voz del partido comunista revolucionario, eu
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Revolución #84, 4 de abril de 2007
De la Redacción de Revolución |
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La situación que se nos plantea, la situación que se le plantea al planeta entero, pide a gritos y con urgencia un cambio. Miremos alrededor con los ojos abiertos. Veremos:
• las guerras sangrientas que hacen estragos hoy en Irak y Afganistán, y pronto podrían envolver a Irán, sin que se vislumbre un fin, todo con el pretexto de la “seguridad”... y todo por el imperio;
• el desequilibrio del mundo: el hambre, las horribles enfermedades curables y la desesperación que asola a las regiones oprimidas de África, Asia y Latinoamérica... y la increíble riqueza y el lujo de los países dominantes, que en buena medida proviene de ese desequilibrio;
• la salvaje opresión de pueblos enteros, ya sea en Nueva Orleáns, la frontera sur, los ghettos negros, los barrios latinos, las reservas indígenas y demás. Es una opresión basada en la brutal historia de este país, que hoy adquiere nuevas formas... el penal ha reemplazado a las plantaciones y, ante nuestros ojos, una nueva forma de servidumbre se traga a millones de migrantes;
• la milenaria subyugación de la mujer, instituida por las costumbres, el derecho y la familia, reforzada hoy con mayor virulencia reaccionaria;
• la ignorancia impuesta que echa a perder el potencial de los seres humanos... acelerada hoy por el vertiginoso crecimiento de movimientos fascistas basados en la religión fundamentalista;
• y el afán ciego de ganancia, la esencia y el corazón del capitalismo, que avanza precipitadamente mientras el planeta se quema.
Todo esto y más ha persistido por generaciones. Todo esto y más asume formas extremas hoy. Todo esto y más demanda un cambio radical.
La “opinión común” dice que el cambio fundamental no es realista, que es imposible. Pero en realidad, lo menos “realista” es pensar que una capa de barniz va a resolver los problemas, o depositar la confianza en el oficialismo y la autoridad, mientras que la situación empeora. Para que sea posible un mundo diferente, un mundo mejor, es necesario bregar para entender cómo hacerlo y luchar para gestarlo.
Eso requiere dirección y ahí es donde entra Bob Avakian.
En los años 60 Avakian luchó contra la guerra de Vietnam y trabajó con el Partido Pantera Negra en la lucha por la liberación del pueblo negro. La valentía y la creatividad de las masas que se rebelaron en ese entonces, y los horizontes que abrieron, lo llenaron de entusiasmo. La ira por esas injusticias, así como el inagotable afán de comprender las razones fundamentales de tales injusticias, encendieron en él una gran pasión, que sigue ardiendo hoy. Al excavar a fondo vio un sistema cuyas reglas y funcionamiento producen y requieren opresión.
Al captar que la situación no debe ser así y no tiene que ser así, se volvió revolucionario y comunista. Perseveró, aun después del auge de la ola revolucionaria. Forjó y ahora dirige el Partido Comunista Revolucionario, EU, un partido que en las últimas décadas ha movilizado de muchas formas a miles contra el sistema, y que promueve la revolución y el comunismo.
Pero Bob Avakian es más que eso. Es alguien que no ha dejado de confrontar los interrogantes más difíciles de la humanidad. Al hacerlo, ha elevado a un nuevo nivel la concepción comunista del mundo y de cómo cambiarlo. Todos los que se preocupan por el futuro de la humanidad deben considerar seriamente y abordar plenamente las respuestas que ha elaborado y los caminos que ha forjado.
La opinión común dice que la revolución es imposible en un país como Estados Unidos: que el gobierno de este país es demasiado poderoso, que la gente del medio vive demasiado bien y que los de abajo están demasiado molidos y divididos. |
No tiene sentido negar que así pudiera parecer. Pero si la revolución es necesaria, y lo es, entonces hay que ver cómo concretarla en los hechos, por difícil que parezca. Bob Avakian ha aceptado ese reto. Ha analizado las profundas debilidades que yacen bajo la superficie del poder aparentemente asombroso del gobierno. Ha mantenido contacto con la ira subyacente, las elevadas aspiraciones y la fuerza en potencia que late en las masas, aun cuando están suprimidas o mal encauzadas, como es lo usual hoy. Ha demostrado que existen las bases y los medios para que una revolución alcance y gane a su lado, con el tiempo, a la gran mayoría de la población de Estados Unidos (inclusive a la mayoría de la clase media).
