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Del Capítulo 9: "Llegando a ser comunista" (Parque del Pueblo),

de una autobiografía de Bob Avakian

From Ike to Mao and Beyond
My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist

Llegando a ser comunista

Parque del Pueblo

Durante este período, aún manteníamos nuestras conexiones con el movimiento de Berkeley, y de hecho la UR* tenía colectivos en Berkeley. Cuando estalló la huelga de los trabajadores petroleros en Richmond en 1969, discutimos eso con las personas en el movimiento estudiantil y otras en Berkeley y movilizamos gente del campus y entre otras fuerzas en Berkeley y alrededor del Área de la Bahía de San Francisco a ir a Richmond en solidaridad con los huelguistas. Simultáneamente, se desenvolvía el paro de estudiantes del tercero mundo en la Universidad Estatal de San Francisco, que fue una lucha muy crucial, y había un paro similar en la Universidad de California-Berkeley. Desarrollamos lazos con gente en esas huelgas y además ayudamos a movilizar gente de estas luchas para enlazarse con la huelga de los trabajadores petroleros. Y gente de la UR seguía construyendo el movimiento contra la guerra de Vietnam en Berkeley y otras partes del Área de la Bahía. Aquellos que estábamos basados en Richmond en ese momento tomamos parte en eso de varias maneras, tanto construyendo oposición a la guerra en Richmond como participando en otras protestas y manifestaciones alrededor del Área de la Bahía más en general.

Y luego estalló la lucha en torno al Parque del Pueblo. De hecho, cuando se inició, me encontraba fuera del Área de la Bahía. Como me acuerdo, las personas asociadas con Jerry Rubin21, Stew y Judy Albert y algunos otros, descubrieron esta propiedad que la universidad poseía pero no estaba usando en ese momento, a poca distancia del campus en la zona de la avenida Telegraph, que se extiende desde la parte sur del campus. La universidad planeaba convertir la propiedad en un estacionamiento, y en cambio estos activistas tomaron la iniciativa para convertirla en un parque.

Esto se desenvolvió en una batalla importante porque la universidad se puso completamente intransigente y estaba decidida a “pavimentar el paraíso y poner un estacionamiento”, como reza la canción de Joni Mitchell. La rectoría arrojó el guante, y la gente que construía el Parque del Pueblo se negaron a dar marcha atrás y continuaron impulsando lo que estaban haciendo — y así se convirtió en una gigantesca lucha. Quizá eso suene un poco improbable, pero si se examinara el contexto de las cosas en ese entonces y que los participantes eran parte de un movimiento más amplio, se pudiera ver por qué otras personas —aunque al principio no participaban activamente o no pensaban que esa lucha era el principal tipo de actividad hacia la que había que guiar a las personas— aún iban a ver esta lucha, en un sentido amplio, como parte de todo el movimiento del que eran parte. Miles de personas lo veían de esa manera.

Y cuando la rectoría maniobró contra el Parque del Pueblo y llevó a la policía para reprimir esa lucha, la gente respondió en consecuencia. La situación se desenvolvió en una lucha importante en la cual con el paso del tiempo, la Guardia Nacional fue llamada a entrar. Como resultado de toda esta lucha y durante el transcurso de ella, de hecho se impuso una forma de ley marcial en Berkeley durante este período. Se prohibía que se reuniera en grupos de más de unas cuantas personas. Si la gente se reuniera en el cruce de la calle, la policía acudiría para dispersarla. La gente pasaba en motocicletas por ahí con cantidades de literatura y las tiraba en el cruce y luego se marchaba, y luego otras personas se metían apresuradas a recogerla, y distribuirla, porque ni siquiera se permitía hacer eso. Me acuerdo que manejaba un coche por alguna calle de Berkeley y me encontré en un atasco de tráfico, y vi a este policía parado en medio de la calle — tenía un arma apuntada a alguien. Así que me bajé de mi coche, y el policía dio vuelta y me apuntó su revólver a la cabeza. Este tipo de cosas estaba pasando a lo largo de la ciudad.

Así que las cosas se volvieron muy intensas, y en la UR decidimos que, si bien esto no era la forma de actividad en la que hubiéramos puesto nuestras energías principales o en la que hubiéramos centrado nuestra atención, y para nada éramos los iniciadores de esta lucha, una vez que esta lucha se convirtiera en un asunto mucho más grande, fue importante relacionarnos con ella. Así que sacamos volantes e intentamos movilizar tantas fuerzas como pudiéramos para apoyar esta lucha. Recuerdo que sacamos un volante dirigida a la propia Guardia Nacional, porque muchos elementos de la Guardia Nacional en realidad no eran tipos “diligentes” —  muchos de ellos simpatizaban con la lucha y algunos de ellos eran personas que hasta habían participado en el movimiento. Este volante tenía un dibujo que mostraba a una persona del común que iba experimentando cambios de pensar al ponerse el uniforme de la Guardia Nacional y al ser movilizado contra la gente, y el elemento de la Guardia Nacional termina por ser un cerdo — y el mensaje era: no dejes que esto te pase a ti. Repartimos miles de ese volante, a gente en la Guardia Nacional así como a otros. Y también sacamos otros volantes, para llamar a la gente a apoyar la batalla por el Parque del Pueblo.

