“Estos sujetos son nazis…”

Según nuevos informes, altos militares y líderes políticos de Estados Unidos observaban mientras Trump preparaba un golpe de estado fascista… ¡y se lo guardaron para sí mismos!

| revcom.us

 

Nota de la redacción: Al leer y pensar sobre los acontecimientos que describe lo siguiente, es útil y también importante estudiar el artículo reciente de Bob Avakian, Este es un momento poco común en que la revolución se vuelve posible — Por qué es así, y cómo aprovechar esta oportunidad poco común, para entender el contexto más amplio y la importancia de estos acontecimientos.

Carta de un lector:

Pasajes de tres libros recién publicados o próximo a publicarse1 reportan que después de que Trump perdió las elecciones en noviembre, altos dirigentes de las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad establecidas — entre ellos el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley— estaban profundamente preocupados de que Trump era básicamente un líder fascista que trataría de echar mano de las fuerzas armadas estadounidenses para aferrarse al poder.

Michael Bender del Wall Street Journal reporta que Trump le dijo a su ex secretario general de la Casa Blanca, John Kelly, en 2018 que “Hitler hizo muchas cosas buenas,” y no reculó aún cuando Kelly mencionó que Hitler dirigió un genocidio que mató a decenas de millones de personas. Kelly guardó el asunto para sí mismo.

El 10 de noviembre, sólo tres días después de que la Associated Press y el Noticiero Fox declararon que Biden había ganado suficientes votos en el Colegio Electoral para ganar la presidencia, Milley dijo, según I Alone Can Fix It de reporteros del Washington Post, que temía que la programada “Marcha de un Millón de MAGAs” [tipos Hacer que Estados Unidos Vuelve a Tener Grandeza] en la capital sería el equivalente estadounidense de “camisas pardas en las calles”2. Esa misma tarde, un amigo anónimo de Milley advirtió que los trumpistas tenían el objetivo de “derrocar el gobierno”. Más tarde Milley comparó la declaración de Trump de ser el único “salvador” para sus seguidores al “evangelio del Fürher” de Hitler”3. Y calificó la insistencia de Trump, en que se le “robó” el triunfo electoral, de un “momento al estilo del Reichstag”4.

Según Susan Glasser, Milley imaginaba dos “escenarios de pesadilla”. En un escenario Trump lanzaría una guerra como pretexto para aferrarse al poder. Y durante el período pos-electoral, en efecto las tensiones con Irán se intensificaron hasta un nivel muy peligroso5. (A nivel oficial, los medios informativos y políticos estadounidenses por lo general coincidieron en culpar a Irán por el creciente peligro de guerra).

En el otro escenario, Milley temía que Trump aprovechara algún tipo de desorden civil para invocar la Ley de Insurrección, lo que le permitiría dar órdenes para desplegar las fuerzas armadas estadounidenses en las calles para aplastar a la oposición. Durante las protestas en torno a George Floyd, Trump había intentado invocar la Ley de Insurrección contra los manifestantes, y según Bender, dijo que las fuerzas armadas deberían “simplemente balacearlos”. Según se informa, Milley y el secretario de Defensa Mark Esper disuadieron a Trump tras puertas cerradas.

No se trataba de solamente Milley y unos otros pocos. Glasser dice que Milley “se reunió repetidamente en privado con el Estado Mayor Conjunto”, así como con otros oficiales de alto rango en la maquinaria de seguridad estadounidense. Estaba hablando del peligro con la lideresa de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. Se reporta que Pelosi le había pedido a Milley que garantizara que Trump no lanzara un ataque nuclear o una guerra. “Es peligroso. Es un maníaco”, ella dijo, según se informa. Incluso, al mismo tiempo, virtualmente se prohibía la “palabra F” (fascismo) del discurso público en los medios informativos establecidos, al mismo tiempo que se canalizaba a la gente exclusivamente hacia el proceso electoral.

Milley discutió con otros dirigentes militares cómo responder a una orden de Trump con objeto de lograr uno de los dos “escenarios de pesadilla”. (De acuerdo con la Constitución, Trump fue el comandante de las fuerzas armadas.) Desarrollaron un plan para renuncias en masa, espaciadas, un general tras otro, dando sus razones en público. El Estado Mayor Conjunto emitió un memorando interno firmado a las fuerzas armadas después del 6 de enero, en que condenó la “violencia, sedición e insurrección” en el Capitolio y enfatizó que “Cualquier acto para trastornar el proceso constitucional no solamente está en contra de nuestras tradiciones, valores y juramento; está en contra de la ley”. Antes de la inauguración de Biden el 20 de enero, Milley habló con los varios policías y soldados encargados de la seguridad, de esta manera:

“Estos tipos [los seguidores fascistas de Trump] son nazis, son Boogaloo Boys, son Proud Boys. Estos son de la misma gente contra los cuales combatimos en la Segunda Guerra Mundial. Todos los que estamos en este salón, sea policía, sea soldado, vamos a detener a estos sujetos para asegurar una transferencia pacífica del poder. Vamos a rodear esta ciudad con un cinturón de acero, y los nazis no van a entrar”.

