Tuit de Trump “Manténgase fuerte, Israel”

Implicaciones genocidas para los palestinos... un modelo para un Estados Unidos Über Alles

4 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 23 de diciembre, la administración de Obama se negó a vetar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que denunciaba los “asentamientos” israelíes en Palestina (para más información, véase “Obama se abstiene de una resolución de la ONU que denuncia Israel… Trump reacciona: No es una ‘señal de esperanza’ sino una vista previa de horrores entrantes”).

Como respuesta, Donald Trump tuiteó: “¡Mantente fuerte Israel, el 20 de enero se avecina rápidamente!”

El tuit de Trump presagia un cambio de paradigma que abandona toda pretensión estadounidense de refrenar la limpieza étnica de Palestina, la que Israel siempre comete y recientemente viene intensificando. Para el pueblo palestino, eso implica genocida, literalmente.

Asentamientos... limpieza étnica... y genocida

Israel se construyó, literalmente, sobre la tierra y los huesos del pueblo palestino. Masacraron a miles de palestinos y expulsaron a millones durante la guerra para establecer el estado de Israel en 1948. Luego, en 1967, Israel se apoderó de más territorios por medio de la guerra, y empezó a construir asentamientos en esas tierras. Esos asentimientos no son más que una limpieza étnica continua y cada vez más intensificada de Palestina a manos de 800.000 israelíes fuertemente armados, con el respaldo de la violencia oficial israelí. (Véase la edición especial de Revolución, “¿Bastión de ilustración O matón para el imperialismo? El caso de ISRAEL”.)

La administración de Obama ha planteado objeciones diplomáticas formales al avance de esos asentamientos, y de hecho sí considera que su expansión rápida perjudica los intereses de Estados Unidos e Israel. Al mismo tiempo la administración de Obama ha mandado a Israel miles de millones de dólares de ayuda en varias formas, lo ha equipado con tecnología militar de avanzada, ha facilitado su arsenal nuclear y (en la mayor parte) lo ha protegido de la condena de la ONU. Es más, Obama ha declarado repetidamente que Israel es un puesto de avanzada de la democracia, la ilustración y la tolerancia, al mismo tiempo que Israel masacra a palestinos en la Franja de Gaza y los encapsula con muros y asentamientos de la región de Cisjordania (la región al oeste del Río Jordania, en realidad la parte oriental de Palestina).

Para dar un ejemplo muy básico de lo que lo anterior significa: donde se establezcan los asentamientos israelíes, roban sistemáticamente toda el agua disponible en la región, facilitándoles a los colonos un estilo de vida como de Europea Occidental, piscinas, céspedes y jardines en enclaves militarizados al estilo de las zonas acomodadas suburbanas. Dedican otras tierras que les arrebataron a los palestinos, a granjas y huertas corporativas a gran escala que gastan enormes cantidades de agua. El resultado: pequeños productores palestinos que lograran quedarse con sus tierras no pueden regar a sus sembradíos, ni alimentar a sus hijos, ni mantener una sanitación mínima. Ese fenómeno es generalizado y sistemático (Vean “Aguas turbulentas. Negación del derecho al agua a la población palestina”, Amnistía Internacional. Además vean el video "Farming Without Water. Palestinian Agriculture in the Jordan Valley” [Cultivo sin agua. Agricultura palestina en el valle del Jordán]).

Lo que Trump amenaza sería muchísimo peor

Hay paralelos muy directos entre lo que Israel hace ahora a la expulsión sistemática por parte de los nazis de los judíos de Alemania, Polonia y otros países hacia guetos cada vez más reducidos y desesperados, antes de implementar la “solución final”.

Lo que amenaza Trump sería muchísimo peor de lo que Israel ya hace con el respaldo de Estados Unidos — por inimaginable que eso sea.

El tuit de Trump de “mantente fuerte” sigue su nombramiento de David Friedman para embajador a Israel. Freedman no sólo promueve la expansión desenfrenada de asentamientos israelíes sin que financia personalmente a algunos de ellos. Un periódico israelí lo describió como “más de línea dura que el primer ministro Benjamín Netanyahu”, el líder actual de Israel que es notorio por invadir la Franja de Gaza y masacrar a miles de civiles palestinos. Un comentarista israelí dijo que Friedman “quizás encuentre lugar” en uno de los partidos israelíes extremistas, “pero sólo en los márgenes derechistas”.

