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Crimen Yanqui Caso # 82: La negligencia y represión asesina después del huracán Katrina

Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

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La verdadera historia de Katrina revela la naturaleza completamente inútil del presente sistema y cómo y por qué las cosas no tienen que ser así. Arriba: Gente en Nueva Orleáns abandonada por el sistema lleva sus pertenencias por las calles inundadas, 31 de agosto de 2005. (Foto: AP)

EL CRIMEN:

El 29 de agosto de 2005, el huracán Katrina golpeó la ciudad de Nueva Orleans, provocando una destrucción terrible. Pero la abrumadora mayoría del sufrimiento y muerte humanos que resultaron no se debían a la tormenta misma. Fue un crimen del presente sistema.

Días antes de Katrina, los meteorólogos predijeron un huracán grande, pidiendo que la ciudad, cerca de la mitad de la cual está entre 30 centímetros y 2 metros bajo el nivel del mar, sea evacuada. Pero el gobierno no hizo nada para evacuar la ciudad, dejando varadas a cerca de 100.000 personas — personas de todo sector social, pero especialmente gente pobre y negra que no tenía medio alguno para salir.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército Estadounidense no hizo que los diques de la ciudad pudieran resistir adecuadamente una tormenta, y cuando se derrumbaron, las aguas del diluvio se elevaron a más de 6 metros en algunas partes de Nueva Orleans, y el 80 por ciento de la ciudad quedó bajo el agua. Los barrios bajo el nivel del mar, muchos de ellos zonas pobres y de negros, eran los más vulnerables a las inundaciones. Casi 2.000 personas murieron en los días después del huracán Katrina, unas 1.500 en Nueva Orleans.

No había ninguna ayuda para decenas de miles de personas desesperadas atrapadas durante días en los tejados de las casas en el calor de 30 C / 100 F grados sin nada de comer o beber. Los cadáveres de personas pobres y negras se dejaron durante días, semanas — flotando en el agua, en las aceras, debajo de los escombros, en descomposición, retorcidos. El sistema atacó a los que distribuían alimentos y agua que se necesitan desesperadamente, diciéndoles “saqueadores”. 30.000 soldados de la Guardia Nacional ocuparon la ciudad para “restablecer el orden” y reprimir a la gente.

Hay varias versiones de los propios policías que dicen que se les dijo que “dispararan a los saqueadores”, “recuperaran la ciudad”, e “hicieran lo que tienen que hacer”. La policía disparó a por lo menos 11 personas en los días posteriores a Katrina. El 1 de septiembre, algunas personas trataron de ponerse a salvo cruzando un puente en el distrito de Jefferson, y los policías formaron una línea con escopetas y no les dejaron cruzar.

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La policía estatal de Luisiana y los equipos SWAT del Departamento de Policía de Nueva Orleans arrestan a Lance Madison el 4 de septiembre de 2005. Los policías abatieron a tiros a su hermano Ronald Madison y a James Brissette ese día cuando trataron de cruzar el puente Danziger en Nueva Orleans. (Foto: AP)

El 4 de septiembre, los policías dispararon contra un grupo de personas que trataban de cruzar el puente Danziger que se extiende sobre el canal industrial en Nueva Orleans. A Ronald Madison, de 40 años de edad y un discapacitado mental, le baleó desde atrás, el tiro atravesándole la columna vertebral y el pecho, la escopeta de un policía quien luego procedió a darle de patadas sin piedad. También muerto a tiros fue James Brissette, de 17 años de edad, e hirieron gravemente a otros cuatro.

