Revolución #85, 22 de abril de 2007


El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor

Novena parte: El Gran Salto Adelante

El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor
Raymond Lotta

• Parte 1: Introducción
• Parte 2: El comunismo y el socialismo
•  Parte 3: La revolución bolchevique estremece al mundo
• Parte 4: El experimento soviético: El poder proletario abre paso a la revolución social
• Parte 5: El experimento soviético: Se establece la primera economía socialista
• Parte 6: La II Guerra Mundial y sus secuelas
•  Parte 7: El gran avance de Mao: La revolución conquista el poder
• Parte 8: El avance de Mao: Romper con el modelo soviético
•  Parte 9: El Gran Salto Adelante
• Parte 10: La Gran Revolución Cultural Proletaria en China - No una purga fanática, sino el camino socialista contra el camino capitalista
•  Parte 11: Mao sobre las contradicciones en la sociedad socialista
• Parte 12: La Revolución Cultural en China, Una irrupción sísmica
• Parte 13: La Revolución Cultural, Lucha compleja y liberadora
• Parte 14: La Revolución Cultural, logros en educación y cultura
• Parte 15: La Revolución Cultural: Salud y economía
• Parte 16: La derrota del socialismo en China y las lecciones para el futuro
• Conclusión: La nueva visión del socialismo de Bob Avakian

Cada vez más personas se preocupan por el estado del mundo y la suerte del planeta. ¿Tiene que ser así el mundo? No; hay una alternativa mundial concreta: el socialismo y el comunismo. Pero constantemente nos remachan que el socialismo fracasó y que el capitalismo es lo máximo. Toda una generación no ha oído más que el socialismo es una pesadilla. Esa “revisión de la historia” también ha afectado a muchos intelectuales progresistas. El proyecto Pongamos las Cosas en Claro se propone convertir este ataque ideológico contra el comunismo en un debate enérgico en las universidades sobre el pasado del comunismo y el futuro del comunismo. En el 2005 y el 2006, el economista político maoísta Raymond Lotta dio una serie de conferencias por todo el país con ese fin. La conferencia “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor” confronta las mentiras sobre el socialismo, analiza la experiencia y los logros de la revolución bolchevique de 1917 a 1956 y de la revolución china de 1949 a 1976, y plantea la nueva visión de Bob Avakian sobre el proyecto comunista. Revolución está publicando la conferencia por entregas. Salió por primera vez en Revolución a finales del 2005 y a comienzos del 2006. El website del proyecto Pongamos las Cosas en Claro es thisiscommunism.org. Esta es la parte nueve.

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El Gran Salto Adelante de 1958 y 1959 fue el primer paso osado de Mao para forjar un camino más liberador de desarrollo económico y social socialista. El motor del Gran Salto Adelante en el campo fue el movimiento de formación de comunas, que abarcaban actividades económicas, sociales, administrativas y militares, y llegaron a ser las unidades básicas del poder proletario en el campo.

Las comunas populares nacieron de un proceso complejo y dinámico de lucha y transformación económica y social, de levantamiento popular masivo y experimentación.

Casi desde el principio de la revolución los campesinos, con el respaldo del partido, formaron equipos de ayuda mutua para sembrar y cosechar. Tras unos años de liberación, establecieron cooperativas para trabajar la tierra colectivamente; distribuían la cosecha de acuerdo con la cantidad de tierra, herramienta, animales y trabajo que aportaba cada familia.

A mediados de la década de 1950, los campesinos formaron cooperativas a un nivel más alto. Quemaron las escrituras de los terrenos porque ahora trabajaban la tierra y poseían la herramienta y los animales en común. Fue un proceso zigzagueante y diferentes zonas avanzaron a diferente ritmo. Unos campesinos entraban y luego se salían. Pero en ciertas etapas del proceso, había listas de espera de campesinos que querían entrar. Muchos campesinos, en vez de seguir batallando en parcelas aisladas, juntaron sus terrenos y su trabajo para lograr enormes cambios, hasta en la fisonomía física de China. Eso permitió llevar tractores y otras máquinas a zonas donde ni siquiera se conocía el arado de hierro.

En ese marco se lanzó el Gran Salto Adelante.

Nacen las comunas populares

Las primeras comunas nacieron espontáneamente. En la provincia de Honan en 1957 se juntaron varias cooperativas vecinas para construir un enorme proyecto de riego y llevar agua a tierras áridas desde el otro lado de una cordillera. Los campesinos unieron sus cooperativas y crearon algo nuevo: un mecanismo económico y político que adoptarían docenas de miles de campesinos para forjar una vida en común. Mao visitó esas zonas y le puso el nombre de "comuna" a lo que se estaba creando.

Dicen que el Gran Salto Adelante fue un experimento irracional y utópico. Pero en realidad tenía enorme sentido económico y político, desde el punto de vista de liberar al pueblo y la capacidad productiva.

