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Crimen Yanqui Caso #29: La guerra de terror de la Contra en Nicaragua, 1979-1989

Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

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Una mujer nicaragüense sepulta a su hijo asesinado por los Contras. Los Contras, mercenarios entrenados por la CIA en la Escuela de las Américas en el Fuerte Benning, Georgia, fueron responsables de la masacre de más de 8.000 civiles nicaragüenses y 910 funcionarios estatales, así como de otras atrocidades y crímenes contra la humanidad.

EL CRIMEN

Estados Unidos lleva las garras bien clavadas en el pequeño país centroamericano de Nicaragua durante más de 150 años. Mandó sus marines allá en 12 diferentes ocasiones entre 1853 y 1933. Ocupó directamente a Nicaragua durante más de 20 años — de 1912 a 1933. Estados Unidos y otras potencias imperialistas saqueaban al país, aprovechando su tierra fértil para crear una economía orientada a la exportación, especialmente, del café, al servicio de los países de mayor riqueza. Después de que rebeldes nicaragüenses, bajo el liderazgo de Augusto César Sandino, por fin corrió a las fuerzas armadas estadounidenses de su país en 1934, Estados Unidos procuró el asesinato de Sandino e instaló una dictadura militar bajo el general Anastasio Somoza García, cuya familia, en contubernio con Estados Unidos, gobernaría a Nicaragua con lujo de violencia durante los siguientes 43 años1.

En 1979, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó a Anastasio Somoza (hijo del gral. Somoza García) y su régimen, Estados Unidos lanzó una sangrienta guerra contrarrevolucionaria de una década de duración contra el pueblo de Nicaragua. Formó y armó a un ejército reaccionario de sustitutos con el objetivo de debilitar, desestabilizar y tratar de derrocar al nuevo régimen encabezado por los sandinistas, que había establecido vínculos con la Unión Soviética, el rival imperialista principal de Estados Unidos en esa época.

La campaña empezó bajo el presidente Jimmy Carter en 1979 e intensificó fuertemente tras la toma del mandato de Ronald Reagan en 1981. En noviembre de ese año, Reagan firmó una Directiva de Seguridad Nacional secreta que autorizó a la CIA a crear un ejército mercenario de 500 hombres para esta tarea2.

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President Ronald Reagan (1981-1989) initiated and authorized the 8-year-long Contra war and was its chief public champion, fondly referring to the Contras as “freedom fighters.”   

El presidente Ronald Reagan (1981-1989) inició y autorizó la guerra de los Contras de 8 años de duración y fue su principal promotor público, aludiendo cariñosamente a los Contras como “luchadores por la libertad”.

Su nombre oficial era la Fuerza Democrática de Nicaragua, pero se les conoció como “La Contra” y “los Contras”, por ser de la “contrarrevolución”. Los Contras eran, en gran parte, ex oficiales y ex soldados de la Guardia Nacional de Somoza, a muchos de los cuales los habían entrenado la marina y otras instituciones militares estadounidenses. (Ya para 1979, más de 4.300 nicaragüenses habían asistido la Escuela de las Américas en el Fuerte Benning, Georgia, una institución conocida por entrenar a asesinos y torturadores. Asesores militares estadounidenses, apostados en Nicaragua durante el reino de Somoza, también entrenaron a otros 4.000 efectivos de la Guardia.) Ya para 1983, la Contra contaba con 16.000 a 20.000 combatientes3.

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La CIA de forma textual escribió el manual de instrucción para la Contra, titulado Operaciones sicológicas en la guerra de guerrilla4. Entre otras cosas, recomendó: contratar a “delincuentes profesionales”, “neutralizar” a jueces, ejecutar a civiles, instigar la violencia de turbas, atacar a “blancos blandos” como escuelas, cooperativas y clínicas de salud, y volar refinerías y oleoductos. Durante los años 1980, los Contras cometieron atrocidades, así como sabotaje y otros ataques, desde el interior de Nicaragua y desde bases con apoyo estadounidense en Honduras y Costa Rica5.

Para 1984, grupos de derechos humanos ya venían documentando numerosos informes de los crímenes bárbaros de la Contra: violar, torturar, asesinar, quemar, enceguecer, desmembrar y/o decapitar a civiles sin armas, incluso niños. El gobierno nicaragüense informó que de 1981 a 1984, los Contras habían asesinado a 910 funcionarios gubernamentales y 8.000 civiles6.

