La prohibición trumpista a la gente transgénera en las fuerzas armadas de Estados Unidos

Una salvajada, una señal y un augurio ominoso del porvenir

10 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 27 de julio, el presidente Trump publicó la siguiente directriz en una serie de tuits:

“Tras consultar con mis generales y expertos militares, favor de tomar nota de que el gobierno de Estados Unidos no aceptará ni permitirá que individuos transgéneros sirvan en ninguna capacidad en las FFAA estadounidenses. Nuestros militares tienen que enfocarse en la victoria decisiva y abrumadora y no pueden cargar con los enormes costos médicos y la disrupción que supondrían los transgéneros en las FFAA”.

Como notó una escritora agudamente: “Muchos comentaristas inmediatamente calificó esta maniobra de una distracción, un intento de quitar la atención de las noticias sobre la conspiración con Rusia, la batalla sobre el cuidado de salud, o cualquier cosa que a ellos les parezca más importante que la declaración del presidente de que un grupo de estadounidenses son ciudadanos de segunda clase”. (“Why Autocrats Fear LGBT Rights,” Masha Gessen, The New York Review of Books, (Por qué los autócratas temen derechos LGBT, Masha Gessen, Reseña de Libros de Nueva York), 27 de julio de 2017).

De hecho, la prohibición de transgéneros es un ataque muy grave contra la gente transgénero y, en realidad, contra toda gente LGBTQ.

En una demanda importante sobre derechos del empleo, el Departamento de Justicia bajo Jeff Sessions entabló un recurso que defiende la discriminación contra gente LGBTQ haciendo una declaración ultrajante de que el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohíbe la discriminación sexual, no protege al empleado de discriminación en el lugar del trabajo basada en su orientación sexual.

Ese mismo día, el régimen nominó a Sam Brownback, un cristiano fascista notorio y un opositor rábido a los derechos LGBTQ, para encabezar la Oficina de Libertad Religiosa Internacional del Departamento de Estado.

Estos son señales y presagios de que se aproximan ataques aún más atroces, y de la manera en que el régimen de Trump y Pence responde a las dificultades intensificando y acelerando su impulso hacia la transformación fascista de toda la sociedad estadounidense.

Digámoslo bien claro y derecho: Las fuerzas armadas estadounidenses son una organización de violencia reaccionaria contra el pueblo del mundo, que incluye al interior de Estados Unidos, sicarios al servicio del imperio en su batalla para dominar al planeta entero. Y en tiempos de crisis y agitación, reprimen a la gente rebelde al interior de Estados Unidos.

Por lo que NADIE debe apoyar, alabar, inscribirse en ni conciliarse con las fuerzas armadas estadounidenses. Eso es un asunto básico del bien y el mal.

Pero, el orden de Trump que prohíbe a las personas transgénero en las fuerzas armadas estadounidenses sirve para que los poderes fácticos las etiqueten como algo menos de humanos, como “inconfiables”, como “no plenos ciudadanos”. Tendrá el efecto —como es su intención— de mandar el mensaje a un sector rábidamente anti gay de la sociedad de que la gente transgénero y toda la gente LGBTQ son blancos para el acosamiento, el asalto, y el asesinato.

La naturaleza venenosa de esta prohibición la dejó muy clara el exgobernador de Arkansas, fascista cristiano y seguidor aferrado de Trump Mike Huckabee, al decir, “El ejército no es un experimento social”. Huckabee insinúa que los transgéneros no son seres humanos —con una variedad de virtudes y defectos, capacidades e idiosincrasias, necesidades médicas y sicológicas, como cualquier otro humano— sino unos anormales o especies extrañas para estudiar.

Han sometido a la gente LGBTQ a la satanización, la persecución, y el asesinato durante toda la historia de Estados Unidos, en gran parte porque su mera existencia cuestiona los papeles de género altamente reglamentados y la jerarquía patriarcal en los que dependen todos los sistemas opresivos existentes para cohesionar la sociedad y mantener el “orden social’.

Pero el régimen de Trump y Pence ha agudizado mucho esta contradicción. Fuerzas importantes en este régimen (entre ellas el vicepresidente Mike Pence) son fascistas cristianos que creen que la Biblia debe ser la “ley del país”, textualmente. Tras la elección de Trump, revcom.us documentó los ataques multifacéticos contra la gente LGBTQ que el régimen de Trump y Pence traería, porque en su cosmovisión, “desviaciones” de los papeles masculinos y femeninos tradicionales son “una mancha sobre la tierra” que “vuelven a Dios en contra de Estados Unidos”. La propia Biblia pide la ejecución de homosexuales, y no debemos dudar ni por un segundo que estos fascistas cristianos modernos sean más que capaces de hacerlo bajo ciertas circunstancias.

Es falso el pretexto que puso Trump de que se motivó en parte por los “enormes costos médicos y la disrupción” para transgéneros en las fuerzas armadas, pero la altavoz de Trump, Sarah Huckabee Sanders sí pronunció algo de verdad al decir que la prohibición tenía el objetivo de fortalecer la “cohesión de las unidades” — con eso ella quiere decir fortalecer al cohesión de las unidades en torno a una ideología cristiana fascista, una ideología abiertamente hostil a la gente LGBTQ, y fortalecer el polo cristiano fascista que ya tiene una poderosa presencia al interior de las fuerzas armadas.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, no es de sorprenderse que, según David Brody, el corresponsal en la Casa Blanca para la Red Cristiana de Comunicación, fueron exactamente estas fuerzas que abogaron por la prohibición. Brody tuiteó que los “consejeros de fe” evangélicos de Trump “discutieron la estrategia para invertir la política sobre transgéneros de las fuerzas armadas hace dos semanas en la Casa Blanca”. Añadió que, “El anuncio sobre transgéneros por @POTUS es más evidencia de que @realDonaldTrump es un sueño hecho realidad para los evangélicos conservadores”.

Exactamente, y también es “más evidencia” de la urgencia absoluta de movilizar a millones de personas para sacar del poder a este régimen, y de continuar adelante para luchar por un mundo donde —entre otras cosas— respeten y estimen a las personas de todos los géneros y orientaciones sexuales y no las degraden ni las persigan.

(Para un conocimiento crucial de estas fuerzas cristianas fascistas y por qué han tomado la delantera en la sociedad estadounidense actual, vea la obra trascendental de Bob Avakian: “La verdad sobre la conspiración derechista… y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta”).

 

 

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