El encierro de niños en jaulas de fierros — El régimen fascista amplía su capacidad de torturar a niños migrantes:
¡Esta pesadilla tiene que terminar!

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Una beba yace boca bajo en el río Bravo, muerta en los brazos de su papa. Llorosos, con hambre, niños encerrados en jaulas de fierros. Jóvenes encintas acorraladas en gélidos campos de concentración a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos. Gente empobrecida recorre México en caravanas, se topa con una frontera colmada de armamento, y policías y militares fuertemente armados.

Durante los últimos años, han llenado los medios informativos acongojantes imágenes de personas quienes se arriesgan todo por alcanzar la frontera norte de México. En la vida de millones de personas cunden trastornos y crisis que amenazan la vida. ¿Qué los impulsa a arriesgarlo todo para atravesar México hacia Estados Unidos? Trump gruñe que Estados Unidos está en la mira de una “invasión” de migrantes provenientes de América Central y México en busca de “tumbar puertas” para entrar a Estados Unidos. Los grandes medios informativos nunca van al grano, hablan superficialmente de la plaga de la pobreza y violencia pandillera en los países de América Central, pero nunca llegan a las raíces y orígenes de dichas condiciones.

Una cascada de horrores, Made in USA

La realidad es que desde hace décadas Estados Unidos ha venido descargando una cascada de interminables horrores sobre la gente de América Central.

Durante los años 1980 y 1990, Estados Unidos, bajo los mandatos demócratas y republicanos, financió, dirigió y emprendió guerras contrarrevolucionarias y genocidas en Guatemala, El Salvador y Honduras. Cientos de miles resultaron muertos en estas guerras, millones más resultaron empobrecidos y desplazados. En los años desde ese entonces, Estados Unidos ha orquestado golpes de estado y ha impuesto “acuerdos comerciales” castigadores a estos países que han causado devastación en el campo y han hecho que la propia supervivencia de la gente dependiera de importaciones costosas desde Estados Unidos. El gobierno estadounidense apoya y financia a los gobiernos centroamericanos que presiden con una brutalidad sin freno a algunas de las sociedades con más violencia y desigualdad de la Tierra.

En México y América Central cunde una gran crisis y tumulto. Millones viven en una pobreza sin esperanza, plagados de la violencia de la policía y los militares de sus países natales y de las pandillas criminales que han brotado del suelo creado por el imperialismo y que a menudo están en contubernio con los gobiernos. La destrucción ambiental impulsada por el imperialismo ha arruinado buena parte de los campos de cultivo que queden.

El imperialismo ha engendrado la crisis de los refugiados y el horror en la frontera y las dinámicas que lo impulsan solamente se agravarán en los años por venir.

Aparte de la enorme inhumanidad del horror que se está imponiendo a la gente inocente y desesperanzada, el hecho de que este sufrimiento es completamente innecesario, es algo que enfurece aún más. La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian, dice claramente: “La Nueva República Socialista en América del Norte tiene la orientación de darle la bienvenida a los inmigrantes de todo el mundo quienes tengan un deseo sincero de contribuir a las metas y objetivos de esta República, según lo establecido en la presente Constitución y en las leyes y políticas que se establezcan y se promulguen en conformidad con la presente Constitución”. Lea aquí sobre las políticas de la revolución; y lea aquí por qué esta revolución es necesaria y la manera en que podría hacer. (Vea la película en inglés, o lea el texto en español, de POR QUÉ NOS HACE FALTA UNA REVOLUCIÓN REAL Y CÓMO CONCRETAMENTE PODEMOS HACER LA REVOLUCIÓN, un discurso de Bob Avakian.)

Sentar las bases jurídicas, preparar los campos de concentración

El presidente demócrata Barack Obama deportó a más personas que los demás presidentes anteriores y de hecho puso en marcha el sistema para detener a familias. El diario liberal New York Times ha dicho que cualquier presidente, del partido que sea, siempre será un deportador en jefe. Sus consideraciones sobre dejar que gente entre a este país imperialista, o no, no tienen nada que ver con preocupaciones sobre la humanidad, sino solamente con lo que beneficia a este sistema. Nadie que está sentado en la cima de este sistema, sea demócrata o republicano, ofrece ninguna respuesta a los horrores del mundo desequilibrado que ha engendrado y que debe perpetuar.

Pero la respuesta fascista del régimen de Trump y Pence ha llevado estas atrocidades infligidas a la gente de esos países a nuevas alturas de criminalidad. Se prepara para expandir y ampliar masivamente la tortura de niños y jóvenes migrantes en Estados Unidos en nombre de “defender las fronteras de Estados Unidos” y “poner fin a la práctica de detener y poner en libertad”.

