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Crimen Yanqui Caso 59: La invasión, ocupación, dominación y saqueo de Cuba por Estados Unidos: De 1898 a 1959

Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

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Cuando el buque de guerra estadounidense Maine estalló en el puerto de la Habana, la prensa yanqui, especialmente la que pertenecía a William Randolf Hearst, lanzó una feroz campaña de relaciones públicas para echarle la culpa a España y exigió una acción militar estadounidense contra los españoles. “¡Recordar el Maine!” se volvió un grito de guerra.

El crimen

En 1895, el pueblo cubano se sublevó contra los colonialistas españoles que habían gobernado a su país por más de 350 años. Cuba fue una de las últimas avanzadas del otrora vasto imperio de España y fuente de enormes ganancias de los cañaverales. España emprendió una feroz guerra antisubversiva, más tarde conocida como la estrategia de “aldeas estratégicas”: obligar a la población de aldeas o poblados enteros a vivir en campos de concentración y al mismo tiempo impulsar una campaña de quemar todo, matar a todos en grandes regiones junto con campañas para hambrear a los rebeldes para que se sometieran. Decenas de miles, si no cientos de miles de personas, murieron a manos de los militares españoles. Pero para la primavera de 1898 los españoles ya estaban prácticamente derrotados.

Mientras esto sucedía, el 15 de febrero de 1898, el buque de guerra yanqui, Maine, estalló en el puerto de la Habana, Cuba, y 266 de los 350 marineros a bordo murieron. Al principio el presidente estadounidense McKinley pensó que fuera un accidente, pero la prensa de Estados Unidos rápidamente le echaron la culpa a España y exigían que Estados Unidos tomara acción militar contra los españoles1. “¡Recordar el Maine!” se volvió un grito de guerra.

El 20 de abril, el Congreso de Estados Unidos aprobó la enmienda Teller que dice: "Los Estados Unidos… por la presente rechazan cualquier disposición o intención de ejercer soberanía, jurisdicción o control sobre dicha Isla [Cuba], excepto para la pacificación de la misma, y afirma su determinación de que cuando haya alcanzado estos objetivos, dejará el gobierno y el control de la Isla a su pueblo". El propósito fue aplacar a la gente cubana y a la gente en Estados Unidos que tenía sentimientos antiimperialistas y se oponía a la ocupación de territorios extranjeros.

Cinco días después, el 25 de abril, Estados Unidos le declaró la guerra a España. Y el 1º de mayo, una fuerza invasora yanqui, encabezada por el futuro presidente Teddy Roosevelt, desembarcó en Santiago de Cuba donde en pocas semanas derrotó a las fuerzas españolas que se encontraban desmoralizadas, ante una fuerza superior y prácticamente ya derrotada por las fuerzas cubanas. No mucho después España se rindió. Si bien entre los rebeldes había fuerzas aliadas de Estados Unidos, entre ellas algunas que favorecían la anexión de Cuba por Estados Unidos, la inmensa mayoría de los rebeldes y su dirección querían la plena independencia. Estados Unidos fingió que simpatizaba con esos sentimientos y así empezó lo que McKinley declaró que era una ocupación temporal.

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El 1º de mayo de 1898, una fuerza invasora estadounidense al mando de Teddy Roosevelt desembarcó en Santiago de Cuba donde en pocas semanas derrotó a las fuerzas españolas que se encontraban desmoralizadas, ante una fuerza superior y prácticamente ya derrotada por las fuerzas cubanas

Estados Unidos gobernó a Cuba directamente por cuatro años. Bajo su gobierno, trataban a los negros con sumo desdén. Por ejemplo, cuando Estados Unidos formó una Guardia Rural Cubana, creó una fuerza segregada con puros oficiales blancos. Cuando celebró Estados Unidos elecciones en 1900, a propósito excluyó a los negros. El New York Times justificó la exclusión con un titular descaradamente racista: “CUBA PODRÍA SER OTRO HAITÍ. El resultado del sufragio universal sería una república negra — Los negros podrían triunfar en la primera ronda”.

