Borrador del Programa, Parte 2 Eliminar
la opresión nacional El desarrollo del capitalismo en Estados Unidos se ha basado en la más salvaje opresión de los negros, amerindios, chicanos, puertorriqueños, hawaianos, asiáticos y otros pueblos oprimidos. Tal opresión continúa y, más aún, ha empeorado en muchos aspectos. Resolver esa situación será una primera prioridad de la revolución proletaria. El proletariado aspira a una sociedad comunista sin clases en que se hayan superado los antagonismos nacionales y raciales, y una comunidad mundial de seres humanos libremente asociados haya suplantado a las naciones. Sin embargo, para eso hay que eliminar las injusticias y erradicar las causas de la opresión nacional. Hay que reivindicar los derechos de las nacionalidades oprimidas y combatir las ideas del chovinismo nacionalista y de la supremacía blanca. Alcanzar la igualdad entre todas las naciones y pueblos es un rasgo esencial del período de transición socialista, o sea, de continuar la revolución en la sociedad socialista. Ese es el camino necesario hacia la abolición de antagonismos raciales, fronteras nacionales y las mismas naciones. El imperialismo no puede abolir la opresión nacional La situación de las nacionalidades oprimidas en Estados Unidos es terrible. Sufren discriminación constante solo por el color de la piel o el idioma. Como miembros del proletariado (y la mayoría son proletarios), se rompen el lomo en los trabajos más agobiantes y peligrosos por salarios de miseria, o no encuentran trabajo. Tienen las peores viviendas, lo peor de un sistema pésimo de salud, lo peor del sistema educativo y demás servicios sociales. Basta con citar una cifra horrorosa: ¡la mortalidad infantil de las nacionalidades oprimidas es el doble (y en algunas partes el triple) de la de los blancos! La cultura y el idioma de las nacionalidades oprimidas se suprime, se mutila y se ridiculiza. En los últimos años, los imperialistas han zampado a las cárceles a montones de jóvenes de las nacionalidades oprimidas. (Si la población negra de Estados Unidos fuera un país separado, ¡tendría el mayor porcentaje de presos del mundo!) Por otra parte, han inundado las comunidades y escuelas de matones racistas uniformados. Todo eso y más es la vida cotidiana de las masas de las nacionalidades oprimidas. El proletariado eliminará esa situación cuando conquiste el poder. Hoy los capitalistas tienen miles de leyes contra la discriminación, pero en realidad manda otra ley: la ley de las ganancias, que deforma la sociedad conforme a los intereses del capitalismo. La opresión de los negros y otras nacionalidades oprimidas no es simplemente una cuestión de racismo; fundamentalmente es una cuestión de opresión de naciones y grupos nacionales enteros, lo cual es esencial para el funcionamiento del sistema capitalista en Estados Unidos. Es un pilar de la sociedad capitalista y de la dominación del imperialismo yanqui del mundo entero. Los imperialistas sacan mucha ganancia de la opresión nacional. La mayoría de los miembros de las nacionalidades oprimidas pertenecen al proletariado y son super-explotados debido a la opresión nacional que sufren. Es decir, la segregación sistemática, la falta de oportunidades y la discriminación permiten a los capitalistas pagarles sueldos de miseria y sacar superganancias. Esa superexplotación de un sector deprime la situación de toda la clase trabajadora. La estructura de supremacía blanca y la mentalidad racista que genera (inclusive en personas sin poder, pobres y explotadas) son importantes factores del tejido social actual. Los imperialistas engañan a muchos proletarios blancos; los convencen de que deben defender los privilegios de la supremacía blanca y el statu quo a expensas de sus hermanos y hermanas de clase. De esa manera, la supremacía blanca siembra profundas divisiones en la clase trabajadora y debilita su lucha. Por todas esas razones y más, los imperialistas no podrían eliminar la opresión nacional ni la supremacía blanca, aunque quisieran. Como escribe Bob Avakian, presidente del PCR: “En términos sociales y políticos, sería imposible cortar la opresión nacional del tejido social de este país y recomponerlo porque sin esa opresión, se deshilacharía, o sea, se rasgaría completamente el tejido social que existe, que es producto de la historia