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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Las elecciones pasadas fueron un giro importante. Por primera vez en 12 años los republicanos perdieron la mayoría en ambas cámaras del Congreso y los demócratas volvieron a dominarlas. En cuanto se dieron a conocer los resultados, el muy odiado secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, tuvo que renunciar.
Sin embargo, hay que preguntar: ¿cuál fue el significado de estas elecciones? ¿Qué cambios podrían, y no podrían, darse? ¿Qué impacto tendrán, y no tendrán, en la agenda de Bush y la guerra de Irak? ¿Qué retos y responsabilidades encaran los que se oponen a todo lo que Bush y su gobierno representan y ven la necesidad de cambiar la trayectoria por la que llevan al mundo entero?
Todo mundo pregunta: ¿qué piensas de la victoria de los demócratas? Todos nuestros lectores tienen que zambullirse en el debate sobre las elecciones.
La guerra: Su plan y el nuestro
Para muchos el resultado fue un referéndum popular de repudio a Bush, su gobierno y la guerra de Irak. Muchos de los que votaron lo hicieron porque estaban airados y hastiados con la guerra. Pero en realidad no se estaba votando en pro o en contra de la guerra, no en el sentido que muchos pensaron.
Las elecciones fueron la culminación de meses de advertencias y críticas, incluso de las fuerzas armadas y de la cúpula de la política exterior imperialista, sobre la pésima situación en Irak.
El equipo de Bush pensó que iba a convertir a Irak fácilmente en uno de sus estados socios, en un trampolín para cometer más agresiones en la región, y que serviría como señal para el resto del mundo de que nadie lo puede desafiar. Todo lo contrario; no ha podido sofocar la creciente insurgencia ni crear una nueva clase dominante con el poder, la cohesión y la legitimidad para estabilizar la situación. Todo eso conlleva el potencial de que Irak sea un punto concentrado de odio hacia Estados Unidos y de inestabilidad, de fortalecer más a Irán, desestabilizar la región, debilitar las fuerzas armadas y abrirles las puertas a sus rivales: precisamente todo lo contrario de lo que Bush y Cía querían.
Todo esto llevó a fuerzas de la clase dominante a presionar para que Bush ajuste su estrategia. Esas fuerzas quieren impedir un fracaso estratégico y rescatar lo que puedan de la situación en Irak a fin de mantener el dominio militar, político y económico en el Medio Oriente. No quieren terminar la guerra inmediatamente, sino más bien un cambio de tácticas en Irak y, tal vez, con respecto a otras fuerzas de la región. No están poniendo en tela de juicio la moral o justicia de la guerra, sino la manera de ejecutarla. Para estas fuerzas, las elecciones fueron un medio para criticar al equipo de Bush y un medio para obligarlo a revalorar la conducción de la guerra y hacer ajustes de estrategia (y darle cobertura política).
Las exhortaciones de los demócratas a una “nueva dirección” y liderato “competente” en Irak, así como sus críticas a la “fracasada política” de Bush, tienen esos objetivos. Las denuncias que hicieron de la guerra fueron vagas. Pocos candidatos dieron detalles de lo que harían y muchos menos pidieron la retirada inmediata de las tropas. Unos dijeron que la guerra fue un “error”, pero ni uno dijo lo que de veras es: reaccionaria, criminal e inmoral.
Esa imprecisión tuvo dos importantes virtudes para la clase dominante. Una, les permitió a los demócratas (que siempre votaron a favor de la guerra de Irak y que siguen apoyando sus objetivos principales) desviar el movimiento contra la guerra hacia cauces que no cuestionan la naturaleza misma de la guerra. Dos, les dio a los demócratas la flexibilidad de ser parte de un “consenso bipartidista” para “ajustar”, en vez de parar, la guerra. De hecho, el “neocon” fascista William Kristol dijo a través del canal FOX News que la derrota de los republicanos le podría dar a Bush la cobertura política que necesita para presionar más al gobierno iraquí y para convocar una conferencia regional (ambas propuestas de los demócratas), y aumentar la cantidad de soldados, lo cual tiene el apoyo de Kristol y otros republicanos como John McCain.
La caída de Rumsfeld y el ascenso —y mayor amansamiento— de Nancy Pelosi
Hay que ver la caída de Rumsfeld en ese contexto. Rumsfeld propuso el plan de conquistar y ocupar a Irak con la menor cantidad posible de fuerzas. Su salida es, en buena medida, la señal de que esa estrategia se va a “reevaluar”. Tumbar a alguien de una posición tan alta también tiene el propósito de demostrar que Bush reconoce que encaran graves problemas y peligros, que es necesario hacer ajustes importantes y que va a tener que forjar un consenso más amplio de la clase dominante para abordar todo eso.
También hay que ver en este contexto la promesa de líderes del Partido Demócrata como Nancy Pelosi de “cortesía y cooperación”. Promete no hacer nada que ponga en peligro la estabilidad y contener a “su base”, a aquellos que ven en el Partido Demócrata un medio para el cambio. Los votantes podrán haber votado a favor de terminar la guerra y cambiar la trayectoria repugnante del gobierno, pero Pelosi y los demás ya están interpretando a su manera ese sentir y usando el poder que tienen para ponerlo al servicio de otros objetivos.
Por tanto, las elecciones por sí mismas no significan un cambio de rumbo con respecto a la guerra de Irak, y mucho menos un rechazo a la lógica que llevó a la invasión. Todo lo contrario, en la ausencia de un movimiento de resuelta oposición, serán un vehículo para hacer ajustes, mantener y rehabilitar la guerra que tantos odian.
Los demócratas y la agenda de Bush
Pero Irak es solo parte de la agenda de Bush. ¿Y los demás horrores?
Por ejemplo, ¿qué demócratas se opusieron a la legalización de la tortura y al atropello del hábeas corpus que se aprobaron en septiembre? ¿Por qué no hubo anuncios publicitarios que atacaban a los republicanos por apoyar esas leyes indignantes?
¿Qué demócratas se lanzaron a la ofensiva contra las maniobras para imponer una teocracia, o sea, el gobierno de fundamentalistas cristianos fascistas? ¿Por qué no hubo anuncios publicitarios contra los republicanos por incidentes como el de “Terri Schiavo”?
¿Qué demócratas dieron la alarma por el plan de Bush de atacar a Irán… criticaron el apoyo a la brutal invasión israelí de Líbano en el verano… o defendieron los derechos de los gays a casarse y apoyaron la moral del derecho de la mujer al aborto?
En realidad los demócratas, tácita y en algunos casos abiertamente, aceptaron el programa de Bush sobre estos y otros temas y adoptaron la “guerra contra el terror”, a pesar de que es el puntal lógico de gran parte de ese programa. (Ver el artículo de este número sobre la “guerra contra el terror”). Ante las abundantes demandas de acusar a Bush por sus horribles crímenes, Nancy Pelosi rechazó en el programa “60 Minutes” la idea de un juicio de destitución. Esto significa que los crímenes e infamias del gobierno de Bush (la doctrina de guerra preventiva, la tortura, las detenciones ilegales, etc.) pasarán a ser legítimos y “normales”.
Muchos comentaristas han dicho que estas elecciones no se parecen a las de 1994, cuando los republicanos se apoderaron del Congreso con un claro programa de cambios radicales. Esto se debe a que las fuerzas que apoyan a Bush (y que apoyaron la toma del poder republicano en 1994) tienen todo un “paquete” que responde a la dinámica económica y política mundial subyacente… y los demócratas no tienen su propia versión. Ese paquete abarca una agresiva proyección internacional del poderío militar, una enorme intensificación de la represión en el país, grandes recortes a los programas de asistencia social y el fortalecimiento de un movimiento fascista en la política y la cultura (y, para unas de sus principales fuerzas, una teocracia fascista).
Los demócratas se han esmerado pero no han logrado forjar un programa ni las fuerzas políticas y sociales organizadas para contrarrestarlo… y no están dispuestos ni son capaces, en este momento, de ofrecer más que lo que Lenin llamaba “pequeñas enmiendas y dudas”. La prioridad de los demócratas de peso es preservar el sistema, no importa los horrores (y acuerdos horrorosos) que se requieran… y en este momento lo dicen francamente. En los últimos años han trabajado para suprimir la indignación popular y desviarla a canales que apuntalan al sistema y hasta al gobierno de Bush. Las elecciones no cambiaron fundamentalmente esa dinámica.
Además, hay que dar un paso atrás y examinar el sistema que Bush y los demócratas dicen que es “el mejor del mundo”. ¿Qué es lo que defienden las fuerzas armadas yanquis en los más de 100 países donde tienen bases? Fundamentalmente es el “derecho” del capital estadounidense a ir donde quiera y hacer lo que quiera, por monstruoso que sea, en busca de las mayores ganancias; a dominar y despojar a países y regiones enteros, a veces solo para impedir que sus rivales hagan lo mismo; a expulsar a millones de personas de sus tierras para sacar provecho y luego utilizarlas como “mano de obra barata” en sus países de origen o en las ciudadelas imperialistas; a fortificar el orden y las costumbres sociales represivos al servicio de la expansión imperialista; a aplastar a quienquiera que le bloquee el paso, incluso socios y gángsteres reaccionarios; y a reprimir violentamente a cualquier movimiento revolucionario o radical que surja cuando el pueblo se quita de encima las cadenas o se lance a la resistencia.