En mayo de 1902, las últimas tropas yanquis dejaron la isla, pero no antes de que el Congreso aprobara la enmienda Pratt2, que le dio a Estados Unidos control sobre casi todo aspecto de la vida política de Cuba. A los cubanos les dieron un ultimátum: o acepten la enmienda Pratt o enfrenten un gobierno militar estadounidense indefinido.

Cuando la enmienda Pratt consagró el derecho de Estados Unidos de intervenir prácticamente cuando le diera la gana, los inversionistas capitalistas de Estados Unidos se metieron en Cuba con confianza. En cuestión de unos pocos años, el 60% de las tierras del campo estaban en manos de capitalistas yanquis.

La resultante dominación económica y política de Cuba por Estados Unidos les benefició enormemente a las empresas yanquis. Bajo el control estadounidense, los cañaverales, que predominaban aún más que bajo el control de los españoles, se engulleron aún más tierras de cultivo. Estados Unidos le exprimió riquezas a Cuba al dominar la agricultura en gran escala mecanizada y otras empresas como el ron, el tabaco y la producción de puros, el comercio marítimo, la minería y los servicios públicos. Cuba dependía de la importación de alimentos de Estados Unidos y de casi lo demás, en una tierra que había sido extremadamente fértil, antes de que quemaran los bosques para abrir tierras para los cañaverales de azúcar.

La economía cubana, que se sustenta en la producción de azúcar, pulverizó a cientos de miles de seres humanos en trabajos rompe-lomo y destruye-salud. Los altibajos de los precios y aranceles sobre el azúcar resultaron en ciclos de auge y quiebra, que generó ingentes riquezas para unos y la ruina y enorme sufrimiento para muchos. Los cañeros trabajaban insoportablemente duro durante la zafra y pasaban hambre buena parte del resto del año. A menudo se trataba de familias que trabajaban pequeños parceles que apenas permitían a la familia sobrevivir de zafra en zafra. Los cubanos trabajaban en ranchos de ganadería que pertenecían a los yanquis, pero solamente una décima parte de los que vivían en el campo tomaban leche, y menos de la mitad de ese porcentaje comía carne. Los pequeños agricultores, por lo general blancos pobres, no tenían una situación mucho mejor que los trabajadores de los cañaverales. Mientras tanto, el hambre, la pobreza y la injusticia eran el pan de todos los días para grandes sectores de la población cubana.

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Importaron a unos indígenas de América del Sur que se llamaban “guajiros” para hacer el trabajo rompe-lomo y destruye-salud para la producción del azúcar, la base de la economía de Cuba.

En varias ocasiones durante las décadas después de que Estados Unidos se retiró de Cuba en 1902, los soldados yanquis volvieron a invadir y ocupar a Cuba. De 1906 a 1909 y otra vez de 1917 a 1922, tropas yanquis intervinieron para reprimir protestas contra el corrupto y despiadado gobierno.

La intervención yanqui de 1912 se dio cuando los afrocubanos se rebelaban contra la intolerancia racial. A las protestas y un levantamiento armado (el Levantamiento de los Independientes de Color o en Estados Unidos, la Rebelión de los Negros) contra el feroz racismo y la opresión, les esperó una feroz brutalidad. Las fuerzas cubanas respaldadas por unos 3.000 infantes de marina yanquis masacraron y lincharon a unos 6.000 afrocubanos, entre rebeldes y civiles.

El poderío militar yanqui servía para estabilizar el yugo del imperialismo sobre Cuba y para apuntalar a los peores tiranos del mundo, sirvientes de Washington e indeciblemente crueles con el pueblo.

