El 1º de marzo a las 7 pm en Libros Revolución-Nueva York: La industrialización de la explotación sexual y el capitalismo mundial, O por qué el “trabajo sexual” no es “agencia” sino pesadilla y degradación, y por qué nos hace falta una revolución
1. Llamar a la opresión por otro nombre no cambia la esencia del “trabajo sexual”… y la prostitución y la pornografía forman parte de una matriz mayor de la subyugación de las mujeres
Sí, el “trabajo sexual” es trabajo. Y pongámoslo en claro, los “trabajadores sexuales” no deben ser objeto de criminalización, persecución ni abusos. Son seres humanos cuya humanidad, al igual que la de todas las mujeres, es objeto de negación, desvaloración y peligro bajo el patriarcado capitalista-imperialista. Pero también pongamos en claro que el “trabajo sexual” no es simplemente trabajo; es el cuerpo femenino lo que está a la venta, lo que está en oferta, para el control sexual, dominación y degradación.
Eso se debe a que la prostitución-el “trabajo sexual” forma parte de una matriz mayor de la opresión estructural-sexual de las mujeres: la violación y la violencia sexual, incluida la violencia matrimonial; la violencia doméstica y el abuso infantil; privar a las mujeres en Estados Unidos y otras partes del derecho al aborto y del control sobre sus decisiones reproductivas; la mercantilización ubicua del cuerpo femenino —en la publicidad, el entretenimiento, la moda; una “industria de belleza” que les dicta a las niñas y mujeres cómo debe lucir su cuerpo; hombres jóvenes inculcados en la “cultura de varones”; el acosamiento sexual constante en el lugar del trabajo; una industria multimillonaria de pornografía que equipara el placer y la excitación con la dominación, el dolor y la humillación; la etiquetación sexual racializada de negras, latinas, asiáticas y otras mujeres de color.
El “trabajo sexual” no es lo mismo que la trata sexual-la esclavitud. Pero, como lo ha explicado Bob Avakian, el producto del “trabajo sexual” es la degradación de la mujer. Independiente de las intenciones de l@s “trabajador@s sexuales”, esta actividad refuerza la cosificación y la degradación de la mujer.
2. Quizá usted se haya “decidido” a ser “trabador sexual”… pero no le corresponde tomar las decisiones
El hecho de que las personas tal vez se hayan decidido a ser “trabajadores sexuales” no cambia la naturaleza de la prostitución. El hecho de que es una decisión que tomara una mujer desempleada o de pocos ingresos con tal de darles de comer a sus hijos… o una decisión que quizá tomara una estudiante de posgrado de la clase media alta para maximizar sus ingresos y sus horas para estudiar… o una decisión que tomara una persona trans a la que la han corrido de la familia o a la que le han negado empleo a fin de sobrevivir y buscar algún tipo de afirmación — es simplemente una denuncia a un sistema basado en la explotación y la opresión de género. Las decisiones que les corresponde tomar a las personas surgen de la naturaleza de este sistema. ¿Por qué vender drogas, o ingresar a una pandilla o alistarse en las fuerzas armadas genocidas de Estados Unidos, es parte de la estrecha gama de opciones que corresponden a los jóvenes pobres negros, latinos, indígenas y de color?
En vez de defender las opciones pútridas que nos ofrece este sistema, ¿por qué no asumir la causa liberadora de transformar radicalmente las opciones con las que podría contar toda la humanidad?
3. Despierten ante la maldita globalización e industrialización de la explotación sexual
La académica Catherine MacKinnon comenta que la prostitución no es la profesión más antigua del mundo sino la opresión más antigua del mundo. (El marxismo entiende que la subyugación de la mujer surge de la histórica división de la sociedad humana en explotadores y explotados, amos y esclavos.) Pero la globalización imperialista de los últimos 50 años ha generado una magnitud enorme e inaudita y horror de la explotación sexual comercial: el turismo del sexo en Tailandia, Ámsterdam y otras partes; las aldeas burdeles en Bangla Desh; las “cadenas de suministro” del tráfico sexual que transporta a mujeres desde Nigeria, Nepal, China y un sinfín de otros países; una “industria del sexo” mundial vinculada a las industrias turísticas y hoteleras, con divisas cibernéticas y e-publicidad.
Lean mi folleto aquí sobre las fuerzas que impulsan la explotación sexual comercial y su integración en la economía mundial… y lean las historias del “descenso al infierno” — de mujeres obligadas a dar servicio a entre 12 y 20 hombres al día. Sí, por vivir en la mera patria del imperialismo, es posible cerrarse los ojos ante este horror y darse el lujo de describir el “trabajo sexual” como “empoderamiento”. Pero ¡así es la realidad global!
4. No tenemos que vivir así
¡Eso también es parte de la realidad! Podemos hacer algo mucho mejor que engañarnos de que podemos ser “dueños de nuestra propia opresión”. Podemos hacer una revolución para derrocar este sistema y poner fin a esta opresión y a toda explotación y opresión. Una sociedad y un mundo donde las mujeres no estén en exhibición ni se les considere objetos sexuales, ni se consideran a sí mismas como objetos sexuales comercializables. Donde exista la plena igualdad entre mujeres y hombres, donde podamos ponernos a trabajar sobre desarraigar el patriarcado y la supremacía masculina — y transformar la economía, las formas en que las personas se relacionan entre sí, y donde las relaciones sexuales se basen en el afecto compartido, el placer mutuo y la igualdad.
No se pueden romper todas las cadenas menos una. No se puede decir que uno quiere eliminar la explotación y la opresión, pero quiere que persista la opresión de la mujer por el hombre. No se puede decir que uno quiere liberar a la humanidad, pero mantener a una mitad esclavizada por la otra. La opresión de la mujer está íntimamente ligada a la división de la sociedad en amos y esclavos, explotadores y explotados, y acabar con todo esto es imposible sin liberar completamente a la mujer. Por eso la mujer desempeñará un enorme papel en el proceso de hacer la revolución y garantizar que esta no pare a medias. Es posible e imprescindible desencadenar plenamente la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución proletaria.
— Bob Avakian, Lo BAsico: 3:22.
Nos vemos el 1º de marzo… abramos esta conversación y debate, y hagamos frente a la realidad de este mundo… ¡y el potencial de una revolución para cambiarlo todo!
Recursos
* Raymond Lotta, La industrialización de la explotación sexual, la globalización imperialista y el descenso al infierno, aquí.
* Bob Avakian sobre: Bajo el capitalismo, cualquier tipo de trabajo es explotador, así que ¿cuál es la diferencia con el trabajo sexual? Bueno, SÍ hay una diferencia. (vídeo en inglés)
* Los Revcom responden a Bob Avakian sobre el derecho al aborto y la emancipación de las mujeres (vídeo en inglés)