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Difundir la revolución y el comunismo
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Revolution #159, 22 de marzo de 2009
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Nota a las y los lectoras/es: Esta es la versión ampliada del editorial que salió en Revolución #159.
La semana pasada, Revolución publicó Una Declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad. Es un documento impresionante y muy amplio en su visión.
Un llamado a difundir esta Declaración Consigue montones de esta Declaración y repártela por todas partes: las secundarias y las universidades, los departamentos de estudios de la mujer y las organizaciones de la mujer, en los autobuses que llevan a las mujeres a visitar a los hombres presos, entre las mujeres encarceladas, en reuniones de gente progresista, en los barrios y los salones de belleza, los centros comerciales donde los jóvenes se juntan y las colas para entrar a conciertos y películas. Llévala a artistas y músicos, trabajadores de medicina y científicos, escritores y creadores de opinión pública, a los centros para víctimas de la violación y los albergues para mujeres golpeadas. Llévala a todas partes donde la gente discute y debate y dondequiera que deberían estar discutiendo y debatiendo la situación de la mujer. Riégala por correo electrónico, por las páginas web y en las charlas electrónicas... ayuda a que “se contagie” y transforme los términos en que la gente piensa, habla y actúa. Habla con las personas, lánzales retos, agita el ambiente. Especialmente donde las personas se reúnen para hablar sobre las condiciones de la mujer — lleva esta Declaración a la gente. Estudia su línea y OPINA. Desafía a las personas fuertemente para que rompa los límites y los confines de cómo hoy se plantea esta cuestión. Explícales la necesidad para la más radical revolución en la historia de la humanidad y TRAE A LA GENTE A ESTE MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO. Entonces, escribe a Revolución y comparte con nosotros tus experiencias. |
En tiempos en que casi no existen normas para tratar a las mujeres como seres humanos plenos e iguales, ni siquiera entre las personas progresistas, un tiempo de aspiraciones extremadamente bajas y una tremenda desorientación, esta Declaración expone contundentemente que es intolerable la situación actual de creciente deterioro para la mujer en cada rincón del mundo. Analiza la fuente de esta opresión y establece nuevas normas para todos los que se interesan por la liberación de la mujer y de la humanidad en su conjunto.
Esta Declaración tiene el potencial de cambiar el enfoque que toda una nueva generación de mujeres —y de hombres— da a la cuestión de la mujer en la sociedad y las posibilidades futuras. Existe un mar de furia latente, potencial de contribuir e impaciencia de millones de mujeres en todo el mundo. Esta Declaración tiene el potencial de sacarlo a la superficie, templarlo y desencadenarlo como una fuerza poderosa para la revolución.
Esta Declaración puede transformar y fortalecer el carácter del movimiento revolucionario, de cómo de manera férrea y desafiadora combatimos el sistema, de desencadenar de lleno la furia de la mujer en todo lo que hacemos y cómo nosotros mismos pensamos o incluso cómo sentimos sobre el papel de la mujer en la sociedad y las relaciones entre hombres y mujeres. Esta Declaración puede forjar este movimiento en una personificación aún más poderosa del futuro liberado por el que estamos luchando y en una fuerza aún más poderosa de atracción para todos los que claman por un mundo liberado.
Esta Declaración es un enorme avance en la teoría y el análisis comunista de los orígenes de la opresión de la mujer, los caminos (y los obstáculos) a su liberación y el conocimiento de qué clase de futuro es posible y necesario para el florecimiento de toda la humanidad. Es una expresión de los grandes adelantos que ha hecho Bob Avakian desarrollando una nueva síntesis acerca de la revolución y el comunismo y es una forma con que muchos pueden conocer por primera vez su dirección y entrarle en esta revolución en general.
Con esta Declaración, el Partido Comunista Revolucionario ha desarrollado una enorme herramienta para transformar una de las contradicciones más innecesarias y terribles de las sociedades de clase —la subyugación y el sofocamiento de la mitad de la humanidad— en uno de los factores más poderosos y dinámicos de la revolución comunista, cuyo fin es ir más allá de todos los sistemas basados en opresión y explotación.
Pero para que eso ocurra, hay que estudiar a fondo esta declaración, bregar con ella y llevarla a la gente con sustancia, claridad y confianza. Para acabar con la opresión de la mujer, se necesitan más que lágrimas y más que indignación. Se requiere un conocimiento científico y un núcleo sólido revolucionario que tiene claro hacia dónde va.
Vale la pena tomar un tiempo para realmente captar y apreciar el contenido, y los grandes adelantos, que llenan las páginas de esta Declaración.
Esta Declaración investiga las raíces materiales de la opresión de la mujer más que todo lo hecho previamente; profundiza en la historia humana y en el continuo desarrollo de la base económica de la sociedad, para sacar a flote de dónde viene esa opresión. Por qué no es simplemente una cuestión de la “naturaleza humana”. Ni de las “actitudes masculinas”. Ni de algún plan “divino” o sobrenatural. La Declaración pone al descubierto cómo la primera división de trabajo de la sociedad humana —en la cual la mujer, por necesidad, desempeñaba un papel mayor en la crianza de los niños— se transformó en una relación institucionalizada de opresión del hombre a la mujer durante esa etapa de historia humana en que la sociedad se dividió en clases.
