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Transcripción revisada de una charla de Bob Avakian, otoño de 2009

Contradicciones todavía por resolver, Fuerzas que impulsan la revolución

Así son las cosas —y es posible transformarlas

Nota de la redacción: Lo siguiente es la séptima entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian en el otoño de 2009, que se publica por entregas en Revolución. Las primeras seis entregas salieron en los números 184-189. Las entregas que han salido están en línea en revcom.us

Así son las cosas —y es posible transformarlas

El último punto que quiero abordar en esta primera parte de la charla —bajo el título general de "Una vez más sobre la guerra civil que se perfila… y la repolarización para la revolución"— es la importancia de lo captado en la metáfora del mapa de múltiples colores y múltiples capas. Esta metáfora implica que el desarrollo de un movimiento revolucionario no es un proceso sencillo y lineal. Y no se va a construir en una manera esencialmente economicista de atraer a las masas explotadas y oprimidas a base de sus intereses más reducidos y, de hecho, engañarlas o reforzar ilusiones falsas para que crean que es posible, bajo el sistema actual, reparar y atender sus condiciones, su opresión y sus necesidades e intereses fundamentales. Pero tampoco se va a construir un movimiento revolucionario simplemente llevando a los sectores más básicos y profundos del proletariado la idea —o realmente la ilusión falsa— de que van a avanzar en una línea recta y básicamente de forma autónoma a tomar la posición de la revolución y el comunismo, y que eso a su vez llevará autónomamente, o en una serie lineal de acontecimientos, a ganar a muchas personas de las capas medias. Construir un movimiento para la revolución es un proceso mucho más complejo en el cual se necesita una sinergia correcta entre lo que hemos llamado los "dos máximos": maximizar el desarrollo de un movimiento político y una corriente revolucionaria, con el comunismo al centro, entre las masas básicas, incluyendo lo que encarna el lema "Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución", al mismo tiempo que en esencia se hace lo mismo entre las capas medias y se desarrolla la sinergia correcta —o la interpenetración dialéctica— entre los dos elementos y se maximiza cada uno de estos aspectos y el desarrollo del movimiento revolucionario en conjunto.

Como hemos enfatizado de manera correcta y muy importante, sólo así será posible crear una fuerza revolucionaria entre cualquier sector del pueblo; no es posible hacerlo de manera apartada y autónoma. La sociedad no existe así, en compartimentos autónomos, ni tampoco la realidad en general — y por eso tampoco puede darse de esa manera la construcción de un movimiento revolucionario.

Al mismo tiempo, lo que implica esta metáfora del mapa de múltiples colores y múltiples capas es que hay tendencias y corrientes contradictorias —o mejor dicho, puntos fuertes y débiles— entre diferentes sectores del pueblo. Decir eso no niega el papel básico y fundamental de los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad como la columna vertebral del movimiento revolucionario. Pero sí recalca de nuevo que eso no será un proceso sencillo en línea recta.

Por ejemplo, si nos fijamos en la "configuración social y política" actual, no es favorable, entre otras razones, porque existen en los intelectuales democráticos ciertas ideas de la Ilustración, en oposición al oscurantismo religioso y otros tipos de corrientes y expresiones políticas reaccionarias, incluso lunáticas; pero al mismo tiempo en estos intelectuales democráticos y semejantes "capas medias progresistas" cunde bastante parálisis política, porque, entre otras cosas, esas personas no quieren "salirse de su mundo cómodo" y, en un grado importante por esa razón se resisten a seguir hasta una conclusión lógica muchas de sus propias inclinaciones positivas. No van a ser la primera fuerza ni la más decisiva para enfrentarse con todo lo que tiene que ser confrontado, aunque tenemos que trabajar entre ellos continua —y en cierto sentido, implacablemente— y luchar con ellos de una manera apropiada para ganarlos a hacerlo.

Por otra parte, el pueblo negro, los latinos y otras masas básicas, guardan un odio muy profundo hacia la opresión, y reconocen hasta cierto punto las formas en que los oprimen en esta sociedad y el hecho de que las fuerzas dominantes en esta sociedad no los valoran en absoluto excepto para explotarlos cuando sea rentable o usarlos como carne de cañón en sus guerras; que esas fuerzas gobernantes estarían tan dispuestas a matarlos y deshacerse de muchos de ellos que darles cualquier otro trato — o lo que sería todavía mejor, según el punto de vista de la clase dominante, hacer que se maten entre sí. Sin embargo, entre estas masas básicas también hay bastante confusión e incluso algunas inclinaciones o tendencias erróneas respecto a varias cuestiones decisivas, entre ellas las de "la Ilustración" — es decir, tendencias a estar muy metidas en la religión y hasta en el fundamentalismo religioso, que tiene un fuerte atractivo especialmente en las circunstancias actuales en las masas básicas — negras, latinas y otras.

Si uno lo considera sólo en términos de lo aparente o lo superficial, definitivamente podría parecer el peor de todos los mundos. Pero si uno capta la metáfora del mapa de múltiples colores y múltiples capas y lo que encierra, es posible ver las maneras en que precisa —y de hecho únicamente— sobre la base de una línea comunista revolucionaria y el trabajo de las fuerzas dedicadas a la causa revolucionaria que se basan en esa línea, existe el potencial para una repolarización, para que se desplacen las placas tectónicas (para usar una metáfora geológica) y un realineamiento de acuerdo con los intereses fundamentales de las masas explotadas y oprimidas; y existe la base para ganar a amplios sectores de las capas medias de acuerdo a esos intereses. A través del lente de esa metáfora se ve la posibilidad y el potencial para hacer eso, mediante todo el movimiento contradictorio que eso implicará.

En este marco surge una frase importante para enfrentar la situación actual, una frase que ha expresado varias veces otro(a) camarada dirigente de nuestro partido: "Así son las cosas". Tenemos que lidiar con lo que existe en la sociedad y en el mundo. Puede ser que uno salga y se tope con todo tipo de dificultades, incluidas ideas y tendencias retrógradas, entre todos los sectores de los cuales he venido platicando. Sabemos que las masas básicas están metidas en muchas otras cosas malas, aparte de la religión, debido a las condiciones a que están sometidas bajo este sistema y a la lógica, la dinámica y el ímpetu del funcionamiento del sistema — y no a ninguna otra razón fundamental. Pero "así son las cosas". Pero al mismo tiempo, especialmente en la situación actual —para que se capte a fondo el carácter y el movimiento contradictorio de la realidad y para que no se aliente el determinismo y derrotismo que ya existe e impera demasiado entre muchas personas que se oponen a la situación imperante—, debemos añadir de inmediato: "y es posible transformarlas".

Así son las cosas... y es posible transformarlas — mediante lucha.

Lo que esta formulación recalca es el enfoque materialista que parte de las condiciones objetivas con las que tenemos que trabajar —y trabajar sobre ellas y transformarlas— y que existe, en esas mismas condiciones objetivas, la base material —no una certeza, ni un proceso o fuerza sobrenatural, sino una base material objetiva concreta— que hace posible una repolarización para la revolución.

Todo eso recalca muchísimo la importancia estratégica crucial de la repolarización: de trabajar sobre esas condiciones objetivas, y trabajar y luchar con la gente, para transformarlas radicalmente, no conforme a algún sueño idealista o visión utópica sino conforme a la realidad material concreta que existe, y como parte crucial de esa realidad material, los intereses fundamentales de las masas en este país y en todo el mundo, que corresponden a la revolución y al objetivo final del comunismo.

Continuará.