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De Atash/Fuego #148, revista del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta):

LA REALIDAD DEL COMUNISMO

Sexta parte: El totalitarismo — una vara de medir que no puede medir la realidad

Nota de la redacción: el siguiente artículo se posteó en persa en la revista Atash/Fuego #148, marzo de 2024, en cpimlm.org . Fue traducido del persa al inglés, y del inglés al español, por voluntarios de revcom.us. Los traductores agregaron palabras/frases entre corchetes y algunas de las notas a pie de página para mayor claridad. La Primera parte, Segunda parte, Tercera parte, Cuarta parte y Quinta parte también están posteadas en revcom.us.

5 de marzo de 2024

La fuente principal de esta serie de artículos es el libro de Bob Avakian Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr? y otras obras suyas sobre la democracia y la dictadura.

Uno de los conceptos más utilizados y populares en la escena política iraní actual es el de “totalismo” o “totalitarismo”, una teoría desarrollada por Hannah Arendt. Este concepto lo utilizan ampliamente las fuerzas de oposición de derecha e izquierda, aunque con diferentes intenciones y entendimientos, para describir a la República Islámica de Irán [RII]. Las personas más bienintencionadas suelen suponer que el totalitarismo es una forma extrema de tiranía y despotismo, en la que el propósito del estado es de controlar a la sociedad hasta los aspectos más personales de la vida de un individuo. Pero algunas personas utilizan deliberadamente esta arma ideológica para tergiversar la única solución radical que ha surgido fuera del marco del sistema capitalista-imperialista (es decir, la revolución comunista). Definen las alternativas únicas, y binarias, como “democracia” (incluidas las “buenas” autocracias burguesas) frente al totalitarismo cuando las verdaderas opciones son entre dos tipos diferentes de futuro. [Es] perpetuar este mismo sistema de opresión y explotación capitalista, con todos los horrores que inflige a la mayoría de la población del mundo, y hoy, mediante la destrucción del medio ambiente y guerra nuclear [que amenaza a] la vida en el planeta Tierra y toda la humanidad — frente a deshacerse de este sistema y establecer un tipo de estado fundamentalmente diferente (democracia de clase/dictadura) para avanzar hacia un mundo sin propiedad privada de los medios de producción, sin diferencias sociales o de clase, y sin [necesidad de un] estado.

Por eso, es importante examinar más de cerca el concepto o teoría del totalitarismo, aunque cuesta trabajo llamarlo una teoría debido a su ausencia de lógica y coherencia interna, a fin de entender no sólo cómo se usa el término, sino también su análisis del problema que representa la RII y lo que dice que hay que hacer para resolver ese problema. Debido a que si el problema es que la RII es totalitaria, [en tal caso] la solución sería crear la “democracia normal” sobre la que habla y habla un amplio espectro de oposición. Pero si nuestro análisis de la naturaleza de la RII concuerda con la realidad, reconoceremos que no sólo es un estado fascista teocrático, sino también que está completamente entrelazado con una infraestructura capitalista [que es] dependiente del sistema capitalista imperialista mundial. Por lo tanto, la solución puede ser nada menos que derrocar a la RII, con el objetivo de establecer un estado y una sociedad socialistas. Así que examinemos qué es el totalitarismo y por qué nuestro problema con el régimen de la RII no es algo llamado totalitarismo.

Cualquier concepto o teoría, incluido el totalitarismo, no puede entenderse sin tener en cuenta el contexto social histórico y global del que surgió. Así que, debemos tener claridad sobre dos puntos: 1) el período [histórico] en el que se desarrolló esta teoría, y 2) que esta teoría es una distorsión de la realidad que sirve a los intereses de una clase específica y a sus objetivos políticos específicos. Además, nunca ha existido un estado que podría explicarse por el “totalitarismo”. Todos los ejemplos de estados supuestamente totalitarios eran, en realidad, uno de los diversos tipos de regímenes capitalista-imperialistas (fascistas o autocráticos con una máscara socialista) o estados socialistas auténticos (la Unión Soviética de 1917 a 1956 y China de 1949 a 1976).

