Experiencia crucial de los años 60-70
A la luz de la situación y de lo que está en juego, es muy importante revisar críticamente la experiencia histórica y los puntos de vista de los movimientos revolucionarios y comunistas sobre este asunto y además comprender con mayor firmeza la necesidad de hacer una ruptura y dar un salto aún más radical. Definitivamente se necesita hacer mayor investigación, estudio, análisis y síntesis en relación con todo esto, pero lo siguiente habla de algunos aspectos importantes de esto y puede contribuir a establecer, al menos en parte, un marco y pautas para más investigaciones, estudios, análisis y síntesis.
Quiero empezar hablando brevemente del movimiento de la década del 1960 y la del 1970, su legado y sus secuelas.
A pesar de la existencia de diferentes tendencias ideológicas y políticas entre las fuerzas más radicales de ese período, éstas ganaron cada vez más la iniciativa en estas luchas y movimientos y la agitación general de esos días. Buscaron diversas formas de plantear alternativas radicales e iban en contra de las fuerzas dominantes en el mundo, en particular el imperialismo de los EE.UU. Pero también, al menos de manera objetiva y en una buena medida conscientemente, se rebelaron contra los partidos y fuerzas revisionistas que no sólo eran aburridos y conservadores en un sentido general y abstracto, sino que se habían convertido en defensores y promotores del orden de opresión existente, buscando en el mejor de los casos algún tipo de ajustes o realineaciones en ese orden.
El siguiente punto que quiero tratar es el movimiento de la mujer que salió de la década del 1960 y específicamente las contribuciones así como algunas deficiencias tanto en lo que generó como en la forma en que respondieron el movimiento en su conjunto así como la sociedad en general.
Se planteaban y se debatían cuestiones muy importantes, en particular entre las fuerzas más radicales en el movimiento de la mujer que surgió de la década del 1960 y la del 1970, aunque no se dio eso con un enfoque cabalmente científico y en algunos aspectos importantes objetivamente estaba en oposición a dicho enfoque. Pero las influencias economistas y las tendencias relacionadas en el nuevo movimiento comunista que surgió en esos años, incluidos la UR (Unión Revolucionaria) y el PCR (Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos), obraron en contra de una asimilación y síntesis científica y correcta de algunas cosas muy importantes que el movimiento de la mujer planteaba. En ese entonces, debido al economismo y otras influencias erróneas, el movimiento comunista desaprovechó elementos valiosos e importantes de una comprensión más avanzada.
Así que esto pone de relieve la importancia de un enfoque más dialéctico así como más materialista hacia lo que salió de ese movimiento de la mujer, aunque podemos decir y como objetivamente deberíamos de decir que este movimiento se caracterizó en gran parte por una orientación pequeño burguesa, no sólo o ni siquiera esencialmente en términos de la posición de clase de la mayoría de las mujeres que participaron sino fundamentalmente en términos de su punto de vista y orientación. Sin embargo, en ese movimiento de la mujer y en particular en sus sectores más radicales, se estaba lidiando con cuestiones extremadamente importantes y se hacían críticas al movimiento comunista y a su enfoque hacia la cuestión de la mujer en ese momento las cuales tenían cierta validez y las que se debían haber abrazado en un sentido global y examinado y sintetizado en una forma que no lo eran.
Fue necesario abordar todo esto en ese entonces y sin duda ahora es necesario hacerlo tomando en cuenta que la situación de la mujer y la lucha por la emancipación de la mujer seguirán teniendo un papel sumamente importante, no sólo en la lucha por la revolución, sino también en la transición hacia el comunismo una vez que se haya forjado la nueva sociedad socialista. Hace 20 años en el “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa” (revista Revolución #60, otoño de 1990), yo bregaba con la cuestión de las contradicciones sin resolver en el socialismo y cómo esto puede constituir una fuerza que impulsa y propulsa la continuación de la revolución socialista hacia la meta del comunismo y que combate y vence las influencias y fuerzas revisionistas que podrían hacer retroceder la revolución. Como ya señalé antes, lo disparejo y las contradicciones encierran la base y el potencial para el cambio. Las contradicciones todavía no resueltas en el socialismo y su potencial de constituir una fuerza que impulsa y propulsa la continuación de la revolución son otra expresión del rol de lo disparejo, en términos de plantear la posibilidad para la transformación radical. Entre las más importantes de esas contradicciones todavía no resueltas de las que se habla en el “Fin/comienzo” estaban precisamente los elementos de la opresión de la mujer que todavía persistirán en la sociedad socialista y la importancia de la lucha por la liberación total de la mujer no sólo en sí sino como una fuerza que impulsa la continuación de la revolución en general en la sociedad socialista.
