Cuando la revolución tiene su día, la gente ve las cosas por otra vía
Cómo el cuidado colectivo de los niños liberó a las mujeres en la China maoísta
Li Onesto
| revcom.us
Nota de la redacción (8 de marzo 2021): Bob Avakian ha señalado que “en el contexto de esta crisis actual [coronavirus], las relaciones explotadoras y opresivas integradas en este sistema se están manifestando de una manera pronunciada, en Estados Unidos y a nivel internacional, al igual que lo han hecho en crisis anteriores...” Esto es cierto en cuanto a la opresión de las mujeres, indiscutiblemente, y en particular con respecto a los cuidados infantiles. Con la crisis de la COVID, las mujeres han sido expulsadas de la fuerza laboral de manera desproporcionada, y muchas de ellas eran el principal o único sostén de sus familias. Por ejemplo, se cerraron muchos hoteles y escuelas primarias y secundarias, que emplean a un alto porcentaje de mujeres. Y con las escuelas cerradas, muchas mujeres se han visto obligadas a dejar sus trabajos para cuidar de sus hijos e hijas. ¡Pero las cosas no tienen que ser así! El siguiente artículo, publicado por primera vez en 1998, ofrece una visión emocionante de lo que se logró en la China socialista; de lo que es posible en una sociedad que ha sido liberada de las cadenas del capitalismo. Desde la publicación inicial de este artículo, Bob Avakian (BA) ha liderado la forja de una comprensión cualitativamente más profunda de la importancia y el alcance de la lucha contra la opresión de las mujeres en la revolución comunista para emancipar a toda la humanidad. Antes de la revolución china en 1949 se oprimió brutalmente a las masas de personas allí, y bajo el socialismo hubo grandes avances, revolucionando toda la sociedad. (El capitalismo fue restaurado en China a través de un golpe de estado contrarrevolucionario en 1976.) Para entender esto más a fondo, lea la entrevista a BA por Michael Slate y la entrevista a Raymond Lotta, “No sabes lo que crees que sabes sobre... La revolución comunista y el verdadero camino hacia la emancipación humana: Su historia y nuestro futuro.
Cuando las mujeres se reúnen y hablan de sus problemas, siempre se habla mucho de las tareas domésticas y el cuidado de los niños. Tal y como se reparte el trabajo actualmente en la sociedad, las mujeres asumen la mayor parte de las tareas domésticas y tienen la responsabilidad principal de cuidar a los niños. Y como muchas mujeres trabajadoras saben bien, esto equivale a “DOS EMPLEOS”: trabajar todo el día y luego regresar a casa para enfrentarse a las tareas domésticas y a cuidar a los niños.
Esta división del trabajo en la sociedad oprime a las mujeres. Mantiene a muchas mujeres aisladas en el hogar, donde las tareas domésticas y el cuidado de los niños adormecen la mente y agotan el cuerpo. Y esto restringe mucho lo que las mujeres pueden hacer con sus vidas y cuánto pueden participar en la lucha revolucionaria. Una mujer que tiene que pasar una gran parte de su vida criando y cuidando a sus hijos no tiene la posibilidad de contribuir plenamente a la sociedad. Y hasta que no nos deshagamos de esta división opresiva del trabajo, no se pueden liberar las mujeres.
La cuestión de “quién cuida a los niños” es un gran tema entre hombres y mujeres. Muchas mujeres terminan librando una lucha interminable con los hombres para que asuman una mayor parte de las tareas domésticas y cuidados infantiles. Y las mujeres de todo el mundo están tratando de encontrar una salida de esta situación. Las mujeres pobres se encuentran con que el costo del cuidado de los niños significa que no vale la pena tomar un trabajo mal remunerado, si la opción existe siquiera. Y muchas mujeres jóvenes tienen que depender de sus madres para el cuidado de sus hijos. Las mujeres de clase media contratan a niñeras que con frecuencia son inmigrantes, obligadas a trabajar por bajos salarios y sin beneficios. Y cada vez más se oye decir que una mujer debe “ser madre ante todo”, aunque tenga un trabajo importante. Esta situación es una verdadera locura. Y esta división opresiva del trabajo entre hombres y mujeres es un problema histórico mundial. En la sociedad capitalista, la vida familiar está privatizada. Millones de mujeres, en millones de hogares individuales, se van a casa todas las noches y se enfrentan a los mismos trabajos repetitivos: la compra, cocinar, limpiar, lavar la ropa y acostar a los niños. Millones de mujeres se cansan, ya que desempeñar estas tareas a solas requiere muchas horas y energía, cuando se podrían organizar de manera colectiva y socializada.
