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El negacionismo del fascismo, Segunda parte: Ruindad de “la izquierda” en las páginas de Jacobin

Nota de la redacción: Lo siguiente es el segundo en una serie de artículos y polémicas sobre el negacionismo del fascismo en sectores de la sociedad estadounidense, entre ellos la intelectualidad progresista que ejerce una influencia desproporcional. Esto continúa ante las maniobras aceleradas del régimen de Trump y Pence de consolidar el fascismo, las que ahora incluyen apoyar a los supremacistas blancos y milicias armadas en sus movilizaciones y mítines en capitolios estatales por todo Estados Unidos.

Una forma específica del negacionismo del fascismo se exhibió recientemente en Jacobin, una revista en línea que se dice socialista a la vez que se opone a la necesidad de hacer una revolución real para derrocar el sistema actual. Una polémica reciente en sus páginas, de Daniel Finn, “An Open Letter from SDS Veterans Haranguing Young Socialists to Back Biden Was a Bad Idea” (Una carta abierta de unos veteranos de SDS que arenga a los socialistas jóvenes para que apoyen a Biden fue una mala idea) da un sentido de este negacionismo del fascismo.

Finn intenta1 responder a una carta2 abierta a la revista Nation de parte de algunos ex miembros de SDS (Estudiantes por una Sociedad Democrática, por sus siglas en inglés). Estos otrora radicales habían llamado a apoyar a Joe Biden en las elecciones debido al grave peligro que representa Trump, al que llaman un “proto-fascista”. Finn sostiene lo siguiente en respuesta a la carta abierta la cual evoca, en sus palabras, “el espectro del fascismo”.

No es necesario maquilar el récord político atroz de Donald Trump para describir esto como hipérbole melodramática. Trump ha estado en el poder desde 2016: si tuviera la voluntad, así como la capacidad de aplastar a sus oponentes al estilo de Hitler, Franco o Mussolini, ya lo hubiera hecho.

El resultado más probable si él triunfara en su reelección no sería una cruda dictadura sino la continua erosión de las libertades civiles dentro del marco político existente. Los partidos y medios de comunicación opositores aún podrán funcionar. Los que sufrirán las peores formas de opresión bajo Trump serán los inmigrantes y las minorías étnicas cuyos derechos son violados de rutina bajo las presidencias republicanas y demócratas por igual. Una administración de Biden no cerrará los campos de detención de refugiados, ni desmantelará el estado de vigilancia. (énfasis agregado)

Estas palabras contienen tantas cosas que son incorrectas —y dañinas— que es difícil saber por dónde empezar. Quizá podamos examinar el ejemplo del subcontinente de India, donde el fascista-hindú Narendra Modi recientemente fue reelegido. Valiéndose de ese “mandato”, Modi impuso un cierre total con ley marcial al estado de mayoría musulmana de Cachemira durante meses, encarceló a figuras de la oposición y en redadas quitó a las masas de las calles. Modi procedió a promulgar nuevas leyes de ciudadanía que amenazaban con dejar apátridas a millones de musulmanes privándoles de la ciudadanía. La visita de Trump con su compañero de armas Modi en febrero coincidió con una ola horripilante y aterrorizadora de linchamientos de musulmanes, ayudada e inducida por la policía, además de la encarcelación de personas progresistas y disidentes. Pero no se preocupen: de todos modos los derechos de los musulmanes y especialmente de las personas en Cachemira eran “violados de rutina”, sin importar cuál partido burgués gobernaba en la India democrática. Sí, eso podría ocurrir en Estados Unidos. ¿Acaso el “excepcionalismo estadounidense” ciega tanto a Finn que es incapaz de reconocer la advertencia de lo ocurrido en India?

Decir, como lo hace Finn, que en vista de que aún no han aplastado a los partidos de oposición en Estados Unidos —decir, en efecto, que en vista de que continúan existiendo algunas normas democrático-burguesas, que no enfrentamos un régimen fascista en el poder y emperrado con consolidar el fascismo— minimiza y borra lo siguiente:

  • los continuos ataques al estado de derecho, a la separación de poderes y a las normas de la democracia burguesa liberal, ejemplificados, por ejemplo, en clamar por “encerrar” a sus oponentes políticos y en tildar a sectores de la prensa de “enemigos del pueblo”;
  • los ataques sin precedentes a aquellos que representan obstáculos al programa fascista en todas las instituciones del estado, incluidos los organismos de inteligencia y las fuerzas armadas, y hacer que se sometan;
  • la existencia de campos de concentración en la frontera y la vil limpieza “étnica” llevada a cabo por el ICE;
  • las formas en que han llenado el poder judicial con jueces fascistas cristianos, hasta el nivel de la Suprema Corte; el asalto contra el derecho al aborto;
  • el negacionismo de la ciencia y el negacionismo del cambio climático, una causa que le importa mucho a Finn, y, en conclusión,
  • la noción falsa la que Trump declara repetidamente de que la Constitución estadounidense le otorga una “autoridad total”, la cual le sirvió de defensa contra el juicio de destitución, y que fue validado por la mayoría manejadas por los fascistas en el Senado.

