Discurso de Rafael Kadaris en el panel y discusión de Libros Revolución

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En 1936, Victor Arnautoff, un renombrado artista inmigrante ruso que trabajó con el gran muralista mexicano Diego Rivera, recibió la encomienda de pintar una serie de murales en la Escuela Secundaria George Washington en San Francisco sobre “La vida de Washington”. Hace poco, la Junta Escolar de San Francisco votó unánimemente a favor de destruir los murales, con el argumento de que la obra “glorifica la esclavitud, el genocidio, la colonización, el destino manifiesto y la supremacía blanca”, y que las imágenes de la esclavitud y la matanza de los indígenas norteamericanos “provoquen” y “traumaticen” a los estudiantes de color.

El 22 de agosto, Rafael Kadaris del Club Revolución y de la Gira Nacional “Revolución” habló sobre el tema en un evento en Libros Revolución-Berkeley.

¡Hola, cómo están! Estoy muy encantado de estar aquí, de participar en esta importante discusión con todos estos panelistas, y muy ansioso de escuchar las preguntas de todos ustedes.

De hecho, estos últimos meses he estado en Los Ángeles con la gira nacional organizando para la revolución. Y cuando estuve ahí tuve la oportunidad de ver otro polémico mural.


“América tropical: Oprimida y destrozada por los imperialismos”. 1932 de David Siqueiros

Se llama “América tropical: Oprimida y destrozada por los imperialismos”. Fue pintado en 1932 por el gran muralista mexicano David Siqueiros, con quien creo que Dewey colaboró en una ocasión. Se encuentra en la calle Olvera que, si no la conocen es una versión pintoresca e idealizada de un mercado mexicano para turistas, y en los años 1930 fue parte de una campaña para vender casas en un lugar colorido y romántico con un pasado étnico, sin riesgo para los blancos. Así que, de la misma manera que Arnautoff recibió una encomienda de pintar un mural bonito y benigno sobre “La vida de George Washington”, le encomendaron a Siqueiros para que pintara un mural con el tema de “América tropical”, con la esperanza de que pintara escenas de papagayos y palmeras y gente tropical alegre que bebía cocos. Y esto es lo que hizo, pero como pueden ver, justo en el centro puso a una persona indígena crucificada por un águila estadounidense. Como se pueden imaginar, causó escándalo entre los comerciantes de la calle Olvera, que no querían que ESA imagen perturbara a los turistas, y en poco tiempo lo cubrieron con cal. Por suerte, gracias al esmog de Los Ángeles a fines de los años 1960 la cal empezó a desgastarse y el mural empezó a volver a aparecer y ahora ha sido conservado. Miren a este mural y piensen en esa historia y díganme dónde está la diferencia. ¿O piensan que también debieron haber tapado este mural?

Ahora piensen en el nombre del mural: “América tropical: Oprimida y destrozada por los imperialismos”. Ahora adelantémonos rápidamente desde 1932, desde las repúblicas bananeras y las dictaduras organizadas por Estados Unidos en Centroamérica, los golpes de estado y las invasiones, los escuadrones de la muerte respaldados por Estados Unidos, la pobreza y la violencia pandillera hechas en USA, las sequías causadas por el cambio climático, y veamos ahora como están las cosas, vemos a los refugiados de la América tropical, oprimidos y destruidos por el imperialismo, acusados de ser violadores, narcos y animales, y si no mueren en el desierto o se ahogan en el Río Bravo, o resultan baleados por justicieros asesinos en masa inspirados por Trump, los cazan y detienen los cazadores de esclavos, los encierran en campos de concentración y los tratan peor que perros. Y los demócratas, que para empezar contribuyeron a esta situación, no están haciendo nada al respecto, aparte de darle a Trump $4.6 mil millones para el ICE y la Patrulla Fronteriza.

Así que, como dice la cita de Bob Avakian que está en la pared: “Vamos a lo básico: Necesitamos una revolución. Cualquier otra cosa, en última instancia, es una tontería”. La gira en la que he venido participando está recorriendo Estados Unidos organizando a miles que tienen que convertirse en los líderes de millones para hacer esta revolución.

Como deja en claro este mensaje de la gira nacional, toda esta horrible opresión, estos 5 ALTOS —la supremacía blanca, el patriarcado y los ataques contra los inmigrantes, las guerras imperialistas y la destrucción del medio ambiente— son partes integrales de este sistema, y como dice Bob Avakian: “[T]enemos dos opciones: o vivir con todo eso —y condenar a las generaciones del futuro a lo mismo, o a cosas peores, si es que siquiera tengan un futuro— o, ¡hacer la revolución!” Y luego habla de la clase de mundo por el que estamos luchando y cómo llevar nuestra vida hoy de tal manera que sea parte del llegar a ese mundo.

Toda la manera de pensar que está encarnada en la campaña para destruir estos murales, a la cual volveré en adelante, es un gran obstáculo a hacer la revolución que necesitamos y a llegar a un mundo diferente, un gran obstáculo a enfrentar la realidad y actuar para cambiarla radicalmente.