Es más, Trump ha insistido repetidamente que Estados Unidos pisoteará las promesas que Estados Unidos y la ONU han hecho a los palestinos durante décadas, pues reconocerá a Jerusalén como la capital de Israel. Jerusalén es la capital histórica de Palestina. Tanto el islam como el cristianismo y el judaísmo la consideran sagrada. Reconocer a Jerusalén como la capital de Israel (lo que no ha hecho ningún otro país en la Tierra) despreciaría descaradamente las aspiraciones del pueblo palestino y provocaría indignación entre la gente por todo el mundo.

El statu quo ya es totalmente intolerable. En Cisjordania un muro monstruoso encapsula a los palestinos, asentamientos militarizados desarticula sus tierras, y el temor constante a la violencia israelí les sofoca la vida. En la Franja de Gaza, dos millones de palestinos viven en lo que es en esencia una enorme prisión al aire libre, sujetos a matanzas israelíes en serie.

Pero quitar todas las restricciones diplomáticas sobre asentamientos israelíes daría luz verde para que aíslen aún más a los palestinos en enclaves de cada vez menor alcance, separados unos a otros, sujetos al reino militar israelí más abierto y más directo, desprovistos de toda pretensión de derechos democráticos y en condiciones en las que la sobrevivencia humana es cada vez menos sostenible. Marcaría un salto a una situación cualitativamente peor.

La locura y la lógica que la subyace

A ojos de Trump, Pence y las fuerzas de la clase dominante que los respaldan, el statu quo en Israel no es sostenible, pero, para ellos, eso no se debe a lo que significa para el pueblo palestino. Tampoco se debe a que Israel es una nación construida sobre la limpieza étnica. Tampoco se debe, para ellos, a lo IN-moral de invocar el Holocausto –un gran crimen cometido en contra de los judíos— para justificar que los judíos cometan grandes crímenes en contra de los palestinos.

       

Pero los trompistas sí consideran necesario cambiar dramáticamente la relación entre Estados Unidos e Israel. La coherencia y estabilidad de Israel depende del sentido de seguridad de los israelíes (en su abrumadora mayoría judíos de origen estadounidense o europeo) y de polvorizar las vidas y los espíritus del pueblo palestino. Si esa coherencia empezara a deshilarse, es posible que eso abra grietas y hasta fisuras profundas en lo que hoy en día parece una máquina de guerra invencible (Israel). Partes de la población colon sionista judío podrían perder confianza en la viabilidad de Israel, hasta la aceptabilidad del sionismo, a un grado u otro.

Además, a ojos de los gobernantes sionistas israelíes de línea dura, y sus promotores trompistas, cosas como un voto unánime del Consejo de Seguridad de la ONU (con la abstención estadounidense) para denunciar los asentamientos socavan la legitimidad y credibilidad de Israel en maneras peligrosas e inaceptables.

Para los trompistas, la negociación, la pretensión de una “solución de dos Estados” y la de apoyar los derechos humanos de los palestinos, socavan la estabilidad de Israel. Cabe repetir, la “solución de dos Estados” en sí es una maquinación imperialista en pos de legitimar la limpieza étnica de Palestina por parte de colones sionistas con el respaldo del imperialismo occidental, y para confinar al pueblo palestino en pequeñas áreas aisladas dentro de su patria, sujetas a la encapsulación y terror militar israelí. Dicha “solución de dos Estados” ha sido la posición oficial de la ONU y el gobierno estadounidense desde más o menos el establecimiento de Israel. No es una solución justa para el desposeimiento del pueblo palestino. Pero ahora los gobernantes de Israel y Estados Unidos vienen descartando incluso esa pretensión de tomar en cuenta los derechos y la humanidad del pueblo palestino.

Israel como un aliado modelo para Estados Unidos Über Alles

El desdén de Trump hacia cualquier pretensión de ponerle freno a Israel es, en sí, motivo para que todo el mundo haga todo posible para asegurar que él no llegue a tomar el poder. Más allá de eso, es una concentración de la visión trompista de “Hacer grandioso de nuevo a Estados Unidos”. O, para expresar esa visión en el alemán original: “Estados Unidos Über Alles”.

A sus ojos, “grandioso” implica la vaporización de casi 200.000 japoneses con bombas atómicas. Implica la matanza de millones de indochinos en una guerra del imperio en las décadas 60 y 70. Implica la invasión de Irak (antes de que se convirtió en un desastre para Estados Unidos). Y “grandioso de nuevo” implica más de lo mismo, y hasta peor. (Para un cuadro de lo que significa al mundo “Hacer grandioso de nuevo a Estados Unidos”, véase la serie Crimen yanqui).

Trump no es solamente una personificación del “estadounidense feo”, que insulta gratuitamente la opinión pública mundial y los gobiernos extranjeros, que pisotea convenciones diplomáticas y amenaza despreocupadamente con lanzar armas nucleares. Sí, lo es. Pero su locura tiene cierta lógica.

