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El borrador del nuevo programa del PCR,EU 

Borrador del Programa, Parte 2


Abolir la discriminación a los inmigrantes

En tiempos de crisis y guerra, y en “tiempos normales”, el sistema mundial imperialista saca a millones de personas de su país y las arroja de un lado del mundo al otro en busca de trabajo para subsistir.

Hoy en Estados Unidos hay millones de inmigrantes de México y el resto de Latinoamérica, el Caribe, Asia y las islas del Pacífico, el Medio Oriente, Europa oriental y otras partes del mundo. Su presencia fortalece el carácter internacionalista del movimiento revolucionario en este país. La mayoría son parte del proletariado multinacional, y fortalecen el potencial y las fuerzas de la revolución proletaria aquí en las entrañas de la bestia.

En una sociedad altamente estratificada y segregada, grandes grupos de inmigrantes viven y trabajan como una casta inferior, concentrados en los peores trabajos de manufactura y agricultura, como conserjes, ayudantes de mesero, trabajadores domésticos, etc. Atrapados en trabajos de baja categoría, tienen lo peor de todo: vivienda, servicios de salud, educación y demás servicios sociales.

La burguesía dice que este país es el “gran crisol de razas” y recluta mano de obra barata de inmigrantes; pero crea una xenofobia antiinmigrante para degradarlos, aislarlos y mantenerlos superexplotados y en condiciones infrahumanas. Los inmigrantes son un elemento clave y dinámico de la nueva economía estadounidense, y constituyen el 12% de la fuerza laboral.

Aparte de los inmigrantes proletarios, otro sector importante son los profesionales que terminaron una carrera en su país, a quienes los capitalistas contratan por salarios mucho más bajos que a sus colegas estadounidenses. Otros inmigrantes son pequeños empresarios o inversionistas.

La composición de clase de los grupos inmigrantes es una consecuencia directa de la política migratoria selectiva del imperialismo yanqui.

Hay muchos inmigrantes de países como Cuba y Vietnam, donde una revolución tumbó gobiernos títere de Estados Unidos. La clase dominante les ha dado la bienvenida, especialmente a los que eran explotadores y opresores en su país; les ha dado beneficios y privilegios, y ha constituido con ellos una fuerza reaccionaria (aunque, por otro lado, muchos cubanos y vietnamitas son pobres y son parte del proletariado).

Durante toda la historia de este país, hasta hoy, los inmigrantes han sido chivos expiatorios según las necesidades económicas y políticas (de la política exterior o nacional). En la II Guerra Mundial, metieron a los descendientes de japoneses a campos de concentración; a los árabes los pintan de “terroristas”; un día los de origen chino son una “minoría modelo” y al día siguiente son “espías solapados”; los haitianos y africanos son “delincuentes” (así como los afroamericanos en este país racista); y a los trabajadores mexicanos los tildan de “parásitos” y de “ilegales” por venir al Norte en busca de trabajo.

La posición y las medidas del proletariado revolucionario

La firme posición del proletariado y su partido de vanguardia es movilizar una fuerte resistencia a todos los ataques contra los inmigrantes: la deshumanización, la negación de derechos y los ataques racistas.

El proletariado acabará enérgica e inmediatamente los atropellos a los inmigrantes. Ningún ser humano será “ilegal” o “extranjero”. Nadie tendrá que “vivir en las sombras” por miedo de que alguna autoridad (de una escuela, hospital o la policía) lo mande a la cárcel o a deportar.

Se aplastará a las fuerzas militares que actualmente acosan y maltratan a los inmigrantes: la Migra, la Patrulla Fron­teriza, los paramilitares cazainmigrantes, la policía, el ejército, los infantes de Marina, etc. La frontera sur será totalmente transformada. (Véase el apéndice “Internacionalismo y relaciones internacionales”).

A nadie lo castigarán ni lo humillarán por no saber inglés o por hablar con acento. No se suprimirán ni se desprestigiarán los vibrantes idiomas, culturas y tradiciones de los inmigrantes; en cambio, se aprenderá de su diversidad y riqueza, y serán un elemento dinámico del florecimiento de una nueva cultura y educación socialistas.

Se organizará debate y lucha de las masas para criticar las costumbres feudales y demás costumbres que oprimen a la mujer, apoyándose en las masas para de­secharlas.

De los aproximadamente 30 millones de inmigrantes que viven en este país a principios del siglo 21, millones son de países dominados y saqueados por el imperialismo yanqui, y la clase dominante teme que debiliten la cohesión y el tejido social, lo cual socavaría su poder despótico en el mundo.

En cambio, el proletariado abre los brazos a estos compañeros y compañeras, y aprovechará su gran experiencia de lucha contra la dominación yanqui para tumbar al imperialismo estadounidense y construir el socialismo. Esos conocimientos y experiencias son un elemento importante del potencial revolucionario de los inmigrantes.

Las luchas de los inmigrantes en este país han fortalecido muchos movimientos de resistencia y llevado a otros sectores, especialmente a la clase media, a oponerse a la injusticia (como por ejemplo los crímenes del imperialismo yanqui en Centroamérica). A pesar de una feroz represión, los inmigrantes han desempeñado un papel clave en muchas luchas a lo largo de la historia, como las que dieron origen al Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) y al Día Internacional del Trabajador (1º de Mayo), y en los últimos años, la Rebelión de Los Ángeles de 1992. Las militantes luchas de los inmigrantes en los sectores más oprimidos de la sociedad fortalecen la capacidad de lucha del proletariado.

Los inmigrantes no europeos experimentan muchas formas de opresión y tienen muchas formas de resistencia en común con los negros, amerindios, chicanos y otras nacionalidades oprimidas de este país. La revolución proletaria abolirá la común discriminación, racismo, criminalización, represión y brutalidad policial de la vieja sociedad.

El nuevo estado socialista eliminará la exclusión de los inmigrantes de vivienda digna, servicios de salud, educación y todas las demás instituciones económicas, sociales y políticas. Disfrutarán de plena igualdad de servicios y del derecho a un trabajo digno como parte de la construcción del socialismo. Los recién llegados no vivirán segregados en viviendas destartaladas, atestadas e insalubres y se prohibirá toda forma de discriminación a los inmigrantes.

Se aplicará la orientación básica de fomentar respeto a los idiomas y las culturas de todos los pueblos, y no será obligatorio saber inglés para participar de lleno en la sociedad y la lucha para transformarla. (Véase el apéndice “Eliminar la opresión nacional y la supremacía ­blanca”).

Se invitará a los inmigrantes a enseñarles a las nuevas generaciones los horrendos crímenes que los imperialistas de Estados Unidos y otros países cometieron en sus países de origen. Se alentarán y apreciarán sus aportes a la transformación de la sociedad y al avance de la revolución mundial hacia la meta del comunismo.

En el futuro comunista, las fronteras que dividen y jerarquizan a la gente serán tan absurdas como la noción de “divisiones raciales”, y la palabra “inmigrante” ya no tendrá sentido.


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