Editorial:

Juicio político de destitución: Lo mucho que está en juego y el futuro por el que debemos luchar

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La movida esta semana de los demócratas para iniciar una indagatoria de juicio político de destitución contra Donald “Mein Trumpf” Trump pone mucho en juego y conlleva dinámicas y consecuencias impredecibles: para el movimiento fascista encabezado por Trump y Pence que ahora ejerce el poder; para los imperialistas liberales que han hecho esta movida; para el sistema en su conjunto; y para la humanidad, en Estados Unidos y por el mundo entero. Nadie puede decir dónde terminará todo esto — de eso se trata, precisamente: si bien estos tiempos siempre han sido “fuera de lo normal”, ese carácter de “fuera de lo normal” acaba de escalarse a alturas completamente nuevas.

Sabemos que las diferentes facciones de los que gobiernan este imperio actuarán de acuerdo con sus intereses según los perciban. Pero, para que los revolucionarios dirijamos a las masas de personas para que actúen de acuerdo con sus intereses más fundamentales, tenemos que tener la capacidad de distinguir cómo esos intereses se expresan en la situación actual. Y eso requiere que se entienda lo que nos llevó a esta situación en primer lugar, y hacia dónde la humanidad podría, y debería, ir.

Para analizar eso, tenemos que hacer tres preguntas:

¿Qué está pasando?

¿Por qué está pasando?

Y, ¿qué está en juego para la humanidad?

Qué está pasando: Una crisis profundamente arraigada en este sistema

Durante casi tres años, Donald Trump ha encabezado a un régimen fascista. Han cometido una atrocidad tras otra contra diferentes sectores de los oprimidos. Ellos no solamente han hecho caso omiso al estado de derecho sino que lo ha asaltado y han roto las “normas” con las cuales Estados Unidos ha sido gobernado. Han blandido armas nucleares y amenazado con “obliterar” a otros países, han pisoteado y eviscerado las insignificantes e insuficientes protecciones ambientales que sí existían, han promovido la religión y se han burlado de la ciencia y de la verdad en sí.

No obstante, durante todo este tiempo la dirigente demócrata principal, la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy “Puercalosi” Pelosi, ha rechazado tan siquiera contemplar un juicio político de destitución contra Trump. Para citar el artículo importante de Bob Avakian, “El individualismo, la BEB y la ilusión del ‘camino indoloro’”, Puercalosi ha temido tres cosas: ha temido al mismo Trump y su posible desafío a todo resultado en su contra y si se podría ejecutar un veredicto contra él (y/o si los esfuerzos por ejecutarlo, con éxito o no, provocarían cataclismos aún mayores); ha temido a los partidarios fascistas del régimen de Trump y Pence y a lo que ellos podrían recurrir, o a lo que se podría dirigir a ellos a recurrir, si Trump resultara destituido, especialmente el núcleo fascista cristiano fanático de su régimen; y ha temido a las masas oprimidas y/o a las masas de inclinaciones progresistas de las cuales el Partido Demócrata tiene el “encargo de” acorralar y domesticar, si se tomaran las calles a raíz de la creciente tormenta política que un juicio político de destitución podría desencadenar. Y por lo tanto, a medida que Trump ha violado una regla tras otra, y ha cometido un delito tras otro por los que lo podrían someter a un juicio político… a medida que su régimen en su conjunto ha avanzado implacablemente con sus medidas fascistas y sus planes para consolidar de lleno un régimen fascista… Puercalosi constantemente se oponía a toda movida hacia la destitución.

De repente la semana pasada, ella cambió de opinión. Preguntémonos: ¿Qué puede haber causado eso?

Un denunciante con acceso a la Casa Blanca presentó una queja mediante canales internos sobre una violación de la seguridad nacional durante una llamada telefónica entre Trump y el presidente recién elegido del país de Ucrania. Por ley, semejante queja debe ser entregada a ciertos miembros del Congreso encargados de vigilar la seguridad nacional. Pero el procurador general trumpista bloqueó la divulgación de la queja, y solamente se divulgó la queja cuando ya se había filtrado la noticia de su existencia, y ya que la presión política de otros miembros de la clase dominante se volvía abrumadora.

Lo que salió a la luz es que Trump había chantajeado a Ucrania deteniendo la asistencia militar y pidiendo “de favor” que husmeara en busca de datos comprometedores sobre el rival principal de Trump para la elección, el ex vice presidente Joe Biden.