En pocas palabras, eso es pregonar engaños acerca del movimiento y las dinámicas subyacentes de lo que está pasando.

El chovinismo de la desestimación despreocupada — y la gran desestimación de la historia

Hay que decir algo sobre el tono de la desestimación despreocupada del hecho de que “las peores formas de opresión” caerán sobre “los inmigrantes y las minorías étnicas” pero de todos modos ¡“sus derechos son violados de rutina” bajo ambos partidos!

Imaginemos si se aplicara esa lógica durante período de la pulverización de la Reconstrucción3 tras la Guerra Civil y la imposición de la aparcería semifeudal junto con las cuadrillas de trabajos forzados de presos, reforzada por el terror de las turbas de linchamiento y el Jim Crow. ¿Los “radicales” y los “socialistas” del aquel tiempo debieran haber tomado la posición de que, ya que los derechos del pueblo negro habían sido “violados de rutina” durante la propia Reconstrucción y, por cierto, antes de eso durante la esclavitud, no importaba que la forma de gobernar sobre todo un sector de la población hubiera cambiado radicalmente hacia lo peor? ¿No tenía ningún efecto el de que la forma de gobierno burgués sobre todo un sector de la población había cambiado hacia lo peor, simplemente porque el mismo sistema capitalista estaba en vigor durante el período de la Reconstrucción, así como durante su revocación?

La opresión de los negros, indígenas y latinos, y de los inmigrantes, SÍ QUE está integrada en la estructura de este sistema y esta sociedad, y que la llevan a cabo y la imponen los políticos demócratas y republicanos por igual. Este es un motivo importante de por qué hay que derrocar este sistema — por medio de una revolución REAL. Al omitir esta, Finn adopta una pose de ser “más radical que los demás”. Al poner en la misma categoría de manera superficial a los demócratas y los republicanos, Finn minimiza y niega el grave peligro del régimen fascista de Trump y Pence. Desestima lo que está pasando ahora bajo Trump y lo que muy probablemente dé un salto con su posible reelección (al estilo de Modi)4.

Los demócratas SÍ son una máquina de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, un partido de la clase dominante al igual que lo son los republicanos, e imponen el mismo sistema del capitalismo-imperialismo. Como tal, no es posible confiar en que ellos pongan un alto al fascismo ni que se le opongan resueltamente siquiera — como lo han comprobado durante los últimos 50 años los actos de acomodación y conciliación y ahora facilitación activa. Pero, hacerse uso de este hecho a fin de restar importancia e incluso anular a los peligros del fascismo —una forma de gobierno aún más monstruosa y grotesca del mismo sistema capitalista imperialista— es ser cómplice en sus horrores5.

Rehuir a ver la manera en que estos fascistas ya han desatado más a la policía, la manera en que han afilado más la espada del ICE, la manera en que han echado aún más leña a las llamas del chovinismo blanco y ahora celebran a las turbas blancas armadas que desfilan con esvásticas, dogales y banderas de la Confederación, y hacen alardes de su lealtad a Trump, no reconocer los peligros de lo que un Trump y sus seguidores serían capaces de hacer si una reelección les diera un “mandato”, o si no, tomaran armas para impedir una derrota electoral, es una miopía peligrosa, con consecuencias reales.

La desestimación despreocupada de Finn hace recordar lo que Bob Avakian dijo hace casi tres años, que es aún más cierto hoy:

La terrible verdad es que, con algunas muy llamativas excepciones (como la generación que creció en los años 60), la gente blanca en general ha participado directamente, o ha apoyado o al menos ha aceptado pasivamente, todo esto en la historia de Estados Unidos. Durante todos los años de la esclavitud. Durante las décadas de la segregación Jim Crow y el terror del Ku Klux Klan, cuando repetidas veces los negros, en particular los hombres negros, que no conocían “su lugar” —o quizás hasta sin saber por qué, hacían enfurecer a una persona blanca— eran linchados mientras multitudes de gente blanca se reunían en un ambiente festivo peleándose por conseguir trozos del cuerpo mutilado del negro ahorcado de un árbol, y fotografías del ahorcado terminaban convertidas en postales que se vendían por todo el país. Sí, una fea y vergonzosa verdad. Hoy, con los repetidos asesinatos de negros por la policía, en las pocas ocasiones en las que imputan al policía asesino, hay gente blanca en los jurados que se niega a condenarlo. Hoy, sigue habiendo demasiada gente blanca, que dice preocuparse de la justicia y usa las redes sociales para denunciar ultrajes mucho menos escandalosos, a veces hasta cosas triviales, que ¡no puede llegar a sentir indignación ni la necesidad de hacer algo al respecto! Si la policía matara a perros deliberadamente, una y otra vez, habría un gran alboroto en la sociedad, incluso de gente que no dice nada o que pone excusas cuando matan así a seres humanos de piel más oscura.

