Revolución #47, 21 de Mayo 2006

voz del partido comunista revolucionario, eu

Esta página se usa para imprimir rápidamente todo un número, y es posible que unos enlaces no funcionen y algunas imágenes no aparezcan. En el permalink del artículo encontrarás esos enlaces e imágenes.

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

El Gran hermano y las compañías telefónicas

El gobierno de Bush espía a millones

El 11 de mayo USA Today sacó en primera plana que el gobierno de Bush ha estado espiando a la ciudadanía. Informó que la Agencia de Seguridad Nacional (National Security Agency, NSA) ha recibido información sobre todas las llamadas nacionales de tres de las principales compañías de telecomunicaciones del país: Verizon, AT&T y BellSouth. (La cuarta compañía, Qwest, no quiso entregarle la información).

Unos 200 millones de usuarios. Miles de millones de llamadas. Todo en las manos de una poderosa agencia de espionaje controlada por un presidente y un gobierno que están desmantelando derechos fundamentales a una velocidad vertiginosa.

Una fuente no identificada de USA Today describió así este programa de la NSA: “Es la mayor base de datos que se ha recabado en el mundo. Para los clientes de esas compañías, implica que el gobierno tiene registros detallados de todas las llamadas que han hecho, cerca o al otro extremo del país, a familiares, compañeros de trabajo, contactos de negocios y otros”.

Dicen que el programa de espionaje “mina datos” de números telefónicos, pero que no interviene las llamadas ni registra el nombre del cliente, su dirección ni otros datos. Sin embargo, la NSA puede obtener esa información de otras bases de datos.

Bruce Schneier, experto en tecnología de seguridad y autor de Applied Cryptography (que la revista Economist llamó “un gurú de la seguridad”), le dijo a la revista Wired en marzo de 2005: “Minar datos es útil para rastrear fraude de tarjetas de crédito, pero no para descubrir complots ‘terroristas’”. Cuando Revolución le preguntó para qué sirve el minado de datos que está haciendo la NSA, Schneier contestó: “Para un estado policial”.

El escritor del Washington Post William Arkin señaló: “Los registros de llamadas pasan por una red alucinante de software y de herramientas de minado de datos para extraer información… Su magnitud, la cantidad de ‘transacciones’ que rastrean, hace preguntarse si no están estableciendo lentamente un sistema omnipresente de espionaje nacional, que en unos pocos años podrá revelar las interacciones de un individuo dado en tiempo casi real”.

En realidad, esto se está haciendo muy rápidamente y no tenemos “unos pocos años”. Es el Gran hermano en marcha, hoy.

Las mentiras de Bush, Gonzales y Hayden

Este nuevo exposé de espionaje nacional pone de manifiesto la velocidad y la intensidad de la ola de represión y espionaje que ha desatado el gobierno de Bush dentro del país. Pone de manifiesto más mentiras de Bush y más declaraciones de que tiene poderes presidenciales sin límite.

En diciembre del año pasado, el New York Times dio a conocer (tras saberlo por muchos meses) que la NSA estaba interviniendo conversaciones telefónicas, bajo órdenes de Bush, sin autorización del tribunal de FISA (Foreign Intelligence Surveillance Act—Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera), como dicta la ley. FISA se estableció en 1978 con el fin de supervisar el espionaje nacional y ha aprobado prácticamente todas las solicitudes de intervención de comunicaciones que le ha mandado la rama ejecutiva. Pero el gobierno de Bush no quería que nada le atara las manos para espiar a quien quisiera y cuando quisiera.

Bush, Alberto Gonzales (el secretario de Justicia) y Michael Hayden (que era director de la NSA y ahora ha sido nominado a dirigir la CIA) dijeron que solo se han rastreado llamadas a otros países o de otros países y que todo era perfectamente legal.

Gonzales le dijo a la prensa: “Andan diciendo que el gobierno está espiando las llamadas de los ciudadanos a sus vecinos. Es muy, muy importante entender que un lado de la comunicación tiene que estar fuera de Estados Unidos”.

Cuando le preguntaron si la NSA estaba haciendo espionaje dentro del país,

Hayden contestó: “La NSA es una agencia de inteligencia exterior… de lo que estamos hablando hoy es de inteligencia exterior”. Añadió que si consideraran necesario monitorear comunicaciones nacionales, “le pediríamos autorización al tribunal de FISA”.

Por su parte, Bush le dijo a los medios en diciembre: “Yo autoricé a la NSA a intervenir las comunicaciones internacionales de individuos que tienen lazos conocidos con Al Qaeda y organizaciones terroristas relacionadas. Mejor dicho, si Al Qaeda o sus socios están haciendo llamadas telefónicas a Estados Unidos o desde aquí, queremos saber lo que dicen”.

Como vemos hoy, todas esas declaraciones eran mentiras deliberadas. Cuando Bush, Gonzales y Hayden decían esas palabras, la NSA recababa registros de llamadas nacionales de docenas de millones de personas y los “minaba” sin pedir autorización a los tribunales.

En diciembre del año pasado se entrevió la existencia y la magnitud del programa de espionaje de llamadas nacionales de la NSA, cuando un artículo del LA Times (25 de diciembre de 2005) informó que desde el 11 de septiembre del 2001, “NSA tiene acceso directo a la base de datos” de AT&T, cuyo nombre en clave es Daytona, “que mantiene una lista de todos los números de teléfono (de ambos lados de una conversación) y de la duración de las llamadas no celulares”.

En enero, la Electronic Frontier Foundation entabló una demanda federal contra AT&T porque “AT&T Inc. le ha dado a la NSA acceso directo a los registros de más de 300 millones de llamadas nacionales e internacionales y a las enormes cantidades de tráfico de internet que maneja cada día laboral”. (AP, 11 de mayo de 2006)

En abril, en una audiencia del Comité Judicial de la Cámara, Gonzales contradijo sus propias afirmaciones de que solo estaban monitoreando las llamadas internacionales. El New York Times informó: “El secretario de Justicia Gonzales indicó… por primera vez que el presidente podría tener autoridad legal para ordenar, sin orden judicial, la intervención de comunicaciones entre americanos que ocurren exclusivamente dentro de Estados Unidos. ‘No lo voy a descartar’, contestó Gonzales cuando le preguntaron sobre esa posibilidad...”.

Ahora, un mes después, todo el mundo sabe del vasto programa del gobierno de Bush para rastrear “comunicaciones entre americanos que ocurren exclusivamente dentro de Estados Unidos”.

Atacan a los críticos

Después de las revelaciones de USA Today, Bush salió por TV a repetir (sin mencionar directamente el programa de espionaje interno) que todo el espionaje que ha ordenado ha sido perfectamente legal y que ha apuntado estrictamente contra “terroristas y sus socios” con el propósito de prevenir “otro ataque”. Declaró que “la privacidad de los americanos comunes y corrientes se protege celosamente en todas nuestras actividades”, como si alguien fuera a creer que darle a la NSA montañas de registros telefónicos es respetar la “privacidad”.

Unos paniaguados de Bush dijeron que el espionaje de la NSA no es estrictamente ilegal porque no se están grabando las conversaciones, porque la cuarta enmienda de la Constitución no protege los registros de negocios, etc., etc. Pero el profesor de la facultad de Derecho de la Universidad Georgetown David Cole le dijo a USA Today: “Este podría ser otro ejemplo de que el gobierno de Bush decidió en secreto pasar por encima de los tribunales y contravenir la ley federal”

La principal respuesta de Bush y sus allegados ha sido criticar agresivamente a los críticos, tildarlos de traidores y decir que le están haciendo el juego a los “terroristas” por dudar del presidente. En diciembre, cuando el New York Times dio a conocer que la NSA estaba interviniendo conversaciones telefónicas, el gobierno ordenó investigaciones de dicho periódico. Ahora, cuando Bush salió por TV tras la publicación del articulo de USA Today, advirtió: “Cada vez que se divulga inteligencia secreta, perjudica nuestra capacidad de derrotar a este enemigo”.

Otros republicanos repitieron lo mismo. “Cada vez que se filtra información clasificada como esta, perdemos protección”, dijo el senador Kit Bond en el programa de noticias Lehrer News Hour. Trent Lott dijo: “¿Qué le preocupa al público? ¿Cuál es el problema? ¿Están haciendo algo malo?”.

Esto equivale a decir que como presidente y “comandante en jefe”, Bush tiene el poder de hacer lo que le dé la regalada gana y de pasar por alto las leyes y los tribunales. Es la misma “teoría” del “ejecutivo unitario” con que Bush y sus allegados han justificado la tortura y otros crímenes que están cometiendo contra los pueblos del mundo.

La lógica de Bush y la conducta de su gobierno están desmantelando derechos fundamentales, que supuestamente ampara la sociedad burguesa, e imponiendo nuevas normas jurídicas fascistas. Espiar las llamadas y los emails de docenas de millones de personas pisotea conceptos jurídicos como no investigar a una persona si no hay un motivo fundado. Por nuestra parte, esperar a que “pase la marea”, con la esperanza de que “la situación pendule por su cuenta”, en vez de oponernos con fuerza, es aceptar un futuro muy sombrío en que todo mundo puede ser “sospechoso” y en que todo el que cuestione al gobierno instantáneamente es un “traidor”.

La oposición leal… y la necesidad de una resistencia real

Los demócratas y unos cuantos republicanos han dicho que la intervención de comunicaciones sin orden judicial y las nuevas revelaciones de rastreo de llamadas dentro del país son inquietantes. Una de sus quejas es que no les informan, pero no han hecho casi nada para parar a Bush. La demócrata Nancy Pelosi se reunió con Hayden cuando era director de la NSA en el 2001 y escribió “una carta de preocupación” sobre los programas de intervención de llamadas. Punto. Los programas siguieron.

Después de las últimas revelaciones de USA Today, la senadora demócrata Diane Feinstein, quien ha apoyado a Hayden para el puesto de director de la CIA, dijo que este nuevo escándalo podría llevar a una “confrontación constitucional seria”. Otros demócratas y unos republicanos están pidiendo investigaciones.

Pero por fuerte que a veces sea la lucha dentro de la estructura de poder, no rebasa límites muy definidos. Para empezar, agencias como la NSA existen para espiar a los rivales extranjeros de los imperialistas y a los movimientos políticos del pueblo. Los críticos de Bush de la clase dominante limitan sus objeciones a que Bush no siguió las reglas para espiar, pero NO les choca que haya espiado a millones. Lo que les preocupa es que se adjudique el derecho de violar las reglas que rigen el espionaje Y que podría espiar a sus rivales de la clase dominante, lo que seguramente ha hecho.

Esto ilustra que la democracia burguesa realmente es una dictadura burguesa. En medio de la guerra contra Irak, las amenazas nucleares contra Irán y la meta general de reestructurar grandes partes del planeta, el gobierno de Bush necesita apretar las clavijas dentro del país. Un aspecto de eso es desmantelar ciertas garantías y derechos prometidos en “tiempos normales”.

