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Estoy tan harto de toda esta onda de la “política de identidad” y “concienciación”

REVOLUCIÓN Y EMANCIPACIÓN — Y NO REFORMAS MEZQUINAS Y VENGANZAS:

Sobre movimientos, principios, métodos, medios y fines

Es necesario que el fin determine los medios, y no que el fin “justifique” los medios

Los movimientos —en el sentido social y político— reúnen a las personas para actuar en conjunto a favor de ciertos objetivos. Los movimientos sociales y políticos positivos movilizan a masas de personas en lucha contra las políticas y acciones opresivas y asesinas de su gobierno y las relaciones sociales opresivas (tales como la supremacía blanca y la supremacía masculina) y las instituciones y la cultura que las encarnan, las promueven y las imponen. Por ejemplo, en los años recientes, han surgido movimientos poderosos contra el racismo institucional y el terror policial, en Estados Unidos y por todo el mundo. Y, en muchos países, han surgido torrentes de resistencia de masas al abuso sexual y otras formas horripilantes de la opresión y degradación de las mujeres, entre ellas los ataques contra el derecho al aborto.

Una Declaración, un llamamento a que se organice ahora

 

Hace varios años, cuando el comportamiento sexual depredador de Harvey Weinstein ya se ponía al descubierto de manera contundente, escribí lo siguiente:

El fenómeno del acoso sexual y el asalto sexual —que incluye, pero no se limita al abuso sexual de las mujeres por los hombres que ocupan posiciones de poder sobre ellas— tiene una larga y extensa historia en toda esta sociedad supremacista masculina, y lo refuerza la cultura pútrida que esta sociedad ha engendrado. El torrente de indignación contra este abuso sexual y contra los acompañantes encubrimientos y complicidad institucionales tan comunes, y la demanda de un cambio radical en la cultura —que han dado un gran salto en relación con las acusaciones contra Harvey Weinstein y ahora se han extendido mucho más allá de eso, con la participación de millones de mujeres, en un ámbito tras otro por todo Estados Unidos y en otros países también— es justo y justificado y desde hace tiempo necesario, y se debe apoyar, alentar, propagar y defender de contraataques1.

Y al mismo tiempo:

Este auge de indignación completamente justa y suprimida por tanto tiempo no equivale a ninguna acusación particular. De hecho, se deben abordar esas acusaciones particulares a partir de una evaluación científica de la evidencia, lo que es especialmente importante donde las acusaciones no sólo alegan una mala conducta sino actos delictivos específicos, como la violación u otro asalto sexual. Pero no se debe permitir que esta diferencia, entre las acusaciones particulares y el fenómeno general, oculte o disminuya la justeza y la importancia del masivo auge de indignación contra este abuso tan extenso y profundamente arraigado y contra el enorme daño que les hace a las mujeres y a la humanidad en su conjunto2.

Sin embargo y por desgracia, a medida que se han desenvuelto las cosas, en particular en Estados Unidos, la justa furia que se desencadenó en torno a esto principalmente no ha adoptado la forma de un movimiento que movilizara a las masas de personas en lucha contra la opresión horripilante de las mujeres y las instituciones y la cultura que la encarnan, la promueven y la imponen. (Un aspecto llamativo de esto es que si bien urge una movilización de masas que tome las calles en una resistencia poderosa a los crecientes ataques contra el derecho al aborto, ha sido notable la ausencia de tal resistencia de masas.) Más bien, con el “yo también”, esto ha supuesto (o en lo que se ha degenerado) no es tanto un “movimiento”, sino una continua serie de acusaciones, principalmente contra individuos, en que el objetivo a menudo es (o se convierte en) la “cancelación” de la persona (o personas) acusada(s), sin ningún tipo de evaluación científica de la evidencia.

Claramente, las cuestiones que suscitaron el “yo también” son de gran importancia, y muchas de las acusaciones que se hicieron en esta conexión son, sin duda, verídicas. Y, como ha enfatizado un artículo importante en revcom.us:

Es un fenómeno muy real, y un escandaloso ultraje, que muchas mujeres violadas y agredidas sexualmente son objeto de posterior intimidación u otros obstáculos para que no alcen la voz y no denuncien tales ataques. Es preciso oponerse y luchar resueltamente contra esta situación3.