Esta es una verdad básica que hay que repetir y explicar de mil maneras al discutir lo que significa —y no significa— la victoria de los demócratas.
El gobierno de Bush: Sigue siendo intolerable, sigue siendo necesario sacarlo
Regresemos a la pregunta del comienzo de este editorial. Tenemos que preguntarles a todos nuestros contactos y todos los que conocemos: ¿qué piensan de estas elecciones? ¿Qué van a hacer?
Las elecciones han terminado pero todavía confrontamos un gobierno criminal y la urgente necesidad de sacarlo y de repudiar todo su programa. ¡Todo lo que hace SIGUE SIENDO intolerable!
No es hora de batirnos en retirada política o de esperar a ver qué pasa. La contradicción entre los profundos deseos de los millones de personas que votaron en contra de Bush y la guerra y, por otro lado, lo que Bush y los demócratas harán, podría llevar a muchos más a oponerse con resolución. Pero eso depende de nosotros… y de ustedes. Por sí sola, esa contradicción será una fuente de desesperación a favor de la pasividad y la parálisis. Nosotros, y ustedes que leen estas líneas, tenemos que encontrar los medios para montar una resistencia y para transformar el ámbito político en esta situación.
Tenemos que insistir en que lo que era inaceptable ayer sigue siendo inaceptable hoy… y mañana. Tenemos que trabajar con El Mundo no Puede Esperar y movilizar a muchos a asumir las acusaciones básicas, la posición política y la certeza moral de su muy poderosa Convocatoria para sacar al gobierno de Bush. La orden del día es realizar foros de alerta, distribuir la Convocatoria, distribuir los materiales de la Comisión sobre los Crímenes de Guerra de Bush y participar y apoyar a la resistencia.
Además de eso, urge introducir las obras de Bob Avakian en esta situación: en clases y en universidades en general; en las comunidades de los oprimidos; por la radio; en las librerías y bibliotecas; entre los intelectuales y revistas de intelectuales y de mil otras maneras. Sus obras no solo analizan la dinámica subyacente de la situación y abordan directamente las enormes cuestiones políticas del momento; también proponen una solución: cómo se podría hacer una revolución; cómo debe ser el carácter emancipador de tal revolución; cómo construirla sobre los cimientos de las revoluciones del pasado pero ir mucho más allá. Junto con eso, urge hacer llegar este periódico cada semana a mucha más gente para dar a conocer la verdad y construir el entramado del movimiento revolucionario.
La dinámica subyacente del sistema —la pobreza y el horror que significa para miles de millones de personas todos los días— no han cambiado. El hecho de que ha engendrado el perverso gobierno de Bush, así como la manera en que este alimenta las “necesidades” del sistema, sean cuales sean los “ajustes correctivos” necesarios, nada de eso ha cambiado. Los grandes peligros, y posibles aperturas, que plantea este rumbo que ha tomado el imperialismo no han cambiado. Persiste la gran necesidad de hacer la revolución.
Tenemos que obrar en consecuencia.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Todos los políticos y comentaristas de peso hablan de la “guerra contra el terror”. ¿Pero qué es? ¿Quién decide qué países están “con los terroristas” y por qué? ¿Cuáles son los objetivos de esa guerra? Y, ¿qué clase de “guerra contra el terror” se libra con guerras, masacres y torturas ilegales?
Si la definición de terrorismo es atacar conscientemente a civiles inocentes, entonces los principales aliados de Estados Unidos y, especialmente el mismo Estados Unidos, son los mayores terroristas. Este país suele “subcontratar al extranjero” sus operaciones terroristas. Durante la invasión de Líbano, por ejemplo, el ejército israelí disparó más de un millón de bombas de dispersión: bombas expresamente diseñadas para mutilar al azar a la población civil, y especialmente a los niños. Al comienzo de la guerra, Estados Unidos aceleró la entrega de misiles para disparar esas bombas, y financia y dicta la dirección general de la máquina militar israelí.
El terrorismo de Estados Unidos por lo general se realiza por medio de otros estados, dictadores y grupos armados, pero la actual guerra de Irak está repleta de ejemplos de ataques terroristas directos de las fuerzas armadas estadounidenses. Se han documentado numerosos incidentes de allanamiento de hogares, asesinato de civiles, violación de mujeres y matanza de familias enteras. Los altos mandos acusan, con hipocresía, a unos pocos torturadores de bajo nivel, pero es claro que las órdenes de las horribles torturas de Abu Ghraib salieron directamente de boca de Donald Rumsfeld, a quien por años el comandante en jefe no ha hecho más que alabar, incluso después de su renuncia.
Además, está toda la historia de este país, empezando con el genocidio de los indígenas, pasando por el bombardeo atómico de la población civil de Hiroshima y Nagasaki, la guerra de Vietnam y más… Según cualquier definición objetiva, Estados Unidos encabeza la lista de “estados terroristas”. Pero este mismo gobierno decide quién es y quién no es “terrorista”.
El imperialismo vs. fuerzas reaccionarias de las naciones oprimidas
Veamos las cosas en perspectiva. El sistema global de imperialismo ha creado un mundo horriblemente dispar, donde mil millones de personas no tienen agua potable y las clases dominantes de unos pocos países controlan una riqueza obscena. Esta increíble desigualdad es una manifestación de un sistema capitalista que exprime la vida de los niños jornaleros de Pakistán, los mineros que trabajan como esclavos en Congo y los agricultores brasileños que malviven sembrando café para el mercado mundial. Cuando alguien habla de inversiones, en particular en las naciones oprimidas de Asia, África y América Latina, está hablando de esto. Esas inversiones son la savia de una economía global imperialista que se ceba de la explotación y superexplotación. Para el imperialismo es esencial proteger esa estructura ante los que se levantan contra la explotación, y ante los rivales globales y regionales que quieren una tajada mayor.
¿Qué conexión tiene esto con la “guerra contra el terror”? En el terreno geopolítico que surgió después del derrumbe de la Unión Soviética y de la “guerra fría”, el imperialismo estadounidense quedó en la posición de única superpotencia. En ese contexto, las fuerzas centrales de la clase dominante agrupadas en torno a los neoconservadores (“neocons”) sintieron la libertad, y la necesidad, de rasgar la estructura que se estableció en el Medio Oriente después de la II Guerra Mundial. Les pareció necesario reemplazar a la fuerza la compleja red de dominación imperialista y potencias regionales con gobiernos más estables y más subordinados. Era necesario tumbar las barreras a la inversión de capital imperialista. Era necesario aplastar los retos políticos y militares a la estructura del imperialismo global. Tipos como Saddam Hussein, que, aunque están subordinados en un sentido general al imperialismo, aprovechan cualquier resquicio que encuentren entre Estados Unidos y otras potencias (como Rusia, Europa y China), son un obstáculo que había que demoler.
Los planes para esta reestructuración estaban en marcha antes del 11 de septiembre. Inmediatamente después de los ataques, los “neocons” (que ocupaban posiciones dominantes en la Casa Blanca) aprovecharon el momento, envolvieron sus planes de mayor dominación global en la bandera de la patria y le pusieron la etiqueta de “guerra contra el terror”. Donald Rumsfeld dijo poco después que este era el momento de “barrerlo todo, cosas relacionadas y sin relación”.
Lo que se está defendiendo en nombre de la “guerra contra el terror” es este sistema de explotación y opresión imperialista.
Romper esa dinámica mortal
Por varias razones, una de las principales fuerzas que Estados Unidos necesita “barrer” en el Medio Oriente son los fundamentalistas islámicos. A muchos de ellos los creó el mismo Estados Unidos durante la “guerra fría” para luchar con la Unión Soviética. En la cima de su estructura, representan a clases de las naciones oprimidas que, como mafiosos de poca monta que operan bajo un capo de tutti capi, quieren una tajada mayor de las ganancias exprimidas del sudor del pueblo de sus países y un papel más importante. Su base y su fuente son las relaciones más retrógradas de esos países: la opresión de la mujer, relaciones feudales en el campo, ignorancia impuesta, etc. En general, el fundamentalismo islámico tiene un cierto atractivo tradicionalista como respuesta a los cambios traumáticos de la vida social y económica de esas sociedades. La oposición que reciben de Estados Unidos, junto con la corrupción y sumisión de las elites locales, contribuyen a la credibilidad que tienen en ciertos sectores de la población.
Su ideología es “su propia fuerza”, aunque en última instancia refleja las relaciones de clase subyacentes. Algunas de esas fuerzas sueñan con un imperio islámico y esas ambiciones agregan un elemento caótico a la situación y operan contra los proyectos de Estados Unidos, y algunas han atacado a los imperialistas en sus propios países.
