Los gángsteres debaten cuáles crímenes mejor sirven a sus “intereses nacionales”

¿Qué se revela y qué falta en la “Historia secreta del impulso para atacar a Irán” del New York Times?

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El 4 de septiembre, la revista New York Times Magazine publicó el artículo “The Secret History of the Push to Strike Iran” [La historia secreta del impulso para atacar a Irán], basada en extensas entrevistas con funcionarios gubernamentales actuales y anteriores en las últimas dos décadas. Detalla una compleja lucha de 17 años dentro de las clases dominantes de Estados Unidos e Israel1 y entre estas sobre cómo lidiar con Irán2: con qué combinación de aplastantes sanciones económicas, subversión interna, amenazas militares, bombardeos o invasiones directas se podría hacer que Irán se doblegara ante las demandas estadounidenses y se adaptara al dominio estadounidense de la región.

En gran medida, esta lucha se ha centrado en cómo impedir que Irán produjera armas nucleares y mantener el monopolio estadounidense e israelí sobre armas nucleares que es un elemento clave de su control de la región. Israel tiene 80-90 ojivas nucleares, y Estados Unidos tiene más de 6.000; ambos tienen la capacidad de lanzar ojivas desde sistemas de entrega por aire, mar y tierra. Irán no tiene misiles nucleares ni ojivas nucleares, lo que lo hace 100% vulnerable al chantaje nuclear de Estados Unidos e Israel.

Hay mucho en el artículo del Times —una parte previamente conocida, alguna información nueva— que debería causar escándalo:

  • En 2007, cuando George W. Bush era presidente, el ministro de Defensa israelí Ehud Barak ordenó a su “estado mayor que desarrollara planes para un ataque a gran escala contra Irán”.
  • En 2009, Obama prometió al grupo cabildero pro-israelí AIPAC que iba a “siempre mantener como una opción la amenaza de acción militar para defender nuestra seguridad y a nuestro aliado Israel”. En 2012, “la administración de Obama... desarroll[ó] sus propios planes de contingencia militar” para una guerra con Irán, “los que incluyeron la destrucción de una maqueta de tamaño real de un centro nuclear iraní en el desierto occidental de Estados Unidos con una bomba de 13 toneladas métricas”.
  • En 2010, el gobierno de Obama envió un mensaje a los gobernantes iraníes que en efecto dice que “existía una posibilidad de un desenlace pacífico del enfrentamiento nuclear con Irán, pero [Estados Unidos] estaba preparado para emprender acción militar si Irán rechazara la diplomacia” [énfasis añadido]. Esta amenaza gangsteril (junto con sanciones económicas devastadoras) fue el impulso para el JCPOA de 2015 [el acuerdo nuclear entre Irán, la administración de Obama y otras potencias imperialistas, del cual Trump posteriormente se retiró].
  • En 2012, Israel estaba tan cerca de lanzar un ataque militar contra Irán que su embajador en Estados Unidos dijo que cada noche se acostaba “con el teléfono al oído... listo para recibir una llamada de Israel para ir a la Casa Blanca o al Departamento de Estado para decirles que habíamos atacado”.
  • Finalmente, la administración de Obama decidió que no iba a ayudar a Israel en un ataque inicial contra Irán, “pero no se interpondría en el camino de Israel”. Y en julio de 2012, Obama ordenó “una concentración del arsenal de Estados Unidos alrededor del golfo Pérsico” para poder respaldar a Israel una vez que las cosas se pusieran en marcha. “El general James Mattis, jefe del Mando Central de Estados Unidos, instó a la CIA a tratar de ubicar los lanzadores de misiles iraníes; estarían entre los primeros objetivos de una campaña estadounidense si un ataque israelí involucrara a Estados Unidos en el conflicto”.
  • El asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton (a quien Trump acaba de despedir), escribió un artículo de opinión en el New York Times en 2015 titulado “To Stop Iran’s Bomb, Bomb Iran” [Para detener la bomba de Irán, bombardeemos a Irán]. En 2017, poco antes de entrar en el régimen de Trump, Bolton había prometido públicamente a los iraníes antirégimen que “en dos años, los líderes de Irán se habrían ido y que ‘nosotros de aquí celebraremos en Teherán’”.

En otras palabras, lo que vemos, durante tres administraciones estadounidenses, es un ejemplo tras otro de gángsteres imperialistas y sus aliados israelíes discutiendo y debatiendo actos no provocados de guerra, subversión y terrorismo económico contra otro país, todo con el objetivo de establecer una dominación total de la región por Estados Unidos y sus aliados íntimos. Así que aquí se ve a Estados Unidos dictándoles a los países de una región al otro lado del mundo sobre cuáles serían los alineamientos de poder, quiénes podrían tener cuáles armas, etc. Esto no es muy distinto a la infame Conferencia de Berlín en el siglo 19 en la que las grandes potencias en Europa trazaron líneas en un mapa de África y dividieron lo que iba a obtener cada potencia.

