Durante más de 100 años, la dominación de Irán ha estado entretejido profundamente en el tejido del imperialismo mundial, impuesta por intrigas clandestinas, intimidación económica e intervenciones e invasiones militares. Esta historia constituye el telón de fondo de la hostilidad de Estados Unidos hacia Irán en la actualidad, incluida la amenaza real de guerra. La primera parte de esta serie exploró la rivalidad de las potencias europeas para explotar los recursos petroleros y al pueblo de Irán hasta la I Guerra Mundial. La segunda parte detalló cómo Estados Unidos tumbó al gobierno laico nacionalista de Mohammed Mossadegh en 1953 e instaló en el poder a un administrador leal: el brutal sha Mohammed Reza Pahlavi. La tercera parte y la cuarta examinan las consecuencias de 25 años de dominación estadounidense para Irán y su pueblo. También veremos cómo sembró las semillas de la revolución de 1979.
Durante los años 70, Irán experimentó una combinación de reformas agrarias de la “revolución blanca” (ver la parte 3), altos ingresos del petróleo y un nuevo papel como gendarme estadounidense del golfo Pérsico. Esto causó una gama de cambios rápidos y desestabilizadores en la vida social, política y económica. Los ingresos del petróleo se dispararon de $22.5 millones en 1954 a más de $19 mil millones en 1975-76. A mediados de la década, casi la mitad de la población vivía en las zonas urbanas (en comparación con el 30% una década antes). La población de Teherán aumentó 2.5 millones entre 1961 y 1978. La industria y la manufactura se triplicaron en comparación con los años 50, y la clase media creció rápidamente.1
El sha se jactó de que pronto Irán tendría una de las cinco mayores economías del mundo. A los ojos de los imperialistas estadounidenses, el país era un modelo de desarrollo, una isla de estabilidad y un puesto de avanzada crucial en el Medio Oriente.
Sin embargo, los miles de millones de dólares del petróleo no llevaron al crecimiento económico equilibrado e independiente, ni a una vida mejor para la mayoría de los iraníes. Al contrario, apuntalaron al gobierno tiránico del sha. El petróleo y un puñado de otras industrias tecnológicas avanzadas eran como islas vinculadas al capital, la tecnología y los mercados extranjeros… pero en general desvinculados del resto de la economía.
La industria petrolera era intensiva en capital (dependía mucho de máquinas y tecnología) y en 1972 solo tenía unos 42,000 empleados de una población activa de 10 millones.2 Como importaron la tecnología y el equipo para la industria petrolera, no contribuyó al desarrollo tecnológico de la economía ni a reducir la dependencia a la venta del petróleo. Todo lo contrario: en 1977, más de tres cuartos de los ingresos del gobierno eran del petróleo.3
La mayoría de la manufactura seguía produciéndose en pequeños talleres con mucha mano de obra. Los productos tradicionales (como las alfombras, las artesanías y la agricultura) respondían por el 80% de los productos de exportación no petroleros. Una menor parte de la población trabajaba en el campo, pero las relaciones feudales y semifeudales persistían y la producción agrícola per cápita se estancó. Las nuevas industrias urbanas estaban concentradas en la manufactura de productos de “sustitución de importaciones”, como el montaje de carros y otros artículos de consumo para las capas medias con piezas y tecnología importadas.4
Esta clase de crecimiento imperialista creó un país más dependiente a la importación de tecnología, artículos de consumo, equipo militar y alimentos. Las importaciones subieron de $400 millones en 1958-59 a la pasmosa suma de $18.45 mil millones en 1975-76 (con $2.6 mil millones de alimentos). Esto requería la mayor parte de los ingresos del petróleo, destruyó gran parte de los pequeños negocios iraníes y reforzó el control del capital extranjero.5
Además, estos cambios intensificaron las fuertes divisiones sociales. Las compañías extranjeras sacaron grandes ganancias de Irán, del 30% al 200% de las inversiones, y el sha y los capitalistas y terratenientes aliados con el gobierno acumularon inmensas fortunas. La clase alta y la clase media de profesionales y tecnócratas gozaban de altos ingresos y algunos se hicieron muy ricos.