Un muchacho de 16 años estaba en un grupo de civiles atacado por los Contras en una redada de madrugada: mataron a 21 personas entre los cinco y 60 años de edad e hirieron a ocho. Recordó: “Cuando terminaron, le prendieron fuego a la camioneta. Desde donde yo estuve tirado, pude escuchar los gemidos y los gritos de los que fueron quemados vivos”7.

Un líder de la Contra se jactó de que la CIA les dio navajas grandes: “Todos querían una navaja como esa, para matar gente, para degollar”. Un sobreviviente de una redada de la Contra en el departamento de Jinotega contó: “A Rosa le cercenaron los senos. Después le abrieron el pecho y le arrancaron el corazón. A los hombres les quebraron los brazos, les cercenaron los testículos, les arrancaron los ojos. Los mataron cortándoles la garganta y jalando la lengua por el tajo”8.

Mientras tanto, testigos a semejantes ultrajes reportaron ver mochilas, tiendas de campaña, botas con el sello de “USA”.

Los imperialistas estadounidenses le cortaron toda asistencia al país y trabajaron para exprimirle la vida al pueblo nicaragüense y a Nicaragua, que incluía estrangular su economía. Redadas de la Contra causaban estragos en los cultivos, impedían la pizca y destruían cujes de tabaco, silos de granos, proyectos de riego y caseríos, así como máquinas, caminos, puentes y camiones. También diezmaba la industria pesquera nicaragüense. En 1982, la corporación estadounidense multinacional Standard Fruit suspendió sus operaciones bananeras, parando los embarques de uno de los principales cultivos de exportación de Nicaragua9. Estados Unidos también presionó al Fondo Monetario Internacional, al Banco Interamericano de Desarrollo, al Banco Mundial y al Mercado Común Europeo para que retuvieran préstamos10.

En 1986, salió a la luz que funcionarios estadounidenses desobedecieron tres diferentes resoluciones legislativas que prohibían financiar o apoyar a la Contra, y que habían vendido armas en secreto a Irán e invertían las ganancias en armas para la Contra. Se llegó a conocer como el asunto Irán-Contra11. La CIA bajo Reagan también usó en secreto el dinero del narcotráfico para financiar sus compras de armas — con aterrizajes de aviones cargados de cocaína en bases en el Estados Unidos continental y de regreso en bases centroamericanas, cargados de armas para la Contra. El aluvión de cocaína contribuyó a crear la “epidemia del crack” que hizo estragos en las zonas urbanas marginadas estadounidenses a principios de los años 1980, que a su vez era uno de los factores que impulsaron la expansión de la encarcelación en masa12.

A fines de 1989, la Casa Blanca anunció que impondría un embargo contra Nicaragua a menos que la candidata pro estadounidense, Violeta Chamorro, ganara en las elecciones presidenciales. Ella sí triunfó, en parte gracias a los 11 millones de dólares de la Fundación Nacional para la Democracia, de Estados Unidos, y debido a la violencia de la Contra durante las elecciones13.

Diez años de guerra patrocinada por Estados Unidos dejaron hasta 50.000 muertos y dejó a Nicaragua como uno de los países más pobres del hemisferio14.

Cortos del discurso y sesiones de preguntas y respuestas (en inglés): 
Por Qué Nos Hace Falta Una Revolución Real Y Cómo Concretamente Podemos Hacer La Revolución

Bob Avakian responde a la gente que se queja de que los inmigrantes cruzan la frontera, de las preguntas y respuestas

Pregunta y respuesta:A raíz de la revolución, ¿México y América Central todavía serían el patio trasero de Estados Unidos?

LOS CRIMINALES

El presidente Jimmy Carter autorizó que la CIA suministrara fondos y otras formas de apoyo a las fuerzas antisandinistas antes y después de la caída de Somoza.

El presidente Ronald Reagan (1981-1989) inició y autorizó la guerra de la Contra de ocho años, y fue su principal promotor público, aludiendo cariñosamente a los Contras como “luchadores por la libertad” y “nuestros hermanos”.

La CIA bajo el director William Casey asumió toda responsabilidad para financiar y aportar la experiencia para dirigir, organizar, entrenar, orquestar, equipar y mantener a los Contras, incluido durante el tráfico clandestino de armas y drogas del asunto Irán-Contra.

Equipo de Reagan: Los secretarios de Estado Alexander Haig y George Schultz, que calificó al gobierno sandinista de “un cáncer en nuestro patio trasero”; el ayudante Oliver North y sus jefes, los asesores de Seguridad Nacional Robert MacFarlane y John Poindexter; el secretario de Defensa Casper Weinberger; la embajadora ante las Naciones Unidas Jeanne Kirkpatrick; el director de Comunicaciones Pat Buchanan; el procurador general Ed Meese III; y el secretario de Estado adjunto para Centroamérica Elliot Abrams (al cual Trump hace poco nombró como enviado especial a Venezuela.)