Pero Estados unidos es el “factor dinámico” en la situación, pues preside la subyugación de las tierras árabes y del Medio Oriente y ha intensificado la situación en los últimos 20 años, con dos guerras del Golfo, el constante apoyo a los crímenes de Israel contra los palestinos, el envío de tropas a la región, la invasión de Afganistán y ahora las amenazas a Irán. Además, los peores crímenes se justifican en nombre de la “guerra contra el terror”, ya sea Abu Ghraib o Guantánamo, Haditha o Líbano; todo en nombre de la “seguridad” para Estados Unidos y de “salvar americanos”.
La paradoja es que la “guerra contra el terror” no busca la seguridad de nadie. Fuera de su injusticia e inmoralidad, crea más odio hacia Estados Unidos y hacia los estadounidenses que aparentemente la apoyan, y crea más fundamentalismo islámico. Además, justifica un ambiente cada vez más represivo en Estados Unidos. Los dos lados del conflicto se alimentan mutuamente. Cuando Bush habla de una “cruzada” (los siglos de guerras religiosas entre cristianos y musulmanes en el Medio Oriente) o cuando el general Jerry Boykin se jacta de que su dios es más grande que el dios musulmán, ¿qué efecto tiene esto en el Medio Oriente? Después, los imperialistas occidentales (que posan de racionales) aprovechan la reacción a eso para fortalecerse, mientras que tipos como Bush promueven su propia marca de ignorancia fundamentalista.
En vista de todo lo anterior, la labor de los demócratas para convertir la amplia oposición a la guerra de Irak en apoyo a una “mejor guerra contra el terror” es especialmente peligrosa y despreciable. Esa lógica lleva a lo que ya hemos visto: guerra y ocupación de Afganistán (que ha sido tan terrible que algunos sectores apoyan al espantoso Talibán) y de Irak. Lleva a la mayor subyugación de los palestinos y al robustecimiento de fuerzas como Hezbolá. La lógica de “defendernos de los terroristas” lleva a aceptar la tortura para, repetimos, “salvar americanos”. Lleva a preparar el terreno para extender las guerras actuales o empezar nuevas (por ejemplo, contra Irán).
El mundo de hoy no se puede entender ni se puede transformar de una manera progresista coherente si no se entiende la dinámica de lo que Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, llama la contienda entre “jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro… sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista”; si no se entiende que estos dos polos reaccionarios se refuerzan mutuamente y que tomar partido con uno refuerza a los dos. Apoyar la “guerra contra el terror”, inclusive la guerra contra el terror supuestamente más refinada e “inteligente” que proponen unos demócratas, equivale a apoyar toda esa dinámica. Es una trampa sin salida. Es seguir el mismo rumbo horroroso por el que vamos y del cual tenemos que salirnos con urgencia.
Hay que plantear la alternativa. La que representa El Mundo no Puede Esperar habla a los que ansían un camino diferente en este país y a los de otros países que se dejan llevar por el camino sin salida del fundamentalismo islámico: hay una solución que lucha por nacer. La gente de todo el mundo tiene que ver esto donde cuenta, en las calles, si se quiere que vean que otro mundo es posible.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
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Este es un pasaje de un artículo del portal de El Mundo no Puede Esperar (worldcantwait.org), titulado “Bush y todo su programa se tienen que largar”.
En las 72 horas desde que sabe que será la próxima presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi repitió su promesa de que “no habrá juicio de destitución”. En la rueda de prensa en que declaró la victoria, no dijo nada acerca de la necesidad de anular la Ley de Comisiones Militares (que anuló el derecho de hábeas corpus y legalizó la tortura); no condenó la muerte y destrucción sin fin que atormentan al pueblo iraquí; no prometió oponerse firmemente a la nueva guerra que se está planeando contra Irán; y no dijo ni una palabra de defensa del derecho al aborto y los derechos de los gays (a pesar de que el fallo Roe vs. Wade está bajo ataque y de que otros siete estados aprobaron prohibiciones al matrimonio gay).
En cambio, anunció que las elecciones fueron un referendo sobre los modales y la eficacia: “El pueblo americano se pronunció a favor de la cortesía en el Capitolio y en el comportamiento del Congreso… Los demócratas nos comprometemos a comportarnos con cortesía y bipartidismo, y a trabajar juntos con los republicanos del Congreso y con el presidente, y no de manera partidista”.
Al día siguiente se reunió con el presidente, que objetivamente es un criminal de guerra a quien los votantes acababan de rechazar rotundamente. En vez de aprovechar el hecho de que Bush está perdiendo legitimidad ante millones de personas que buscan la manera de decir “¡Basta ya!”, le dio legitimidad “tendiéndole una mano de amistad y trabajo común”.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un gobierno que justificó la guerra con mentiras y que lleva años sembrando pánico en los hospitales y terror en las camas de los niños, llenando los depósitos de cadáveres y matando a más de medio millón de iraquíes.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un gobierno que abandonó a miles de negros cinco días en los techos de Nueva Orleáns, bloqueó la llegada de ayuda a punta de fusil y dio órdenes de “disparar a matar” a los que se las arreglaban por su cuenta.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un gobierno que acaba de legalizar todo lo que vimos en las horripilantes fotos del penal Abu Ghraib.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un gobierno que socava la ciencia y aplaude la ignorancia acerca del calentamiento global, los fracasos de los programas de “solo abstinencia”, el saldo de muertos en Irak, la evolución y mucho más.
No llevará a nada bueno “trabajar en común” con ese gobierno o su programa. Hay que dar marcha atrás a toda la dirección en que está encaminado este país, y cada día se ve con más claridad que los demócratas no lo van a hacer. Como señaló la convocatoria de El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno hace más de un año: “No habrá un salvador del Partido Demócrata. Cada día se ve con más claridad lo fatal que es depositar la esperanza y la energía en ‘líderes’ que nos recomiendan pactar con fascistas y fanáticos religiosos. De hecho, eso lo que hace es desmovilizarnos”.
Pelosi no es la única que tiene ganas de trabajar en común con el presidente. Chuck Schumer (Nueva York), que dirige el Comité Electoral Demócrata del Senado, dijo: “Tuvimos unas elecciones difíciles y partidistas, pero el pueblo americano y todos los senadores demócratas (y he hablado con casi todos ellos) queremos trabajar con el presidente sin partidismo”.
Al día siguiente de las elecciones, en el programa “Daily Show” de John Stewart, Howard Dean dijo francamente: “Sé que la mitad del público quiere que acusemos y enjuiciemos al presidente y cosas por el estilo…”, y lo interrumpieron con aplausos y vítores. Pero continuó: “…pero no lo vamos a hacer”. En vez, se jactó de que los demócratas recibieron un tercio de los votos de los cristianos evangélicos blancos.