Lo visceral y lo teórico
En este contexto y en lo que respecta a las oportunidades —las que el movimiento comunista perdió o desaprovechó— de aprender y asimilar correcta y científicamente muchas cosas cruciales que planteaba el movimiento de la mujer en ese momento, quiero tocar una dimensión, que se podría captar en la formulación: la relación entre lo visceral y lo teórico. En la década del 1960 y en los años 70, había una parte muy vibrante, vital y fundamental —no sólo una parte genuina sino una parte muy vibrante, vital y fundamental— del movimiento de la mujer, la efusión de sentimientos de indignación visceral, de la indignación acumulada durante décadas (y en un sentido más amplio durante siglos y milenios), de la opresión de la mujer. A veces, esto se presentó en formas que no eran totalmente científicas, aunque es importante recalcar que muchas fuerzas en el movimiento de la liberación de la mujer han hecho un trabajo serio y han emprendido una lucha seria en el ámbito teórico, con el objetivo de hacer un análisis científico de la opresión de la mujer y el camino a seguir hacia su liberación. Incluso en los casos que quedaron cortos, se hicieron importantes aportes teóricos y se trató y se bregó con importantes cuestiones teóricas, por ejemplo, a través de la crítica de algunas de las ideas estereotipadas e influencias economistas en el movimiento comunista.
Pero la sinergia dinámica entre lo visceral y lo teórico, y la comprensión y el tratamiento correcto de esta relación dialéctica, es muy importante en lo que respecta a la opresión y la liberación de la mujer, como lo es en general en el desarrollo de la lucha revolucionaria hacia un mundo completamente nuevo. Al igual que en otras dimensiones de esto, es imposible imaginar que se entienda correctamente y se dé la lucha necesaria sin el elemento de odio visceral hacia la opresión y sin el enfoque correcto —la asimilación y síntesis científica y correcta— hacia lo que surja a través de la expresión visceral de indignación ante esta opresión.
En otras palabras, como sucede con todos los aspectos importantes del movimiento revolucionario, será imposible avanzar sobre la base correcta, con los fundamentos correctos, en la lucha para arrancar de raíz la opresión de la mujer solamente con una comprensión teórica, aunque eso es importante y no debe subestimarse de ningún modo. También es indispensable partir en un sentido real desde un sentimiento visceral de todo lo que significa ser mujer en este mundo. La Declaración1 de nuestro partido sobre la cuestión de la mujer habla muy poderosamente sobre esto mismo, específicamente en sus secciones iniciales, y cabe volver a leerla y continuamente retomarla a fin de refundamentarnos a nosotros mismos tanto en su alcance como en su agudeza y su indignación.
Sobresalen cosas muy horrorosas acerca de la opresión de las mujeres en sus formas más “medievales”, en particular en el tercer mundo, que gente como Goldberg, Kristof y WuDunn2 logran señalar (y reconozcamos que esta gente sí habla de esto desde una posición de indignación real). Existe el fenómeno general de los “asesinatos por honor”, donde los miembros de una misma familia asesinan a una mujer o niña, si ella “deshonra” a la familia patriarcal tomando parte en relaciones sexuales fuera del matrimonio “aprobado” (y a menudo arreglado), ¡incluso si eso es el resultado de una violación! En los países donde la religión islámica es dominante, es normal que una niña a cierta edad es de repente envuelta en una hiyab o en un velo, chador o burka, con todo lo que eso concentra acerca de la subordinación de la mujer. En un país como la India existen la quema de las esposas o la quema de viudas. La compraventa de millones de mujeres en el mercado internacional del sexo. La franca brutalidad a manos de los esposos (que recuerda el viejo dicho en China que expresa un punto de vista y unas relaciones que están profundamente atrincherados en las sociedades de todo el mundo: “casarse con una mujer es como comprar una yegua; la montaré y la azotaré como quiera”). La práctica constante de la mutilación genital femenina a la que están sometidas literalmente millones de niñas cada año — en que les cortan el clítoris, que le priva a la mujer de la satisfacción sexual y/o les cose la vagina para garantizar la castidad hasta el matrimonio. La aceptación generalizada de la violación marital. El asesinato de las niñas al nacer —que por ejemplo ha reaparecido en China como resultado de la revocación de la revolución y la restauración del capitalismo, y del patriarcado y dominación masculina que es una parte integral de esto— así como el mal uso y abuso del derecho al aborto a fin de practicar abortos de fetos femeninos en particular, por considerar que las mujeres tienen menos valor que los hombres.