El fundador de la Contra/FDN Enrique Bermúdez, Adolfo Calero, Edén Pastora, el comandante Franklin, más veintenas de otros comandantes de campaña; también los soldados rasos, y todos los que auxiliaban e incitaban a ese ejército mercenario, en Nicaragua, Estados Unidos y otros países.

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Los restos de un avión derribado por las fuerzas sandinistas, después de haber lanzado desde el aire suministros para los Contras en Nicaragua. (Foto: AP)

LA COARTADA

La administración de Reagan dijo que los sandinistas estaban suministrando armas a insurgentes antiestadounidenses en El Salvador y estaban amenazando a Honduras, a otros países centroamericanos, al Canal de Panamá y las vías marítimas en la cuenca del Caribe y el golfo de México. Reagan calificó a Nicaragua bajo los sandinistas de un “calabozo totalitario” que era más opresor que el Sudáfrica bajo el apartheid15.

EL VERDADERO MOTIVO

Aunque los sandinistas no tenían el objetivo de arrancar a Nicaragua de las garras del imperialismo ni de poner fin a todas las formas de opresión, no obstante la revolución sandinista representaba un desafío a la hegemonía imperialista estadounidense sobre Latinoamérica, y en relación con su rivalidad global con la Unión Soviética, que ya para ese entonces era una potencia imperialista en contienda con Estados Unidos a nivel internacional.

Históricamente y hasta la fecha, Estados Unidos ha considerado a México y América Central y Sur como su “patio trasero” a su disposición para saquear, explotar, dominar y —de ser necesario, para sus intereses estratégicos— invadir. Nicaragua no era ninguna excepción.

En 1984, el subdirector de la CIA, Robert Gates, declaró eso de manera explícita en un memorándum interno al director William Casey:

El hecho es que el hemisferio occidental es la esfera de influencia de Estados Unidos. Si hemos decidido abandonar por completo la Doctrina Monroe … pues debemos ahorrar capital política en Washington, reconocer nuestra impotencia y dejar de perder el tiempo a todos16.

Para fines de los años 1970, los gobernantes estadounidenses consideraban que el desafío general principal ante ellos era la intensificación de su rivalidad global con la Unión Soviética. Una manera en que esa rivalidad se agudizaba era en relación con los levantamientos y revoluciones nacionalistas que ocurrían en el mundo y en Centroamérica, a los cuales la Unión Soviética apoyaba activamente o dentro de los cuales maniobraba para sacar ventaja. Tras su derrota en Vietnam, Estados Unidos no se veía con la libertad de invadir u ocupar a países directamente, por lo que se apoyaba en ejércitos de sustitutos como los Contras en la lucha contra los regímenes a los que consideraba pro-soviéticos, y etiquetaba a los carniceros reaccionarios que apoyaban de “rebeldes” o “luchadores por la libertad”. (Durante el mandato de Reagan, Estados Unidos también apoyó a las guerras reaccionarias en El Salvador y Guatemala que masacraron a 75.000 personas en cada uno de esos países centroamericanos).

Ahora, Estados Unidos consideró a los sandinistas como una amenaza porque habían derrotado al viejo orden pro-estadounidense de Somoza y tenían vínculos con Cuba y la Unión Soviética, y por ese motivo montó un desafío agresivo de recuperar el control.

Reagan se puso a movilizar a toda fuerza reaccionaria en Estados Unidos y el mundo por la supremacía estadounidense, y su “patio trasero” era un campo de batalla decisivo. Evitar “otro Cuba” (donde los soviéticos habían logrado conseguir un puente de playa) y parar la expansión de esferas de influencia soviéticas en otras regiones del mundo, llegó a ser la “Doctrina Reagan” de la clase dominante estadounidense. Ejércitos mercenarios con los Contras ponían una cara local a la máquina imperial de matanza a medida que Nicaragua iba convirtiéndose en un frente de batalla clave en su rivalidad imperialista de alto riesgo con la Unión Soviética.