Así describe [el líder revolucionario] Bob Avakian el verdadero contenido y el papel político de la teoría del totalitarismo:

El contexto en el que se desarrolló fue la Segunda Guerra Mundial, incluyendo los acontecimientos de finales de la década de los treinta que llevaron a aquélla y sobre todo la situación que produjo como consecuencia. No fue promovida ampliamente (o la Unión Soviética no fue el objetivo del mismo modo que ahora) durante el período 1941-1945, cuando la Unión Soviética [socialista] estuvo aliada con las “democracias occidentales” contra el Eje fascista (es decir, los imperialismos alemán, italiano y japonés y sus aliados). Después de la guerra, esta teoría fue abonada y floreció completamente. La Unión Soviética —y lo que fue entonces un gran campo socialista potencialmente muy poderoso bajo su liderazgo— surgió como el antagonista directo del imperialismo occidental. (Esta llegó a ser la situación, y el campo socialista fue visto como el mayor peligro después de la victoria de la Revolución China en 1949)1.

Posteriormente, en la década de 1980, cuando el bloque socialimperialista soviético era el serio rival de los imperialistas occidentales, el concepto (o acusación) de totalitarismo fue una de las principales armas ideológicas del arsenal imperialista occidental que desplegaron en el conflicto. Y no obstante, cada vez que se intensifica el conflicto [interimperialista] —por ejemplo, en la guerra entre Rusia y la OTAN en Ucrania—, justifican sus acciones con esta arma ideológica [del totalitarismo].

El totalitarismo se presenta como una nueva “vara de medir” que va más allá de la diferencia entre izquierda y derecha. De hecho, Arendt no es la única en [su negativa] a reconocer estas diferencias fundamentales. Se basa en algunas similitudes superficiales entre la Alemania de Hitler y la Unión Soviética bajo el liderazgo de Stalin para inventar una “nueva teoría del estado”. Según Arendt, hay un nuevo tipo de estado, el “estado totalitario”, que no sólo es diferente a la democracia, sino incluso diferente a los estados abiertamente dictatoriales (reaccionarios, autócratas, etc.) que han existido hasta ahora. En esta nueva teoría, el estado se desvincula de las clases, de la división social específica de la que el estado es una extensión y de las relaciones de producción a las que en última instancia el estado debe servir y reproducir.

La “vara de medir” totalitaria se utiliza para propagar la muy enorme mentira de que los gobiernos fascistas y comunistas son iguales (¡!) y al mismo tiempo sirve de apología para los muchos regímenes no tan democráticos del “mundo libre” en el campo imperialista estadounidense que ¡no se consideran totalitarios! Por ejemplo, a [Mohammad] bin Salmán de Arabia Saudita nunca se considera totalitario, ¡a pesar de que ordenó el desmembramiento de [Jamal] Khashoggi, un crítico y periodista! ¡Tampoco lo es Israel! (Aunque Arendt se oponía a ciertos crímenes que cometió el gobierno israelí, ni ella ni otros antitotalitarios jamás calificaron de totalitario a Israel). Y, por supuesto, esta vara de medir contribuye a embellecer y a distraer la atención de la naturaleza criminal de las democracias imperialistas occidentales. Independientemente de lo entrelazados que estén con el racismo, el patriarcado, el belicismo y la destrucción ambiental, cuando nos enfrentamos al espectro del comunismo, ¡debemos inclinarnos ante ellos!

El mismo concepto de estado, que separa completamente la superestructura política de la infraestructura económica, lo utilizan los intelectuales iraníes en su análisis de la RII a fin de reducirla a un mero régimen totalitario, sin molestarse en explicar las diferencias entre este régimen y otros regímenes reaccionarios y despóticos. Según documentos del gobierno estadounidense, aparentemente desde que la RII firmó un acuerdo de veinticinco años con China, la han considerado totalitaria2. Antes de eso, desde 1979 e incluso antes, los trataron como poco más que islamistas reaccionarios regionales y, ocasionalmente, como aliados de Estados Unidos en la lucha contra la amenaza del comunismo.

En última instancia, esta vara de medir del totalitarismo no sólo es poco acertada sino que también carece de la capacidad de medir el atributo fundamental del estado: que es una dictadura de una clase sobre otras clases. El concepto de “totalitarismo” no es más que una herramienta política para trazar una línea de demarcación entre los bandos de amigos y enemigos de Estados Unidos.

Pero, aparte de los objetivos políticos específicos del totalitarismo que muchos desconocen, ¿por qué este concepto en realidad no está en sintonía con la realidad y, por lo tanto, no es científico?

