Bob Avakian: En el sentido más fundamental, solo una transformación profunda de la sociedad, mediante una revolución para romper el control de este sistema y crear un sistema económico y político completamente diferente, que se oriente a satisfacer las necesidades de la gente, sus necesidades básicas y su vida intelectual y cultural estimulante e inspiradora, que busque la verdad por medios científicos y le dé alas a la creatividad y la imaginación, con nuevas relaciones entre las personas que acaben con todas las divisiones opresivas — únicamente esto puede eliminar el sufrimiento innecesario que continuamente se inflige a las masas de la humanidad y se puede hacer posible un mundo donde los seres humanos realmente puedan florecer.
De nuevo sobre la fundación de Estados Unidos y el papel decisivo que jugó la esclavitud en su surgimiento como potencia capitalista y reflexionando sobre el desarrollo histórico no solo de este país sino más ampliamente de la sociedad humana, he señalado esta profunda realidad:
“Existe el potencial de que algo de una hermosura inaudita surja de una incalificable fealdad: de que el pueblo negro juegue un papel crucial para, por fin, deshacerse de este sistema que no sólo lo ha explotado sino que por tanto tiempo y de tantas formas lo ha deshumanizado, aterrorizado y atormentado —deshacerse de todo este sistema de la única manera posible— luchando por emancipar a la humanidad, para poner fin a la larga noche en que la humanidad ha estado dividida en amos y esclavos, y en que las masas de la humanidad han sido azotadas, golpeadas, violadas, masacradas, encadenadas y amortajadas en ignorancia y miseria”.
En el marco y límites de este discurso, no es mi propósito ni es posible hablar a fondo del análisis sobre la imposibilidad de reformar este sistema, el que debe abolirse por medio de la revolución. Esto lo he abordado en el libro EL NUEVO COMUNISMO, que no solo muestra por qué una revolución es necesaria sino cuál debe ser su carácter, y cómo se podría hacer pese al enorme poder del sistema opresivo existente.
Y en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, se expone una visión panorámica y plan concreto para una sociedad y mundo radicalmente diferente, que encarne una nueva dimensión de libertad y relaciones totalmente nuevas entre las personas, y entre la gente y el medio ambiente, más allá de los estrechos límites y las terribles consecuencias del actual sistema de explotación y saqueo.
Pero, el que nos consideremos revolucionarios, convencidos de la necesidad de un volcamiento radical del sistema y la transformación cabal de la sociedad, o el que creamos que es posible hacer cambios que conduzcan a una sociedad más justa dentro de este sistema, o el que entendamos que Estados Unidos no es, y no puede ser, una fuerza para el bien en el mundo, o, el que tengamos la esperanza de que todavía podría serlo — todos necesitamos unirnos y actuar juntos, con la urgencia que corresponde a este terrible presente y al futuro en grave peligro que representa este régimen fascista para la humanidad, y con la convicción que algo mucho mejor es necesario y posible.
Quizá tengamos diferencias sobre cuál es ese “algo mucho mejor” y cómo se puede hacer realidad —y debemos seguir discutiendo y debatiendo esto con la orientación de buscar la verdad ya sea oportuna o inoportuna, cómoda o incómoda, y seguir la verdad a donde sea que nos lleve— pero no solo es posible, sino crucial y urgente, que nos unamos —y avancemos para ganar un inmenso número de gente— a que actúe de una manera verdaderamente determinante para sacar a este régimen fascista, antes de que pueda consolidar totalmente su gobierno y ejecutar todo el efecto de su atroz agenda. En el artículo sobre Paul Krugman lo puse así:
“Krugman es un defensor del capitalismo, mientras que yo soy un defensor del comunismo, un nuevo comunismo, que está convencido de que lo que en última instancia y fundamentalmente se requiere para hacer frente a los horrores actuales que enfrentan las masas de la humanidad y la inminente amenaza a la existencia misma de humanidad, es una revolución verdaderamente radical y emancipadora. Pero eso no es la inmediata cuestión y reto que tenemos ante nosotros en este momento actual. Más bien, es hacer frente al grave peligro que representan los que ahora están en el poder, por medio de una acción política no violenta pero masiva y sostenida — la movilización, primero de miles, que crezcan a millones de personas, decididas a quedarse en las calles hasta que este régimen sea sacado del poder. ¿No es cierto que el reconocimiento mutuo de que este régimen ‘podría terminar por destruir la civilización’ nos exija —de todos los que, desde todos esos muchos puntos de vista divergentes, podemos reconocer que esto es lo que está en juego para la humanidad— que actuemos juntos y hagamos todo a nuestro alcance, para gestar la manifestación política masiva que se necesita urgentemente para expulsar a este régimen?”
Y a manera de conclusión, déjenme retomar lo que escribí al final de ese artículo:
“Con este espíritu y con este entendimiento, es crucial que todos —aquellos, como Paul Krugman, con una plataforma prominente desde la cual influir en la opinión pública, así como aquellos que no tienen esa plataforma— que reconocen y se angustian por lo que está en juego para la humanidad, actúen desde su propia perspectiva, para dar un apoyo significativo y, de hecho, participar activamente en el trabajo preparatorio crítico hacia el 4 de noviembre: apoyar públicamente y promover el Llamamiento de Rechazar el Fascismo, ayudar a abrir brechas en lo que es efectivamente una supresión de esto por parte de los medios de comunicación, hacer donaciones y recaudar fondos, remitir a la gente al sitio web de Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org), y de innumerables otras maneras contribuir a desarrollar la necesaria base política y organizativa para lo que Rechazar el Fascismo llama con mucha razón ‘esta gran causa’. Pues es la masiva y sostenida movilización política convocada por Rechazar el Fascismo la que realmente representa la perspectiva de forjar un camino positivo en medio de esta situación extremadamente peligrosa y potencialmente desastrosa, y más allá”.
Corto: “¿Sobre qué base es posible unir a los revolucionarios y a las personas que no son revolucionarios para expulsar al régimen?” (en inglés)
Corto: “¿Sobre qué base es posible unir a los revolucionarios y a las personas que no son revolucionarios para expulsar al régimen?” (en inglés)