 

EN SUS PROPIAS PALABRAS

“LA ADMINISTRACIÓN DE REAGAN tiene razón al considerar a Nicaragua como una grave amenaza — a la paz civil y la democracia en Nicaragua y a la estabilidad y la seguridad de la región… ¿Y qué de los Contras? Se han convertido en un instrumento para desbancar a los sandinistas o —en un objetivo casi equivalente— para negarles un monopolio del poder. Pero son un instrumento imperfecto… Pero, como dice la administración, ¿no se disolverían estas dificultades si Estados Unidos dejara sus vacilaciones respecto a los contras y les diera los recursos y la constancia en la política estadounidense que les hace falta para prevalecer?”17 (“Is There a Chance in Nicaragua?” [¿Hay una posibilidad en Nicaragua?], Washington Post, 14 de marzo de 1986).

 


1. William Blum, Asesinando la esperanza. Intervenciones de la CIA y del ejército de los Estados Unidos desde la II Guerra Mundial (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, Cuba, 2005), Anexo 2; HISTORICAL BACKGROUND-The Economy [ANTECEDENTES HISTÓRICOS: La economía] en Tim Merrill, director, Nicaragua: A Country Study [Un estudio de país]. Washington: Oficina de Publicaciones del Gobierno para la Biblioteca del Congreso, 1993.  [regresa]

2. “Reagan gives CIA authority to establish the Contras” [Reagan le otorga autoridad a la CIA para establecer los Contras], History.com.  [regresa]

3. Richard Grossman, “Nicaragua: A Tortured Nation” [Nicaragua: Una nación torturada], Historians Against War [Historiadores Contra la Guerra].  [regresa]

4. “CIA releases full contras manual on ‘psychological operations in guerrilla warfare’” [CIA publica manual completo de la Contra sobre “operaciones sicológicas en la guerra de guerrillas”), Muckrock, 18 de diciembre de 2017.  [regresa]

5. David Model, Lying for the Empire: How to Commit War Crimes with a Straight Face [Mentiras por el imperio: Cómo cometer crímenes de guerra con cara de palo] (Common Courage Press, 2005), p. 179.  [regresa]

6. Blum, p. 293 [edición en inglés]. Vea también, Thomas A. Walker, director, Revolution and Counterrevolution in Nicaragua [Revolución y contrarrevolución en Nicaragua] (Westview Press 1991), p. 375; Holly Sklar, Washington’s War on Nicaragua [La guerra de Washington contra Nicaragua] (South End Press, 1988), p. 179.  [regresa]

7. “Nicaragua Rebels Accused of Abuses” [Rebeldes de Nicaragua acusados de abusos], New York Times, 7 de marzo de 1985.  [regresa]

8. Blum, p. 293 [edición en inglés].  [regresa]

9. Blum, p. 292 [edición en inglés].  [regresa]

10. Blum, pp. 291-292 [edición en inglés].  [regresa]

11. El “Asunto Irán-Contra” reflejaba una aguda lucha entre los gobernantes estadounidenses sobre cómo mejor lidiar con las contradicciones enfrentaban en Centroamérica en relación con su rivalidad intensificada con la Unión Soviética. Se celebraron audiencias y acusaron a varios participantes, pero al último el presidente George H.W. Bush indultó a todos, y ninguno de los criminales fue a la cárcel. PARDONS; Bush Pardons 6 in Iran Affair, Aborting a Weinberger Trial; Prosecutor Assails ‘Cover‑Up’” [INDULTOS; Bush indulta a 6 en Asunto Irán; el aborto de proceso contra Weinberger; el fiscal critica al ‘encubrimiento’], New York Times, 25 de diciembre de 1992.  [regresa]

12. “Crimen yanqui #66: La ‘guerra contra las drogas’: de 1970 al presente”, Revolution, 12 de marzo de 2017.  [regresa]

13. Blum, p. 304 [edición en inglés].  [regresa]

14. “Legacy of Civil Wars: In Central America, Reagan Remains A Polarizing Figure” [El legado de las guerras civiles: En Centroamérica, Reagan sigue siendo una figura polarizadora], Washington Post, 10 de junio de 2004.  [regresa]

15. Blum, pp. 295, 296, 300 [edición en inglés].  [regresa]

16. Gates afirmó que la guerra de la Contra manejada por la CIA es “en esencia, una política indecisa”. Recomendó que la administración de Reagan iniciara una “campaña integral con el objetivo abierto de hacer caer el régimen”, con “el uso de ataques aéreos” contra blancos militares nicaragüenses. “The Iran-Contra Affair 20 Years On” [A 20 años del Asunto Irán-Contra], The National Security Archive [El Archivo de Seguridad Nacional], 24 de noviembre de 2006.  [regresa]

17. “Is There a Chance in Nicaragua?” [¿Hay una posibilidad en Nicaragua?], Washington Post, 14 de marzo de 1986.  [regresa]

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