Esto representa grandes peligros para el pueblo y especialmente para sus organizaciones de resistencia. Pero también es cierto que muchos millones están furiosos y preocupados por el curso que ha tomado el gobierno de Bush y por la dirección de la sociedad en general. Todo esto tiene que traducirse en una gran resistencia política y en acción histórica independiente. Esto es crucial desde el punto de vista de parar este monstruo de guerra y represión, y también desde el punto de vista de forjar un movimiento revolucionario y de repolarizar la sociedad para la revolución. Movilizar a millones en la calle y por toda la sociedad contra esta represión y asestarle golpes políticos al gobierno de Bush abrirá nuevos horizontes de un mundo mejor y de cómo hacerlo realidad.

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, segunda parte

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EU

Nota de la Redacción: A continuación publicamos partes de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, a un grupo de militantes y partidarios el año pasado (2005). A esta edición se le agregaron subtítulos y notas al pie de página. Previamente publicamos otras partes de la misma charla: la serie de seis partes “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad” salió en los números 37, 39, 40, 41, 42 y 43 (5, 19 y 26 de marzo y 2, 9 y 16 de abril). La nueva charla está en su totalidad en nuestro portal en inglés. En español se está serializando en estas páginas y en nuestro portal cada semana. La semana pasada publicamos la primera parte.

El “paracaídas”

Lo que hemos visto hasta ahora con respecto al “núcleo sólido con mucha elasticidad”1 tiene una estrecha relación con el próximo punto que quiero tocar, que llamo el “paracaídas”: que todo se concentra a la hora de la toma del poder y luego se “vuelve a abrir” después de la consolidación del poder.

Este es un principio general del desarrollo de la revolución y tiene una aplicación específica a un país como este y a este país en concreto. Independientemente del camino al poder en determinado país —ya sea que el camino revolucionario en líneas generales sea la guerra popular prolongada, que supone rodear las ciudades desde el campo por un tiempo y después tomar el poder en las ciudades y a nivel nacional; o ya sea que el camino revolucionario suponga, como en países imperialistas como Estados Unidos, un período de trabajo y de preparativos políticos (e ideológicos), seguido de una insurrección de millones y millones de personas, centrada y anclada en los centros urbanos, cuando surja una situación revolucionaria—, sea cual sea el camino, en el momento en que se puede conquistar el poder político nacional, todo se “comprime” políticamente. Muchas de las diversas tendencias y corrientes políticas que se oponen al orden establecido o bien caen en una parálisis política y/o bien se comprimen alrededor del núcleo que encarna los medios para abrir una brecha y hacer lo que hay que hacer para responder a las necesidades urgentemente sentidas de las amplias masas que demandan un cambio radical. Esto sucede específicamente y de una forma concentrada cuando esa necesidad de abrir una brecha y tomar el poder no es un objetivo estratégico a largo plazo, sino algo que se plantea inmediatamente; sucede cuando, junto con eso y como parte de eso, otros programas que buscan un cambio social se paralizan al implementarlos, tropiezan con sus limitaciones, y como resultado la gente los rechaza, en masa, se aleja de ellos y se acerca al programa que realmente representa la forma de abrir una brecha.

En ese punto, la situación tiende a comprimirse, como cuando un paracaídas se cierra. Una cosa que no se ha entendido debidamente —y que ha llevado a errores porque no se ha entendido ni abordado correctamente— es el hecho de que aunque este es un ingrediente importante y necesario para que se dé el alineamiento que hace posible la revolución, es algo que surge en el punto de concentración de una situación revolucionaria pero no continuará de la misma forma después de que ese punto ha pasado, independientemente de cómo se resuelva la situación: no solo si la tentativa revolucionaria fracasa o es derrotada, sino inclusive si triunfa y lleva a establecer un nuevo poder estatal radicalmente diferente. Incluso en ese caso, después de que haya pasado esa situación, y cuando la situación avance en la nueva sociedad, el “paracaídas” se “volverá a abrir” y se “desplegará”.

Esto se relaciona con la tercera condición de Lenin para la insurrección: que se desarrolle una situación en que la parálisis política debilite cualitativamente a los amigos a medias y vacilantes de la revolución. Otras fuerzas, que representan los intereses de capas sociales fuera del proletariado, y programas correspondientes, se paralizan o son incapaces de responder a las necesidades y demandas de las masas, y a lo que plantea, muy agudamente, la situación objetiva. Cuando eso ocurrió en la revolución bolchevique en octubre de 1917, gran cantidad de gente se acercó a los bolcheviques. En esa situación, cuando la crisis revolucionaria llegó a su punto más agudo, se dio ese momento dramático en que un menchevique (socialista reformista) dijo en una reunión de masas: “Aquí no hay un partido que dirija una lucha por el poder”, y Lenin se paró y declaró enérgicamente: “¡Sí hay tal partido!”. Lenin y los bolcheviques lograron convencerlos de que así era. Pero eso no implica que todas las personas que convencieron, en ese momento decisivo, estaban plenamente convencidas ni nada por el estilo. Es decir, la gran mayoría no estaban convencidas necesariamente del programa comunista. Aunque unas sí estaban convencidas de lleno, para muchas más lo que pasó es que, en ese momento agudo, el programa de los bolcheviques era el único que ofrecía una verdadera salida de una situación grave y cada vez más intolerable.

Aquí es donde, después de consolidar el poder, “el paracaídas se vuelve a abrir”. Mejor dicho, toda la diversidad de programas políticos, concepciones del mundo, inclinaciones, etc. (que son un reflejo de las relaciones de producción y de las relaciones sociales características de la vieja sociedad, así como de lo que se está gestando en la nueva sociedad como resultado de la toma revolucionaria del poder y de la consolidación del poder), todas esas cosas se imponen, o se vuelven a imponer. Pero si se da por hecho que como esas personas acudieron al lado de los comunistas en el momento crítico en que solo ese programa podía abrir una brecha, si se identifica eso con la noción de que todos van a tener pleno acuerdo en todo momento a lo largo del proceso de avance al comunismo, se cometerán serios errores. Este es un punto muy importante de la revolución en general y, naturalmente, tendría una aplicación particular e importante en un país como Estados Unidos. Esto, obvio, se relaciona con el núcleo sólido con mucha elasticidad, porque todo va a ser jalado hacia el núcleo revolucionario cuando la situación se comprima de ese modo, pero luego muchas cosas se van a alejar otra vez de ese núcleo, en cierto sentido.

Esta es una importante dimensión en que se impone la cuestión de convivir con las capas medias y transformarlas2 y plantea las contradicciones que he descrito. Por un lado, están las masas proletarias básicas y, dentro de ellas, están los elementos más avanzados y más conscientes de clase, los más firmes defensores y luchadores de la revolución, los que entienden más profundamente los objetivos generales de la revolución y la meta final del comunismo; junto con esos proletarios avanzados, también hay intermedios y atrasados, incluso en el proletariado, y hay capas más amplias (dentro de las cuales también hay avanzados, intermedios y atrasados). Repitiendo, para seguir avanzando hacia la meta del comunismo, lo que requiere un largo período de transición, hay que saber cómo manejar todas esas diferentes dimensiones y niveles de la “configuración social”, por decirlo así, todas las diferentes manifestaciones de las contradicciones subyacentes. En lo ideológico, en lo político, en la economía y en la construcción económica, así como en la defensa del país socialista y el apoyo a la lucha revolucionaria mundial, hay que saber cómo, simultáneamente, y esto es otra aplicación del núcleo sólido con mucha elasticidad, a) aferrarse firmemente al poder y seguir avanzando en la dirección del comunismo y b) estimular la expresión de todos los factores positivos de todas las fuerzas y capas de la amplia categoría del pueblo en la sociedad y aprovecharlos al máximo, y a la vez manejar correctamente los aspectos negativos que van con eso, desde el punto de vista de continuar la transición socialista hacia la meta del comunismo (que, repitiendo, solo se puede alcanzar en el plano mundial).

Esto entraña una gran complejidad: el núcleo, en cualquier momento, sea cual sea ese núcleo, sostiene todo esto en las manos, por así decirlo, y tiene que ver toda la inmensa variedad de esto y, por lo menos en sus contornos generales, ver todas las gradaciones que contiene, y saber cómo manejarlo de una “forma texturada”, por usar esa metáfora. Hay que manejar correctamente todas las complejidades de esto y, al mismo tiempo, hacer que siga en la dirección en que debe seguir: continuando la revolución hacia la meta del comunismo. No es “bajar la cabeza y marchar directo adelante”; es como esto [hace olas con las manos para representar la complejidad], con muchas cosas a la vez, a menudo en direcciones distintas y contradictorias, dentro de todo este proceso. Con eso es con lo que hay lidiar, y si se trata de comprimirlo de nuevo a como era en el momento de la toma del poder, se va a perder el poder, a perderlo todo, de una forma u otra, porque no es posible hacer eso. Por otra parte, si se deja que arranque para donde quiere [risas], si se deja que arranque en la dirección que quiere, se va a perder todo de ese modo, porque va a volver a la tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía, de una forma u otra.3 Además, esto no existe en un vacío, sino en las condiciones concretas de una sociedad socialista, con todos los rezagos materiales e ideológicos del capitalismo (con distintas clases y capas, y su base material en las relaciones de producción, con las correspondientes relaciones sociales, así como con la manifestación de todo esto en la superestructura política e ideológica), y en un contexto internacional, con la existencia de estados imperialistas y reaccionarios, y con los serios peligros y amenazas que eso le plantea a los estados socialistas que nacen por medio de la revolución.

Un ejemplo negativo, sumamente negativo, de no entender y manejar esto correctamente se ve en la experiencia de Pol Pot en Camboya (que aquí apenas voy a tratar de modo somero), donde en vez de tener este enfoque se siguió un enfoque lleno de ironía y de desastre: tenían masas campesinas que no habían pasado por una transformación radical en su manera de pensar, a pesar de ciertos cambios en las condiciones materiales; a las masas de campesinos, especialmente en las bases de apoyo que establecieron durante la guerra contra el gobierno de Lon Nol y Estados Unidos (que lo montó y respaldó), las dirigían intelectuales que tenían un problema muy serio que he mencionado en otras charlas y escritos: el fenómeno de la educación estrecha (voy a hablar de esto en un momento porque en realidad es muy importante); y el Khmer Rouge, bajo la dirección de Pol Pot, tomó al resto de la sociedad camboyana y trató de aplanarla al nivel del campesinado, como era el campesinado entonces, supuestamente para llegar al comunismo. Para decirlo de la manera más suave del mundo, no captaron en absoluto la noción del núcleo sólido con mucha elasticidad ni la noción del “paracaídas”. Y eso llevó a grandes desastres, y sí, horrores.

El peligro de la educación estrecha

Bueno, pasemos al punto de la educación estrecha: al oír la presentación de Raymond Lotta de “Pongamos las cosas en claro”, y en especial la discusión del modelo soviético de crear “una intelectualidad de la clase obrera”, me acordé de este punto. Además del problema muy serio de equiparar mecánicamente origen de clase con cosmovisión de clase (una tendencia muy marcada de Stalin, que también se vio en China bajo la dirección de Mao, aunque Mao fue mucho más dialéctico en esto y en general), además de ese problema, ¿cuál fue el aspecto esencial y el foco de esa “intelectualidad de la clase obrera” en la Unión Soviética? Los ingenieros. Bueno, sé que seguramente esto no es justo y no quiero decir que los ingenieros son los únicos que tienen este problema, pero lamento decir que son una buena metáfora del problema. Conozco ingenieros que se volvieron comunistas, pero los ingenieros tienen un problema. [risas] Y la educación estrecha tiene problemas, inclusive si es educación sobre “marxismo”. Si la educación equivale a enseñar dogma, si no reconoce y aborda las complejidades del mundo, con todos los diferentes campos de la sociedad, la historia, la naturaleza, y sí, la epistemología que hay que manejar a fin de guiar el complejo proceso de la revolución, si los que se han capacitado con esa clase de “educación estrecha” llegan a la dirección, y si esa dirección toma a las masas básicas como la principal fuerza que moviliza y en la que se apoya, pero las toma más o menos como son y las usa como una cachiporra con relación a las otras capas de la sociedad, se crea un brebaje muy peligroso, un brebaje venenoso.