A pesar de que vivía en Richmond en ese momento, yo mismo me metí activamente a medida que la lucha por el Parque del Pueblo iba en crescendo. En el punto álgido de la lucha se movilizaron decenas de miles de personas, muchos de ellos protestaban delante de la cerca que la rectoría había erigido alrededor del Parque para mantener a la gente fuera. Me acuerdo cuando estaba justo frente a la cerca, y la Guardia Nacional estaba al otro lado, dentro del parque, con sus rifles cargados. Sacudíamos la cerca, la que se tambaleaba, casi se caía. Y fue muy claro que si nosotros hubiéramos hecho caer la cerca, ellos hubieran abierto fuego. Esto ocurrió aun antes del asesinato de los estudiantes por la Guardia Nacional en la Universidad Estatal de Kent y la Universidad Estatal de Jackson. También se veía claramente que las personas no estaban preparadas para dar el siguiente paso, que hubiera ocurrido una masacre para la que la gente no estaba preparada. Así que eso no ocurrió. La gente sacudió la cerca, pero no la tiró abajo.

Haciendo frente a las implicaciones

Durante ese auge de lucha en torno al Parque del Pueblo, un tipo llamado James Rector fue asesinado en una de las manifestaciones. Yo estaba en esa manifestación, pero a unas pocas cuadras de donde lo mataron. Eso fue algo muy grueso, obviamente. Ese mismo día, la policía no solamente utilizó municiones reales contra la gente sino además disparó muchos cascos de gas lacrimógeno. Y habían comenzado a utilizar granadas de gas lacrimógeno en lugar de simplemente cascos de gas lacrimógeno. Estas granadas fueron más peligrosas porque no solamente contenían gas lacrimógeno y todos los efectos respectivos, sino se reventaban con accionamiento retardado. Recuerdo que el mismo día que mataron a James Rector, recogí una de esas granadas del suelo a fin de devolverla a los policías y se me reventó en la mano — y tardé unos dos o tres segundos para atreverme a ver si todavía tuviera la mano. Así que descubrí que era solamente una granada de gas lacrimógeno, y mi mano aún estaba ahí.

Como nota al pie de esta historia, mi padre era juez en ese entonces y el agente en su sala de audiencias era elemento de los alguaciles del condado que habían sido movilizados como parte de la fuerza policial que atacaba a la manifestación de ese día. Este guardia entró a la sala y con un tono feo, le dijo a mi padre: “¿Cómo está su hijo?” Y mi padre no sabía nada de lo que había pasado, así que respondió: “¿A qué se refiere?” Y el agente reviró: “Ah, veíamos una película de las manifestaciones del Parque del Pueblo el otro día, y vimos que su hijo recogió una granada de gas lacrimógeno y se le reventó en la mano.” Y mi padre me dijo más tarde que eso lo alteró mucho.

El gaseamiento afectó a miles de personas, y mucha gente había experimentado las granadas de gas lacrimógeno cuando se reventaran cerca, si no de hecho en sus manos. Pero el asesinato de James Rector por la policía era otro paso, otro ultraje, más allá de eso.

La gente tuvo que hacer frente a las implicaciones de esto, pero en general no se friqueó por ello. Desde el momento en que comencé a trabajar con el Partido Pantera Negra, y a medida que se intensificaba la lucha y la represión se volvía mucho más dura y más intensa, pienso que muchas personas palpaban los grandes riesgos personales, incluido el de la muerte. Y, de hecho, durante ese tiempo, sabía que se tramaban esfuerzos por tender rampas para poder matarme. Pero no me acuerdo, para ser directo, que entre los activistas se hablaba mucho acerca de morir o del temor de morir.

A decir la verdad, yo sentía, y la mayoría de las personas que yo conocía sentía una gran alegría —y tal vez esta palabra suene gracioso en este contexto— acerca de estar participando en la lucha. No participábamos en ella debido a que eso hacía que nos sintiéramos bien, sino porque uno se sentía como si la vida importara y contara para algo. Me acuerdo de las manifestaciones en las que coreábamos: “El mundo entero está mirando”. Y, a raíz de los sucesos de mayo de 1968 en Francia, el pueblo vietnamita (la que obviamente libraba una lucha a alturas completamente distintas), las luchas en América Latina, las cosas que ocurrían en Estados Unidos y, para gente como yo, la Revolución Cultural de China — con todo eso en marcha, uno se sentía que era parte de toda una oleada de personas que estaban tratando de cambiar el mundo, estaban decididas a crear un mundo mucho mejor. Así que eso es lo que nos motivaba, y por cierto, creo que cundía una sensación de que pudiéramos morir, pero no creo que la gente se inquietaba por eso. Y no recuerdo que habláramos mucho de eso. La posibilidad se venía a la mente, pero nos motivamos en un sentido diferente y no pensábamos mucho sobre si pudiéramos morir.

 


*En ese entonces, acababa de formarse la UR, una organización comunista, y precursora del Partido Comunista Revolucionario, en que Bob Avakian jugó el papel central.  [volver]

21. Jerry Rubin, con Abbie Hoffman, habían fundado los Yippies, un grupo que intentó imbuir de una política radical y contestataria a las comunidades jipíes que habían crecido alrededor de Estados Unidos. Rubin y Hoffman jugaron un papel importante en las protestas fuera de la Convención del Partido Demócrata de 1968 y en consecuencia, fueron procesados por conspiración, junto con Bobby Seale y otros, en un juicio muy alborotado. Fueron condenados, pero con el paso del tiempo, las penas fueron desestimadas.  [volver]

Bob Avakian (BA) — La Biografía Oficial

Bob Avakian (BA) es el arquitecto de un marco completamente nuevo para la emancipación humana, la nueva síntesis del comunismo, llamado popularmente el “nuevo comunismo”.

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