La nueva síntesis: Lidiar con las contradicciones del mundo real, no utopismo
Quisiera seguir adelante, tomando todo lo que hemos dicho un poco como telón de fondo, y abordar más directa y profundamente esta pregunta: ¿qué es la nueva síntesis?
Lo primero que hay que decir es que lidia con las contradicciones del mundo real; no es una quimera idealista de cómo nos gustaría que fuera la sociedad. Cuando hablamos de un mundo en que queramos vivir, no se trata de una noción utópica de inventar una sociedad en el aire y después hacer que encaje en el mundo. Es lidiar con las contradicciones del mundo real, hacer un balance del fin de una etapa (la primera etapa de las revoluciones socialistas)1, aprender lo que se pueda aprender de esa etapa, sacar las lecciones correspondientes y lidiar con aspectos, aspectos importantes, de las contradicciones del mundo real que son nuevos. Es una síntesis que implica tomar lo que fue positivo de la experiencia previa, examinarlo y descartar lo que fue negativo, reconfigurar parte de lo positivo y presentarlo en un nuevo marco. O sea, repito, es lidiar con las contradicciones del mundo real, pero de una forma nueva.
A este respecto, vale la pena citar un punto de orientación básica de una ponencia escrita por un camarada de la dirección de nuestro partido:
“Si tratamos de abrazar, englobar y explorar con más y más amplitud y flexibilidad a personas, ideas y perspectivas que no son comunistas (lo que debemos hacerlo), pero no lo hacemos partiendo de la base de un núcleo sólido y de la base estratégica de NUESTRO proyecto y objetivos, no podremos cosechar todo lo que se podría cosechar de esas exploraciones e iniciativas Y, lo peor, es que ¡LO PERDEREMOS TODO!”.
Esto tiene una aplicación específica con respecto a la orientación y enfoque de nuestro partido; pero también tiene una aplicación general en el mundo que tenemos que transformar. Esto es un aspecto importante del principio de núcleo sólido con mucha elasticidad2, que en sí es una especie de compendio, o expresión concentrada, de lo que abarca la nueva síntesis. No solo ahora, sino también a lo largo de la lucha para conquistar el poder y establecer el socialismo, y después seguir avanzando hacia el comunismo (mejor dicho, antes y después de la toma del poder), el principio general del núcleo sólido con mucha elasticidad y el punto específico de la cita del camarada tendrán una aplicación importante, es más, fundamental: la contradicción entre, por un lado, abrazar, englobar y explorar con más y más amplitud y flexibilidad a personas, ideas y perspectivas que no son comunistas y sacar lo más que se pueda de eso (no en un sentido estrecho, utilitario, sino en el sentido más amplio) y, por otro lado, no perderlo todo, no soltar el núcleo sólido, sin el cual nada de eso tendrá importancia con relación a nuestros objetivos fundamentales.
Convivir con las capas medias y transformarlas en la transición al socialismo
Esto se relaciona con la fuerte contradicción, que a veces es muy aguda, entre aplicar el frente único bajo la dirección del proletariado (la dirección del proletariado, no de la pequeña burguesía o de otra clase) a lo largo de toda la transición al comunismo, por una parte, y por otra parte seguir adelante durante esa transición y avanzar al comunismo. El “núcleo sólido con mucha elasticidad” se relaciona con esta fuerte y a veces aguda contradicción, que a su vez se relaciona con algo que dijo Lenin: que el primer paso de tumbar y expropiar a la burguesía (expropiar sus propiedades) es, en cierto sentido histórico, el paso más sencillo y que el proceso más difícil es, como dijera Lenin, convivir con las capas medias y transformarlas en la transición al comunismo. Este es un punto muy profundo y ambos aspectos son importantes; esto es una unidad de contrarios: convivir con las capas medias y transformarlas. Si uno solo se propone convivir con ellas, acabará entregando el poder, no a la pequeña burguesía, sino a la burguesía; esta dictará cada vez más la situación. Por otra parte, si uno solo se propone transformar a la pequeña burguesía (hablando en términos generales de las capas medias), acabará tratándolas como si fueran la burguesía y corriéndolas al campo de la burguesía, lo que socavará seriamente la dictadura del proletariado, y de esa forma también se perderá el poder.