Siete mil prisioneros, en su mayoría pobres y negros, se quedaron encerrados en sus celdas mientras el agua inundaba la prisión y los guardias se habían ido. Durante días, los prisioneros quedaron atrapados sin comida, agua ni los medicamentos necesarios y tenían que recurrir a beber el agua contaminada de la inundación que contenía aguas negras. Los prisioneros dijeron que francotiradores dispararon a cualquiera que tratara de salir de los edificios inundados y sofocantes de la prisión. Cuando los agentes volvieron a la prisión, no llegaron con comida, agua, ni cualquier tipo de ayuda. En su lugar, llegaron con equipo antidisturbios, escopetas, gas Mace, porras, pistolas Taser, y la brutalidad, y evacuaron a los prisioneros de forma inhumana y brutal.

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Un equipo SWAT pasa a las víctimas de las inundaciones que se aguardan en el Centro de Convenciones de Nueva Orleans, jueves 1o de septiembre de 2005. Derecha: Gente arreada en, efectivamente, un campo de concentración en el Superdome. (Fotos: AP)

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Más de 25.000 personas fueron sometidas a condiciones parecidas a barcos de esclavos en el Superdome y el Centro de Convenciones. Se las arrearon y encerraron para esperar a que las evacuaran, tratándoles no como víctimas —que acababan de pasar por un desastre natural horrible, muchos ni siquiera conociendo el destino de los otros familiares—, sino como prisioneros y animales, sometidos a las condiciones más inhumanas e insalubres, frente a las tropas de la Guardia Nacional con fusiles de asalto y listas para disparar.

Cuando por fin el gobierno evacuó a las personas del Superdome el 1 de septiembre, les arrearon a decenas de miles en autobuses con boletos de ida con destino a 44 estados diferentes. La gente no sabía a dónde iba. Separaron a familias, arrebataron a los niños de sus padres. Les trataron como delincuentes o criminales potenciales. Cuando metieron a las personas en refugios, averiguaron sus antecedentes. Encarcelaron a algunos por órdenes judiciales pendientes; deportaron a algunos inmigrantes. Un residente recordó: “Al dispersar a mi familia por todo Estados Unidos, la evacuación me hizo sentir como si fuera una memoria antigua, como si estuviéramos en un piso de subasta”. Esta no fue la única persona que habló de cómo esto se hizo eco de la separación de las familias bajo la esclavitud.

LOS CRIMINALES:

El presidente George W. Bush estaba en un mes de vacaciones cuando Katrina llegó y él se quedó de vacaciones por dos días enteros mientras el gobierno dejó a la gente completamente a merced del desastre. Entonces, en lugar de visitar Nueva Orleans, pasó sobre la ciudad por avión de regreso a Washington DC, viendo la destrucción desde el avión presidencial Air Force One, desde que no podía oler el hedor de los cadáveres en descomposición ni ver la miseria de la gente. Funcionarios de la Casa Blanca descaradamente hicieron caso omiso del sufrimiento. En los días después de la tormenta: la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, tomó unas vacaciones y fue de compras para zapatos de diseño; el vicepresidente Dick Cheney fue de pesca.

La gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, al enviar tropas de la Guardia Nacional, dijo: “Tienen los fusiles M-16 bien cargados. Estas tropas saben disparar y matar y están más que dispuestos a hacerlo, y creo que lo harán”.

La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) obstaculizó los esfuerzos de la gente común e incluso las empresas para proporcionar socorro. Bloquearon el plan de un hotel para contratar 10 autobuses para llevar a unas 500 personas a terreno más alto; rechazaron un camión de Walmart cargado de agua; y no permitieron entrar en la zona otros grupos no gubernamentales y voluntarios que querían proveer cosas como alimentos y agua. Cuando por fin Bush visitó a Nueva Orleans cinco días después de la tormenta, felicitó al director de la FEMA, Michael D. Brown, diciendo: “Brownie, estás haciendo un gran trabajo”.