Durante toda su campaña, Trump amenazaba a los aliados de Estados Unidos de que solamente recibirían la protección (en el sentido mafioso) de Estados Unidos si “cumplan con sus obligaciones para con nosotros”. Los medios de comunicación establecidos, en la abrumadora mayoría de los casos, malinterpretaron o explicaron esos comentarios como “aislacionistas”, o definieron los intereses estadounidenses estrechamente en términos económicos, así encubriendo la realidad. La cita particular sobre si los aliados “cumplan con sus obligaciones” la dijo en relación con Europa, Corea del Sur y Japón, pero junto con otras declaraciones y la actitud en general que proyectó en relación con el resto del mundo, representa la determinación de Trump a reestructurar el mundo en uno sin desafío alguno a la hegemonía estadounidense, donde los aliados estadounidenses estén todos bajo control y conozcan su lugar en el orden piramidal global.

Trump y su cabal ven la necesidad de imponer de nuevo el dominio global de Estados Unidos en las maneras más extremas. Visto así, Trump y su círculo de militaristas fanáticos y fascistas cristianos ven un valor en soltar abiertamente a Israel de sus riendas por completo, y en tirarle carne roja a los sionistas rabiosos que manejan ese estado. Eso es parte del mensaje que mandan al mundo. Israel es un modelo de la visión trompista de un aliado estadounidense.

La reconfiguración fascista de Trump de la política exterior estadounidense crearía todo tipo de caos en el Oriente Medio. Pondría en posiciones extremadamente insostenibles a los gobernantes reaccionarios de aliados de Estados Unidos como Egipto, Arabia Saudita y Turquía. La credibilidad de esos regímenes yace, en parte, en presentarse como defensores del pueblo palestino (y defensores de islam). Lo que Trump propone hacer crearía nuevos peligros y oportunidades para rivales globales como Rusia y China, y potencias regionales como Irán, con una muy amplia gama de resultados terribles impredecibles que incluyen hasta la guerra nuclear. También sin duda intensificaría el nivel de conflicto infernal entre el imperialismo occidental y el yihadismo islámico fundamentalista.

La solución de Trump a todo el caos que sus políticas provocarían es lo que él prometió repetidamente durante su campaña: la tortura (“mucho más peor que el submarino”), la censura, la persecución judicial y violencia de turba contra el disentimiento, y la guerra – incluida una posibilidad muchísimo mayor del uso de armas nucleares. (Ver: “¿Qué implicaría tener a un ‘hombre loco’ en la Casa Blanca con su dedo en el disparador nuclear?”.) Cuadra en ese marco su promesa de que, a partir del 21 de enero, quitará todos los frenos a Israel.

Visto lo que significaría un régimen de Trump para el pueblo palestino, para el Oriente Medio, y lo que significaría para la humanidad, hay que detenerlo antes de que comience.


Mayo de 2014, un hombre de 54 años de edad se sienta frente a su demolido hogar en la comunidad beduina palestina Jabal al-Baba, con el asentamiento israelí de Maaleh Adumim al fondo. Foto: AP (Haga clic en la foto de arriba para ampliarla).


Este mapa de 2005 de Cisjordania en Palestina muestra parte de la realidad de la limpieza étnica en curso contra el pueblo palestino. Se ha reducido la tierra asignada a los palestinos hasta constituir parcelas atomizadas y desconectadas, en el mapa representadas por los dos tonos más oscuros de marrón. Cisjordania, junto con la Franja de Gaza, es menos del 30% de la tierra histórica de Palestina (antes de la fundación del estado de Israel en 1948) y en 1991 se la prometió a los palestinos como parte de la "solución de dos estados. " Mapa: PalMap.org (Haga clic en el mapa para ampliarlo).


La pérdida de tierra palestina entre 1946 y 2000

Arriba: Un área de la Ciudad de Gaza destruida por ataques aéreos israelíes en agosto de 2014. Israel cometió crímenes de guerra, aplastando a Gaza en un asalto masivo desproporcionado: más de 6000 ataques aéreos junto con fuego de tanques que mataron a 2.251 palestinos, entre ellos 1.462 civiles palestinos, 299 de estos mujeres y 551 niños — todo con el respaldo estadounidense de la administración de Obama. Imagínese lo que significaría si un régimen de Trump "desencadenara" a Israel de una manera cualitativamente más agresiva. Foto: AP

El caso de ISRAEL: ¿Bastión de ilustración O matón para el imperialismo?

Para un análisis de la naturaleza y el papel de Israel, vea el número especial de Revolución / revcom.us: “El caso de ISRAEL: ¿Bastión de ilustración O matón para el imperialismo?

 

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