Esta Declaración es internacionalista. Demuestra por qué la opresión de la mujer es una parte integral de todos los sistemas sociales y económicos reaccionarios, y, lo que es muy importante, demuestra que en esta época del capitalismo-imperialismo mundial, las estructuras del capitalismo mundial no solo se han incorporado a las formas dominantes de opresión de la mujer en el “Occidente”, formas de opresión que dichas estructuras requieren y refuerzan, sino han hecho lo mismo con relación a las formas características de opresión de la mujer en los países del tercer mundo que dominan y explotan.
La Declaración condena la ridiculez de defender una forma de opresión de la mujer contra otra diferente: por ejemplo, decirles a las mujeres de países “democráticos” e “ilustrados” como Estados Unidos que lo que puedan lograr no tiene límites (a pesar de los continuos límites sofocantes y los peligros que las rodean a cada paso) y que deben estar agradecidas porque no viven en países donde matan a pedradas a las mujeres. O los fundamentalistas de todos tipos, sean los fundamentalistas islámicos cuya fuerza e influencia están creciendo en grandes partes del mundo o los fundamentalistas cristianos que son igualmente misóginos y “medievales” aquí mismo en Estados Unidos, que señalan la degradación de la pornografía y el comercio sexual de mujeres con la finalidad de justificar sus propias formas medievales de subyugación patriarcal e imponerlas. Sea la burka o la tanga, la Declaración pone al desnudo las formas que parecen ser diferentes y saca a la luz, con materialismo y ciencia, la esencia de la subyugación de la mujer.
Esta Declaración aborda la institución “muy preciada” de la familia y va a la raíz del PORQUÉ esta sigue siendo el lugar más peligroso para las mujeres y los niños. Vincula los orígenes de la familia como una “casa de esclavos” a su evolución en las sociedades capitalistas. Saca a la luz que las relaciones maritales de hoy todavía son relaciones de propiedad en lo fundamental y que eso tiene una fuerte relación con el criterio doble que dice “zorra” si una mujer tiene muchas parejas sexuales y “semental” si se trata de un hombre. Hasta explica por qué el hombre de esta sociedad siente que está en su derecho al buscar placer sexual más allá del matrimonio en vez de buscar una relación más cariñosa y una intimidad más comprensiva con su esposa, y por qué tantas mujeres se encuentran obligadas a vivir en condiciones materiales y adoctrinadas en una ideología de su “lugar” que les conducen tan a menudo al uso y abuso como objetos sexuales.
La Declaración examina los logros tremendamente positivos del movimiento para la liberación de la mujer de los 1960 y comienzos de los 70, y de sus debilidades, y explica su lógica. Saca las lecciones esenciales para avanzar hoy y analiza la diferencia entre el movimiento feminista burgués y las mujeres que entraron a la lucha por la emancipación de la mujer como parte de la lucha general de transformar el mundo.
A lo largo del documento se demuestra que el capitalismo no ha liberado a la mujer y no puede liberarla, pues solamente ha transformado las formas de la opresión de la mujer. Revela cómo el movimiento fascista cristiano para reforzar el patriarcado y la familia tradicional llegó a ser un vehículo básico del conjunto de la clase dominante, con la finalidad de revertir una amplia gama de avances generalizados ganados por los movimientos radicales y revolucionarios de los años 60 y 70. También demuestra cómo el veneno del patriarcado y la religión les han servido a los gobernantes de vehículo para atraer a su redil reaccionario a los que una vez soñaban con un mundo diferente pero que siguen duramente oprimidos.
Esta Declaración expone que los avances conseguidos a raíz de los levantamientos de los años 60 no se podían conservar porque no se hizo una revolución en realidad. En tiempos en que tantas personas se han sumido en la desorientación, la Declaración pausa para recordarnos que una revolución verdadera significa el derrocamiento de una clase por otra y el establecimiento de un nuevo estado; no es simplemente una cuestión de mucha efervescencia y lucha, aunada al cambio de ideas y sentimientos.
La Declaración aclara por qué la cuestión de los derechos al aborto y al control de la natalidad es tan central a la plena emancipación de la mujer y por qué los ataques a esos derechos fundamentales han sido el frente principal de la arremetida reaccionaria que libran los gobernantes del país y los fascistas cristianos que estos desataron. Además, la Declaración cuestiona y condena la desorientación y la actitud defensiva en cuanto al aborto que impera ahora en el movimiento feminista burgués oficial.
Siguiendo adelante, la Declaración habla de las cuatro principales barreras a la emancipación. Esas barreras no solo asedian ampliamente a la gente, sino desorientan y confunden incluso a las personas que realmente quieren contribuir algo positivo a la humanidad. La Declaración demuestra que estos puntos de vista equivocados —defender el imperialismo estadounidense como una fuerza que puede “liberar a la mujer”, no cuestionar el culto a la maternidad, luchar para que los oprimidos tengan “familias fuertes” y “optar” por ser objeto sexual para así “darse poder”— lejos de liberar a la mujer, conducen en sentido CONTRARIO a esa liberación que es posible y urge tanto.