Trump se pasó de la raya en tres maneras en este caso. Una, violó con descaro las reglas del proceso electoral estadounidense, metiendo a una potencia extranjera para ayudarle a derrotar a su oponente. Los gobernantes de Estados Unidos consideran que estas elecciones son esenciales para “conferir legitimidad y asegurar estabilidad” (en las palabras de un editorial extraordinario del New York Times el 27 de septiembre a favor del proceso de destitución, extraordinario tanto por su extensión como por su ubicación prominente en la edición impresa).

Segunda, él estaba utilizando el poder único de la presidencia para subordinar, a favor de sus intereses particulares, y de hecho subvertir algo que los gobernantes habían acordado que correspondía a los “intereses de seguridad nacional de Estados Unidos” — la asistencia militar a Ucrania al darle ayuda contra Rusia, un rival de Estados Unidos. Esto no solamente violó la ley, sino que podría debilitar a Estados Unidos frente a sus rivales imperialistas.

Tercera, él estaba atacando al mismo Biden, y posiblemente estaba fraguando una patraña para presentar cargos criminales en su contra. Esto también se pasó de la raya: un mensaje gangsteril a sus rivales del Partido Demócrata en la clase dominante de que “podemos eliminar a cualquiera de ustedes”. Echó aún más leña al fuego el que se hiciera eso el día después de que testificó ante el Congreso el fiscal especial Robert Mueller que había investigado a Trump, y para colmo que el régimen tratara de encubrirlo con descaro.

Estos son ejemplos extremadamente agudos de un régimen fascista que ha venido destripando lo que han sido las normas de la manera en que se ha gobernado la sociedad y atacando directamente a algunos sectores de los gobernantes, y a algunos individuos prominentes al interior de esos sectores, quienes han representado y defendido esas normas. Este ataque fue de tal magnitud que obligó a Pelosi a responder, y en combinación con otros factores, podría conducir a escisiones aún más sísmicas al interior de la clase dominante.

Los tres temores de Puercalosi no se habían evaporado de alguna manera. No sólo se trataba de que las mencionadas consecuencias la obligaran a responder, sino de que Puercalosi también corría el riesgo de perder la lealtad de aquellos sectores de las masas a que los demócratas son responsables de acorralar y domesticar políticamente — existía un peligro de que al salir a la luz todo esto, si ella NO actuara, podría ser que se dirigiera a esas masas a actuar políticamente fuera del control y de los “canales apropiados” del sistema.

Cómo se desenvolverá esta situación ahora está en el aire. Pero de seguro Trump devolverá el golpe lo más duro que pueda y se verá impelido a utilizar el juicio político de destitución para solidificar más el movimiento fascista dentro y fuera del gobierno. Estos fascistas ven en esta lucha una lucha de vida o muerte en que todo es aceptable. Por si acaso quedara alguna duda, Trump mostró eso el jueves 26 de septiembre calificando de traidores a los que habían filtrado esta información y dando a entender que los que la pusieron al descubierto deben ser sometidos a las penas correspondientes, ¡incluso la ejecución! Cuando volvió a invocar la Guerra Civil el fin de semana, al reenviar un tuit de un ministro fascista cristiano, subrayó la manera en que estas fuerzas fascistas ven lo que está en juego y los extremos a los que podrían ir para imponer su voluntad.

Los demócratas quizás traten de quedar en cierta cuerda floja: de usar el juicio político de destitución para cercar a Trump, para apuntalar las “normas” del funcionamiento del sistema (lo que han sido las reglas de juego aceptadas hasta hace poco) y para mantener el control sobre las masas a las que son responsables de controlar al mismo tiempo que tratan de no inflamar más a la base fascista de masas. Puercalosi ya está tratando de limitar este proceso a la violación de la seguridad nacional y a la manipulación del proceso electoral por Trump, sin tocar el impulso principal y el alcance general de la monstruosidad inexorable fascista en la que él está montado. Puercalosi se esforzará sobremanera por mantener el proceso estrictamente dentro de las reglas, lo que dejará la posibilidad de que los republicanos en el Senado echen por tierra el juicio político de destitución, si es que siquiera permitieran que se presentara en esa cámara. Ella y el aparato partidista demócrata con todos sus tentáculos muy probablemente tratarán de mantener a las masas fuera de las calles y/o tenerlas bajo un control muy fuerte si llegaran a tomarse las calles.