Pero, cabe repetir:

por escandalosa que sea esta situación, por mucho que constituya un asalto adicional a estas mujeres y a las mujeres en general, no es lo mismo que decir y no debe conducir a un enfoque que dice que toda acusación de violación o agresión sexual sea automática (o casi seguramente) cierta — ni que si muchas personas hacen acusaciones semejantes, por lo tanto tales acusaciones son ciertas (se han dado muchos casos en los que las múltiples acusaciones contra una persona han resultado falsas). Hay que determinar lo que es cierto por medio de un enfoque científico, a partir de la evidencia y el análisis y síntesis correctos de lo que indica la evidencia en su conjunto. Las acusaciones son una forma de evidencia —tal como lo es la negación de esas acusaciones— pero no constituyen en sí una base suficiente para sacar conclusiones definitivas4.

Así que, ¿cuál es la respuesta a esto? La mejor y más justa manera de lidiar con esto, en particular mientras seguimos viviendo bajo este sistema, es movilizar la lucha de masas para

crear un ambiente en la sociedad en general y en distintas instituciones y sectores de la sociedad el que dificulta mucho más que se cometan violaciones y agresiones sexuales, y el que aliente y apoye a las mujeres para que se opongan a esas cosas y alcen la voz para denunciar estas cosas y pidan justicia en estas situaciones, y a la vez insistir en un enfoque sistemático de tratar las acusaciones de violación y agresión sexual, y las acusaciones de delitos y fechorías en general, mediante un proceso que se base en un método y enfoque científico y en que se repudie y denuncie firmemente el mismo “juicio por los medios de comunicación” y la misma “tiranía mediática” tan conocidos hoy, y el mismo ambiente muy venenoso que esta situación crea y refuerza5.

Es muy necesario, y extremadamente importante, seguir desenmascarando semejantes ultrajes como la opresión racial y la opresión de género, y seguir impulsando la oposición de masas a esto, pero la “cultura de la cancelación” que a menudo la acompaña es una contracorriente definitivamente negativa, que es en general una expresión de la estrechez y cinismo pequeño burgués,

… que, cuando se lleve a extremos fanáticos, se caracteriza por la indignación (auténtica, o artificial y de moda) ante casos de injusticia social pero al mismo tiempo por descartar o de plano rechazar cualquier intento real de crear una sociedad verdaderamente justa, y lo cual moldean y manipulan a menudo fuerzas burguesas gobernantes— todo lo que se desconecta de un método y enfoque racional y científico y se le contrarresta. La poderosa influencia del individualismo extremo agrava todo eso, con su promoción en toda esta sociedad, y su componente nocivo de constantemente ponerse a “echar al suelo” a otros (lo que se ha convertido en un perverso “deporte nacional”)6.

Aquí vemos el problema básico que señalé al referirme a la “cultura de la cancelación” en La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”:

entre otras cosas, la “cultura de la cancelación”, al perseguir a individuos principalmente, es un enfoque que tiende a ignorar, restar importancia y no luchar realmente contra las instituciones y contra todo el sistema que constituyen la raíz y fuente profundas de estos ultrajes. En muy pocos casos (si los hubiera), este enfoque ¡se propone “cancelar” al sistema entero!7

Además, esta “cancelación” de las personas

a menudo… se amplifica mediante un “juicio en los medios de comunicación y las redes sociales”, sin ninguna perspectiva ni pretensión del debido proceso o ningún esfuerzo real por llegar a conocer la verdad, impulsado por la peligrosa noción de que una mera alegación basta para condenar a un individuo y convertirlo en un paria permanente, y con la característica de negarse a aplicar cualquier medida de proporcionalidad, sin distinguir entre diferentes tipos y grados de actos indebidos8.

Es cierto que las personas que denuncian incidentes de abuso sexual o de otro tipo pueden alentar a otros a hacerlo, y esto puede llevar a una situación en la que “la presa se reviente” y todo el fenómeno social más amplio de tal abuso forzosamente se manifieste en la conciencia pública, donde antes había sido suprimido de forma efectiva, o en gran medida. Esto podría contribuir a un verdadero auge de lucha de masas contra ese abuso. Pero, para repetir, eso no significa que esté justificado, o que conducirá a un resultado positivo, pisotear los principios y métodos básicos del enfoque de una acusación particular de abuso, aunque se haga en nombre del bien social más amplio. Y centrarse en los individuos como un enfoque general —especialmente cuando la venganza se convierta con demasiada frecuencia en el objetivo, y se vulneren principios y métodos cruciales— solo puede conducir a un alejamiento de la solución real.

