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Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte

Una orientación y un enfoque materialistas, e internacionalistas

Segunda parte:
CONSTRUYENDO EL MOVIMIENTO PARA LA REVOLUCIÓN

Nota de la redacción: La siguiente es la decimotercera entrega de la segunda parte de un reciente discurso de Bob Avakian. Para la publicación de este discurso, éste ha sido revisado, y se le ha agregado anotaciones. La primera parte del discurso titulada "Revolución y el estado" se puede conseguir en línea en revcom.us.

 

Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte

Una orientación y un enfoque materialistas, e internacionalistas

Tenemos que estar acelerando teniendo en mente el mundo entero, no sólo en el sentido de que la situación mundial en conjunto y la dinámica de las condiciones objetivas contradictorias en el mundo en conjunto son decisivas en última instancia para hacer la revolución en un país particular y avanzar esa revolución en general, sino al mismo tiempo con el sentido, y un entendimiento cada vez más profundo, de que nuestro objetivo realmente es hacer la revolución como una parte de un proceso mundial mayor cuyo objetivo final es alcanzar el comunismo. Tenemos que actuar conscientemente de acuerdo con eso — y llevarlo a las masas populares y capacitarlas a entenderla y ponerla en práctica conscientemente. La situación que nos confronta, el objetivo hacia el cual luchamos y el proceso que la lucha para ese objetivo encierra — todo eso es una parte importante de la realidad objetiva que las masas necesitan entender cada vez más profundamente para poder emanciparse a sí mismas y a toda la humanidad. Y necesitan entender lo que representa esa emancipación de la humanidad y la relación que tiene con deshacerse de todas las cosas que las masas conocen y aborrecen, de las cuales murmuran con tono de rabia, o contra las cuales se rebelan, o que incluso desconocen en cualquier momento dado pero acerca de las que necesitan y pueden aprender.

Es un tema que estoy recalcando repetidamente aquí porque tiene tanta importancia: Todos esos diferentes fenómenos no son sino la realidad objetiva —aspectos importantes de esa realidad— la cual las masas populares necesitan entender. Para que ocurra eso, necesitan que les llevemos un entendimiento vivo y científico de esta realidad. ¿De otra forma, dónde lo conseguirán? Sí, las masas tienen mucha sabiduría, pero es muy dispersa y poca sistemática, y se entremezcla con muchos modos de pensar y conceptos erróneos, moldeados y afectados conscientemente por las instituciones y fuerzas dominantes en la sociedad y el mundo en conjunto. Las masas no van a conseguir un entendimiento fundamentalmente correcto de la realidad y de cómo se le puede transformar radicalmente, y de su propio papel en ese proceso, así como del contexto mayor del mundo entero que encierra todo eso, a menos que nosotros se lo llevemos.

Así que nosotros mismos tenemos que actuar de acuerdo con un entendimiento correcto de la relación entre la revolución en un país particular y el avance de la revolución en el mundo en conjunto — y esa dialéctica, en la cual la situación en el mundo en conjunto es principal, fundamentalmente y en última instancia, pero que existe un importante proceso de influencia mutua en la cual la conquista de la iniciativa en regiones particulares o en países particulares puede tener un impacto importante, a su vez, sobre el desarrollo de la situación mundial y la lucha mundial. Nosotros mismos no sólo tenemos que entenderlo y actuar en consecuencia, sino que, cabe repetir, tenemos que llevarlo a las masas populares y capacitarlas a entenderlo y actuar en consecuencia.

De eso también hay una dimensión particular, muy aguda, de eso —de la cual hemos hablado en un número especial de nuestro periódico (#199) pero en la cual debemos seguir adentrándonos y de la cual debemos seguir hablando de manera convincente— la que es la situación verdaderamente urgente del medio ambiente y específicamente las maneras en que el sistema capitalista imperialista a diario está agravando esta emergencia, la que pone en juego el futuro y el destino de la humanidad en un sentido muy directo y dinámico. Cobra aún más significado y urgencia la necesidad de una orientación internacionalista en todo lo que hacemos, a fin de avanzar la causa de la revolución y el comunismo. Es un hecho impactante que no se puede resolver esta crisis y verdadera emergencia ambiental dentro de las fronteras de cualquier país particular — y muchas personas lo captan, aunque no lo entienden en todas sus dimensiones o en todo lo científico. De hecho, algunas personas hasta nos contestan con eso cuando planteamos nuestro programa para lidiar con esta crisis ambiental — muchas nos han dicho: aún si pudieran hacer una revolución, no pueden resolver el problema dentro de un solo país, además de que de una revolución resultaría aún más desastres ambientales. Esta es una realidad que tenemos que reconocer y discutir y sobre la cual tenemos que luchar con la gente con sinceridad, y sobre todo, con ciencia. Pero esto sí recalca la importancia del internacionalismo como nuestra orientación fundamental y le agrega otra dimensión a dicha importancia.

