Borrador del
Programa, Parte 2
El frente único
bajo dirección proletaria Para que una revolución triunfe en Estados Unidos habrá que movilizar al campo de batalla una amplia y diversa gama de fuerzas, y estas tendrán que unirse bajo la firme dirección revolucionaria del proletariado y su partido de vanguardia. El frente único es una alianza básica de clases opuestas al imperialismo bajo la dirección del proletariado, la única clase capaz de agrupar las fuerzas necesarias para tumbar el sistema imperante, así como para dirigir la construcción de una nueva sociedad. El frente único se forja en el hervor de las luchas y de los conflictos políticos e ideológicos centrales de la sociedad. En las condiciones concretas de Estados Unidos, el núcleo del frente único es la alianza de la lucha del proletariado de todas las nacionalidades para acabar toda la opresión y explotación por medio de la revolución proletaria, por un lado, con las luchas de los negros, chicanos, puertorriqueños, amerindios y otras nacionalidades oprimidas contra su opresión como pueblos, por el otro lado. ¿Por qué debe el proletariado consciente de clase poner en juego la fuerza y tenacidad de los diferentes sectores de la población? En una palabra, porque quiere ganar en el sentido más completo. En un país como Estados Unidos no será posible iniciar y ganar una insurrección armada si no se cuenta con una amplia gama de aliados de los diversos sectores de la población. Si no se cuenta con esa alianza, ¿cómo entonces se va a romper el cerco enemigo de la insurrección y sus primeras plazafuertes en los centros urbanos... y conquistar el poder en todo el país? Una vez que tome el poder, el proletariado no podrá llevar a cabo la transformación de la sociedad, como parte de la revolución proletaria mundial, si no se une a amplios sectores, entabla lucha con ellos y los dirige. Con el curso del tiempo, transformará radicalmente sus condiciones materiales y su concepción del mundo de acuerdo a la meta final de abolir las diferencias de clase y alcanzar el comunismo a nivel mundial. Luchar por una repolarización favorable La configuración de fuerzas que tenemos hoy no favorece a la revolución proletaria. Sin embargo, eso es algo que puede cambiar dramáticamente, y relativamente rápido, como consecuencia de importantes cambios en la situación internacional, política, social y económica (tal como ocurrió en los años 60 y 70). Pero el proletariado consciente de clase no puede aguardar pasivamente cambios en la situación objetiva. Tanto la burguesía como el proletariado, los dos grandes contrincantes de la sociedad, se esfuerzan por moldear la configuración de fuerzas a su favor. La burguesía, como clase dominante, procura crear y mantener una “polarización reaccionaria” por medio de fuerza y amenazas, de intrigas políticas y engaños, de mentiras difundidas por la prensa y campañas ideológicas orquestadas para crear confusión, temor y enemistades de las distintas capas sociales. En particular, la burguesía procura conseguir el apoyo de las capas medias a los ataques a las masas básicas, por ejemplo: recortes a la beneficencia social, represión policial, medidas contra los inmigrantes, y mayor segregación y discriminación. En todos esos casos, la clase dominante trata de canalizar contra los explotados y oprimidos la ira y ansiedad que el sistema le produce a muchos de las clases medias. Esa “polarización reaccionaria” le permite a la burguesía reforzar su dominio: conserva la “lealtad” de esas capas y aísla a los de abajo, haciéndoles creer que no tendrán aliados cuando luchen. El proletariado, bajo la dirección de su partido, procura generar una repolarización favorable, en la cual amplios sectores de la sociedad, como las grandes capas medias, vean que su suerte está ligada a la del proletariado, y por medio de la cual se pueda conseguir su apoyo, o por lo menos que no se opongan al derrocamiento revolucionario del imperialismo. Ese es el objetivo estratégico del trabajo revolucionario de hoy, y de hecho ya está teniendo ese impacto en el terreno político. En este sistema, muchos de las capas medias gozan de abundantes privilegios y no se identifican con los oprimidos de aquí ni del resto del mundo. Sin embargo, el cambio radical corresponde a los intereses fundamentales de la gran mayoría de la población. Lo que ganará la mayoría por medio de la revolución proletaria es mucho más de lo que perderá, no solo con respecto a seguridad económica y bienestar social, que el capitalismo fundamentalmente no le puede dar, sino también en el sentido de una existencia social valiosa y liberadora, lo cual es más importante. Por eso la burguesía