“No me convertí en rectora de una universidad para castigar a los estudiantes”.

— Minouche Shafik, presidenta de la Universidad de Columbia

¿¡¿En serio, Sra. Shafik?!? Tan sólo desde octubre, para refrescar su memoria, aquí va una parte de lo que usted ha hecho:

• suspendió los capítulos de Estudiantes por la Justicia en Palestina [SJP] y Voz Judía por la Paz
• prohibió protestas no autorizadas por la administración de la Universidad¹
• impuso nuevas restricciones a las redes sociales y otras comunicaciones²
• se negó a pronunciarse enérgicamente contra un ataque con “rociador químico de zorrillo” que enfermó a los manifestantes pro Palestina
• les dijo a los estudiantes en un Foro de Escucha que decir “intifada” (levantamiento) equivale a usar la palabra N [contra los negros].

8 de abril de 2024. Ahora la Universidad de Columbia ha llevado su campaña reaccionaria de supresión política de aquellos estudiantes y docentes que apoyan al pueblo palestino en oposición al genocidio israelí en Gaza a un nivel completamente nuevo y fascista³.

El 3 de abril, la Universidad anunció que iba a suspender a cuatro estudiantes, les iba a prohibir la entrada al campus y los iba a desalojar de sus residencias universitarias, ¡con tan sólo 24 horas para salir!

¿Su “delito”? Supuestamente habían formado parte de un programa del 28 de marzo “Resistencia 101” sobre la situación en Gaza que la Universidad no había aprobado, un programa que incluía a un orador que, según la universidad, es miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina. (El orador niega cualquier afiliación con el FPLP).

¿Por qué los estudiantes siquiera deberían tener que obtener permiso para sostener un debate político, especialmente en un momento en el que cualquier persona con una pizca de humanidad tiene el deber de actuar y alzar la voz contra los asesinatos en masa, las torturas, los flagrantes crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad y el genocidio abierto que Israel está llevando a cabo en Gaza?

Más bien, hay que aplaudir y celebrar a estos estudiantes por su valentía y convicciones. En cambio, la Universidad de Columbia los trata como delincuentes y contrata a una empresa encabezada por “ex investigadores de las fuerzas del orden público” (es decir, cerdos policías) para que los persigan. Luego, Columbia los acusó (preliminarmente) de “comportamiento perturbador, poner en peligro, violación de la ley, violación de la política de la Universidad e ‘incumplimiento de las reglas’”, según el Columbia Spectator. “Ustedes pueden permanecer en su residencia de Columbia durante 24 horas, después de lo cual también se suspenderá su acceso a su residencia y a los servicios de comedor”, se les dijo a los estudiantes.

“Columbia nos está dejando sin hogar, quitándonos nuestros trabajos en el campus, nuestra única fuente de ingresos, quitándonos nuestras becas, nuestro acceso a los comedores, nuestro acceso a las aulas y a la educación que nos hemos ganado”, dijo uno de los estudiantes desalojados en una manifestación en el campus el jueves 4 de abril.

Otro estudiante perseguido dijo: “Hoy estoy ante ustedes como uno de los seis estudiantes de Columbia suspendidos injusta e inhumanamente de Columbia a partir de las 8 p.m. anoche... Recibí un aviso de 24 horas de que yo, un estudiante con discapacidades que recibe una beca completa, un programa de estudio y trabajo federal y alojamiento, seré desalojado de mi residencia universitaria. Todo esto se hizo sin audiencia y sin apariencia del debido proceso. Qué vergüenza para Colombia”.

¿Quiénes son los terroristas número uno del mundo?

La Universidad citó la calificación por parte del gobierno de Estados Unidos al FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) como organización “terrorista” como razón clave para perseguir a los participantes en “Resistencia 101”. Pero ¿por qué el gobierno de Estados Unidos debería poder dictar (o las administraciones universitarias, en todo caso) cuáles fuerzas políticas los estudiantes pueden y no pueden escuchar y evaluar por sí mismos, o lo que pueden decir los estudiantes y docentes? Piense en el precedente que eso sentaría.

Según cualquier definición razonable, incluida la singularización a civiles no combatientes con fines políticos, el gobierno de Estados Unidos es la “organización terrorista” más grande sobre la faz de la tierra.

Para tomar tan sólo uno de los muchos ejemplos que podrían citarse, ¡la “guerra contra el terrorismo” de Estados Unidos entre 2001 y 2013 contribuyó a la muerte de unos 4,5 millones de personas en siete países diferentes!⁴ Y ahora mismo, Estados Unidos está facilitando que su estrecho aliado y cliente Israel lleve a cabo asesinatos en masa y aterrorice a 2,3 millones de palestinos en Gaza y millones más en la Cisjordania ocupada.

