El capitalismo-imperialismo, el cambio climático y las crueles desiguales globales

Fotoensayo de un lector

| revcom.us

 


En julio y agosto de 2020, el Pantanal brasileño sufrió los peores incendios forestales jamás registrados en su historia. Más del 12% del área quemó en esos dos meses. (Foto: Gustavo Basso/NurPhoto vía AP)

 

Hace 5 años, países de todo el mundo se reunieron en París, Francia para participar en un proceso dominado por poderosos regímenes, en el cual firmaron lo que proclamaron un “acuerdo histórico” que según ellos iba a poner al cambio climático marcha atrás. De hecho, las metas que propuso el acuerdo de París eran lejos de lo que se necesitaba. Y 5 años después, ni un solo país está marcando el paso para cumplir incluso esas promesas inadecuadas.

El 2020 podría marcar un récord por promedio de temperatura mundial. El nivel de dióxido de carbón en la atmósfera, uno de los principales gases de efecto invernadero que causan el calentamiento planetario, ha subido a 412 partes por millón, mucho más por encima de lo que es sostenible. El nivel del hielo de mar en el Ártico ha llegado a mínimos históricos.

Debido a que el quemar de combustibles de fósil está calentando al planeta, la Tierra enfrenta una cascada de cambios que la transformarán de tal manera que, en cuestión de años o décadas, quebrantará el equilibrio del mundo natural que ha existido por más de 100.000 años. Un gran factor desconocido es si el sinnúmero de especies, ecosistemas enteros y la misma humanidad sobrevivirán en última instancia a este cambio climático.

Todo esto está sucediendo porque el sistema de capitalismo-imperialismo ha desarrollado de tal manera que impulsa las economías a usar combustibles de fósil en el contexto de una despiadada competencia entre diferentes grupos de capitalistas para maximizar ganancias y entre diferentes países para obtener ventajas estratégicas.


Porcentaje de emisiones de CO2 por la población mundial
El estilo de vida del 10% más rico de la población del mundo es responsable por casi la mitad de todas las emisiones.
El 50% más pobre es responsable por solo el 10%.
Fuente: Oxfam

La devastación y pérdida de vida como resultado del cambio climático no recae igualmente sobre todos los países. Los 47 países menos desarrollados son responsables por el 1% del total de emisiones mundiales de carbón, pero desde 1970 han sufrido el 69% de las muertes atribuidas al cambio climático. Se calcula que en 2020, 20 millones de personas —principalmente de los países oprimidos de Centro y Sud América, África y Asia— fueron desplazadas por el cambio climático.

El cambio climático no solo refleja el desequilibrio mundial sino que lo agrava. La brecha entre el producto económico de los países ricos y los países pobres del mundo es 25 por ciento mayor hoy de lo que hubiera sido sin el calentamiento planetario, según un reciente estudio de la Universidad Stanford.

Al igual que el cambio climático, estas desigualdades mundiales se deben a un sistema que se basa en la despiadada explotación de miles de millones de personas en enormes regiones del mundo por un puñado de países capitalistas-imperialistas. Para acabar con este sistema, tenemos que hacer una revolución y construir un sistema socialista y económico radicalmente nuevo, y en última instancia un mundo comunista.

 


Sequía, ríos secos e incendios en el Pantanal

Durante 2020, varias sequías afectaron a gran parte de Sudamérica. Uno de los más agobiados es el Pantanal, el pantano más grande del mundo que se extiende a través de Brasil, Bolivia y Paraguay. El Pantanal padece su peor sequía en 50 años, y en 2020 le azotaron temperaturas récord de más de 113°F / 45°C.

Los pantanos son ecosistemas singulares, estos permanecen inundados parte del año, lo cual engendra especies singulares. Según un informe de la ONU, el deterioro ambiental es más prominente en el pantano que en cualquier otro ecosistema de la Tierra. En el pantano viven más de 4.700 especies de plantas y animales, incluyendo especies en peligro de extinción como el macao jacinto (el loro más grande del mundo), el jaguar y el lobo con melena.


Un pescador busca anguilas en el lodo del seco río Paraguay el 8 de octubre de 2020. El río Paraguay alcanzó su nivel más bajo en 50 años después de meses de sequía. (Foto: AP/Jorge Saenz)


Los vecinos hacen fila para recibir comida gratis frente a una escuela primaria en Asunción, Paraguay. (Foto: AP/Jorge Saenz)

En 2020, el río Paraguay llegó a su nivel más bajo en 50 años. La gente está perdiendo acceso a agua fresca y a tener que pagar más por combustible más caro, y los pequeños y medianos granjeros no pueden vender sus cosechas.

En 2020, los incendios en el Pantanal y la Amazonia fueron el 46% más grandes que en 2019 cuando los incendios recibieron atención internacional tras una protesta durante la reunión del grupo de grandes potencias conocido como el G7. Los persistentes incendios amenazan con llevar al ecosistema de la amazonia más allá del punto de no retorno.

Al igual que los vastos incendios en la costa oeste de Estados Unidos de los últimos años, los incendios en la Amazonia fueron atizados por el secado del suelo de la selva, lo cual agrava enormemente los incendios y los hace más difícil de contener. En la Amazonia y otras partes de Sudamérica, los incendios son distintos en que se prenden deliberadamente.

Si bien la prensa con frecuencia trata de responsabilizar de los incendios en la amazonia a los pequeños granjeros y campesinos sin tierra, la mayoría de incendios son prendidos intencionalmente para la actividad ganadera a gran escala, cultivos comerciales y, cada vez más, sembríos de marijuana, los cuales son exportados a Estados Unidos y Europa Occidental, y buena parte del comercio es controlado o financiado por corporaciones con sede en esos países imperialistas.