El movimiento comunista nunca antes ha tratado con tanto materialismo y claridad científica la necesidad de romper con la ideología que consagra la maternidad y el parto, de dejar atrás cualquier romanticismo sobre la familia, de abandonar de hecho el juego siempre perdedor de “elegir” entre el imperialismo estadounidense y el fundamentalismo islámico y de romper de plano con lo de ver a la mujer como un objeto sexual y al sexo en sí como mercancía. Estas polémicas hablan poderosamente a la gente “donde está” y urge entablar una lucha política así como ideológica aguda y sin tregua sobre esas cuestiones.
Al mismo tiempo, es esencial captar que estas polémicas se basan en el materialismo de un pleno conocimiento de la dinámica del capitalismo-imperialismo y cómo este moldea todo mediante la opresión, explotación y derecho burgués — desde las limitaciones a la vida de la gente hasta la manera que moldea los sueños y las aspiraciones, y que estas polémicas son tan poderosas como lo son precisamente porque se basan en dicho materialismo. Lo que les da a esas polémicas el tono tan contundente e irrefutable, lo que posibilita que condenen tanto y a la vez que sean tan “sensibles” y elevadas, es el hecho de que son tan profundamente científicas.
En oposición a aceptar y acomodarse al mundo como es y los veredictos incorrectos, pero “dados por sentado”, contra el comunismo y la revolución, esta Declaración plantea de una manera poderosa que SOLO la revolución comunista es capaz de liberar a la mujer. Echa a volar la imaginación y la visión del potencial humano, pintando un cuadro impactante de los logros que se podrían realizar en un corto tiempo, una vez que el poder estatal esté en manos del proletariado revolucionario bajo la dirección de su partido de vanguardia. La Declaración dice audaz y correctamente que ¡el poder estatal revolucionario es “lo más liberador”! Nos reta a imaginar una sociedad en que la mujer no sufra la violación, ni la brutalidad y degradación sistemáticas, una sociedad que ofrece el acceso generalizado a los métodos de control de la natalidad y al aborto, además del conocimiento científico necesario para quitarles el estigma a esos derechos fundamentales. Nos reta a imaginar una sociedad revolucionaria en que las mujeres y los hombres se relacionan de nuevos modos radicales y que desencadena plenamente a la mujer como un aspecto del proceso general de hacer la revolución. Pinta una visión de una sociedad que va más allá de lo que se ha conocido hasta ahora; que ve en los brotes de lucha contra vestigios de la opresión de la mujer un factor positivo y bienvenido, del cual aprender y a que desencadenar, aun cuando choca e “interfiere” con otras necesidades muy apremiantes de la nueva sociedad. Demuestra cómo esas luchas pueden ser un factor positivo para desarrollar nuevas formas de satisfacer las necesidades sociales apremiantes, de tal modo que sean al mismo tiempo una expresión del mundo comunista liberado por el cual se lucha y un avance concreto hacia esa meta.
En ninguna otra parte se encontrará una visión tan amplia, elevada y radical de lo que la humanidad puede alcanzar; tampoco se encontrará una visión tan completamente fundamentada en un conocimiento científico de la realidad y en las formas de transformarla.
Esta Declaración pone las cosas en claro respecto a los logros tremendamente positivos de las previas revoluciones comunistas, inclusive en materia de la cuestión crucial de la liberación de la mujer, e investiga en particular los logros de China bajo la dirección de Mao Tsetung.
La Declaración va más allá, pues señala las lecciones de ese período, abrumadoramente positivas pero también negativas, incorporadas en la nueva síntesis sobre la revolución y el comunismo desarrollada por Bob Avakian. Como dice la Declaración: “Jamás ha existido una corriente de pensamiento o actividad humana más radical con respecto a la emancipación de las mujeres que el comunismo; y el comunismo jamás ha sido más visionario, radical y científico que en su desarrollo por medio de la dirección de Bob Avakian”. Y detalla por qué eso es cierto.
De no menos importancia, toda esta pionera Declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad es en sí una expresión de los grandes adelantos que ha hecho Bob Avakian: en su amplia visión histórica; su dialéctica materialista; su enfoque totalmente científico; su reconocimiento de las formas en que la sociedad de clases en que la gente vive moldea no simplemente sus opciones, sino incluso sus deseos y sus aspiraciones; su confianza en que las personas se ofrezcan para ser emancipadores de la humanidad; su disposición a retar a la gente “donde está” mediante la difusión de nuevos criterios y una moral comunista; y su visión de un futuro alcanzable y deseable para el cual vale la pena luchar.
Nunca en la historia se haya publicado un documento tan radical, liberador y científico sobre la opresión de la mujer y cómo eliminar dicha opresión, y sobre la relación y el vínculo que esa liberación tiene con la emancipación de toda la humanidad.
Todos y cada uno que seriamente quieren poner fin a la opresión y la degradación de la mitad de la humanidad y todos y cada uno que sueñan con un mundo diferente deben tomar tiempo para estudiar a fondo y bregar con lo que dice este documento.