En otras ocasiones he usado esta metáfora; he hablado de los atletas que pasan de ser muy pobres a tener grandes lujos, pero nunca amplían sus horizontes en el camino “hacia arriba”, y luego los ponen como “modelos” para el resto de la sociedad. En la actualidad esto se suele combinar con lo que Mark Bowden (autor del libro Black Hawk Down) describió como “cristianismo de machos”. Esto es como subir en un elevador muy angosto del sótano al último piso sin parar ni ver por la ventana. El mismo problema surge cuando una persona tiene esa experiencia. Esta formulación del peligro de una educación estrecha la leí en un libro de Robert Kaplan, que no es un buen tipo, es un defensor del imperialismo, pero dice algo muy interesante en su libro The Ends of the Earth. Ahí lo dice hablando del fundamentalismo islámico y tiene esta cita: “Guárdese de la persona letrada de orientación cerrada y conocimientos limitados”. Con esto en mente y regresando a la metáfora del elevador, es como subirse a un elevador que no para en ningún piso, y no es un elevador como los de los hoteles elegantes que tienen paredes de vidrio y se puede ver mucho desde adentro. Este elevador es muy angosto y sube piso tras piso sin parar; en ese elevador nunca se adquiere una visión amplia.

Bueno, si así es como uno ve el mundo, o inclusive el marxismo, puede transformar el marxismo (o lo que dice ser marxismo) en su contrario, en un arma con fines muy negativos y que no reconoce (y no es capaz de reconocer) las complejidades de las que hemos estado hablando, y por supuesto no puede lidiar correctamente con ellas. Sin entrar en muchos detalles ahora, nada más para dar una caracterización general por el momento, eso es esencialmente, en lo epistemológico y lo político, lo que encarnó y lo que sucedió en una medida importante en Camboya con Pol Pot. Se puede ver cómo surge algo así y cómo se pueden transformar en su contrario cosas muy positivas si las dirigen personas que parten de una “educación estrecha” y, junto con eso, movilizan a las masas de oprimidos con la motivación de la venganza, no solo contra la antigua clase dominante, sino contra cualquiera que haya ocupado una posición más privilegiada que los del fondo de la sociedad.

Debemos aprender de esto muy profundamente. Por eso recalco tanto los principios epistemológicos. Para dirigir este proceso (y lo vamos a hacer porque lo tenemos que hacer), nosotros y nuestros camaradas del movimiento internacional tenemos que adquirir una visión muy amplia y no una visión instrumentalista de cómo entender el mundo y de cómo guiar a la gente a entender y transformar el mundo: cuáles son las contradicciones subyacentes, las contradicciones motrices, hacia dónde tienden, y cómo se pueden llevar hacia donde se deben llevar conforme a los intereses de las amplias masas populares y, en última instancia, conforme a los intereses de toda la humanidad. Hacer algo menos que eso quedará muy por debajo de lo que se necesita, en el mejor de los casos. Nos podemos unir con mucha gente que representa menos que eso, pero la dirección del proceso no puede ser menos que eso. Y si lo es, no irá a donde tiene que ir, aunque empiece bien. Estoy profundamente convencido de esto.

Abundancia relativa, igualitarismo relativo y el avance al comunismo

En todo esto hay una interrelación entre las condiciones materiales subyacentes y los aspectos de la superestructura a cada momento. Al final del libro El falso comunismo está muerto...4 hablé del tema de la abundancia y del igualitarismo, y expliqué que estamos a favor de una abundancia relativa y un igualitarismo relativo durante la transición al comunismo. En realidad, al llegar al comunismo quedan atrás las consideraciones de igualitarismo; pero en la fase de transición, en la etapa socialista, debe haber una abundancia relativa en relación con un igualitarismo relativo. Mejor dicho, no estamos a favor de bajarlo todo al “mínimo común denominador”; no estamos a favor de “comunizar la pobreza”, de reducir a todo mundo al menor nivel que exista, y de ahí “todos marcharemos juntos al mismo nivel”, que es otra expresión de lo que sucedió en Camboya con Pol Pot. Pero si manejamos correctamente la relación entre los factores materiales subyacentes y los factores de la superestructura, la situación se desarrollará al punto en que, como dice al final de El falso comunismo está muerto…, habrá más abundancia relativa; mejor dicho, nunca hay abundancia absoluta, nunca hay recursos ilimitados, y nunca hay una ausencia de necesidad, pero la abundancia relativa va aumentando de modo que lo que se necesita para reproducir los artículos materiales necesarios para la vida (esencialmente la cantidad total de trabajo necesaria) toma cada vez menos tiempo, con respecto a lo que se produce y se consigue en la sociedad y en última instancia en el mundo entero. Interrelacionado con esto, en cada etapa debe haber mayores transformaciones de la base económica (de las relaciones de producción, especialmente la división del trabajo en la sociedad y en concreto la división entre el trabajo intelectual y el trabajo físico) y de la superestructura, a fin de avanzar cada vez más y superar las divisiones y las desigualdades sociales que queden. Dicho de otro modo, el objetivo en la sociedad debe ser aumentar el igualitarismo relativo, no esencialmente bajando los niveles altos sino elevándolo todo, y elevando especialmente lo que estaba en el fondo. En el camino y en la realización del comunismo, el objetivo y el enfoque no es, no debe ser, “aplanarlo todo”; es seguir avanzando hacia la superación de la desigualdad social y, más que eso, dejar atrás los cálculos de igualdad y desigualdad al alcanzar e implementar el principio “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”.

Este es otro aspecto importante de la continua interacción dialéctica entre los factores materiales subyacentes y los factores de la superestructura. Es otra dimensión crucial en la que hay que entender y manejar la situación correctamente: no tratar de ir más lejos de lo que sea posible en un momento dado sino, como dice El falso comunismo está muerto…, pasar una y otra vez en el curso de la transición socialista de un nivel a otro nivel más alto de relativa abundancia y relativo igualitarismo; esto, a su vez, facilitará la emancipación de las fuerzas productivas, especialmente de las masas populares y, simultáneamente, facilitará el florecimiento de los individuos que componen la sociedad, dentro de un marco colectivo.

A partir de todo esto podemos ver que, si se procede correctamente, va a ver una contradicción, a veces bastante aguda, entre aplicar el Frente Único bajo la Dirección del Proletariado a lo largo de toda la transición al comunismo y, por otra parte, avanzar durante esa transición y finalmente llegar a la meta del comunismo, junto con la lucha mundial. Esto, repito, tiene que ver con la relación dialéctica entre convivir con las capas medias y transformarlas, y tiene mucho que ver con la aplicación en todo momento del núcleo sólido con mucha elasticidad y los principios relacionados que he descrito.

1. El concepto del “núcleo sólido con mucha elasticidad” se explica en la entrega anterior de esta serie, que salió en Revolución #46 (14 de mayo de 2006).

Regrese al artículo

2. El concepto de “vivir con las capas medias y transformarlas” se trató en la entrega anterior de esta serie, que salió en Revolución #46 (14 de mayo de 2006).

Regrese al artículo

3. Bob Avakian habla de la “tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía” en la serie de pasajes de esta charla titulada “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”. La menciona en el pasaje titulado “Análisis materialista del estado y su relación con la base económica subyacente”, que salió en Revolución #42, 9 de abril de 2006.

Regrese al artículo

4. Avakian, Bob, El falso comunismo está muerto. ¡Viva el auténtico comunismo! (Chicago: RCP Publications, 2004).

Regrese al artículo

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

From Ike to Mao and Beyond

My Journey From Mainstream America To Revolutionary Communist

Autobiografía de Bob Avakian

En nuestro portal se encuentran ahora grabaciones de la autobiografía de Bob Avakian, From Ike to Mao… and Beyond, leídas por él (en inglés). Simultáneamente, vamos a publicar una serie de pasajes del libro en este periódico. Las grabaciones están en revcom.us y en BobAvakian.net. En el número 44 publicamos pasajes de los Capítulos 1 y 2: “Mis padres” y “Una nación bajo dios—Niñez en los años 50”. En el número 45 publicamos pasajes de los Capítulos 3 y 4: “El mundo se va abriendo” y “La preparatoria”. En el número 46 publicamos pasajes del Capítulo 5: “Ay, esto no tiene buena cara… Al hospital” y “La crisis de misiles de Cuba: El mundo pendiente de un hilo”. Esta semana publicamos pasajes del Capítulo 6: “El asesinato de Malcolm X”, “Decisión sobre Vietnam” y “Más a fondo”. El audio de los Capítulos 1 a 5 está en nuestro portal. El del Capítulo 6 estará el lunes 15 de mayo. Pide el libro en librerías o en la internet en insight-press.com.

Capítulo 6: “Sus hijos e hijas”

El asesinato de Malcolm X

Poco después, en febrero de 1965, asesinaron a Malcolm X. Me pareció un golpe terrible para los negros y en general para los que luchan contra la injusticia, en este país y en todo el mundo. Sabía que Malcolm X quería conectarse con gente de otras partes del mundo que luchaban contra la injusticia y la opresión. No me tragué el cuento de que Elijah Muhammed y la Nación de Islam fueron los únicos responsables. Participaran o no, yo sabía que el gobierno estaba metido. Sabía lo suficiente para saber eso.

Eso fue otra cosa que me radicalizó. Primero vi a Kennedy mentir descaradamente delante de todo el mundo y poner en juego el futuro del mundo con la crisis de misiles de Cuba; después pasó esto, el asesinato de Malcolm X, e inmediatamente intuí que el gobierno estaba metido. No había investigado el tema y todavía no se sabían los detalles, pero intuí que era obra del gobierno. Sabía que el gobierno odiaba a Malcolm X y que lo consideraba muy peligroso, y me dio mucha tristeza, pero también mucha rabia.

Yo estaba enterado de las transformaciones de Malcolm X. Mis amigos y yo le poníamos mucha atención a eso. Se debatía mucho la escisión entre Elijah Muhammed y Malcolm X, y casi todos mis conocidos tomaron partido con Malcolm. Nos parecía más radical, más dispuesto a confrontar al sistema, más firme y decidido a dar la cara ante cualquier amenaza a los negros y su opresión. Yo seguía eso con mucha atención; era una parte importante de lo que me estaba motivando a cambiar mi perspectiva de la situación y de lo que había que hacer. No recuerdo dónde estaba cuando oí la noticia del asesinato, pero recuerdo muy bien el impacto que me causó. A mis amigos y a mí nos dio muy duro. Antes mencioné una canción de Phil Ochs, “Love Me, I’m a Liberal” (Quiéreme que soy liberal), que retrata a un liberal, con toda la hipocresía y contradicción de los liberales: empieza diciendo que un liberal está muy triste por la muerte de Kennedy y que inclusive le parece una tragedia que mataran al líder de derechos civiles Medgar Evers, pero luego dice que Malcolm X se lo buscó. Era una posición muy común de los liberales y Phil Ochs la captó con gran ironía en esa canción. Yo tuve discusiones muy acaloradas con conocidos que pensaban de esa manera; estaba totalmente en desacuerdo.