Lo que se necesita son movimientos de masas que enfocan y dirigen la lucha principalmente contra “las instituciones y contra todo el sistema que constituyen la raíz y fuente profundas” de estos ultrajes. Es de gran importancia unir a todos los que se puede unir en estas luchas y, en general, en la lucha contra la injusticia y la opresión. Una lucha ideológica basada en los principios —sobre cuáles son las causas más profundas de los ultrajes contra los que se está luchando y qué rumbo la lucha contra esto debe tomar— es necesaria e importante. Pero esto es muy distinto, y directamente en oposición, a la mezquina estrechez y sectarismo — incluida la “mercantilización concienciada” de la lucha, con las nociones de “propiedad” de un movimiento, y la división de aquellos que deberían estar unidos en la lucha en categorías de “mercancías”: los que tienen el supuesto derecho de ser “dueño” de un movimiento y decidir su rumbo, y los que, en cambio, se reducen a “aliados” subordinados de estos “dueños”. (Llama la atención qué tanto los términos de las relaciones de mercancías y “negocios” del capitalismo han saturado la “cultura popular”, en que las expresiones sobre “ser dueño” de tal o cual cosa son sorprendentemente comunes; y esta manera de pensar también tiene una influencia significativa en la cultura y movimientos “concienciados” que dicen que se oponen a la opresión). Este enfoque estrecho no busca zafarse de los límites opresivos y sofocantes de este sistema del capitalismo-imperialismo, sino que se esfuerza por ocupar un “lugar mejor” dentro de este sistema, el cual causa tanto sufrimiento horrendo e innecesario a las masas de la humanidad.

También llama la atención que tantas personas “concienciadas” no denuncian o no condenan el hecho de que el país en el que viven (el “bueno y querido Estados Unidos”) ha sido, durante casi un siglo, el opresor imperialista más poderoso en el mundo, y el destructor más grande del medio ambiente, que causa el daño más grande a la humanidad. ¿Qué tanto, en toda la cháchara de los “concienciados” sobre “privilegios”, salen denuncias y renuncias al privilegio estadounidense — a la supremacía estadounidense y al chovinismo pro estadounidense? ¿Qué tanto sale una postura nítida de que hay que oponerse firmemente al imperialismo estadounidense en sus esfuerzos por mantener su posición como opresor número uno, en el mundo entero, y que las masas de personas en Estados Unidos no tienen intereses ni ningún interés en la rivalidad del imperialismo estadounidense con China, en sí una potencia capitalista-imperialista en ascenso? ¿Qué tanto se ve un reconocimiento de que la población en Estados Unidos comparte —aunque de manera muy desigual— el “botín” que proviene del saqueo a la gente del mundo, incluidas masas de niños, por el imperialismo estadounidense? ¿Qué tanto se propaga una orientación y declaración de que sería mucho mejor prescindir de este “botín” —deshaciéndonos del imperialismo estadounidense y luchando junto con la gente de todo el mundo para acabar con todo imperialismo, y de todas las relaciones de explotación y opresión, todo el saqueo de personas y del medio ambiente?

No mucho.

En oposición a los conceptos de “propiedad”, con respecto a los movimientos de masas, si bien hay que darle el debido peso a toda la historia y la realidad actual de la terrible opresión, y la experiencia de las personas directamente sometidas a tal opresión, si el objetivo es realmente abolir y arrancar de raíz la opresión, el criterio con el cual hay que evaluar las ideas y propuestas de cualquier persona (o de cualquier grupo) es: la realidad objetiva — y específicamente cuál es la naturaleza del problema particular (o forma de opresión) al que se enfrenta la gente, qué es la fuente y qué es la causa de esto, cómo esto está relacionado con el problema fundamental (el sistema mismo), y cómo manejar correctamente la relación entre lo más particular y lo fundamental, con el fin de avanzar hacia la consecución de la verdadera solución. (Y no, la realidad objetiva no es un “constructo” supremacista blanco o supremacista masculino — es... la realidad objetiva).

Con respecto a esto,

es muy relevante remitirnos a una declaración de Lenin quien dijo que todos aquellos que abordan la revolución con la orientación, “Ellos tuvieron su oportunidad, ahora me toca a mí” — todos los que abordan la revolución de esa manera lo hacen desde el punto de vista de la pequeña burguesía. Y no es necesario añadir que el enfoque de la pequeña burguesía no va a llevar a realizar las “4 Todas” y a emancipar a la humanidad9.

(Las “4 Todas” se refieren a la declaración de Marx de que la revolución comunista tiene como objetivo la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de producción en las que se basan esas diferencias de clase, de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y la revolucionarización de todas las ideas que corresponden a esas relaciones sociales. Esto es una expresión concentrada y global del hecho de que esta revolución tiene como objetivo eliminar completamente y arrancar de raíz todas las relaciones de explotación y opresión y las instituciones que las imponen, junto con la transformación radical de la cultura y las formas de pensar que surgen de estas relaciones antagónicas entre los seres humanos y las refuerzan).