Y hoy mismo, especialmente en este momento cuando el fascismo se está consolidando y la supremacía blanca está a la ofensiva, ¿es necesario perturbar, “provocar” a la gente haciendo que se salga de su zona de confort, y que sea impelida a actuar? Y claro, ¿para que corra riesgos y haga sacrificios para parar todo esto?

¿Es necesario que escuchen los llantos de los niños de Misisipí cuando al llegar de su primer día de escuela descubren que el ICE ha secuestrado a sus padres? ¿O deben darle la espalda a todo eso como los “buenos alemanes” que no hicieron nada ante las redadas contra sus vecinos judíos? Y aquí es importante agregar un hecho doloroso pero histórico: que a pesar de la heroica resistencia de los combatientes judíos del ghetto de Varsovia y unos cuantos otros lugares, la mayoría de los judíos no actuaron hasta que fuera demasiado tarde. Y una de las razones por eso fueron los líderes de la comunidad judía que ocultaron la verdad sobre los campos de muerte, sobre el destino de los trenes que se llevaban a la gente, porque no querían incomodar a la gente.

Así que, tengo que decir que la idea de crear “espacios seguros” donde la gente estaría amparada contra cualquier cosa traumática es una tontería. Para empezar, es una ilusión. Miren lo que está pasando en el mundo —el Amazonas está en llamas, el Ártico se está derritiendo y un fascista supremacista blanco abierto tiene los códigos nucleares— no se puede mantener a la gente en una burbuja protegida contra todo eso. Las alertas relámpagas y los espacios seguros no sirven para nada contra los de arriba y lo que se proponen hacerle a la gente. Segundo, es el colmo de la condescendencia y el paternalismo. Dejen que estos jóvenes conozcan el mundo, y la historia, y que ellos mismo decidan lo que piensan al respecto. Por último, le enseña a la gente que lo más importante es ocuparse de sí mismo y de sentirse cómodo, que es una manera individualista burda de llevar la vida, especialmente en un país como Estados Unidos, donde para unas personas la capacidad y el privilegio de ignorar las verdades que incomodan se basa en la opresión y la explotación, y, sí, en el trauma que le inflige a la gente por todo el mundo.

Ahora quiero leer dos citas muy relevantes de Lo BAsico de Bob Avakian:

“Los oprimidos que sean incapaces o no estén dispuestos a reconocer la realidad tal como es, están condenados a permanecer esclavizados y oprimidos”.

“Hay un punto donde la epistemología y la moral se encuentran. Hay un punto donde uno tiene que decir: No es aceptable no querer mirar algo, o no creerlo, porque incomoda. Y: no es aceptable creer algo porque tranquiliza”.

Ahora hablando de verdades que incomodan, hablemos de los padres fundadores.

Aparentemente, la gente que quiere echarle cal al mural no tiene ningún problema con enviar a sus hijos a una escuela que se llama George Washington, pero no quieren que descubran el monstruo que él fue, o el monstruoso país que fundó. No tienen ningún problema con la enorme estatua de bronce de él en la escuela. No tienen ningún problema con el panel en el que Washington, Jefferson y Hamilton están conversando sobre el borrador de la Constitución de Estados Unidos — una constitución que institucionalizó la esclavitud, una constitución que todavía les permite que los gobernantes de este sistema cometan horror tras horror contra la gente, y que lo hagan en nombre de “Nosotros el pueblo”.

Como dije en el artículo que escribí, de hecho, Arnautoff trató a Washington con demasiada suavidad. (Ahora, quiero remitirlos a la muy importante serie Crimen Yanqui, sobre los 100 crímenes más atroces cometidos por el gobierno de Estados Unidos, la que se puede encontrar en revcom.us, y que incluye un denuncia al papel de Washington en la expedición Sullivan, en la que ordenó una campaña de tierra arrasada de aniquilación total a más de 50 aldeas del pueblo iroqués en el estado de Nueva York.)

Ahora, algunas de las personas que lo quieren “tapar con pintura” quizá digan que todos ya saben que Estados Unidos fue fundado en la esclavitud y el genocidio, así que no hay razón para seguir viendo eso. Bueno, en realidad no todos ya saben eso. De hecho, ¡un miembro del personal de nuestra librería llevó a cabo una encuesta informal en la Universidad de California-Berkeley (la universidad pública #1 del país) y se sorprendió por tan pocos estudiantes siquiera sabían que Washington era dueño de esclavos! Y claro que la gente no era conocedora de los horrores de la esclavitud. Por ejemplo, el promedio de tiempo que un esclavo trabajaba en un cañaveral era de siete años, porque literalmente los obligaron a trabajar hasta la muerte.