Decisión sobre Vietnam

Todo esto influenció mi decisión sobre Vietnam. Malcolm X no se oponía apenas a lo que el gobierno hacía en Vietnam. En discursos como “The Ballot or the Bullet”, tomó partido con el pueblo vietnamita y aplaudía que un pueblo sin mucha tecnología peleara y le estuviera asestando buenos golpes a una gran potencia poderosa, blanca (“el gran hipócrita Estados Unidos”), como lo veía. Eso tuvo mucha influencia para mí.

Por otra parte, en la universidad y en los círculos militantes se estaban dando debates importantes. Un tema de gran discusión era quién violó los Acuerdos de Ginebra de 1954 sobre Vietnam, los acuerdos que estipulaban reunificación y elecciones en 1956.* Francia se estaba retirando de Vietnam: la lucha del pueblo vietnamita echó a Francia, tras la derrota total de Dien Bien Phu. Malcolm X habló de eso, de que los vietnamitas sacaron corriendo a Francia. Cuando yo examiné el tema y fui a la biblioteca y leí el Acuerdo y los informes de la comisión que lo escribió, vi que demostraban que Estados Unidos estaba saboteando sistemáticamente el Acuerdo. Me enteré de que el presidente Eisenhower reconoció que Ho Chi Minh hubiera ganado por una gran mayoría las elecciones de un Vietnam reunificado y que, entonces, armó un gobierno títere en la parte sur de Vietnam, la República de Vietnam del Sur, como un estado separado, y que no permitió elecciones para la reunificación en 1956. Me puse a leer un montón de folletos y artículos sobre esto, y a oír los debates, tratando de entender la verdad de los hechos, tal como lo hice durante la crisis de los misiles de Cuba. Así vi que sin lugar a dudas Estados Unidos estaba saboteando los Acuerdos de Ginebra y que impidió la reunificación de Vietnam porque no le convenía.

Todo eso me daba vueltas en la cabeza y recuerdo con toda claridad el día de principios de 1965 que me levanté, fui por el periódico y vi grandes titulares sobre el brutal ataque contra una manifestación de derechos civiles en Selma, Alabama. Me dije: “¿Cómo demonios puede el gobierno de Estados Unidos ir a Vietnam a luchar por la libertad de los vietnamitas, como dice, cuando los negros aquí están pasando por estas y el gobierno no hace nada por su libertad y, es más, permite que el KKK y los sheriffs y autoridades racistas del Sur ataquen salvajemente a los que luchan por ellos?”. Para mí, esa fue la gota que desbordó la copa. Supe que Estados Unidos no podía estar luchando por la libertad en Vietnam. Eso fue lo que me convenció de que también tenía que meterme al movimiento de oposición a la guerra.

Sin embargo, todavía existía mucha división sobre estos asuntos en Berkeley. Como he mencionado varias veces, mi familia era de clase media y bastante acomodada y, en esa parte de la sociedad, se estaban creando fuertes divisiones entre generaciones. También existían divisiones políticas a la par con las divisiones económicas y sociales generales. Muchos negros que conocía en Berkeley y Oakland se oponían a la guerra de Vietnam porque entendían lo que yo entendí al ver las noticias de Selma. Sabían de un modo u otro que el gobierno no estaba haciendo nada bueno, dijera lo que dijera, en Vietnam o aquí. No es que tuvieran un análisis elaborado de todas las complejidades del asunto ni que hubieran leído los informes de la Convención de Ginebra ni cosas por el estilo, pero tenían una idea clara de la verdad: que el gobierno no estaba haciendo nada bueno en Vietnam. Su experiencia les enseñaba eso. Así que existían esas divisiones.

Los años 60 fueron una época en que las universidades se abrieron a más sectores de la sociedad. Antes, estaban restringidas a las élites. Pero de todos modos, todavía la gran mayoría de los estudiantes eran de la clase media y en Berkeley la mayoría eran blancos. Se estaban perfilando grandes conflictos entre los estudiantes y sus padres sobre muchos temas, especialmente Vietnam. Era un fenómeno marcado de la época. Por ejemplo, a mis padres les disgustaba la guerra de Vietnam, pero todavía la apoyaban.

Yo discutía con mis padres todo el tiempo sobre esto y en una de esas discusiones me puse a presentar los argumentos de un folleto contra la guerra que escribió Bob Scheer (quien ahora trabaja para el L.A. Times y es más o menos liberal, pero en esa época era más radical) con puntos muy fuertes, convincentes y bien documentados. Mi papá se puso a buscarle defectos que me parecieron ridículos. Esto se podría caracterizar como “argucias de tinterillo”, pero yo respetaba mucho la lógica de los argumentos judiciales de mi papá, y aprendí mucho en las sobremesas cuando se ponía a enseñarnos a razonar y decía: Bueno, chicos, veamos un caso; pasó esto y esto; ¿qué les parece? Yo respetaba su lógica y me gustaba. Pero no me gustó que se pusiera a buscarle defectos tontos a la cuestión de Vietnam porque era una forma de evadir la verdad. Me molesté mucho, agarré el folleto, lo tiré al suelo y salí furioso de la casa.

Fue un conflicto muy agudo y recuerdo que mis padres dijeron que si me importaba tanto el tema, que le escribiera a nuestro congresista y le planteara mis argumentos. Nuestro congresista era Jeffrey Cohalen, amigo de mis padres, y ellos trabajaron en su campaña. Así que en una carta de varias páginas detallé mis argumentos. Él me mandó prácticamente una carta mimeografiada, y seguro que me la mandó solo porque conocía a mis padres y no quería desairarlos. Repetía la propaganda oficial de que Estados Unidos estaba ayudando al pueblo de Vietnam y citaba a un profesor de Berkeley, Robert Scalapino, que para mí y para muchos otros era un vocero del Departamento de Estado. Eso me enfureció y me convenció más profundamente de que a) el gobierno de Estados Unidos no debía estar en Vietnam y b) no iba a escuchar razones válidas.

Más a fondo

Unos estudiantes apoyaban la guerra agresivamente, como los Young Republicans, pero otros estudiantes, inclusive los liberales, no estaban del todo seguros o querían aferrarse a la idea de que Estados Unidos estaba haciendo algo positivo en Vietnam, quizá porque el gobierno era demócrata (primero Kennedy y después Lyndon Johnson). También debatíamos sobre la guerra con esos estudiantes liberales. A veces venía gente de fuera de la universidad a debatir con nosotros. La organización antibélica de la universidad se llamaba Comité del Día de Vietnam porque organizó una gran conferencia pública llamada “Día de Vietnam” en la primavera del 65. Muchos soldados venían a buscar la mesa de nuestro comité para debatir: soldados que pasaron un año en Vietnam y que no se ofrecieron para regresar y cumplían el resto de su servicio militar en el país; o soldados que estaban de regreso de Vietnam e iban para, digamos, Alemania. Venían a discutir con nosotros, a veces en uniforme o a veces de civil, pero decían que eran soldados y que conocían bien a Vietnam y que nosotros no sabíamos nada.

Trataban de imponerse diciendo que eran expertos en Vietnam porque fueron a conquistar y ocupar el país, y a oprimir al pueblo. Nos soltaban la carreta militar oficial. Eso fue antes de la gran rebelión que sacudió a las fuerzas armadas. Unos años después, muchos soldados y veteranos de la guerra de Vietnam tenían un punto de vista diferente, pero esto era al comienzo, en el 65 ó 66, y en general los soldados defendían lo que hacían. Muchas veces pasaban de hablar de que luchaban por la libertad a hablar de sus compañeros. Esa era la última línea de persuasión del gobierno para que siguieran luchando: mira lo que le pasó a tu cuate; lo mataron esos “gooks” (u otros términos racistas), así que tienes que odiarlos y darles duro. Con frecuencia la discusión llegaba muy rápido a ese nivel: lo que le pasó a “mis cuates”. Pero primero soltaban el rollo de la libertad: el mismo rollo que el gobierno repite ahora en Irak. En esa época, la línea oficial era que “fuimos a liberar al pueblo de los tiranos comunistas”.

Nos enfrascábamos en la discusión y, cuando les decíamos que tenían una visión incorrecta de la historia y de los hechos, su última defensa era: Bueno, yo he estado allá y yo sí sé lo que pasa. Nos preguntaban: ¿Y ustedes fueron a Vietnam? Les parecía que con eso ganaban la discusión, pero entonces nosotros les preguntábamos: Bueno, han dicho esto y lo otro del comunismo, de la Unión Soviética y de China; ¿han ido allá? Cuando decían que no, les decíamos: ¿Pues qué pueden decir de todo eso si van a ponerse a discutir en ese nivel? Según su misma lógica, si no han ido, no pueden decir nada. Carraspeaban y tartamudeaban y luego volvíamos a la sustancia del debate, tras liquidar esa lógica tan ridícula. Fuera de las manifestaciones, lo que más me gustaban eran esas discusiones apasionadas. Se formaban grupos alrededor de la mesa; se disolvían y se formaba otro; llegaba otro grupo y surgían nuevas discusiones y debates sobre temas sumamente importantes.

A veces las discusiones eran muy acaloradas, inclusive con quienes pensábamos que estaban en contra de la guerra. La onda hippie me parecía bien, aunque yo no estaba metido en eso, pero lo de que “cada cual siga su onda” (sin importar cuál era “su onda”) me ponía de punta. Una vez estaba en la oficina del Berkeley Barb (un periódico alternativo bastante radical) hablando sobre la guerra, atacando varias cosas y haciendo añicos a Lyndon Johnson por asesino (todo mundo lo odiaba porque era el símbolo de la escalada de la guerra y su comandante en jefe). Bueno, ahí estaba un motociclista hippie y al cabo de un rato dice: Oye, man, no te acalores; la guerra de Vietnam es la onda de Johnson, esa es su onda. Yo me enfurecí y le dije: Bueno, ¿y si mi onda es partirte las narices? Entonces me contestó: Okay, man, te entiendo.

En ese tiempo, Liz y yo nos acercamos más, nos volvimos amantes y en 1965 nos casamos. Por algún motivo decidí que quería ser médico y dejé de estudiar literatura y me puse a tomar cursos de premedicina. Militaba y quería seguir haciéndolo, pero también pensaba qué quería hacer en el futuro, por así decirlo. No decidí ser médico para poder jugar al golf; quería ser médico para atender a los que lo necesitaban. Pero en menos de un semestre lo dejé. Recuerdo que tenía un laboratorio de química varias tardes a la semana y me ponía a pensar que por qué no estaba en la mesa del Comité del Día de Vietnam u organizando una protesta. Así que no duré mucho. Fui a preguntar si podía retirarme de las clases ese semestre y como tenía buenas notas me permitieron hacerlo “sin perjuicio”. Entonces me dediqué de tiempo completo a la militancia.