No han vencido sus “tres temores”: todavía tratarán de manejar esto de una manera que NO despierte a la bestia de la base fascista de Trump y que quizá haga acuerdos con el mismo Trump y/u otros elementos del campo fascista. En el escenario de Puercalosi, una “victoria” podría dejarnos con un presidente Pence, o un Trumpf escarmentado, o posiblemente un demócrata (Puercalosi está en la línea de sucesión después de Pence) que también estaría ejecutando los mandatos del imperio, mientras un fascismo resentido esperara entre bastidores; mientras las masas de personas siguen siendo pulverizadas por el sistema y, peor aún, sin tener ninguna idea de ningún futuro más amplio que ir y venir entre estos dos campos.

Pero hay una tercera fuerza en este escenario que aún no ha emergido: las masas que se despierten en torno al entendimiento de que este régimen FASCISTA tiene que MARCHARSE, ¡YA! — y que estén dispuestas a actuar de acuerdo con ese entendimiento. Es esta fuerza la que podría cambiar la ecuación, que podría volver esta situación en una importante derrota para el fascismo. El discurso que pronunció Andy Zee (video en inglés; próximamente en español) en Los Ángeles el 28 de septiembre imparte las dimensiones de eso de manera muy buena.

Es más: dependiendo del trabajo que hagan los revolucionarios al interior de este movimiento, así como de otras luchas, la manera en que las personas lleguen a entender la fuente del problema y su solución podría tener efectos profundos y posiblemente liberadores sobre lo que actualmente da una apariencia de un futuro desolador, en el mejor de los casos — si es que siquiera haya futuro alguno.

Pero, antes de adentrarnos en eso, es importante analizar un poco más a fondo la segunda pregunta: ¿por qué está pasando?

¿Por qué está pasando?

Ya trazamos las razones próximas de esta crisis. Pero para entender las dinámicas impulsoras de lo que nos han conducido a este momento en que tenemos a un fascista descarado orgulloso-de-ser-ignorante como presidente, tenemos que ir a un nivel más hondo, a las contradicciones profundas que definen este sistema y a la manera en que han venido desenvolviéndose durante los últimos 50 años.

Estados Unidos se ubica en la cima de un sistema del capitalismo-imperialismo. Eso no es simplemente “retórica”; tiene consecuencias para la vida de miles de millones de personas, en el mundo entero. Bob Avakian plasma esta situación en Lo BAsico 1:4:

La esclavitud desempeñó un papel importante en el desarrollo histórico de Estados Unidos; hoy la riqueza y el poder de los Estados Unidos descansan sobre un sistema mundial de explotación imperialista que tiene atrapadas a cientos de millones, y, en última instancia miles de millones de personas, en condiciones marginalmente superiores a las de los esclavos. Ahora bien, si esto parece una afirmación extrema o exagerada, piense en las decenas de millones de niños en todo el tercer mundo que, desde una edad muy temprana, están trabajando casi todos los días del año —como los esclavos en las plantaciones del Sur de los Estados Unidos solían decir, “desde no poder ver en la mañana, hasta no poder ver en la noche”— hasta que estén agotados físicamente…. Simple y llanamente, estas son condiciones muy similares a las de la esclavitud…. Esto incluye el acoso sexual descarado hacia la mujer, así como también muchas otras humillaciones.

Todo esto forma la base sobre la que se apoya el sistema imperialista, con el imperialismo estadounidense sentado encima de todo hoy.

Esta situación no es estática, sin contradicciones. Todo lo contrario. Estos imperialistas enfrentan desafíos — de las diferentes fuerzas en los países a los que dominan, y de sus rivales que están en unas escaramuzas por reemplazarlos o sacar una tajada mayor del botín. El cuadro adjunto muestra las guerras y las agresiones las que los gobernantes de este sistema han emprendido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial — agresiones que han costado la vida de casi diez millones de personas y que han desgarrado la vida de un número múltiples veces mayor de personas (vea el cuadro aquí). Cabe repetir: casi diez millones. No hay “buenos” en la cima de este sistema; pese a la manera en que ellos se presenten ante nosotros, todos deben cometer y sí cometen asesinatos en masa, a fin de conservar este “estilo de vida” y mantener el cacareado “sueño estadounidense” (video en inglés, texto en español).