y el proletariado “luchan por las fuerzas del medio”. Los “dos 90/10” No es posible saber con anticipación qué posición tomarán las diferentes capas y fuerzas sociales cuando se dé el enfrentamiento decisivo; eso se verá en el momento mismo. Sin embargo, el proletariado consciente de clase debe procurar ganarse a la gran mayoría. Nuestro partido tiene una orientación estratégica para esto que se llama los “dos 90/10”. O sea, el proletariado consciente de clase debe procurar ganarse al “90%”, a quienes, en última instancia, beneficia la revolución proletaria, contra el “10%”: la clase dominante y sus lacayos recalcitrantes. Esto se aplica tanto en Estados Unidos como a nivel mundial. Es decir, nos unimos también con el “90%” del mundo: la gran mayoría de los explotados y oprimidos por el imperialismo, sus aliados y títeres. Es importante ver que la orientación de los “dos 90/10” encierra importantes contradicciones, que en ciertos momentos pueden ser muy agudas. En un país como Estados Unidos, la defensa y aplicación del internacionalismo proletario conforme a los intereses del “90%” de los pueblos del mundo puede crear conflictos entre el proletariado consciente de clase y los intereses estrechos de ciertos sectores de la sociedad, especialmente de los privilegiados. Para tratar correctamente estas contradicciones, y las agudas “tensiones” que pueden crear, la vanguardia proletaria en todo momento debe poner en primer lugar los intereses fundamentales del proletariado y de las masas populares del mundo entero y, desde el punto de vista estratégico, perseverar en el objetivo de ganarse a la mayor cantidad de fuerzas de todos los sectores. Es importante ver también que la orientación de los “dos 90/10” no quiere decir que la lucha por el poder deba esperar hasta tener el apoyo de la gran mayoría. Aun en una crisis revolucionaria —cuando no se pueda postergar la insurrección armada en espera de esa mayoría, pues de hacerlo se perdería una oportunidad histórica y el proletariado sufriría un devastador revés—, es probable que el proletariado revolucionario cuente con mucho menos que el 90%. La insurrección y la guerra civil que la seguirá tienen que ser obra de las masas populares; para que tenga posibilidades de ganar, millones tendrán que combatir y apoyar la guerra popular. Sin embargo, es importante señalar que una de las características de la guerra revolucionaria —la insurrección armada y la guerra civil— es que muchos de los que pasarán a apoyarla se encontrarán, al principio, inactivos, o en el mejor de los casos tomarán una posición de “neutralidad amistosa”, o incluso estarán en el campo enemigo o simpatizarán con él. Pero no deben existir falsas ilusiones sobre esto: un rasgo característico de la revolución en esta ciudadela del imperialismo es que será un choque “entre dos sectores del pueblo”. La burguesía movilizará bajo su estandarte reaccionario una fuerza importante de la clase media e incluso de la clase trabajadora. A lo largo de todo el proceso previo al desarrollo de una situación revolucionaria, el proletariado revolucionario tiene que esforzarse por ganarse aliados de todas las capas posibles... para estar en la mejor posición para ganarse más aliados cuando llegue la hora de la lucha por el poder. Tiene que atreverse a iniciar la guerra revolucionaria cuando maduren las condiciones, y perseverar en la lucha para derrotar y desmantelar al ejército imperialista y las fuerzas contrarrevolucionarias de sectores atrasados del pueblo que luchen de su lado. Pero también, a medida que avanza la guerra revolucionaria, debe perseverar en la orientación de ganarse a más y más sectores del campo enemigo al campo revolucionario. ¿Por qué el proletariado consciente de clase debe tener la orientación de unir a la gran mayoría, aunque en un momento dado la correlación de fuerzas no se acerque a eso? Porque si descarta a posibles aliados, si no “lucha por los del medio”, por difícil que sea, no podrá hacer la revolución. No podrá efectuar la repolarización más favorable, tanto en situaciones específicas como en el proceso general de la revolución, y será mucho más difícil cumplir su histórica misión revolucionaria. Factores internacionales El frente único en Estados Unidos se debe construir como parte de la lucha mundial para tumbar el imperialismo y todas las fuerzas reaccionarias. Se construye en un contexto mundial en que las economías nacionales están sumamente interconectadas, y las luchas políticas y movimientos revolucionarios en distintas partes del globo pueden tener enormes repercusiones internacionales. Por ejemplo, en la época de los 60, la guerra de liberación del pueblo