Al mismo tiempo, si bien todo eso es muy común en los países del tercer mundo, en los llamados países imperialistas “modernos” existen formas no menos atroces de humillación y degradación y, sí, brutalización de la mujer en escala masiva por medio de la violencia sexual y de otro tipo.
La charla Revolución (Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es) tiene una sección donde se dice: Mira a todos estos niños preciosos aquí —hablando específicamente de los y las niños en zonas pobres de las ciudades de los Estados Unidos— y se señala que el destino de estos niños está sellado, les espera una vida de opresión y degradación, incluso antes de nacer, y pronto las sonrisas, las risas y los juegos despreocupados que se puede ver entre estos niños cuando son muy muchachitos se abrirán paso a un horror tras otro. Todo eso es muy cierto y muy importante, y de nuevo un sentimiento visceral acerca de esto en combinación con una comprensión científica teórica de su base y de la base para derrocarlo y eliminarlo es indispensable para lo que nosotros representamos.
Pero también es muy importante centrarse en la pregunta: ¿Qué significa haber nacido mujer en este mundo? Mira a todas estas hermosas niñas que son mujeres en el mundo. Además de las demás atrocidades que he mencionado, respecto a las y los niños en los cinturones de miseria del tercer mundo, además de todos los horrores que se amontonarán en su contra —los cientos de millones de personas que tienen como destino el de vivir en medio de la basura y las aguas negras, una vida que les espera, sí, incluso antes de nacer—, para colmo existe para las niñas el horror de todo lo que esto conllevará por el mero hecho de ser mujeres en un mundo de dominación masculina. Y eso es cierto no sólo en el tercer mundo. Además, en los países “modernos” como Estados Unidos las estadísticas apenas lo captan: los millones de mujeres que serán violadas; los millones más de ellas que de forma rutinaria serán menospreciadas, engañadas, degradadas y muy a menudo brutalizadas por aquellos que se supone que son sus amores más íntimos; la forma en que tantas mujeres serán objeto de humillación, persecución y acoso cuando traten de ejercer sus derechos reproductivos por medio del aborto o incluso el control de la natalidad; las muchas de ellas que se verán obligadas a ejercer la prostitución y la pornografía; y todas aquellas que —si no tienen ese destino concreto e incluso si consiguen algún éxito en este “nuevo mundo” donde se supone que no existen barreras para las mujeres— estarán rodeadas por todos lados y serán insultadas en cada momento por una sociedad y una cultura que degrada a las mujeres en las calles, en las escuelas y en los lugares de trabajo, en el hogar, a diario en innumerables formas.