Esta Declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad necesita signar un nuevo día en el movimiento revolucionario. Todos nosotros —si hemos estado en esta lucha por décadas o si apenas estamos entrando a la vida política— tenemos que luchar para captar a fondo y sobre esa base, ponernos a la altura del reto y hacer surgir el movimiento revolucionario articulado en esta pionera y conmovedora DECLARACIÓN: POR LA LIBERACIÓN DE LA MUJER Y POR LA EMANCIPACIÓN DE TODA LA HUMANIDAD.
Usa este editorial, “Un reto a las y los lectoras/es de Revolución”, como una guía para explorar más a fondo el contenido de la Declaración y lo que está llamando a forjar.
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Revolution #159, 22 de marzo de 2009
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Nota de la redacción: A continuación la tercera entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian, “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, ante un grupo de miembros del partido en la primera parte de 2008. Se ha revisado y se le ha agregado algunas notas en preparación para su publicación.
Primero, quiero tratar un aspecto importante de nuestro entendimiento de lo que es la esencia del capitalismo y qué relación éste tiene a ciertas teorías filosóficas y político-económicas sobre lo que es el capitalismo y lo que es la sociedad. Uno de los aspectos más importantes y fundamentales —uno de los aspectos delimitantes— del capitalismo es, como señaló Marx, la separación histórica de las masas de productores de los medios de producción. Esta separación tiene mucho que ver con cómo entendemos el papel de clases y de los individuos — y la relación entre los individuos y las clases. He aquí una cita muy pertinente de America in Decline (de la página 30): “La separación violenta [nótese: la separación violenta] de los productores inmediatos de los medios de producción constituyó la base social del rápido desarrollo del capitalismo en partes de Europa”1 . Esto es cierto históricamente y en relación al surgimiento del capitalismo en Europa, pero también es importante reconocer que esto sigue siendo un componente esencial del desarrollo del capitalismo en la época del imperialismo y en esta época, más que nunca, toma lugar a escala mundial — y en esta fase particular de la época imperialista, toma lugar sobre una base aún más globalizada.
Aquí lo que quiero tratar —volviendo al punto sobre las clases, los individuos y la relación entre los individuos y las clases— es que, aun con respecto a la búsqueda de los intereses propios de parte de los individuos (que es una buena parte de la “forma externa” en que se dan estas cosas en una sociedad dada y en particular en una sociedad capitalista) es de importancia decisiva (sin de hecho caer en el reduccionismo) entender y enfatizar lo que el análisis marxista (comunista científico) pone en claro: esta “búsqueda” toma lugar por medio de ciertas relaciones sociales —y en la sociedad de clases, por medio de ciertas relaciones de clases— que modelan y determinan fundamentalmente la naturaleza de esos “intereses individuales” y los medios para buscarlos. Así que donde quiera y al grado en que un proletario y un burgués, o alguien de las capas medias (pequeña burguesía), esté buscando sus propios intereses individuales, lo hacen dentro un marco que les asigna (o les ha asignado) posiciones muy diferentes —de modo que la definición de lo que esos intereses son y los medios para buscarlos son muy diferentes entre uno u otro caso. Esto es un aspecto fundamental que de nuevo se oculta, se tergiversa o se ignora en el rumbo cotidiano de los sucesos de una sociedad como ésta— así como por medio de la propaganda de sus representantes y apologistas.
Este aspecto que he estado enfatizando —sobre cómo la búsqueda de intereses individuales toma lugar por medio de ciertas relaciones sociales y en la sociedad de clases por medio de ciertas relaciones de clase, y cómo todo esto modela en gran parte hasta el carácter y el contenido de los intereses de la gente y los medios de buscarlos— es muy importante en relación a la discusión en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, parte 1, sobre “Los crímenes de este sistema — y las racionalizaciones de estos crímenes” (bajo el subtítulo “La experiencia histórica y la nueva síntesis”)2 , donde habla de cómo los apologistas, los filósofos burgueses, etc., ponen tanto énfasis en los individuos y en los “derechos individuales” mientras que de hecho, bajo la dominación de la burguesía y el imperialismo, mediante la operación cotidiana del proceso de acumulación, además del funcionamiento del aparato del estado y la superestructura en general, todo esto mete a literalmente miles de millones de personas, entre ellas cientos de millones de niños, en una situación donde su individualidad y los derechos individuales no cuentan para nada y están sofocados.
Este análisis, el conocimiento de este aspecto esencial del capitalismo (y esto aplicaría a otras sociedades gobernadas por clases explotadoras, pero aquí hablo específicamente del capitalismo y sus relaciones sociales y de producción específicas), de que la búsqueda de intereses individuales toma lugar por medio de ciertas relaciones sociales y de clases que modelan y fundamentalmente determinan la naturaleza de esos intereses individuales y los medios de buscarlos es una refutación directa de Adam Smith —de la tesis básica de Adam Smith de que de algún modo mediante el proceso de los individuos de buscar sus intereses individuales, se logrará el bien común de toda la sociedad (siempre y cuando existan ciertas restricciones con respecto a esto). No obstante, la verdad es que no solamente no se está buscando el bien común de toda la sociedad en la sociedad capitalista, sino que el resultado tampoco es el bien común de la sociedad — precisamente a causa del papel histórico del proceso de acumulación capitalista y las relaciones sociales y de clases mediante las que esto toma lugar. Al contrario, lo que se logra, el resultado y las consecuencias, es que se benefician y se promueven los intereses de la clase dominante — aun cuando esto toma lugar mediante un proceso que abarca lucha aguda entre los capitalistas gobernantes mismos, más directamente en términos de la rivalidad económica como en términos de concepciones diferentes de los intereses generales y los objetivos estratégicos de la clase dominante.