vietnamita contra el imperialismo yanqui acicateó la lucha de liberación de los negros y otros movimientos radicales en Estados Unidos y les dio un matiz revolucionario. La situación internacional influirá muchísimo en la situación y las posibilidades de hacer la revolución en Estados Unidos. Serán muy importantes factores tales como: si los imperialistas se encuentran empantanados en guerras; el avance de las guerras revolucionarias y la intensidad de los levantamientos revolucionarios en el mundo; giros de la economía mundial que produzcan graves trastornos; si se establecen estados socialistas por medio de revoluciones victoriosas, etc. La situación internacional también afectará profundamente las alianzas del frente único, por ejemplo: los rasgos específicos de la unidad con las capas medias; la configuración de fuerzas al interior de la clase trabajadora; las medidas concretas que adopte la revolución victoriosa, por ejemplo, concesiones a las capas más acomodadas para conservar su apoyo. La base del frente único Estados Unidos es una sociedad llena de contradicciones y luchas: la represión y desigualdad que sufren los negros y otras nacionalidades oprimidas, el patriarcado y la subyugación de la mujer, los ataques contra los inmigrantes, la enajenación de la juventud, las presiones económicas a la clase media, la comercialización degradante de los intelectuales y artistas. Aunque esas y otras contradicciones y luchas tienen sus propios rasgos históricos y repercusiones sociales, se desprenden de la naturaleza y la contradicción fundamental del sistema capitalista imperialista, y en eso radica la base material para la construcción del frente único. Los movimientos sociales son muy importantes para el proceso revolucionario porque incorporan diversos sectores de la sociedad a la vida y lucha políticas, y también afectan al proletariado: movilizan a los proletarios e influyen en el ambiente político y en el debate social. Todo eso despierta y alienta al proletariado. La vanguardia procura maximizar el desenvolvimiento del movimiento revolucionario y el ambiente político revolucionario de los sectores más explotados y oprimidos, y también maximizar la combatividad e impacto de los movimientos sociales de las capas medias. El proletariado consciente de clase se propone unir y encauzar las muchas corrientes de resistencia contra el enemigo en un poderoso torrente revolucionario. El frente único no tiene nada en común con los “tejemanejes” y componendas de los politiqueros burgueses. Por lo contrario, es la estrategia para la revolución, la alianza de clases para tumbar el imperialismo. Mantener la independencia e iniciativa en el frente único, luchar por dirigirlo El proletariado consciente de clase tiene que “unir a todos los que sea posible unir”. Pero si no conserva su propia iniciativa e independencia, la unidad con otras fuerzas de clase no será ni tan amplia ni tan poderosa como puede y debe ser. Por eso, el proletariado, a través de su vanguardia, debe bregar por dirigir el frente único; si no logra eso, el frente no estará al servicio de la revolución y los intereses de las masas se perjudicarán. La construcción del frente único no se da en un vacío; otras fuerzas de clase, con su propio programa, lucharán por dirigir las luchas y movimientos populares. Las capas medias harán aportes muy positivos, pero también plantearán programas que representen la posición “intermedia” y vacilante característica de su clase. Además, la burguesía, por medio de sus agentes políticos, intentará meter cuñas para trastornar las alianzas populares y canalizar el movimiento por caminos aceptables. El partido del proletariado tiene que analizar y distinguir entre esas contradicciones (que pueden entrelazarse y confundirse). Tiene que impulsar formas apropiadas de diálogo, debate y crítica de los programas en contienda, apuntar la lucha contra la clase dominante y unir a todos los que sea posible unir, y simultáneamente proteger e impulsar los intereses del proletariado y las masas oprimidas. La vanguardia del proletariado no logrará dirigir políticamente el frente único si expresa desdén o desconfianza hacia fuerzas con las que debe forjar unidad. Pero tampoco lo logrará si no deslinda su punto de vista y programa de los de otras fuerzas de clase, ni mucho menos si abandona los intereses revolucionarios y estratégicos del proletariado ante las exigencias de una situación particular o para preservar la unidad de una lucha dada. Por otro lado, sería incorrecto y socavaría la unidad con posibles aliados plantear la revolución como la base de unidad y la línea divisoria para las luchas, movimientos y