¿Cuánto tiempo pasará antes que los juegos despreocupados de las niñas —sí, en los países como Estados Unidos— se abran paso a conductas de cortarse a sí mismas en respuesta a un insoportable sentimiento de inutilidad y desesperación y a menudo como resultado del abuso; o matarse de hambre a fin de ajustarse a las nociones de belleza femenina dominantes y propagadas sin cesar con las cuales se equipará su valor como ser humano o a las cuales éste se reducirá? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que las muchas niñas que muestran la curiosidad intelectual y la chispa de querer saber del mundo y de aprender sobre el mundo, por otro lado aprendan a sofocar eso, se hagan las “tontas” y dejen de decir lo que piensan, porque les han quedado tan claro que los muchachos y los hombres se sienten “amenazados” por las mujeres fuertes, competentes e inteligentes? ¿O las niñas que antes participaban activamente en la alegría de hacer deporte, renuncien a eso a fin de ser percibidas como más “femeninas”? ¿Las chicas en general que, pase lo que pase en su vida, serán insultadas y asaltadas por la pornografía y otros tipos de degradación de las mujeres, ya sean de contenido duro o blando, de la publicidad general a la más extrema, grotesca y perversa? ¿Aquellas que aprenderán a acomodarse de diversas maneras —o se les alentará y en muchos aspectos se les coaccionará a acomodarse— a las relaciones opresivas que imperan y predominan en la sociedad, especialmente en lo que respecta a las mujeres; o por el contrario se les alentará a endurecerse y ser cínicas y aprenderán a hacer eso, a tratar a todo y todos, incluidas ellas mismas y sus propios cuerpos, como mercancías y serán degradadas y humilladas más en el proceso; aprenderán a reducir sus aspiraciones y a no soñar y a no pensar en participar plenamente en todas las esferas de la sociedad ni a atreverse a levantarse y a cambiar la sociedad, incluso en la forma en que ésta trata a las mujeres? Todo eso también les espera a las niñas, en países como los EE.UU. inclusive, aun antes de nacer.
Podríamos seguir y seguir y seguir, detallando las dimensiones mayores de todo eso. Aprender todos los días y tener que estar atentas todos los días, de pasar por el mundo y tener que protegerse constantemente contra las agresiones físicas y/o sexuales, hasta el más mínimo detalle de cómo caminar por la calle, entrar y salir de un edificio, el que entre o no a un ascensor — tener que llevar esta carga cada día a lo largo de toda la vida. Ver que describen de mil maneras sus funciones corporales y sexuales normales y naturales —cuando los senos de las niñas se desarrollan o éstas empiezan a menstruar y pasan por otros cambios hormonales y físicos— como objeto de satisfacción de los demás y/o como algo que es inmundo y vergonzoso (eso no es simplemente un antiguo precepto bíblico, pues aún hoy ejerce su fuerza e influencia en maneras que devalúan y menosprecian a los seres humanos, a la mitad de la humanidad, quienes son oprimidas de esta forma).
Como insiste con mucha razón la Declaración de nuestro partido, en el mundo de hoy y donde la humanidad ahora se encuentra, todo eso se debería y se podría arrasar de la faz de la tierra — y todo eso es mucho más ultrajante por el hecho de que los sistemas anticuados y sobre todo el sistema dominante de capitalismo-imperialismo lo perpetúen y lo impongan.
Más “postales del ahorcado”
Este es un hecho llamativo —que ahora es crudamente evidente en los EE.UU.— que en comparación a lo que se les ha hecho a las mujeres, no existe ningún otro grupo de la sociedad que sea tan sistemáticamente vilipendiado y deshonrado en una forma que se ha vuelto aceptable (o ampliamente aceptado en cualquier caso) como parte importante de la vida y la cultura “dominante”, tal como sucede de una manera concentrada a través de la pornografía y las imágenes y mensajes extremadamente degradantes y humillantes acerca de las mujeres que riegan en masa y en escala abrumadora (con el Internet como principal foco y vehículo), inclusive en la forma en que la pornografía presenta en masa la dominación sexual sádica y violenta de las mujeres. (Vea por ejemplo el libro de Pamela Paul, Pornified, How Pornography is Damaging Our Lives, Our Relationships, and Our Families, Holt Paperbacks, 2005.)
Empecé la charla Revolución con la frase, “Venden postales del ahorcado”, repasando la fea historia de los linchamientos de los negros en los Estados Unidos y la manera en que la celebración de esto se volvió un fenómeno cultural en los Estados Unidos, con la venta de postales con fotos de los linchamientos como una expresión importante de esto — incluyendo a menudo a muchedumbres de blancos morbosos y sonrientes alrededor del cuerpo mutilado y sin vida de un hombre negro. En un reciente intercambio, un camarada recalcó este punto profundamente convincente e importante: Hoy la manera en que la pornografía representa a las mujeres —la exhibición de las mujeres en un estado de degradación para la excitación de los espectadores— incluyendo la brutalidad y violencia grotesca contra las mujeres que contiene una buena parte de esto, es el equivalente de aquellas “Postales del ahorcado”. Este es un medio a través del cual todas las mujeres son denigradas y degradadas.