El columnista conservador David Brook del New York Times lo explicó así: “Los votantes sacaron a los republicanos pero no viraron a la izquierda. En general reemplazaron a republicanos moderados con demócratas conservadores. Fue un gran día para el centrista Joe Lieberman, que derrotó al favorito del portal Daily Kos, Ned Lamont. Fue un gran día para los demócratas opuestos al aborto, como Bob Casey, y probablemente para los promotores de tener armas, como Jim Webb. Fue un gran día para los demócratas conservadores, como Heath Shuler en Carolina del Norte y Brad Ellsworth en Indiana”.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Donald Rumsfeld y Saddam Hussein en 1983, cuando Estados Unidos le daba armas e inteligencia para librar una salvaje guerra con Irán. |
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A Saddam Hussein lo sentencian a muerteEn 1963, el Partido Baath de Saddam Hussein conquistó el poder en Irak con un golpe de estado entre vítores y aplausos de Estados Unidos. El gobierno se consolidó matando a las fuerzas de oposición. Para ello, la CIA le dio una lista de izquierdistas. En 1979, Hussein se apoderó personalmente de las riendas del gobierno y durante 12 años gobernó como hijo predilecto de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia. Le proporcionaron armas, inteligencia y fondos para librar una brutal guerra de ocho años contra Irán (y componentes para las armas químicas con que masacró a soldados iraníes y civiles curdos). Saddam Hussein cometió la gran mayoría de sus crímenes con la incitación o la complicidad de Estados Unidos. Tanto Donald Rumsfeld (secretario de Defensa que acaba de renunciar) como Robert Gates (el agente de la CIA nominado para reemplazarlo) fueron a ver a Hussein como representantes de alto nivel del gobierno. Ahora Washington, por medio del gobierno títere de Bagdad, ha sentenciado a muerte a Hussein. Pero no tiene más derecho de juzgar y ejecutar a Hussein que un capo de la Mafia tiene de matar a sus sicarios. A Hussein lo condenaron de llevar a cabo una masacre de 148 hombres y jóvenes chiítas en Dujail en 1982. Escogieron ese crimen (en vez de otras masacres y crímenes de guerra mucho mayores) porque ni Estados Unidos ni Hussein querían divulgar que durante la mayor parte de su carrera fue asesino a sueldo de Washington. El periodista inglés Robert Fisk informó durante el juicio que “no le permitieron describir su relación con Donald Rumsfeld… ni el apoyo que recibió de George Bush Sr., padre del actual presidente”. |
A Donald Rumsfeld le da la patada BushCuando George Bush tomó las riendas tras las elecciones del 2000, Donald Rumsfeld pasó a ser un arquitecto principal de la campaña de Estados Unidos para imponerse como potencia imperialista dominante única por todo el mundo. Son monstruosos los crímenes que ha organizado, justificado y tapado. En el 2001, dirigió la invasión y conquista de Afganistán. Personalmente mandó llevar a cabo un programa especial de captura, tortura y asesinato de presuntos enemigos por todo el planeta. Más tarde, desarrolló todo un sistema de centros de interrogatorio y cámaras de tortura, especialmente en Guantánamo (Cuba) y la base de la fuerza aérea Bagram (Afganistán). En agosto del 2003, los interrogadores de Abu Ghraib recibieron órdenes de arriba de redoblar la tortura. Un mes después, Rumsfeld fue personalmente al penal y aprobó las operaciones. La ex generala de brigada Janis Karpinski, comandante de los penales militares en Irak, escribió: “No cabe duda de que la cadena de mando, hasta el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, sabe [lo que pasó en Abu Ghraib] y tiene la responsabilidad”. Además, desempeñó un papel central en la campaña oficial de mentiras y repitió que Irak tenía “armas de destrucción masiva” y amenazaba a Estados Unidos. El 30 de marzo del 2001, Rumsfeld dijo esta descarada mentira: “Sabemos dónde están las armas de destrucción masiva. Están en los alrededores de Tikrit y Bagdad, al este, oeste, sur y norte, por ahí”. Desempeñó un papel central en el bombardeo (“shock y pavor”) y la invasión de Irak, y después en la brutal represión contra la resistencia (como los repetidos ataques contra la ciudad de Faluya). Ahora se calcula que han muerto 650,000 iraquíes a raíz de la invasión y ocupación. Ahora a Rumsfeld le dieron la patada no por sus muchos crímenes, sino porque poderosas fuerzas de la cúpula creen que no los realizó con la eficiencia y eficacia necesarias. |
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Un grupo de abogados alemanes y estadounidenses está preparando una queja formal por crímenes de guerra contra el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y otros altos funcionarios del gobierno. Planean presentarla el 14 de noviembre ante una corte alemana.
Michael Ratner, presidente del Centro pro Derechos Constitucionales, uno de los abogados que presentará la queja, dijo en el programa “Democracy Now”: “Uno de los aspectos más chocantes de los informes sobre la renuncia de Rumsfeld es que no dicen nada acerca de la tortura, a pesar de que es uno de los arquitectos del programa de tortura de Estados Unidos”.
Los abogados van a detallar cómo Rumsfeld y otros altos funcionarios del gobierno, como el secretario de Justicia, Alberto Gonzales, y el director de la CIA, George Tenet, autorizaron esas torturas.
Representan a 12 víctimas de tortura: 11 iraquíes presos en Abu Ghraib y un preso de Guantánamo. Los iraquíes dicen que les aplicaron choque eléctricos, les dieron palizas, los privaron de sueño y comida y los ultrajaron sexualmente.
Esto se suma a otra queja entablada en Alemania. Los abogados dicen que tienen nuevas pruebas del papel directo de Rumsfeld en la dirección de la tortura de al-Qahtani, un preso de Guantánamo. Ratner dice que demuestran que “esencialmente, Rumsfeld supervisó todo el interrogatorio [del preso al-Qahtani], uno de los peores que ocurrió en Guantánamo”.
Uno de los testigos será la ex generala de brigada Janis Karpinski, comandante de los penales militares estadounidenses en Irak. Karpinski preparó una declaración escrita que acompañará la queja, y que dice: “No cabe duda de que la cadena de mando, hasta el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, sabe [lo que pasó en Abu Ghraib] y tiene la responsabilidad”.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
A raíz de las elecciones
El 7 de noviembre, la Ley de Referencia 6 (la prohibición del aborto más restrictiva y cruel del país) fue derrotada en Dakota del Sur. Esta es una derrota para quienes quieren esclavizar a la mujer y someterla al dogma fundamentalista religioso. En marzo la legislatura estatal aprobó y el gobernador firmó esta ley que expresa desdén por la mujer y prohíbe el aborto aunque el embarazo se deba a violación, incesto o aunque afecte la salud de la mujer. La única excepción es si la mujer está a punto de morir. En estas elecciones, la ciudadanía tenía que ratificar o anular la ley.
Estuve en Dakota del Sur la semana antes de las elecciones. La dedicación, energía y resolución de tumbar esa ley se sentía en las universidades y esquinas por todo el estado, en un ambiente político intenso que dividió familias y amigos. La campaña a favor de la ley recibió enormes cantidades de dinero de la oposición al aborto y por todos lados se veían avisos, carteleras y letreros en las casas. Los periódicos publicaron cartas con apelaciones a “dios” y a Jesucristo, acompañadas de amenazas de condena perpetua contra los que se oponían a la ley. El ambiente estaba cargado en las universidades y en la comunidad en general; unos temían exhibir pancartas contra la ley y unos estudiantes dijeron que se sentían vulnerables si se ponían botones en contra de la ley en las mochilas.
Cuando vencieron el temor y expresaron su opinión contra la ley, se dieron cuenta de que no estaban solos y muchos se ofrecieron de voluntarios contra la prohibición. En vísperas de las elecciones, cientos de voluntarios se dedicaron a recorrer vecindarios, hacer llamadas telefónicas y hacer campaña contra la Ley 6. La mayoría eran de Dakota del Sur, pero también había gente de Washington, D.C. y Nueva York, de los estados centrales y de la costa oeste. Organizaciones nacionales como National Abortion Federation, Physicians for Reproductive Choice and Health, Feminist Majority y El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno, mandaron voluntarios a Sioux Falls.
La ley contra el aborto perdió, pero la igualmente reaccionaria Enmienda C ganó. Esta enmienda ataca a los gays y a todas las parejas que no se han casado; prohíbe matrimonios gay y uniones civiles, así como uniones de parejas que viven juntas. Además, fue reelegido el senador republicano Bill Napoli, quien quiere prohibir el aborto aun en casos de “simple violación”, como dijo en la primavera. Ese asqueroso comentario fue contundentemente repudiado en cartas a la prensa por mujeres indignadas que le hicieron saber que la violación nunca es un asunto “simple”. La violación es violación, y la violación heterosexual es un medio para imponer el poder patriarcal de una manera salvaje y degradante.
Ahora se habla de que la legislatura de Dakota del Sur seguirá con su ataque contra la mujer y el derecho al aborto, pues quiere una ley similar en la próxima sesión o por lo menos una ley que prohíba el aborto salvo en casos de violación, incesto o si peligra la salud de la mujer (a favor de la cual ahora está Napoli). Dakota del Sur ya es uno de los estados que tiene más restricciones al aborto, por ejemplo, una espera de 24 horas, consejería obligatoria para disuadir y, en caso de menores, informar a los padres. En todo el estado hay solo una clínica, que practica abortos, la de Planificación Familiar en Sioux Falls, y eso solo un día a la semana cuando viaja un médico de Minneapolis.
Pero el ataque contra el aborto no es solo en Dakota del Sur. Al día siguiente de las elecciones, la Suprema Corte vio dos casos que se oponen a la prohibición federal del 2003 del método de aborto más común y seguro de segundo trimestre. Desde que la Corte vio un caso similar en el 2000 sobre una ley casi idéntica y la declaró inconstitucional, la composición de la Corte ha cambiado. Ahora tiene dos magistrados designados por Bush de extrema derecha, John G. Roberts y Samuel Alito, que se oponen fuertemente al fallo de la Suprema Corte que en 1973 legalizó el aborto.
Por otra parte, los demócratas han demostrado lo poco que harán para defender el derecho al aborto. La oposición a la designación de Roberts fue simbólica, y unos dijeron que se opondrían en serio al siguiente designado por Bush a la Suprema Corte. Pero cuando designó a Alito, quien ha dicho que “la Constitución no defiende el derecho al aborto”, esos demócratas rehusaron bloquearlo.
La estrategia de los peces gordos del Partido Demócrata (dar gritos simbólicos de oposición antes de capitular completamente en este derecho fundamental para que la mujer controle su reproducción), se repitió una y otra vez en estas elecciones. El Partido Demócrata buscó candidatos opuestos al aborto para darles su apoyo, en contra de los que están a favor del aborto.