De hecho, la Universidad de Columbia patrocina regularmente —y honra— a importantes figuras políticas imperialistas y sionistas que han ayudado directamente a llevar a cabo estos crímenes sangrientos. Vaya, incluso tiene una persona así entre sus profesores: Hillary Clinton, quien, como secretaria de Estado de Estados Unidos en 2011, impulsó un ilegítimo asalto militar y golpe de estado que devastaron a Libia. Literalmente se echó a reír al escuchar la noticia de la violación y linchamiento del líder derrocado de Libia, Muammar Gadafi⁵.

Persecución a los estudiantes por la protesta solidaria “Todos por Al Shifa” del 4 de abril

Tan pronto como los estudiantes fueron castigados por su debate “Resistencia 101”, la rectora de la universidad, Shafik, anunció el 5 de abril que la universidad estaba “en el proceso de identificar a los participantes” en la protesta de solidaridad del 4 de abril “Todos por Al Shifa” (el hospital bombardeado por Israel)⁶. Esta fue una protesta valiente para detener un acto de genocidio en desafío a las prohibiciones ilegítimas de Columbia contra protestas no autorizadas.

En una declaración escrita, Shafik advirtió que los estudiantes identificados “enfrentarán disciplina bajo nuestras políticas”, lo que ilustra la forma en que Columbia como institución y su dirección son engranajes dispuestos en esta máquina de muerte imperialista estadounidense. Al condenar las recientes protestas y programas no autorizados, Shafik declaró: “Quiero dejar claro que es totalmente inaceptable que cualquier miembro de esta comunidad promueva el uso del terror o la violencia”⁷. No obstante, Shafik se ha negado a condenar —o siquiera reconocer— ¡la violencia desenfrenada de Israel en Gaza! Ella escribió: “Me doy cuenta de que nuestro campus ha sido profundamente sacudido por la guerra entre Israel y Hamas, que se inició el 7 de octubre con el horrible ataque terrorista de Hamas en Israel y ahora se está desenvolviendo como una crisis humanitaria en Gaza”.

Piense en esa frase. Lo que Hamas hizo fue “horrible”, pero el asesinato deliberado por parte de Israel de más de 32.000 palestinos, en su inmensa mayoría civiles, y su destrucción genocida de los hogares y la infraestructura médica y alimentaria de Gaza se eufemiza como una “crisis humanitaria” de la que ella no le echa la culpa a nadie.

¿Qué rige en Colombia? Los intereses estratégicos del imperialismo estadounidense

La Universidad de Columbia dice que defiende la libertad de expresión, la libertad académica, el pensamiento crítico y el debate, incluidas las ideas impopulares, que llama un “interés vital” en sus Reglas de Conducta Universitaria de 2019:

…fomentar un ambiente en el que nada esté inmune al escrutinio. Y Columbia, en particular, tiene una larga tradición de valorar el disentimiento y la controversia y de acoger con agrado el choque de opiniones en el campus. Para ser fiel a estos principios, la Universidad no puede declarar fuera de lugar ni declarará fuera de lugar a ningún tema o forma de expresión por considerarlo objetable, ofensivo, inmoral o falso.

Todo esto se echa por la borda cuando los intereses estratégicos del imperialismo estadounidense están en juego, y definitivamente están en juego cuando se trata de Israel y su papel como pilar clave del poder estadounidense, especialmente en este momento de crecientes desafíos regionales y globales a su dominación sobre el Medio Oriente. Quizá haya una “excepción Palestina” en lo que respecta a la expresión y el activismo, pero no hay ninguna “excepción” para el imperialismo estadounidense que lucha por mantener su posición como explotador y opresor dominante en el mundo, aunque eso significa surtir armamento para un genocidio masivo en Gaza e intentar aplastar la oposición en su contra.

Como destaca el líder revolucionario Bob Avakian en su despacho en las redes sociales Revolución #17:

... están reprimiendo despiadadamente a las personas que están protestando contra el genocidio en Palestina cometido por Israel, con el apoyo total del gobierno estadounidense y de ambos partidos políticos de la clase dominante (demócrata y republicano). Esta represión se ha centrado en los colegios, y especialmente en las universidades “de élite” — y ha violado crudamente los supuestos “derechos a la libertad de expresión” y las “normas de la libertad académica”. Los estudiantes y profesores han estado en la mira, e incluso presidentas universitarias han sido expulsadas de sus posiciones por no reprimir completamente a estas protestas.