Y, por supuesto, el discernimiento importante de Lenin se aplica definitivamente a las personas que ni siquiera aspiran a una revolución real, para poner fin a todo este sistema, sino que “trabajan por reformas mezquinas sin sentido y que buscan fondos para sí mismos y posiciones dentro de las estructuras de este sistema”10.

Un enfoque científico, y no reacciones “irreflexivas”, subjetivismo y sofismas

Aquí va otra cuestión de principio fundamental:

Hay que decir —y no es posible exagerar— que en el mundo actual, no puede haber sociedad justa alguna sin el estado de derecho; no puede haber estado de derecho alguno sin el debido proceso de la ley; y no puede haber debido proceso alguno sin la presunción de inocencia (y que esa presunción de inocencia sea auténtica y no una farsa, tal como lo es en esta sociedad). Por eso se da tanto énfasis a estos principios en el nuevo comunismo, incluido específicamente en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría.

También cabe decir que no puede haber justicia alguna, y se hará gran daño, en los casos en que se considere el “juicio en los medios de comunicación y las redes sociales” como un equivalente al debido proceso o sustituto por él — y esto es especialmente cierto cuando no salgan acusaciones contra representantes del poder estatal, como la policía, sino que salgan acusaciones contra “gente común”, incluso personas adineradas y/o prominentes11.

Pero sustituir al debido proceso por un “juicio en los medios de comunicación y las redes sociales”, y violar el principio importante de que una alegación o acusación, en sí, en realidad no es “evidencia” — es lo que caracteriza con demasiada frecuencia a la “cultura de la cancelación”. Esto se expresa gráficamente en el hecho de que, con el “yo también”, se ha propagado ampliamente, y se ha adoptado, la orientación de que es necesario “creer a todas las mujeres” que hacen tales acusaciones — no sólo tomar en serio a tales mujeres, sino “creerlas” automáticamente. Y este mismo enfoque (de que hay que aceptar como “evidencia” una acusación, a menos que obviamente no cuente con fundamento y sea descaradamente ridícula) se ha aplicado ampliamente a las alegaciones y las acusaciones de muchos tipos diferentes.

También es necesario señalar ciertas diferencias importantes — entre los diferentes tipos y grados de actos indebidos (incluso cuando la “culpabilidad” está válidamente establecida) y entre las situaciones en las que el acusado reconoce el acto indebido y, por otro lado, aquellas situaciones en las que niega el acto indebido e insiste en su inocencia. Pero suele ocurrir que, cuando el acusado sí niega la acusación, el “juicio en los medios de comunicación y las redes sociales”, con la “presunción de culpabilidad” (especialmente en la forma de tratar una acusación en sí como “evidencia” de culpabilidad) adopta una expresión aún más insistente y virulenta.

Algunos defienden “la presunción de culpabilidad” en estas situaciones aplicando sofismas (razonamientos defectuosos, falsos) con la siguiente argumentación: “De acuerdo, hay que aplicar el debido proceso legal, incluida la presunción de inocencia, en los procesos judiciales relacionados con la supuesta violación de la ley; pero eso no se aplica en el ámbito de la vida pública y la opinión pública”. Y por lo tanto, se adopta el enfoque —directa y explícitamente, o implícitamente y en la práctica— de que, en este ámbito (de la vida pública y la opinión pública), está perfectamente bien basarse en el “juicio en los medios de comunicación y las redes sociales” y en la norma de que una mera acusación es lo mismo que evidencia material.

Esto suele expresarse en la afirmación de que una acusación es “creíble”. Aquí se está haciendo un malabarismo (un “juego de manos”). En esencia, “creíble” significa “algo en que se puede creer”. Muchas cosas pueden ser “creíbles”, pero eso no quiere decir que sean ciertas. Sin embargo, con esta lógica, “creíble” se considera el equivalente, o un sustituto legítimo, de “cierto”. (Y la aceptación de la idea de que las acusaciones son “creíbles” significa lo mismo que decir que esas acusaciones son realmente ciertas — lo que suscita, y refuerza, una credulidad más general: una disposición a creer cosas, especialmente cosas que tienden a “confirmar” las propias inclinaciones y prejuicios de las personas, sin tener una base válida para determinar si son ciertas). Esta orientación también se expresa con frecuencia en la afirmación de que “yo le creo a fulano de tal” (un individuo que hace una acusación), en que tal “creencia” es muy parecida a una creencia religiosa — sustituye a la evidencia material (o va en contra de la evidencia que va en contra de tal “creencia”).