del dominio capitalista en Estados Unidos. Evidentemente, nosotros como representantes del proletariado revolucionario lo aplaudiríamos, pero la clase dominante imperialista no puede hacer más que rechazarlo rotundamente”. Medidas inmediatas del proletariado al tomar el poder El proletariado no tiene ningún interés en mantener ninguna forma de opresión nacional. Al contrario, le corresponde cortar de tajo la supremacía blanca y fomentar verdadera igualdad entre las nacionalidades. En la sociedad socialista las desigualdades, o cualquier aspecto de ellas, son vestigios de la vieja sociedad y campos fértiles para la restauración del capitalismo. El proletariado en el poder seguirá luchando por eliminar la opresión nacional, lo cual será necesario para mantener y reforzar la unidad forjada en el proceso de preparar y librar la lucha revolucionaria para tomar el poder. Será indispensable dado que la meta de la revolución proletaria es eliminar las clases y todas las formas de opresión. La dictadura del proletariado atacará inmediatamente las instituciones y el legado de la opresión nacional. Por ejemplo, la discriminación se prohibirá inmediata y enérgicamente en el empleo, la vivienda y todas las demás esferas. Se aplastará el aparato policial que impone un reino de terror sistemático en los ghettos y barrios pobres, se castigará a esos hampones a sueldo y en su lugar se organizarán milicias revolucionarias integradas por las masas de esas comunidades. Se prohibirá la segregación en comunidades, escuelas, etc., y se alentará la integración. Se desmantelarán los grupos racistas/segregacionistas y se aplastará a grupos que han lanzado ataques racistas, como el KKK y los nazis. Los líderes recibirán la máxima sanción. Por otra parte, se movilizará a las masas de todas las nacionalidades para parar en seco a los que siguen repitiendo las mentiras racistas tan comunes en este país. Por lo general, si no son parte de un movimiento organizado, se aplastará su veneno reaccionario por medio de lucha ideológica, no con medidas drásticas como la cárcel. El nuevo estado socialista tomará medidas especiales e inmediatas para borrar la desigualdad social. A diferencia del capitalismo, que impone la discriminación sistemática y prohíbe la participación de las nacionalidades oprimidas en muchas esferas de la sociedad, el nuevo estado proletario brindará los recursos, apoyo y dirección necesarios para superar todas las desigualdades entre nacionalidades y todas las barreras a la participación plena e igual en todas las esferas y todos los niveles de la sociedad. Eso será completamente distinto a las simbólicas e hipócritas medidas de la burguesía, pues el proletariado reconocerá la crucial importancia de superar completamente el legado de la discriminación y opresión nacional, y brindará el respaldo del poder y la fuerza moral de la dictadura del proletariado. Habrá que luchar para que las masas de todas las nacionalidades entiendan la absoluta necesidad de todas esas medidas para avanzar por el camino de la revolución victoriosa, y para consolidar esa victoria. Por ejemplo, respecto a la reconstrucción de vecindarios después de la toma del poder, los militantes del partido y gente consciente de clase lucharán con los que no capten la urgente necesidad de esa tarea. Darán el ejemplo de sacrificios personales y trabajo voluntario para construir y reparar los barrios más necesitados. Si no fuera así, la base del poder proletario sufriría porque los oprimidos pensarían con razón: Nada ha cambiado, ¡los oprimidos siempre abajo! A largo plazo, el estado dará preferencia, recursos y ayuda a las zonas menos desarrolladas en el marco del desarrollo equilibrado de la sociedad. Inmediatamente después de la toma del poder se aplicará firmemente la política de “empezar por los más necesitados”. En cuanto a la agricultura, el proletariado dará ayuda especial a los agricultores negros, chicanos y amerindios que han seguido trabajando sus tierras a pesar de una fuerte discriminación, como negarles préstamos del gobierno, etc. Además, tomará en cuenta el hecho de que muchos de esos agricultores tuvieron que abandonar sus terrenos y quisieran volver a trabajarlos. En tales casos, el estado asignará tierras y recursos de acuerdo a su política agrícola. (Véase más adelante la sección “La