Y aún más abiertamente, según I Alone Can Fix It, Milley le dijo a su personal que, en lo que concierne a un golpe de estado trumpista: “Quizá lo intenten, pero no lo van a lograr, carajo. Esto no se puede hacer sin las fuerzas armadas. No se puede hacer sin la CIA y el FBI. Somos los que traemos las armas”.

Lo que revelan estos informes sobre los comentarios y acciones de Milley es qué tan intensas que son las divisiones al interior de la clase dominante en Estados Unidos hoy día. A más de medio año del asalto al Congreso para detener la certificación de los resultados de las elecciones de 2020, Trump y el Partido Republicano fascista han redoblado su apuesta de que Trump realmente ganó las elecciones por un margen aplastante, Biden las robó y es ilegítimo, y el asalto al Capitolio del 6 de enero no fue más que un mitin pacífico y justificado de patriotas.

Así que el cuerpo de más alto rango de los asesores militares al presidente —que son los principales ejecutores del imperialismo estadounidense por todo el mundo y no son ningún amigo de la humanidad— se oponían a su comandante-en-jefe, según se informa, por temor de que él derrocara lo que ha sido un distintivo de la democracia burguesa en Estados Unidos —la transferencia pacífica del poder. Este debería hacer sonar la alarma sobre lo gravemente peligrosa que es la situación a la que enfrenta la gente de Estados Unidos y del mundo.

Como dice Una Declaración, un Llamamiento a que se organice ahora para una revolución real, publicada por los Revcom en la primavera del año en curso:

Estas divisiones y conflictos han abierto grandes boquetes en el camuflaje de este sistema, poniendo aún más al descubierto su verdadera naturaleza y la mentira de que éste es “el mejor país del mundo”, la “luminosa luz de la libertad” y el “líder del mundo libre”. Es muy probable que todo esto se intensifique cada vez más, reventando los lazos que han mantenido las cosas articuladas bajo este sistema y que han hecho aún más profundas las divisiones en toda la sociedad, inclusive dentro de las instituciones de poder. Esto podría llevar a algo muy malo — o a algo muy bueno, SI actuáramos de la manera en que tenemos que hacerlo en estas circunstancias poco comunes y luchamos para llevar las cosas hacia donde tienen que ir.

 

1. Una nota sobre las fuentes. Los tres libros a que se refieren aquí son: Frankly, We Did Win This Election: The Inside Story of How Trump Lost [Francamente, nosotros sí ganamos estas elecciones: La historia interna de cómo Trump perdió], de Michael Bender del Wall Street Journal; I Alone Can Fix It: Donald J. Trump’s Catastrophic Final Year [Solamente yo puedo arreglarlo: El catastrófico año final de Donald J. Trump], de Carol Leonnig y Philip Rucker del Washington Post; y un libro próximo a salir de Susan Glasser de The New Yorker y Peter Baker del New York Times. Cada uno de estos autores dicen que basaron sus libros en cientos de entrevistas con personas dentro y alrededor de la administración trumpista y las fuerzas armadas estadounidenses, pero la mayoría de estas fuentes no son identificadas (por razones entendibles).

Si bien los medios por los cuales trabajan estos periodistas son “instrumentos de propaganda de la clase dominante”, en este caso el panorama que describen en estos pasajes, incluidas las citas de figuras centrales como Trump, Milley y otros, concuerdan con lo que ya se sabe sobre ellos por medio de sus declaraciones y acciones públicas. Además, el hecho de que múltiples periodistas, al escribir libros “en competencia”, han descrito un panorama básicamente similar, y de que nadie, excepto el triste célebre mentiroso patológico Trump, ha negado públicamente la verdad de lo que publicaron, les dan credibilidad significativa a estas versiones. En adición, líderes militares de alto rango como el general Barry McCaffrey y el almirante James Stavridis han confirmado públicamente que conversaciones de este tipo ocurrían en círculos de alto nivel a los cuales tienen acceso. [volver]

2. “Camisas pardas” se refieren al ala paramilitar del partido nazi de Alemania que allanó el camino para el ascenso al poder de Hitler aterrorizando, golpeando o matando a sus oponentes. [volver]

3. “Evangelio del Führer” — Hitler se conocía como el “Führer”, lo que significa “líder” en alemán, pero con una cualidad casi parecida a un dios, el “salvador” de Alemania. [volver]

4. El “Reichstag” era la sede legislativa alemana destruida por un incendio provocado en 1933. En ese entonces Hitler era el primer ministro; le echó la culpa del incendio a los comunistas alemanes, lo aprovechó como una emergencia nacional y utilizó el incendio para tomar el poder absoluto, el punto de viraje en desencadenar una pesadilla sin precedentes en Europa y el mundo. [volver]

5. Vea “A medida que Estados Unidos acelera sus maniobras bélicas contra Irán...”. Hay que señalar que el peligro de una guerra no solamente provenía de los esfuerzos de Trump por mantenerse en el poder sino también de fascistas cristianos como el vicepresidente Mike Pence que tenían posiciones importantes en el régimen y consideraban el aplastamiento de Irán como una parte clave de su visión de traer el reino de Dios a la Tierra. En un momento Milley, según se reporta, le preguntó a Pence por qué él y su gente estaban tan enfocados en atacar a Irán. “Porque son el mal”, contestó Pence. [volver]


Los fascistas toman el Capitolio por asalto, Washington, D.C., 6 de enero de 2021. Foto AP

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