Por eso, como recalcó Lenin, existe la necesidad de convivir con esas capas medias y transformarlas; transformar sus condiciones materiales así como su concepción del mundo, y la relación dialéctica entre las dos cosas. Esto empata con un comentario anterior sobre las tres fuerzas básicas de clase (la burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado): que la transición al comunismo busca eliminar la base y la existencia de todos esos tres grupos, o clases, pero que el proletariado es el único al que no le importa. A la pequeña burguesía definitivamente sí le importa; tratará continuamente de reconstituir su existencia como pequeña burguesía y, espontáneamente, tratará de ser la burguesía. Pero hay que trazar una clara distinción entre la pequeña burguesía (las capas medias) y la burguesía, y no ejercer la dictadura del proletariado sobre la pequeña burguesía, lo que la llevaría a los brazos del enemigo y, por ende, iría contra nuestros objetivos más fundamentales. (Volveré a tocar esto más adelante, cuando hable del “paracaídas”). Por otra parte, no se puede dejar que esas capas medias sigan la espontaneidad de su propia concepción del mundo y de sus propios intereses en determinado momento, o lo perderemos todo de ese modo.
En el proceso de excavar la tierra donde nace el capitalismo y de superar la esfera de la producción e intercambio de mercancías (la ley del valor, la gran diferencia entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y toda la producción, relaciones sociales y el resto de las “4 todas”3 características del capitalismo), surgirán conflictos con los intereses de las capas medias. Manejar eso, durante la larga transición del socialismo al comunismo (que solo puede darse a nivel mundial), va a ser sumamente delicado y va a requerir una aplicación constante de la dialéctica materialista a fin de ganarse a la gran mayoría de esas capas, o por lo menos neutralizarlas en el sentido político, y de impedir que los contrarrevolucionarios las movilicen, manipulando las quejas que puedan tener, o manipulando y aprovechando el hecho de que será necesario objetiva y legítimamente hacer cosas que podrán alejar a sectores de la pequeña burguesía en un momento dado. Hay una fuerte contradicción (que a veces es muy aguda) entre la necesidad que le imponemos, correctamente, a la pequeña burguesía, sin ejercer dictadura sobre ella, por un lado, y, por otro lado, la espontaneidad e influencia compensatoria de las relaciones sociales de producción que existen y que todavía no se han transformado completamente; y, junto con eso, está el mundo, que en un momento dado puede caracterizarse por relaciones sociales y de producción reaccionarias, con la correspondiente superestructura. No es posible manejar eso de tal modo que se pueda conservar el gobierno del proletariado y, además, seguir el avance al comunismo, a menos que se maneje correctamente el principio y la orientación estratégica de núcleo sólido con mucha elasticidad.
En ese sentido, podemos decir que se aplica, bajo las condiciones de la dictadura del proletariado, una importante formulación de “Cuestiones estratégicas” 4, que no voy a presentar detalladamente aquí, sobre trazar líneas divisorias de modo que, en cualquier momento, unamos a la mayor cantidad posible de personas en torno a posiciones que, en la mayor medida posible, corresponden a los intereses objetivos de la revolución proletaria… a la vez que ganamos subjetivamente a la mayor cantidad posible a tomar esa posición, es decir, a ser partidarios de la meta de la revolución proletaria, sin menoscabar la necesaria unidad en un momento dado. Como pueden ver, esto es otro “blanco móvil”; es algo dinámico y contradictorio, a veces agudamente. En la sociedad socialista, especialmente con respecto a las capas medias, pero también en líneas generales e inclusive con el proletariado, ese principio explicado en “Cuestiones estratégicas” tiene aplicación. Pero si abandonamos el núcleo sólido, nada de esto sería posible. Hablando de los cuatro objetivos5 que mencioné antes con respecto al núcleo sólido en la sociedad socialista (como la importancia de tener la máxima elasticidad posible en todo momento), si abandonamos el primer punto, aferrarse al poder, los demás puntos no tienen sentido. Es claro, entonces, que todo esto implica una gran tensión o, dicho de otro modo, una contradicción muy aguda.
