Revolución #91, 10 de junio de 2007
La lucha de los chicanos y la revolución proletaria en Estados Unidos
Cuarta parte: La II Guerra Mundial y los braceros
Estamos publicando una serie de pasajes de "La lucha de los chicanos y la revolución proletaria en Estados Unidos". Este informe, de un grupo de estudio del Partido Comunista Revolucionario, EU, salió en junio del 2001. La investigación fue parte del proceso de elaborar el borrador del nuevo programa del PCR. (El Borrador del Programa y el informe completo están en línea en: http://revcom.us/s/programme_s.htm).
Publicamos la primera parte de esta serie en el número 87, la segunda parte en el 89, y la tercera en el 90. Esta parte es de "La historia y la situación actual de los chicanos".
La II Guerra Mundial
Casi 500,000 chicanos entraron al ejército durante la II Guerra Mundial. Para muchos, la experiencia rompió el aislamiento rural en que vivían, pues conocieron nuevas ideas, gente diversa y chicanos de otras regiones. Asimismo, debido a la guerra, más chicanos y mexicanos se integraron al proletariado industrial y agrícola.
Aunque muchos chicanos pelearon y murieron por los intereses del imperio yanqui, los miraban y los trataban como ciudadanos de segunda clase. Sufrieron mucha discriminación: sus hijos tenían escuelas segregadas; no los atendían en muchos restaurantes ni les permitían usar las albercas públicas o entrar al cine. En Texas, los “rinches” se dedicaban a hostigar a chicanos y mexicanos.
En 1943, turbas de marineros, animados y ayudados por la policía, atacaron a jóvenes chicanos en Los Ángeles. La prensa reaccionaria lo llamó “los disturbios Zoot Suit” (porque los jóvenes —los pachucos— vestían el “Zoot Suit”) y lanzó una ola de propaganda contra la “criminalidad del chicano”. La generación de los pachucos dio nuevos matices a la cultura chicana, especialmente en las zonas urbanas, pues no toleraban los ataques racistas y desafiaban la cultura anglosajona.
Los braceros
La guerra provocó una escasez de trabajadores del campo porque muchos de los negros, chicanos y blancos pobres que antes hacían esos trabajos entraron al ejército. Como se necesitaba una fuente de mano de obra barata, en 1942 los gobiernos de Estados Unidos y México iniciaron el Programa Bracero, que trajo una cantidad fija de trabajadores mexicanos para la cosecha con la condición de que estos regresarían a México al fin de la temporada. (No todos los braceros trabajaron en el campo; algunos fueron rieleros y otros trabajaron en las fábricas de la costa del este). Según el acuerdo entre los dos gobiernos, los braceros no tenían que prestar servicio militar en Estados Unidos, no desplazarían a trabajadores estadounidenses y tampoco los discriminarían. En realidad, tuvieron que aceptar salarios miserables y pésimas condiciones de trabajo, sin derecho a organizarse o defenderse. De 1942 a 1947, unos 220,000 braceros entraron a Estados Unidos para trabajar en el campo; el programa estuvo en vigor hasta comienzos de los años 60. (Hace poco, salió a la luz que les robaron millones de dólares a cientos de miles de braceros: les descontaron dinero del sueldo para una “cuenta de ahorros”, pero muchos no sabían nada de eso y no les devolvieron el dinero cuando los mandaron de regreso a México).
En los años 50, la Migra realizó la “Operation Wetback/Operación Mojado”. Con redadas de madrugada y cacerías por las calles, desató el terror contra inmigrantes y chicanos por igual. Convirtió las escuelas en centros de detención y terminó deportando a millones de indocumentados, residentes y ciudadanos.
En esa época, la población chicana ya era bastante grande: muchos compartían la experiencia de tener padres inmigrantes, y de nacer o crecer en Estados Unidos. Era una nueva generación; no eran los pachucos de antes, pero crecieron oyendo las experiencias de estos y les tenían respeto. Les daba mucho coraje ser rechazados, marginados y hostigados por la policía. La sociedad no valoraba a la población inmigrante y chicana que construyó el Suroeste: los rieleros, mineros, trabajadores del campo y constructores de carreteras y puentes. No le daba importancia a la historia, cultura y sociedad mexicana. En las escuelas, no enseñaban casi nada sobre la historia de los chicanos y la sociedad no valoraba sus aportes. Era como si nunca hubieran existido ni logrado nada de valor. A comienzos de los años 60, se descubrió que de algunas facultades de UCLA no se había graduado ni siquiera un chicano… ¡en Los Ángeles, con su gran población chicana!
De todo eso nació la nueva conciencia de los chicanos como nacionalidad oprimida dentro de la sociedad estadounidense, y se crearon nuevas organizaciones y una cultura de resistencia. Próximo pasaje: La lucha de los trabajadores del campo y los años 60
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