posición del proletariado sobre la tierra y las fronteras” y el apéndice “La nueva economía socialista. Parte 2: Agricultura, ciudad y campo, ecología y planificación”). Combatir el racismo y el chovinismo nacional El proletariado combatirá el chovinismo nacional y los puntos de vista racistas que la burguesía achaca a la “naturaleza humana”. Desde luego, el proceso de extirparlos ha de ser prolongado, pero el primer gran paso será barrer el sistema capitalista, que es la fuente de esa basura y se nutre de ella. Se pondrá fin a una situación de feroz competencia por el trabajo, la vivienda, etc., y de esa manera se eliminará un gran pilar de las ideas racistas. Pero la influencia del racismo es muy profunda en la sociedad estadounidense. Lo han fomentado por generaciones y siglos los mecanismos del capitalismo, y la decisión muy deliberada de la clase dominante. Para eliminar dicho racismo (y la opresión nacional en que descansa y a la vez refuerza), se necesita una lucha multifacética, profunda y decidida que movilice los recursos educativos y de otras dependencias del estado proletario, junto con las masas revolucionarias. Eso es lo que el proletariado en el poder puede y debe hacer para mantenerse en el poder y, además, para continuar la revolución y abolir toda la opresión. En la nueva sociedad se emprenderán grandes campañas de educación sobre la vida, cultura e historia de opresión y resistencia de las nacionalidades anteriormente oprimidas, y se condenará implacablemente al capitalismo por ser la causa de esos problemas. Se organizarán diálogos de masas a fin de desmentir los mitos acerca de las distintas nacionalidades, y se pondrán al descubierto todas las mentiras de la burguesía. Además, la integración de centros de trabajo, barrios y escuelas producirá un mayor contacto entre gente de distintas nacionalidades, lo cual erradicará la ignorancia causada por la separación que fomenta la ideología burguesa. Igualdad entre idiomas y culturas En Estados Unidos viven una gran variedad de pueblos y se hablan muchos idiomas. El proletariado consciente de clase se opone al patente chovinismo de la política burguesa de “English First” y “English Only”. En la nueva sociedad socialista, el estado proveerá recursos y movilizará a las masas para garantizar que no sea obligatorio saber inglés para poder participar de lleno en la sociedad y la lucha por transformarla. Se fomentará el respeto a todos los idiomas y culturas como parte de la lucha general para eliminar las desigualdades entre las nacionalidades. En regiones donde el español es el primer idioma, se enseñará inglés y español a los estudiantes de todas las nacionalidades, y eso se extenderá a la sociedad en general. El inglés no será el único idioma común de la sociedad. Se procurará que todos dominen el inglés y el español, empezando donde haya grandes concentraciones de los dos idiomas. Se estimulará el florecimiento de la cultura de las nacionalidades anteriormente oprimidas. El proletariado alentará el desarrollo de los distintos estilos de las culturas nacionales sin limitar a los artistas a ninguna comunidad o estilo. Se respetarán y se desarrollarán los estilos tradicionales y se les dará un contenido revolucionario. Hoy en día se difunden las obras y estilos culturales de muchas nacionalidades en Estados Unidos, y existe un vibrante diálogo artístico, lo cual es muy favorable para el proletariado. Al conquistar el poder, se partirá de esa base para estimular una mezcla dinámica de culturas en un plano superior en este país y el mundo entero. De esa manera se creará una poderosa e inspiradora cultura proletaria de gran diversidad, unificada por su contenido revolucionario internacionalista, que alentará a las masas de todas la nacionalidades a luchar por sus intereses revolucionarios comunes. En un futuro muy lejano, cuando la humanidad llegue al comunismo, a través de un proceso que abarca la lucha por la igualdad nacional, se superarán completamente las naciones y las diferencias nacionales, y con ellas las diferencias culturales. Florecerán nuevos estilos culturales que expresarán la nueva realidad de la humanidad: una muy diversa comunidad global de seres humanos libremente asociados. (Estas cuestiones se abordan más a fondo en el apéndice “Arte, ciencia, educación y deporte: El reto de