Pero este sistema se encuentra en una crisis profunda, con dimensiones económicas, sociales, culturales y políticas. Lo siguiente es del discurso filmado de Bob Avakian, ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible, en que analiza las raíces del régimen y plantea la manera para expulsarlo:

Otra terrible verdad que tenemos que enfrentar — es que en el contexto de las profundas y agudas contradicciones que se están dando o que están volviendo a darse de formas que están desgarrando el propio tejido social de Estados Unidos y ensanchando las grietas en sus cimientos, al mismo tiempo que el imperio estadounidense se enfrenta con desafíos serios a nivel internacional, el fascismo es una de las posibles formas de resolver todo esto bajo los términos de este sistema y su clase dominante, aunque todo esto sea un horror para la humanidad.

Pese a que la Constitución sí instituye la separación entre iglesia y estado, y los fascistas cristianos erran o mienten cuando insisten en que los documentos fundacionales de Estados Unidos lo establecen como una nación cristiana — la realidad es que el cristianismo siempre ha sido la religión de estado no oficial de Estados Unidos, y la identidad de Estados Unidos en toda su historia ha sido la de una “nación cristiana blanca”, basada en la supremacía masculina y la supremacía blanca, e impulsada por un “destino manifiesto” de dominar no solo el continente norteamericano, sino todo el mundo. Todo esto se ha cuestionado y ha sido el centro de una intensa lucha desde los 60, y de maneras importantes desde la Guerra Civil. Aunque acontecimientos internacionales, como la desaparición de la Unión Soviética, le han dado un mayor ímpetu a la globalización de la economía capitalista mundial, esta globalización muy aumentada ha impulsado cambios que han agudizado las contradicciones en Estados Unidos y en el mundo, en particular con una emergente China capitalista que le planta cara al dominio económico mundial estadounidense, a la vez que esta globalización aumentada, en condiciones de la dominación del imperialismo occidental, ha provocado caos en países en todo el tercer mundo, como en Medio Oriente (y otros lugares donde el islam es la religión dominante), echando más leña a un virulento fundamentalismo islámico que le ha declarado la guerra a un “Occidente decadente”, a los “infieles” y otros orientados hacia Occidente y que facilitan su dominación imperial.

Para conseguir cualquier solución positiva a todo esto, incluso sin abolir y superar todo este sistema, es necesario y crucial romper con la “rutina” y el “funcionamiento normal” del proceso político.

En pocas palabras: la causa de lo que está pasando hoy no estriba en la “corrupción” de un solo hombre y en el oportunismo del Partido Republicano. El fascismo que enfrentamos hoy toma de las raíces profundas y gruesas en esta sociedad de la supremacía blanca, de la supremacía masculina y del patrioterismo ignorante de Estados Unidos Ante Todo. Y se extiende hasta las relaciones económicas más básicas del capitalismo-imperialismo y a la crisis aguda y multidimensional que los gobernantes de ese sistema ahora enfrentan: una crisis por la que ningún sector de ellos tiene una respuesta que corresponda a los intereses de las masas.

¿A qué corresponden los intereses de la humanidad?

Los intereses más fundamentales de la humanidad corresponden a una revolución real para derrocar este sistema, instituir nuevas relaciones y estructuras políticas, económicas y sociales sobre la base de arrancar de raíz y abolir la explotación y toda forma de opresión, y avanzar adelante para emancipar al mundo entero. La realidad de que el funcionamiento normal del sistema que ahora oprime a miles de millones de personas por todo el mundo, en combinación con las maniobras políticas de sus “grandes líderes”, nos han llevado a un mundo que está al borde del precipicio de la destrucción y a una sociedad que se están precipitando derecho hacia una forma fascista total de gobernar, es más que motivo para deshacerse de este sistema. En este momento, una expresión concentrada clave de hacer esa revolución es dirigir a millones de personas a expulsar del poder a este régimen.