organizaciones de masas hoy. El partido debe unirse en luchas con diversas fuerzas por objetivos parciales o limitados y, a cada paso, mantener en alto el estandarte de la revolución proletaria y procurar ganar fuerzas a ese estandarte. Al construir el frente único bajo dirección proletaria, el partido debe trabajar sistemáticamente para forjar lazos organizados con diferentes sectores del pueblo. Eso tiene gran importancia estratégica. (El apéndice “Crear opinión pública, conquistar el poder” analiza ese punto más a fondo). Asimismo, el partido debe atraer y reclutar a los luchadores más avanzados; eso es imprescindible para que el proletariado amplíe el frente único y establezca su dirección. Por medio de esa estrategia, y de ese complejo proceso, el proletariado enarbola más y más su propio estandarte, en luchas específicas y en general. Toma el escenario político, adquiere mayor conciencia de clase, se fortalece y eleva su conciencia política. Capta mejor su propia política e intereses de clase, y los puntos fuertes y débiles de las otras clases y capas sociales, a las que tiene que unir y dirigir para hacer la revolución. La orientación estratégica para la construcción del frente único Un objetivo importante en la construcción del frente único bajo dirección proletaria es transformar a los “luchadores de un frente” en “luchadores de todos los frentes”. Hay que enseñarles que las grandes injusticias del mundo provienen de una sola fuente: el sistema capitalista imperialista y el dominio de la burguesía. El frente único no es estático; es dinámico y siempre cambia. Constantemente surgen nuevas fuerzas; otras, más experimentadas, avanzan (y otras retroceden, por lo menos temporalmente). Cuando se intensifican las contradicciones del sistema imperialista (por ejemplo, como consecuencia del avance de las luchas revolucionarias del mundo), los sentimientos de las masas populares, y su orientación y actividad políticas, cambian radicalmente. Y cuando la situación llega al punto de una crisis revolucionaria, entonces es posible, y necesario, ganarse a muy amplias masas del proletariado y de otras capas sociales a una posición revolucionaria. En esos momentos, los objetivos estratégicos que plantea la línea del partido representarán la solución inmediata a los problemas candentes del día, y así lo percibirán grandes sectores del pueblo. Es decir, el planteamiento de que las urgentes exigencias del pueblo solo pueden solucionarse por medio de la revolución galvanizará y movilizará a millones. Por otra parte, se verá con mayor claridad que la línea y programa de otras fuerzas, que plantean objetivos y “soluciones” distintos a los de la revolución proletaria, no estarán a la altura de las urgentes necesidades y exigencias de las masas. Los que se aferren a esas líneas y programas quedarán paralizados políticamente, o se comprobará que están en el campo del imperialismo y de la contrarrevolución. En el desenvolvimiento de ese proceso, con la intensificación de las contradicciones objetivas y el trabajo multifacético del partido, la base de unidad de los movimientos populares y sus organizaciones, y del frente único en general, puede y debe ser la revolución: la lucha frontal para conquistar el poder bajo la dirección del proletariado y su vanguardia. Esa es la orientación fundamental del partido para la estrategia del frente único bajo dirección proletaria. La alianza clave para hacer la revolución en Estados Unidos La alianza más importante y estratégica para hacer la revolución proletaria en Estados Unidos es la alianza entre la lucha del proletariado, de todas las nacionalidades, para acabar toda opresión y explotación por medio del derrocamiento del capitalismo y del avance al comunismo mundial, por un lado, y las luchas de los negros, chicanos, puertorriqueños, amerindios y otras nacionalidades oprimidas contra su opresión como pueblos, por el otro. El partido plantea que esa alianza es el núcleo sólido del frente único bajo dirección proletaria y que es indispensable para la victoria de la revolución socialista en este país. La historia y el desarrollo del capitalismo en Estados Unidos hasta hoy ha sido una historia de opresión nacional; dicha opresión es uno de los pilares de la sociedad y de la dominación del imperialismo yanqui en todo el mundo. (El apéndice “Eliminar la opresión nacional y la supremacía blanca” analiza ese punto más a fondo). La opresión nacional azota a los más oprimidos, pero también afecta a todas las clases y capas de las nacionalidades oprimidas. Ha prendido luchas y movimientos nacionales que han estremecido el sistema imperialista e inspirado a grandes sectores de la