Esta realidad básica también es, otra vez, una refutación de Immanuel Kant — y específicamente es una refutación de su intento de convertir en un principio universal (o en un imperativo moral categórico) el que a nadie nunca se le deba tratar como un medio para lograr un fin sino solamente como un fin en sí. Si se entiende el contenido básico de lo que cité de America in Decline y el fenómeno básico que trata —la separación, de hecho la separación violenta, de los productores de los medios de producción y todo que proviene de eso—, se puede ver que en una sociedad capitalista en particular y en una sociedad dividida en clases en general, es imposible llevar a cabo esta máxima (o este intento de establecer un principio universal o imperativo moral categórico) de Kant en tal sociedad. Pero es imposible llevar a cabo eso debido a la operación del proceso de acumulación capitalista — y, junto con ese, la operación del estado y la superestructura en conjunto en la sociedad capitalista y en todas las sociedades dominadas por clases explotadoras. De hecho, como he discutido previamente (por ejemplo, en “Puntos sobre el socialismo y el comunismo”3 ), en la sociedad comunista todavía habrá ciertas relaciones sociales y de producción, aunque no tendrán el carácter de relaciones de clase, ni hablar de antagonismos de clase. Todavía existirá la contradicción entre la base económica y la superestructura, además de entre las fuerzas y las relaciones de producción (y la interpenetración y la interacción entre estas dos contradicciones), sin importar las formas específicas que asuman en un momento dado en la sociedad comunista. En la sociedad comunista, esto afectará la dimensión por medio de la que los individuos buscan (además de la manera en que perciben) sus propios deseos y necesidades —la sociedad más amplia (y las contradicciones que definen esa sociedad en un sentido general, tal como se menciona aquí, en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad” y en otras obras) todavía modelará todo eso. De nuevo, se trata del principio básico de que no se obtiene la libertad ignorando la necesidad ni intentando eludir la necesidad sino reconociendo y transformando la necesidad y que este proceso toma lugar en cualquier sociedad, inclusive en una sociedad socialista y, sí, aun en la sociedad comunista en cualquier etapa — por medio de ciertas relaciones sociales (y en el contexto de ciertas contradicciones delimitantes e impulsoras) que en lo fundamental son independientes de la voluntad de los individuos y que de hecho tienen una influencia decisiva con respecto a la voluntad de los individuos.
Cómo enfrentar correctamente ese fenómeno —hoy en la lucha por una sociedad nueva y luego una vez tomado y consolidado el poder y establecido el socialismo en un sentido básico, en la transición hacia el comunismo— cómo responder correctamente de acuerdo con esta realidad y sobre la base de reconocer esta realidad, de modo que se maneje del mejor modo posible la relación entre los individuos y las clases en el contexto y en el marco de avanzar a la abolición de clases (pero no a la abolición de todas las relaciones sociales o restricciones sociales): esta es una cuestión muy importante a que tendremos que volver repetidamente —y cuanto más profundicemos nuestro entendimiento y cimientos materialistas al respecto, más podremos desenmascarar no solamente las fuerzas principales y el funcionamiento del capitalismo y sacar a la luz de un modo convincente por qué tenemos que abolir el sistema capitalista y forjar una nueva sociedad socialista (y, a la larga, comunista) y mejor podremos manejar la lucha general hacia esa meta, por ejemplo, una vez que se haya establecido de hecho la dictadura del proletariado —el poder estatal revolucionario que representa los intereses del proletariado en el sentido más amplio— y la vanguardia comunista tenga la responsabilidad de dirigir la nueva sociedad.
Un análisis materialista dialéctico, no mecánico, de los individuos
y las clases
Con respecto a la relación entre los individuos y las clases, es muy importante que profundicemos y apliquemos —y que sigamos profundizando más y aplicando mejor— un punto de vista materialista y dialéctico (en contraposición a uno mecánico) a todo esto, que tome en cuenta correctamente y trate los aspectos contradictorios que encierra todo esto. La polémica contra K. Venu trata la relación entre los individuos y las clases mediante la refutación de la manera tergiversada en que Venu utiliza una declaración de Marx y Engels en La ideología alemana; Venu la utilizó para socavar el análisis de clases científico y marxista y promover la democracia burguesa y el individualismo burgués. El mismo K. Venu hizo todo encomio, supongo que se podría decir (un himno general de alabanza), a la manera en que la sociedad burguesa promueve la individualidad de un modo que no se había logrado ni fue posible nunca antes en ninguna sociedad (o al menos no en una sociedad de clases). Cabe repasar esta discusión acerca de los individuos y las clases en la polémica contra K. Venu4 .