Impacto escalofriante incluso para los profesores con titularidad

En una discusión reciente sobre el documental de Al Jazeera, The Palestina Exception [La excepción palestina], miembros del cuerpo docente de Columbia hablaron de la forma en que este ambiente de represión estaba impactando al cuerpo docente y los peligros más amplios que planteaba:

Un miembro anónimo del cuerpo docente dijo que no pueden decir que se detenga la violencia en Gaza porque “no hay forma de que eso vaya bien en mi departamento”.

“Conozco dos casos en los que miembros del cuerpo docente han intimidado o intentado utilizar procesos institucionales para promover consecuencias contra otros colegas cuyo discurso sobre Palestina e Israel no es de su agrado”, [el prof. Joseph] Howley dijo.

“Creo que nos dimos cuenta de que corremos un gran peligro de perder no sólo la libertad de expresión, sino también la libertad académica”, [el prof. Rashid] Khalidi dijo⁸.

“¿Se trata del fin de la libertad académica?”

Así se titula un artículo de opinión del New York Times⁹ de dos profesores de la Universidad de Nueva York que expresaron temores similares, advirtiendo que “nos encontramos en un momento de represión sin precedentes”, en el que las administraciones universitarias no protegen el disentimiento, sino que lo suprimen. Escriben:

En las universidades por todo el país, cualquier crítica a las políticas de Israel, expresiones de solidaridad con los palestinos, llamamientos organizados para un alto el fuego o incluso pedagogía sobre la historia reciente del país han surgido como discursos peligrosos. En una carta a los rectores de universidades en noviembre, la A.C.L.U. expresó preocupación por “enfriamientos inadmisibles de la libertad de expresión y asociación en el campus” en relación con los grupos y puntos de vista de estudiantes pro Palestina; desde ese entonces, la atmósfera en las universidades se ha vuelto francamente macartistaIs¹⁰.

Ellos advierten:

No es de extrañar que los estudiantes por todo el país estén protestando contra una guerra impopular y brutal la que, aparte de Israel, únicamente Estados Unidos es capaz de detener. Es extraordinario que las mismas instituciones que deberían salvaguardar su ejercicio de la libertad de expresión, al contrario, estén intensificando la vigilancia y medidas policiacas, trabajando para redactar reglas de conducta estudiantil cada vez más restrictivas y, esencialmente, arriesgándose a la muerte de la libertad académica.

Desde la guerra de Vietnam hasta el apartheid en Sudáfrica, las universidades han sido lugares importantes para discusiones abiertas y desacuerdos sobre las políticas gubernamentales, el registro histórico, el racismo estructural y el colonialismo de los colonos. También han servido durante mucho tiempo de sitios de protesta. Si la universidad no puede servir de escenario para semejantes libertades, las posibilidades para una vida democrática dentro y fuera de los portones de las universidades no sólo resultarán empobrecidas sino que corren el peligro de la extinción.

¿Por qué está pasando todo esto?

Como escribimos el 3 de abril:

En esta situación, todos aquellos que se están poniendo de pie con valentía necesitan comprender el poder y significado muy concretos de sus acciones — en la lucha para detener este genocidio, y lo que esto podría significar en la lucha para derrocar todo el sistema capitalista-imperialista que está imponiendo este genocidio. Para citar nuevamente a Bob Avakian:

...los representantes de la clase dominante estadounidense reconocen claramente que si los jóvenes, especialmente en las universidades de “élite”, empezaran a cuestionar con seriedad y a actuar en contra de lo que este sistema está haciendo —si el sistema “perdiera la lealtad” de grandes números de estos estudiantes—, eso podría ser un factor importante en la creación de una verdadera crisis para el sistema en su conjunto, como lo que ocurrió en los años 1960: una crisis, ahora más que nunca, que en realidad este sistema no puede darse el lujo de permitir, en un momento en que profundas divisiones ya están desgarrando al país entero, con choques agudos ahí mero entre las fuerzas gobernantes. Por lo tanto, al mismo tiempo que los poderes gobernantes en Estados Unidos están fuertemente divididos, están firmemente unidos en su determinación de castigar e intimidar especialmente a los estudiantes de las universidades de élite los que se han pasado al frente para protestar contra la masacre genocida de los palestinos. La clase dominante desesperadamente quiere impedir que una oposición a sus intereses fundamentales se extienda y active a masas de personas, de todas partes de la sociedad.