La Guardia Nacional la policía de Nueva Orleans: Aun antes de la tormenta, la gobernadora Blanco dio a las autoridades el poder de suspender las libertades civiles. Los medios de comunicación demonizaran a las personas que trataban desesperadamente de sobrevivir, llamándoles “peligrosas pandillas armadas de saqueadores”. A los soldados de la Guardia Nacional y los policías se les dio una luz verde para atacar con saña y sin piedad a las personas que trataban de sobrevivir. El comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de la Guardia Nacional de Luisiana dijo: “Este lugar se va a parecer a Somalia Pequeña”, refiriéndose a la invasión yanqui a ese país africano empobrecido y saqueado en 1993 en la que las tropas estadounidenses aterrorizaron a la población con redadas fuertemente armadas hasta que fueron expulsadas.

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Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian   

Este sistema y aquellos que gobiernan no son capaces de llevar a cabo desarrollo económico que cumpla con las necesidades de la gente ahora, balanceado con las necesidades de generaciones futuras y de proteger el medio ambiente. No les importa nada de la exquisita diversidad en el medio ambiente y en la tierra, y los tesoros que tienen, a menos que puedan convertir esto en ganancias para sí mismos.... Ellos no son capaces de ser quienes cuidan este planeta.

—Bob Avakian, Lo BAsico 1:29

LA COARTADA: El Cuerpo de Ingenieros del Ejército Estadounidense intentó decir que los diques fallaron porque Katrina fue simplemente demasiado grande. Pero más tarde admitieron que los diques fallaron debido a la ingeniería defectuosa y pruebas fallidas que deberían haber determinado la estabilidad del suelo por debajo de los diques. El Cuerpo y las juntas locales responsables de mantener las barreras contra las inundaciones no habían querido gastar el dinero necesario para mantener o mejorar los diques.

El secretario del Departamento de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, dijo que él y Bush “nos comprometimos profunda y personalmente” antes y después del huracán y echó gran parte de la culpa a la gobernadora de Luisiana y al director de la FEMA, Michael D. Brown. Chertoff dijo que recibieron información contradictoria sobre lo que estaba ocurriendo. De hecho, la gobernadora declaró un estado de emergencia tres días antes de Katrina, y luego información, vídeos y fotos de la desesperada situación de la gente estaban por todos los noticieros.

La FEMA deliberadamente ralentizó los esfuerzos de ayuda, diciendo que quería coordinar la asistencia. Pidió a los departamentos de bomberos y servicios de emergencia a que no respondieran a los condados y estados afectados por Katrina sin que les hayan solicitado y expedido las autoridades estatales y locales en virtud de acuerdos de ayuda mutua.

La represión brutal, la que incluyó la policía disparando a la gente, se justificó con eso de que “la ley y el orden” se tenía restaurar y que la gente estaba saqueando.

EL MOTIVO: En el contexto de un enorme desastre natural, para el cual el sistema se había negado a preparar, una combinación de una larga historia de racismo inherente a todo nivel de los aspectos económicos, políticos y sociales de la sociedad, y de política consciente por parte de los gobiernos federales, estatales y locales — resultó en lo que constituyó la limpieza étnica y crímenes contra los pobres. Esto se relacionó al legado de la esclavitud y la opresión de la gente negra desde cuando Nueva Orleans era un centro importante de la venta de esclavos, y llevado a cabo por un sistema que siempre ha tratado a las personas negras como explotables, prescindibles e indeseables.

Katrina le ofreció al gobierno la oportunidad de implementar políticas que resultarán en una ciudad “menos negra” y “menos pobre”. Los esfuerzos para reconstruir las devastadas secciones principalmente negras de la ciudad quedaron obstaculizados e impedidos por las políticas del gobierno. Demolieron la vivienda pública, hogar de gente pobre y negra, aun cuando estaba en buena forma y lista para restaurarse. El congresista de Luisiana, Richard Baker, dijo: “Por fin hemos limpiado la vivienda pública en Nueva Orleáns. No hemos podido hacerlo, pero Dios sí lo hizo”. Hoy en día, Nueva Orleans cuenta con 100.000 personas menos de raza negra de antes de Katrina.

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