Los padres de Liz tuvieron una reacción interesante. Hay que recordar que eran militantes políticos, comunistas o por lo menos radicales con simpatías comunistas. No les molestó que entráramos al Movimiento pro libertad de expresión y ni siquiera que lucháramos contra la guerra. Pero se disgustaron mucho cuando decidí dejar las clases y entrar de lleno a la lucha contra la guerra, al movimiento de derechos civiles y demás. Ellos vivían en Nueva York y recuerdo una vez que su padre llamó y me dijo: Mira, esto es muy serio. Sé lo que estás haciendo: te vas a volver revolucionario de tiempo completo y pronto vas a andar con revolucionarios haciendo planes para una revolución. Yo le dije con toda seriedad que no, porque en esa época no pensaba que iba en esa dirección. Pero irónicamente él, con más experiencia en esas cosas, tenía una visión más clara y, en retrospectiva, por supuesto tenía razón. Por supuesto que no tenía que “acabar” así, pero él reconoció la trayectoria en que me embarqué.

* Los Acuerdos de Ginebra de 1954 fueron el fruto de una conferencia en que participaron China y la Unión Soviética, que en ese entonces eran socialistas, así como Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y otras potencias menores. El trasfondo de la conferencia fue la fuerte derrota que le asestaron en Dien Bien Phu las fuerzas de liberación, encabezadas por Ho Chi Minh, a los colonialistas franceses, quienes trataban de mantener el dominio de Vietnam, con mucho respaldo y ayuda de Estados Unidos. Los Acuerdos establecieron una comisión para supervisar la reunificación de Vietnam, que se dividió temporalmente en un estado norte y un estado sur a lo largo del paralelo 17; los Acuerdos dictaban elecciones en 1956 en todo Vietnam para establecer un gobierno único para todo el país.

Regrese al artículo

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

Una velada filosófica

Discusión de Marxism and the Call of the Future

El 3 de mayo unos cien universitarios, profesores y otras personas asistieron a una discusión del libro de Bob Avakian y Bill Martin Marxism and the Call of the Future: Conversations on Ethics, History and Politics en la librería Barnes & Noble de la Universidad DePaul de Chicago. Muchos se enteraron del programa por un artículo del periódico estudiantil, que empezaba así: “¿Qué tiene el marxismo que pica la curiosidad humana? Quizás, en estos días, es la idea de un espíritu colectivista o las posibilidades de cambio social. Quizás es la gran agitación social en que el movimiento ha tenido influencia. Sea lo que sea, como movimiento el marxismo sigue perfectamente…”

Raymond Lotta, economista político maoísta y autor del prefacio del libro, empezó la velada. Dijo que el libro es tanto un estímulo como una invitación a la reflexión, una discusión sobre una amplia gama de temas entre Bob Avakian y Bill Martin que explora si es posible otro futuro, un futuro liberador para la humanidad. Lotta dio una idea de la diversidad de temas que examina el libro: la agricultura sustentable en el mundo de hoy; el gobierno de Bush y su programa para reestructurar la sociedad y el mundo; la historia, el materialismo histórico y la contingencia; las posibilidades revolucionarias; el marxismo y la ética; y temas filosóficos profundos, como: ¿de dónde provienen los valores y la visión?; ¿son trascendentales?; ¿están fundamentados socialmente en el desarrollo material y las contradicciones sociales? Avakian y Martin encuentran puntos de contacto y puntos de divergencia, y continuamente se escuchan y aprenden el uno del otro en una conversación que gira en direcciones inesperadas.

Lotta habló de las contribuciones innovadoras de Avakian con su examen crítico de la primera ola de revoluciones socialistas (la Unión Soviética y China) y su defensa de estos grandes logros, a la vez que los examina críticamente, para ir más allá en la lucha por un mundo comunista y hacerlo mejor la próxima vez. Dijo que Avakian lleva al libro su nueva visión radical de la sociedad socialista, una visión que hace hincapié en el papel crucial de la efervescencia intelectual, el debate y el disentimiento en la lucha para entender la naturaleza y la sociedad, y la lucha para transformar el mundo.

Bill Martin dio una dimensión personal a los comentarios. Describió la experiencia “emocionante” de pasar varios días platicando con Bob Avakian. Habló de los diferentes estilos de los dos autores y de lo estimulante que fue el intercambio de ideas, con mucho humor. Detalló algunos de sus desacuerdos y temas que merecen un diálogo más profundo. Conforme al espíritu de Conversations, Martin ofreció nuevas ideas sobre varios temas, como la relación entre la ciencia y la verdad: cómo entenderla, cómo se aplica a la poesía y la cultura, y la diferencia entre lo que pasa en el campo de la cultura y en las ciencias naturales y sociales. Subrayó lo importante que es la ética y reiteró su preocupación de que el marxismo le preste más atención a esa dimensión.

El libro habla muy detalladamente de estos dos temas filosóficos, y Lotta y Martin leyeron del capítulo “Cálculo, clases e imperativos categóricos”, que habla de la necesidad y posibilidad de crear una nueva sociedad que satisfaga las profundas necesidades sociales y materiales de la humanidad que este sistema no puede satisfacer, la relación entre esto y la justicia como motivación, y la importancia de la dimensión ideológica y moral.

Después de las charlas siguió una animada discusión. Una persona del público dijo que el socialismo y el comunismo no son ni deseables ni viables y suscitó una interesante conversación. También hubo preguntas y comentarios sobre otros temas del libro, como el debate sobre los derechos de los animales, y si la historia tiene dirección e inevitabilidad. Esa discusión, y varias horas de conversaciones informales más tarde, fueron un ejemplo de la necesidad y el deseo de abordar grandes interrogantes filosóficos, precisamente porque están vinculados a la situación actual de la sociedad y la humanidad, y las posibilidades para el futuro. La velada demostró el poder de Conversations para provocar discusión y debate sobre los temas filosóficos cruciales que determinarán el destino del planeta.

Como dice la cita de Allen W. Wood en la contraportada del libro:

“En este momento oscuro de la historia de nuestro país y del mundo, hacen falta nuevas conversaciones sobre Marx y la tradición socialista, libres de dogmatismo, abiertas a ideas de todos los lados, pero orientadas en una dirección progresista e impacientes por aprender del pensamiento crítico de la tradición marxista. Este libro nos da un modelo de cómo pueden ser tales conversaciones”.

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

Bush despachará la Guardia Nacional a la frontera

El 12 de mayo, el servicio noticioso Associated Press informó que Bush despachará 10,000 soldados de la Guardia Nacional a la frontera sur. Bush anunciará el plan (que será una gran escalada de la militarización de la zona fronteriza) en un discurso televisado el lunes 15 de mayo.

Millones de inmigrantes y aliados han llenado las calles en los últimos meses para exigir plenos derechos, ¡y esta es la respuesta del gobierno de Bush!

Se informa que el Senado está a punto de votar sobre un proyecto de ley de inmigración. Luego tendrán que “conciliarlo” con el fascista proyecto de ley Sensenbrenner (HR 4437), que aprobó la Cámara de Representantes. La clase dominante tiene profundas divisiones internas sobre la inmigración y no está del todo claro cómo será la ley que surja de este proceso. Pero todos los proyectos de ley son malos para el pueblo (ver “Leyes migratorias: Todas son malas” en Revolución #43), y todos los representantes políticos de la clase dominante están a favor de más militarización de la frontera y más represión contra los inmigrantes. Seguiremos informando sobre estos sucesos.

Iran Poster (full text is below)
PDF (328K)
JPEG (172K)

Hiroshima/Nagasaki 1945:

Hace 60 años, Estados Unidos desató un horror. Para conquistar un Nuevo imperio, el presidente mandó soltar dos bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas. En el acto murieron más de 1000,000 personas, muchas vaporizadas al instante. Otras murieron en agonía con los ojos derretidos y la carne colgando en tiras. Miles más murieron lentamente a causa del veneno radiactivo que los devoraba desde adentro. El presidente que dio la orden, Harry Truman, nunca lamentó la decision. Mirando ese momemto ahora, cabe preguntar: ¿Quién sería capaz de cometer tal crimen otra vez?

SON CAPACES
“El presidente G.W. Bush dijo e martes que no descarta la posibilidad de lanzar ataques nucleares contra Irán si la diplomaccia no logra frenar las ambiciones atómicas de la República Islámica. Cuando le preguntaron si están trazando planes para una opción nuclear, Bush contestó: ‘Todas las opciones están sobre el tapete’”. 18 de abril de 2006, Reuters

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

La bandera roja vs. la bandera estadounidense

Dos historias muy distintas. Dos futuros muy distintos

La bandera roja de la revolución proletaria

En todo continente del planeta la bandera roja ha llegado a representar la lucha revolucionaria del proletariado para emancipar a toda la humanidad. Los primeros que la izaron fueron los esclavos de Roma que se rebelaron, y desde ese entonces ha sido la bandera de la revolución.

La Comuna París de 1871. Por primera vez en la historia, la clase obrera se levantó y tomó el poder. Por primera vez la bandera roja ondeó no solo como símbolo de rebelión y revolución, sino como bandera del nuevo estado proletario: un estado radicalmente distinto, que sirve como transición a una sociedad sin clases y sin estado. Después de 70 días, la burguesía aplastó la Comuna, se vengó y mató a miles; pero allí se forjó un nuevo punto de partida para el futuro.

La bandera roja estuvo en el campo de batalla cuando las masas se levantaron en Rusia en 1917. Bajo la dirección de V.I. Lenin y el partido bolchevique, el proletariado tumbó al gobierno del zar, estableció un gobierno revolucionario y empezó a construir una nueva sociedad socialista. Por todo el mundo millones de personas vieron con esperanza y orgullo las transformaciones revolucionarias que resultaron posibles bajo el gobierno del proletariado: tierra para el que la trabaja; nuevas medidas liberadoras hacia las nacionalidades minoritarias; la emancipación de la mujer; y por primera vez una economía planificada para atender a las necesidades del pueblo. Pero las fuerzas del viejo orden eran muy fuertes y el gobierno proletario de la Unión Soviética perdió el poder en 1956.

En China, Mao Tsetung dirigió a las masas en una revolución que conquistó el poder en 1949. La bandera roja ondeó victoriosa en una nueva sociedad socialista que acabó con el reino de la ganancia y la explotación, y atendió plenamente a las necesidades de las masas. Se resquebrajaron las divisiones y desigualdades sociales y económicas, y millones de personas participaron de lleno en la lucha para transformar la sociedad y transformarse a sí mismas. La bandera roja ondeó más alto en 1966, cuando empezó la Gran Revolución Cultural Proletaria, una “revolución dentro de la revolución”, cuando Mao exhortó a las masas a levantarse y tumbar del poder a los altos funcionarios del gobierno y del partido que querían restaurar el capitalismo en China. Las transformaciones en China fueron más profundas que en la Unión Soviética y en el proceso se forjó un nuevo conocimiento, pero el imperialismo también logró derrotar al proletariado, que perdió el poder tras un golpe de estado dirigido desde dentro del partido.

Aunque terminó en derrota, esta primera ola de revoluciones proletarias demuestra el potencial, la necesidad y la base material para construir sociedades socialistas como transición hacia un nuevo mundo liberador sin clases y opresión de clases, un mundo comunista. Tanto sus grandes logros como sus deficiencias nos han dejado profundas lecciones que tenemos que aprender para levantar la bandera roja más alto la próxima vez, un proceso al que nuestro partido, bajo la dirección del presidente Bob Avakian, está contribuyendo enérgicamente y por lo que está luchando.

