Donald Rumsfeld, monstruoso criminal de guerra, leal funcionario del imperialismo estadounidense, muerto a los 88 años

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El 29 de junio murió Donald Rumsfeld. Durante décadas, Rumsfeld fue una figura central en la clase dominante estadounidense. Ocupó altos cargos en el establecimiento de “defensa” bajo cuatro presidentes diferentes, incluso como secretario de Defensa al comienzo de las guerras en Afganistán e Irak.

A lo largo de su carrera, Rumsfeld fue un despiadado arquitecto de la opresión, la tortura y la muerte a escala mundial, y tiene la sangre de millones de personas en las manos. Pero para los “comandantes en jefe” del imperio, los crímenes de Rumsfeld eran sus credenciales.

Bajo Nixon, Ford y Reagan

Empezó como congresista republicano de derecha en los años 1960. A principios de la década de 1970, llamó la atención del entonces presidente Nixon, que lo admiraba como “un pequeño bastardo despiadado” y lo hizo formar parte de su círculo íntimo.

Poco después, obligaron a Nixon a dejar su cargo y muchos de sus principales ayudantes fueron a la cárcel, pero Rumsfeld no. En cambio, lo nombraron secretario de Defensa bajo el sucesor de Nixon, el presidente Gerald Ford. Rumsfeld era conocido por su postura agresiva hacia el principal rival del imperialismo estadounidense en ese momento, la Unión Soviética. Incluso cuando miles de millones de personas en el planeta vivían bajo la temible amenaza de una guerra total entre las dos superpotencias nucleares, Rumsfeld luchó por intensificar la carrera armamentista, incluso saboteando las negociaciones de reducción de armamento que estaba llevando a cabo la administración de Ford.

Posteriormente, Rumsfeld trabajó bajo Ronald Reagan, un reaccionario despiadado que no dudó para nada en respaldar a los dictadores más sádicos y salvajes de todo el mundo con el fin de promover los intereses de Estados Unidos1 . Bajo la dirección de Reagan, Rumsfeld viajó varias veces a Irak para sostener reuniones amistosas con el dictador iraquí —y entonces aliado de Estados Unidos— Sadam Husein. En ese momento, Irak estaba trabado en una sangrienta guerra con Irán, y estaba utilizando gas nervioso para masacrar a las tropas iraníes, así como a miles de kurdos rebeldes en Irak. Posteriormente, Estados Unidos resumió que las reuniones habían ido bien y que “resultarían más beneficiosas para la postura de Estados Unidos en la región2 .

Papel protagónico en las guerras criminales de Estados Unidos en el Medio Oriente

Pero donde Rumsfeld realmente “marcó una diferencia” fue después del ataque del 11 de septiembre de 2001 por parte de Al Qaeda (los fundamentalistas islámicos) en contra de las Torres Gemelas y el Pentágono. Rumsfeld fue de nuevo secretario de Defensa, esta vez bajo el mandato de George W. Bush. El régimen de Bush —con Rumsfeld como fuerza motriz— comenzó inmediatamente a desplegar una serie de guerras en el Medio Oriente y Asia central. El objetivo de estas guerras era, en parte, mostrar al mundo que cualquier fuerza que golpeara a Estados Unidos se pagaría mil veces con sangre y destrucción. Pero desde el principio, y cada vez más, se trataba de imponer la dominación de Estados Unidos en la región estratégicamente crucial y rica en petróleo, como parte de establecer a Estados Unidos como la única potencia imperialista dominante en el mundo.

Como secretario de Defensa, Rumsfeld desempeñó un papel líder en estas guerras criminales, que se llevaron a cabo de manera criminal. Empezando por Afganistán, Estados Unidos expulsó rápidamente al gobierno del Talibán (los fundamentalistas islámicos que habían permitido que Al Qaeda utilizara Afganistán como base de operaciones). Esto se vendía (y con demasiada frecuencia se aceptaba) como una “guerra justa”, pero nunca estuvo relacionado con el combate al “terrorismo”, ni con oponerse al fanatismo, la ignorancia y la opresión de las mujeres que imponía el Talibán. De hecho, Estados Unidos sustituyó al Talibán por una serie de gobiernos que eran básicamente lacayos de Estados Unidos, con poco o ningún apoyo popular, y que se apoyaban en otros señores de la guerra y milicias fundamentalistas islámicos para mantenerse en el poder3 .