Las comunas podían movilizar y organizar las vastas reservas de mano de obra de China. Ahora se podían planear y construir proyectos de gran escala de riego y control de inundaciones, carreteras, reforestación, rescate de tierras, etcétera. Se construyeron fábricas de fertilizantes y de cemento, y pequeñas centrales hidroeléctricas. Las comunas aportaron espacio a equipos de expertos y campesinos para realizar experimentos de agricultura científica y de exploración geológica.

El Gran Salto Adelante soltó a la mujer de los confines de la casa para que participara en la enorme ola de lucha para crear una nueva sociedad. Las comunas abrieron comedores y guarderías infantiles comunitarios, reparaban las casas y ofrecían otros servicios sociales colectivos. La mujer participó en el lanzamiento de nuevas fábricas y proyectos de riego, como el famoso Canal Bandera Roja, para el cual el "Equipo de las muchachas de hierro" estaba en las primeras filas.

Se cuestionaron las costumbres y valores del pasado. Se libró una lucha ideológica contra la superstición, el prejuicio y el fatalismo, y las costumbres feudales como el matrimonio concertado. Las comunas establecieron redes de escuelas primarias y secundarias, y servicios de salud.

El Gran Salto Adelante dio prioridad a las zonas rurales con el fin de ir cerrando la brecha entre la ciudad y el campo, y entre el proletariado y el campesinado. Nacieron industrias de pequeña escala en el campo; los campesinos empezaron a dominar la tecnología; se divulgó el conocimiento científico. El Gran Salto Adelante era una alternativa liberadora al proceso de desplazamiento de la población rural y la migración en masa a la ciudad que se da en el tercer mundo bajo la dominación imperialista.

Otra ventaja de una economía autosuficiente que llevaba al campo el desarrollo industrial y técnico era que podía resistir mejor el ataque y la invasión imperialistas, y dar apoyo a la revolución mundial.

Una vil calumnia

Jung Chang y Jon Halliday, los autores del libro Mao: The Unknown Story (Mao: La historia desconocida), sostienen que el Gran Salto Adelante y las comunas no eran más que un pretexto para explotar a los campesinos como esclavos. Afirman que las medidas de Mao causaron la muerte de 30 millones de personas. Hay que decir unas cuantas verdades.

Primero, como expliqué, el Gran Salto Adelante no era una cosa descabellada sino un gran proyecto coherente que estimuló la energía y el entusiasmo de las masas campesinas.

¿Hubo problemas? ¿Hubo muertes por hambruna? Sí. Pero las dificultades de esos años fueron un fenómeno complejo.

La producción de alimentos disminuyó bruscamente en 1959. China sufrió los peores desastres climatológicos en un siglo. Ora inundaciones, ora sequías azotaron la mitad de las tierras de cultivo.

Por otra parte, la lucha ideológica entre la China revolucionaria y la Unión Soviética aumentó. Mao analizó que la dirección de la Unión Soviética se había vuelto revisionista y abandonado el camino socialista, y que estaba vendiendo los intereses de la revolución mundial al imperialismo estadounidense. En represalia, los soviéticos cortaron la ayuda, retiraron sus asesores, se llevaron los planes de instalaciones industriales a medio construir y dejaron una dura carga de deudas. Eso agravó las dificultades económicas.

Los maoístas cometieron ciertos errores. En unas zonas, se dedicó demasiado trabajo de los campesinos a proyectos no agrícolas y eso disminuyó la producción de alimentos. En la euforia de los tiempos, los responsables de las comunas exageraban el nivel de producción y de capacidad; por lo tanto, era difícil saber a ciencia cierta la cantidad de granos disponibles y hacer planes.

Chang y Halliday acusan a Mao de que no le importaba el sufrimiento del pueblo y que calló adrede toda mención de muertes. Pero en realidad, se hicieron investigaciones y se ajustaron los planes. Se redujo el tamaño de las comunas, que se estabilizaron con una población de 15,000 a 25,000 personas. Se redujo la cantidad de granos que se entregaban al estado. Se recortaron ciertos proyectos no agrícolas para dedicar más tiempo a la producción de alimentos. Se racionaron los granos en todo el país y se mandaron provisiones de emergencia a las zonas más afectadas.

¿Y los supuestos 30 millones de muertos? Es un cálculo absurdo y sensacionalista, basado en estadísticas poco fidedignas. Para llegar a esa exageración ridícula, comparan un número proyectado de población con la población real, o sea, incluyen en el total de muertos personas que ni siquiera nacieron.

El punto principal es que China, al entrar en la década de 1970, pudo resolver el problema del hambre por primera vez en su historia. La nueva sociedad podía asegurar la canasta básica y la alimentación de todos. Eso fue producto del Gran Salto Adelante y de la formación de comunas. Fue producto de la movilización colectiva de las masas para construir proyectos de riego y control de inundaciones, rescatar y mejorar tierras, dominar nuevas técnicas agrícolas y establecer pequeñas industrias en el campo. Fue el logro concreto del espíritu de trabajar por el bien común que promovió la revolución socialista.

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