Como he dicho, esto tiene una dimensión epistemológica, así como una dimensión política. El aspecto epistemológico es cómo los comunistas, y las amplias masas populares, llegan a una síntesis más profunda y completa de la realidad en cualquier fase, en cualquier proceso, y a su vez tienen una base más fuerte para transformar el mundo, sin abandonar lo que tienen, sin entregar el núcleo de todo. Eso es lo que me hace repetir la metáfora de que nos van a descuartizar6. Si piensan en esto, si realmente piensan en la imagen de estar en el núcleo de todo esto, estimulando efervescencia intelectual y política en la sociedad, a la vez que tratamos de gestar ciertas transformaciones materiales e ideológicas hacia la dirección del comunismo que van contra las inclinaciones espontáneas, inclusive de los proletarios, y van contra los intereses creados de las capas medias y, por supuesto, van fundamentalmente contra la burguesía, los imperialistas y otras fuerzas reaccionarias; si tratamos de hacer todo eso y (siguiendo con la imagen), uno tiene las riendas en cada mano y la gente corre en todas las direcciones; si realmente piensan en todo esto, podrán ver por qué sigo planteando la metáfora de que nos van a descuartizar si no lo manejamos correctamente. Pero estoy igualmente convencido de que, si no procedemos de esta forma, no se va a dar, en el país socialista, el proceso necesario para llegar al comunismo (sin hablar por ahora de la dimensión internacional, cosa que haré en un momento).
Bueno, este principio del núcleo sólido con mucha elasticidad (y elasticidad partiendo del núcleo sólido, debo recalcar) está íntimamente relacionado con otro principio que abordamos en la charla sobre la dictadura del proletariado7: concretamente, la gran importancia de distinguir entre los momentos y las circunstancias en que es necesario poner atención sumamente minuciosa a algo e insistir en que “se haga así” y, por otra parte, los momentos y las circunstancias en que eso no es necesario y, más aún, es contraproducente. En la historia de nuestro partido, por ejemplo, ha habido varias ocasiones y circunstancias en que ha sido necesario poner atención minuciosa e insistir en que las cosas se hagan exactamente así, y no asá, y junto con eso, insistir en una formación muy sincronizada, por decirlo así. Pero ha habido otras circunstancias en que no era así y en que insistir en eso hubiera sido incorrecto y contraproducente. Por ejemplo, hace poco tuvimos un debate sobre el Programa del partido, dentro y fuera, y hemos tenido otros procesos en que se ha dado debate y lucha sobre cuestiones de línea. Esto no es, no debe ser, algo infrecuente o solo de una vez; es algo que debe darse repetidamente, en los momentos y las circunstancias apropiadas, en la vida política e ideológica del partido.
Como señalé en la charla sobre la dictadura del proletariado, esta relación entre “abrir espacios” y “cerrar filas”, entre elasticidad y núcleo sólido, también es un proceso dialéctico, una unidad de contrarios. Lo que es núcleo sólido en un aspecto también tiene elasticidad en su interior. No hay un núcleo sólido que no tenga elasticidad. En un momento (así como en un sentido general), siempre hay cosas a las que se les presta atención minuciosa, pero a otros aspectos de la misma cosa no se les pone la misma atención sistemática.
En esa charla sobre la dictadura del proletariado, di el ejemplo de escribir un artículo. No es que no nos importe lo que digamos, pero algunas cosas tienen que quedar perfectamente bien porque afectan el carácter general de lo que se dice, mientras que otras cosas se pueden decir lo mejor que se pueda sin ponerle la misma cantidad de atención; si no, jamás se terminará el artículo. Este principio se aplica a todo lo que hagamos, por ejemplo a una reunión y a todo lo demás: núcleo sólido con elasticidad y atención minuciosa a ciertas cosas centrales que definen lo que hacemos, y menos atención y más elasticidad con respecto a otras cosas.
Con respecto al aspecto del núcleo sólido en sí, no se puede decir: “bueno, hay que tener un núcleo sólido perfecto, absoluto, antes de que haya elasticidad e iniciativa”. Por otra parte, hay un serio problema si la elasticidad no se basa, en un sentido fundamental, en el núcleo sólido; si, en realidad, la elasticidad y la iniciativa equivalen a sustituir con otro núcleo sólido el que se necesita objetivamente. Pero, repito, no podemos ser metafísicos y “absolutistas” sobre esto; no se puede decir: “solo cuando tengamos un núcleo sólido ‘absoluto’, y todo mundo tenga el mismo nivel de conocimiento y de acuerdo sobre ese núcleo sólido, podremos tener elasticidad”. Primero, jamás se alcanzará ese nivel de certeza absoluta y de unidad absoluta, nunca se va a emparejar todo; segundo, el núcleo sólido se secará y se transformará en su contrario, en dogma. Se apagará y se transformará en su contrario, y de hecho dejará de ser un núcleo sólido. Tiene que haber espacio y vida, inclusive dentro de un núcleo sólido; dentro de cualquier núcleo sólido hay ciertas cosas que son el núcleo sólido, alrededor del cual hay otras cosas menos sólidas que tienen más elasticidad. (Esta es otra manifestación de un punto muy importante de Mao, que he recalcado varias veces: lo que es universal en un contexto es particular en otro, y viceversa). Pero si no hay suficiente aglutinante, por decirlo así, en el núcleo para que (usando esta metáfora) los electrones no salgan volando en todas las direcciones, entonces hay un serio problema.