Se trata de un tremendo desperdicio de recursos humanos. Y para el proletariado, éste es un gran problema en todo el mundo. Porque mientras siga esta situación, la mitad de la humanidad no puede contribuir plenamente al desarrollo de la sociedad. Por eso decimos: “Desencadenar la furia de las mujeres como una fuerza poderosa para la revolución”.
Todo esto debería hacer que nos preguntemos: ¿No existe una manera de organizar a toda la sociedad de manera diferente para tratar este problema? ¡Sí, lo hay! En la China revolucionaria, Mao Tsetung lideró al pueblo a formar un Ejército Rojo, tomar el poder en 1949 y seguir construyendo una nueva sociedad socialista durante más de 25 años. Mao entendió que la revolución debe liberar a las mujeres de los trabajos cotidianos de las tareas domésticas y del cuidado de los niños. De lo contrario, se impediría que la mitad de la sociedad desempeñe un papel pleno e igual en la construcción de una nueva sociedad socialista, encaminado hacia una sociedad comunista libre de toda opresión. Y fue con este punto de vista maoísta que las masas populares en China encontraron una VERDADERA solución al problema del cuidado de los niños.
Hoy en día, los gobernantes de Estados Unidos le dicen a la gente que “vuelva a los valores familiares tradicionales”. Pero en la China revolucionaria, las mujeres tuvieron que OPONERSE a todos los “valores familiares tradicionales” que las habían mantenido oprimidas durante miles de años. Esta historia de cómo la China revolucionaria de Mao resolvió el problema del cuidado de los niños es muy relevante para todos aquellos y aquellas que hoy luchan por lograr un cambio radical y revolucionario. Porque muestra cómo, cuando el pueblo se deshace del sistema actual y se apodera del poder político real, puede resolver problemas que nunca se pueden resolver bajo el capitalismo.
Y muestra cómo únicamente la revolución comunista puede liberar a las mujeres.
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En la China vieja, la antigua filosofía de Confucio gobernaba la vida de la gente y la tradición representó una parte importante de cómo se oprimió a las mujeres. Las mujeres se consideraban inferiores a los hombres en todos los sentidos. Y el único papel de una mujer era servir a su esposo y darle muchos hijos.
Desde el principio, Mao incluyó la liberación de las mujeres como una parte integral de la revolución. En las zonas liberadas por el Ejército Rojo antes de 1949, había mucha lucha contra todas las tradiciones feudales que mantenían oprimidas a las mujeres. Y muchas mujeres del campo y de las ciudades se unieron a las filas de la revolución.
A partir de 1949, se aprobaron leyes que otorgaban a las mujeres derechos en pie de igualdad a poseer tierras, trabajar y participar en el proceso de gobernar la sociedad. Pero el modo de pensar atrasado y anti-mujer permeaba toda la sociedad china. Y no fue fácil atraer, integrar y activar a las mujeres para que desempeñaran un papel pleno e igual en la construcción del socialismo, ni sucedió esto de golpe.
El Partido Comunista destacó la importancia de que las mujeres “salieran del hogar” y participaran en la vida económica y política de la comunidad. Pero había mucha resistencia a esto, de parte de hombres y de otros miembros de la familia, como las suegras, que esperaban que sus nueras se ocupasen de todas las tareas domésticas y cuidaran a los niños. Así que este fue un problema inmediato para la revolución.
