Por todo esto, con profunda razón y justificación, hay que decir que la interpretación textual de la Biblia es un horror. Y hay que plantear la pregunta fundamental: ¿es lo que la Biblia presenta acerca de la gente y sus relaciones —cómo esas relaciones deberían ser y según los decretos de Dios, cómo tienen que ser— la clase de mundo que queremos?
De lo que se ha mostrado hasta este punto y de lo que se analizará más en el transcurso de este libro, queda inconfundiblemente claro que las siguientes son algunas de las relaciones y creencias sumamente opresivas que la Biblia defiende — y no solo defiende, sino que propugna, exige y celebra:
La esclavitud y otras formas de explotación despiadada.
La dominación y la degradación de la mujer por el hombre, como el supuesto derecho de los conquistadores varones a llevarse las mujeres, sobre todo las vírgenes, como botín de guerra, violarlas y hacer de ellas concubinas —esclavas sexuales— de los conquistadores.
Matar a las mujeres que no son vírgenes al casarse.
Ejecutar a las mujeres que se dice son brujas.
Condenar la homosexualidad no solo como pecado sino como una abominación que se castiga con la muerte.
El derecho, y la obligación, tal como manda Dios, de saquear y masacrar a los pueblos que profesan otras religiones — incluidos los bebés e hijos.
Matar a los individuos de la única fe verdadera que no son del agrado de Dios.
Matar a los niños que se rebelan contra sus padres.
La creencia en la superstición y el temor, y la ignorancia que inspira el temor, tal como la posesión por demonios y el exorcismo.
La noción cruel de que pecar es la causa de las enfermedades.
La condenación eterna y el sufrimiento insoportable en el infierno para aquellos que no aceptan el “único Dios verdadero” — y, en el caso del cristianismo, a Jesús como el hijo de Dios a quien crucificaron pero que volvió de los muertos.
La Biblia defiende y promueve todo eso, junto con muchas atrocidades y barbaridades más. Si uno cree en la Biblia —y sobre todo si cree e insiste en que es la palabra de Dios, inspirada y dictada divinamente por él, y que hay que tomarla en toda su extensión de manera textual—, pues uno tiene que decir que esas atrocidades y barbaridades son buenas y correctas porque la Biblia dice que son buenas y correctas. Eso es precisamente lo que hacen los fundamentalistas cristianos derechistas quienes se pueden caracterizar con mucha precisión como fascistas cristianos.
Los fundamentalistas cristianos, los fascistas cristianos
Bien, puede surgir de inmediato la pregunta: “¿Por qué les llamamos fascistas cristianos a estos fundamentalistas cristianos derechistas?” Bueno, lisa y llanamente porque son cristianos y son fascistas. [risas] Constituyen la versión norteamericana actual de los nazis de Alemania, encabezados por Hitler, en el período de antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Quieren imponer una teocracia fascista a la sociedad —una forma abiertamente represiva de gobierno reaccionario, en beneficio de los intereses de la clase capitalista y el sistema capitalista imperialista de explotación, en que las leyes y el ejercicio del poder político se basarán en las escrituras cristianas y las “leyes bíblicas” y se justificarán sobre esa base— tal como las interpretan las figuras de peso cuya legitimidad la reconocen estos fascistas cristianos.
Los fascistas cristianos siempre hablan de la “moral tradicional” e insisten en ella. Así que examinemos más en cuáles tradiciones y moral tradicional insisten y quieren imponer a toda la sociedad. ¿De qué se trata y qué representa?
Algo muy llamativo es que cuando se cuestiona a los fascistas cristianos sobre los horrores que mencioné, muchos de los cuales tienen su base en el Viejo Testamento de la Biblia, dicen: “Ah, eso ocurrió en el Viejo Testamento que Dios tenía con la antigua nación de Israel. Esa es la antigua alianza. Ahora tenemos una nueva alianza, un Nuevo Testamento, basada en la vida y las enseñanzas, y la muerte y la resurrección, de Jesús”.
Bueno, en realidad el Nuevo Testamento defiende la esclavitud, la subyugación de la mujer y cosas afines. Las cartas de Pablo en el Nuevo Testamento, por ejemplo, lo hacen con mucha energía. Pablo insiste repetidamente que los esclavos tienen que ser leales y obedecer a sus amos (ver por ejemplo Colosenses 3:22-24). El Nuevo Testamento, en la persona de Pablo —quien, como explicaré más adelante, realmente es la figura más influyente del Nuevo Testamento— manda obedecer en todo a los amos terrenales sin importar cuán opresiva sea esa autoridad terrenal, porque, como lo dice Pablo, tal autoridad ha sido ordenada por Dios (ver Romanos 13:1-7). El Nuevo Testamento insiste, en las palabras del mismo Jesús (por ejemplo, en Juan 14:6 y Juan 15:6), que si uno no lo sigue y no acepta lo que enseña, no podrá ir al cielo y será condenado a un horroroso sufrimiento eterno en el infierno2. Así que, si uno cree en una interpretación textual de la Biblia e insiste en ella, como la palabra inconfundible e indiscutible de Dios, tiene que creer que se debe condenar al infierno eterno por no haber aceptado a Jesús como su salvador personal, a todo aquel que profese otra religión — hasta a los niños que mueren a una temprana edad sin conocer nada sobre la religión de una u otra forma.
2. También vale la pena examinar la parábola de Jesús acerca de las diez minas, en que un hombre noble les da diez minas a diez siervos suyos y, pasado un tiempo, les premia o castiga según su manera de usar el dinero — invirtiéndolo de manera sabia o derrochándolo a lo tonto. Al final de la parábola —que se supone habla del acercamiento del Reino de los Cielos y lo que les pasará a los justos y a los impíos en ese momento— el hombre noble dice: “Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí”. (ver Lucas 19:1-27; la cita es del versículo 27). Con cierta razón, los fascistas cristianos en Estados Unidos, inclusive aquellos en las fuerzas armadas, interpretan esta parábola, y en particular el último versículo (Lucas 19:27) como una afirmación de que aquellos que no aceptan a Jesús como su señor y salvador conocerán una devastación inmisericorde al llegar el Reino de los Cielos. Como informó el periódico de nuestro partido, Revolución (#98, 13 de agosto de 2007), en una entrevista con la revista Tikkun, Mikey Weinsten de la Fundación por la Libertad Religiosa de los Militares describe el punto de vista de los fundamentalistas cristianos en las fuerzas armadas estadounidenses: “Cuando hablo con ellos, a menudo me citan Lucas 19:27, la parábola de las diez minas en que Jesús dice: ‘Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí’”. [regresa]
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