¿Se pondrán nuestras habilidades al servicio de nosotros mismos o de nuestra gente, manteniendo el mundo fundamentalmente tal como está, o servirán a la revolución y a los intereses de la humanidad?
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A continuación presentamos una columna de opinión que envió al Daily Bruin, el periódico estudiantil de la Universidad de California-Los Ángeles [UCLA], Tala Deloria, miembra del Club Revolución, estudianta de la UCLA y una de los 5 de UCLA.
Llevo 6 años en esta institución. Ahora que mi viaje está llegando a su fin, enfrento muchas de las mismas ansiedades (¿entusiasmo?) que mis compañeros y los de las generaciones anteriores enfrentaron en relación con la incertidumbre del futuro y nuestro lugar dentro de él. La pregunta básica es la misma: ¿qué voy a hacer con mi vida?
Algunos de nosotros lo tenemos más resuelto que otros. Algunos de nosotros sentimos que carecemos de agencia para determinar el resultado dada la naturaleza peligrosa de estar fuera de la “norma” de ser blanco, masculino, heterosexual, etc. Algunos de nosotros nos preguntamos si siquiera vale la pena formular la pregunta dada la inminente condena del cambio climático. Para algunos es todo lo anterior.
Empecé en esta institución con muchas ilusiones de por qué llegué a estar aquí y qué iba a hacer con la oportunidad. Nunca tuve un fervor entusiasta explícito a favor del sueño americano, pero pensé que yo era especial porque lo “logré” cuando muchos de los que me rodeaban se quedaron en el camino. Reconocí la opresión institucional, pero solo en el sentido liberal según el que consideraba que “mi gente” “faltaba igualdad de oportunidades”. Me propuse avanzar en mi carrera para devolver algo a mi comunidad. Iba a ser una corredora de bolsa... y terminé por ser una comunista revolucionaria.
Eso no sucedió de la noche a la mañana. Fue un proceso en el que las cosas que aprendí en el aula se fusionaron con mi exploración de la obra de Bob Avakian y con las protestas y la actividad de organización con otros revolucionarios. Me enteré de la verdadera historia brutal de Estados Unidos y llegué a anhelar un mundo sin Estados Unidos. Pude ver cómo es vivir bajo la bota de este sistema y su despiadada policía. Lloraba cada vez que tuviéramos que enterrar a otro joven negro y sintiera la respuesta en esa hermosa y eléctrica rabia de la gente en lucha política en las calles. Llegué a comprender la dinámica más profunda de por qué el mundo es como es. Todo esto me hizo cambiar. Leí y debatí. Yo reté a otros y ellos me retaron.
Mediante este proceso, adquirí un espíritu de lucha al sentir la naturaleza intolerable e innecesaria de vivir de esta manera, y llegué a comprender que tenemos dos opciones: o vivimos con el mundo tal como es, con todo el horror que eso significa para la humanidad, o hacemos la revolución para derrocar el sistema que está en la raíz de esto y construimos algo radicalmente mejor sobre sus cenizas.
Durante años caminé por este lugar con un profundo sentido de alienación porque vi demasiada serenidad y apatía en respuesta a este mundo caótico y violento. Las personas que no tienen salida se meten la nariz en lo que existe, especialmente en una institución de élite como esta. Muchos de nosotros solo aspiramos a perseguir nuestro propio avance, o tal vez tratemos de ayudar a “nuestra gente”, sea cual fuere nuestra definición de eso, o tal vez nos dejemos canalizar hacia un programa reformista u otro. Todo lo anterior equivale a que nos establezcamos y contentemos en el mundo tal como es y aceptemos esto como lo mejor que podemos hacer. No es mi intención criticar a Médicos sin Fronteras ni ninguna otra iniciativa de buen corazón para cambiar el mundo, pero...
Mi viaje comenzó años antes de Trump. Antes de Charlottesville, antes de la prohibición a los musulmanes, antes de #YoTambién, antes de que sintiéramos la amenaza inminente de un apocalipsis nuclear, del “fuego y furia tal como el mundo nunca ha visto”, aun antes de que nos dijeran que nos quedan 10 años para salvar el planeta. Ahora nos fijamos en el mundo que hemos heredado, con la consolidación del fascismo en todo el mundo, con la aceleración de los horrores y las opciones se presentan aún más claramente.
La revolución ES nuestra única salida, y tenemos una verdadera oportunidad de ganar. Así que, para aquellos que rechazan creer que no existe ninguna alternativa al mundo tal como está, aquí va una pregunta para ustedes, con todas las habilidades que han acumulado en este lugar: ¿se pondrán al servicio de nosotros mismos o de nuestra gente, manteniendo el mundo fundamentalmente tal como está, o servirán a la revolución y a los intereses de la humanidad?
El camino no es fácil. Lo que está en juego es nada menos que el futuro de los 7 mil millones de personas en este planeta, y sé que hay preguntas en cuanto a la violencia y cómo se manejará la nueva sociedad, sobre la estrategia para hacer esto y si realmente podemos derrotar a este gigante imperialista. No ponga estas preguntas en el librero. Venga a escuchar el argumento a favor de la revolución, el que no escuchará en ningún otro lugar, en el acto-presentación el lunes 20 de mayo: “Crees que caminas con los ojos bien abiertos… Pero caminas dormido en una pesadilla — ¡No es posible reformar este sistema, hay que derrocarlo!”, 7 pm, Haines 118 y traiga sus preguntas. Unámonos, debatamos, retemos unos a otros. Luego, elige su opción.
Promoción del acto-presentación del lunes 20 de mayo mencionado en la carta a la izquierda. Lea la cobertura del acto aquí.
Tala Deloria y Lenny Wolff hablan de la Gira Nacional “Organícense para una Revolución REAL” en The Michael Slate Show (en inglés).
“Crees que caminas con los ojos bien abiertos…
Pero caminas dormido en una pesadilla —
¡No es posible reformar este sistema,
Hay que derrocarlo!”
La Gira “Organícense para una Revolución REAL”
Lea sobre Gira, de pie con desafío y a la altura »