Dicha revolución, para que sea una revolución de veras, tiene que ser la obra consciente y resuelta de millones. Solo se puede hacer cuando el sistema esté en una crisis profunda y las masas estén convencidas de que no hay otra alternativa. No, la situación no ha llegado a eso... todavía. Pero no por eso debemos quedarnos pasivos; Bob Avakian ha desarrollado la orientación y la estrategia política para acelerar la llegada de ese día, y el partido que dirige dedica toda su energía y creatividad a eso.
Para que se dé una verdadera revolución comunista es fundamental que los de abajo (tanto los que trabajan como los que han sido descartados del todo) se salgan del molde que el sistema les ha impuesto y dirijan la revolución y la transformación de toda la sociedad. Bob Avakian nunca se ha desconectado de las masas; nunca ha perdido de vista su potencial de ser auténticas “emancipadoras de la humanidad”; nunca ha dejado de luchar con ellas para que se pongan a la altura de ese reto. Jamás ha dejado de buscar los medios para movilizarlas, forjar alianzas, aprender y bregar correctamente con grupos diversos de toda la sociedad... y de hacer eso a lo largo de todo el proceso revolucionario.
Pero no es solo eso. Bob Avakian escucha y aprende profundamente de gente de todas las capas sociales, y todo eso se expresa en su pensamiento estratégico. Nunca ha dejado de ejercer dirección concreta en la construcción de movimientos y luchas para forjar un movimiento revolucionario y un “pueblo revolucionario”.
En Estados Unidos se necesita una revolución... y puede darse. Con la dirección de Bob Avakian, ese camino se ha esbozado y se está forjando en la práctica.
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La opinión común dice que el socialismo no funcionó, que no puede funcionar y que el “comunismo ha muerto”. |
Esa es la cháchara incansable de las últimas décadas, ¿pero es cierto? Bob Avakian ha hecho un análisis profundo de la experiencia de la “primera ola” de revoluciones socialistas que se dieron en Rusia y en China. Ha estudiado a fondo sus logros: por primera vez en la historia, los esclavos y oprimidos de ayer tomaron el poder y avanzaron de manera asombrosa hacia la eliminación de los horrorosos males que los llevaron a hacer la revolución. Esas revoluciones dieron pasos agigantados y desconocidos para superar las desigualdades e injusticias, para darles a las masas una vida mejor plena de esperanza y para darles control de la sociedad. Lograron todo eso a pesar de una feroz y poderosa oposición y en condiciones completamente nuevas, sin experiencia previa que las guiara.
Pero no puede terminar ahí. Bob Avakian también ha analizado a fondo cómo y por qué se restauró el capitalismo en la Unión Soviética y en China. Ha analizado cómo los revolucionarios intentaron impedirlo y qué lecciones —positivas y negativas— podemos sacar de esas experiencias.
A partir de eso ha planteado un nuevo análisis para que la sociedad socialista sea emancipadora y a la vez vibrante. Al igual que en las mejores experiencias de las primeras revoluciones socialistas, el nuevo poder estatal revolucionario ha de ser un instrumento en manos de las masas para suprimir a las fuerzas reaccionarias. Procedería rápidamente a erradicar las injusticias y transformar radicalmente las desigualdades heredadas del viejo sistema.
La nueva sociedad también desarrollaría una economía que satisfaga las necesidades básicas de todos; pero su “motor” no sería la explotación de miles de millones de personas en el resto del mundo ni saquearía el planeta con una sed insaciable de “más, más y más”. Desarrollaría la nueva economía como parte de las transformaciones que eliminarían, con el tiempo y en oleadas, la división del pueblo en clases, así como las relaciones al estilo capitalista y las viejas instituciones e ideas que seguirían ejerciendo considerable influencia después de la revolución. Naturalmente, tendría que hacer todo esto ante una oposición sin tregua de los imperialistas del mundo y los explotadores recién tumbados. Para sobrevivir, el nuevo poder tendría que derrotar sus intentos de restaurar el capitalismo.