Repitiendo, aquí es crucial esa línea divisoria fundamental entre materialismo e idealismo, y entre dialéctica y metafísica. No se puede tener una concepción metafísica del núcleo sólido, de que tiene que ser absolutamente sólido; asimismo, no se puede tener una concepción idealista de todo el proceso, que corresponde a que todo mundo salga volando en todas las direcciones porque no hay una base material de lo que es y debe ser el núcleo sólido en un conjunto de circunstancias, ni de cuáles son las cosas que hay que hacer de cierta forma muy precisa, todos “marchando en formación sincronizada”, digamos, y cuáles son las cosas con las que no se debe hacer eso y sería muy perjudicial tratar de hacerlo.
Para ser francos, los comunistas (hablando de nuestro partido, como también del movimiento comunista internacional) tienen que hacer una mayor ruptura con el utopismo y el idealismo y, francamente, con la socialdemocracia e inclusive con la democracia burguesa, y, por irónico que parezca, con el anticomunismo dentro del movimiento comunista, que se manifiesta con una concepción demócrata-burguesa de cosas tan cruciales como la naturaleza y el papel del estado y una crítica demócrata-burguesa de la experiencia histórica del estado proletario. Tenemos que dar saltos y hacer una ruptura para salirnos de esos confines, y a la vez tenemos que hacer una ruptura con lo que en apariencia es lo contrario de esto (como un reflejo en un espejo): la tendencia al dogmatismo y esencialmente una concepción religiosa de los principios y de la experiencia del comunismo y del movimiento comunista, lo que equivale básicamente a “todo núcleo sólido” sin elasticidad y, en consecuencia, a un “núcleo sólido” que a fin de cuentas no es tan sólido, que en realidad es quebradizo, porque se basa en apriorismo e instrumentalismo (busca imponerle concepciones dogmáticas a la realidad y “doblarla” y retorcerla para que corresponda a ciertas nociones preconcebidas y ciertas metas, en vez de abordar la realidad y transformar la necesidad que hay que confrontar, conforme a sus contradicciones fundamentales, y aplicar en cambio una versión de lo que Lenin criticó como el enfoque de “la verdad como principio organizador”, lo que equivale a una noción subjetiva e idealista de la verdad, no a un reconocimiento de la verdad como algo objetivo que se caracteriza porque es un reflejo correcto de la realidad objetiva. Es cierto que tenemos que rechazar la orientación de “todo núcleo sólido”, pero no podemos tener una concepción idealista y utópica de la elasticidad: tratarla como algo desligado de las relaciones materiales subyacentes de la sociedad, y del mundo, en los cuales está arraigado todo esto, una realidad material que tratamos de transformar, pero que no podemos simplemente trascender con la mente.
La aplicación correcta de este principio —el núcleo sólido con mucha elasticidad— es elasticidad que parta de la base del núcleo sólido necesario en cualquier momento. Digo “del núcleo sólido necesario” porque aquí entra en juego la dialéctica de nuevo: no se trata de un núcleo sólido absoluto, porque eso sería metafísico (imaginar y buscar un estado perfecto de núcleo sólido, que nunca se encontrará), sino del núcleo sólido necesario: lo suficiente para que sea un centro aglutinante fuerte y una base a partir de la cual se pueda avanzar y desencadenar la elasticidad y la iniciativa, sin perderlo todo. Por supuesto que no hay una “fórmula mágica”; no hay ninguna clase de fórmula. No se puede tomar una regla de cálculo y decir: en esta etapa del socialismo, necesitamos 28% de núcleo sólido y se puede tener 72% de elasticidad; pero en esta otra etapa, con una intervención e invasión imperialista, solo se puede tener 4% de elasticidad y 96% de núcleo sólido. No es así. [risas] Son cosas vivas, en movimiento, que tenemos que examinar científicamente y determinar concretamente, partiendo de entender el movimiento y el desarrollo de las contradicciones motrices.