crear una nueva superestructura en la sociedad socialista”). La posición del proletariado sobre la tierra y las fronteras Las nacionalidades oprimidas tienen sus propios rasgos y problemas específicos que se deben resolver. Los pueblos amerindios, por ejemplo, han experimentado el robo de su tierra y la supresión de su cultura. La opresión de los puertorriqueños en Estados Unidos está estrechamente ligada a la condición de colonia de Puerto Rico, que hay que liberar. Por su parte, el pueblo negro fue esclavo y se constituyó como nación oprimida en el sur del país, en la región llamada Black Belt. La historia de los chicanos se caracteriza por la opresión de México por Estados Unidos, el robo de su territorio y el atraso en grandes extensiones del Suroeste, además de la “guerra contra los inmigrantes”. Cada nacionalidad oprimida tiene sus rasgos particulares, pero también tiene muchos otros en común con las demás; el estado socialista debe reconocer eso y movilizar a las masas de esas nacionalidades, al proletariado y al pueblo en general para abordar esos problemas. La revolución proletaria en Estados Unidos no será un proceso sencillo. Se desenvolverá en medio de muchos fenómenos complejos y movimientos sociales muy variados, dirigidos (aun en el momento de la revolución) por diferentes fuerzas de clase, cada cual con su propio programa. Ese será el caso particular, aunque no exclusivo, de los movimientos de las nacionalidades oprimidas. Es posible que a la hora de la lucha frontal por el poder haya varios ejércitos en el campo de batalla. Aunque en lo fundamental hay solamente una solución revolucionaria a las contradicciones de la sociedad, esta tiene muchos aspectos, los cuales harán surgir varias fuerzas sociales. En el momento de la victoria y, es más, para obtenerla, el partido tendrá que dirigir a los trabajadores conscientes de clase a evaluar esas fuerzas y, en la medida posible, establecer unidad basada en principios con ellas, luchar para que acepten el programa revolucionario del proletariado y procurar resolver discrepancias sin recurrir a la fuerza. De esa manera se ganará a la mayor cantidad posible a unirse a la causa revolucionaria del proletariado. La cuestión de la tierra es importante en la historia de varias nacionalidades oprimidas de este país. Aunque hoy no es la cuestión central para la mayoría de ellas, ha prendido luchas en el pasado y seguramente lo hará en el futuro, especialmente en el contexto de una guerra civil. Las fronteras de Estados Unidos no son sagradas para el proletariado consciente de clase, pues se establecieron con un descarado robo por la clase dominante y el derrame de sangre de los oprimidos. La cuestión de las fronteras y la tierra no se resolverá con el criterio chovinista que se ha empleado a lo largo de la historia de este país. Al contrario, el criterio será ganar lo máximo posible para la revolución proletaria internacional. Se tomará en cuenta la lucha por la igualdad y la liberación de las nacionalidades oprimidas en lo que hoy es Estados Unidos, así como la historia de dominación de México. Un factor clave será el desenvolvimiento y la interrelación de los acontecimientos en México y Estados Unidos, particularmente las luchas revolucionarias, y cómo afecten la región fronteriza. Formas de autonomía La revolución socialista plantea la unidad de las masas sobre bases revolucionarias. El proletariado consciente de clase es partidario de establecer un estado socialista unificado en el mayor territorio que sea posible porque creará las condiciones más favorables para construir el socialismo y promover la revolución mundial. Pero esa unidad debe ser sentida, no a la fuerza, y debe basarse en la auténtica igualdad entre las nacionalidades y respetar los legítimos derechos de las nacionalidades oprimidas. Una medida importante del estado proletario en la lucha para extirpar la opresión nacional y la supremacía blanca será respetar el derecho de los pueblos oprimidos a la autonomía (el autogobierno en zonas donde los han concentrado) dentro de un solo estado socialista multinacional. A diferencia de “las reservas indígenas” de este sistema, esas zonas autónomas recibirán tierras y recursos del estado socialista para satisfacer las necesidades de las nacionalidades oprimidas y ayuda para promover su