La bandera roja representa los intereses fundamentales del pueblo.Es la bandera de la revolución proletaria y el comunismo. Está entrelazada con la lucha contra la explotación y la opresión. Representa la liberación de las naciones oprimidas, en la lucha para llegar a un mundo sin fronteras ni naciones, un mundo en el cual florezcan tanto la diversidad como la unidad. Es la bandera que representa la misión histórica del proletariado de liberarse a sí mismo y a la humanidad entera.

La bandera yanqui

La bandera yanqui es una bandera imperial. Nació con la esclavitud de los negros, el robo de territorio mexicano en una guerra y el genocidio sistemático de los indígenas. Es una bandera que se ha cebado con la sangre y los huesos de millones de personas molidas por el insaciable afán del capital de obtener mayores ganancias a lo largo de siglos, aquí y en el resto del mundo.

Esta bandera acompañó la invasión y conquista de Cuba, Puerto Rico y Filipinas y muchos otros países. Es la bandera pintada en las únicas bombas nucleares lanzadas, que mataron a 200,000 personas en Japón. Es la bandera que mató a dos millones de personas en Vietnam, Laos y Camboya con napalm, bombardeos de saturación, escuadrones de la muerte y masacres de aldeas enteras. Es la bandera con que lanzaron dos guerras contra Irak, con que invadieron y ocuparon, y mataron cientos de miles de personas. Es la bandera con que amenazan desatar una guerra nuclear contra Irán.

Es la bandera que detiene a miles de personas en Guantánamo y en prisiones clandestinas por todo el mundo, dándose el derecho de torturarlos y detenerlos de por vida. Es la bandera que ondea en las prisiones de este país, que detienen a dos millones de personas, muchos de ellos negros y latinos, y la mayoría por el delito de tener hambre, ser pobres y encontrarse en una situación desesperada.

La bandera yanqui toma como pasado, presente y futuro la opresión de los negros, latinos y otras nacionalidades minoritarias. Un pasado y presente que atiza la opresión de los inmigrantes obligados por el capitalismo y el imperialismo a venir a Estados Unidos a hacer los trabajos más duros y peligrosos.

Hoy la bandera yanqui representa a la nación estadounidense que se encuentra en la cima de un sistema mundial de explotación y opresión: el capitalismo y el imperialismo. La bandera yanqui es una expresión concentrada y una representación de un país que, en su afán de ganancias, domina económicamente y arruina a gente por todo el mundo y enormes zonas del planeta.

Las más altas aspiraciones que la bandera yanqui representa es que uno mismo sea explotador, dispuesto a pisotear al que tenga que pisotear para ser rico, que aspire al egoísmo, la avaricia y a recibir migajas del saqueo mundial. La bandera yanqui cimienta la unidad nacional con patriotismo y chovinismo de gran potencia o con una libertad ilusoria que nunca ha dado ni podrá dar. Porque los derechos y libertades de que hace alarde este sistema, cuando no son una mentira total, se basan en la sangre y los huesos de quienes masacran o matan trabajando aquí y por todo el mundo. Hoy, para más horror, es la bandera que representa la teocracia y una dictadura abiertamente fascista.

*****

Las banderas representan lo que se ha hecho bajo su estandarte.

La bandera roja es la bandera de la revolución proletaria, de romper las cadenas de opresión y explotación, de acabar con las clases y de liberar a toda la humanidad en todo el planeta.

La bandera roja, blanca y azul de Estados Unidos representa la explotación, el saqueo, la avaricia y la guerra, la destrucción del ambiente, el rechazo sistemático de los derechos de las nacionalidades minoritarias y la opresión de la mujer.

¿Qué bandera vas a izar?

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

Entrevista de Revolución

Ray McGovern: Rumsfeld el mentiroso cae in fraganti… y por televisión

Larry Everest

Actuar con valor y decir la verdad con audacia, aunque solo sea una persona, pueden galvanizar a millones. Eso pasó el año pasado cuando Cindy Sheehan acampó frente al rancho de Bush en Crawford, Texas, y demandó que le explicara por qué “causa noble” murió su hijo en Irak. Volvió a suceder el 4 de mayo en Atlanta cuando Ray McGovern, analista de la CIA por 27 años, fundador de Veteran Intelligence Professionals for Sanity (VIPS) y participante en la Comisión sobre Crímenes de Bush, careó al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, por las mentiras que dijo sobre la guerra de Irak y lo agarró in fraganti por la TV nacional.

Cuando Rumsfeld empezó su discurso en Atlanta, una señora se puso de pie y gritó: “No puedo guardar silencio, a este hombre lo deben meter a la cárcel por crímenes de guerra. ¡Hay que sacar corriendo al gobierno de Bush!”. Otras dos personas se pusieron de pie y lo acusaron de crímenes de guerra y de mentir, y una tercera persona se puso de pie y le dio la espalda. Luego, durante las preguntas, Ray McGovern lo confrontó con los hechos.

Ray McGovern (citando un informe del New York Times): Atlanta, 27 de septiembre de 2002, Donald Rumsfeld dijo (entre comillas): “Hay evidencia irrefutable de que Al Qaeda está ligada al gobierno de Saddam Hussein”. ¿Fue una mentira, señor Rumsfeld?... ¿Por qué mintió para meternos en una guerra que no era necesaria y que ha causado tantas bajas?

Rumsfeld: Bueno, primero que todo, no he mentido. No mentí al decir eso. Colin Powell no mintió… parece que no había armas de destrucción masiva.

McGovern: Usted dijo que sabía que había armas.

Rumsfeld: No, yo dije que sospechábamos que había armas y…

McGovern: Usted dijo que sabía dónde estaban: “Cerca de Tikrit, cerca de Bagdad, en el noreste, al sur, al oeste de ahí”. Esas son sus palabras…

Rumsfeld: Mis palabras, mis palabras fueron que…

[Esto es lo que Rumsfeld le dijo a George Stephanopoulos de ABC el 30 de marzo del 2003: “Sabemos dónde están (las armas de destrucción masiva). Están en los alrededores de Tikrit y Bagdad, y al este, al oeste, al sur y al norte”].

El careo de McGovern y Rumsfeld inmediatamente recorrió la prensa y el ciberespacio. Los canales CNN, MSNBC y otros transmitieron el diálogo y compararon las palabras de McGovern con las declaraciones de Rumsfeld del 30 de marzo de 2003. Esto confirmó que Rumsfeld mentía… otra vez. El cómico Jon Stewart lo aprovechó para burlarse de Rumsfeld y fue el tema del principal editorial del New York Times del 7 de mayo.

Entrevisté a Ray McGovern sobre el encuentro.

Larry Everest: ¿Por qué decidiste enfocarte en la cuestión de las mentiras de Rumsfeld sobre la guerra?

Ray McGovern: Esa mañana estaba leyendo noticias en internet y vi que mi ex colega Paul Pillar mencionó en una entrevista la “campaña de manipulación de inteligencia” que trató de crear de la nada lazos entre Irak y Al Qaeda. Pillar se jubiló el año pasado como el analista/director de más alto nivel del Medio Oriente y ahora está haciendo críticas.

Así que esa mañana me puse a pensar en la inescrupulosa manipulación de inteligencia que se usó para engañar al Congreso a que votara por una guerra innecesaria, pero eso no era lo que más quería preguntarle al secretario de Defensa. He tenido muchas ganas de que alguien le pregunte directamente si estuvo involucrado personalmente en la tortura de detenidos. Tenía fresco en la memoria un informe oficial del Inspector General del ejército que salió el mes pasado… y contiene testimonio jurado del teniente general Randall M. Schmidt, quien entrevistó a Rumsfeld dos veces a principios del 2005. Schmidt declaró que Rumsfeld “estuvo involucrado personalmente en el interrogatorio en Guantánamo en diciembre del 2002 de Mohammed al-Kahtani, un detenido de Al Qaeda de mucho interés”. El 2 de diciembre de ese año, Rumsfeld aprobó 16 tácticas de interrogación más duras contra Kahtani.

Los investigadores del ejército calificaron de “degradantes e insultantes” las medidas que implementaron los soldados por aprobación de Rumsfeld. Él “hablaba todas las semanas” con el conocido general de división Geoffrey Miller, con sus condecoraciones de Guantánamo y Abu Ghraib (que ahora se está amparando en el derecho a no auto-incriminarse). Durante los 48 días de interrogatorio de 18 a 20 horas diarias de Kahtani, lo obligaban a hacer “trucos de perro” con una correa al cuello, lo paraban desnudo frente a una interrogadora y le ponían ropa interior de mujer. El teniente general Schmidt dice que cuando le preguntó a Rumsfeld sobre esto, le contestó: “Dios mío, ¿que yo autoricé que le pusieran un brassier y pantaletas en la cabeza?”. Por eso tenía ganas de hacerle a Rumsfeld la pregunta obvia que los melindrosos periodistas acreditados por el Pentágono jamás le harán: “Bueno, ¿lo hizo o no lo hizo?”.

Pero lo que Pillar dijo ese día sobre la creación artificial de lazos inexistentes entre Irak y Al Qaeda me pareció una mejor pregunta porque Rumsfeld mismo dijo que la evidencia era “irrefutable” y eso eliminaba el pretexto de la corrupción de la inteligencia. El éxito de esa campaña se puede ver en el hecho de por mucho tiempo el 69% de los estadounidenses lo creyó. Fue una mentira descarada que hizo correr asiduamente el gobierno y, desde el punto de vista de la Casa Blanca, dio buen fruto.

Esa era una manzana de la discordia para mí porque tipos como Rumsfeld y Cheney nos pusieron mucha presión a la CIA para hallar evidencia de lazos considerables entre Al Qaeda y Saddam. La CIA trabajó duro por años hasta que llegamos a la conclusión de que no existían lazos sustanciales. Sin embargo, Rumsfeld dijo que las pruebas eran “irrefutables”.

O sea que estaba pensando en lo que dijo Paul Pillar. Y en esas pasó otra cosa. Cuando el secretario de Defensa llevaba varios minutos hablando, dos señoras lo interrumpieron y lo acusaron de decir mentiras. Rumsfeld paró y después de que las sacaron decidió responder como si hubieran acusado al presidente, no a él. Se retorció las manos y sermoneó solemnemente:

“Al presidente con frecuencia le hacen esa acusación por una razón u otra y es tan incorrecta, tan injusta y tan destructiva de un sistema libre en que la gente tiene que tenerse confianza y tenerle confianza al gobierno. La idea de que los miembros del gobierno mienten destruye esa confianza y de fondo es falsa”.

Para mí esa fue la última gota: la finta de aborrecer la mentira y su destructividad. Excelente material para el cómico Jon Stewart o para el programa Saturday Night Live, pero escandaloso. Eso hizo que la sangre irlandesa se me subiera a la cabeza. Ahí decidí que a la hora de las preguntas trataría de preguntarle sobre eso, sobre las mentiras; pero material no me faltaba.

Everest: ¿Cómo reaccionó él ante la pregunta?