Un ejemplo de eso fue la campaña senatorial por Pensilvania, donde Rick Santorum, que se opone al aborto, está por la guerra y rechaza la investigación con células tronco (madre) buscaba la reelección, pero perdió ante el demócrata Robert Casey Jr. que se opone al aborto, está por la guerra y rechaza la investigación con células tronco. A una candidata demócrata, Barbara Hafer, que está a favor del aborto, la rechazaron. Las nueve senadoras demócratas que supuestamente están a favor del derecho al aborto tampoco la apoyaron diciendo que lo esencial era recuperar el Senado.
Yo entiendo el deseo de sacar a Santorum, que es tristemente célebre por haber comparado la homosexualidad con la bestialidad, y muchos probablemente votaron más en contra de Santorum que porque les gusta Casey. Pero esta opción de PERDER-PERDER es lo que se le presenta al público como democracia, o sea que le permiten “escoger” entre candidatos aprobados que no representan los intereses del pueblo.
La elección pueda que haya cambiado cuál de los partidos de la clase dominante tiene la mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado, pero no ha cambiado y no puede cambiar que ambos partidos protegen los intereses de la clase dominante cuando se trata de imponer la supremacía del hombre y el patriarcado y, como parte de eso, negarle a la mujer el derecho al aborto.
Al líder demócrata Charles Schumer lo están felicitando por la estrategia ganadora. Él es quien dijo que la defensa del aborto “no es un juego que pueden darse el lujo de seguir jugando”. El Washington Post informó que Schumer se reunió con el gobernador de Pensilvania, Edward Rendell, aprobó a Casey y agregó que “se han acabado los días cuando un demócrata tenía que marcar 28 cajas para recibir nuestro apoyo”. Mejor dicho, la vida de la mujer es apenas un asunto secundario, y se sacrificará la libertad reproductiva a la conveniencia política para que los demócratas puedan implementar un programa de unidad fundamental con el de los republicanos.
El veterano de la guerra de Vietnam y ex secretario de la Marina James Webb, cuya victoria, por un pequeño margen, les dio a los demócratas la mayoría en el Senado, condenó la investigación de abuso sexual en las fuerzas armadas llamada Navy Tailhook a mediados de la década pasada, diciendo que fue “una caza de brujas, motivada por una agenda de feministas radicales que buscaban minar la cultura masculina de las fuerzas armadas”. ¿Con senadores como Casey y Webb, cuánto valdrá la vida de la mujer en este “nuevo” Congreso?
La posición de Hillary Clinton de que el aborto es una “opción trágica” y que debe ser “raro” es hoy la mantra oficial de los demócratas. Esta posición le cede el terreno moral a los reaccionarios religiosos, que dicen que un feto es lo mismo que un recién nacido y que el aborto es matanza; además, esa lógica llevará a defender la prohibición del aborto de Dakota del Sur, con tal de que se permite en casos de violación, incesto y si la mujer está a punto de morir. Llevará a aceptar más y más restricciones, como la prohibición federal que la Suprema Corte está viendo, hasta que el aborto sea legal solo de nombre.
Lo que se necesita es una defensa justa y moral, sin pedir disculpas, del derecho de las mujeres a participar plenamente en la sociedad, como seres humanos y no incubadoras o esclavas de su biología y los dictámenes de la iglesia o el estado. Tenemos que plantear la consigna “el aborto a solicitud y sin pedir disculpas”. Necesitamos una discusión intensa y forja de planes para que todos los que se preocupan por la mujer y por el futuro de la humanidad puedan tomar la ofensiva en este asunto crucial. También tenemos que zafarnos de los confines de la política de costumbre y emprender acción política independiente para sacar al gobierno de Bush y cambiar la dirección teocrática por la que nos lleva.
Los peces gordos del Partido Demócrata no tienen la intención de desafiar seriamente los esfuerzos de imponer una moral y autoridad patriarcal sobre la mujer, aun (y tal vez especialmente) con Nancy Pelosi a la cabeza de la Cámara de Representantes. Ya hemos visto que los demócratas se quieren hacer pasar de más conservadores que los republicanos cuando se trata de “valores familiares”, lo cual perjudica a la mujer. Además, Pelosi, y el nuevo líder del Senado, Harry Reid, que también se opone al aborto, han anunciado que su plan es “dirigir desde el medio”. El “medio” hoy está tan a la derecha que está a favor de la guerra de Irak y la tortura, y en contra de la inmigración y el aborto.
El futuro para la mujer que pronostican los peces gordos del Partido Demócrata no augura nada bueno. Es el futuro contra el que lucharon mujeres y hombres de Dakota del Sur, desde la reserva Pine Ridge, donde las mujeres en su mayoría dijeron que el gobierno no tiene por qué meterse en cuestiones de reproducción, a Sioux Falls y Rapid City, donde muchas mujeres salieron a luchar por primera vez y como nunca antes.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
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El 8 de noviembre las fuerzas militares israelíes abrieron fuego con artillería contra el pueblo palestino de Beit Hanoun, en Gaza. Los proyectiles estallaron en un complejo de edificios residenciales y mataron a 18 personas, 17 de ellas de una sola familia. Otros civiles murieron más tarde a causa de las heridas.
Esta última masacre israelí ocurrió al día siguiente de retirarse las fuerzas militares (las Fuerzas de Defensa de Israel, o FDI) de Beit Hanoun, tras un sitio de una semana que mató a unos 77 palestinos e hirió a 250 (estas estadísticas son del Centro Palestino pro Derechos Humanos, PCHR, http://www.pchrgaza.ps).
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, “lamentó” los muertos y heridos del ataque del 8 de noviembre, pero agregó que “las fuerzas armadas continuarán hasta que terminen los ataques de misiles Qassam… no vamos a parar”. (Los misiles Qassam son artefactos explosivos que los militantes palestinos disparan hacia Israel).
La versión de las FDI es que el sistema de teledirección de la artillería “falló”. Pero el periódico israelí Haaretz informó el 10 de noviembre que en los 30 años que se ha utilizado ese sistema, nunca antes “falló” y que no hay informes de problemas con sistemas parecidos.
El ataque a Beit Hanoun empezó el 1º de noviembre con el supuesto propósito de parar los lanzamientos de artefactos explosivos. Las FDI atacaron con tanques y misiles lanzados desde helicópteros; además, realizaron “ejecuciones extrajudiciales” de por lo menos 12 palestinos con aviones teledirigidos.
Durante el sitio, a toda la población de 40,000 personas la mandaron quedarse en casa y cerrar las escuelas, negocios y lugares de trabajo. Cortaron el agua y la electricidad. Bloquearon los pasos fronterizos entre Gaza e Israel, lo que impidió que los palestinos fueran a trabajar y que transportaran alimentos y demás artículos de primera necesidad.
El sitio es un ejemplo de la política de castigo colectivo a los palestinos. Las FDI ordenaron por altoparlante que todos los hombres de Beit Hanoun entre 16 y 45 años de edad se reunieran en una plaza. (New York Times, 3 de noviembre) A los que se presentaron los metieron en camiones y se los llevaron, supuestamente para interrogarlos. A muchos los pusieron en libertad más tarde, pero unos 15 desaparecieron.
Uno de los episodios más dramáticos del sitio ocurrió el 3 de noviembre cuando las FDI anunciaron que unos 75 hombres armados se habían refugiado en una mezquita. La rodearon y amenazaron con atacar si no se rendían. Un grupo de mujeres no armadas fueron a prevenir el ataque. Cuando se acercaron a la mezquita, las FDI abrieron fuego; mataron a dos e hirieron a 10. Pero la multitud de mujeres siguió creciendo y la mayoría de los hombres lograron escapar.
La brutal ocupación israelí cuenta con el apoyo de los imperialistas yanquis. Para demostrarlo, el 11 de noviembre Estados Unidos vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución de condena a la brutalidad de los ataques contra Gaza.
Con la sangrienta invasión de Líbano en julio y agosto, el gobierno de Bush demostró que ha redoblado el apoyo a Israel, que desde hace mucho es el perro de ataque indispensable que defiende los intereses de Estados Unidos en la región. En medio de la matanza en Líbano (con centenares de miles de bombas de dispersión estadounidenses), la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, dijo: “Lo que vemos aquí, en cierto sentido, son los dolores de parto de un nuevo Medio Oriente”. El apoyo a Israel se debe a que Estados Unidos necesita una fuerte base reaccionaria en la región donde la mayoría de la población no sea un polvorín de trastorno y oposición.
Durante la invasión de Líbano y durante las últimas masacres en Gaza, se ha visto una unanimidad casi completa de apoyo a Israel del gobierno de Bush y los líderes del Partido Demócrata. Por ejemplo, durante la invasión de Líbano, la demócrata Nancy Pelosi, que será la nueva presidenta de la Cámara de Representantes, dijo: “Israel tiene un derecho inherente a defenderse y Estados Unidos apoya a nuestro aliado”.