población. Empezando con las rebeliones de los esclavos, pasando por la guerra de Secesión, hasta la Rebelión de Los Ángeles de 1992, ha sido el talón de Aquiles del imperialismo yanqui. Eso se demostró contundentemente durante las históricas luchas de los años 60. En abril de 1968, tras el asesinato de Martin Luther King, los negros se rebelaron en más de cien ciudades y combatieron a la policía, la Guardia Nacional y el ejército. Además, en esos momentos se vio el gran ascenso del Partido Pantera Negra, que convenció a cientos de miles de jóvenes de todas las nacionalidades de que la revolución era una necesidad. La lucha de liberación negra fue un toque de clarín para las demás nacionalidades oprimidas. Se formaron organizaciones revolucionarias y radicales de puertorriqueños, chicanos, amerindios y asiáticos. Esas luchas, y el apoyo que recibieron de todas partes de la sociedad (inclusive de los blancos) y del mundo, sacudieron a Estados Unidos hasta sus cimientos. Muchas de las medidas de la clase dominante hoy, como la severa represión policial en los ghettos y barrios pobres, se deben a su temor de una oleada más potente de lucha, como se vislumbró en la Rebelión de Los Ángeles de 1992. Todo eso recalca el gran potencial latente de los movimientos de las nacionalidades oprimidas contra su opresión como pueblos. En gran medida, las nacionalidades oprimidas forman parte del proletariado multinacional de Estados Unidos. Los negros y los latinos son más del 30% de los maquinistas, trabajadores de montaje y otros oficios. Hay grandes concentraciones en los hospitales, servicios de salud, mantenimiento de edificios y otros sectores necesarios para la acumulación de ganancias y el mantenimiento del capitalismo. Sufren doble opresión: opresión nacional y opresión como parte del proletariado multinacional, lo cual es potencialmente muy explosivo. Por eso, los proletarios de las nacionalidades oprimidas ocupan un lugar crucial en el proceso de la revolución proletaria. Las nacionalidades oprimidas de Estados Unidos son una fuerza enormemente poderosa de la revolución. Su lucha por alcanzar igualdad y emancipación está estrechamente ligada con la lucha del proletariado por el socialismo, y le da mucha fuerza a la causa revolucionaria. La única solución a la opresión nacional es derrocar el imperialismo. Es decir, si bien la opresión nacional tiene su propia dinámica y el estado proletario tendrá que aplicar normas y medidas específicas para acabar la desigualdad, es solo por medio de la revolución proletaria —conquistar el poder y transformar cabalmente la sociedad y el mundo entero para llegar al comunismo— que se podrá, por fin, arrancar de raíz y abolir la opresión nacional (y toda la opresión y explotación). El proletariado multinacional consciente de clase, con gran cantidad de proletarios de las nacionalidades oprimidas así como proletarios blancos, luchará consciente y directamente bajo el estandarte del proletariado revolucionario; otros sectores de las nacionalidades oprimidas lucharán como parte de movimientos de su nacionalidad bajo diferentes estandartes. Forjar la alianza de estas dos fuerzas, con un programa que solo puede realizarse mediante la revolución proletaria y al servicio de ella, será imprescindible para la victoria de la revolución socialista en este país. Forjar el núcleo sólido El partido tiene que forjar el núcleo sólido mucho antes de que estalle la crisis revolucionaria. En el curso de prepararse para tal crisis, el partido debe construir y fortalecer los lazos entre el movimiento revolucionario del proletariado consciente de clase y las luchas de las nacionalidades oprimidas contra su opresión como pueblos. La opresión nacional que ha existido a lo largo de toda la historia de Estados Unidos hasta nuestros días, las marcadas desigualdades y la constante propaganda ideológica del chovinismo blanco (racismo) han creado divisiones nacionales muy concretas en la clase obrera. La lucha revolucionaria tiene como tarea clave combatir todo eso. El proletariado consciente de clase tiene que impulsar la lucha contra la opresión nacional desde dos lados: en los movimientos de las nacionalidades oprimidas y en el proletariado de todas las nacionalidades. De un lado, tiene que unirse con las luchas de las nacionalidades oprimidas, y luchar por la línea y la concepción del mundo del proletariado revolucionario. Los representantes del proletariado deben apoyar la resistencia más combativa y firme contra la opresión nacional, y forjar lazos sobre todo con los luchadores más intrépidos. Los movimientos nacionales abarcan una amplia gama de fuerzas de clase de las nacionalidades