Y entre quienes a un nivel conocen los crímenes de este país, existe una negativa obstinada a enfrentar que este país está podrido hasta la médula y no es posible redimirlo. Se aferran a la narrativa, la misma narrativa que cuenta gente como Obama, de que, sí, la esclavitud fue un pecado original, pero Estados Unidos fue fundado sobre grandes ideales democráticos que nos han ayudado a superar progresivamente el racismo en la continua marcha del progreso. No, de hecho Estados Unidos jamás ha tenido grandeza y los ideales democráticos, como la Constitución y las leyes, la cultura dominante, siempre han servido para robustecer este sistema de explotación y opresión, desde la esclavitud, al Jim Crow y a la fecha.

Para ilustrar este contraste… ¿cómo es la imagen “positiva” la que el presidente de la junta escolar propone para reemplazar al mural de Arnautoff? Unos soldados negros que combatieron en el ejército de Washington. Así que, ¿un mural que retrata a unas personas negras (muchas de las cuales, dicho sea de paso, todavía estaban esclavizadas) que luchan por la “libertad” de una bola de capitalistas y dueños de esclavos es una imagen positiva y edificante para los estudiantes negros? Háganme el favor. Las personas así al menos deberían hablar con honestidad… quieren destruir el mural porque creen en Estados Unidos y su promesa. Piensan que si tan sólo se sigue adelante y se centra en lo positivo —como Jay Z que dijo al referirse a Colin Kaepernick, “ya dejamos atrás lo de hincar la rodilla”— es posible triunfar en Estados Unidos y conseguir un lugar en la mesa.

Al respecto, aquí van unas preguntas para contemplar y explorar durante las preguntas y respuestas. ¿Cuál es la meta: conseguir un lugar en la mesa, o volcar la mesa y hacer una revolución? ¿Los oprimidos necesitan consuelo, o necesitan liberación? ¿Ser dueños de la opresión, o ponerle fin a la opresión? ¿Quiere sacar una tajada de este sistema, o quiere deshacerse de este sistema?

Para terminar, quiero hablar de uno de los “elefantes en la sala”. ¿Quién tiene el derecho de hablar? ¿Quién tiene el derecho de hacer arte? Como sabemos, una de las principales críticas a los murales de Arnautoff era que, dado que Arnautoff es un hombre blanco, no tenía derecho de retratar la experiencia del pueblo negro o de los indígenas norteamericanos, o que por lo menos primero debió haberles pedido permiso para hacerlo. Ante todo, hay que decir que según este criterio sería casi imposible hacer arte. Tendría que desaparecer la mayoría de los libros en este salón, que abordan todo tipo de tema que van más allá de la experiencia directa de los autores, y claro que toda la ficción. Pero hay que hacer otra pregunta: ¿A quién le hubiera pedido permiso? No todos los negros e indígenas piensan de igual manera. Y de todos modos, las personas no siempre tienen la razón simplemente porque son oprimidas. Como sabemos, algunos indígenas cheroquis eran dueños de esclavos, y los “soldados búfalo” negros fueron al Oeste para masacrar a los indígenas. En la Guerra Civil, las tribus indígenas combatieron para ambos bandos.

Todo esto señala algo más fundamental: que existe una sola realidad objetiva, y cualquiera puede llegar a entenderla. La verdad no varía de acuerdo a cuánta opresión es la que sufre una persona. Hay que escuchar a las personas que han sufrido la opresión directamente. Pero la experiencia directa por sí sola no revela cuál es la causa raíz de esa opresión, o la manera en que se puede eliminar. De hecho, ese enfoque general de la epistemología posicional (la idea de que la verdad depende de la “posición” socioeconómica de la persona) es un importante obstáculo a obtener un entendimiento más profundo de las dinámicas subyacentes de la sociedad y de cómo se puede cambiar.

Así que no, el problema no es un artista blanco quien, con todas sus limitaciones (y podemos hablar más sobre eso durante las preguntas y respuestas), sí pintó un mural con un contenido subversivo y antirracista. Y el hecho de que unas personas lanzaron una campaña general contra este mural, y no en contra de la estatua de Washington —el verdadero monumento a la esclavitud escondido a plena vista en la escuela— o en contra de los supremacistas blancos reales que están en el poder y están fomentando una nueva guerra civil… es claro que les enseñara lo que necesitan saber sobre el daño que hace la política de identidad y cómo es que deja impune al sistema.

Sí, necesitamos más arte de resistencia, más arte revolucionario para edificar e inspirar a la gente, especialmente a la juventud… no con un montón de exagerados “sueños americanos” de “si se puede”… sino con una visión positiva real de cómo las cosas podrían ser diferentes… pero para que esa cultura de veras florezca, ¡tiene que haber mucho más resistencia y revolución!

Así que permítanme terminar con lo que está escrito en la pared de esta librería:

3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor:
1) Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles.
2) Las personas tienen que adentrarse con seriedad y ciencia en la manera en que el presente sistema del capitalismo-imperialismo funciona en los hechos, y los correspondientes resultados concretos en el mundo.
3) Las personas tienen que examinar profundamente la solución a todo eso.

Bob Avakian 1º de mayo de 2016

Vídeo del panel y discusión “El mural de la vida de George Washington” en Libros Revolución-Berkeley, 22/08/2019 (en inglés)

Vea también en inglés:

American Crime

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