Dirigió en la creación de una red de centros de tortura

Y como parte de la lucha contra los fundamentalistas anti-estadounidenses, Rumsfeld dirigió en la creación de una red de centros de tortura en todo el mundo. Un centro así fue la base militar estadounidense en Guantánamo (Cuba), donde han retenido a algunas personas en condiciones bárbaras durante 20 años sin ser juzgadas.

Luego estaban los llamados “sitios negros” que no “existían” oficialmente porque, por supuesto, “Estados Unidos no tortura”. En redadas, levantaban a la gente en las calles y sus aldeas, les vendaban los ojos y los llevaba en avión a lugares no revelados en países “amigos de la tortura”. Nadie sabía dónde estaban, ni siquiera sus familias. Torturaron a miles de personas, a veces durante meses sin fin, y muchas murieron4 . En la gran mayoría de los casos, había poca o ninguna evidencia de conexiones de importancia con Al Qaeda.

Guerra en Irak basada en mentiras

Una vez que Estados Unidos pensó que tenía a Afganistán “bajo control”, puso sus miras sobre Irak, cuyo líder (Sadam Husein) a lo largo de los años se había vuelto cada vez más “incumplidor” con las demandas de Estados Unidos. Irak no tenía ninguna relación con los atentados del 11 de septiembre de 2001 ni con Al Qaeda, de modo que Estados Unidos afirmó que Husein acaparaba “armas de destrucción masiva” (ADM, es decir, armas nucleares, biológicas, etc.) que utilizaría para atacar a Estados Unidos. No existía ninguna evidencia de estas ADM, pero eso no impidió que todo alto funcionario del gobierno estadounidense dijera que sí había. Rumsfeld fue especialmente descarado y específico. En marzo de 2003, declaró con confianza que “sabemos dónde están [las ADM]. Están en la zona por Tikrit y Bagdad y en el este, el oeste, el sur y el norte de alguna manera”. (Nunca se encontraron armas de destrucción masiva en ningún lugar de Irak).

El aluvión de mentiras de Rumsfeld y otros pronto dio paso a otro tipo de aluvión: el 19 de marzo, el ejército estadounidense lanzó su embestida “Conmoción y Pavor” contra Bagdad. Durante tres días, sin parar, se llevaron a cabo 1.700 ataques con bombarderos y misiles de crucero contra esta ciudad de cuatro millones de habitantes. Luego entraron los soldados, venciendo a las fuerzas armadas iraquíes y apoderándose de Bagdad y otras ciudades. En tan sólo los primeros dos meses, un mínimo de 7.000 civiles resultaron muertos, y cientos de miles más morirían durante las siguientes décadas de insurgencia, guerra civil, violencia sectaria y desintegración general de la sociedad provocada por la invasión estadounidense.

Al luchar por “estabilizar” la situación, las fuerzas armadas estadounidenses torturaron a “sospechosos” iraquíes en la prisión de Abu Ghraib; masacraron a civiles desde helicópteros; y redujeron la ciudad de Faluya a “un ‘baldío’ de ‘ruina total’”, en que perros y gatos se comían cadáveres en las calles5 .

Y no obstante, con todo este poderío militar, terror, destrucción y muerte que Rumsfeld y otros líderes de Estados Unidos pusieron en marcha contra el pueblo de Irak y Afganistán en el transcurso de 20 años, han sido incapaces de estabilizar un régimen favorable a Estados Unidos en ninguno de los dos países. De hecho, estas guerras, con el propósito de amarrar el dominio estadounidense en el mundo, se convirtieron en una gran derrota. Fuerzas poderosas de la clase dominante estadounidense obligaron a Rumsfeld a dimitir en 2006, tras las elecciones de mitad de mandato que supusieron importantes derrotas para los republicanos. Pero otras fuerzas, facciones y estrategias tampoco prosperaron.