En la década del 1930, durante la Gran Depresión, la caída de los precios del azúcar causó mucho desempleo y hambre. En 1933, esas condiciones resultaron en el estallido de un movimiento revolucionario que se propagó por la isla, incluyó una huelga general iniciada por los trabajadores del transporte que paralizó al país, la toma de docenas de ingenios de azúcar y la formación de “soviets” por los cañeros radicalizados.

El entonces presidente cubano era Gerardo Machado, que resultó inútil ante las crecientes protestas contra su régimen. El presidente Franklin Roosevelt mandó un emisario especial, Sumner Wells, para lidiar con la crisis y presionar a Machado a que renuncie, y un nuevo presidente entró en funciones con el respaldo de Estados Unidos. No obstante, la crisis y rebelión de masas continuaron y se extendieron hasta el ejército. Un grupo de suboficiales bajo el sargento Fulgencio Batista tomó el mando del ejército y con estudiantes y otros le sacaron del poder a quien reemplazó a Machado. Por un tiempo corto asumió el poder un gobierno de reforma, se retiró de la enmienda Pratt y empezó a hacer algunos cambios que afectaban los intereses económicos y políticos de Estados Unidos. Por lo tanto, Estados Unidos suspendió el apoyo que mandaba y tomó medidas contra ese gobierno. Con el respaldo de Estados Unidos, Batista tomó el mando del ejército y asumió el papel de hombre fuerte de Estados Unidos y gobernó a Cuba directamente tras bambalinas hasta la revolución de 1959.

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Con el apoyo de Estados Unidos, Fulgencio Batista llegó a ser el nuevo jefe de las fuerzas armadas cubanas y asumió el papel de hombre fuerte de Estados Unidos, y gobernó a Cuba de 1940 a la revolución de 1959. Batista se apoyaba en la represión, el racismo, tortura y ejecuciones públicas (en la imagen) para mantenerse en el poder.

Al igual que los otros gobernantes respaldados por Estados Unidos, Batista recurrió a la represión, el racismo, la tortura y ejecuciones públicas para mantenerse en el poder. Bajo su gobierno, la dominación estadounidense de la economía cubana alcanzó nuevas alturas. Para fines de la década del 1950, las empresas financieras estadounidenses se habían apoderado del 90% de las minas, del 80% de los servicios públicos, el 50% de los ferrocarriles, el 40% de la producción del azúcar y el 25% de los depósitos bancarios.

La sociedad cubana se encontraba tan devastada y dominada como su economía. Bajo la vigilancia de los embajadores de Estados Unidos, la mafia estadounidense estableció las normas de la moral y la iglesia católica las bendecía. Entre sus valores más sagrados estaban el derecho de los hombres de dominar sobre las mujeres, y el confinamiento de las mujeres a las categorías de madre, esposa, amante y prostituta. La prostitución prosperó, ya sea en los burdeles o en las calles; el 10% de la población de la Habana “servía” a los soldados yanquis, marineros civiles y el turismo del sexo. La industria de mayor crecimiento eran los casinos.

Los cubanos comunes no tenían derechos. La corrupta y cruel diminuta clase dominante, en colaboración con los capitalistas monopolistas yanquis, y sus representantes políticos en Washington, hasta pisoteaban las aspiraciones de las clases medias acomodadas y de los profesionales.

En 1952, Batista, que llevaba unos años fuera de la presidencia, regresó por medio de un golpe de estado. En los siguientes años la corrupción alcanzó proporciones aún más inmensas, junto con la creciente rebelión contra el gobierno. Cuando en 1953 un grupo encabezado por Fidel Castro intentó provocar una insurrección, la represión que siguió fue intensa y sangrienta. Quizá resultaron muertos 20.000 estudiantes, trabajadores y otros. Muchos más fueron encarcelados y torturados. Estados Unidos apoyó y respaldó al régimen de Batista y su sangrienta represión. Sin embargo, el descontento se extendió y el movimiento guerrillero 26 de Julio de Castro empezó a cobrar fuerza en las zonas montañosas.

