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Revolución #49, 4 de junio 2006

Muertes en la frontera

Cientos de inmigrantes mueren trágicamente a lo largo de la frontera cada año. Se tienen que enfrentar a la deshidratación, el calor intenso de los desiertos de Arizona y las interminables carreteras peligrosas. Muchos se quedan en el camino por el calor inmenso. El año pasado, la Patrulla Fronteriza encontró 463 cadáveres: un 42.5% de incremento en un año.

Berta Alicia de la Rosa, miembro de una institución mexicana que lucha para disminuir el número de muertes en la frontera, compara el hecho de morir en la frontera: “Es como cocer a fuego lento el cuerpo y el cerebro. Cuando los encontramos, tienen la piel hecha chicharrón, se nota que se quitaron la ropa o se enterraron en la arena para escapar de las altas temperaturas”.

Cuando el gobierno estadounidense implementó su nefasta Operación Guardián en 1994, fue imposible para los inmigrantes cruzar por las zonas más comunes en California y Texas.

La militarización de la frontera con cercas, cámaras, helicópteros y el incremento de los agentes fronterizos y los grupos de vigilantes, como los Minutemen, hacen buscar caminos más remotos y peligrosos para llegar al norte, y enfrentarse con el calor de los desiertos de Arizona.

Parks dijo: “Los inmigrantes cruzan por aquí porque cerraron San Diergo y El Paso”. Debido a esta situación, Parks anticipa más muertes y rentó un trailer para albergar cadáveres que ya no caben en la morgue. La misma morgue está construyendo otro cuarto para duplicar su capacidad a 300 cadáveres.

El sistema en el que vivimos, que es el imperialismo estadounidense, arranca a las personas de sus hogares y las hace cruzar la frontera para ver cómo subsistir. Y al mismo tiempo, les hace más difícil la entrada a este país intencionalmente al ampliar las bardas y el número de agentes cada año, y alentando a los Minutemen, todo esto con plena conciencia del terror que significa para los inmigrantes.

Las demandas básicas del pueblo

¡La ola de protesta que recorre el país por los derechos de los inmigrantes es magnífica! De Nueva York a Los Ángeles, de Chicago a Houston, millones se han tomado las calles por la justicia y los derechos básicos.

Los inmigrantes viven con terror a diario: sin papeles, sujetos a redadas sorpresa, detenciones y la deportación o en la mira de paramilitares. En lugar de paralizarse y esconderse en las sombras, están alzando la cabeza, preguntando la razón de esa situación y qué se puede hacer al respecto, ¡y están en pie de lucha!

Las demandas básicas del pueblo son claras y justas, y hay que cumplirlas. Son:

  • No a la discriminación contra los inmigrantes
  • No a los Minutemen y otros grupos antiinmigrantes
  • Alto a la militarización de la frontera
  • Plenos derechos y educación digna, servicios médicos y servicios sociales
  • No a la deportación
  • No a las redadas
  • No a los centros de detención/campos de concentración
  • No a la criminalización de los que ayudan a los inmigrantes

De “Bienvenidos los inmigrantes ¡Abajo el muro!”, Revolución #43, 16 de abril de 2006, en revcom.us

La frontera no tiene nada de sagrado

La actual frontera mexicano-estadounidense se impuso en la década de 1840 después de que Estados Unidos libró una guerra contra México por grandes extensiones de territorio, a fin de ampliar la esclavitud en el Sur y expandir el capitalismo estadounidense en general. En los últimos diez años, más de cuatro mil personas han muerto porque los muros y la militarización de la frontera cerca de las ciudades obligan a cruzar por desiertos y montañas. Para colmo, algunos de la clase dominante quieren levantar más muros. Pero el “muro virtual” que piden otros es igualmente mortífero: más equipo policial y militar de punta y más agentes de la Patrulla Fronteriza. Sea físico o “virtual”, el muro es parte de la militarización estadounidense de la frontera y mata.

¡La actual frontera entre Estados Unidos y México no tiene nada de sagrado ni permanente y no tiene nada que respetarle!

En la guerra fría de la década de 1980, el presidente Ronald Reagan fue al muro de Berlín, símbolo de la aguda contienda de la época (con la amenaza de guerra nuclear) entre los bloques rivales de gángsteres imperialistas encabezados por Estados Unidos y la Unión Soviética. Como representante del gobierno estadounidense, Reagan lanzó un reto al jefe soviético: “Sr. Gorbachov: derribe el muro”. Unos años después, los imperialistas estadounidenses salieron triunfantes de esa contienda.

Desde una perspectiva de clase diametralmente opuesta y con una misión histórica completamente distinta, contra la mortífera ofensiva antiinmigrante de Bush y su clase, el proletariado revolucionario declara: “¡Abajo el muro!”.

De “Bienvenidos los inmigrantes ¡Abajo el muro!”, Revolución #43, 16 de abril de 2006, en revcom.us

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