Hay una lección aquí: aunque Estados Unidos intente proyectarse como todopoderoso —y tiene una tremenda fuerza destructiva—, no tiene el “control” de todo, fundamentalmente porque su sistema imperialista capitalista es un dinosaurio destructivo cuya existencia está completamente en contradicción con los intereses de la humanidad. Es importante que la gente asimile plenamente las dos caras de esta lección: una, que estos imperialistas de veras son monstruos despiadados y no dudan en desatar destrucción; pero dos, que fuerzas que se inician con más debilidad han podido frustrar a los imperialistas y a veces los han derrocado. Forjar otro camino, un discurso de Bob Avakian del otoño de 2006, examina profundamente los errores de cálculo que impulsaron la debacle imperialista en Irak; y “Sobre la posibilidad de la revolución” explora las vulnerabilidades estratégicas de las fuerzas armadas imperialistas, al destilar los principios que podría aplicar una fuerza revolucionaria dentro de una potencia imperialista.

“Servidor público ejemplar” para un sistema monstruoso

En cuanto al propio Rumsfeld, después de 2006 se retiró de la luz pública a su casa en el este de Maryland6 . Pero en los 15 años transcurridos desde ese entonces, ni una sola vez expresó la más mínima simpatía o compasión para con los millones de vidas que devastó o destruyó.

Al día siguiente de la muerte de Rumsfeld, George W. Bush emitió una declaración en que lo describía como “un servidor público ejemplar... en servicio constante como secretario de defensa en tiempos de guerra, un deber que desempeñó con fuerza, habilidad y honor”.

Pregúntese esto: ¿Qué clase de sistema, qué clase de sociedad, requiere y alaba los “servicios” de crueles asesinos en masa como Donald Rumsfeld? Un sistema que no es posible reformar: Hay que derrocarlo.

 


1. Véase “América resurgente: Los crímenes y los tiempos de Ronald Reagan”, 20 de junio de 2004, revcom.us. [volver]

2. Estados Unidos sabía de estos ataques con gas nervioso en ese momento, pero no se les opuso porque “la política expresa de Reagan era asegurar una victoria iraquí en la guerra, costara lo que costara”. Ver “Exclusiva: Los archivos de la CIA comprueban que Estados Unidos ayudó a Sadam mientras éste gaseaba a Irán”, Foreign Policy, 26 de agosto de 2013. Veinte años más tarde, Rumsfeld y Estados Unidos utilizaban el falso terror sobre el uso de estas armas por parte de Sadam, y la simpatía por el pueblo kurdo para justificar la invasión a Irak y, en última instancia, la ejecución de Husein. [volver]

3. La gran mayoría de la población en Afganistán permaneció bajo una u otra forma de gobierno fundamentalista, pero es cierto que para una minoría de personas más acomodadas en las grandes ciudades, hubo ciertas mejoras, y cierto aflojamiento de las cadenas extremadamente apretadas sobre las mujeres. [volver]

4. Para obtener más información, véase “New Revelations of CIA Torture—and the Terrible Consequences of U.S. Role in the World” [Nuevas divulgaciones sobre las torturas por parte de la CIA y las terribles consecuencias del papel de Estados Unidos en el mundo, en inglés], 20 de junio de 2016, revcom.us. [volver]

5. Para obtener más información sobre la destrucción de Irak por parte de Estados Unidos, véase “Crimen Yanqui Caso nº 70: ‘Operación Libertad Iraquí’ de 2003”, 28 de diciembre de 2016, y “Crimen Yanqui Caso nº 94: Noviembre 2004 — Crimen de guerra en Faluya”, 8 de junio de 2016. Ambos artículos están disponibles en revcom.us. [volver]

6. Apropiadamente, la residencia principal de Rumsfeld, conocida como Monte Miseria, fue originalmente la casa de un “quebrador de esclavos”, alguien cuyo oficio era quebrar el espíritu de los esclavos desobedientes. Al gran líder abolicionista Frederick Douglass lo torturaron ahí durante casi un año cuando tenía 16 años. Más tarde dijo que estaba “destrozado, cambiado... llevado casi a la locura”. [volver]

“Rumsfeld ha muerto. Tenemos que sepultar al sistema al que él sirvió”. Los Revcom @therevcoms: Ha muerto Donald Rumsfeld, criminal de guerra imperialista, orquestador de tortura y asesinato en masa contra el pueblo de Irak, Afganistán y los prisioneros en Guantánamo. Su vida y acciones en nombre del imperio estadounidense constituyen una lección de que no es posible reformar este sistema, sino que hay que derrocarlo.

Guerras de imperio, ejércitos de ocupación y crímenes contra la humanidad

Lea el texto de este corto en español aquí.

 

 

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