Un aspecto fundamental de todo esto es que el nuevo poder revolucionario tendría que permitir, y de hecho promover y fomentar, el disentimiento, del cual también aprendería. Eso incluye disentimiento que se opone de una manera fundamental a los objetivos de la nueva sociedad (con tal que no sean tentativas concretas de tumbar el socialismo). En comparación con lo que hicieron las sociedades socialistas del pasado, esto tendría que darse en una escala y dimensión completamente distintas, cualitativamente diferente.
El nuevo estado revolucionario movilizaría a la gente a trabajar en grupo y a resolver los problemas por medio de la cooperación y la colectividad; pero también valoraría la individualidad y la iniciativa individual. A la vez que participen en la transformación del mundo de una manera colectiva, las masas tendrían libertad y “espacio”, y una constitución y leyes que definirían claramente los derechos individuales y los procesos judiciales.
A los que por siglos se ha excluido de las artes, la ciencia y otras esferas intelectuales se les abrirían esas puertas. A los artistas, por ejemplo, se les alentaría a conectarse con el pueblo y a trabajar con las masas para crear obras que impulsen el cambio de la sociedad. Pero los artistas, los científicos y otros intelectuales también tendrían espacio para desarrollar su visión, incluso si esa visión se opone a medidas específicas o a las metas generales del estado socialista.
Por medio de la lucha se forjarían nuevas formas de poder para que las masas puedan gobernar cada vez más directamente la sociedad. La meta es esta: llegar a una sociedad de seres humanos libremente asociados capaces de transformar el mundo y a sí mismos consciente y voluntariamente… superar la sociedad dividida en clases y las ideas que se desprenden de esa división entre amos y esclavos. Esa no puede ser una visión distante, como el cielo de la religión. Tiene que marcar la pauta en todo y se tiene que manifestar en el avance concreto hacia esa meta en la mayor medida posible en todo momento. Por lo tanto, será un socialismo mucho más vibrante y diverso, mucho más “desenfrenado y alocado”, que las experiencias anteriores.
Al hacer un balance de esto, Avakian ha escrito: "Se necesita un núcleo sólido que capta firmemente y está comprometido con los objetivos estratégicos, las metas y el proceso de la lucha por el comunismo. Si perdemos eso, terminaremos devolviendo todo a los capitalistas de una manera u otra, con todos los horrores que eso implica. Pero, por otro lado, si no abrimos espacio para una gran diversidad y para que la gente explore muchos caminos, va a causar un tremendo resentimiento y, además, no vamos a tener el proceso dinámico y multifacético que permite que surja al mayor grado posible la verdad y nos dé la capacidad de transformar la realidad". ("El disentimiento en una sociedad vibrante" en: revcom.us)
La visión radicalmente nueva de la sociedad socialista y la transición al comunismo de Bob Avakian, ese modelo de una sociedad vibrante que arranca de raíz la injusticia y hace florecer el debate y la efervescencia como nunca antes, es un nuevo motivo de esperanza y una visión a la cual aspirar.
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La opinión común dice que el comunismo no da espacio a las ideas elevadas, los sueños o el sentimiento y que los seres humanos necesitamos la religión; o que a fin de cuentas el comunismo es simplemente otra religión. |
Eso tampoco es —ni debe ser— así. Bob Avakian sostiene que la ideología comunista debe expresar los ideales y las aspiraciones más elevados... que nacen de la dicha y el asombro de conocer, y cambiar, el mundo. La consigna en todo debe ser llegar a la verdad, y nada menos, por “incómodo” que sea.
Avakian ha reevaluado y reafirmado la importancia de la ética y la moral en una sociedad revolucionaria. Ha analizado cómo las relaciones fundamentales de la sociedad actual empujan a los individuos a verse como “propietarios de cosas” y a buscar provecho a costa de los demás. El capitalismo fomenta la mentalidad y la moral de “primero yo”, a pesar de las recomendaciones hipócritas de “amar al prójimo”. Por el contrario, la moral comunista se basa en vivir una vida orientada hacia la abolición y la superación de la división de la humanidad entre los que dominan y los dominados; a rebasar la sociedad en que se pelea por ascender dentro de eso. La meta de la moral comunista es llegar a un mundo en que los medios para producir lo necesario le pertenecen a la humanidad en común y la vida social se caracteriza por el florecimiento mutuo de los seres humanos. La esencia de la moral comunista es la preocupación por las masas populares del mundo entero, por su sufrimiento y, por otra parte, por su enorme potencial latente de transformar el mundo y la situación de la humanidad.