Además de la muerte y destrucción en Beit Hanoun, las FDI están a la ofensiva por toda Gaza y Cisjordania (dos zonas supuestamente bajo el control de los palestinos). Desde junio, las FDI han vuelto a ocupar la mayor parte de Gaza (ver “La vida en Gaza: Infierno diario para los palestinos” en Revolución #63, en revcom.us). El PCHR informa que desde el 25 de junio las FDI han matado a 342 palestinos (la mayoría civiles, entre ellos 64 niños y 15 mujeres) y herido a 1,186 (344 niños y 49 mujeres).
También informa que han invadido a Cisjordania 34 veces y arrestado a 123 palestinos. Además, Israel sigue construyendo el muro de separación (o “muro de apartheid”) para acorralar a la población palestina. Aunque los colonos israelíes se retiraron de Gaza hace varios meses, en Cisjordania la cantidad de asentamientos sigue creciendo con el apoyo del gobierno. El muro es parte del proceso de apoderarse de tierras palestinas. El muro no sigue la frontera entre Israel y Cisjordania reconocida internacionalmente, sino que incorpora a grandes zonas de Cisjordania.
Por otra parte, la demanda de Estados Unidos, la Unión Europea e Israel de que el movimiento islámico fundamentalista Hamas (que ganó las elecciones legislativas este año) reconozca al estado de Israel si quiere seguir recibiendo fondos de las grandes potencias, está matando de hambre al pueblo palestino. Israel ha cortado $60 millones al mes de rentas públicas. Los palestinos han dejado de recibir millones de dólares de ayuda extranjera. Unos 160,000 trabajadores públicos no han recibido salario desde marzo. Los palestinos no tienen suficiente comida, no pueden trabajar y viven bajo sitio israelí.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
El 29 de octubre, el gobierno federal mandó a Oaxaca 4,000 efectivos fuertemente armados de la Policía Federal Preventiva (PFP) para aplastar la lucha del pueblo.
Por cinco meses, los maestros y sus partidarios montaron un campamento en el zócalo de la ciudad de Oaxaca, bloquearon las carreteras, y se apoderaron de edificios gubernamentales, y de emisoras de radio y televisión. Sus demandas son un salario digno y la renuncia del gobernador Ulises Ruiz Ortiz (URO).
Las fuerzas invasoras de la PFP han atacado las barricadas y campamentos, y han desalojado a los maestros de la mayoría de las emisoras de radio y televisión. Desde la invasión de la PFP, las fuerzas del gobierno, junto con escuadrones de la muerte, han arrestado, asesinado y atacado con salvajismo. A la fecha hay 15 muertos, 120 presos y docenas de desaparecidos y torturados.
Sin embargo, a pesar de los ataques, el pueblo sigue luchando y ganándose apoyo y solidaridad.
El 3 de noviembre, la PFP intentó entrar a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), pero cientos de personas, armadas con palos y piedras, combatieron por siete horas hasta que la PFP tuvo que retirarse en medio de gritos de “¡No aguantaron! ¡Sí se pudo!”.
El 4 de noviembre hubo una marcha de apoyo en Los Ángeles de 250 personas. Empezó en el barrio Pico Union y se dirigió al consulado mexicano. En el trayecto muchos hablaron del sufrimiento del pueblo mexicano. Un señor de Oaxaca dijo: “La humanidad es capaz de muchas cosas, pero el gobierno nos asfixia, nos hace trabajar como animales y nos tiene peleando unos contra otros”.
El 5 de noviembre, desafiando retenes policiales en los alrededores, las calles de la ciudad de Oaxaca rebosaron con la primera megamarcha desde la incursión de la PFP. Cientos de miles de personas recorrieron la carretera 190 para demandar que se largue URO, que se retire la asesina PFP y que se libere a todos los detenidos por la policía y sus pandillas de reaccionarios. Ante la descarada brutalidad del gobierno, la multitud coreaba: “¡Morir por Oaxaca no es mucho que pedir!”. Ese día, la odiada PFP tuvo que quedarse en sus fortificaciones en el centro de la ciudad.
El 7 de noviembre, 10,000 mujeres marcharon en protesta contra los asesinatos y arrestos. A la cabeza de la marcha iban familiares de desaparecidos y maestros. Demandaban la libertad inmediata de los presos políticos y la presentación de todos los desaparecidos. La PFP contraatacó con tanquetas que disparaban agua y canicas, y las mujeres les gritaban: “¡asesinos!”.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Los amigos y conocidos de Alyssa Peterson dicen que era generosa y llena de vida. Era de una familia mormona y en el 2001, tras recibir una licenciatura de psicología de la Universidad del Norte de Arizona, entró al ejército. Tenía aptitudes para los idiomas, así que aprendió árabe y la mandaron a Irak como interrogadora en agosto del 2003.
Peterson murió el 15 de septiembre del 2003 a los 27 años, tres semanas después de llegar a Irak. A la familia le dijeron que murió por “una descarga de un arma de fuego fuera de combate”. A los tres días, el Arizona Republic informó que el ejército “está considerando varias situaciones posibles, como por ejemplo que descargó su propia arma o que se disparó el arma de otro soldado, o que le disparó accidentalmente un civil iraquí”.
Lo que el ejército no mencionó es que murió poco después de poner objeciones al interrogatorio de los presos iraquíes y decir que no iba a participar. El ejército tampoco dijo que llegó a la conclusión de que Peterson se suicidó.
Ahora, tres años más tarde, Kevin Elston, locutor de un programa de la emisora KNAU de Flagstaff, Arizona (donde nació Alyssa), informó sobre unos documentos recientes del ejército sobre su muerte. Dijo que no lo convencieron los informes iniciales, así que buscó más información. A fin de cuentas solicitó informes con la Ley de Libertad de Información (FOIA).
Los nuevos documentos demuestran que Peterson participó en el interrogatorio de dos presos iraquíes a finales de agosto del 2003 con su unidad (en una zona conocida como “la jaula”). Después del segundo, les dijo a sus superiores que “no puedo participar” en más interrogatorios y pidió que le dieran otra tarea. La mandaron a patrullar en la puerta de la base. Dos semanas después se suicidó con su rifle.
En un artículo del 5 de noviembre del Arizona Republic, Elston escribió: “El informe sobre la investigación dice que un sargento y un líder de equipo ‘detallaron su aversión a los métodos con que interrogaban a los detenidos’”. El sargento James D. Hamilton les dijo a los investigadores: “Le era difícil tratar agresivamente a los detenidos. Pensaba que los métodos eran crueles”.
Elston resumió los comentarios de los integrantes de su unidad sobre el suicidio: “Dijeron que no sabía separar los sentimientos personales y los deberes profesionales. Todos dijeron que puso objeciones a las técnicas de interrogatorio, sin describirlas”.
Los voceros del ejército no han querido hablar sobre la muerte de Peterson ni las técnicas de interrogatorio. Un vocero del fuerte Campbell, sede de la Unidad de Inteligencia Militar 311, dijo que todos los archivos de los interrogatorios de su unidad fueron destruidos.
La muerte de Peterson ocurrió siete meses antes de conocerse las torturas de Abu Ghraib y de que millones de personas se enteraran de los crímenes que comete Estados Unidos en los penales de Irak: las muertes a golpes, el submarino, los ataques con perros, las pilas de hombres desnudos, las posiciones de estrés, etc.
Todavía no se saben todos los detalles de la muerte de Alyssa Peterson, de lo que vio en el interrogatorio de los presos iraquíes ni del impacto que tuvo en ella. Lo que sabemos es que este caso recalca la importancia de apoyar a los miembros del ejército que se oponen a la tortura y otros crímenes del gobierno.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
El 6 de noviembre, el ejército anunció que someterá a consejo de guerra al teniente Ehren Watada, el primer oficial que se negó a ir a Irak. El ejército lo acusó en julio y busca castigarlo por negarse públicamente a participar en la guerra, que calificó de “inmoral” y “patentemente ilegal”. Su unidad se fue a Irak en junio.
Watada está en Ft. Lewis en el estado de Washington. Según el Seattle Post Intelligencer, el comandante de la base, el teniente general James Dubik, está de acuerdo con los cargos que se recomendaron contra Watada de no participar en un movimiento militar y de conducta indecorosa para un oficial. Sin embargo, Dubik descartó el cargo de “desacato a oficiales”.
El abogado de Watada, Eric Seitz, dice que el “desacato a oficiales” básicamente es una acusación de “lenguaje desleal”. Seitz le dijo a Revolución que piensa que el ejército lo descartó porque probarlo es muy difícil y porque ataca a Watada por lo que dice. También anotó que el ejército, al enfocarse en el cargo de “conducta indecorosa”, hace lo mismo, o sea, acusarlo porque habla específicamente en contra de Bush y otros altos funcionarios. Seitz dice: “Piensan que pueden probar (este cargo) más fácilmente, pero es igual de difícil. Quieren evitar las restricciones de la primera enmienda constitucional, pero pensamos que será más difícil de probar”.