Por más de un año, el régimen ha persistido sistemáticamente en impulsar planes para arrestar, encerrar y deportar a decenas de miles de familias migrantes, con bebes y niños. En el último mes, esos esfuerzos han avanzado a máxima velocidad. Los propios datos del gobierno indican que en 2019, han tenido bajo su custodia a 69.550 niños migrantes, que es un récord histórico. Y ahora esta inexorable monstruosidad fascista está preparando, y de hecho ya ha empezado a ejecutar, redadas por todo Estados Unidos que podrían acelerarse y crecer rápida y enormemente. Y se están preparando para trastornos globales causados por crisis en el sistema capitalista-imperialista que impela a un sinnúmero adicional de personas angustiadas a buscar asilo en Estados Unidos.

En junio de 2018, el Departamento de Seguridad de la Patria (DHS) anunció su intención de quintuplicar la capacidad de sus campos de concentración para niños migrantes. Como a una semana, el Departamento de “Justicia” (DOJ) de Trump solicitó a un tribunal federal que se permitiera mantener en detención a niños por más de 20 días y retenerlos en centros que no requieren certificación estatal. Además, aproximadamente al mismo tiempo el Pentágono empezó a evaluar al menos cuatro bases militares que servirían como “sitios donde podrían alojar al menos 20.000 niños migrantes no acompañados, entre ellos tres en Texas y otro en Arkansas”, como informó el periódico El Paso Times.

En noviembre de 2019, un juez federal rechazó los argumentos de los abogados de Trump que hubieran anulado un acuerdo que desde hace 20 años se proponía impedir que el gobierno encerrara a niños y sus familias indefinidamente. Pero es importante entender cuatro cosas al respecto. Primero, el DOJ de Trump está recurriendo la decisión, en un caso que pronto podría conocerse ante la Suprema Corte llena de fascistas que muy probablemente se decida a favor de este régimen, o podría conocerse en otra de las muchas cortes ahora dominadas por los jueces de derecha que Trump (o Bush antes de él) ha nombrado. Dos, el gobierno está ampliando su capacidad de tener bajo custodia a decenas de miles de migrantes adicionales, entre ellos niños, con o sin decisión judicial. Tres, Trump ha jurado detener en redadas a “millones” de migrantes, y de hecho el ICE ya ha empezado extensos arrestos y deportaciones de migrantes por todo Estados Unidos. Y cuatro, como informó la Associated Press el 12 de noviembre de 2019: “El gobierno todavía tiene bajo su custodia a 4.000 [niños migrantes], unos de ellos en grandes albergues impersonales. Y cada semana llegan más”.

Tortura institucionalizada

La separación de hijos y bebes a sus padres es universalmente reconocido como una forma de tortura. Puede causar daños mentales irreparables en los niños. La Dra. Claire McCarthy escribe en la revista Harvard Health Publishing: “A medida que se desenvuelve el drama político en la frontera, tenemos que estar conscientes de un importante hecho científico: cuando los hijos sean separados a sus padres, el daño causado podría ser permanente”. La Dra. McCarthy explica que los niños forzosamente separados a sus padres resultan con traumas y estreses emocionales y físicos que no solo pueden ocasionar una severa depresión y otros daños psicológicos, sino que también afecta el funcionamiento de los órganos y otras funciones del cuerpo. Concluye: “[L]o que está pasando en la frontera va mas allá de usar a los niños como fichas. La ciencia es irrefutable. En efecto les estamos arruinando la vida… Esto es más que algo malo. Es inadmisible”.

Las condiciones en los campos de concentración donde retienen a los niños son deplorables, infestadas de enfermedades y hacinadas. Un abogado que en el verano de 2019 pasó una semana en un campo de concentración en Dilley, Texas, le dijo a The Nation: “Casi todas las casi 500 personas que vi en el centro de detención estaban enfermas… [A]l principio, los agentes los llevan vestidos de su ropa mojada a la ‘hielera’, un edificio refrigerado… donde tenían que esforzarse por dormir en el piso de hormigón o sentar en las bancas de hormigón cubiertos de cobijas de mylar [poliéster], picados día y noche por los agentes, para, a propósito, impedir que se duerman. Con frecuencia, no conceden tiempo para hacer sus necesidades en el baño, a veces no lo conceden a tiempo, y por tanto las mujeres y los niños a menudo se ensucian… [L]a norma era dar dos emparedados de mortadela para cuatro días, para compartir entre una madre y dos hijos. A veces no comían en todo un día. No atienden a los enfermos…. Después de estar en la hielera, los manda a la ‘perrera’, donde meten a las familias en jaulas, separados entre sí por malla ciclónica como si fueran animales”.

Las normas que institucionalizan estos abusos sádicos contra bebes, niños y mujeres jóvenes no son lo suficientemente brutales como para “mandar el mensaje” que quieren enviar los fascistas. Las demandas que han promovido y las leyes que han presentado ante el Congreso, eliminarían toda supervisión gubernamental en los campos de concentración los que se proponen llenar.