A los comunistas se les suele acusar de que creen que "los fines justifican los medios". De hecho, esa acusación les cae como anillo al dedo a los gobernantes de la sociedad capitalista. Pero Avakian no ha parado ahí. Argumenta que los comunistas tienen que adoptar medios coherentes con los “fines” (los objetivos finales y los principios fundamentales), y que los revolucionarios tienen que interrogarse constantemente al respecto.
Avakian también ha examinado de modo penetrante los peligros del fundamentalismo religioso, como el movimiento fascista cristiano de Estados Unidos. Ha demostrado que la religión es como un narcótico, que ofrece un espejismo de alivio y libertad pero que impide conocer y atacar las verdaderas causas del sufrimiento. La religión, sostiene, es una de las cadenas más fuertes que atan a las masas populares y las mantienen en una condición esclavizada y degradada. Por otro lado, ha señalado que mucha gente de creencias religiosas se opone a muchas formas de opresión e injusticia, y que los comunistas (al mismo tiempo que promueven amplia y audazmente el ateísmo) tienen que buscar terreno común con las personas religiosas progresistas e involucrarlas en discusiones y debates.
Bob Avakian también ha criticado y rechazado las ideas y los métodos dogmáticos y estereotípicos que han infectado a buena parte del movimiento comunista. Ha recalcado que aunque los comunistas tienen que mantenerse firmes a sus principios y métodos, también deben buscar el diálogo con otras corrientes, pensadores y movimientos, y deben aprender de ellos. Ha desarrollado el principio propuesto por Mao de que “el marxismo abarca, pero no reemplaza” otras esferas. Esto quiere decir que hay que aplicar el método y la orientación comunistas a todas las esferas del conocimiento y la actividad humana, pero es necesario indagar a fondo los aspectos particulares de las diferentes ramas del conocimiento. También quiere decir que los comunistas tienen que aprender de las verdades descubiertas por los que no son comunistas e incluso podrían oponerse al comunismo. Además, ante la moda actual de que “todo es relativo, cada uno tiene su verdad”, Avakian ha luchado por la orientación de no apartarse de lo que sabemos que es verdad en un momento dado y, por otra parte, tomar en cuenta que podríamos estar equivocados y aprender de los que discrepan con nosotros... todo con el fin de avanzar y profundizar el conocimiento humano sobre lo que es verdad.
Esta incansable búsqueda de la verdad ha llevado a Avakian a “ir contra la corriente”. Ha defendido la verdad inclusive ante una tremenda oposición, a veces del propio movimiento comunista. Como ha dicho, es cuestión de querer tanto la revolución que uno está dispuesto a ser rigurosamente científico.
En una palabra, Bob Avakian es un líder embriagado con la verdad: sigue la pista de la verdad a donde lleve y se opone implacablemente a la esclavitud mental de las creencias religiosas, la superstición y el dogma, de cualquier forma.
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La opinión común dice que "a pesar de todos sus defectos, no se puede esperar nada mejor que la democracia estadounidense". |
No es cierto; además es un espejismo mortal. Bob Avakian ha demostrado que los pilares de esta sociedad son la esclavitud de los africanos y el genocidio de los amerindios, y que han moldeado la estructura y la dinámica de la "democracia estadounidense" hasta el día de hoy. Hasta las libertades tan cacareadas, pero en realidad muy limitadas, de esta democracia (que hoy están eliminando rápidamente con el pretexto de la "guerra contra el terror") se cimientan en una plataforma de explotación despiadada y represión draconiana por todo el mundo.