oprimidas, entre ellas fuerzas de la clase media, que también sufren opresión nacional, ya sea racial profiling (detenciones por el color de la piel) o ataques contra la acción afirmativa. Su lucha y resistencia son factores positivos para la revolución, pero, ideológicamente, esas fuerzas tienden hacia el reformismo y el nacionalismo. Algunos sectores de la burguesía negra, constreñidos y restringidos por el capital monopolista, y víctimas también de la discriminación y el racismo, podrían verse obligados a aliarse con el pueblo. Sin embargo, son capitalistas y, en última instancia, aspiran a tener mercados y a explotar a los obreros. Esas fuerzas forman parte de los movimientos nacionales y contenderán, por medio de sus representantes políticos, para influenciarlos y dirigirlos. Pero si esas clases, con su concepción del mundo, dirigen, peligrarán los intereses fundamentales de los explotados y oprimidos. Recalcamos: si bien el proletariado revolucionario busca la unidad más amplia posible con esos movimientos, tiene que conservar su independencia e iniciativa, y luchar enérgicamente por su línea y programa revolucionarios, para lo cual se apoya en las masas proletarias de esos movimientos. De otro lado, debe cumplir la tarea más fundamental de impulsar a los proletarios conscientes de clase de todas las nacionalidades a las primeras filas de la lucha contra toda opresión, incluida la lucha contra la opresión nacional. Por eso, en su trabajo de base, sobre todo en los sectores más explotados del proletariado, el partido le da mucha importancia a la lucha contra la supremacía blanca y la opresión nacional, y moviliza a proletarios blancos y de las nacionalidades oprimidas a esa lucha. Por ejemplo, hace denuncias de la opresión nacional, particularmente en la prensa del partido, además de participar en luchas contra varios tipos de opresión nacional: la brutalidad policial; la construcción de cárceles en vez de escuelas y la regimentación de las escuelas y los multifamiliares como si fueran cárceles; los recortes a los programas de beneficencia social; los ataques contra los inmigrantes y las campañas chovinistas de “English only” y otros ataques contra el idioma y la cultura de los latinos y otros oprimidos; la bárbara opresión de los amerindios; y la lucha por la libertad de los presos políticos, muchos de los cuales son de los movimientos nacionales. El proletariado consciente de clase impulsa esas luchas como parte de la lucha contra toda la opresión, con el fin de tumbar la fuente de esa opresión: el sistema capitalista imperialista. La lucha contra la opresión nacional es crucial para la construcción del movimiento revolucionario, y para unir al proletariado y las masas populares en aras de sus verdaderos intereses revolucionarios y sentar las bases para librar y ganar la lucha armada cuando maduren las condiciones. Repetimos, solo la revolución proletaria puede arrancar de raíz la opresión nacional. En resumen El proletariado consciente de clase de todas las nacionalidades debe forjar y fortalecer el núcleo sólido, y construir el frente único más amplio que sea posible. El frente único bajo dirección proletaria es la estrategia para derrocar a la clase capitalista monopolista de Estados Unidos y transformar la sociedad como parte de la revolución proletaria mundial. El presidente Avakian señala: “El frente único bajo dirección proletaria es una orientación y un método, una estrategia, para la reconfiguración de las fuerzas de clase, en la cual los intereses y puntos de vista del proletariado adquieren la dirección por medio de un tortuoso y complejo proceso de unidad-lucha-unidad”. El frente único bajo dirección proletaria no es una simple táctica o artimaña, sino una estrategia a largo plazo para conquistar el poder y continuar la lucha hasta el comunismo. Al poner en práctica esta estrategia, el proletariado va captando los puntos fuertes y débiles de las distintas clases, y adquiere conciencia de sí misma como la clase a cuyos intereses fundamentales corresponde la revolución. Al aplicar la orientación de unidad-lucha-unidad con las fuerzas que aspira a unir y dirigir, el proletariado se fortalece y se capacita para dirigir la revolución, tumbar al capitalismo, tomar las riendas de la sociedad y rehacer el mundo. El proletariado aprende, como dice Lenin, a “convivir” con otras capas sociales y a transformarlas, tanto sus condiciones materiales como su concepción del mundo, durante un largo período histórico de continuar la revolución hacia la meta del comunismo mundial. Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta
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