Plasmar la conexión entre lo que hacemos y la posibilidad de la revolución

En todo el trabajo de forjar este movimiento para la revolución, es necesario vincularlo, de manera viva y con sentido —pero no lineal— al análisis de “Sobre la posibilidad de la revolución”. Al salir entre las masas populares y hablarles de forjar un movimiento para la revolución, es crucial darles un sentido vivo —no un sentido reduccionista, equívoco e inapropiado— de la relación entre todo el trabajo que se está haciendo hoy y lo que se plantea en “Sobre la posibilidad de la revolución”. Es necesario encontrar las formas para discutir correctamente no sólo con las personas que ya están convencidas de la revolución sino con un número cada vez más creciente de personas en el sentido más amplio, lo que está contenido en “Sobre la posibilidad de la revolución” y el desarrollo que continúa de ese concepto estratégico. Si no plasmamos la conexión entre lo que se está haciendo hoy y lo que se plantea en “Sobre la posibilidad de la revolución” —en la manera correcta, y de forma viva y con sentido—, pues eso quiere decir que realmente no se está llevando a cabo el trabajo para la revolución y, de nuevo, no se está preparando a las masas populares para captar la posibilidad de la revolución y el concepto estratégico de la revolución.

Eso nos lleva de regreso al punto de “acelerar mientras se aguarda” — o de no hacerlo. La creciente fuerza del movimiento revolucionario tiene que llegar a ser una parte cada vez más poderosa de la situación objetiva, como una fuerza política e ideológica y “un factor que cambie el estado de ánimo” — que se transforme más plena y continuamente de un factor subjetivo (algo que las fuerzas conscientes hacen) a un factor objetivo (algo que cada vez más impacta e influencia a un número creciente de personas y al terreno objetivo en general) y de esa manera, a la vez, fortalezca cada vez más la base para dar nuevos saltos en el proceso. Con conciencia, tenemos que abordar las cosas de esta manera — y tenemos que explicárselo de esta manera a las masas populares. Eso tiene que expresarse, de maneras correctas, en nuestro periódico y en nuestro trabajo en general.

Muchas personas, entre ellas muchas a las cuales les gustaría ver una revolución, dicen sin rodeos: “Ustedes no pueden hacer una revolución”. Es necesario plantear claramente ante ellas por qué pensamos que es posible. Donde existan lagunas en nuestro entendimiento al respecto, tenemos que bregar con ellas y tenemos que invitar a las masas a participar en el trabajo de bregar con ellas, de resolverlas y de hacer nuevos avances — de descubrir nuevos fragmentos de huesos y más artefactos para juntos seguir armando el rompecabezas en el proceso de avanzar.

En este contexto, es importante recalcar que popularizar la estrategia para la revolución es una parte clave de llevar a cabo esa estrategia. Si se supone que estemos llevando a cabo una estrategia pero ni siquiera la entendemos bien nosotros mismos —y no le hablamos a las masas de ella—, pues ¿qué clase de estrategia sería y para qué sirve una estrategia? Por el lado positivo, permítame recalcarlo de nuevo: popularizar la estrategia para la revolución —correctamente, de manera viva y con sentido— es una parte clave de llevarla a cabo. Cuando efectivamente popularicemos esta estrategia y cada vez más personas le entren a esa estrategia, pues también se convierte en una parte del terreno objetivo. Influencia el modo de pensar de la gente, en particular sobre la posibilidad de la revolución y el concepto estratégico para hacerla. Entre más la gente capte que ya se ha bregado con los problemas de hacer una revolución en serio, entre más chequee el concepto estratégico que se está desarrollando de cómo hacer la revolución y cómo el trabajo que se está llevando a cabo procede concretamente —como es debido— en conformidad con ese concepto estratégico y como forma de aplicarlo, más vida cobrará esto a sus ojos. Además, en contra del mero rechazo de la posibilidad de la revolución —“ustedes no pueden hacer eso... los de arriba son demasiado fuertes... estamos hechos un desastre, las cosas son como son por la naturaleza humana...”— algo estará contendiendo de forma cada vez más poderosa.

Continuará

 

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