desarrollo. Los principios generales del autogobierno serán: promover igualdad, no desigualdad; fomentar unidad, no división, entre distintos pueblos; eliminar, y no estimular, la explotación y la opresión. Eso quiere decir, por ejemplo, que el gobierno autónomo aplicará esos principios al dictar las normas para la educación en la zona, y que las masas conservarán las costumbres de su nacionalidad, pero también las evaluarán y analizarán su contenido de acuerdo a esos mismos principios. Respecto al idioma y la cultura, se dará prioridad en las publicaciones y obras culturales, etc., a los estilos y expresiones del pueblo oprimido en esa zona geográfica, además de popularizarlos en la sociedad en general. Dar tierra y autonomía a las nacionalidades oprimidas NO implica que tendrán que vivir en esas zonas, pues eso sería una nueva forma de segregación. De hecho, muchísimas personas de esas nacionalidades desearán vivir, trabajar y luchar hombro a hombro con las demás nacionalidades en otras zonas del nuevo estado socialista multinacional, donde participarán en la lucha sin precedentes por rehacer la sociedad y, como parte de eso, eliminar la opresión nacional. Si bien el estado proletario es partidario de la integración y la unidad, respetará plenamente el derecho a la autonomía a fin de fomentar la plena igualdad entre distintas naciones y nacionalidades. La cuestión nacional del pueblo negro Los negros no son simplemente un “grupo racial” (o un “grupo étnico”) sino una nación oprimida. Sus raíces están en África, pero se han constituido como nación a través de su experiencia histórica en este país. La nación afroamericana se forjó después de la guerra de Secesión, cuando los antiguos esclavos, que pelearon y dieron la vida por su libertad, reclamaron el derecho a la tierra y sus derechos civiles elementales. La burguesía rompió sus promesas y, tras unos cuantos años de reconstrucción, desarmó violentamente a los negros, los privó de sus derechos y los obligó a trabajar como siervos semifeudales (aparceros) en las plantaciones. Los terratenientes blancos —antiguos dueños de esclavos y sus descendientes— los mantuvieron oprimidos con el terror de turbas racistas, linchamientos, el KKK, las leyes “Jim Crow” (leyes de segregación) y otros medios. En esa situación el pueblo negro se forjó como nación, con todas las características esenciales de una nación: territorio, idioma, economía, cultura y psicología comunes. Se forjó concretamente como una nación oprimida, aparte y dominada por la nación euroamericana en la zona del Sur llamada Black Belt. Esa zona, llamada así por el color de la tierra, se extiende en forma de arco de Maryland, hasta el norte de Florida y el este de Texas, abarcando grandes regiones de Misisipí, Alabama, Georgia, Arkansas, Tennessee, Luisiana, las Carolinas y Virginia. Posteriormente esa opresión nacional cambió de forma, particularmente durante el período de las dos grandes olas de migración de los negros: de la I Guerra Mundial hasta la Gran Depresión, y durante y después de la II Guerra Mundial. Debido a varios factores, como cambios en la agricultura del Sur y las necesidades de la industria urbana, millones de negros tuvieron que abandonar las tierras y emigrar a las ciudades del Norte. Ese proceso los transformó de aparceros a proletarios, concentrados en los sectores más explotados del proletariado. Tras esos cambios y la creciente resistencia de los negros del Norte y del Sur, así como las luchas contra el colonialismo y por la liberación nacional en el mundo, surgió el movimiento de derechos civiles de los años 50 y el movimiento de liberación nacional negra de los 60. En ese momento, igual que después de la guerra de Secesión, se planteó la pregunta: ¿la sociedad asimilará a los negros y les dará plena igualdad de derechos? Y una vez más el sistema traicionó a los negros y pronunció: ¡No, JAMÁS! Hoy en día, el capitalismo sigue oprimiendo brutalmente a los negros y la igualdad no existe para ellos. Tras las luchas de los 60, una pequeña (pero importante) parte de los negros logró integrarse a la clase media. (Sin embargo, incluso ellos son víctimas de racial profiling por la policía y de otras formas de discriminación y opresión, y muchas veces su situación económica es muy precaria). A las masas negras les ha tocado una lucha