En el campo, donde vivía la mayoría de los chinos, y en las ciudades, se establecieron asociaciones de mujeres. Y estas organizaciones ayudaron a las mujeres a luchar contra los esposos, padres y suegras que querían conservar las relaciones familiares opresivas. Por ejemplo, cuando un esposo se negaba a cuidar a los niños y no permitía a su esposa obtener un trabajo o ir a una reunión política, la asociación de mujeres organizaba una delegación para ir a verlo y desarrollar lucha con él para que cambiara su comportamiento. Si una mujer quería salir por la noche para asistir a una reunión política, se le pedía al esposo que velara por los niños. En la China vieja era inaudito que una mujer fuera a una reunión política y ADEMÁS consiguiera que su esposo cuidara a los niños. Y cuando los hombres asumieron más responsabilidad en el cuidado de los niños, fue un verdadero avance. Pero el problema del cuidado de los niños no se pudo resolver mientras se trataba simplemente de compartir esta tarea entre esposo y esposa. Dado el peso de la tradición, siempre que éste siguiera siendo un problema privado, familia por familia, al final las mujeres iban a estar obligadas a asumir la mayor parte de esta tarea. La verdadera solución era que la sociedad en su conjunto se hiciera cargo del cuidado de los niños. Era necesario socializar el cuidado de los niños, junto con otras tareas domésticas que cada familia individual enfrentaba.
Y este proceso de socializar todas las cosas que las mujeres hacían en el hogar fue una parte importante de la construcción de una nueva sociedad en la que la gente trabajaba y vivía de una manera cooperativa y comunal.
Resolver el problema del cuidado infantil de manera colectiva
A principios de los años 1950 se estableció una red de guarderías en los barrios de las ciudades y en las aldeas rurales. Entre ellas figuraban “salas de lactancia”, donde las madres podían alimentar y cuidar a sus bebés durante la jornada laboral. También se incluían guarderías y jardines de infancia para niños menores de siete años que no iban a la escuela aún. Organizaciones vecinales, fábricas, escuelas o cooperativas campesinas en el campo gestionaban estas guarderías y jardines de infancia. Se establecieron escuelas para capacitar a enfermeras de cuidados infantiles, y maestros. Y en ciudades importantes, la Federación de Mujeres lanzó una serie de clases de corto plazo para capacitar a las personas en el cuidado colectivo de los niños. En las zonas rurales, al principio las instalaciones de atención infantil estaban menos repartidas, y muchas de ellas eran pequeñas y experimentales. Pero con el Gran Salto Adelante en 1958-1959, se dio un gran cambio en la situación. El Gran Salto Adelante fue un enorme movimiento de masas lanzado por Mao. Fue un gran paso adelante en el desarrollo económico, especialmente en el campo, donde se movilizó a los campesinos para desarrollar realmente la agricultura y la pequeña industria local. Desafió la tradición y el modo de pensar esclavizante.
Y la liberación de las mujeres fue un tema central en esta campaña nacional. Se desarrollaron métodos de agricultura colectiva en el campo y se establecieron comunas donde decenas de miles de campesinos vivían y trabajaban en común. Esto puso menos énfasis en la unidad familiar como eje de la vida de las personas. Y a medida que la vida económica de las personas se volvía más socializada, esto sentó las bases para que se socializaran otras cosas, como el cuidado de los niños. El lanzamiento de guarderías socializadas era una cosa totalmente nueva en China. Y el Partido Comunista tenía que apoyarse realmente en las masas de mujeres para iniciar estas guarderías y jardines de infancia. Sin su participación, se hubiesen establecido centros de cuidado de niños sin tener en cuenta las necesidades y preocupaciones de las mujeres. Las mujeres se sentirían reacias a dejar a sus hijos con extraños en una institución creada sin su participación. Y, de más importancia, las masas de mujeres no se movilizarían para luchar contra todas las ideas y prácticas atrasadas que tenían que echar abajo si las mujeres iban a “salir del hogar”. Después de hacer algo de investigación en un pueblo o vecindario, los líderes del Partido Comunista convocaban a las mujeres para hablar y expresar sus problemas y preocupaciones. Trabajando de forma conjunta, podrían averiguar cómo establecer centros de cuidado infantil para acomodar a toda la comunidad. Repartían las diferentes tareas que se debían realizar y pensaron en cómo el centro se pagaría. Y después de establecerse el centro, hubo reuniones regulares para hablar de los problemas o preocupaciones que podrían tener las madres y los padres o el personal. En una aldea les costó mucho trabajo encontrar gente para trabajar en las nuevas guarderías. La mayoría de las mujeres prefirieron salir con los hombres para trabajar la tierra. Tanto los hombres como las mujeres tendían a despreciar la tarea del cuidado de los niños.
