Política migratoria estadounidense durante una pandemia: Agilización de deportaciones, exportación de la muerte

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A finales de marzo, cuando la crisis del coronavirus se intensificaba en todo el mundo, Estados Unidos anunció que comenzaría a rechazar sin audiencia a todos los inmigrantes y solicitantes de asilo en la frontera entre Estados Unidos y México, incluso los niños (véase “The Language of Genocide“ [El lenguaje del genocidio], en inglés). En los primeros 18 días de esa política, expulsaron a 10.000 personas, entre ellas al menos 400 “menores no acompañados”, a las pocas horas de llegar a territorio estadounidense, según las cifras de la agencia de Aduanas y Protección de Fronteras. A la mayoría de estas personas las metieron en aviones rumbo a Centroamérica. Una vez en sus países de origen, las envían a “refugios temporales”. A algunas las acogen parientes. Otras regresan a “la cuarentena voluntaria y no forzada”.

Un portavoz del ICE (Control de Inmigración y Aduanas) dijo a Noticias ABC que Estados Unidos no deporta a alguien que tiene indicios de enfermedad. Pero Hugo Monroy, el ministro de salud de Guatemala, señaló que en un vuelo de deportación procedente de Estados Unidos, más del 75 por ciento de los pasajeros dieron positivo de coronavirus al aterrizar. Aún se desconoce cuántas personas en ese y otros vuelos se infectaron y cuántas personas en Guatemala se infectaron cuando los deportados se dispersaron por el país.

Propagación deliberada de un contagio

Después de que el gobierno guatemalteco protestó el envío de personas infectadas con el coronavirus, Trump firmó una orden que amenazaba con imponer duras sanciones a cualquier país que no coopere con la política de deportación de Estados Unidos, por crear “riesgos inaceptables para la salud pública de los estadounidenses”.

Trump dijo que su régimen está tomando estas medidas literalmente asesinas porque los “altos funcionarios de salud [de Estados Unidos] están extremadamente preocupados por las consecuencias públicas del movimiento transfronterizo masivo y sin control”.

De hecho, dentro de Estados Unidos, el enorme sufrimiento de la población provocado por este virus ha empeorado enormemente debido al funcionamiento de este sistema y las acciones, y falta de acción, del régimen de Trump y Pence. Cientos de personas mueren en los asilos de ancianos, se apilan los cadáveres en camiones refrigerados, solo una pequeña parte de la población ha sido examinada, escasea el preciado equipo médico como los ventiladores, el contagio se extiende desenfrenadamente por los guetos y barrios empobrecidos y las prisiones de todo Estados Unidos.

Pero estos horrores se volverán aún mucho peores si el virus se propaga a los atestados barrios marginales y a las zonas rurales indigentes de Honduras, Guatemala, El Salvador y México. Como tuiteó Christy Thornton, profesora de la Universidad de Johns Hopkins, “El gobierno de Estados Unidos está propagando activamente y a sabiendas el virus a Centroamérica a través de la deportación”.

Un crimen potencialmente genocida

Durante décadas, Estados Unidos financió y patrocinó guerras que mataron a cientos de miles de personas en América Central. Ha devastado sus tierras de cultivo y ha provocado catástrofes ambientales en sus países. Ha apoyado brutales regímenes represivos que son respaldados por fuerzas policiales y militares asesinas. Incontables miles de personas han muerto de forma terrible al intentar cruzar la zona de muerte que es la frontera entre Estados Unidos y México. Y ahora, con el régimen fascista de Trump y Pence en el poder, Estados Unidos está aprovechando la crisis provocada por el coronavirus para intensificar la represión de los inmigrantes a niveles insoportables y sin precedentes.

Estados Unidos ha cerrado efectivamente su frontera sur, y está enviando a la gente de vuelta a un infierno ineludible. Está obligando a personas contagiadas de un virus potencialmente mortal a vivir en ciudades y zonas rurales superpobladas y empobrecidas, en países que en el mejor de los casos tienen servicios médicos terriblemente inadecuados. Este es un crimen de magnitud y horror inimaginables y potencialmente genocidas.

Nos encontramos frente a desafíos históricos. El régimen fascista y el sistema imperialista que encabeza cometen crímenes monstruosos contra los inmigrantes. Todos los que se niegan a vivir en ese mundo deben ponerse al lado de los inmigrantes y desarrollar la resistencia y la oposición tanto como sea posible.

¡ALTO
a la satanización, criminalización y deportación de inmigrantes y la militarización de la frontera!

 


Guatemaltecos deportados de Estados Unidos, con sus niños, son recibidos por oficiales de inmigración en el Aeropuerto Internacional La Aurora en la Ciudad de Guatemala, el 12 de marzo. Hugo Monroy, el ministro de salud de Guatemala, dijo que en un vuelo procedente de Estados Unidos el 75% de los pasajeros dieron positivo de Covid-19 al aterrizar. Foto: AP

 

 

 

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