A Watada lo han acusado de cuatro cargos de “conducta indecorosa”, con un nuevo cargo que sumaron en septiembre por un discurso que dio en la convención de Veteranos por la Paz. En ese discurso dijo: “Alistarse en las fuerzas armadas no significa renunciar al derecho de buscar la verdad, ni justifica abandonar el pensamiento racional y la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. ‘Solo cumplí órdenes’ nunca es una justificación… Hoy les hablo de una idea radical: para parar una guerra injusta e ilegal, los soldados pueden decidir dejar de combatirla”.
Si lo declaran culpable de todos los cargos, puede pasar hasta seis años en una cárcel militar.
No se ha fijado fecha todavía para el consejo de guerra. Family and Friends of Lt. Watada (www.thankyoult.org) ha hecho un llamado a manifestarse del 8 al 10 de diciembre para apoyarlo a él y a los demas militares que se oponen a la guerra.
Someter a Ehren Watada a consejo de guerra demuestra que la intención del ejército militar es callarlo, castigarlo por serle fiel a sus principios y mandar una advertencia al ejército. Tenemos que oponernos a este proceso y descarrilarlo.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Los planes para un desfile de Orgullo Gay en Jerusalén recibieron amenazas mortales y represión oficial.
Al acercarse al 10 de noviembre, el día del desfile, en las comunidades judías ultraortodoxas aparecieron afiches anónimos que prometían $500 por cada persona gay o lesbiana de la marcha asesinada. Unos grupos tenían planes de tirar manzanas con hojas de afeitar contra los participantes.
Esa campaña reunió fuerzas fundamentalistas y ortodoxas de las tres principales religiones (el judaísmo, el cristianismo y el Islam) que ven a Jerusalén como una ciudad sagrada.
De los fundamentalistas judíos, los principales opositores fueron los partidos religiosos ultraortodoxos que exigen que toda la sociedad siga sus rígidas reglas retrógradas y opresivas. El rabino Yehuda Levin, de Brooklyn (Nueva York), se puso a la cabeza con declaraciones incendiarias como “Israel es la Tierra Santa, no es la Tierra Marica”. Invitaron a participar a clérigos islamistas palestinos que quieren imponer su versión reaccionaria de las leyes islámicas (sharía) en toda la población.
El rabino Shmuel Pappenheim (un vocero de las poderosas fuerzas ultraortodoxas Haredim) condenó el desfile de Orgullo Gay como una “provocación contra el Torá, la moral y la humanidad”. Por su parte, el jeque Tayseer Tamimi, el juez que encabeza el tribunal de sharía de Cisjordania y Gaza, dijo: “Esta marcha es parte de la campaña desaforada contra el Islam, la doctrina y los lugares sagrados”.
El jeque Ibrahim Hassan, de una mezquita de Jerusalén, dijo: “Hay que prohibirles a esos homosexuales su desfile y, es más, castigarlos y mandarlos a algún lugar aislado”.
Los reaccionarios judíos y musulmanes tenían planes de enfrentarse juntos en las calles a los gays y las lesbianas. Al aproximarse al 10 de noviembre, por las noches bloquearon calles e incendiaron tachos de basura en los vecindarios ultraortodoxos… y declararon que si el gobierno no prohibía el desfile gay, ellos lo harían con violencia.
Los teócratas judíos amenazaron atacar a los gays que marchaban en Jerusalén occidental, mientras que el jeque Tamimi prometió enfrentárseles en Jerusalén oriental.
Esta campaña recibió apoyo internacional. Shlomo Amar, el principal rabino sefardí de Israel, pidió personalmente la intervención del papa Benedicto XVI. En respuesta, el Vaticano (un estado abiertamente teócrata gobernado por la iglesia católica), pidió en una nota diplomática al gobierno israelí “ejercer toda su influencia” para cancelar el desfile. Razonó que la libertad de expresión no se debe extender a ofensas a los “valores religiosos”. (Solo hay que pensar en toda la gama de cosas que ofenden sus “valores religiosos” para ver que se trata de una lógica represiva de gran alcance).
Jerusalem Prayer Team, una coalición evangélica de Estados Unidos con importantes fascistas cristianos como Jerry Falwell y el escritor Tim LaHaye, también le pidió al gobierno israelí impedir el desfile.
Ben Yizri, un representante parlamentario de un partido religioso que forma parte de la coalición gobernante, declaró: “Creemos que a Dios le ofendería mucho” la marcha. En los vecindarios ultraortodoxos, los afiches decían que un desfile de Orgullo Gay podría provocar que dios desatara terremotos, guerras o la destrucción de Jerusalén (como supuestamente les hizo a los “sodomitas” antiguos).
Esta es la misma lógica anticientífica de la “cólera de dios” que propagan los fascistas cristianos de Estados Unidos. El reverendo Pat Robertson dijo que dios mandó que un huracán castigara a la ciudad de Orlando por tener un desfile de Orgullo Gay; otros pastores fascistas cristianos han dicho que el huracán Katrina fue el castigo de dios a la ciudad de Nueva Orleáns.
Días antes del 10 de noviembre, las autoridades municipales de Jerusalén prohibieron el desfile con el pretexto de las amenazas. Ya había tenido dos aplazamientos, un cambio de ruta, recortes en la ruta y condenas despiadadas. Al último instante, el gobierno municipal, dominado por fuerzas judías ultraortodoxas, simplemente lo canceló.
El rabino Levin declaró victoria: “Un grado de pureza ha regresado a Jerusalén”. Los reaccionarios atacaron a los gays y las lesbianas que trataron de marchar alrededor del estadio.
En un insulto final, la Suprema Corte de Israel permitió una marcha antigay. Desfilaron con vacas y caballos para demostrar que consideran infrahumanos a los gays y las lesbianas. ¡Esa “marcha de las bestias” recorrió las mismas calles prohibidas al desfile gay!
A pesar de todos los ataques y amenazas reaccionarios, el 10 de noviembre miles de personas celebraron un mitin en el estadio deportivo de la Universidad Hebrea en defensa de los derechos de los gays. El New York Times informó que había el doble de policías que de participantes. La policía acordonó una zona de un kilómetro alrededor del estadio para que no hubiera marchas. El Times informó: “Muchos participantes dijeron que no son gays sino partidarios de los derechos civiles en una reunión anual muy polémica en esta ciudad religiosa y conservadora”. Ese mismo día arrestaron a 30 activistas gays que intentaron marchar desde un parque de Jerusalén, y a cinco judíos ortodoxos que tenían navajas.
De los meses de confrontación y debate en Jerusalén se ve que, a pesar de sus discrepancias y hostilidad milenarias, esas fuerzas religiosas conservadoras y agresivas han encontrado una causa común para imponer tradiciones retrógradas, como la dominación de los hombres sobre las mujeres y el castigo severo a las relaciones íntimas de personas del mismo sexo.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Reseña de álbum:
Political Blues
World Saxophone Quartet
Justin Time Records 2006
Political Blues es intenso, profundo y ameno. En la tradición del Freedom Now Suite (Suite Libertad ya) de Max Roach de 1960, este nuevo CD del World Saxophone Quartet (WSQ, Cuarteto Mundial de Saxofón) se ubica en el momento actual; capta el profundo descontento, y furia, de amplios sectores sociales, y más a partir del huracán Katrina. Como indica la funda del disco, WSQ decidió abordar el clima político actual con “letras sin rodeos, arreglos que hacen reflexionar y una interpretación inigualable… una grabación que hierve de desdén por el gobierno actual”.
Una mano que alza un saxofón al aire adorna la portada del CD. Evoca el puño de poder de los años 60 que adornaba millones de playeras y brazaletes, y se convirtió en símbolo de rebeldía para toda una generación. El fervor de esos tiempos claramente resuena en esta compilación.
La pieza del título se abre con un cencerro, al cual sigue un bajo eléctrico pesado. Tras ocho compases, arranca todo el conjunto, que produce, como magia, el sonido de una banda grande, y los instrumentos de viento avientan la melodía y cuentan sus verdades. Ya establecido el ambiente , David Murray da el primero aldabonazo, no en su saxo tenor o clarinete bajo, sino con letras virulentas que fusionan rap, funk y blues tradicional (en inglés “blues” también significa “la depre”):
Tengo los blues de política/ Me harto de escucharlo todavía/Tengo los blues de política/ Katrina rompió el dique este día/Tengo que salir de aquí a buscar tantita armonía. Voy a subir en el pájaro de fierro y volar a otro continente/voy a escalar el Gran Muro de China para preguntar al presidente Mao qué quería decir exactamente. Tengo los blues de política/el país está en otra guerra/Tengo los blues de política/los damnificados me tocan la puerta…
Acusa también a Bush, Cheney, Rice; las elecciones de 2004 que nos encajaron este equipo monstruoso; el Partido Republicano; y el papel estadounidense en el tercer mundo.