Esta refutación de K. Venu es muy correcta y muy importante, pero de otro lado, es importante no adoptar en los hechos un enfoque reduccionista a esta cuestión — tratar la existencia como parte de una clase de un modo que se ajustaría más (al grado que se ajustara de hecho) a un análisis de una sociedad feudal (o esclavista), donde los individuos cuentan con una movilidad social extremamente limitada y de una manera que tiende a negar la particularidad del capitalismo, además de la individualidad, señalando de manera unilateral lo que es de hecho lo principal (el hecho que en la sociedad de clases los individuos existen como parte de clases sociales). No debemos caerse en el eclecticismo — debemos reconocer lo que es lo principal, que es el hecho de que los individuos son parte de clases en la sociedad de clases y que en gran medida esta situación modela y determina aun cómo perciben y intentan llevar a cabo o buscar sus intereses individuales. Pero al reconocer lo principal, no debemos negar el aspecto secundario. Debemos reconocer firmemente la división de la sociedad en clases y el papel decisivo general que tiene eso en términos de la vida de los individuos, pero por eso y sobre esa base no debemos negar el papel de los individuos ni de la individualidad — lo que, como se sabe, ha sido una tendencia histórica en nuestro movimiento (y en la experiencia de la sociedad socialista).
Desde luego, tal enfoque reduccionista también puede acompañar lo de reificar el proletariado: negar la individualidad y a la vez (irónicamente) decir que los intereses del proletariado como clase son los mismos que los de los proletarios individuales — quienes como individuos, se debe recordar, pueden dejar de ser proletarios y pasar a formar parte de otra clase o capa y quienes de todos modos, como individuos, no encarnan los intereses del proletariado como clase. Lo decisivo, desde un punto de vista materialista y dialéctico, es la posición y el papel del proletariado en el sentido más amplio como una clase y como una fuerza motriz para resolver la contradicción fundamental del capitalismo —la existente entre la producción socializada y la apropiación privada— y avanzar al comunismo.
De nuevo es importante tener muy en claro la realidad que se ha señalado anteriormente (por ejemplo, en “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”5 ) de que la posición del proletariado, como clase, no es solamente la de una “categoría” absoluta, no diferenciada y no cambiante bajo el capitalismo, sino tampoco lo es bajo el socialismo. De hecho, bajo el socialismo la posición del proletariado es cualitativamente diferente a la que tiene bajo el capitalismo — y esta diferencia se acentúa cada vez más a medida que se avance por medio del socialismo hacia el comunismo. Esto se divide en dos en algunos sentidos significativos — y en ciertos aspectos, agudos. En “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”, señalé: Bajo el capitalismo el proletariado es la clase explotada y eso está fuertemente relacionado con su papel revolucionario (no es simplemente que sufre explotación, porque existen otras clases explotadas que no juegan el mismo papel respecto a la resolución de la contradicción fundamental del capitalismo, pero la condición explotada del proletariado, después de todo, efectivamente está fuertemente relacionada con su papel revolucionario); pero bajo el socialismo cada vez más el proletariado deja de ser una clase explotada si bien hay contradicción y movimiento — y en términos fundamentales no es una clase explotada, aunque hay vestigios de explotación en las relaciones sociales y de producción que quedan en la sociedad socialista.
¿Ejerce eso un efecto sobre la sociedad socialista? Sí. Nuestro movimiento no le ha prestado suficiente atención, históricamente y hoy, a esta cuestión. (Esto está relacionado con lo que trataré en otra parte de esta charla acerca de la separación entre el movimiento comunista y el movimiento laboral y la relación dialéctica —o sea, contradictoria— entre las fuerzas motrices para la revolución, por un lado, y, por otro, las fuerzas críticas a favor de la transformación socialista una vez que se haya entrado a la etapa socialista, después de tomar y consolidar el poder estatal revolucionario — o sea, la dictadura del proletariado, de una forma o otra.)
A diferencia de reificar el proletariado (y de los puntos de vista y enfoques relacionados), ¿de qué se trata en última instancia? Aquí no me puedo resistir la tentación de contar una historia que me gusta contar, que trata los partidos de fútbol americano los lunes por la noche en los años 1970 cuando empezaron a transmitirlos por primera vez y en que salió el trío de comentaristas: Don Meredith, Howard Cosell y Frank Gifford. Frank Gifford era el comentarista en jefe tipo “jugada por jugada” y llevaba un intercambio de comentarios con Howard Cosell con su estilo inimitable y Don Meredith (o “Dandi Don” o “Danderú,” tal como le gustaba llamarlo a Howard). Pues bien, en un momento en una jugada en uno de estos partidos de lunes por la noche (no recuerdo cuál) un equipo lanzó un pase y un zaguero defensivo del otro equipo interceptó el pase, y Howard Cosell observó: “Miren a ese veterano astuto y furtivo, que se esconde detrás del zaguero y luego sale al quite para interceptar el pase”. Don Meredith, quien tenía el papel de tonto (el representante de las masas no iniciadas), dijo: “¿El qué, Howard, el qué?” “El veterano astuto y furtivo”, repitió Cosell. Don Meredith le respondió: “¿A quién te estás dirigiendo exactamente, Howard? ¿A solo unas cuantas personas o a todo el mundo allá?” Y Howard Cosell contestó con un remate muy bueno: “¡Lo importante, Danderú, es educar a las masas!” Bueno, lo importante para nosotros no es simplemente educar a las masas —aunque en parte lo es, además de aprender de ellas— pero lo mucho más profundo es llegar al comunismo con la abolición de las clases, las relaciones de producción en que se basan y todo lo relacionado con eso —todas las relaciones explotadoras y opresivas y las costumbres, tradiciones y modos de pensar correspondientes con que durante miles de años la gran mayoría de la humanidad ha estado encadenada— y de los que por fin es posible emancipar plenamente.