muy dura para conservar su nivel económico, y una tercera parte está en condiciones mucho peores que en los 70. Así que hoy en día sigue siendo el caso que los negros de todas las clases sociales tienen una experiencia y una opresión como una nación oprimida en Estados Unidos. Debido a esa historia y la realidad actual, el proletariado revolucionario respeta el derecho de los negros a establecer un gobierno autónomo en la zona del Sur llamada Black Belt, así como en otras zonas con grandes concentraciones de negros. Tendrán además el derecho a la autodeterminación e inclusive la secesión, es decir, el derecho de separarse y formar una república afroamericana en el Black Belt. El proletariado no es partidario de esa separación en las circunstancias que se pueden prever ahora, pero al conquistar el poder, o en el curso de la lucha armada para el poder, si importantes fuerzas revolucionarias del pueblo negro lo plantean, el proletariado lo tomará en cuenta. Habrá que analizar la situación en su totalidad, tomando en cuenta la importancia de debilitar al enemigo y fortalecer a las fuerzas revolucionarias, es decir, basándose en los principios revolucionarios. Apoyar u oponerse a una propuesta concreta de una república afroamericana dependerá de lo que acabamos de esbozar. Sin embargo, el estado proletario (y las fuerzas proletarias que luchan por el poder) se opondrá firmemente a decidir esto por medio de la fuerza, como los imperialistas, y se apoyará en las masas, especialmente las masas negras, para resolverlo sin violencia y en aras de la elevada causa de emancipar a todos los explotados y oprimidos. La cuestión nacional de los chicanos La historia de los chicanos se desprende de la conquista del Suroeste por la clase dominante estadounidense durante la guerra de 1846-1848 contra México, la dominación de México por el imperialismo yanqui, el atraso del Suroeste y el hostigamiento y explotación de los inmigrantes mexicanos. A los chicanos los despojaron de sus tierras y los trataron como extranjeros en territorios robados por Estados Unidos; los hostigaron por defender su cultura e idioma, los discriminaron en todos los renglones: trabajo, vivienda, educación. Tienen una historia económica y social común que, junto con el hostigamiento, opresión y discriminación, los ha forjado como nacionalidad oprimida en Estados Unidos. Muchos chicanos son del Suroeste de Estados Unidos y otros son descendientes de las grandes olas de inmigrantes mexicanos. Los chicanos tienen raíces históricas en el Suroeste y allí están concentrados hoy, aunque hay importantes concentraciones en otras partes del país. Incluso en el mismo Suroeste, los chicanos tienen diferencias de cultura e idioma. Pero tienen una experiencia de opresión común, producto del relativo atraso y pobreza del Suroeste, la dominación imperialista de México, la superexplotación de los inmigrantes mexicanos y la concentración de chicanos y mexicanos en las capas inferiores del proletariado. Los chicanos tienen un profundo odio a la injusticia y al robo de sus tierras. El estado proletario defenderá su derecho a las tierras otorgadas por el tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848, en que México tuvo que ceder ese territorio a Estados Unidos. El tratado supuestamente garantizaba a los chicanos ciertos derechos básicos, como tierra, agua y la igualdad del español, pero al igual que los tratados con los amerindios, Estados Unidos no lo respetó. El proletariado defenderá el derecho de los chicanos a la autonomía (es decir, el autogobierno en una sola región o varias partes del Suroeste) dentro del estado proletario. Aunque se han operado importantes transformaciones económicas en el Suroeste, grandes zonas, como el sur del estado de Texas, siguen en el atraso y los oprimidos viven en una miseria igual al “tercer mundo”. El estado socialista brindará ayuda especial a los chicanos para el desarrollo de esas zonas. Al aplicarse la autonomía en el caso de los chicanos, habrá que tomar en cuenta los siguientes factores: el desenvolvimiento de la revolución en Estados Unidos y su interrelación con la revolución en México, la situación en la región fronteriza y los derechos históricos de la tierra de otros pueblos oprimidos del Suroeste, especialmente los amerindios. Los derechos de los amerindios