El 1º de enero de 1959, Batista huyó de Cuba acompañado de sus familiares y miembros de su gabinete, que se llevaron cientos de millones de dólares robados al pueblo cubano. Una semana después, Castro y su ejército entraron victoriosos a la Habana. Después de 61 años, terminó la era de la dominación económica y política yanqui con todo su saqueo y terror económico y político. Pero si bien Cuba sí rompió con la dominación yanqui, no rompió completamente con el yugo del imperialismo3.

Los criminales

La clase dominante de Estados Unidos en su conjunto por décadas aceptó la necesidad controlar a Cuba. El presidente McKinley se encargó de la invasión de la isla en 1898 con el pretexto de garantizar su soberanía. La prensa yanqui que fomentó la fiebre de guerra al echarle la culpa a España por el hundimiento del Maine, aunque no tenía pruebas fehacientes. Theodore Roosevelt, que sería el futuro presidente, encabezó las fuerzas invasoras. El general Leonard Wood fungió de gobernador militar de Cuba hasta 1902. Sumner Wells, el emisario especial del presidente Franklin Roosevelt, trató de rescatar al cruel régimen de Machado y al no poder hacerlo, negoció su renuncia y reemplazo en 1933. Bajo el presidente Truman, Batista dio el golpe de estado que lo llevó al poder. Y bajo el presidente Eisenhower Cuba se convirtió en el campo de juego de la mafia estadounidense. Bajo todo presidente yanqui y todo régimen pro Estados Unidos de 1898 a 1959, Cuba fue una neocolonia explotada de Estados Unidos.

La coartada

Cuando en 1898 la derrota de los colonialistas españoles parecía inminente, Estados Unidos alegó que los cubanos eran incapaces de gobernarse de manera independiente porque había demasiadas diferencias y conflictos entre las fuerzas anticolonialistas. También planteó justificaciones descaradamente racistas, como cuando un general dijo que de los cubanos: “Al igual que los salvajes de África, son incapaces de autogobernarse”.

Cuando el buque de guerra yanqui Maine estalló en el puerto de la Habana, la prensa en Estados Unidos, especialmente la que pertenecía a William Randolf Hearst, lanzó una feroz campaña publicitaria para echar la culpa a España (hasta la fecha no se ha comprobado exactamente la causa de la explosión) y así fomentó el patrioterismo a favor de una respuesta militar. La campaña publicitaria fue un importante factor para juntar apoyo para la invasión de Cuba de mayo de 1898.

En Washington manipularon los políticos esos sentimientos, alegando que Estados Unidos no tenía ambiciones coloniales o imperialistas en Cuba, a la vez que pontificaban sobre su responsabilidad moral de acudir en apoyo a las víctimas cubanas oprimidas por el colonialismo español. Al mismo tiempo, fomentaron y traficaron con los odios y temores raciales según los cuales la revolución cubana podría conducir a una peligrosa “República Negra”.

El verdadero motivo

La clase dominante de Estados Unidos llevaba al menos desde la década del 1820 con los ojos puestos sobre Cuba cuando los esclavistas del Sur estadounidense temían que una rebelión de los esclavos bajo España, parecida a la revolución en Haití contra la esclavitud, iba a perjudicar la estabilidad del sistema de esclavitud en Estados Unidos. En la década del 1840, la toma de territorios mexicanos por Estados Unidos prendió el entusiasmo por una mayor expansión, y algunos empezaban a mirar hacia Cuba.

Para fines del siglo 19, a medida que el capitalismo se desarrollaba más en Estados Unidos, los monopolios surgieron en diferentes industrias, al igual que los grandes bancos. Necesitaban nuevas zonas en las cuales invertir grandes cantidades de riqueza acumulada (capital). Las industrias necesitaban acceso a recursos y mercados. Se intensificaba la rivalidad entre las potencias imperialistas emergentes del mundo por el control de regiones del mundo. Estados Unidos proclamó que los territorios del Caribe y América Latina eran su coto. El debilitamiento del imperio español y las rebeliones en las colonias españolas abrieron oportunidades para la expansión imperial de Estados Unidos.