Por todo Estados Unidos, se han organizado muchas protestas en contra del encarcelamiento de los niños, y se están organizando más protestas. Abogados y profesionales de la medicina han dado apoyo a los migrantes. Todos estos esfuerzos son importantes, pero se necesita mucho, pero mucho más. Las atrocidades continúan y están por empeorarse mucho más. ¡Tienen que TERMINAR!

YA es hora de actuar

Los implacables ataques a los migrantes son un ariete con el que el régimen de Trump y Pence impulsa y consolida todo su programa fascista. La lucha para parar los horrores que este régimen ya está perpetrando a los migrantes, y los ataques aún mayores que está preparando, tienen que ser parte de la demanda unificadora única ¡FUERA YA! [#OUTNOW!].

Ya es hora, precisamente durante la temporada decembrina cuando sale a relucir mucho más la contradicción de las familias separadas y los niños encerrados en jaulas, para empezar a participar en esta lucha y bregar con otros para que también se metan en la lucha. Imprima y distribuya este artículo, así como la hoja informativa que aparece en este portal. Y súmense a Rechazar el Fascismo en las actividades que ha convocado para este mes de enero.


Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hija de 23 meses de edad, Angie Valeria, se ahogaron al tratar de cruzar el río Bravo. Foto: AP

Únicamente la revolución puede eliminar y eliminará las injusticias cometidas contra los inmigrantes y les dará la bienvenida a las personas de todas partes

La satanización, criminalización y deportación de los inmigrantes

Corto en inglés de Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución. Lea el texto de este corto en español aquí.

CONSTITUTION For The New Socialist Republic In North America

Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte
(Proyecto de texto)

De la autoría de Bob Avakian y adoptada por el Comité Central del PCR

Descargue y lea el pdf aquí.

Lea la “Sección H. Inmigrantes, ciudadanía y asilo” aquí.

“No hay actividades, sólo llorar”

Anteriormente durante 2019, unos abogados del Centro por los Derechos Humanos y las Leyes Constitucionales (CHRCL por sus siglas en inglés) y otras organizaciones presentaron una demanda ante una corte federal que solicita que se ordene inspecciones inmediatas de los campos de concentración para niños migrantes por profesionales de la salud. Entre las declaraciones en su demanda figuran los siguientes relatos de parte de niños migrantes encarcelados sobre sus condiciones en los sectores fronterizos de El Paso y el valle del Río Bravo.

“Empecé a cuidar a [una niña de cinco años de edad] en la Hielera después de que la separaron de su padre. Yo no conocía a ninguno de ellos antes. Ella estaba muy alterada. Los trabajadores no hicieron nada para consolarla. Traté de consolarla y ella ha estado conmigo desde ese entonces. Duerme en una colchoneta conmigo en el piso de hormigón. Pasamos todo el día de cada día en ese cuarto. No hay actividades, sólo llorar”. — una muchacha de 15 años

“El día después de que llegamos, mi bebé empezó a vomitar y tener diarrea. Pedí que la viera un doctor y no nos llevaron. Volví a pedirlo al día siguiente y la guardia dijo: ‘No tiene cara de bebé enferma. No necesita ver a un doctor’. Mi bebita no tiene medicamento desde que llegamos. Tiene mucha tos, calentura, y sigue con vómito y diarrea”. — una muchacha de 16 años de edad

Me agarraron con mi papá. Los agentes de migración me separaron de mi papá luego luego. Tenía mucho miedo y estaba espantado. Lloraba. No he visto a mi papá… Tengo gripa y tos desde hace varios días. No he visto a un doctor y no me han dado medicamento”. — un niño de cinco años de edad

“Nos separaron de nuestra abuela y ahora estamos solitos. No nos entregaron a nuestra mamá. Llevamos mucho tiempo aquí. Tengo que cuidar a mi hermanita. Ella es muy triste porque extraña mucho a mamá y a abuelita… Dormimos en una banca de hormigón. Hay dos colchonetas en el cuarto, pero los niños grandes duermen en las colchonetas por lo que tenemos que dormir en la banca de hormigón”. — un niño de ocho años de edad

“Estamos en una jaula de fierros con otros 20 adolescentes con bebés y niños chiquitos. Tenemos una sola colchoneta que tenemos que compartir entre todos. Hace mucho frío. Nos dieron una cobija de mylar para cada uno, pero no es suficiente para dar calor. Hay bancas pero no podemos dormir ahí. A veces estamos tan amontonados que no encontramos dónde dormir, y permiten que algunos cuantos de nosotros durmamos fuera de la zona cercada. Las luces están prendidas todo el tiempo”. — una muchacha de 16 años de edad


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