McGovern: Pareció sorprendido. Cuando dije que soy un veterano de la CIA de 27 años, como que sonrió; ha de haber pensado: “Este amigo no me dará problemas”. Cuando dije que soy miembro de Veteran Intelligence Professionals for Sanity, su actitud cambió un poco. Empecé felicitando a Rumsfeld por su comentario de que las mentiras destruyen la confianza que el gobierno necesita para gobernar. Luego le pregunté por qué había dicho que las pruebas eran “irrefutables” cuando prácticamente todos los analistas de inteligencia habían dicho que no existían.

Everest: ¿Qué respuesta has recibido?

McGovern: La respuesta de la prensa ha sido interesante. Tan pronto salí, recibí una llamada de CNN; me preguntaron por mis fuentes y les di todos los detalles. A los 10 minutos estaba invitado a varios programas de CNN esa noche. Claramente, CNN verificó los hechos, comprobó que yo dije la verdad y le pareció que el encuentro con Rumsfeld era noticia. No sé si eso hubiera sucedido hace un año.

Esa noche CNN y Keith Olbermann de MSNBC se tomaron la molestia de presentar las citas anteriores de Rumsfeld y las compararon con lo que dijo la semana pasada en Atlanta. Las cadenas CBS y Fox solo dijeron: “McGovern dijo esto y Rumsfeld dijo lo otro”. Lo mismo de siempre, sin verificar los hechos ni buscar la verdad.

Everest: Has trazado una importante comparación entre los Estados Unidos de hoy y la Alemania de los años 30. ¿Qué cambios has visto en Estados Unidos que te hacen pensar de esa manera, que te preocupan tanto?

McGovern: En primer lugar, tenemos que reafirmar la primacía del estado de derecho. La frase típica de la Casa Blanca es que después del 11 de septiembre todo ha cambiado y que ahora hay un nuevo “paradigma”. Ojalá no hayamos remplazado la Constitución con ese nuevo “paradigma”. Si lo primordial sigue siendo la Constitución, los legisladores y otros líderes deben confrontar las claras ilegalidades que se están cometiendo. Es difícil llevar la cuenta porque son tantas; cada semana hay una nueva injusticia y es muy difícil priorizarlas y decidir en cuál concentrarse.

Pero si no prestamos atención a estas violaciones de la ley, el fascismo se va a colar. En realidad, ya vamos por ese camino; por ejemplo, cuando vemos lo que ha estado haciendo la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) por órdenes del presidente; cuando vemos que un oficial de la fuerza aérea, Michael Hayden, es incapaz de defender los principios del derecho y se deja corromper por la cercanía al poder, nos encontramos en una situación muy peligrosa. Hayden, como yo y todos los otros oficiales, juró defender la Constitución; también nos enseñaron que ningún oficial militar tiene la obligación de cumplir una orden ilegal, que no se le permite. Nadie en el país sabía más sobre la ley FISA (Foreign Intelligence Surveillance Act—Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera), de 1978 que Hayden. Él sabía que era ilegal espiar a los americanos sin orden judicial, y así y todo hizo un saludo militar lo hizo. El espionaje sin autorización no es ilegal por una razón caprichosa; es ilegal por lo que se hizo antes de 1975, cuando la Comisión Church documentó los increíbles abusos de la Cuarta Enmienda por el espionaje del presidente Richard Nixon, el director del FBI, J. Edgard Hoover, y otros, como por ejemplo la intervención de llamadas telefónicas de Martin Luther King y tratar de chantajearlo.

Así que tenemos la ley. Si se considera que una ley está pasada de moda, se le pide al Congreso que la cambie. No se puede simplemente saltársela. Si uno se pone a saltarse las leyes, nuestra democracia está perdida. En una palabra, el Congreso formula las leyes y la rama ejecutiva debe implementarlas y observarlas. Ningún presidente tiene el poder de decir: “Vamos a descartar las leyes porque después del 11 de septiembre todo ha cambiado”. Si se le permite actuar de esa manera, ponemos en peligro todas las leyes, como ya lo está haciendo el presidente con sus “declaraciones a la hora de firmar”. Todo eso corroe el proceso democrático y las protecciones constitucionales, y en últimas puede llevar a al fin de la república.

Encima, para echar sal en la herida, muchas de esas acciones las mantienen en secreto. El conocimiento es el oxígeno de la democracia y poco a poco nos están asfixiando. ¡Abajo el nuevo “paradigma”!

*****

Nuestro portal revcom.us tiene otro artículo sobre la participación de Ray McGovern en la Comisión sobre Crímenes de Guerra de Bush y su reciente presentación en el programa de noticias de la cadena de televisión pública PBS “News Hour with Jim Lehrer”.

La transmisión de MSNBC del careo de McGovern y Rumsfeld y las protestas organizadas por el Mundo No Puede Esperar y otros está en la internet.

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

Encuentros con Horowitz

Alan Goodman

Me esperaban varias sorpresas cuando fui a escuchar hace poco una charla de David Horowitz en la Universidad de Chicago. Por ejemplo, no esperaba encontrarme en medio de un debate espontáneo con Horowitz, estimulado por un estudiante republicano (hablaré de esto más adelante). Pero esa no fue la única sorpresa. He escrito en Revolución que Horowitz se ha proclamado “ariete” del plan de convertir las universidades en un vacío reaccionario y sofocante. He advertido que tiene el apoyo de la Casa Blanca y que tiene un séquito de peligrosos camisas pardas dedicados a delatar a los profesores que hagan comentarios “no relacionados al tema”. He denunciado su racismo y sus esfuerzos por impedir que se enseñen —o incluso se mencionen— verdades comprobadas acerca de esta sociedad y su historia.

Así que estoy algo familiarizado con Horowitz. Pero verlo en vivo y ver la reacción que causó en una universidad de la élite fue sorprendente. Asistieron unas 300 personas, casi todos estudiantes de la Universidad de Chicago. Delante de mí, un estudiante tenía una camiseta con la leyenda: “¿Pero funciona EN TEORÍA?”. ¡Esa universidad no es exactamente un hervidero de pragmatismo! A mi lado, unos cinco o seis estudiantes tenían el número de Revolución de esa semana y pasaron 20 minutos, hasta que salió Horowitz, leyendo la primera parte del artículo “La base, las metas y los métodos de la revolución comunista” de Bob Avakian. Me enteré más tarde de que no eran radicales. Otros estudiantes leían el artículo sobre Horowitz del número anterior de Revolución (y uno se basó en él para hacerle una pregunta al final).

Pero Bob Avakian no fue la única persona que habló del comunismo esa noche. Admito que no estaba preparado para la avalancha de anticomunismo del rollo de Horowitz. Empezó con una versión actualizada de las películas anticomunistas de los años 50: el joven Horowitz es idealista y marxista, partidario del movimiento de derechos civiles y cree que los negros viven oprimidos. Esos valores no suenan tan mal… ¡al principio! Pero la trama termina con la muerte de la contadora de Horowitz, a quien él mandó a ayudar en un programa de los Panteras Negras. Dijo: “Sé que la asesinó el Partido Pantera Negra”.

¿Les parece intolerable, o a lo mínimo inquietante, la opresión de los negros en este país? Bueno, a David Horowitz también le parecía, pero “ellos” mataron a su contadora. Continuó: “Todas mis ideas sobre justicia social, sobre los oprimidos de los ghettos, todo lo que decía… acerca de los Panteras, que la policía era fascista y que los atacaba… era mentira”. De hecho los Panteras eran una “pandilla asesina”. ¿No lo creen? Bueno, “lo vi con mis propios ojos”, afirma Horowitz.

Aquí hay que decir un par de cosas. Primero, a ninguna persona asociada con los Panteras la acusaron de la muerte de la señora que mencionó Horowitz. Segundo, a pesar de una increíble represión y con grandes sacrificios personales, el Partido Pantera Negra (PPN) planteó la revolución para millones de personas de este país. Las autoridades asesinaron a docenas de Panteras, como Fred Hampton, en la ciudad donde hablaba Horowitz, pero este no mencionó que a Hampton lo drogó un informante y que la policía lo asesinó en su cama. A muchos Panteras más los metieron a la cárcel muchos años con cargos inventados, como a Geronimo Pratt, quien pasó varias décadas preso, hasta que lo tuvieron que soltar porque salió a flote que le tendieron una trampa. Tercero, por varias razones los Panteras no pudieron mantenerse en el camino revolucionario; cuando Horowitz se alió con el PPN, este había abandonado la revolución y estaba dedicado a abrir fábricas de zapatos, y su estrategia para el cambio había dejado de ser la revolución y era trabajar con el sistema. Atribuir las acciones del PPN en ese período a una ideología revolucionaria es desinformación consciente.

Pero la atmósfera del auditorio durante ese cuento me hizo recordar los campamentos de verano de cuando era chamaco, cuando los maestros nos infundían miedo con cuentos de campistas que se metían al bosque y terminaban devorados por un monstruo o un fantasma. ¿Más de dos millones de personas en la cárcel, la mayoría negros, latinos y otros oprimidos? ¿La epidemia de asesinatos y brutalidad policiales, concentrada en las experiencias de Amadou Diallo, Abner Louima o Rodney King? ¿Toda la historia vergonzosa de esclavitud y segregación, desigualdad y opresión, como se vio en lo que pasó tras el huracán Katrina? “¡No piensen en eso! Los matarán hampones negros”, nos dice Horowitz. Su patente intención era llevar al público a identificarse con el Horowitz joven y liberal, para luego llevarlo de la mano a un callejón racista. Esto se vio con más claridad un poco más tarde.

Del racismo al anticomunismo de un salto

Pero primero Horowitz tocó otro tema. Sus experiencias con los Panteras Negras, nos dijo, fueron parte de un horror mucho mayor: “Todos los escritores y profetas izquierdistas me decían que iba a haber una revolución en el mundo, ¿y después? ‘Un futuro de justicia social. De igualdad. Sin pobreza. Sin guerras, porque se habría eliminado la propiedad privada, que por supuesto es la raíz de todo mal’. Por eso dediqué mis servicios a una pandilla”.

¿Y adónde lleva todo esto? “Las utopías de la izquierda, las falsas ilusiones que alientan a todos los profesores izquierdistas de esta universidad, acabaron en una absoluta catástrofe. Ciento veinte millones de personas masacradas en nombre de la justicia social desde 1917. Miles de millones más sometidos a la pobreza, a una pobreza artificial más allá de lo que cabe en la imaginación”.

Quiero hablar un momento a los lectores que sí entienden lo que se propone Horowitz. Esto les plantea un reto, que se patentizó tanto en el rollo de Horowitz como en la confusión que creó en un público culto. En las universidades se necesita con urgencia una atmósfera de investigación científica y debate acerca de la historia de la revolución comunista, especialmente en las universidades que ejercen influencia en la opinión pública. Esto no se puede evadir, fundamentalmente porque la revolución comunista representa los logros más avanzados de la humanidad hasta la fecha, y si la tiramos a la basura es perder todo eso. Esto es lo principal. Pero además, si no se cuestiona la hegemonía de mentiras, tergiversaciones y exclusión de la investigación científica, Horowitz y sus aliados tendrán el campo abierto para machacar esas mentiras y, como “consecuencia lógica”, declarar ilegítima toda oposición o crítica del statu quo.