Y las mujeres mayores jubiladas no podían cuidar por sí solas de una sala llena de niños o bebés llenos de energía. Esa aldea finalmente resolvió el problema enviando a mujeres jóvenes solteras a tomar cursos cortos de capacitación en enfermería y cuidado colectivo de niños. Después, se puso a esas mujeres a cargo de pequeños centros de cuidado infantil, donde mujeres mayores y jubiladas las ayudaron. Y las mujeres mayores “contaron agravios” como parte de su trabajo, contando a los niños historias sobre cómo el pueblo fue brutalmente oprimido en la vieja sociedad. El establecimiento generalizado de guarderías socializadas ayudó a liberar a millones de mujeres para que pudieran participar en la construcción del socialismo. Para 1952, el número de guarderías en fábricas, minas, organizaciones gubernamentales y escuelas ya era 22 veces mayor de lo que había sido en 1949. Y esta tendencia continuó a lo largo de los años 1950, especialmente durante el Gran Salto Adelante, ya que muchos elementos de trabajo doméstico, como cocinar, coser y moler cereales también se socializaron. Para 1959, se estimó que en las zonas rurales había casi cinco millones de guarderías y jardines de infancia, más de 3.5 millones de comedores públicos y numerosos molinos de harina y centros de costura. En las ciudades, las organizaciones vecinales organizaron servicios colectivos. Y esto incluía “guarderías de la calle” y comedores comunitarios. Algunas de ellas eran bastante grandes, y prestaban servicios a cientos de familias. Pero otros eran más simples y pequeños, sirviendo sólo a unas pocas docenas de familias. Las madres y los padres que trabajaban podían recoger a sus hijos después del trabajo y comer con ellos en una cocina comunitaria o llevarlos a casa para una comida familiar. Algunas ciudades lanzaron servicios de “comida móvil” para las personas que estaban enfermas o tenían que quedarse en casa para cuidar de niños enfermos. Las guarderías puestas en marcha para las trabajadoras en las fábricas instituyeron diferentes sistemas de cuidado infantil. Había cuidados de media jornada, de jornada entera, de 24 horas y atención semanal. Los horarios de estas guarderías se ajustaban a los horarios de la fábrica y se localizaban lo más cerca posible de donde trabajaban las mujeres.
En la China socialista, la sociedad atribuía una gran prioridad a la creación de estos centros de atención infantil. Y esto se reflejó en la rapidez con que se extendieron estos centros. Por ejemplo, en la capital de Pekín en 1959 había unos 1.250 jardines de infancia y guarderías donde se cuidaban a unos 62.000 niños. Para 1960, ¡estas cifras habían crecido a 18.000 guarderías y jardines de infancia que se ocuparon de más de 600.000 niños!
Junto a esta gran expansión del cuidado colectivo de niños, la gente de Pekín también estableció 12.000 comedores comunitarios, más de 1.200 talleres de reparación y 3.700 centros de servicio, donde la gente podía dejar la ropa para remiendas y lavado. También se establecieron guarderías más pequeñas donde las mujeres podían dejar a sus hijos durante unas horas para ir de compras, ver una película o ir a la escuela a tiempo parcial.