[L]o central para la perspectiva y metodología de los teóricos antitotalitaristas es reformular y reinterpretar los hechos de acuerdo con las nociones a priori de su teoría. Esta es una visión y una metodología procrusteana: distorsionan y mutilan cualquier cosa que no corresponda con la teoría, cualquier acontecimiento de la historia mundial que no confirme sus presunciones ni se conforme con éstas, a fin de hacer que quepa. Estos teóricos son tan fanáticos al respecto que los totalitarios descritos en sus obras3.

Arendt, por ejemplo, pregunta por qué las masas de personas en Alemania, e incluso un sector de la intelectualidad, apoyaron a Hitler (y se plantea una pregunta similar sobre el apoyo dado al ayatolá Alí Jomeini de Irán en 1978 de parte de sectores de las masas y de parte de los intelectuales). En lugar de examinar las verdaderas dinámicas del ascenso del fascismo desde dentro del sistema capitalista —que se basó en la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, las condiciones cambiantes de la gente en un país imperialista derrotado y sus muchas dimensiones políticas y sociales, incluyendo las limitaciones de otras fuerzas en escena—, Arendt culpa a las masas (“la alianza de la chusma con la élite”) y, haciendo caso omiso de todos los hechos al contrario, ¡ella declara el fin del imperialismo!

Hay muchas similitudes entre esto y el juego de culpas que pone en la mira a los defensores de [la revolución iraní en] 1979. Hay mucha complejidad en el efecto de las varias décadas de gobierno pro occidental del [sha Mohammad Reza] Pahleví en la vida de la población iraní, la situación global, la represión interna y, en última instancia, el funcionamiento del sistema capitalista imperialista cuyas dinámicas internas engendraron alternativas reaccionarias como el fundamentalismo islámico. ¡Es mucho más fácil atribuir todo esto a la estupidez de las masas y de los intelectuales, y al totalitarismo de Jomeini!

Arendt escribe:

[N]os hallamos, desde luego, en el final de la era burguesa de ganancias y poder, así como en el final del imperialismo y de la expansión. La agresividad del totalitarismo no brote de la sed por el poder, y si busca febrilmente ampliarse, no es por deseo de expansión ni de ganancias, sino sólo por razones ideológicas: hacer al mundo consecuente, demostrar que tenía razón su respectivo supersentido4.

¡La base de esta teoría es precisamente que el totalitarismo tiene sus propias dinámicas únicas y no funciona de acuerdo con las dinámicas del imperialismo! Así que, qué lástima los hechos de la Segunda Guerra Mundial, que muestran que fue librada entre países imperialistas por un nuevo reparto del mundo, especialmente para obtener ventajas sobre regiones estratégicas. Además, la clase dominante capitalista siempre utiliza la ideología para gobernar y justificar sus acciones, y para ampliar sus esferas de influencia. El imperialismo estadounidense personifica esta práctica, llevando a cabo guerras e intervenciones militares en todo el mundo en nombre de la “exportación de democracia”. Si esto no es para la expansión y las ganancias, si el imperialismo ha terminado, ¿por qué Arendt y otros en su escuela de pensamiento no concluyen que Estados Unidos es un estado totalitario debido a tal sed por el poder?

Pero algunas personas simplemente no pueden ver que ¡las afirmaciones sobre el totalitarismo son completamente contrarias a la realidad, que en todos los casos esta teoría se aplica de una manera cien porciento contradictoria! Por ejemplo, Mehdi Khalaji dice que el imperialismo nunca ha existido en Irán (sin embargo, en este mismo momento, la RII existe dentro del sistema imperialista — no es en sí un país imperialista, pero depende del sistema capitalista del imperialismo). En la opinión de Khalaji, ¡un estado chiíta no es necesariamente totalitario! De eso deberíamos concluir que el único estado que necesaria y ciertamente es totalitario —y por lo hay que evitarlo— es un estado socialista.

Además de la metodología no científica, otro aspecto anticientífico del totalitarismo es su teoría falsa de que la naturaleza humana es inmutable. ¡Arendt va al extremo de considerar como inválida la teoría de la evolución de Darwin! Descartar la posibilidad de cambiar el modo de pensar humano y el comportamiento social es, de hecho, oponerse a la posibilidad de cambiar el mundo —un mundo lleno de explotación, opresión de un ser humano por otro, relaciones hostiles entre las personas y guerras destructivas— que conduce a la aceptación de todos estos horrores. Según Arendt y su cohorte de iraníes, de Touraj Atabaki a Mehdi Khalaji y Bahareh Hedayat5, “¡el objetivo de los sistemas totalitarios es crear un ‘hombre nuevo’! ¡Pero cambiarlo todo acaba destruyéndolo todo!” Y, según Arendt, no sólo está mal el proyecto totalitario de crear “un nuevo tipo de hombre”, sino que cambiar el modo de pensar de los seres humanos como resultado del cambio en las condiciones externas conducirá a una falta de estabilidad y coherencia, que ¡ella lo ve como una característica evidente de la “personalidad o mentalidad totalitaria”!6