Si este sistema fuera lo único posible —si lo único que podríamos hacer fuera trabajar dentro de este sistema para mitigar o moderar a este o aquel horror, conseguir que un representante supuestamente más razonable de los imperialistas presidiera el saqueo y la matanza—, pues eso sería una cosa. Pero eso NO es la única cosa que sea posible: es un hecho que la humanidad podría vivir de una manera completamente diferente: una manera de vivir que se base en deshacernos de esas fronteras y en hacer nacer una humanidad común en vez de imponer esas fronteras de las maneras más desalmadas; en superar las relaciones obsoletas en que un sector de la sociedad domina socialmente al otro; en romper todas las cadenas de la tradición. Realmente podríamos embarcarnos en el camino hacia una sociedad basada en las personas en libre asociación que trabajen para transformar el mundo y a sí mismas en vez de ser obligadas a competir como individuos atomizados.

Bob Avakian ha desarrollado un plano para el camino hacia ese mundo en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte. En esta Constitución, como BA ha dicho, “se presenta una visión y plan panorámico, y a la vez concreto, para una sociedad y mundo radicalmente diferente, que encarne una nueva dimensión de libertad y relaciones completamente nuevas, entre las personas y entre las personas y el medio ambiente, más allá de los estrechos límites y las terribles consecuencias del actual sistema de explotación y saqueo”.

El puente hacia ese futuro es la revolución, una revolución la que la Gira Nacional “Organícense para una Revolución REAL” está organizando con urgencia. Todo esto se suma a la importancia de que los revolucionarios sean revolucionarios en esta situación: es decir que propaguen audazmente sus principios, objetivos e ideas, y que luchen donde sea necesario mientras trabajan para forjar unidad contra el enemigo común.

Los comunistas revolucionarios participan en todo desde la perspectiva de acelerar la revolución, mientras se esperan cambios favorables en la situación general. Lo siguiente del discurso de 2018 de BA, Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución, es muy importante:

Así… ¿cómo nos ponemos a acelerar mientras se aguarda? Los medios para hacerlo están concentrados en la formulación “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución”. Empecemos con el objetivo de todo esto: la Revolución. En Lo BAsico 3:1, lo expresé así: “Vamos a lo básico: Necesitamos una revolución. Cualquier otra cosa, en última instancia, es una tontería”. Esa es otra verdad sencilla y básica. Tenemos que ir a la gente —no sólo a una o dos personas, no sólo a un pequeño grupo, sino a las masas de personas, en todo el país, en cada parte de la sociedad— con el mensaje directo de la revolución— en vez de dejar que “su nivel actual de conciencia” establezca los términos mientras tratamos de “introducir” de algún modo alguna idea sobre la revolución dentro de ese marco limitado. Como Lo BAsico 3:1 agrega: Sí tenemos que unirnos con la gente en toda una variedad de luchas que no tengan por objeto una revolución; pero es una ridiculez, francamente, imaginar que algo menos que la revolución solucionara todos los monumentales y monstruosos problemas e infamias que la gente enfrenta bajo este sistema. A partir de llevar la revolución a la gente, sin rodeos, pues, a partir de ese lugar, tenemos que unirnos con la gente para luchar contra la injusticia y la opresión, y además luchar para ganar a un creciente número de personas a ver la necesidad y la posibilidad de la revolución, y que se conecten con esto.

Al mismo tiempo, es urgentemente necesario que los revolucionarios se unan a sectores muy amplios de la gente para expulsar a este régimen. Para volver nuevamente a Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución, a un pasaje el que los Clubs Revolución y la Gira Nacional deberían de estar realmente trabajando para aplicar en todo este período venidero:

Para volver al punto más fundamental: “Todo esto tiene por objeto algo muy definido — una situación revolucionaria”. Todo lo que hacemos ahora sí que es hacer la revolución — todo es parte de un plan y enfoque estratégico general para llegar al punto donde se pueda atraer y activar a millones para librar la lucha total para derrocar este sistema, con una verdadera posibilidad de ganar, y todo esto tiene que llevarse a cabo de manera consciente y sistemática.

Un gran reto inmediato que pesa fuertemente sobre las posibilidades para una revolución es lo que representa el régimen de Trump y Pence. En otro discurso (¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista. Un mundo mejor ES posible), hablo de que de hecho éste es un régimen fascista; la base sobre la cual ha ascendido al poder en Estados Unidos; que este régimen, siempre que siga en el poder, cometerá atrocidades aún mayores y representa una amenaza muy real al futuro y la propia existencia de la humanidad por sus agresiones al medio ambiente y sus arsenales de aniquilación nuclear; y por qué, en nombre de la humanidad, es necesario y cómo es posible, forzar la expulsión de este régimen por medio de una movilización masiva y no violenta pero sostenida de personas que exijan que ¡este régimen tiene que marcharse! Aquí, hablaré de la relación entre esto y el objetivo fundamental de la revolución.

