación, “[E]sos factores son lo que ocurre en cada delito importante que ocurre en esta ciudad. Y ocurre en todos los departamentos de policía en este estado y en este país. No es evidencia de un pacto. Es el procedimiento operativo estándar típico de lo que ocurre a raíz de un delito importante”.

El periodista Jamie Kalven, quien lleva décadas desenmascarando la brutalidad policial en Chicago, hizo una observación importante: “Si bien la frase ‘código de silencio’ evoca algo esencial —el silencio coaccionado de los policías que observan pero no denuncian los abusos cometidos por sus compañeros—, es, en algunos sentidos, un nombre poco apropiado, un eufemismo. Las prácticas a las que se refiere se tratan menos del silencio que de mentiras estrechamente orquestadas y varios medios utilizados para mantener el control de la narrativa”. Y además, no se trata de ninguna “‘cultura’ difusa” entre los policías sino “un conjunto de mecanismos institucionales centrales para la operación del Departamento de Policía de Chicago”. (Vea “Code of Silence” [Código de Silencio] de Kalven, publicado en línea, en inglés).

El juicio

En el juicio actual, una vez más están satanizando a Laquan McDonald y tachándolo de responsable de su propia muerte, Y ADEMÁS, una vez más están dándoles a los policías que mintieron sistemáticamente en sus informes una plataforma para decir vilmente que el asesinato de Laquan fue justificado. Además de permitir que Laquan fuera juzgado, el juez también ha permitido ataques disparatados e infundados de parte de la defensa al carácter e integridad personal de los que dan testimonio en contra de la policía. En un momento surrealista, uno de los abogados de los cerdos policías de hecho interrogó al testigo latino quien ha luchado con valentía para decir la verdad sobre lo que vio esa noche: ¿por qué no llamó al 911 para informar sobre lo que presenció? El señor Torres señaló que llamar al 911 es llamar a la policía, que ya estaba ahí. La defensa atacó a la policía que había denunciado a sus compañeros, acusándola de mentir para salvar su trabajo y no tener que volver a trabajar como cajera en un restaurante de comida rápida. Ella testificó que, como resultado de negarse a falsificar su informe y de dar testimonio en este juicio, en el trabajo la han tildado de rata y traidora, y la han asignada a funciones de oficina por temor a que los otros cerdos policías la perjudicaran en la calle.

La jueza pronunciará su decisión sobre el desenlace de este juicio el 19 de diciembre. Queda por verse si el temor a mayores denuncias sobre todo el sistema judicial resultará en que esta jueza, la que es una ex fiscal de larga trayectoria, los declare culpables o si todo el peso del sistema y todo lo que el sistema ha invertido en proteger al policía resultarán en que la jueza deje que salgan en libertad. Y cualquiera que sea el veredicto, el hecho de que han procesado a tan pocos de los culpables equivale en sí a un encubrimiento y una injusticia escandalosa, incluso bajo los términos de lo que este sistema DICE que representa (la igualdad ante la ley).

Este juicio también podría tener ramificaciones en la venidera audiencia de condena de Van Dyke y su apelación del veredicto de culpable por homicidio en segundo grado.

Si bien sería escandaloso que cualquiera de estos cerdos policías saliera libre, es aún peor que este sistema siga en pie aun después de castigar a unos pocos chivos expiatorios, creando nuevos Laquan con la misma brutalidad y la misma orquestación de mentiras para encubrirla.

No es posible reformar este sistema, hay que derrocarlo.

 

Concesiones con relación al terror policial; la violencia entre los jóvenes; por qué hace falta una revolución: una pregunta y respuesta con Bob Avakian

Si usted quiere entender POR QUÉ esto sigue sucediendo una y otra vez durante décadas; si quiere entender por qué la opresión de los negros está vertida en los cimientos de este sistema capitalista-imperialista y por qué este sistema no les ofrece ningún futuro a la juventud; si quiere entender por qué el decreto de consentimiento de Chicago fue producto de la lucha contra la brutalidad policial pero que no solucionará el problema de manera fundamental; si se quiere entender por qué una revolución es la solución y cómo se podría hacer... si se angustia por esta situación, pues tiene que ver el discurso filmado de Bob Avakian Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución y escuchar su respuesta a esta pregunta sobre el decreto de consentimiento durante la sesión de preguntas y respuestas de Chicago.

Eddie Johnson fue designado jefe de policía cuando Garry McCarthy se vio obligado a renunciar después de que se divulgó el video del asesinato de Laquan. Emanuel seleccionó a dedo a Johnson con la esperanza de que poner a un policía negro a cargo apagara las críticas al departamento, tristemente célebre por su brutalidad. Incluso el Departamento de (in)Justicia federal se vio obligado a investigar al DPC en 2017 después de la indignación en la ciudad por el asesinato de Laquan, y halló un “patrón de fuerza ilícita” por parte de la policía y que “al no revisar e investigar el uso de la fuerza por parte de los policías, se ha contribuido a crear una cultura en la que los policías esperan usar la fuerza y que no se les cuestiona sobre la necesidad o idoneidad de ese uso”.

Hace poco, el Invisible Institute publicó una larga denuncia en The Intercept sobre la historia de Eddie Johnson en la orquestación y supervisión de estos encubrimientos, y la protección a los policías involucrados en caso tras caso de asesinatos notorios y quejas de fuerza excesiva: Rekia Boyd, Dakota Bright, Niko Husband, Christian Green y muchos más. Vea “Use of Force—Chicago Police Superintendent Eddie Johnson’s Long Record of Justifying Police Misconduct and Shootings” [El uso de la fuerza — El largo historial del superintendente de policía de Chicago, Eddie Johnson, de justificar la mala conducta y asesinatos a balazos por la policía], publicado por el Invisible Institute en The Intercept, noviembre de 2018.

 

 

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