Los amerindios también tienen una situación y una historia propia respecto a la cuestión de la tierra. Actualmente la población amerindios, esquimales y aleutianos es de 2,5 millones. La burguesía destruyó por completo a algunos pueblos indígenas. Secuestró a generaciones enteras y las mandó a escuelas del gobierno, donde les prohibieron sus idiomas y tradiciones. Una y otra vez, los despojó y los concentró en “reservas” parecidas a campos de concentración, donde el desempleo supera el 50%, hay gran miseria y altísimas tasas de alcoholismo y suicidio. Hoy, reclaman su derecho a la tierra, los minerales y la pesca. Para justificar la descarada opresión de los amerindios, los atacan con saña en el medio cultural, con ridículas películas y juegos de “vaqueros e indios”, y caricaturas racistas de amerindios como mascotas de famosos equipos de deportes. Para acabar con esas barbaridades, el proletariado, en consulta con las masas amerindias, establecerá grandes zonas donde esos pueblos podrán vivir y trabajar, y brindará recursos y ayuda para su desarrollo. En esas zonas, tendrán el derecho al autogobierno dentro del estado socialista, y se aplicarán muchos de los principios de autonomía que esbozamos arriba. En cuanto a la medicina tradicional y otras prácticas de los amerindios (hoy desechadas como “puro misticismo” o comercializadas por los capitalistas), se sintetizarán los aspectos que tienen una base científica para aplicarlos y difundirlos. Como hemos mencionado, estas cuestiones del derecho a la tierra de las varias nacionalidades oprimidas son complejas y a veces se entretejen; por ejemplo, los reclamos de los pueblos amerindios y los chicanos en el Suroeste. Además, hay cuestiones relacionadas con la frontera México/Estados Unidos. El estado proletario trabajará por resolver esos problemas de una forma que fortalezca la igualdad y la unidad de toda la sociedad, y fomente el internacionalismo. Solamente el proletariado y su estado tienen la capacidad de abordar y resolver esas cuestiones de tal manera. Puerto Rico: Una cuestión nacional-colonial particular La opresión de los puertorriqueños en Estados Unidos está estrechamente ligada a la condición de colonia de Puerto Rico, que hay que liberar. Desde 1898, cuando las tropas yanquis invadieron la isla, los dictados del capitalismo estadounidense han dominado a Puerto Rico. Las corporaciones yanquis se apoderaron de los mejores terrenos y obligaron a los campesinos a cortar caña en sus plantaciones. Muchos campesinos tuvieron que abandonar sus tierras y trabajar en talleres de hambre o buscar trabajo en Estados Unidos. El ingreso promedio nacional de los puertorriqueños es la tercera parte del de Estados Unidos y viven a la sombra del desempleo, mientras los imperialistas yanquis exprimen billones de dólares de ganancias de la isla, y la han convertido en una base militar para sus invasiones e intervenciones en el Caribe y en todo el mundo. Sus prácticas de guerra han causado grandes daños a la isla de Vieques. Millones de puertorriqueños, la mayoría proletarios, han abandonado la isla en busca de trabajo y una vida mejor en las ciudades de Estados Unidos. Pero medio siglo después de las grandes migraciones, los puertorriqueños tienen altas tasas de desempleo y muchos tienen que recurrir a la beneficencia pública, viven amontonados en edificios desmoronados y su cultura e idioma están bajo ataque. Los puertorriqueños, en la isla y en Estados Unidos, tienen una tradición de resistencia, especialmente movimientos armados de liberación nacional e independentistas. Y el gobierno estadounidense los ha reprimido con saña. El PCR,EU apoya la lucha por la independencia total e incondicional de Puerto Rico y la plena liberación social de los puertorriqueños. Al tomar el poder en Estados Unidos, el proletariado terminará inmediatamente la dominación colonial de Puerto Rico, si es que el pueblo puertorriqueño todavía no se ha liberado. Apoyará el derecho de los puertorriqueños que viven en Estados Unidos a repatriarse si así lo desean, y eliminará la explotación, opresión y discriminación a los puertorriqueños en Estados Unidos, como parte esencial de la lucha de la nueva sociedad para eliminar toda la desigualdad. Hawai Aunque Hawai forma parte de Estados Unidos, es probable que su lucha revolucionaria no se