Avakian ha escrito que la "gran democracia estadounidense" no es "una democracia pura y sin clases, sino un sistema de gobierno, y de democracia, basado en la explotación y opresión de las masas populares, en Estados Unidos y por todo el mundo. Es decir, es una democracia cimentada en el sistema capitalista e imperialista y en la clase dominante que lo controla y se beneficia de él, y al servicio de estos". (From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, A Memoir by Bob Avakian, p. 427)
No es simplemente cuestión de hipocresía o de "promesas traicionadas". Esto se desprende de las limitaciones y los estrechos horizontes del "ideal" de la democracia basada en el modo de producción capitalista. Esa democracia al fin y al cabo (y por encima de todo) tiene que proteger el "derecho" del individuo a competir para obtener ganancias y aventajar a los demás. Incluso si todo el mundo empieza en pie de igualdad en una "democracia jeffersoniana" ideal, esta competencia lleva inevitablemente a la explotación y la polarización de clases. Pronto los que "han subido a la cima" económicamente, gracias a su riqueza y tiempo libre, dominan la vida política y monopolizan los instrumentos de coacción del estado (el ejército, la policía, los penales). O sea, incluso el ideal de la democracia estadounidense lleva inevitablemente a la realidad represiva que tenemos hoy.
Bob Avakian ha mostrado profundamente la mentira que radica en el fondo del espejismo irrealizable del "sueño americano"… y ha demostrado por qué ha llevado, y lleva inevitablemente, a una pesadilla para tantos.
La opinión común dice que la enorme y horrible brecha entre las naciones imperialistas ricas y las regiones oprimidas del mundo no se puede abolir; o que lo único posible es que las naciones oprimidas obtengan una mayor parte del botín… o que pidan limosna. Asimismo, dice que nunca se podrán superar las divisiones nacionales ni el nacionalismo. |
La dominación y el saqueo de Asia, África y Latinoamérica por las potencias imperialistas podría ser la injusticia más flagrante del planeta. Bob Avakian ha excavado las dinámicas subyacentes que impulsan y refuerzan tal dominación y saqueo. A partir de eso, ha profundizado el principio de Marx de que los comunistas abordan la revolución desde el punto de vista del mundo entero, de la emancipación de toda la humanidad, y no de un solo país.
Ha demostrado que una revolución en un país como Estados Unidos tendría que hacer añicos el sistema de dominación y explotación internacional, que es una parte tan fundamental de su estructura actual. Asimismo, ha abordado los problemas que se presentan a las naciones oprimidas para hacer la revolución y superar esa opresión. Ha desarrollado el principio de que cuando los nuevos gobiernos revolucionarios se defienden de los ataques imperialistas, no pueden contraponer su propia defensa al apoyo a la revolución en otras partes; no pueden "conformarse con el statu quo" sino luchar para difundir la revolución por todo el mundo.
De joven Bob Avakian adquirió un profundo odio por el racismo y la supremacía blanca que empapa las raíces de la sociedad estadounidense. Por más de 40 años ha respaldado las luchas de las naciones y nacionalidades oprimidas, y ha luchado incansablemente contra el chovinismo, la supremacía blanca y el racismo. En esto no cederá ni un ápice… es algo muy arraigado. Pero tampoco acepta diluir el internacionalismo ni llevar algo menos que eso a las masas o a los movimientos de las nacionalidades oprimidas. Siempre busca los medios concretos para unir a las masas de todas las nacionalidades en la lucha contra toda la opresión, y especialmente las manifestaciones de supremacía blanca. Ha dicho claramente que las fronteras de Estados Unidos no tienen nada de "sagrado" y da la bienvenida a la lucha a los migrantes. Ha afirmado que un nuevo estado revolucionario en Estados Unidos tendría que empezar por mejorar la situación de los "más necesitados" y poner un gran énfasis en eliminar los legados del racismo y la supremacía blanca; asimismo, ha elaborado una orientación para hacerlo.
Bob Avakian, por medio de sus ideas, su práctica y su propia vida, ha demostrado que las divisiones entre nacionalidades y entre razas opresoras y oprimidas no son eternas, sino algo profundamente empotrado en el sistema imperialista… y que esto se superará por medio de una fiera lucha contra la opresión y esas divisiones, como parte de hacer la revolución y forjar un mundo comunista.