Sí que hubo diferencias entre los diferentes líderes estadounidenses, pero no respecto a los puntos fundamentales. Obama quería confiar principalmente en las sanciones y estaba dispuesto a permitir que Irán siguiera siendo una fuerza significativa “que compartira el vecindario” con el aliado íntimo estadounidense, Arabia Saudita, mientras que las fuerzas en torno a Trump quieren “un realineamiento del Medio Oriente, en que Israel y selectas naciones sunitas ganen la supremacía sobre Irán y que sirve de factor de contención al mayor estado de mayoría chiíta del mundo [Irán]” [énfasis agregado]. Pero tanto Obama como Trump insistieron en subordinar a Irán a los intereses estadounidenses, y ambos estaban listos a imponer sufrimiento y hambre, bombas e invasiones al pueblo de Irán, incluso a arriesgarse a “desencadenar un caos generalizado” en toda la región, lo que incluiría guerras más amplias y el colapso económico, si sirviera a “los intereses de Estados Unidos”.

¿Qué es lo que falta?

Lo que falta en este artículo de más de 10.000 palabras es cualquier cosa que digan los protagonistas de gran potencia, o lo que digan los reporteros del New York Times, que refleje la más mínima preocupación por la vida y el bienestar de los 80 millones de habitantes de Irán, ni por los intereses de la humanidad en su conjunto. Estas cosas simplemente no existen en su concepción del mundo.

Ni una sola vez el New York Times informa que nadie, en ninguno de los muchos debates sobre los que informan o las entrevistas que realizaron, diga: “No podemos hacer la guerra a otro país simplemente porque no hacen lo que queremos” o “No podemos conspirar para tumbar al gobierno de otro país” o “Realmente debemos tomar en cuenta que estas sanciones económicas no solo ‘exprimen’ alguna ‘economía iraní’ en abstracto, sino que causan un sufrimiento masivo a decenas de millones de personas y provocan la muerte de los más vulnerables: los recién nacidos, los enfermos y los ancianos”.

En ninguna parte siquiera se menciona que “obviamente, todo lo que estamos discutiendo aquí es completamente ilegal según el derecho internacional y tendremos que comenzar a elaborar nuestras mentiras y pretextos ahora mismo para encubrir lo que realmente estamos haciendo”. Todos se mantienen firmemente en un marco según el que lo único que importa son los intereses de Estados Unidos, que de hecho son los intereses del imperialismo estadounidense.

El hecho de que todo esto sucedió constituye una contundente denuncia a la criminalidad del sistema imperialista. El hecho de que el artículo del New York Times aborde todo esto como una discusión legítima, en lugar de escandalosa e indignante, y que estas revelaciones provoquen una indignación nula en la sociedad en general, es francamente una denuncia a qué tan corrompida por el chovinismo nacional imperialista lo haya llegado a ser la población estadounidense, incluidos los lectores liberales y progresistas del New York Times.

Y todo esto en su conjunto debería ser un reto a todos aquellos que ven esto por la monstruosa criminalidad que lo es: a asumir el reto del 5-2-6 y elegir la opción de crear un mundo radicalmente diferente.


1. Israel depende fundamental y abrumadoramente de Estados Unidos: por dinero, armas de alta tecnología y tapadera política. Además, Estados Unidos es el “protector” de última instancia a Israel: cualquier fuerza que amenace a Israel sabe que puede enfrentar todo el poderío militar de Estados Unidos. Por otro lado, Estados Unidos necesita a Israel, como un estado relativamente estable, altamente militarizado y sólidamente pro-estadounidense ahí mismo en el corazón de una de las regiones de mayor importancia económica y estratégica del mundo. En este contexto, a pesar de la relación desequilibrada de poder, Israel a menudo es capaz de impulsar sus propios intereses y puntos de vista específicos, a menudo palanqueando las divisiones en la clase dominante de Estados Unidos en beneficio propio. En general, los “halcones” de línea dura en Israel, agrupados alrededor del primer ministro Benjamín Netanyahu, trabajan en estrecha colaboración con los fascistas cristianos y el régimen de Trump en Estados Unidos. Para conseguir más información, vea el número especial de Revolución sobre Israel. [volver]

2. La República Islámica de Irán, un país predominantemente chiíta de 80 millones de habitantes, es una potencia regional importante en el Medio Oriente. Sus gobernantes son brutales opresores por derecho propio y en general están ávidos de facilitar el saqueo imperialista de los recursos y del pueblo de Irán siempre que reciban su parte. Pero a menudo se oponen a los intereses estadounidenses e israelíes en la región, directamente o mediante fuerzas en otros países con los que están alineados. E Irán representa un polo de oposición que fortalece a otras fuerzas regionales que Estados Unidos e Israel quieren subordinar. [volver]

 


Mapa del Medio Oriente y los alrededores

">Forjar otro camino

Forjar otro camino es un discurso con revisiones que pronunció Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, ante un grupo de partidarios en 2006. Es de lectura imprescindible para poder entender a fondo lo que realmente es “la guerra estadounidense contra el terror” y la manera de hacer nacer una fuerza positiva en el mundo que se oponga tanto al imperialismo occidental como a la yihad islámica.

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