La Revolución Cultural golpea más profundamente a las cadenas de la tradición
En 1966 Mao lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria, que tenía como objetivo derrocar a aquellos dirigentes dentro del Partido Comunista que querían volver al capitalismo. Se movilizaron a millones de personas en toda la sociedad para debatir sobre el rumbo que la sociedad emprendería y luchar para realizarlo. ¿La gente seguiría construyendo el socialismo y librándose de todas las desigualdades y diferencias de la sociedad de clases? ¿O se restauraría la pesadilla del capitalismo y su sistema de “sálvese quien pueda” y la ganancia por encima de todo? La Revolución Cultural dio un golpe contra todas las tradiciones y prácticas atrasadas de la sociedad de clases. Y la lucha contra la opresión de las mujeres fue una parte importante de esta “revolución dentro de la revolución”. Aquellos que promovieron el capitalismo en China querían detener la revolución a mitad de camino. Se opusieron a derribar la estructura familiar tradicional y promovían ideas atrasadas y anti-mujer. Los “seguidores del camino capitalista” dentro del Partido Comunista, como Lin Biao, intentaron popularizar cosas como el refrán de Confucio, “contenerse y restaurar los derechos”; o sea, la opinión de que todos deberían aceptar su “lugar” en una sociedad jerárquica. Promovieron la idea de que las mujeres debían ocuparse estrechamente de la familia y los niños. Y criticaron a los centros de cuidado infantil, diciendo que los niños no estaban bien cuidados y que la sociedad tenía que desarrollarse económicamente antes de poder colectivizar cosas como el cuidado infantil.
Estos líderes del partido dirigieron y movilizaron a personas en la sociedad que promovieron ideas atrasadas y tradicionales contra las mujeres. Y sabotearon los esfuerzos para socializar las tareas domésticas y el cuidado de los niños. Todo esto subraya aún más lo importante que fue el hecho de que gran parte del trabajo de las mujeres en el hogar se colectivizara en toda China. La socialización del trabajo doméstico y del cuidado de los niños en la China revolucionaria era dispareja, especialmente si comparamos las ciudades y el campo. En 1971, el 90 por ciento de las mujeres en China trabajaban fuera del hogar, pero la colectivización del cuidado de los niños quedó rezagada. En las ciudades, alrededor del 50 por ciento de los niños de entre uno y tres años de edad asistieron a guarderías, mientras que al otro 50 por ciento se les cuidó en el hogar, principalmente por sus abuelos. Y en el campo, el porcentaje de niños en el cuidado infantil colectivo era aún menor. Pero socializar el cuidado de los niños en China fue parte de la lucha de clases y fue un gran paso en la liberación de las mujeres. Se necesitó una tremenda lucha ideológica y política en la sociedad para crear “nuevas cosas socialistas” como el cuidado colectivo de los niños. Y desafiaron y rompieron miles de años de las cadenas de la tradición cuando las mujeres en China abandonaron el hogar y se sumaron a la lucha para revolucionar toda la sociedad. Bajo la dirección de Mao, millones de personas estaban trabajando conscientemente para eliminar todas las desigualdades y formas de opresión. Y las “nuevas cosas” socialistas que esta lucha creó, como el cuidado infantil colectivo, representaron un logro tremendo y un avance histórico.
La liberación de las mujeres fue una gran parte de la revolución socialista en China. La socialización del cuidado de los niños y la lucha contra las barreras que esto requería, incluido en el modo de pensar de las personas, fue una parte importante de la lucha contra la opresión de las mujeres. Hizo posible que las mujeres se convirtieran en participantes plenos en pie de igualdad en la construcción del socialismo
DECLARACIÓN DE AÑO NUEVO DE BOB AVAKIAN
Un año nuevo,
La necesidad urgente
de un mundo radicalmente nuevo —
Para la emancipación de toda la humanidad
¿Es posible que este sistema elimine la opresión de la mujer o, que exista sin ésta? — Una pregunta fundamental, un enfoque científico de la respuesta
Un artículo de
¡A romper TODAS las cadenas!
Bob Avakian sobre la emancipación de la mujer y la revolución comunista
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