Por otro lado, millones de campesinos tenían que abandonar el campo y terminaron en las enormes barriadas urbanas sin agua corriente, alcantarillado y electricidad. El 60% de los iraníes eran analfabetos, la esperanza de vida era 50 años y 139 de cada mil niños morían antes de cumplir un año.6 Cuando fui a Irán en 1979, un trabajador de construcción me dijo que trabajó en la construcción de un palacio para la madre del sha. Le pagaban $3 al día, que apenas alcanzaba para el transporte al trabajo y un almuerzo de pan y queso. No podía pagar las altísimas rentas, así que vivía con la familia de su hermano.7 Expulsados del campo, muchos habitantes de las barriadas eran una base de apoyo clave del ayatola Jomeini y los fundamentalistas islámicos. Jomeini, un teócrata reaccionario, fue el líder de la revolución iraní de 1979.
Una revista inglesa captó el crecimiento desequilibrado de Irán: “Irán se ha occidentalizado de una manera equivocada. Por todas partes hay plantas embotelladoras de Pepsi, Coke y Canada Dry, pero en las barriadas sucias la población toma de jubes, o sea, el agua que corre al lado de las calles y está contaminado de toda clase de basura. El aeropuerto de Teherán es uno de los mejores del Medio Oriente, pero no hay un sistema adecuado de carreteras o ferrocarriles. Están construyendo un gran hotel Hilton, pero centenares de iraníes duermen en la intemperie”.8
Irán: El gendarme estadounidense del golfo Pérsico
Otro factor que tergiversó la economía y la sociedad iraníes y aumentó los problemas fue el papel del gobierno del sha como gendarme estadounidense en el golfo Pérsico y en la frontera sur de la Unión Soviética.
Los asesores militares yanquis llegaron a Irán a comienzos de los años 40, pero el papel militar directo aumentó tras el golpe de estado de 1953. Un año después había tres grupos militares estadounidenses en el país; dirigieron la expansión del ejército, establecieron una fuerza aérea y marina modernas, y supervisaron la compra de armas.9 Irán era miembro clave de una serie de alianzas militares yanquis.
A comienzos de los años 70, Irán se volvió más importante como base militar: cuando Estados Unidos estaba empantanado en la guerra de Vietnam, el presidente Richard Nixon anunció que iba a depender más de sus aliados y clientes para controlar regiones clave. Irán, Arabia Saudita e Israel eran los “pilares” estadounidenses del Medio Oriente.
Por eso, el sha inició una enorme expansión militar y compró grandes cantidades de armas. Construyó enormes bases militares para monitorear la Unión Soviética y a lo largo de la costa para controlar el golfo. Entre 1972 y 1975, Irán gastó $35 mil millones de los $62 mil millones de la venta del petróleo para comprar armas, principalmente de Estados Unidos y otros países occidentales. A finales de la década casi 8,000 asesores y técnicos militares estadounidenses estaban en el país.
Tras las guerras de 1967 y 1973, cuando Israel conquistó más tierras palestinas y árabes, la indignación y resistencia crecieron por toda la región. El sha se entremetió: dio a Israel el 90% del petróleo que necesitaba. Las fuerzas armadas iraníes aplastaron un movimiento guerrillero en la provincia de Dhofar de Omán. El sha conspiró con el gobierno de Nixon para manipular y traicionar a los curdos de Irak y debilitar al gobierno de Saddam Hussein. (En 1975 las fuerzas iraquíes devastaron a los curdos, mataron a miles y expulsaron a 200,000 a Irán).
SAVAK: Torturadores entrenados por Estados Unidos
Una década de desarrollo, impulsado por el imperialismo y los ingresos del petróleo, causó rápidos cambios económicos, políticos, sociales y culturales… y mucha inestabilidad. Estados Unidos y el sha construyeron elementos de una economía e infraestructura moderna, pero solo en unos sectores y de una manera desequilibrada. No eliminaron sistemáticamente las relaciones feudales; al contrario, reforzaron a muchas de ellas y las incorporaron en las relaciones transformadas. Millones de campesinos y trabajadores del campo seguían sumidos en la pobreza, y los que tenían que huir a las ciudades vivían alejados de los sectores modernos. Estos cambios hicieron que se alejaran poderosos sectores cuya autoridad tenía sus orígenes en las relaciones e ideas feudales: unos comerciantes y terratenientes, y sectores importantes del clero.
Las nuevas clases alta y media prosperaron, pero no les dieron una voz política. Docenas de miles de estudiantes fueron al extranjero como parte del programa del sha para modernizar. La situación en Irán y los movimientos antiimperialistas y revolucionarios que recorrían el mundo los radicalizaron. Por su parte, llevaron un intenso odio del gobierno del sha a los países donde fueron a estudiar, y muchas veces un antiimperialismo e internacionalismo militante.