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Bob Avakian ha enfatizado que eliminar la opresión de la mujer tiene que ser un elemento crucial y una de las metas fundamentales de la revolución comunista. Hay quienes dicen que es justo y necesario que el hombre domine a la mujer, que así es la sociedad, así debe ser y nada lo podrá cambiar. Hay quienes se oponen a esa opresión pero no reconocen que, además de contar con el respaldo de miles de años de tradición, es una parte integral de las relaciones, estructuras e instituciones básicas de la sociedad capitalista "moderna". Aclarando todo esto, Bob Avakian ha dicho:
La opresión de la mujer y la dominación de la mujer por el hombre no se deben a la "voluntad" de un "dios" inexistente ni al "orden natural". Tampoco es algo que se pueda eliminar sin los cambios más radicales de la sociedad humana. En realidad, esta opresión y dominación surgieron junto con la división de la sociedad en amos y esclavos, explotadores y explotados, y son un elemento clave de dicha división. A su vez, eliminar todas las formas de explotación y todas las relaciones de amo y esclavo está íntimamente ligado con eliminar todos los aspectos de la desigualdad entre el hombre y la mujer, y todas las formas de dominar y degradar a la mujer. La emancipación de la mujer es una parte esencial, crucial y absolutamente necesaria de la lucha revolucionaria para emancipar a toda la humanidad y forjar un mundo radicalmente nuevo y mucho mejor.
Más que ninguna otra persona, Bob Avakian ha esbozado las respuestas a los interrogantes que se le plantean a la humanidad hoy y los caminos para resolver problemas angustiosos. Ha invitado a cuantos sea posible a participar en ese proceso… para dar con respuestas concretas y preparar a las masas para gobernar. Es un líder para estos tiempos… un líder revolucionario con una visión y un método auténticamente revolucionarios.
"¿Dónde están los líderes?"
Aquí está un líder y urge checarlo, discutirlo y seguirlo.
Pero a algunos les molesta la idea de tener líderes. Advierten que concentrar poder en las manos de un líder o de un partido de vanguardia conlleva peligros… y es cierto. Por eso, dicen, mejor no tener líderes.
Pero la sociedad sigue dividida entre los que están capacitados para trabajar con las ideas y tienen acceso a las ideas, y los que no están capacitados y no tienen acceso. Mientras esa situación persista, unas personas ejercerán una influencia social desproporcionada. Es decir, unos serán líderes de otros. Superar esa división, y cambiar radicalmente la necesidad y el carácter de la dirección, solo será posible cuando se elimine la división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual al llegar a la sociedad comunista.
Hasta entonces, la dirección será una necesidad vital (especialmente en el caso de los que buscan cambiar el mundo de verdad). Pensemos en serio en la situación que confrontamos y en lo que se necesitará para hacer y continuar la revolución. Pensemos en la complejidad de llevar a cabo las transformaciones de una sociedad revolucionaria recién nacida y de defenderla simultáneamente contra poderosos enemigos… todo en una atmósfera de debate, discusión y agitación social. ¿Se puede concebir esto de modo realista sin líderes templados que guíen el camino?
NO es cuestión de "tener líderes vs. no tener líderes", sino de qué clase de líderes, con qué metas y métodos. Bob Avakian lo ha dicho así: "A quien uno decida seguir, a quien vea como líder, depende de lo que ese líder representa, del camino que sigue y, fundamentalmente, del mundo que lucha por gestar, o para decirlo de otra forma, depende de adónde llevará a sus seguidores". ("¿Las masas necesitan los regaños de Bill Cosby o necesitan dirección para acabar con la opresión?", en: revcom.us)
Bob Avakian ha defendido y desarrollado un principio elaborado por Lenin: para hacer la revolución se necesita un partido de vanguardia, es decir, un grupo dirigente fogueado, basado en la ideología comunista. Y para ser una vanguardia auténtica, agrega Avakian, tiene que desencadenar la iniciativa consciente de las masas a transformar toda la sociedad.
Por otro lado, una lección de la historia es que existe el peligro de que tal partido se convierta en un instrumento opresivo, especialmente cuando tiene una posición de autoridad. Avakian ha explorado a fondo por qué es así y qué se debe hacer para manejar este problema sumamente complejo y difícil. Igualmente, ha luchado por divulgarlo para que las masas conozcan el problema y lo entiendan científicamente. El pueblo tiene que estar capacitado para "velar a la dirección" y, más aún, para avanzar paso a paso, conjuntamente con la transformación material del mundo, a superar y trascender esa brecha.