En realidad, el que algo sea cierto —y específicamente el que una alegación o acusación sea cierta— no puede determinarse sobre la base de si, en sí y de por sí, parece creíble. Una vez más: La verdad de tal alegación o acusación sólo puede determinarse examinándola científicamente, mediante la acumulación y evaluación de la evidencia, incluido lo que se dice, y lo que quizá se presente como evidencia, a manera de refutar tal alegación o acusación.

En los casos en que hay graves alegaciones de actos indebidos, pero no se aplican los procedimientos judiciales en las cortes, y lo que está en cuestión es algo como el empleo o la posición del acusado (así como su reputación), la mejor oportunidad de llegar a conocer la verdad a menudo significaría tener un proceso que se lleva a cabo por parte de una “parte desinteresada” cualificada (una persona, o grupo de personas, con la apropiada formación y experiencia, y sin “interés” en el asunto, ni “agua que llevar al molino”) y además en el que el enfoque que se aplica en materia jurídica también se aplique básicamente, incluido el requisito de que se verifique una acusación, con evidencia convincente, y además que haya una verdadera oportunidad para que el individuo (o los individuos) acusado(s) le hagan frente e intenten refutar la acusación y cualquier evidencia ofrecida como prueba de la misma. (Por cierto, será difícil llevar a cabo un proceso de este tipo, especialmente en el ambiente actual, con la cultura muy negativa de “echar por el suelo a las personas” y muchas pero demasiadas personas, incluidas muchas celebridades y personas influyentes, que se apresuran a desvincularse de ciertas personas, y a unirse a la condena a ciertas personas, sobre la base de lo que son meras acusaciones, que no se han verificado — o que, en algunos casos, efectivamente se han refutado. Y lo que es aun más significativo, las empresas y otras instituciones prominentes que durante tanto tiempo han ignorado, encubierto y suprimido las denuncias de actos indebidos reales, en muchos casos han “dado una vuelta” a un enfoque de deshacerse de los individuos acusados, sin el tipo de proceso que se pide aquí. Con ambos enfoques mencionados, la motivación básica ha sido la misma: proteger su “marca” y su “balance final”).

En algunos casos, y sobre todo en ausencia del tipo de proceso contencioso que se practica en los procesos judiciales, o algo que se aproxima a ello (en que ambas partes presentan evidencia y cuestionan la evidencia aportada por la otra parte), quizá sea muy difícil, si no imposible en realidad, determinar válidamente si una acusación es cierta o no. Y, aunque es muy importante que haya lucha de masas contra la opresión y la injusticia, es un hecho que no existe ninguna base dentro de los límites de este sistema del capitalismo-imperialismo para arrancar de raíz total y finalmente las relaciones de opresión y explotación que están integradas en este sistema. Pero eso no implica que esté bien sustituir a los verdaderos movimientos de masas por la “cultura de la cancelación”, y sustituir a un proceso válido para determinar la verdad por impresiones y opiniones subjetivas.

Lo que argumento aquí también va en oposición directa a otro aspecto muy nocivo de la “cultura de la cancelación”:

Existe el fenómeno de no solo poner en la mira y buscar rebajar a los individuos, sino que junto con eso, o como parte de ello, husmear en toda la historia de la vida de las personas, remontar a décadas —incluso a los primeros años de la vida de alguien— y ver si es posible encontrar algo por lo cual es posible condenarlas y lo que, por lo tanto, descalifique a esas personas para tener cualquier papel positivo en cualquier cosa. Ahora, como lo he subrayado muchas veces, en los casos en que las personas han cometido crímenes y ultrajes reales, hay que conseguir que éstas rindan cuentas; pero también existe la necesidad de examinar el arco de la vida de un individuo y cuál es el aspecto principal que define la vida de este individuo. ¿Son los errores que ha cometido, o incluso algo realmente terrible que ha hecho en algún momento? ¿Es eso el aspecto esencial de su vida y lo que la define? ¿O su vida ha abarcado una transformación real, en la que las cosas que han llegado a definir quién es este individuo son las cosas positivas que ha hecho y la trayectoria positiva de su vida en general?12

Desde luego que el enfoque básico que aquí se sostiene no es “perfecto” y no siempre conducirá al resultado más correcto y justo (como, de hecho, ocurre con los procesos judiciales reales, especialmente bajo este sistema). Hay que reconocer la realidad de que no es posible obtener una resolución fundamentalmente justa de todo esto dentro de los límites de este sistema, con las relaciones de opresión y explotación que se han integrado en él, y la cultura pútrida que promueve este sistema y que sirve para reforzarlo. Pero, mientras vivamos bajo este sistema, el enfoque que he esbozado aquí es definitivamente mejor que la “cultura de la cancelación”, que se apoya en el “juicio en los medios de comunicación y las redes sociales” y la aceptación de una acusación en sí como “evidencia”.