Estaría mal y sería perjudicial ignorar el hecho de que hay gente blanca, en particular jóvenes blancos (y otros), que han salido a las calles a protestar contra estos asesinatos y que han dicho: el silencio de los blancos es violencia, es ser cómplice con el asesinato. Obviamente esto es algo positivo — y tiene que darse en mucho mayor grado y con mayor frecuencia. Pero, dada la historia de Estados Unidos hasta hoy, ¡¿tiene sentido insistir en que, como algunos tercamente todavía lo hacen, “aquí no podría darse el fascismo, no en este país, con nuestra democracia y grandes tradiciones”?! (énfasis agregado) De: ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible. Un discurso de Bob Avakian.

Sí, es posible que esto ocurra en Estados Unidos y SÍ QUE está ocurriendo en Estados Unidos.

Las verdaderas dinámicas del fascismo — las anteojeras excepcionales ante la realidad

En este caso Finn deja salir una idea muy estereotipada de la forma en que avanza el fascismo, al comparar mecánicamente la lucha de Trump y Pence por consolidar el poder con la de Hitler y al perder de vista los patrones más amplios. Revcom.us regularmente postea la siguiente definición del fascismo:

El fascismo es cuando la clase burguesa (capitalista-imperialista) ejerza una dictadura abierta, la que gobierna por medio del uso del abierto terror y la violencia, pisotea lo que se supone son derechos civiles y legales, utiliza el poder del estado y moviliza a grupos organizados de golpeadores fanáticos para cometer atrocidades contra las masas populares, particularmente contra los grupos de personas que identifica como “enemigos”, “indeseables” o “peligros para la sociedad”.

Al mismo tiempo, si bien es probable que se movilice rápidamente para hacer cumplir ciertas medidas represivas para consolidar su gobierno, lo que es posible ver estudiando los ejemplos de la Alemania nazi y de la Italia bajo Mussolini, también es probable que un régimen fascista implemente su programa general por etapas y además, trabaje en varios momentos de asegurar a la población o a ciertos sectores de la población de que evitarán los horrores, siempre que aceptan calladamente y no protestan ni se resisten cuando la situación siembre terror entre otros y los pone en la mira de la represión, la deportación, la “conversión”, la prisión o la ejecución.

Al parecer Finn, al igual que demasiadas otras personas, cree que el régimen de Trump y Pence no puede ser realmente fascista porque simplemente no ha replicado exactamente los mismos pasos exactos de la Alemania nazi o de Mussolini. De hecho, Finn malinterpreta la historia de Alemania. Si bien las condiciones particulares de Alemania permitieron que Hitler, tras su elección, efectuara un golpe y rápidamente proscribiera a los principales partidos de la oposición, los nazis sí actuaron —y tenían que actuar— por etapas. El mismo Hitler tuvo que aplastar a la oposición al interior del partido Nazi y neutralizar a los oponentes en la coalición gobernante en junio de 1934 (la “Noche de los Cuchillos Largos”). No se promulgaron sino en 1935 las leyes “raciales” de Núremberg, las que excluían a los judíos de tener ciudadanía en el Reich [Alemania nazi] y las que institucionalizaron otras políticas antisemitas. Relajaron las cosas durante el período previo a las Olimpiadas de 1936. De hecho, la forma del negacionismo en Alemania tenía tanto arraigo que algunos judíos que habían emigrado de Alemania regresaron en diferentes momentos, con la esperanza de que las cosas vinieran mejorándose y que las tradiciones de la Ilustración alemana sirvieran como freno a Hitler. Solamente después de ocurrir la Kristallnacht (Noche de los cristales rotos) en noviembre de 1938, cinco años después de la elección de Hitler, y que se promulgaran posteriormente nuevas leyes contra los judíos, la realidad quedara en claro en toda su extensión para la gente; en ese momento cuando ya era muy tarde. Poco más de dos años más tarde, cuando Alemania había conquistado territorios en Europa Oriental en los que vivían millones de judíos, decidieron ejecutar planes para transformar los campos de concentración en campos de exterminio. Basarse en la particularidad de la historia nazi para decir efectivamente que el fascismo no podría darse en Estados Unidos —y no se está dando— combina el excepcionalismo estadounidenses con una ignorancia sobre la manera en que las cosas concretamente se desenvolvieron en Alemania.