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Otros saben que los líderes son necesarios pero les consterna que el sistema los pueda eliminar. O, para ser francos, que ciertos líderes se venden.
En cuanto a los líderes que se venden, cualquiera pueda perder de vista las aspiraciones, creatividad y energía de las masas que este sistema siempre suprime y distorsiona. Cualquiera pueda perder su vínculo con las masas.
Pero no todos lo hacen. Bob Avakian nunca ha perdido de vista esas aspiraciones y esa creatividad ni ha dejado de apreciar ese vínculo. Además, ha hecho todo lo posible para que su método, enfoque y todo lo que ha aprendido sean "propiedad" de las masas. Las ha exhortado a dar lo mejor de sí al servicio de la humanidad y la revolución, y ha luchado para darles las herramientas que necesitan para hacerlo.
Todo esto lo ha hecho a pesar de grandes riesgos personales, con una gran integridad personal y política. Nunca ha perdido una oportunidad de hacerle frente a los errores e investigarlos a fondo. A lo largo de todo esto, y en tiempos difíciles cuando muchos otros han abandonado la lucha, ha seguido dirigiendo una auténtica vanguardia revolucionaria, el Partido Comunista Revolucionario, EU. Nunca "ha hecho las paces"… nunca ha dejado de cuestionar el mundo y el proyecto revolucionario… y nunca ha dejado de buscar la manera de hacer la revolución. Ha persistido, perseverado y profundizado esa orientación durante casi cuatro décadas.
Esto cuenta.
En este país nunca ha habido un líder como Bob Avakian. Nunca alguien ha bregado tan sistemática y profundamente con los mayores problemas que confrontan las masas… y nunca ha habido un líder que ha luchado con tanta tenacidad y tan sistemáticamente para atraer a las masas a este proceso. Además de eso, este líder pertenece en un sentido genuino y profundo a los pueblos del mundo: en un momento en que la "ciencia de la revolución" requiere un avance cualitativo en varias esferas, Avakian responde a esa gran necesidad. Los aportes que hemos esbozado aquí son esenciales para el avance de la causa revolucionaria y el proyecto comunista en el futuro; son un tesoro para la humanidad.
Los líderes extraordinarios como Bob Avakian son raros; son sumamente valiosos para el avance de la humanidad; hay que valorarlos y defenderlos. El sistema estadounidense tiene una vil historia de represión, complots y asesinatos de líderes, y una doctrina que acompaña esa historia. Esto plantea un reto serio y grave a todo el que valore el cambio social fundamental. ¡No podemos permitir que los opresores entiendan con más claridad lo que representa Bob Avakian que las masas que ansían un mundo diferente y mejor! Hay que hacer oír esta voz y hay que defender a esta persona.
Esto se puede hacer… si las masas salen a defenderlo ahora. Los que anhelamos la revolución o un cambio básico de cualquier tipo tenemos que decirles francamente a los que detentan el poder que "si lo atacan, primero tendrán que pasar por encima de nosotros". Los que no aceptan algunas premisas de la obra de Bob Avakian, o incluso tienen desacuerdos fuertes, pero aprecian sus aportes e ideas sobre los temas del día, también tienen que decir claramente que valoran su voz y defenderán su libertad para continuar su trabajo. Todo esto puede crear las condiciones que le permitan seguir contribuyendo y dirigiendo, para beneficio de la humanidad.
Este es un reto que tenemos que asumir.
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Volviendo al comienzo… sí, estos son momentos difíciles, pero no son días sin esperanzas. En un momento en que se dice que los sueños de liberación son ilusos, en que una avalancha de locura parece extinguir el futuro, en que parece que se están agotando las opciones de la humanidad… una persona ha proclamado y esbozado el camino para avanzar.
Escuchen esa voz… debatan y discutan la obra de esa persona… tomen ese camino.
De la Redacción de Revolución
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Revolución #84, 8 de abril de 2007
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Revolución #84, 8 de abril de 2007
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Revolución #84, 8 de abril de 2007
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