Esto enfatiza el punto —algo que también es una cuestión crítica de método y principios— de que la gente no debería “sacar conclusiones precipitadas” sobre una alegación o acusación, sustituyendo a un proceso que tiene más posibilidades de llegar a obtener una conclusión válida por sus propias inclinaciones o prejuicios. Enfatiza que no debe haber ningún “juicio” en los medios de comunicación y las redes sociales — y que hay que alentar y luchar por una orientación y una cultura en la que la gente rechace activamente los esfuerzos en los medios de comunicación y en las redes sociales por prejuzgar y predisponer las cosas en relación con las alegaciones y las acusaciones.

Como se señala en el artículo sobre la locura fascista y la “demencia de los concienciados”, el juicio en los medios de comunicación y las redes sociales, la aceptación de una mera alegación como “evidencia” y toda la “cultura de la cancelación” acompañante

no es más que otra versión de la noción extremadamente nociva de que “el fin justifica los medios” (de que se justifica cualquier medio si el fin es, o se proclama ser, justo), algo que rechaza firmemente el nuevo comunismo y que debería rechazar toda persona que aspire a una sociedad verdaderamente justa13.

Por difícil que sea, especialmente en el actual ambiente social —donde muchas personas están genuina y justamente indignadas por los interminables abusos a los que las masas de personas están sometidas continuamente, pero también quizás estén influenciadas por la venenosa cultura de “echar por el suelo a las personas” y la venganza que se promueve en toda la sociedad—, hay que reconocer que habrá situaciones en las que no sea posible sacar una conclusión bien fundamentada sobre ciertas alegaciones y acusaciones. En estas situaciones, es correcto e importante no sacar conclusiones definitivas, y sobre todo no difundirlas y propagarlas (ni siquiera bajo la apariencia de “opiniones”, “conjeturas” e “inclinaciones”). En resumen, a veces será correcto y necesario limitarse a decir “no podemos saberlo”, y actuar en consecuencia — sí, aplicar lo que equivale a “la presunción de inocencia”.

Sin duda, esto conducirá a ciertas situaciones en las que alguien que es de hecho culpable de acciones perjudiciales (sean realmente ilegales o no) “se saldrá con la suya”, y escapará a lo que sería una debida rendición de cuentas. Pero, para repetir, la aplicación de los principios y los métodos que he enfatizado aquí definitivamente conducirá a una situación mejor que aquella en la que los juicios subjetivos y no científicos sustituyen a un proceso por medio del cual se podría evaluar de manera razonable las alegaciones y las acusaciones (o, en un caso aun peor, se persiste en estos juicios subjetivos, cuando sí existe tal proceso pero resulta en una conclusión que es contraria a estos juicios subjetivos); donde, sin ninguna apariencia o pretensión de debido proceso, los individuos son “juzgados y condenados” en los medios de comunicación y las redes sociales; donde hay una pronunciada falta de proporcionalidad, de modo que, independientemente de la naturaleza de la ofensa por la que un individuo es “condenado”, por lo general este individuo está sometido a la “cancelación” y, de no ser privado literalmente de su libertad, a menudo sí se le priva de su sustento de vida o de su posición en la sociedad y se le convierte en un marginado social (se le trata como paria permanente).

Con el enfoque de centrarse en los individuos y en “cancelarlos”, los atropellos sociales más grandes —la opresión y la injusticia que sí causan gran daño a masas de personasen lo fundamental se mantendrán intactos y sin cambios. Por otro lado, aunque habrá situaciones en las que no sea posible determinar de forma válida “la culpabilidad o la inocencia” de un individuo (o individuos) particular(es) acusado(s) de actos indebidos, sí que es posible sacar conclusiones firmes en cuanto a lo que está bien y lo que está mal en términos de opresión e injusticia, y construir movimientos de masas que centren la lucha contra las instituciones y la cultura —y, en última instancia, todo el sistema— que es responsable de esta opresión e injusticia.