 


El número de incendios en el Pantanal de Brasil, el mayor pantano tropical del mundo, ha incrementado más que el doble en el primer semestre de 2020 en comparación con el mismo período de 2019, según datos publicados por un instituto estatal. (Foto: AP/Andre Penner)


El ciclón Amphan en el Golfo de Bengala


Migrantes del cambio climático en Bangladesh tras el ciclón Amphan. (Foto: Kazi Salahuddin Razu/NurPhoto vía AP)

En 2020, en extensas zonas de África y Asia hubo fuertes lluvias y extensas inundaciones. Si bien eventos de clima extremo, como huracanes y ciclones, son parte de la naturaleza, las corrientes del océano más cálidas y otros efectos del cambio climático resultan en tormentas mayores y más peligrosas.

El 20 de mayo, el ciclón Amphan arrasó a Bangladesh e India con vientos de más de 160klph/135mph. Fue solo la cuarta tormenta súper ciclónica que había azotado el golfo de Bengala en los últimos 400 años. Amphan cobró fuerza rápidamente en el océano Índico, atizado por aguas cálidas de hasta 31C/88F. Fueron desplazadas unos 2,4 millones de personas de Bengala Occidental y 2,5 millones de Bangladesh. Más de 2,8 millones de viviendas recibieron daños.

Una de las zonas más fuertemente azotadas fue Sundarbans, un grupo de islotes en la delta entre la India y Bangladesh. La tormenta destruyó buena parte del bosque de manglares, donde viven los tigres reales de Bengala y otras especies en peligro de extinción. El auge de agua de mar dejó inservible buena parte de las tierras agrícolas. La elevación del nivel del mar desplazará a unos 18 millones de bangladesís en los próximos 40 años.

Shyamali Pramanik, una mujer de 30 años que vive en la isla Ghormara en Sundarbans, se echó a llorar durante una entrevista que le hacía el portal noticiero ambientalista Mongabay: “Antes de ir al campo de refugio, dejé atrás ganado y una casa de lodo, ahora lo único que queda es un muro desplomado sin techo. Me sostenía vendiendo huevos y ganado, pero se ha perdido todo. Pronto, el agua que crece y la erosión acabarán con nuestra existencia”.

 


Plaga de langostas de desierto en el este de África


Una nube de langostas del desierto en Kenya. Fuente: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO. (Foto: FAO/Sven Torfinn)

A principios de 2020, las fuertes lluvias llevaron a millones de langostas de desierto a invadir Kenya y otras partes del este de África, donde destruyeron las cosechas. Una nube de langostas cubrió un área de 40 kilómetros (25 millas) por 60 kilómetros (37 millas) y podía comer tanta comida en un día como 85 millones de personas.

Este fue el peor brote de langostas en Kenya en 75 años. Una segunda oleada de langostas, aún más numerosa que la primera, abrumó la misma región en junio y julio. Y el brote persistió al terminar el 2020.

 

Un informe de Al Jazeera describió a una mujer con 10 niños que gritó y les lanzó piedras a las langostas que habían caído sobre su cosecha de sorgo en el noreste de Etiopía. Pero las nubes de insectos fueron tan implacables que destruyeron toda su cosecha, la única fuente de ingreso para su familia. “No dieron tregua por una semana”, dijo ella. “Nos quedamos sin cosecha…. ¿Cómo voy a poder dar de comer a mis hijos?”

“El calentamiento planetario jugó un papel al preparar las condiciones para el desarrollo, el brote y la supervivencia de las langostas”, escriben científicos del Intergovernmental Authority on Climate Prediction and Applications Centre [Centro de la Autoridad Intergubernamental para la Predicción y Aplicación del Clima] en la revista Nature Climate Change.

La Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura advierte que si persisten las nubes de langostas, podrían poner en peligro la subsistencia del 10% de la población mundial.


No tiene que ser así

Este es apenas un vistazo a lo que ha pasado como resultado del cambio climático al combinarlo con las desigualdades mundiales en el ÚLTIMO AÑO. Ambos factores son el producto del capitalismo-imperialismo. ¡Esto es intolerable! Se avecina algo mucho peor. La cantidad de refugiados climáticos crecerá y alcanzará cientos de millones de personas, las costas se sumergirán, las masivas hambrunas serán más intensas, y acelerará la extinción de especies.

El 17 de mayo de 2020. La gente vadea por una calle inundada en Beledweyne, Somalia central. Las inundaciones en Somalia central han afectado a casi un millón de personas, desplazando a unas 400.000. (Foto: AP)

Más de 170 personas murieron en un desprendimiento de tierras en una mina de jade en Myanmar el 2 de julio, tras una fuerte lluvia. (Foto: AP/Zaw Moe Htet)

Unas personas cruzan una calle inundada durante la tormenta tropical Laura en Puerto Príncipe, Haití el 23 de agosto de 2020. La tormenta tropical Laura azotó la República Dominicana y Haití, y golpeó la costa de Luisiana siendo un huracán. (Foto: AP/Dieu Nalio Chery)

Unos evacuados esperan para abordar los autobuses el 25 de agosto de 2020 en Galveston, Texas mientras el huracán Laura se dirige a la costa del Golfo. (Foto: AP/David J. Phillip)

El capitalismo-imperialismo está destruyendo el planeta. Ante esta amenazante catástrofe, solo una revolución puede darle a la humanidad una posibilidad real de salvarse. Necesitamos una sociedad radicalmente diferente que valore a la naturaleza y construya una economía ecológicamente sostenible, que valore a los miles de millones de oprimidos en el planeta y que desate su creatividad e iniciativa, una que obre por un mundo comunista libre de todas las relaciones de explotación y opresión.

 


 

 

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