1. Raymond Lotta con Frank Shannon, America in Decline, An Analysis of the Developments Toward War and Revolution, in the U.S. and Worldwide, in the 1980s, tomo 1 (Chicago: Banner Press, 1984). [regresa]
2. “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, partes 1 y 2, está en línea en revcom.us y está a la venta en el folleto de Revolución titulado Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, 1º de mayo de 2008 (Chicago: RCP Publications). [regresa]
3. Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad salió por entregas en Revolución Nos.37, 39-43, del 5 de marzo al 16 de abril de 2006; está en línea en revcom.us. [regresa]
4. Esta polémica, titulada “Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor”, salió en la revista Un Mundo Que Ganar No. 1992/17. Pasajes importantes de esta polémica se hallan en revcom.us. [regresa]
5. “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”, de Bob Avakian, salió en la revista Revolución, No. 60, otoño de 1990 (Chicago: RCP Publications). [regresa]
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Revolution #159, 22 de marzo de 2009
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“Dispongámonos a leer el libro de Bob Avakian, que enriquece nuestro pensamiento hermenéutico y que dará luz en estas tinieblas del capitalismo salvaje. Es un libro cuya verdad nos hará más libre”. Dr. Fausto Trejo F., psiquiatra y psicoterapeuta; ex maestro de psiquiatría de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Nacional Autónoma del Estado de México; ex director del Departamento de Orientación Vocacional del Instituto Politécnico Nacional “Convincente, mordaz y oportuno. Aunque no estoy de acuerdo personalmente con todo lo que dice Bob Avakian en el libro, creo que expresa sus argumentos de modo convincente y provocador. Enojado, humorístico, provocador y optimista en igual medida, es una lectura agradable que hace pensar”. Phil Zuckerman, profesor adjunto de Sociología, universidad Pitzer College
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Revolution #159, 22 de marzo de 2009
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En el entierro de Oscar Grant un pastor se paró y dijo: “Pensé que Oscar iba a ser un pastor pero dios tuvo otros planes”. Piensen en eso: “…pero dios tuvo otros planes”.
Otro pastor se paró y dijo: “Debemos responder con prudencia. Entiendo que los jóvenes están alterados, no obstante tenemos que confiar en dios. Esta pelea no es tuya”.
Piénsenlo: “…con prudencia… confiar en dios…esta pelea no es tuya”.
En otras palabras, que “pensemos de manera responsable y razonable”... que no seamos aventados.
¿Por qué se atribuyen cosas escandalosas como la ejecución policial pública de Oscar Grant, otros asesinatos policiales de hombres negros y la opresión y sufrimiento general de las masas de acá y de todo el mundo, al “plan de dios”, a “confiar”, cuando conocemos o se puede conocer por qué ocurren estas cosas y por qué siguen ocurriendo, y de más importancia, cuando es posible luchar por cambiar y eliminar el sistema que es la causa de todo eso?
¿Por qué se permite que estos pastores y su religión se salgan con la suya regando e imponiendo estos grilletes mentales sobre la mente del pueblo? ¿Y tachar de avenados a los que empiecen a tomar acción contra las verdaderas causas de su opresión?
¿A quién y qué sirven al hacer todo eso?
Veamos “la neta”, en el lenguaje popular. Los predicadores y la religión en general sirven para mantener a la gente en la esclavitud mental. Creer en cosas que no existen y racionalizar, pretextar y justificar el daño que le hacen a la gente las “cosas reales” todos los días bajo este sistema. Pretenden mantener intacta una sociedad, un sistema que no puede existir sin la brutalidad y discriminación brutal y asesina en sus cimientos.
Veamos más de cerca la mentalidad esclavista de la religión.
Hace poco asistí al entierro de un amigo. También era un muchacho negro de 22 años. Le gustaba que le llamaran Dred.
Dred se encontró en una situación en que se rebotaba entre empleos del salario mínimo y la venta de drogas. Estas son las opciones que tenía ante sí, no a causa de algún dios inexistente sino al funcionamiento concreto del sistema y las medidas conscientes de lo que lo dominan.
No obstante, así se mantenía vivo por un tiempo, así se mantenía a flote y sobrevivía.
Tenía esperanzas de complementar los ingresos de su mamá que trabajaba en dos trabajos, a veces tres a la vez. Dred tenía seis hermanos y hermanas que vivían con su mamá.
Quería la revolución y andaba en la onda del PCR un tiempo. Era un soñador y luchador, pero como tantos millones en este país y miles de millones en el mundo, el sistema le prensaba la vida en sus brazos grandes, poderosos y mortíferos antes de que tuviera chance de tomar conciencia en serio de todo esto, pues esos brazos lo prensaron tan fuerte que le segaron la vida a una edad muy temprana.