Tocan tres de los fundadores de WSQ: Oliver Lake (alto), David Murray (tenor, clarinete bajo) y Bluiett (barítono). Bruce Williams y Jaleel Shaw comparten el lugar del alto para completar el cuarteto (el cuarto fundador, Julius Hemphill, del saxofón alto, murió en 1995). Pero el disco se distingue del sonido usual de WSQ de puro saxo. La lista de músicos invitados es impresionante: Jamaaladeen Tacuma, bajo; Craig Harris, trombón; Lee Pearson, tambores; James “Blood” Ulmer, guitarra y voz; Jeremy Pelt, trompeta; Carolyn Amba Hawthorne, voz; y Herve Samb, guitarra.
Al escuchar Political Blues, los aficionados de muchos años de WSQ reconocerán de inmediato su sonido único, lo imprevisible y el romper de toda tradición de los saxofones en sus cuartos niveles acordes, que de repente vuelan al espacio sideral tonal. David Murray es uno de mis músicos favoritos desde hace 25 años. Su música, no solo con WSQ sino en sus muchos otros proyectos, siempre trae una buena dosis de rebeldía, y como parte de eso desafía toda noción de autocomplacencia de “jazz tradicional”. Es conocido por su exploración de chillidos del registro estratósferico que al mismo tiempo son discordantes y fluidamente integrados en el viaje musical al que nos lleva ; incluso si vuela hasta donde uno no sabe ni qué onda, siempre regresa a recogerlo. Por más raras que sean sus exploraciones, siguen arraigadas en blues y jazz, con una gran dosis de funk y soul.
Political Blues vuelve repetidamente al tema de negligencia oficial imperdonable tras el huracán Katrina, no solo en la letra sino en la presencia de melodías jazzistas de Nueva Orleáns y marchas de Bourbon Street, revueltos con super-funk, blues de emotividad primordial e improvisación de lo más indisciplinada.
Se destacan también otras piezas . En Mannish Boy, James Blood Ulmer interpreta una canción clásica de Muddy Waters, combinando un blues tradicional que haría bailar a un muerto con los chillidos y sobrevuelos únicos de WSQ, y le imbuye una nueva pasión al estribillo: “Soy un hombre… soy un hombre”. Asombrosa Desgracia evoca la tonada del himno Asombrosa Gracia, pero cuando Carolyn Amba Hawthorne canta: Asombrosa desgracia/Cuando nos arrastraron hasta/ este lugar de mil tristezas/Violaron a nuestras madres/Encarcelaron a nuestros padres, robaron las tierras/Destruyen la tierra, agua y aire, no hay ni gota de resignación ni capitulación. En Bluocracy, Bluiett tacha de “neos” y “los ni-fu-ni-fa” a los músicos jazzistas conservadores y pregunta: “¿Habríamos de volver a ser esclavos? ¿A entretener a los amos modernos del siglo 21?”. En esta, la segunda parte de una suite blusera de tres partes, el trombonista Craig Harris produce con el instrumento aborigen didjeradoo un gruñido claramente descontento bajo un coro optimista de saxofones, que abre el paso para un dueto descabellado entre Harris, a la vez vanguardista y del estilo Nueva Orleáns, y Murray con sus vuelos espaciales. La ultra-funky Blue Diamond con sus punteos insistentes del bajo me hizo recordar la pieza de Sly and the Family Stone, Thank You Falettinme Be mice Elf Agin (¡que si no se entiende en inglés mucho menos en traducción!). Simplemente divierte esta composición de Craig Harris con un swing relajado sobre el cual lanzan solos increíbles Harris, Murray y Bluiett. La última pieza, Spy On Me Blues (Blues que me Espían), ofrece solos de saxofones y voz de Oliver Lake que critican satírica y tajantemente la pésima y criminal respuesta del gobierno a Katrina.
Sin duda, vale la pena oír este disco y gozarlo una y otra vez. Como indica la funda del disco, Political Blues es “una declaración a la vez oportuna y eterna, y en ningún momento deja de asombrar”.
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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006
Universidad de Arizona, Tucson: Últimamente los militantes de El Mundo no Puede Esperar han surgido como una importante fuerza de resistencia en esta universidad de 35,000 estudiantes, y han tropezado con represión oficial y ataques de derechistas.
El 5 de octubre centenares de personas participaron en un mitin en el paseo central para sacar al gobierno de Bush. (Hay informes sobre este mitin y las actividades del 5 de octubre por todo el país en el portal worldcantwait.org).
El mitin prendió una reacción de fuerzas derechistas pro Bush, como una columna titulada “Sí, el mundo puede esperar” y varias cartas en el periódico estudiantil Daily Wildcat. El periódico no quiso publicar un artículo para contestar esos ataques y solo accedió a publicar una carta.
En un correo electrónico, uno de los organizadores colocó la reacción derechista en el contexto de la lucha sobre la libertad académica y la ofensiva reaccionaria de los camisas pardas de David Horowitz. “Aquí los derechistas no cuentan con una organización fuerte. No es como en UCLA u otras universidades, donde lo de Horowitz es espeso. Están aquí y tienen influencia, pero no tienen dirección. Funcionan como individuos. Pero los profesores progresistas y radicales reconocen la presión y varios me han dicho que han modificado sus clases para que no los acusaran de ‘parcialidad’”.
Hace poco, El Mundo no Puede Esperar propuso un debate con los Republicanos Jóvenes, pero estos dijeron que no. El organizador escribió: “Al comienzo del año académico, un miembro de Hillel [grupo estudiantil pro Israel] se reunió con el nuevo presidente de la universidad para azuzarle a atacarnos. (Varios militantes apoyaron a los palestinos y se opusieron a la guerra contra Líbano, aunque El Mundo no Puede Esperar no participó como grupo). Oí que el presidente le contestó que la libertad académica ampara nuestras actividades”.
El capítulo de El Mundo no Puede Esperar organizó un festival de arte de resistencia, pero las directivas y la policía universitaria lo frenaron. Como nos escribió el organizador: “Queríamos celebrar un festival de música y artes de todo un día en el paseo el 4 de noviembre. Sin embargo, la policía universitaria cambió los requisitos varias veces, al igual que una decana, Veda Kowalski, que lleva años bloqueando nuestras actividades. Nos pusieron un montón de obstáculos tontos, como que no había suficientes tachos para la basura. Al final, tres días antes del festival, nos dijeron que teníamos que pagar $1,600 de ‘seguridad’. Antes nos habían dicho que no sería necesario tener guardias de seguridad. Esto nos obligó a cancelar el festival, tras una fuerte inversión de tiempo y recursos. Nos dijeron que era necesario poner guardias de seguridad porque iban a participar de 50 a 100 personas, pero a otro grupo estudiantil que esperaba la misma cantidad de personas en otro evento no le cobraron nada. De hecho, a diferencia de nosotros, no les pidieron nada. Nos aplicaron criterios muy diferentes. Sospechamos que… decidieron no permitir el festival y cambiaron los criterios”.
Otro incidente poco después sacó a flote la represión oficial de El Mundo no Puede Esperar. El Club de Debates le pidió al grupo que participara en un debate público sobre las libertades civiles. El Mundo no Puede Esperar explicó en su portal que el Club de Debates auspiciaba el debate, pero debido a una falta de comunicaciones, puso una fecha errónea.
El militante nos escribió: “Nos enteramos de que la policía universitaria lee nuestro portal y posiblemente nuestra cuenta de MySpace. Vio la noticia, investigó y descubrió que había otra actividad programada para esa fecha… Nos acusó de querer trastornar la otra actividad e informó a la dirección. En una carta al presidente explicamos lo que pasó y le pedimos una cita. Le dijimos que esa es una táctica de un estado policial, y no de una universidad. Pensamos que tal vigilancia de nuestro grupo o de cualquier otro grupo estudiantil debe parar. Nos han informado que con toda probabilidad estamos en una ‘lista de vigilancia’ de la policía universitaria, que supuestamente existe para averiguar si las asociaciones estudiantiles permiten que los menores de edad tomen bebidas alcohólicas. Nos tienen fichados y estamos planeando nuestra respuesta”.
El portal nacional de El Mundo no Puede Esperar (worldcantwait.org) dice: “Es verdad que los estudiantes de la Universidad de Arizona y los habitantes de Tucson tienen que condenar estos ataques; esto es parte de una atmósfera que amenaza a las universidades y es necesario que estallen situaciones así por todo el país”.
Los militantes de El Mundo no Puede Esperar están ampliando su trabajo en la universidad y la ciudad. El 28 de noviembre tendrán una reunión donde hablará el Rdo. John Fife sobre “La teocracia, la guerra preventiva y la tortura: George W. Bush y la teología imperial”. Fife es cofundador del Movimiento de Santuario y su iglesia refugió de 12,000 a 15,000 centroamericanos durante los años 80. También es cofundador de la Patrulla Samaritana, que ahora es parte de No más Muertes, un grupo que proporciona ayuda humanitaria a los que cruzan la frontera en el desierto.
El organizador nos comentó: “Estamos en contacto con las iglesias, que es algo nuevo para nosotros. Alquilamos un salón con cupo para 500 personas y creemos que se va a llenar”.