La realidad es que la especie humana es muy adaptable y [puede cambiar] a medida que cambian las condiciones — y sobre todo los sistemas sociales. Las personas son capaces de realizar enormes cambios en sus perspectivas, creencias e incluso en sus sentimientos... Para aquellos que no tienen ningún interés en el estatus quo, esto es muy liberador. Pero para aquellos como Arendt, el mero intento de cambio resulta aterrador. Y esto incluye cualquier tipo de cambio, incluso para alcanzar una igualdad de oportunidades y educación. Arendt escribió:

El positivismo y el progresismo del siglo 19 pervirtieron esta finalidad de igualdad humana cuando se pusieron a demostrar lo que no puede demostrarse, es decir, que los hombres son iguales por naturaleza y que sólo difieren por la Historia y las circunstancias, de forma tal que pueden sentirse iguales no por los derechos, sino por las circunstancias y la educación”7.

Bob Avakian responde:

En esto Arendt revela la esencia burguesa —y más específicamente la esencia democrático-burguesa— de su propia perspectiva y al mismo tiempo la esencia reaccionaria del ideal democrático-burgués en esta era: de un lado, la noción, e insistencia en que la igualdad es el principio más elevado, pero del otro, “la igualdad [humana] lo es solamente de derechos”8.

Para los antitotalitarios, no importa que para la RII el “nuevo tipo de hombre” esté impregnado de religión, supremacía masculina/patriarcado, jerarquías sociales opresivas y relaciones económicas de explotación — y que el ser humano transformado de la futura sociedad socialista odie todo esto, y este cambio es parte del desmantelamiento de esas relaciones sociales opresivas explotadoras y las correspondientes formas de pensar de la época oscura. Como dijo Marx, las circunstancias las cambian los hombres, lo que significa que él/ella puede cambiarse a sí mismo(a). Para los antitotalitarios, lo único que importa es que el viejo ser humano —hay que mantener al individuo atomizado que el capitalismo creó hace unos cientos de años al desarraigar a los campesinos de la tierra y al destruir los colectivos feudales, un propietario de mercancías (cuya mercancía es su fuerza de trabajo)— tal como es, con su máxima contribución a la sociedad [en] un voto por un sector de la clase dominante. Pero dejar que el mismo voto vaya a la facción fascista de la clase dominante como Hitler, Trump o Erdogan, hace que los antitotalitarios entren a una crisis, por lo que culpan a las masas por abusar de su “derecho al voto”.

Paradójicamente, según algunos, incluido Khalaji, ¡lo que es clave para combatir el totalitarismo y el “hombre del nuevo tipo” es la automotivación y la autoconciencia! Es como si aquellos a quienes Arendt llama “autónomos y únicos” vivieran en el vacío, y pudieran elegir conscientemente sus propias relaciones sociales y de producción; como si no vivieran en ningún sistema político, ideológico y económico-social particular, sin una clase dominante, sin una ideología dominante que influya en la sociedad y dé dirección a su espontaneidad. Según esta línea de pensamiento, lo único lo que exista en la sociedad son individuos aislados. Mientras que en sus mismos países democrático-burgueses ideales, la gente desde una edad temprana está constante y continuamente inundada de desinformación. Mediante su sistema educativo integral, los medios de comunicación y otros mecanismos, mienten a la gente sobre todos los temas importantes de los acontecimientos políticos actuales, los asuntos mundiales y la historia mundial. Inculcan sistemáticamente en la mente de las masas su propia visión engañosa y al revés del mundo. Y lo logran no con prácticas extremas y extrañas como las retratadas en [la novela] “1984”, la sociedad totalitaria [ficticia] de George Orwell, sino mediante el funcionamiento democrático “normal” de la sociedad y estado democrático-burgueses.