La toma de Cuba (y de otras colonias españolas, como Puerto Rico, Guam y Las Filipinas) durante la Guerra Hispano-Estadounidense no fue solo para cebarse de la riqueza robada, sino también para impedir la entrada de sus rivales. Estados Unidos dejó eso muy en claro. La enmienda Pratt prohibía explícitamente que ninguna otra potencia, que no sea Estados Unidos, pudiera establecer bases en Cuba. Estados Unidos también temía que los revolucionarios en Cuba —cientos de miles de personas trabajadoras y pobres, pequeños agricultores, la mayoría de ellos negros que habían sido esclavos hasta la década del 1880, y algunos profesionales de la clase media, y miembros de la élite— derrotaran a España y establecieran un país independiente que iba a perjudicar sus intereses.

La invasión de Cuba y otros territorios españoles a fines del siglo 19, signaban el surgimiento de Estados Unidos como potencia imperialista mundial. La exitosa invasión, dominación y saqueo de Cuba fueron apenas una vislumbre de los inmensos crímenes que estaban por venir.

 

Artículos recomendados sobre la situación actual:

"La recolonización en nombre de la normalización: Lo que motiva la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba”, de Raymond Lotta, 29 de diciembre de 2014

"La normalización tiene mucho que ver con la capacidad del capital de Estados Unidos para clavar sus colmillos en Cuba — para extraer superganancias de la mano de obra del pueblo cubano, para aprovecharse de sus estratos profesionales capacitados y para saquear los recursos de la isla. La prensa financiera informa acerca de los planes y propuestas de inversión de empresas como la gigante de la agroindustria Cargill y la Corporación Fanjul (de propiedad de un exiliado cubano) que controla Domino Sugar. Las corporaciones General Motors y Caterpillar han elogiado el anuncio de Obama.

“Pero vienen al caso asuntos estratégicos mayores. La nueva postura de Estados Unidos hacia Cuba sirve a objetivos geopolíticos más amplios: reafirmar y reforzar el dominio estadounidense sobre América Latina, la que Estados Unidos ha considerado histórica y arrogantemente como su 'patio trasero'.” Lea más

"Sobre la muerte de Fidel Castro: Cuatro puntos de orientación

27 de noviembre de 2016

Fuentes:

Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar: ¿Qué futuro para Cuba anuncia el apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro?”, 27 de marzo de 2016, Revolución/revcom.us

Cuba, A New History (Cuba: Una nueva historia) Richard Gott, Yale University Press, 2014.

Cuba, Between Reform and Revolution (Cuba: Entre la reforma y la revolución), Louis A. Pérez, Oxford University Press, 1995.

The Cuban Reader History, Culture, Politics. (El texto cubano Historia, cultura, política) Aviva Chomsky, Duke University Press, 2003.

The War of 1898 (La Guerra de 1898), Louis A. Pérez, The University of North Carolina Press, 1998.

Wikipedia sobre Fulgencio Bautista, Gerardo Machado, Levantamiento Armado de los Independientes de Color.

AfroCubaWeb sobre la massacre de 1912 en inglés.

 

Notas

1. Tras la explosion, Estados Unidos alegó que España usó una mina para hacer estallar al Maine. Años después la evidencia montó que puede que la explosión sucedió en el interior del buque, donde están los motores, y no afuera. [volver]

2. La enmienda Platt contiene ocho provisiones. Las claves fueron la tres que le dio a Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente, y la séptima que le dio el derecho de mantener una base en la isla. Es debido a la séptima provisión que hasta la fecha tiene la base en Guantánamo. [volver]

3. Ver Raymond Lotta, “La recolonización en nombre de la normalización: Lo que motiva la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba”, en revcom.us. [volver]

 

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