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REVOLUCIÓN Número Veintidos, @BobAvakianOfficial:

La revolución comunista y el cambio radical en la “naturaleza humana” supuestamente inmutable.

En mi mensaje anterior (número veintiuno) abordé el hecho de que no existe tal cosa como la “naturaleza humana”. En este mensaje, voy a seguir explicando la manera en que la revolución comunista pondrá fin a toda explotación y opresión — y que, junto con esto, hará posible una forma radicalmente diferente y edificante en que las personas se relacionan.

El comunismo utilizará la tecnología y los recursos en el mundo, y los conocimientos y las habilidades de la gente en el mundo, para el bien común. Esto posibilitará la creación de una abundancia común para todas las personas, lo que eliminará la necesidad de que los individuos luchen simplemente por sobrevivir, y eliminará la necesidad de que las personas se compitan entre sí para conseguir las necesidades básicas de la vida. Sobre esta base, posibilitará una transformación fundamental de lo que ahora se considera la “naturaleza humana”.

¿Cómo es posible esto? Como enfaticé en el mensaje número diecinueve:

Con todo el horror muy real que esto ha implicado, el desarrollo de la sociedad humana, antes y durante el capitalismo, ha creado la base para un mundo sin todos esos horrores. Ahora existe la base —la tecnología, el conocimiento y los cimientos científicos— para proporcionar una vida digna y continuamente enriquecida, de manera integral, para todos sobre esta tierra, sin divisiones opresivas entre los seres humanos.

Y existe la base para que los seres humanos por fin se conviertan en guardianes dignos de la Tierra en su conjunto.

La fuerza fundamental que impide que esto suceda es este sistema del capitalismo-imperialismo, que gobierna en Estados Unidos y domina el mundo. Este sistema trata como “propiedad privada”, de unos pocos, la capacidad productiva y el conocimiento productivo de los seres humanos, que ha sido producido mediante el trabajo físico e intelectual de masas —de miles de millones— de personas. Este sistema está impulsado por una despiadada competencia y conflictos entre diferentes explotadores capitalistas y diferentes países capitalistas — lo que lleva a la destrucción constante y acelerada del medio ambiente, y a guerras continuas, lo que plantea un peligro creciente para el futuro y la existencia misma de la humanidad.

Ya es hora de que se largue este sistema —y se reemplace por un sistema basado en la propiedad colectiva por parte de la gente de los medios productivos que los seres humanos en todas partes han creado— utilizando esto en beneficio de los seres humanos en su conjunto, ahora y para las generaciones del futuro: un sistema socialista, con el objetivo de un mundo comunista en que se eliminarán y desarraigarán las relaciones de explotación y opresión, y la cultura que acompaña y refuerza esas relaciones, y la humanidad pueda florecer verdaderamente — con un enfoque científico en continuo desarrollo, sobre la base de todo del pasado que pueda contribuir a este futuro emancipador, aprendiendo de la rica diversidad de los seres humanos, capacitando el florecimiento de todas las personas que componen la raza humana, en el contexto y sobre la base de la cooperación y el beneficio mutuo.

En futuros mensajes, abordaré las revoluciones comunistas anteriores, y el desarrollo del nuevo comunismo, que se ha derivado de las décadas del trabajo que he llevado a cabo, sacando lecciones de la experiencia positiva y negativa de esas revoluciones comunistas anteriores, y de una amplia gama de experiencias humanas.

Pero, de lo que ya he abordado en este mensaje, y en el anterior, debe quedar claro que no existe tal cosa como una “naturaleza humana” fija e inmutable, y de hecho los modos de pensar y de actuar de las personas de manera continua experimentan cambios de un tipo u otro, en el contexto de los cambios más grandes en la sociedad y en el mundo en los cuales viven. Lo más importante que hay que entender —la conclusión necesaria y crucialmente importante— es lo siguiente: En el proceso —y únicamente en el proceso— de enfrentar y finalmente derrocar este sistema del capitalismo-imperialismo y todas las relaciones opresivas, y de crear un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, masas de personas, y en última instancia los seres humanos en su conjunto, pueden cambiar también su modo de pensar y de actuar: rompiendo con la tóxica cultura, “valores” y mentalidad fomentados por sistemas opresores de todo tipo, y adoptando los valores emancipadores de la revolución cuyo objetivo es un mundo comunista sin divisiones opresivas y explotadoras entre los seres humanos.

Esa es la respuesta fundamental, profunda a la cuestión de la “naturaleza humana”.

Le corresponde a las personas que hayan llegado a entender esto, librar la necesaria lucha para ganarse a cada vez más personas a entender esto —y de actuar en consecuencia— para hacer la revolución. Y esto es aún más crucialmente importante en este momento poco común en que, como he mostrado en mensajes anteriores (especialmente números Uno a Once), esta revolución no solamente se necesita con urgencia sino que es posible.

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