También hay situaciones en las que las acusaciones de cometer actos indebidos no encierran interacciones personales (o profesionales) directas, sino cosas como declaraciones, escritos y acciones del presunto malhechor que ejercen un efecto social amplio (que implica, por ejemplo, relaciones de raza o de género). A este respecto, como ya he comentado anteriormente, “en algunos casos se distinguen clara y inmediatamente lo bueno y lo malo — las cosas las cuales hay que defender y otras (como monumentos de la Confederación esclavista) las cuales hay que repudiar y quitar”14. No obstante, en muchos casos la situación es más compleja. Especialmente en las situaciones en las que lo que opera es de hecho complejo, es especialmente importante examinar con seriedad lo que dicen las personas desde los diferentes lados de una disputa, en lugar de “precipitarse a juzgar” y buscar formas fáciles de atacar a alguien con cuya posición te inclinas a estar en desacuerdo. En este caso, los siguientes principios de epistemología (los mecanismos para llegar a conocer la verdad) son de vital importancia:

La verdad de algo no depende de quién lo diga o de cómo te haga sentir. Cuando algo proviene de una fuente que te gusta, eso no lo hace verdad; y cuando algo proviene de una fuente que no te gusta, eso no lo hace falso. Y la verdad no es un “concurso de popularidad”. Cuando mucha gente cree algo, eso no lo hace verdad; y cuando solamente unas pocas personas creen algo, eso no lo hace falso.

La verdad es objetiva — lo que quiere decir: el que algo sea cierto o no depende de si corresponde a la realidad material15.

Pero, en oposición a cualquier tipo de enfoque serio y científico,

la “cultura de la cancelación de los concienciados” rechaza la diferencia entre lo que es inmediatamente claro y lo que es más complejo — rechaza el discurso racional y la seria y científica exploración y forcejeo en torno a cuestiones que quizá de hecho sean complejas, reemplazando eso con reacciones irreflexivas, según lo que se haya convertido en los imperativos momentáneos de “la concienciación de la política de identidad”16.

“Los fines y los medios” y la solución fundamental — la que se necesita con urgencia

La frustración e ira completamente legítima que resulta del reconocimiento (o de la sensación) de que no existe, ni puede haber, ninguna solución totalmente justa para todo esto bajo este sistema — debe convertirse en una profunda determinación a abolir este sistema, y crear algo mucho mejor. Como se enfatiza en Esperanza para la humanidad sobre una base científica: “Es muy real el trauma que resulta de sufrir directamente formas horrorosas de opresión y degradación, y que nadie lo niegue o le reste importancia”. Pero es necesario que esto se convierta en algo más que angustia personal o un deseo de venganza — “hay que transformarlo en ira y determinación a ser parte de una lucha colectiva para poner fin a todas las atrocidades, en todas partes, cuya fuente y causa fundamental es este sistema del capitalismo-imperialismo”17.

Esto significa y requiere la construcción de movimientos que sean verdaderos movimientos de masas que se movilicen para luchar contra la opresión y la injusticia perpetradas constantemente por este sistema — movimientos de masas que, en palabras y en hechos rechacen la noción venenosa de que “los fines justifican los medios” y que, a cambio, empleen medios que sean coherentes con el objetivo de poner fin a las injusticias y ultrajes a los que las masas de personas están sometidas continuamente bajo este sistema, y que sean una expresión de ese objetivo.

En lo fundamental —y como cuestión de urgente importancia— implica trabajar activa y sistemáticamente ahora para acumular las fuerzas organizadas, para gestar condiciones más favorables para hacer una revolución y luego llevar a cabo una revolución con el objetivo de conseguir que se eliminen y arranquen de raíz toda la injusticia y la opresión, toda la explotación y la degradación, por medio del derrocamiento de este sistema del capitalismo-imperialismo, que es la fuente fundamental y la causa raíz de todo esto, y hacer nacer una sociedad y mundo radicalmente diferente y emancipador, sobre una base completamente nueva.

Como he enfatizado en Breakthroughs (Abriendo Brechas):

El objetivo de esta revolución no es vengarse e invertir las posiciones de oprimidos y opresores (“los últimos serán los primeros, y los primeros, últimos”)…. Lo vemos una y otra vez — el objetivo se convierte en venganza, se convierte en algo que es menos que transformar toda la sociedad. Se convierte en, “conseguiré lo mío si puedo, o si no puedo, al menos puedo joder a otra persona”. Eso se manifiesta de manera muy pronunciada en esta sociedad, en particular en este momento, e incluso es posible que las luchas que están lidiando con muy reales y profundas contradicciones y relaciones de opresión sean desviadas de modo que adopten ese tipo de perspectiva y enfoque debido a la poderosa influencia de la espontaneidad y las relaciones que prevalecen en esta sociedad.