A veces, los conceptos del totalitarismo se utilizan tan al azar que la propia Arendt se sorprendería si los oyera. Reza Kazemzadeh, por ejemplo, cree que los gobiernos totalitarios se crean para combatir la individualidad y una vida privada. “En el siglo pasado” —escribe— “todos los regímenes totalitarios eran sistemas colectivistas y orientados a grupos... desde el fascismo y el nazismo en Europa hasta las ‘democracias del pueblo’ en la Unión Soviética comunista y la China comunista. Todos éstos se basaron en el principio de priorizar los intereses colectivos frente a los derechos individuales. Aparentemente, existe una conexión orgánica entre la orientación grupal y el totalitarismo, de modo que en la ideología oficial de estos sistemas, un individuo encuentra sentido y recibe reconocimiento oficial sólo dentro del marco del grupo y en el papel que se le asigna dentro del colectivo”.9

La historia social elemental muestra que el conflicto entre el individuo y la sociedad está presente en todos los tipos de sociedad. Pero el problema es que esta contradicción se vuelve antagónica en sociedades de clases como el capitalismo (no importa si la clase capitalista gobierna con el fascismo o con la democracia liberal) porque, en la división social del trabajo existente, la mayoría de la sociedad debe servir a los intereses de la clase minoritaria que se para sobre la mayoría y sus intereses colectivos, y en su contra. Y por el contrario, en la sociedad socialista la individualidad y los talentos individuales de esta mayoría florecen un millón de veces más. Pero bajo el capitalismo, la mayoría de los trabajadores en la sociedad reciben un trato de “don nadies” y a menudo de simplemente un “excedente [de mano de obra]” — no como seres humanos plenos con talentos asombrosos, que ¡nos dejen sólo con estos intereses “colectivos” e “individuales” frente a esos intereses “colectivos” e “individuales”!

Sobre el tema del totalitarismo de la RII, Kazemzadeh escribe: “El hogar y la familia son los únicos lugares de nuestra sociedad que se resisten de manera importante a una variedad de interferencias directas y continuas por parte del gobierno”. Sí, la familia (¡!), a pesar de que, incluso en el marco de este sistema capitalista, las familias a menudo son jerarquías feudales. El hogar familiar es uno de los principales vehículos para inculcar la ideología de la clase dominante y para controlar y suprimir a una gran parte de la sociedad — especialmente a las mujeres y su “individualidad”. Esto no guardan relación alguna con el “ojo del gran hermano” y el totalitarismo de la RII. Más bien, es parte de cómo funcionan todos los estados en el sistema capitalista imperialista, en que las relaciones patriarcales-de supremacía masculina están arraigadas en la familia.

El individualismo extremo de la especie de Ayn Rand no salva a una sociedad frente al totalitarismo. Más bien, divide a la sociedad en millones de células hostiles y en competencia, cada una de las cuales ve a la otra como un obstáculo a su propia libertad y prosperidad. Esta perspectiva es la base de la democracia liberal y de su justificación de las rivalidades y guerras imperialistas. También es la base de las soluciones fascistas de hacer la guerra al “otro”.

Y sólo puede existir si nos cerramos los ojos ante los intereses comunes de toda la Humanidad que, objetivamente, tiene la capacidad de avanzar más allá de este sistema de opresión y explotación.

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NOTAS:

1. Bob Avakian. Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, pp. 170-171 [edición en inglés]. [volver]

2. Iran and China, the Totalitarian Twins, Departamento de Estado de Estados Unidos, 20 de julio de 2020. [volver]

3. Avakian. Democracia…., p. 170  [edición en inglés]. [volver]

4. Hannah Arendt, Totalitarismo, citado en p. 175 de Avakian, Democracia… [edición en inglés]. [volver]

5. Vea: https://www.youtube.com/watch?v=ulP09gkCt7g y https://www.youtube.com/watch?v=F6mlDBCTQ6o y https://iranwire.com/fa/features/124516-Bahareh-Hedayt-Ma-Liberalha-kajai-Midan-Bartanzi-Stadhayim/. Vea también Lilly Babayi y Somayeh Kargar, “On Which Side Of History Do We Stand?”, RadioZamineh.com. [volver]

6. Arendt, Totalitarismo, p. 39 [citado en Avakian, Democracia…, edición en inglés]. [volver]

7. Arendt, Totalitarismo, p. 186 [citado en Avakian, Democracia…, edición en inglés]. [volver]

8. Avakian, Democracia…, pp. 186-187 [edición en inglés]. [volver]

9.  https://www.radiofarda.com/a/f3_privatelife_totalitarian_regime_Iran/2082829.html [volver]

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