En este caso lo mataron a balazos otras personas atrapadas en la misma situación, unos vendedores de droga del rumbo en rivalidad por la calle donde su mamá vivía. Los paramédicos tardaron en llegar y murió desangrado mientras gritaba: “¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!”
Después de su muerte su mamá me dijo a mí y a otros que quería que el ataúd se quedara cerrado. No quería que la gente mirara con desprecio el cadáver. Toda la vida la gente los veía con desprecio y no quería otro recuerdo insultante.
En su entierro la pastora se paró y dijo: “Dios ha llamado a Dred a casa...” y otras ridiculeces al estilo de la superstición y esclavitud mental.
Inmediatamente después de la pastora fui al frente para decir algunas cosas:
Si fuera justo el orden social, el sistema en que vivimos, si fuera un sistema revolucionario, Dred aún estaría entre nosotros.
Era un artista asombroso, autodidacto. Podía observar un paisaje por unos minutos para luego reproducir toda la belleza y también las cosas que no eran tan bellas en sus dibujos y bosquejos. Captaba más de lo que percibía un lego en lo artístico.
Hay decenas de millones de personas como él en este país y miles de millones más por todo el mundo a quienes este sistema les sofoca el potencial o les da una muerte prematura.
Cuando nacen personas como Dred, son como la letra de esa canción antigüita de Earth, Wind, and Fire:
Lucero radiante, tu origen no es importante, se vislumbra por tu brillar, lo que tu vida podría lograr.
En un sistema revolucionario (y diría bajo la dictadura del proletariado en oposición a la dictadura de la clase capitalista imperialista bajo la que vivimos hoy), las personas como Dred nos asombrarían a nosotros y a los chiquillos con su arte y de muchas otras maneras, que ni siquiera nos imaginamos todavía.
Necesitamos un nuevo orden social. Un nuevo sistema. Una revolución. Un orden social revolucionario, en transición a un mundo nuevo en que no habrá gente que mire “con desdén”, porque no habría ningún sistema que defendiera a algunos mientras mantuviera abajo a la mayoría, en que todos los individuos son verdaderos ciudadanos del planeta con su gran diversidad cultural y de idiomas, en que todos recibirían de la sociedad lo que necesitan para darle a continuo a la sociedad lo que son capaces de dar en los frentes material e intelectual.
En este sistema, los jóvenes como Dred chocan con la realidad de que ellos y su vida no valen nada en el actual arreglo económico-social.
Pues este es un orden social injusto, un sistema que vive de la brutalidad y de oprimir y explotar a la abrumadora mayoría, en que jamás se conocerá el potencial de miles de millones de personas. Nos quitan ese potencial de manera fría, brutal, distorsionada, perversa y despiadada todos los días, minuto tras minuto.
Bueno, ya cuando yo había expresado todo lo anterior, hablaron otras personas, entre ellas la pastora. Pero ya no repetían más esa cháchara de esclavitud mental de que “Dios lo llamó a casa” ni del “plan de Dios”. Hablaban de Dred, del dolor que sentían, su pena, su pérdida.
Pero se les elevó el espíritu al saber que esa pérdida no se debe a algún “plan misterioso” de un dios que no existe, sino a cosas reales que podemos conocer y sí, ¡luchar contra ellas y cambiarlas!
Irónicamente en cuanto se terminó el entierro, la pastora se puso a buscarme y decirme que lo que yo dije tenía más sentido que lo que ella había dicho.
Volviendo a lo que dijeron los pastores en el entierro de Oscar Grant, les digo: Quítense de en medio y al carajo su religión y sus intentos de dejar que las masas sean esclavos mentales sin poder, sin esperanzas, creyentes en la superstición.
Al pueblo le digo: si ellos no se quitan de en medio, pues quítenlos a empujones a ellos y su religión con un conocimiento revolucionario de la realidad, “la neta”. Hagan que ellos se pasen al asiento trasero. Sigan haciéndolo de maneras cada vez más profundas mientras que construyamos un movimiento revolucionario para arrancar de raíz y barrer este sistema.
¿Cuántas más Dred habrá? ¿Cuántas más madres como la suya? ¿Cuántos más Oscar Grant y Sean Bell? Todos los días en este país y en todo el mundo la gente clama de formas indirectas y directas: “¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!”
Y las figuras religiosas los están insultando y lesionando diciéndoles que todo es parte del “plan de Dios”.
¿Cuántas personas y niños pequeños más de la Gaza tendrán que vivir los bombardeos con armas químicas del sicario israelí de los Estados Unidos? ¿O de parte de Estados Unidos en Afganistán e Irak? ¿Cuántos más tendrán que clamar “¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!” antes de que TÚ dejes de lado TODOS los grilletes mentales de la religión y te pongas en la onda de la revolución?
Nada de eso es el “plan de Dios”. Todo se debe a las necesidades, el funcionamiento y las medidas conscientes de este sistema global de imperialismo, encabezado por Estados Unidos de América.
Estas son cosas concretas de las cuales la humanidad EXIGE su emancipación y de las cuales SE PUEDE emancipar con un enfoque basado en un conocimiento científico, revolucionario y serio de las cosas y no un enfoque basado en la superstición y religión.
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