Reconocer de lleno la extrema gravedad del peligro NO significa proponerse que se dedique y se canalice todo a favor de la elección de un demócrata; de hecho, significa reconocer que se requieren con urgencia medidas extraordinarias que se salgan de las normas de la democracia burguesa y de sus canales normales, tales como llaman a tomar organizaciones como Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org), de una movilización sostenida no violenta de masas para sacar del poder al régimen. Ahora mismo, este régimen fascista de Trump y Pence representa un peligro inmediato ante nosotros —y ante toda la humanidad— y hay que expulsarlo… y en un sentido más fundamental, hay que barrer con el sistema que lo engendró, por medio de una revolución REAL.


1. Si bien Finn presenta varios otros argumentos en su respuesta, incluido el historial de Biden, en este caso estamos concentrando en el negacionismo del fascismo, el que, si bien es secundario, es intrínseco a su respuesta y enfoque, tristemente muy ilustrativo de la supuesta “Izquierda”. [volver]

2. Próximamente en esta serie, tenemos la intención de examinar esta carta abierta — manténgase atento a revcom.us. [volver]

3. La revocación de la Reconstrucción abarcó un reino de terror que tan sólo en 1877, cobró más de cuatro mil vidas en el Sur de Estados Unidos. Todos los derechos de votar, de estar en un espacio público, de recibir una educación, fueron arrebatados a los negros. Los arrestaron “de rutina” por cargos falsos (vagancia, etc.) y los obligaron a trabajar como esclavos virtuales para construir la industria del Sur. Masacres en lugares como Colfax, Memphis y Wilmington, Carolina del Norte reforzaron todo eso. Este terror inauguró el reino segregacionista del Jim Crow en el Sur. De hecho, investigaciones recientes han encontrado que los jueces y académicos nazis estudiaron las leyes estadounidenses cuando formulaban los infames estatutos de Núremberg de 1935 que privaron a los judíos en Alemania de muchos derechos legales. Vea Hitler’s American Model: The United States and the Making of Nazi Race Law [El modelo estadounidense de Hitler: Estados Unidos y la formulación de las leyes nazis sobre las razas], de James Q. Whitman. [volver]

4. Además, hay que tener en cuenta que Finn omite por completo la opresión de las mujeres y de las personas de distinto género, un elemento crucial del programa fascista cristiano que constituye un pilar central del régimen y programa fascista de Trump y Pence. [volver]

5. Finn describe el cambio climático como “la cuestión moral y política más urgente de la actualidad”. Como hemos escrito extensamente, no es posible resolver esta cuestión bajo este sistema del capitalismo-imperialismo, y se requerirá una revolución REAL para que tengamos tan siquiera una posibilidad de lidiar con esta amenaza existencial a la humanidad. El Nuevo Acuerdo Verde, el cual promueven en gran parte los socialdemócratas en Estados Unidos, ni siquiera ofrece una solución. Pero en realidad el régimen de Trump y Pence ha acelerado esta crisis, avivando las llamas. No reconocer eso es empecinarse en cerrarse los ojos. El régimen no sólo se retiró del Acuerdo de París, por débil e ineficaz que fuera en primer lugar, sino que lo hizo sobre la plataforma y el razonamiento de negacionismo del cambio climático y la anticiencia, de aflojar la reglamentación y dejar que se desmanden los combustibles fósiles, además de dar luz verde a otros países por todo el mundo para que hagan lo mismo, como Bolsonaro de Brasil que casi no hizo nada para detener la “hoguera” de las selvas amazónicas, un inestimable recurso que sirve de freno contra la acumulación de emisiones de carbono en la atmósfera. Y la lista continúa y continúa… [volver]

 

 

  

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Rechazar el Fascismo es un movimiento de personas con diversas perspectivas, unidas en nuestro reconocimiento de que el Régimen de Trump y Pence representa un peligro catastrófico para la humanidad y el planeta y que es nuestra responsabilidad sacarlos del poder por medio de protestas no violentas que crezcan a diario hasta que se cumpla nuestra demanda. Esto quiere decir trabajar y organizarnos con toda nuestra creatividad y determinación para movilizar a miles y, con el tiempo, a millones de personas en las calles de las ciudades y los pueblos, para exigir:

¡Esta pesadilla tiene que terminar: El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!

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