Los estudiantes iraníes tuvieron un poderoso impacto en los países donde estudiaban. En Estados Unidos, concientizaron a millones de personas sobre el apoyo estadounidense al gobierno tiránico del sha y las consecuencias para el pueblo iraní. Sus ideas revolucionarias y solidaridad con las luchas populares en este país inspiraron una conciencia internacionalista contra un enemigo común.
Entre los estudiantes se desarrolló una importante corriente revolucionaria maoísta, la que incluyó a la Unión de Comunistas Iraníes. (Algunos de sus miembros ayudarían luego a formar el Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta) (PCI-MLM) en 2001).
Los que estaban en contacto con los estudiantes iraníes nunca olvidarán sus largas y enérgicas marchas de desafío total, o los gritos de: "¡El sha es un asesino fascista, abajo el sha!" o "¡El sha es un títere estadounidense, abajo el sha!". El sha envió su policía secreta al extranjero, pero no logró intimidar ni parar a los estudiantes. Todo esto tuvo un profundo impacto en Irán, donde el gobierno reprimió toda expresión de oposición, y los estudiantes desempeñaron un papel crucial en la caída del sha en 1979.
A ambos sectores —los más tradicionales y las nuevas clases más laicas— los humilló e indignó la sumisión del sha a Estados Unidos. A pesar de la amplia privación, se puso al servicio de las metas imperiales yanquis y se hundió en grandiosas exhibiciones y ceremonias reales.
Por eso ambos sectores se sumaron a la oposición.
El sha dependía cada vez más de la odiada policía secreta (SAVAK) para mantener el control. Fundada en 1957 con la dirección de la CIA (y más tarde, con la ayuda del Mossad, el servicio de espionaje israelí), la misión de SAVAK era aplastar todos los brotes de oposición al sha. Podía arrestar y detener indefinidamente y tenía sus propios penales. La tortura era común: choques eléctricos, palizas, golpizas, meter vidrio roto y agua hirviendo en el recto, atar pesos a los testículos y extraer dientes y uñas.10 En 1975, el London Times informó que obligaron a los presos a observar “el brutal maltrato” de sus propios hijos. Un señor dijo: “Era tan insoportable que si hubiera tenido un cuchillo, hubiera matado a mi hijo en vez de verlo sufrir más”.
SAVAK envió a sus agentes por todo el mundo a vigilar y castigar a los disidentes, especialmente a los estudiantes, comunistas, radicales y fuerzas laicas. También arrestó, expulsó o reprimió a unos clérigos, a pesar de que en general el sha reforzó el islam y al clero. En 1976, Amnistía Internacional informó que Irán tenía “el mayor índice de ejecuciones del mundo, ningún sistema legítimo de tribunales civiles y una historia de tortura que es de no creer. No hay ningún país peor en materia de derechos humanos”.11
SAVAK trabajó de la mano con los servicios de espionaje estadounidenses. En los años 70, un promedio de 400 agentes de SAVAK al año recibieron entrenamiento en Estados Unidos. Un ex analista de la CIA admitió que enseñó a la SAVAK los métodos de tortura. “Nuestro entrenamiento mantenía al sha en el poder”, dijo un alto funcionario de la CIA.12
Pero con esto también le salió el tiro por la culata. Irán estaba encaminado a un estallido revolucionario y una teocracia islámica reaccionaria.
Próxima parte: La revolución de 1979 y la República Islámica
Notas
1. Fred Halliday, Iran: Dictatorship and Development, pp. 10, 15, 138-9; S.D., "Irán: La forjadura de un eslabón débil", Un Mundo que Ganar, 1985/2, p. 38 [volver]
2. Halliday, pp. 176, 179 [volver]
3. Halliday, 138-39; Nikkie R. Keddie, Modern Iran: Roots and Results of Revolution, p. 162 [volver]
4. Halliday, 176, 10, 182; Ali Reza Nobari, Iran Erupts, p. 32; Keddie, p. 160-161 [volver]
5. La producción agrícola per cápita no creció de 1973 a 1961. Halliday, pp. 160, 126-128 [volver]
6. Halliday, p. 13 [volver]
7. En Teherán la renta aumentó 15 veces entre 1960 y 1975 (y 100% en 1976). Halliday, p. 190 [volver]
8. Ali M. Ansari, Confronting Iran, p. 45 [volver]
9. Amin Saikal, The Rise and Fall of the Shah, p. 54 [volver]
10. Federation of American Scientists, Ministry of Security SAVAK [volver]
11. William Blum, Killing Hope, pasaje en http://www.thirdworldtraveler.com/Blum/Iran_KH.html [volver]
12. Nobari, p. 144 [volver]