Esto vuelve a la realidad de que incluso los movimientos que se inician poniendo en la mira a ultrajes e injusticias muy importantes, y luchando contra ellos, únicamente pueden seguir yendo en la dirección en que necesitan ir, en última instancia —y todas estas fuerzas diferentes en la sociedad que se están oponiendo a varias formas de opresión únicamente pueden unirse de una manera duradera y progresiva— sobre la base de un enfoque comunista científico y lo que éste revela como la solución a los profundos problemas que la sociedad actual encarna e impone. Nunca será posible llegar a esa solución con la perspectiva de la pequeña burguesía. Lo que hace falta es —en un sentido no reificado, en el sentido comunista— la perspectiva del proletariado, la perspectiva y el enfoque que corresponden a los intereses fundamentales del proletariado, que quiere decir reconocer que solamente es posible emancipar a cualquier sector específico de los explotados y los oprimidos emancipando a toda la humanidad.

En contraste con las motivaciones y aspiraciones estrechas y mezquinas a tener cosas como la venganza y “a mí me toca sacar una tajada”, el objetivo de la revolución comunista es, como se enfatiza en EL NUEVO COMUNISMO, “llegar a un mundo diferente donde todos estos horrores para las masas de personas ya no sucedan”. El objetivo es emancipar a la humanidad — abolir toda explotación y opresión, y los antagonismos correspondientes entre los seres humanos, y remover el suelo del cual surjan, con la realización del comunismo, en todo el mundo18.


1. Una cuestión de posición y orientación básica, APOYAR Y PROPAGAR LA FURIA CONTRA EL ABUSO SEXUAL, de Bob Avakian, está disponible en https://revcom.us/avakian-es/ba-obras-importantes-es.html. [volver]

2. Una cuestión de posición y orientación básica, APOYAR Y PROPAGAR LA FURIA CONTRA EL ABUSO SEXUAL. [volver]

3. Unos puntos de orientación, principio y método sobre las acusaciones contra Bill Cosby. Este artículo también está disponible en revcom.us. [volver]

4. Unos puntos de orientación, principio y método sobre las acusaciones contra Bill Cosby. [volver]

5. Unos puntos de orientación, principio y método sobre las acusaciones contra Bill Cosby. [volver]

6. Bob Avakian sobre La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”. Este artículo también está disponible en revcom.us. [volver]

7. Bob Avakian sobre La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”. [volver]

8. Bob Avakian, Esperanza para la humanidad sobre una base científica, Romper con el individualismo, el parasitismo y el chovinismo pro estadounidense. También está disponible en https://revcom.us/avakian-es/ba-obras-importantes-es.html. (Además, se cita este pasaje en La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”). [volver]

9. Breakthroughs (Abriendo Brechas): El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo, Un resumen básico, de Bob Avakian. También está disponible en https://revcom.us/avakian-es/ba-obras-importantes-es.html. [volver]

10. DE LOS REVCOM (REVCOM.US): UNA DECLARACIÓN, UN LLAMAMIENTO A QUE SE ORGANICE AHORA PARA UNA REVOLUCIÓN REAL, que está disponible en revcom.us, y se está colgando y distribuyendo en las comunidades y otros lugares alrededor de Estados Unidos, como parte central de difundir el mensaje sobre esta revolución y de organizar gente en esta revolución. [volver]

11. Bob Avakian sobre La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”. [volver]

12. Esperanza para la humanidad sobre una base científica, Romper con el individualismo, el parasitismo y el chovinismo pro estadounidense. [volver]

13. Bob Avakian sobre La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”. [volver]

14. Bob Avakian sobre La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”. [volver]

15. Teorías de conspiración, “certeza” fascista, parálisis liberal o Un enfoque científico de cambiar el mundo. Las versiones larga y corta de esta artículo de Bob Avakian están disponibles en revcom.us. (En esta cita, el autor agregó el énfasis en negritas a la frase “o de cómo te haga sentir”). [volver]

16. Bob Avakian sobre La locura fascista y la demencia de “los concienciados”: Otros “dos anticuados”. [volver]

17. Esperanza para la humanidad sobre una base científica, Romper con el individualismo, el parasitismo y el chovinismo pro estadounidense. [volver]

18. Breakthroughs (Abriendo Brechas): El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo, Un resumen básico. La cita del último párrafo es del libro de Bob Avakian, EL NUEVO COMUNISMO, La ciencia, la estrategia, la dirección para una revolución real y una sociedad radicalmente nueva en el camino a la verdadera emancipación, Editorial Aurora Roja, 2018. [volver]