Además de todo eso, la pornografía es una parte aceptada del Internet y otros medios de la cultura dominante y en realidad es un negocio muy lucrativo en que se perciben miles de millones de dólares cada año y en que están muy metidos muchos “pilares” de la economía capitalista. Y esta “aceptación” en la cultura “dominante” de la pornografía la facilita y la promueve el hecho de que la degradación de las mujeres es una característica común de los programas de la televisión y otras formas de la “cultura popular”, que de costumbre usan el término “puta” o “perra” y otras palabras denigrantes para referirse a las mujeres, que de manera burda discute los atributos y el valor mercantil de las partes del cuerpo femenino y que con frecuencia ensalza las conquistas y la dominación sexual del hombre sobre las mujeres.
Como han señalado Pamela Paul y otros autores que han examinado este fenómeno, el gran aumento de la diseminación y consumo de la pornografía en las últimas décadas con sus formas cada vez más extremas de humillar y degradar a las mujeres está indiscutiblemente relacionado con los avances que han hecho las mujeres en las esferas de la sociedad previamente “sólo para hombres” y los desafíos que se han planteado a la dominación masculina en general. Pero esto está ocurriendo en los confines de un sistema en que no se han eliminado ni arrancado de raíz ni si pueden eliminar y arrancar de raíz el patriarcado y la dominación masculina — pero en que éstos en realidad son componentes indispensables y esenciales del capitalismo y de hecho de todos los sistemas caracterizados por la división en clases y la explotación y las relaciones sociales opresivas. En tales circunstancias y dada la ideología imperante que corresponde a la dominación masculina continua, a pesar de los desafíos reales a todo esto —y en formas importantes debido a dichos desafíos— la pornografía sirve como un vehículo de un revanchismo crudo y feroz, una contundente reafirmación de las relaciones y tradiciones en las que la mujer es subyugada y subordinada al hombre. En todo esto, en un sentido real, la pornografía tiene una “identidad contrapuesta” con la religión fundamentalista en el mundo de hoy, en sus formas cristiana, islámica y de otra índole: éstas tienen en común una siniestra misoginia y determinación de meter y encadenar a las mujeres en una posición de subordinación obligatoria.
Así que cuando decimos “mira a todos estos niños preciosos aquí” y confrontamos la cuestión de lo que significa nacer en este mundo — eso tiene un profundo significado para las masas de oprimidos y tiene un doble significado para la mitad femenina de la humanidad, no solamente entre los sectores más oprimidos y explotados de la sociedad, sino entre las mujeres de todas las capas. En los días cuando el movimiento de las mujeres emergió por primera vez como una fuerza radical a final de la década del 1960 y estuvo centrado en la opresión de las mujeres como una cuestión social crucial, algunos de los hombres que se decían radicales salían con sus “ocurrencias” como: “¿Es oprimida Jackie Kennedy?” Se suponía que eso de alguna manera fuera una respuesta al hecho, al hecho muy real, de que las masas de mujeres de todas las capas reciben un trato como inferiores a los hombres y en muchas formas un trato de menos que humano. Sí, las mujeres de la clase dominante toman parte en la explotación de las masas del pueblo. Pero eso no elimina siquiera su estatus subordinado en la clase dominante y eso ciertamente no elimina siquiera las muchas formas horrendas de opresión de las mujeres de todas las capas sociales de todo el mundo. Podríamos seguir y seguir hablando sobre esto y no obstante no hacerle justicia y no llegar a darle ninguna expresión plena a lo que esto significa.
Continuará.
1. Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad, Revolución #158, 8 de marzo de 2009. [regresa]
2. Michelle Goldberg, The Means of Reproduction: Sex, Power, and the Future of the World (Penguin Press, 2009) y Nicholas Kristof y Sheryl WuDunn, Half the Sky: Turning Oppression into Opportunity for Women Worldwide (Alfred A. Knopf, 2009). [regresa]