desarrolle al mismo ritmo que la lucha en el continente. Sin embargo, dada la presencia militar estadounidense en Hawai y otros factores, habrá una importante interrelación entre la lucha revolucionaria en Hawai y Estados Unidos. Apoyamos la lucha del proletariado y del pueblo hawaiano para hacer añicos el dominio de los imperialistas estadounidenses y establecer el nuevo poder socialista. La clase dominante estadounidense le quitó la soberanía a los hawaianos por la fuerza y el engaño. Los indígenas son una minoría de la población de Hawai, pero el proletariado respeta su derecho a la autonomía. Las relaciones entre los pueblos de Hawai, y entre Hawai y el nuevo estado proletario en Estados Unidos, se forjarán en el curso de la lucha para hacer la revolución y construir el socialismo en lo que hoy es Estados Unidos. Medidas revolucionarias en la lucha por la igualdad En la lucha contra la opresión nacional el nuevo estado adoptará una variedad de medidas, como por ejemplo, la aplicación de la autonomía a las zonas urbanas en algunos casos. Tomará en cuenta el legado de la supremacía blanca y ofrecerá la posibilidad a gente de las nacionalidades oprimidas de vivir con otros de su propia nacionalidad. Algunos preferirán esa situación de mayor comprensión y afinidad para fortalecerse en la lucha contra el legado de la opresión nacional y sus vestigios, a la vez que se libra la lucha para eliminar la desigualdad y la opresión en la sociedad. Los que han sido víctimas de la opresión nacional y la supremacía blanca podrán sentir la necesidad de estar exclusivamente con los de su propia nacionalidad, aun cuando valoren la unidad revolucionaria que se va profundizando entre las masas de todas las nacionalidades y la oportunidad de participar plenamente en toda esfera de la sociedad junto con las demás las nacionalidades. Para tratar correctamente esas cuestiones, el estado proletario aplicará el criterio de oponerse a lo que perjudique la lucha contra la supremacía blanca, y apoyar y fomentar lo que ayude a superar el legado de opresión nacional. El estado socialista adoptará medidas concretas que estimularán relaciones de amistad entre personas de todas las nacionalidades en toda esfera de la sociedad. Estimulará el desarrollo de comunidades, centros de trabajo, escuelas y otras instituciones donde viva y trabaje gente de todas las nacionalidades, donde se forjen profundas relaciones de amistad y apoyo mutuo, en el contexto de la lucha general para revolucionar la sociedad, y eliminar y erradicar todas las desigualdades y divisiones opresivas. Para esa lucha, se contará con la unidad y lucha voluntaria y consciente de las masas de todas las nacionalidades. Las zonas autónomas no vivirán aisladas de la sociedad en general. El estado proletario fomentará un intercambio dinámico y vibrante en lo económico, político, cultural, científico, etc., entre las zonas autónomas y el resto de la sociedad socialista, y entre las mismas zonas autónomas. La sociedad entera pulsará con la energía del pueblo, que luchará de distintas formas y desde diferentes perspectivas para eliminar la opresión nacional y fortalecer la igualdad y la unidad entre todos los pueblos en la lucha revolucionaria para avanzar hacia el comunismo. Como ya mencionamos, si bien estas medidas serán muy necesarias para lidiar con las particularidades de la opresión nacional y su base material histórica, eso de ninguna manera implica que las masas de las nacionalidades oprimidas se enfocarán solamente en eliminar su propia opresión. Al contrario, como la mayoría son trabajadores y forman parte del proletariado multinacional de este país, muchos estarán en las primeras filas de la lucha para revolucionar la sociedad y cambiar el mundo. Persistirán ideas reaccionarias y habrá que librar luchas ideológicas y revolucionar importantes aspectos de las relaciones sociales. Pero lo más importante es que el proletariado y las masas finalmente vivirán en una nueva y totalmente diferente sociedad, una sociedad que permita y ayude a unirse conscientemente en aras de un futuro brillante sin clases, donde la opresión de un pueblo por otro, o de una parte de la sociedad por otra, sea algo del pasado prehistórico. Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta
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