Si este régimen logra consolidar más su poder e implementar más completamente su horroroso programa, por eso se podría retrasar y perjudicar mucho las posibilidades para una revolución y se podría diezmar a las fuerzas revolucionarias —o destruirlas por completo— al menos por un tiempo. Por otro lado, si se construye un movimiento de masas para expulsar a este régimen, y además si los revolucionarios trabajan para construir este movimiento según la perspectiva de cómo se relaciona con la revolución que hace falta como la solución fundamental, pues la situación en la sociedad (y el mundo) se volverá mucho más favorable para la lucha contra la injusticia y la opresión, y será posible hacer avances cruciales hacia el derrocamiento del sistema entero. A un grado importante ahora, el conflicto entre los sectores sociales defensores de este fascismo y los que se le oponen, desde varias perspectivas diferentes, está configurando el terreno sobre el cual hay que llevar a cabo la lucha para la revolución; es probable que este conflicto se intensifique, y podría estallar más en enfrentamientos violentos, y en todo caso, sería un factor importante en el contexto de una lucha total entre la revolución y la contrarrevolución.

La relación entre la lucha contra este régimen fascista y los preparativos para la revolución no es un “camino recto” ni una “calle de un solo sentido”. Los que entienden la necesidad para una revolución no deben tener la orientación respecto a esta relación como si “primero debiéramos construir un movimiento de masas para expulsar a este régimen, y luego podríamos dedicar nuestros esfuerzos a trabajar directamente para la revolución”. Es crucial unificar y movilizar gente, desde diferentes perspectivas, de manera muy amplia, en torno a la demanda de que este régimen tiene que marcharse, pero será mucho más difícil hacer esto a la escala y con la determinación que se requieren para lograr este objetivo si, al mismo tiempo, no se ha atraído e incorporado a crecientes cantidades de personas en torno al entendimiento de que es necesario poner fin no sólo a este régimen sino al sistema cuyas contradicciones profundas y determinantes han engendrado este régimen, sistema que por su propia naturaleza, ha impuesto y continuará imponiendo un sufrimiento horroroso y completamente innecesario a las masas de la humanidad, hasta que sea abolido este sistema mismo. Y, entre más  se atraiga e incorpore personas para que trabajen consciente y activamente para la revolución, la creciente fuerza y “autoridad moral” de esta fuerza revolucionaria, a su vez, fortalecerán la determinación de crecientes cantidades de personas a expulsar a este régimen fascista que ahora está en el poder, aunque no se gane a la revolución a muchas de éstas (y quizás nunca se gane a algunas de ellas). Así que, tanto para asumir el reto inmediato de hacer nacer una situación política en que se saque del poder a este régimen —en que en una medida importante, han tomado la iniciativa política los que están decididos a hacer retroceder la embestida contra la humanidad que este régimen está llevando a cabo, y a esforzarse por un mundo mejor, comoquiera que lo conciban— como para avanzar hacia el objetivo fundamental de la revolución, es vitalmente importante que todos los que hayan llegado a entender la necesidad de la revolución contribuyan activamente a construir el movimiento para expulsar a este régimen, y además hacerlo con la perspectiva y en el marco general de los preparativos para la revolución.

Los días y semanas por venir podrían ser, y deben ser, trascendentales. Expulsar al régimen sería una victoria en una enorme escala; ir más allá y hacer avanzar la lucha para emancipar a toda la humanidad en el curso de eso sería una victoria aún más grande. Debemos hacer las dos cosas.

 

 

 

¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse, YA!

Andy Zee por las reuniones nacionales de Rechazar el Fascismo (en inglés)
Próximamente lea aquí el texto en español de este discurso.

Corto en inglés: “Libérese de la Gran Falsedad Tautológica”

(Para leer el texto en español, haga clic aquí)

¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE!

En nombre de la humanidad,
Nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista
Un mundo mejor ES posible
Un discurso de Bob Avakian

Lea el discurso completo de BA, Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución.

Y en inglés, vea el discurso AQUÍ y los cortos AQUÍ.

 

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