El proyecto “Pongamos las cosas en claro” está presentando la charla de Raymond Lotta “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor” y Revolución la está publicando en entregas. En el número que varios estudiantes leían mientras esperaban que empezara la charla de Horowitz, Lotta refuta la mentira de “cien millones de muertes”; dice que si se aplicaran los mismos métodos y criterios a los países capitalistas y los países dominados por el imperialismo, nada más el “experimento capitalista democrático” en India ha causado más muertes desde 1947 que las muertes que le impugnan incorrectamente al comunismo.

Pero los cuentos de horror de Horowitz lograron infundir miedo. Durante la sesión de preguntas y respuestas, antes de refutar a Horowitz, varios estudiantes sintieron la necesidad de aclarar que no apoyaban el comunismo y sus supuestos crímenes.

La voz de George Wallace

Tras vincular la preocupación por la opresión de los negros con el asesinato de inocentes, Horowitz lanzó un largo ataque contra los negros.

En particular atacó a Cornel West, un intelectual progresista negro, con unos comentarios que sonaban sacados de la boca del racista gobernador George Wallace [implacable defensor de la segregación en el Sur—Trad.]. Con aire despectivo, dijo: “Tiene la cabeza vacía, pero cobra $35,000 por dar una conferencia”. Se oyó una cantidad perturbadora de risas (y se vio clara indignación en la cara de los pocos negros presentes). Hubo menos aplauso y unos murmullos de desacuerdo cuando dijo que West es “perezoso”, y un silencio incómodo cuando lo calificó de “un tonto que trabaja poco y gana demasiado”.

Me hirvió la sangre. Debería sobrar decir (pero parece que no) que Cornel West es conocido por su profundidad académica e intelectual, su preocupación por la justicia y sus muchos esfuerzos por conectarse con las masas que este sistema aleja del mundo de las ideas. ¿No tiene ideas? No tengo que estar de acuerdo con todo lo que dice Cornel West para reconocer que sus ideas son serias y hacen reflexionar. Que un demagogo macartista trasnochado como Horowitz diga que West “no tiene ideas” casi sería un cumplido… si no fuera por el hecho de que Cornel West está bajo ataque desde varios lados que quieren callarlo, y si no fuera por el hecho de que Horowitz no es un iconoclasta sino un sicario ideológico vinculado a los que detentan el poder. Además, recurrir a los más bajos estereotipos racistas y ponerse a atizar los resentimientos de un público blanco es asqueroso. ¡Está a un paso del demagogo de la película “Rosewood”, que azuza a una chusma a atacar a un negro porque “se da aires” y tiene un piano!

De la misma manera que hay mucha ignorancia acerca del comunismo, también hay mucha ignorancia (incluso en las universidades de la élite, como la Universidad de Chicago, y en el público de esa noche) acerca de la realidad de la opresión nacional y la supremacía blanca. Horowitz habló del linchamiento de Emmett Till, pero solo para contrastarlo con el “tratamiento de héroe” que supuestamente recibió Kobe Bryant por violar a una mujer blanca (lo que un estudiante latino refutó en la sesión de preguntas y respuestas). Horowitz dijo: “En América, en el siglo 21, un negro acusado de violación, o un negro grande acusado de violar a una mujer blanca pequeña, será juzgado ante un tribunal y es inocente hasta que se demuestre que es culpable”. Por otra parte, afirmó que a los estudiantes blancos de la Universidad Duke acusados de violar a una mujer negra “los ahorcaron en los medios”. Horowitz afirmó: “En ciertos casos, los negros acusados de un delito tienen mejores chances que los blancos”.

Pero examinemos esta situación. Este comentario del programa de Rush Limbaugh es típico del tratamiento que han recibido los deportistas de Duke en los medios:

LIMBAUGH: “[Al Sharpton] está tratando de meterse en el caso de Duke, donde los deportistas…”

RADIOESCUCHA: “Sí”.

LIMBAUGH: “…supuestamente violaron a una puta”.

Se pueden encontrar un montón de ejemplos parecidos, como la histeria azuzada en el caso de “la corredora del parque Central” de Nueva York en 1989. Tras la violación violenta de una joven blanca, acusaron a un grupo de adolescentes negros y latinos (de 14 a 16 años de edad). La policía los arrestó y los interrogó (en varios casos sin abogado o sin sus padres) y los coaccionó a grabar “confesiones” falsas. ¡Se desató un fuerte racismo contra los chavos negros y latinos y Donald Trump gastó $100,000 en desplegados en los periódicos pidiendo que los ejecutaran! No había pruebas físicas y las “confesiones” no concordaban con los hechos, pero de todos modos los condenaron y un joven pasó 13 años en la cárcel. En el 2002 la verdad salió a flote: otro hombre confesó. Resulta que violó a otra mujer dos días antes y hay muchas pruebas de que la policía lo sabía y que en vez de investigar acusó a los chavos. A fin de cuentas el gobierno tuvo que exonerarlos.

Pero Horowitz no es tan loco como parece. Por una parte, quiere borrar algo que en todo el mundo se sabe y se condena de Estados Unidos: la opresión histórica y actual de los negros. Según Horowitz (y daré citas sobre esto en las próximas semanas), los negros “están endeudados con América” por la esclavitud. Por otra parte, busca tergiversar totalmente la historia del comunismo y entremezclarlo con todos los impulsos progresistas para aplastar todos los sueños de un futuro mejor. Todo esto con el fin de callar el pensamiento crítico en las universidades. Hay que contestar esto con la verdad… y nosotros tenemos que dominar y esgrimir la verdad.

En la segunda parte, hablaré de lo que pasó cuando empecé a decirle unas cuantas verdades a sus seguidores… y terminé confrontando a Horowitz.

Revolución #47, 21 de Mayo 2006

Grito de guerra de la teocracia

Sunsara Taylor

Este artículo salió el jueves, 11 de mayo en publicaciones de la Internet, como Truthdig.com, Counterpunch.org y OpEdNews.com.

Si no ibas a preocuparte por el movimiento fascista cristiano hasta que se llenaran los estadios de jóvenes llamados al “ejército de Dios”, ese momento ha llegado.

En las últimas semanas, Battle Cry [Grito de Guerra], un movimiento juvenil cristiano fundamentalista, ha reunido más de 25,000 jóvenes en conciertos de rock y megamítines en San Francisco y Detroit, y este fin de semana espera llenar el estadio Wachovia de Filadelfia.

El movimiento se queja de que su religión y sus valores están bajo ataque, pero el espectáculo de luces, los jeeps Hummer, los comandos de la Marina y las imágenes militares dejan en claro que Battle Cry es el que ha declarado la guerra contra todos los demás. Su líder, Ron Luce, dice: “Estamos en guerra, y Jesús nos invita a la acción, diciéndonos que los violentos ―los ‘fuertes’― tomarán el reino”.

Un vistazo a su Academia de Honor, que instruye a 500 jóvenes al año y enseña que la homosexualidad y la masturbación son pecado, demuestra la clase de sociedad que el movimiento quiere. Se prohíbe escuchar música laica, mirar películas clasificadas “R” o salir con el sexo opuesto. A los chavos no se les permite ver la internet sin supervisión y las faldas de las chavas deben ser de cierto largo. Esa lógica de que hay que proteger a los hombres del pecado de la tentación sexual, ¡es la misma lógica que lleva a los fundamentalistas islámicos a cubrir a las mujeres con burkhas!

Cada año esa operación multimillonaria manda más de 5,000 misioneros a más de 34 países. Cuenta con el apoyo de fanáticos religiosos muy poderosos y extremistas del país, como Pat Robertson (a quien Karl Rove llamó para hablar de Alito antes del anuncio de su nominación), Ted Haggard (quien se jacta de que la Casa Blanca le responde llamadas en 24 horas) y Jerry Falwell (quien culpó a los homosexuales, las feministas, los paganos y los abortistas por los ataques del 11 de septiembre). Barbara Bush habló (en video) ante uno de sus eventos y el ex presidente Gerald Ford les ha hablado también. Un orador este fin de semana será Franklin Graham, un ministro de George Bush que ha dicho públicamente que el islam es una “religión malvada”.

Todos ellos tienen en común que dicen que hay que interpretar la Biblia textualmente y obedecerla como la palabra infalible de dios. Ron Luce guía a los jóvenes a rezar: “Mis ojos se clavarán en la batalla, me someto a su Código aun cuando no entiendo... fuera de mi zona de comodidad en la zona de batalla”, y sería tonto esperar que ese movimiento no estará dispuesto a implementar los horrores textuales de la Biblia, por ejemplo, la lapidación de los hijos desobedientes y las novias que no sean vírgenes (Deuteronomio 21: 18-21 y 22:13-21), la ejecución de los gays (Levítico 20:13) y la esclavitud (1 Pedro 2:18).

Hicieron una protesta en las escalinatas de la alcaldía de San Francisco precisamente porque “ahí hace unos meses se celebraron ‘matrimonios gays’”. Su solución a la violación y la violencia contra la mujer es acabar el divorcio, propagar la ignorancia y exigir la virginidad: una solución que hundirá más a la mujer en las pesadillas de la violación y la violencia. Este viernes tienen planeados mítines en las alcaldías de 50 ciudades.

Igual que el presidente que nombró a Ron Luce a la Comisión Asesora sobre Comunidades Libres de Drogas, Battle Cry miente descaradamente. Por ejemplo, afirma que “una sociedad fortificada por principios bíblicos y una moral fuerte... es el legado por el cual nuestros antepasados pelearon y murieron”. Pero la palabra “Dios” no aparece en la Constitución. Al cabo de tres meses y medio de debate sobre qué poner en el documento de gobierno del país, los redactores de la Constitución elaboraron un documento laico.

Battle Cry dice también que Estados Unidos “ha sido puesto aparte para los fines de Dios, se estableció para el bien y recibió provechosamente bendiciones para llevar el mensaje de Dios a la humanidad”. Pero por más que hablan sobre el valor de la vida y la maldad de las imágenes violentas, Battle Cry nunca alza la voz contra la violencia y las muertes que causan las tropas estadounidenses en Irak.

Aun así, Battle Cry está en lo correcto en que el país atraviesa una profunda crisis moral. En efecto estamos viviendo en tiempos en que es impensable seguir la rutina de siempre.

El gobierno de Bush lanza guerras injustas y tortura en nuestro nombre, deja podrir a Nueva Orleáns y nos lleva cada día más hacia una teocracia en que el aborto y la planificación familiar se prohíben, la ciencia no se admite y acosan a los gays... y los jóvenes tienen razón en buscar una moral y una vida que valga la pena.

Sin embargo, la realidad es que no van a encontrar la moral que necesitan escuchando los sermones de Ron Luce sobre guerra religiosa e intolerancia, ni tampoco comprando las placas estilo militar que Battle Cry vende como recuerdos.

Hay que retar a esos jóvenes a mirar a su alrededor y pensar por sí mismos.

Tengo confianza en que si lo hacen, muchos encontrarán que la única vida moral es dedicarse, con su tremenda energía y sus sueños de un mundo mejor, a parar esta locura y sacar corriendo al gobierno de Bush.

Esta generación —y los jóvenes de todo el mundo— tendrán que vivir con las consecuencias de esta guerra cultural, pase lo que pase.

Sunsara Taylor es corresponsal del periódico Revolución y miembro de la Junta Asesora de El Mundo No Puede Esperar – Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush.